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Hemofilia: terapéutica en las alteraciones hemostáticas. Parte I


Partes: 1, 2

    Publicación original: Colombia Médica, 1999; 30:
    32-42 – ISSN 1657-9534,
    Reproducción autorizada por: Corporación Editora Médica del Valle,
    Universidad del Valle, Cali, Colombia

    RESUMEN

    Las hemofilias A y B son
    coagulopatías congénitas que afectan aproximadamente a 5,000 colombianos, la
    hemofilia A es la más común. En el pasado, el tratamiento de la hemofilia con
    productos sanguíneos produjo un aumento extremo en la frecuencia de
    seroconversión para hepatitis y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
    Sin embargo, la filtración serológica (tamizaje) en donantes y los novedosos
    métodos de atenuación, purificación y la tecnología recombinante han producido
    concentrados de factores más seguros. Aunque los productos derivados de plasma
    son hoy seguros en términos de hepatitis y VIH, no se puede garantizar la
    seguridad viral de esos productos. Los factores VIII y IX obtenidos por
    tecnología recombinante o inactivados para virus se han probado en seguridad y
    efectividad y son los productos de elección para la terapia de reemplazo. La
    desmopresina se considera como el mejor tratamiento para el manejo del sangrado
    en pacientes con hemofilia leve y moderada.

    Palabras claves: Hemofilia.
    Coagulopatías. Transfusión. Medicina transfusional.

    ********

    Las hemofilias A y B son
    afecciones heredadas de la coagulación que resultan por defectos en los genes
    que codifican los factores VIII y IX, respectivamente. Ambos tipos se
    transmiten como alteraciones del cromosoma X; por tanto, afectan casi en forma
    exclusiva a los hombres1. Las manifestaciones clínicas de las
    deficiencias de los factores VIII y IX son semejantes. Causan prolongación del
    tiempo de tromboplastina parcial activada (TPTa) en presencia de un tiempo de
    protrombina (TP), recuento de plaquetas y tiempo de sangría normal y se
    presentan con sangrado de las articulaciones y de los tejidos blandos, pero
    difieren en su tratamiento. La alteración se confirma y define por la medición
    específica en la actividad de los factores VIII y IX1. En general,
    la severidad clínica se relaciona con el grado de deficiencia del factor1.
    En personas normales los niveles de los factores de la coagulación varían de
    50% a 200% (0.5 a 2 unidades internacionales de actividad de factor por ml de
    plasma). Las personas con deficiencia severa de los factores VIII o IX, menos
    de 1% de lo normal (0.01 UI/ml) de modo característico tienen sangrados
    espontáneos frecuentes en las articulaciones y tejidos blandos. Las que tienen
    valores que se consideran moderados entre 1% y 5% (0.01-0.05 UI/ml, por lo
    general presentan hemartrosis ocasionales y hemorragia sólo después de
    traumatismos. Los individuos con niveles entre 6% y 25% (0.06-0.25 UI/ml tienen
    una enfermedad leve, sangran sólo en cirugía o después de un trauma significativo2.
    Sin embargo, en ciertas ocasiones algunos pacientes con niveles menores de 1%
    sangran con menos frecuencia y algunos con niveles altos sangran más de lo
    esperado3.

    La morbilidad y la
    mortalidad por el sangrado en individuos hemofílicos se redujeron considerablemente
    con el empleo de los concentrados de factores, pues se aumentó de manera
    notable la expectativa de vida1, que ha mejorado aun más al
    introducir los concentrados de origen recombinante e inactivados para virus que
    han reducido las infecciones que se pueden adquirir por medio de la transfusión1.

    GENERALIDADES EN EL MANEJO

    Es de extrema importancia
    educar al paciente y a su familia a fin de que puedan entender la enfermedad,
    los signos y síntomas tempranos de hemorragia, las alternativas y riesgos de
    las diferentes formas de terapia, las precauciones sobre la seguridad, la
    actividad física apropiada y el apoyo psicológico4. Los hemofílicos
    deben realizar ejercicios con regularidad para mantener la flexibilidad en las
    articulaciones y fortalecer los músculos; las medidas rutinarias de higiene
    dental reducen la necesidad de restauraciones y extracciones dentales
    excesivas; asimismo deben evitar las inyecciones intramusculares y la ingestión
    ciertas drogas, en particular la aspirina o compuestos que la contengan, porque
    tales sustancias inducen disfunción plaquetaria que puede agravar la tendencia
    al sangrado. El acetaminofén, los salicilatos no-acetilados como los
    salicilatos de colina y magnesio y el salasalato, son una buena alternativa
    como analgésicos y antipiréticos, pues se pueden usar contra el dolor y para
    aliviar la disfunción articular5. También deben evitar los
    antihistamínicos, las fenotiazinas y los antiinflamatorios no esteroideos como
    la indometacina y el ibuprofén. El uso juicioso de antiinflamatorios no
    esteroideos en bajas dosis tiene un efecto mínimo sobre la función plaquetaria
    y son apropiados para el manejo de la artropatía hemofílica (p.e., ibuprofén
    400 mg 3 ó 4 veces al día) con apropiado monitoreo para identificar la tendencia
    a sangrar y el abuso de la automedicación6. Eventualmente algunos enfermos
    requieren sinovectomía y puede ser necesario el reemplazo de la articulación5.

    Otra complicación rara es
    el pseudotumor; son masas tisulares y sanguíneas que se inician como hematomas
    en el músculo o en el espacio subperióstico5. El cuadro puede
    progresar en forma lenta, durar un período de varios años, y causar destrucción
    del músculo, nervios y hueso adyacentes1,5. El tratamiento
    quirúrgico debe conseguir la remoción entera de la masa, pues una excisión
    incompleta origina casi siempre una recaída1.

    Los pacientes deben portar
    una identificación visible y apropiada4. Se les debe educar acerca
    de la hepatitis y se les debe inmunizar contra hepatitis A y B (con vacuna
    recombinante) tan pronto como se les diagnostique la hemofilia4. En
    la actualidad no se recomienda la reinmunización con vacuna de hepatitis A;
    además, la vacuna no tiene licencia para su uso en niños menores de 1 año. La
    inmunidad para hepatitis B requiere una evaluación periódica y revacunación
    cuando sea apropiada.

    El individuo que padece
    hemofilia se debe referir a un centro de tratamiento para esta enfermedad a fin
    de proporcionarle un manejo multidisciplinario en la educación y en el
    tratamiento aplicados tanto al paciente como a la familia4,7. El
    tratamiento de rutina lo puede administrar el propio enfermo, la familia o el
    médico que vigila su atención primaria en conjunción con el centro de
    tratamiento o lo puede realizar el mismo centro. El cuidado con el asesoramiento
    de un centro que tenga esa especialidad, mejora la salud, disminuye las
    hospitalizaciones y el ausentismo, y baja los costos de la atención a los
    hemofílicos7.

    Muchos pacientes participan
    del programa de autoinfusión del tratamiento en casa que reduce los costos,
    permite un estilo de vida más normal y proporciona la terapia temprana para
    prevenir complicaciones serias cuando ocurre el sangrado. El sangrado en las
    articulaciones (hemartrosis) es la manifestación más común de la hemofilia y
    típicamente compromete rodillas, codos, hombros, caderas y muñecas1.
    Las hemorragias repetidas y la subsecuente inflamación por la sangre retenida
    causa sinovitis1. La sinovitis crónica predispone a la articulación
    a episodios sucesivos de sangrado y por último a la artropatía hemofílica. El
    reemplazo de los factores, y las medidas ortopédicas y físicas, son parte del
    manejo de la sinovitis crónica5.

    PRODUCTOS TERAPÉUTICOS

    Plasma fresco congelado
    (PFC). Como los niveles de factores de coagulación no son muy altos en el PFC,
    el aumento postransfusión es limitado a menos que se administren grandes
    volúmenes de PFC, lo que lleva en ocasiones a sobrecarga circulatoria. Por esta
    razón, el tratamiento de las coagulopatías severas es difícil con PFC, y cuando
    están disponibles, se prefieren las preparaciones de concentrados de factores
    VIII, IX, etc., que además se han tratado para reducir o eliminar contaminantes
    virales. Pueden suceder reacciones alérgicas. Las mezclas de PFC tratadas con soluciones
    solventes/detergentes no trasmiten virus con envoltura lipídica (VIH, hepatitis
    B y C), pero pueden trasmitir hepatitis A o parvovirus B19.

    Crioprecipitado (CRIO),
    factor antihemofílico. El empleo del CRIO en la hemofilia A se reemplaza por
    concentrados de factores en los que se inactiva la transmisión de virus, y que,
    por tanto, tienen bajo riesgo para el paso de ciertas infecciones. Sin embargo,
    en algunos países donde no se consiguen por disponibilidad o precio, se utiliza
    aún como fuente de factor VIII. El CRIO implica riesgo de hiperfibrinogenemia
    (en los adultos cada unidad aumenta el fibrinógeno en 5 mg/dl); puede ocurrir
    una hemólisis leve cuando se aplica en dosis masivas, pues los compuestos ABO
    incompatibles contienen pequeñas cantidades de anti-A y/o anti-B; en ocasiones
    se puede presentar un Coombs positivo.

    Desmopresina-DDAVP (1
    Desamino-8-D-arginina Vasopressin). La DDAVP es un análogo sintético de la
    vasopresina que produce un aumento rápido y temporal de los niveles plasmáticos
    en las formas de alto peso molecular del factor VIII:C (3-4 veces en 30-60
    minutos)1,8 factor de von Willebrand producido y almacenado en el
    endotelio vascular que porta el factor VIII. La desmopresina se usa en
    pacientes con hemofilia A leve y moderada y en portadores de hemofilia con
    concentraciones bajas del factor VIII y se prefiere como profiláctico antes de
    procedimientos invasivos menores en pacientes con inhibidores para factor VIII,
    pues reduce o elimina de esta forma la necesidad de terapia de reemplazo. La
    aplicación de desmopresina puede ser suficiente para procedimientos quirúrgicos
    menores, p.e., extracciones dentales1,5,8.

    Los pacientes con hemofilia
    severa no tienen una respuesta adecuada a esta droga1,5,8. Tampoco
    se debe usar para el manejo de hemorragias mayores que comprometan la vida del
    paciente8 o cirugías en espacios cerrados, o que requieran
    infusiones repetidas, debido a que la taquifilaxia es común. Algunas veces
    produce dolor o edema local, enrojecimiento facial, cefalea, taquicardia e
    hipotensión (infusión rápida) o ligero aumento de la presión arterial, náuseas
    y malestar abdominal5,8. Por su propiedad antidiurética aumenta la
    concentración del sodio sérico y reduce la eliminación urinaria, lo que
    predispone a la intoxicación hídrica. Por tanto, en niños pequeños y ancianos
    se recomienda restringir la ingesta de agua para evitar la hiponatremia por
    dilución5,8. En lo posible se debe evitar en niños menores de 2
    años, así como en quienes tengan enfermedad arteriovascular; se debe usar con
    precaución en embarazadas.

    Si se administra por vía
    endovenosa (EV) en forma lenta y a la dosis de 0.3 µg/kg de peso corporal, en
    50 ml de solución salina al 0.9% entre 15 y 30 minutos, se evita la
    hipotensión. Se puede aplicar por vía intranasal (150 µg, en "spray"
    al paciente que pesa menos de 50 kg ó 300 µg también en "spray" en
    cada fosa nasal al que pesa más de 50 kg) o subcutánea (0.4 µg/kg)10.
    La aplicación intranasal se prefiere para el tratamiento en casa por su fácil
    uso y porque no se necesitan jeringas. No todos los productos de DDAVP de
    aplicación en "spray" son útiles para tratar la hemofilia. También
    hay disponible un preparado para administración subcutánea. La eficacia se ha
    visto que no depende de la vía de administración. No todos los individuos
    responden en igual forma; a los pacientes se les debe probar antes de la
    cirugía, o antes que ocurra un episodio de sangrado, para determinar si
    responden de manera satisfactoria1,8. Por lo general se administra
    una sola inyección para el tratamiento de sangrados o como profilaxis antes del
    procedimiento. La administración de dosis repetidas en un período de 24-48
    horas puede inducir taquifilaxia por el agotamiento de los factores VIII y FvW.

    Agentes antifibrinolíticos.
    El ácido epsilonaminocaproico (Amicar, AEAC) y el ácido tranexámico (AT,
    Cyclokapron), son análogos sintéticos de lisina que inhiben la fibrinólisis al
    unirse al plasminógeno en el receptor que se une a la lisina; evitan que el
    plasminógeno se una al fibrinógeno y aceleran la conversión del plasminógeno en
    una plasmina modificada e inactiva.

    Estos compuestos previenen
    la lisis del coágulo por las secreciones orales. El AT oral se usa junto con la
    DDAVP para reducir el sangrado de la boca en hemofílicos (extracción de dientes
    permanentes, lengua, laceraciones mucosas y cirugía oral); asimismo la
    aplicación tópica de AT les reduce el sangrado. También se benefician con AT
    perioperatorio los pacientes con inhibidores de factor VIII:C adquiridos. El AT
    es útil junto con DDAVP en el sangrado del tracto digestivo, menorragia y
    heridas abiertas11,12. Mientras se requiere administrar el ácido
    aminocaproico a razón de 75 mg/kg hasta 6 g, cada 4-6 horas por vía oral o EV y
    el ácido tranexámico a razón de 25 mg/kg orales ó 10 mg/kg por vía EV cada 6-8
    horas, sólo se necesita una dosis de 40 UI/kg de factor VIII o de 60 UI/kg de
    factor IX antes de la cirugía para lograr una hemostasia normal8. En
    la extracción de dientes, la terapia antifibrinolítica se inicia antes del
    procedimiento y se continúa por 7 a 10 días después de la extracción. Las
    necesidades de transfusión y el sangrado postoperatorio en cirugía oral de
    hemofílicos se pueden reducir significativamente con el uso de enjuagues
    bucales de AT, como adición al tratamiento general antifibrinolítico. El lavado
    bucal se prepara con AT al 10% en dilución con agua estéril. Otros recomiendan
    el uso de 10 ml de AT al 5% por dos minutos cuatro veces al día durante 7-10
    días8. El AEAC también se usa para tratar hemofílicos que requieren
    procedimientos dentales; se ha sugerido el lavado oral con 5 ml (1.25 g) de
    ácido aminocaproico.

    Los efectos adversos son
    menos frecuentes con AT. Con AEAC se pueden presentar náuseas, diarrea,
    hipotensión ortostática y vómitos (por inyección rápida); mialgias y mionecrosis;
    también puede causar congestión nasal, lagrimeo y erupción cutánea. Se
    contraindican en coagulación intravascular diseminada (CID), en pacientes con
    enfermedad tromboembólica, y en sangrado macro y microscópico del tracto
    urinario superior, pues pueden formar coágulos que obstruyen los uréteres y
    causan hidronefrosis1,8. No se debe usar con FEIBA u otro
    concentrado de complejo protrombínico, porque potencian los efectos
    trombogénicos8. El riesgo es menor en pacientes que reciben
    concentrados de factor IX13 y se puede usar junto a factor VII
    recombinante (NovoSeven). Cuando se usan dosis excesivas de inhibidores
    fibrinolíticos se puede prolongar el tiempo de sangría.

    Sellantes de fibrina.
    Algunos agentes tópicos se usan para promover la hemostasia local. Los
    pegantes/sellantes de fibrina se han prescrito en pacientes con alteraciones
    congénitas de la coagulación14.

    Terapia de reemplazo. Se
    prefieren los factores concentrados comerciales debido a que son estables,
    fáciles de manejar y almacenar, contienen un volumen estandarizado de factores
    de coagulación y tienen menos riesgo para transmitir enfermedades virales
    que el CRIO o el plasma. Los concentrados se preparan a partir de mezclas
    de plasma de un gran número de donantes humanos. Los concentrados de factor
    VIIa, VIII, y IX se producen por tecnología ADN recombinante; también está
    disponible para uso humano un factor VIII porcino. La mejoría en los procesos
    de selección de donantes, la ejecución y expansión de pruebas para las técnicas
    de filtro (tamizaje) en donantes y el manejo de los concentrados con procedimientos
    de inactivación viral y/o purificación, han reducido de modo considerable
    el riesgo de transmisión de infección por VIH o hepatitis. Los métodos para
    reducir la infectividad de los productos plasmáticos varían según la estabilidad
    del producto final e incluyen inactivación física (tratamiento al calor, pasteurización,
    calor en un solvente orgánico, calor en estado liofilizado, luz ultravioleta);
    remoción física (cromatografía con base en interacción hidrofóbica, polielectrolítica
    y cromatografía de afinidad, ultrafiltración, nanofiltración y fraccionamiento
    durante la partición); inactivación química (solvente/detergente, etanol,
    tiocianato sódico, neutralización inmune, purificación con anticuerpos monoclonales);
    combinaciones (ß-propiolactona y ultravioleta).

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