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Neoliberalismo, salud pública y atención primaria: las contradicciones en el paradigma de salud para todos


Partes: 1, 2

    Publicación original:
    Colombia Médica, Médica 1997; 28: 27-33 –
    ISSN 1657-9534,
    Reproducción autorizada por:
    Corporación Editora Médica del Valle,
    Universidad del Valle, Cali,
    Colombia

    Palabras claves: Sociología. Atención primaria. Neoliberalismo. Capitalismo.
    Salud
    pública.

    PROPUESTA ANALITICA

    Este artículo es una oportunidad para mirar desde
    la sociología las interrelaciones entre las aplicaciones
    del discurso
    neoliberal y la prestación de servicios de
    salud y el
    encuadre con el paradigma de
    Salud para Todos que se ha venido manejando en las últimas
    décadas con la aplicación de la estrategia de
    atención primaria. Este acercamiento parte de un esquema
    muy sencillo que se resume en la Figura 1.

    Figura 1

    LIBERALISMO Y CAPITALISMO

    La esencia del liberalismo
    como ideología se encuentra en la
    intención de lograr una mayor libertad para
    los individuos y una realización de su potencial humano.
    La definición enciclopédica1 describe al
    liberalismo como: «1) una valoración de la libre
    expresión de la
    personalidad individual; 2) una creencia en la capacidad del
    hombre para
    hacer que esa expresión sea valiosa para él y para
    la sociedad; y 3)
    el mantenimiento
    de aquellas instituciones
    y prácticas que protegen y nutren la libre
    expresión y la confianza en esta
    libertad.»

    Históricamente el liberalismo como pensamiento y
    práctica social tiene dos períodos distintos por
    completo, conocidos como el liberalismo clásico y el
    moderno. El clásico tiene sus raíces primero en
    Inglaterra
    durante los siglos XVII y XVIII en los procesos
    revolucionarios de las crecientes clases burguesas que se
    oponían al control de la
    economía
    por parte del gobierno. El
    monopolio del
    comercio y de
    la industria por
    parte de la monarquía fue rechazado por algunos que
    sostenían que esta práctica política conocida
    como el mercantilismo
    no producía necesariamente un crecimiento
    económico.

    Adam Smith como filósofo y político fue
    uno de los grandes ideólogos del pensamiento liberal al
    promocionar el pensamiento de una economía de libre
    mercado sin la
    interferencia del Estado, que
    promulgó principalmente en su obra sobre «La riqueza
    de las naciones». Fue un exponente de la libre empresa, de la
    libre elección del individuo para
    decidir su actuar económico en el mercado de la libre
    oferta y
    demanda, con un gobierno de muy poca intervención en
    los asuntos económicos y más bien como defensor y
    regulador o protector del sistema
    normativo, de la seguridad
    nacional para preservar la paz, garantizar la propiedad
    privada y los sistemas de
    contratación con todas sus obligaciones.
    En resumen, podría decirse que fue el padre del
    liberalismo económico o del «laissez
    faire.»

    El liberalismo moderno florece sobre todo en los
    Estados Unidos
    y otros pocos países que heredaron de Inglaterra los
    principios
    liberales de la revolución
    puritana. Max Weber en
    sus estudios sobre la sociología de la religión
    apuntó cómo la ética
    protestante se relacionaba directamente con el éxito
    en las actividades económicas. Los principios religiosos y
    la ética se mezclaron con las prácticas
    económicas para reforzar el «espíritu del
    capitalismo.» Weber
    explicó la paradójica asociación entre la
    religiosidad y la acumulación de riquezas, en función de
    la doctrina de la Predestinación sostenida por los
    teólogos que apoyaban a las sectas protestantes puritanas.
    De esta manera Weber mostró en su ensayo sobre
    «La ética protestante y el espíritu
    capitalista» (1904-1905) cómo la ideología
    religiosa se encontraba como una de las bases principales sobre
    las que se construyó el capitalismo en Inglaterra y en
    Estados Unidos2.

    Thomas Jefferson incorporó las ideas liberales en
    la Declaración de Independencia
    de las colonias americanas y William Jackson juntamente con
    George Washington y otros representantes de las colonias
    independentistas introdujeron la separación de poderes
    para limitar las acciones del
    gobierno como aparece en la Constitución de los Estados Unidos.
    Jefferson apeló a las leyes de la
    naturaleza y a
    las leyes divinas para sustentar las tres ideas más
    importantes que deberían guiar el sistema
    democrático americano y que sirvieron de referencia a
    muchos pueblos sobre la tierra: 1)
    Dios creó a todos los hombres en condiciones de igualdad y les
    dio los derechos a la
    vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad (en el
    liberalismo clásico era la propiedad y la búsqueda
    de la riqueza); 2) El objetivo
    principal del gobierno es proteger y garantizar esos derechos; y
    3) Si el Gobierno usurpa esos derechos, los ciudadanos son libres
    para rebelarse y constituir un nuevo
    gobierno3.

    De esta manera se sentaron las bases legales para el
    desarrollo del
    capitalismo como sistema económico, la propiedad privada,
    la libre empresa y la economía de libre mercado. En este
    sentido se puede afirmar que los liberales y los capitalistas
    clásicos y modernos fueron supremamente exitosos en
    limitar las acciones del Estado en el manejo de la
    economía. Sin embargo, la concentración de la
    riqueza fue tan poderosa que hacia finales del siglo XIX y
    primeras décadas del XX había sucedido algo que ni
    los liberales clásicos ni modernos pudieron prever: el
    sistema económico capitalista sobrepasaba al Estado que
    fue incapaz de controlar el proceso de
    enriquecimiento y concentración de poderes en
    pequeños grupos que
    llegaron en un determinado momento a controlar al
    Gobierno.

    Los objetivos del
    liberalismo moderno y el capitalismo entraron en franca
    decadencia durante las dos guerras
    mundiales. El surgimiento de sistemas totalitarios y los avances
    del socialismo
    democrático establecieron grandes bloques preocupados por
    el desarrollo de sus economías, el nacionalismo,
    y de pronto la búsqueda del bienestar sin garantizar un
    resultado de igualdad o bienestar para todos.

    Las contribuciones de Keynes4 a la
    recuperación económica de postguerra son
    indiscutibles. Su aporte a la economía se centró
    sobre su teoría
    del empleo, el
    interés, los salarios y
    el dinero.
    Participó en la fundación del Fondo Monetario
    Internacional y del Banco
    Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo. El
    keynesianismo dominante durante la postguerra, donde el Estado
    mediaba en los procesos económicos y establecía una
    legislación social y laboral que
    pretendía beneficiar a todos los segmentos de la población, llega a sus límites
    permisibles hacia la década de 1970 cuando la crisis
    económica parecía ser el común denominador
    en todos los sistemas.

    NEOLIBERALISMO Y
    NEOCAPITALISMO

    Frente a la crisis económica mundial aparece el
    neoliberalismo como ideología para salvar la política
    económica con énfasis en la libre oferta y
    demanda de los
    bienes y
    servicios, con una fuerte reducción de los papeles del
    Estado como regulador de los factores de producción (capital,
    tierra,
    trabajo y
    organización), y con estrategias
    claras de privatización de las empresas
    desarrolladas en los períodos anteriores de proteccionismo
    estatal.

    El neoliberalismo plantea nuevamente el libre comercio,
    la libertad en el mercado de
    capitales, la libre absorción y ubicación de
    las empresas nacionales y transnacionales, la
    concentración del mercado financiero, y el derecho a
    determinar la dirección hacia la que se deben mover las
    economías menores en un proceso de globalización como nunca lo habrían
    imaginado los ideólogos del liberalismo.

    En este orden de ideas cabe la pregunta:
    ¿Qué tiene de liberal el neoliberalismo? Varias
    tendencias que se pueden presentar como pruebas
    apuntan a respuestas negativas. Es posible afirmar que en el
    nivel general existe una pérdida de la autonomía.
    Los países, y muy especialmente los tercermundistas,
    supeditan sus procesos de desarrollo a las directrices de la
    banca mundial,
    las transnacionales y los grupos financieros que manejan
    realmente el poder. En el
    proceso de globalización de la economía los ricos
    son cada vez más ricos y los pobres además de ser
    más pobres son más numerosos (de los 484 millones
    de habitantes en Latinoamérica y el Caribe se calcula que
    217 millones, o sea 45% de la población, son
    pobres).

    El papel del Estado es reducido y su intervención
    apunta hacia la
    administración de justicia, el
    manejo de la fuerza con sus
    ejércitos y policías para garantizar la seguridad
    de los ciudadanos y proteger los capitales de los inversionistas.
    La democracia y
    la participación popular están amenazadas
    constantemente por la aplicación de modelos de
    desarrollo paradójicamente concentradores y excluyentes.
    En este neocapitalismo que se legitimiza en las ideas
    neoliberales, al Estado que resulta le toca responder con
    esquemas posiblemente solidarios con las necesidades
    básicas de la gente pobre: salud, alimentación,
    vivienda, educación y otros
    componentes del «bienestar» a través de
    mecanismos de la deuda publica
    y privada (léase deuda
    externa).

    Es posible afirmar que el neocapitalismo que resulta de
    las prácticas neoliberales refuerza los procesos de
    globalización en las postrimerías del siglo XX. El
    debilitamiento de las ideologías y políticas
    nacionalistas y socialistas, y la pérdida de poder en el
    escenario mundial del estatismo soviético, juntamente con
    el derrumbamiento del Muro de
    Berlín, la occidentalización de Japón y
    de otros países asiáticos, más las
    transformaciones recientes de otras repúblicas populares y
    democráticas de Europa del Este,
    dejan a los Estados Unidos como el único poder mundial que
    puede intervenir en casi todas las esferas de la vida de las
    poblaciones en todo el mundo5.

    En la década de 1970 casi todos los países
    tercermundistas se vieron obligados a realizar ajustes en el
    desarrollo de sus economías como resultado de una crisis
    mundial, en su mayoría condicionadas por el Fondo
    Monetario Internacional, el Banco Mundial,
    y poderosos grupos financieros transnacionales que veían
    en peligro las ganancias en la producción de bienes y
    servicios, el mercado de capitales, la división del
    trabajo, los precios de los
    productos, y
    los intereses de la deuda externa. Se sentaron las bases de
    legitimización del neoliberalismo y la aplicación
    de las prácticas neocapitalistas, sin considerar en
    ningún momento el costo
    social.

    Algunos estudios han demostrado que casi todas estas
    políticas macroeconómicas han tenido efectos
    negativos sobre la salud de los pobres. La reducción del
    gasto social en salud es uno de los factores que ha repercutido
    necesariamente en la prestación de los servicios de salud
    (coberturas, calidad y
    eficiencia).
    Poca atención se le ha dado a los efectos negativos sobre
    la salud de las poblaciones, producidos por la aplicación
    de políticas en el campo de la agricultura,
    la industria, políticas energéticas y de vivienda.
    Sin embargo, existe un reconocimiento general que muchas de las
    aplicaciones estratégicas de las políticas
    generadas en los diversos campos mencionados inciden
    negativamente sobre la salud de las personas, especialmente de
    las poblaciones desprotegidas que se encuentran por debajo de las
    líneas de la pobreza y la
    miseria6.

    Partes: 1, 2

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