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Fotografía versus escritura. Civilización y barbarie en el cuento «Fotos» de Rodolfo Walsh


Partes: 1, 2

    "Los muertos están cada día mas
    indóciles"
    Roque Dalton

    1. Diferencia y
      barbarie
    2. Fotografía
      y subversion: el arte de lo
      contingente
    3. Notas

    Dos medios de
    expresión diferentes entran en combate en Fotos. En
    primer lugar, y de manera visible, la fotografía, que aparece desde el
    título mismo del cuento, y que
    será la vocación de Mauricio, uno de los personajes
    principales. Luego, en una segunda mirada, encontramos tematizada
    la escritura: la
    voz del narrador es hegemónicamente la de Jacinto Tolosa
    (hijo), amigo de Mauricio que a lo largo de la trama del cuento
    se convertirá en abogado, al cual su hermana Estela y su
    madre le escriben cartas y quien,
    además, escribe versos.

    Diferencia y
    barbarie

    En principio, entonces, quien narra lo sucedido es
    Tolosa. Y Tolosa es, además, miembro de una clase, hijo de
    un estanciero que protesta contra los avatares del peronismo:
    "-Acordáte quien sos- decía lentamente-, y que todo
    esto va a pasar. La ciudad se muere sin el campo, y el campo es
    nuestro" (1). El discurso de
    la familia de
    Tolosa se constituye desde la jerárquica distancia que los
    separa del pueblo, un pueblo que el peronismo ha traído
    mas cerca que nunca, y del cual ellos insisten en diferenciarse.
    Su padre echa a sus empleados cuando estos reclaman derechos sindicales. Su
    hermana deja de asistir al club porque va demasiada "gente". Su
    madre le recomienda que deje la pensión en la que vive en
    Buenos Aires
    durante sus estudios, porque esa no es compañía
    para él.

    El personaje de Mauricio es entonces narrado desde
    la voz de Tolosa como su amigo de infancia, un
    amigo incorrecto, rebelde, un miembro indócil de ese
    pueblo del que su familia busca
    distinguirse, y con quien su padre le pide inútilmente que
    no se junte. Desde el relato hegemónico de la clase a la
    que pertenece Tolosa, Mauricio es la diferencia, alguien que
    "circula clandestinamente" (2) en las historias familiares, de
    quien no se habla directamente, cuyo nombre no se menciona en las
    cartas: "tu amigo M. volvió esta semana"
    (3).

    La diferencia es precisamente, siguiendo a
    Derrida, aquello que no puede nombrarse, lo que escapa al
    lenguaje.

    No hay esencia de la differance, esta (es)
    lo que no solamente no podría dejarse apropiar en el tal
    cual de su nombre o de su aparecer, sino también lo que
    amenaza la autoridad del
    tal cual en general(4).

    Mauricio constituye, para el discurso de la
    familia a la que pertenece Tolosa, para su clase, la diferencia,
    aquello que no se deja apropiar por el lenguaje,
    una amenaza a la autoridad. "Nadie quiere pronunciar su nombre"
    (5). La incapacidad para nombrar, sostiene Barthes, es un buen
    síntoma de trastorno(6). Curiosamente, sólo hay
    otro personaje al que en determinado momento del cuento se evita
    nombrar directamente: "no quiere leer los diarios ni prender
    la radio para
    no escuchar al que te dije" (7). Se trata del presidente Perón, que
    es para la clase de Tolosa la total diferencia, la amenaza
    más grande.

    Y si Mauricio es la diferencia, también
    encarna de manera ejemplar a la barbarie. Frente a Tolosa, que se
    va a Buenos Aires a estudiar derecho y aprende latín y
    escribe versos, frente a la civilización, Mauricio
    "parecía Facundo, o un peluquero de historieta, o las dos
    cosas a la vez, pero mas que nada Facundo, cuando me estudiaba en
    silencio, astuto y sobrador, preguntándose qué
    habría quedado de mí en todo ese tiempo y hasta
    qué punto podía contar conmigo"
    (8).

    Tolosa, que ha leído, compara a Mauricio
    con Facundo, con la barbarie misma, aquello que su padre nombra
    como los advenedizos sin ley y sin
    sangre a
    quienes "el viento de la historia se los lleva,
    porque no tienen raíces" (9). En efecto, Mauricio se
    construye como un personaje que no tiene raíces, va de un
    lado a otro como si el mundo lo persiguiera, no puede
    quedarse quieto: "-No sé, un nudo en la garganta, algo que
    me empujaba, me decía "Raja, pibe"-"
    (10).

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