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Ciudades Diseñadas. El caso de La Punta (San Luis – Argentina) (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

Pero la ciudad no es más que una entidad creada
por seres humanos, habitada por seres humanos, controlada y
mantenida por seres humanos. Es más, se trata de una
entidad que trasciende las vidas de sus creadores y queda en
manos de otros seres humanos, y así sucesivamente, lo cual
la convierte en algo en constante desarrollo y
movilidad, algo que da la pauta segura de que tal como todo lo
que los seres humanos hacen, tuvo su nacimiento, tiene su
desarrollo, y en algún momento tendrá su
final.

También esto complica en gran medida la tarea de
responder a la pregunta básica: ¿Qué es una
ciudad? Ya que como explicaré a continuación, se
trata de algo bastante indefinible.

Pero antes quizás deba dejar una advertencia para
las páginas subsiguientes.

A estas alturas, ya realicé una escueta introducción al tema que nos convoca, pero
aun más que eso, he realizado una introducción a mi
punto de vista sobre este tema. Es así que creo
conveniente agregar y destacar que lo que se encuentra impreso en
este trabajo,
más allá de que cuente con una serie de datos
fácticos, no es otra cosa que mis propias impresiones,
basadas en mi experiencia personal, en esta
historia que me
toco vivir, la cual me llevó a través del mundo y a
través de muchas ciudades.

Y un día, el día en el que me
decidí a encarar este trabajo, encontré esta
experiencia muy útil. Claro, no había viajado cual
antropólogo, con una libreta de campo en la cual anota sus
observaciones, pero tenía mi memoria, la que
no temo afirmar, es buena.

Los recuerdos surgieron poco a poco, a medida que
hilvanaba las palabras que leerán a continuación.
Tan gradualmente surgieron que a veces no parecían tener
coherencia. Afortunadamente me encontré con Clifford
Geertz, quien me aclaró que "la coherencia no puede ser la
principal prueba de validez de una descripción cultural", que es en definitiva
lo que estaba intentando llevar a cabo, la descripción de
una cultura
naciente.

Es decir, si bien un grado de coherencia es necesaria, a
veces esta coherencia ha de ser encontrada dentro de quien hace
el enunciado. Y es así que me encontré revisando el
caso particular de este trabajo, La Punta, a través de una
lente pulida por mis experiencias en ciudades como Canberra o
Washington DC, ciudades también diseñadas, en las
cuales también me había tocado vivir;

Era como si el tema me hubiese perseguido toda mi
vida.

Seguiré aclarando esto más
adelante

1.1 ¿Qué es una ciudad?

En la literatura de geografía
económica y economía urbana
existen tres modos alternativos de definir una ciudad. Una ciudad
puede definirse como el lugar donde: a) se concentra la población; b) se concentra el empleo y la
producción; c) se concentran las
actividades comerciales.

Pero una ciudad es mucho más que eso, por lo
menos en mi opinión. Una ciudad es, ante todo, un espacio
cultural, no físico. Un espacio en donde los edificios no
son más que un complemento para las acciones que
el hombre, el
habitante, el ciudadano, lleva a cabo; un espacio en donde esta
persona
interactúa con otros, permitiendo en este entrecruce la
creación de una nueva cultura propia de ese lugar, una
cultura compartida con los demás habitantes de la ciudad
en cuestión.

Al comprender esto, se entendí que lo más
importante en una ciudad no son los edificios, por lo menos no
por si mismos, lo más importante son las actividades, los
accionares y los productos
originados en ese crisol cultural que es el espacio
urbano.

En palabras del ya mencionado Geertz, si "el hombre es un
animal inserto en tramas de significación que él
mismo ha tejido", una ciudad es un ámbito ideal para la
generación y yuxtaposición de estas tramas. Cada
interpretación particular del mundo se
superpone a la de los demás habitantes del lugar de forma
inevitable gracias a la interferencia producida por la
proximidad.

Al cruzarse estos marcos de significación,
producen resultantes que generan nuevos elementos que se
añaden a la trama personal que cada individuo
tenía antes de comenzar. Estos nuevos elementos, generados
gracias al encuentro producido en el espacio particular de la
ciudad, se convierten en lo que se suele ver como la cultura
propia del lugar
.

De esta manera, los cruces entre diferentes tramas se
van haciendo más frecuentes, hasta que finalmente, la
cantidad de nuevos elementos es tal, que las modificaciones
efectuadas en los marcos particulares de cada individuo son
tantas que se pierde el rastro de ellas.

El individuo siente entonces que su trama de
significación es indivisible del espacio urbano en el cual
se encuentra, pasa a identificarse con el lugar, con la ciudad, y
se convierte así en lo que llamaré
Ciudadano.

Pues bien, en el caso de las ciudades modernas, que por
lo general tienen cuanto menos un par de siglos de
antigüedad, este proceso se da
por hecho. Cada ciudad tiene ya una identidad
definida y una cantidad considerable de elementos culturales
propios, creados en el lugar.

Son estos elementos y circuitos
culturales los que el recién llegado percibe como
atemporales, como diciendo "ya era así cuando yo
llegué". El habitante común intenta entonces
insertarse en estos circuitos adaptándose él mismo
a la forma de la ciudad, sin pensar en su influencia y poder de
cambiar esto con su propia actividad.

Un ejemplo tomado de mi propia experiencia me ubica en
la ciudad de Canberra, capital de
Australia, hacia el año 1994. Con 17 años y poco
inglés
en mi cabeza, me encontré con que a los pocos días
de mi llegada debíamos ir a lo que allí denominan
"Town Centre" a realizar un duplicado de la llave de la casa y un
par de cosas más.

Hasta ese momento yo me había movido en alguno de
los dos autos de mis
padres anfitriones (a los cuales siempre intentaba
erróneamente subirme del lado derecho, donde ellos tienen
el volante). Pero esta vez sería mi primer viaje en
transporte
público, y mis únicos guías serían
mis "hermanos", tal como se denomina en la jerga de los
intercambios estudiantiles a los hijos de los anfitriones de la
casa.

Debo aclararlo, mis hermanos eran dos personas realmente
buenas aunque reservadas, pero hablaban el inglés
más cerrado y difícil que me ha tocado descifrar en
mi vida.

Al momento en que, más por señas que por
otra cosa, comprendí que íbamos a movernos en
colectivo, los vi tomar de la parte de arriba de un revistero, un
libro azul
bastante voluminoso con la palabra ACTION en su tapa, para colmo,
al momento de abrir ese libro, lo primero que apareció
ante mis ojos fue un mapa.

En mi cabeza se formó fugazmente la imagen de las
revistas de comic argentino de la década del ’80,
como El Tony o Fierro. El formato, la imagen del principio y
hasta el nombre de ese libro que ahora chequeaban mis hermanos
bien podía corresponderse con estas publicaciones…
Claro que, obviamente, no tenía nada que ver.

El libro en cuestión no era sino una guía
de todas y cada una de las líneas de transporte
público existentes en la ciudad, y no solo eso, sino que
impresos en la pagina contraria a cada mapa se podían ver
los horarios en los que las unidades pasaban por cada parada, y,
para mi sorpresa, mis hermanos estaban fijándose en el
horario del próximo.

Descreído como era acerca de este tipo de
precisiones sobre temas tales como el horario prefijado de paso
de un colectivo urbano por una parada determinada en su
recorrido, seguí a mis hermanos hasta la parada a la cual
arribamos con puntualidad inglesa, para pocos segundos
después subir al ómnibus en cuestión, que
había llegado con un timing tan británico
como el nuestro.

Mi sorpresa duró tan solo un par de días,
necesitado como estaba de comenzar a moverme por la ciudad por mi
propia cuenta, hube de convertir aquella guía de ACTION en
mi biblia del transporte, para poco después necesitarla
tan solo cuando debía viajar a algún sitio al que
no fuese comúnmente, ya que había ya memorizado los
horarios de las líneas en las que habitualmente
viajaba.

Puesto en las palabras de este trabajo, la trama de
significados propia y generalizada de los habitantes de Canberra,
particularmente en cuanto al transporte público, se
había inmiscuido e instalado en la mía propia,
llegando a un punto en el cual se convirtió en un elemento
propio de mi trama, el cual no cuestionaba ni criticaba,
simplemente lo aceptaba.

Pero claro, el proceso no termina allí, ya sea de
forma conciente o inconsciente, las cosas que cada habitante hace
y crea en su espacio urbano, la trama de significación que
él construye para interpretar y manipular las cosas que ve
y ocurren a su alrededor, influencia y modifica todas las
demás que lo rodean, y con ello cambia la ciudad
toda.

Esto último no es tan fácil de
ejemplificar cómo el caso anterior, ya que un individuo
tan solo produce cambios en unos pocos, a veces de carácter imperceptible. Sin embargo lo voy
a intentar.

Durante mi estancia en Canberra solía despertarme
para ir a la escuela con un
radio reloj
que estaba clavado en la 104.7 FM (tal el nombre de la radio). A
través de esta emisora, por ejemplo, me enteraba de los
resultados del mundial ’94, que se jugaba durante la
madrugada australiana y que ningún canal
transmitía. Llegue a convertirme en un aficionado bastante
fiel de esta radio, y lamenté no poder seguir
escuchándola cuando regresé.

Varios años después, con el advenimiento
de internet y las
transmisiones en vivo vía web, me
acordé de esta radio y me puse a buscarla. Para mi
decepción, la 104.7 FM no transmitía su programación por internet, así que
hice lo único que podía hacer, les envié un
mail.

Y esta vez para mi sorpresa, la contestación no
se hizo esperar. Primero un mail de la encargada de relaciones
públicas de la radio disculpándose por no
transmitir vía web y prometiendo avisarme en cuanto
hubiese un proyecto al
respecto. Y pocas semanas después, otro mail
avisándome que la transmisión por internet
había sido habilitada.

No pretendo pensar que yo fui el que puso a 104.7 FM en
la web, seguramente habían tenido otros pedidos iguales al
mío, pero es tan solo un ejemplo sobre cómo un
individuo puede modificar no solo a otros individuos, sino a
instituciones
enteras de una ciudad, con tan solo ayudar a empujar la primera
pieza de dominó.

En definitiva, si bien el espacio físico es un
factor indispensable para que una ciudad pueda existir, lo
más importante son las actividades, procesos y
productos que surgen del accionar de los habitantes, son ellos
los que le dan vida a cada espacio urbano en particular y a sus
instituciones.

Y este es un proceso que, claro está se ve con
mucha mayor claridad en una ciudad recién fundada, lo cual
nos lleva específicamente al objeto de este
trabajo.

2
Fundaciones

¿Qué razones pueden llevar a la
decisión de fundar una ciudad? y ¿cómo nacen
estas?

Pienso que, a grandes rasgos, a lo largo de la historia
ha habido dos lineamientos básicos para decidir fundar una
ciudad. Estas han sido construidas por necesidad de defensa y
estrategia o por
necesidades comerciales, y muchas veces por una
combinación entre estas razones.

De todas estas, la razón primigenia que hizo que
el hombre accediese a abandonar la vida de los clanes y las
tribus y aglomerarse con otros en ciudades es aún
incierta.

2.1 La Guerra

Las ciudades fundadas por esta razón
tenían ante todo una función
defensiva o estratégica, eran espacios amurallados o
asegurados para su defensa de alguna otra manera, en los cuales
vivían aquellas personas que buscaban protección de
las fuerzas agresoras propias del territorio en el cual se
instalaban.

Con el crecimiento de las civilizaciones la
expansión de los ejércitos imperiales hacia nuevos
territorios creo la necesidad de construir fuertes que luego se
convirtieron en ciudades amuralladas, pasando de ser puntos
defensivos a ofensivos y parte integral de una estrategia
política y
militar de dominación.

Estas ciudades gozaban de un diseño
ordenado y funcional. El planeamiento
urbano las hacía fuertes en la defensa y prácticas
en lo administrativo.

Este modo de construcción fue cayendo en desuso, ya sea
por el sometimiento de las fuerzas agresoras o por el desarrollo
de nuevas armas que
convirtieron a la ciudad amurallada en una pieza de museo en
términos de tácticas militares.

Obsoleto o no, este motivo de fundación dio
origen a muchas ciudades existentes hoy en día. Para
ejemplificar un poco este punto debo recurrir ya no a mi
experiencia vivencial, sino más bien a una ciudad de la
que todos conocemos bastante, más allá del hecho de
que pocos hayamos podido conocerla en persona. Me refiero a la
ciudad de Londres, un ejemplo bastante claro de esta metodología fundacional, que fue fundada
por los romanos en el año 44 d.C. como un fuerte de
abastecimiento para las tropas del César que avanzaban
sobre Gran Bretaña.

En principio se trató solamente de una serie de
construcciones habitacionales y de depósito para logística y apoyo de los legionarios
romanos construida sobre un punto estratégico del
río Támesis que posibilitaba tanto la llegada por
barco como el cruce del mismo. Veinte años después
fue destruida por una invasión de los pueblos nativos de
las islas británicas al mando de la reina Boutica, quien
ordenó el avance sobre Londres en venganza a la
violación de sus tres hijas a manos de legionarios
romanos.

Los romanos, concientes de la importancia
estratégica del sitio, volvieron poco tiempo
después y la reconstruyeron, rodeándola esta vez
con una muralla de piedra cuyos restos aun se conservan en medio
de la gran metrópolis que es Londres hoy.

La importancia estratégica del lugar, sumada a
las posibilidades de comunicación que le daba el Támesis
convirtieron rápidamente a Londres no solo en el principal
enclave romano en Gran Bretaña, sino también en la
capital de las islas como provincia de Roma, con lo cual
dio el siguiente paso lógico, convertirse en un centro de
comercio.

2.2 El comercio

Como ya dije, nadie se ha puesto de acuerdo aun acerca
de cual fue la razón originaria que llevó al hombre
a fundar ciudades, si la necesidad de defensa o la necesidad del
comercio. Lo que puede sin embargo atisbarse en la historia de
las urbes del mundo, es que cuando ya no fue necesario construir
ciudades por razones militares, el comercio y la economía
siguieron dando razones para que las ciudades fuesen
fundadas.

No solo eso, también fue la necesidad
económica la que hizo que las mismísimas ciudades
amuralladas, una vez obsoletas en su uso militar, creciesen y se
desarrollasen luego de desaparecidos los enemigos contra los
cuales pretendían defenderse.

Una desaparición que raras veces significaba el
exterminio del enemigo, sino que más bien conllevaba la
inserción y asimilación del antiguo oponente a los
circuitos comerciales que la ciudad misma comenzaba a mover y
desarrollar en derredor de sí misma.

Una ciudad fundada por razones económicas puede
comenzar de formas mucho más variadas que una fundada por
razones militares.

El caso arquetípico comienza por un
pequeño núcleo con mayor o menor potencial
productivo, esto significa que haya en los alrededores la
posibilidad de obtener un sustento.

Este sustento puede ser la presencia de recursos
naturales que posibiliten la producción de materias
primas o que favorezcan la instalación de plantas de
procesamiento de los mismos, puede tratarse de un puesto clave y
estratégico para el comercio, como una bahía
protegida ideal para instalar un puerto o un sitio cercano a
vías de transporte y comunicación que posibilite el
acceso a centros de abastecimiento y
producción.

En definitiva, cualquier lugar que ofrezca la
posibilidad, de una forma u otra, de lograr algún tipo de
sustento al instalarse en el mismo.

Con el asentamiento de los primeros habitantes y el
inicio de la explotación de los recursos
presentes en el lugar se establecen las primeras condiciones para
que de inicio la aglomeración urbana.

Por un lado, aquellos que explotan este núcleo
productivo se ven en la necesidad de, primero, no estar solos.
Parece tonto pero no lo es, el hombre es un animal gregario y
necesita la compañía de sus semejantes.

En segundo lugar, la infraestructura necesaria para la
vida puede ser construida toda en un mismo lugar, minimizando los
costos tanto de
su construcción y mantenimiento
como así también del acceso a ellos por parte de
los habitantes, centralizados todos en un mismo espacio
físico.

Un lugar armado de esta manera se convierte en atractivo
para otros, ya sea por las posibilidades económicas
propias del lugar, como por la necesidad que tiene el nuevo
poblado de servicios,
comercios, escuelas, etc.

Los pueblos crecen durante años y décadas,
y dependiendo de cuan favorables sean las condiciones
económicas del lugar así como la habilidad de los
habitantes y autoridades del mismo, pueden seguir creciendo hasta
convertirse en verdaderas ciudades.

Claro que no todos lo logran, algunos pueblos se quedan
así, simplemente pueblos, y fluctúan dentro de
ciertos límites en
su tamaño, mientras que otros, menos afortunados, ven
desaparecer y consumirse las razones que los hicieron crecer y
entonces desaparecen.

Esto puede suceder por varios motivos, la Argentina ha
visto a varios pueblos morir gracias al cierre de los
ferrocarriles, lo cual dejó muchos pueblos no solo sin su
principal fuente de trabajo, sino también incomunicados.
Esto generó una emigración masiva que dejó
al poblado sin habitantes, con lo que el pueblo que alguna vez
fue, murió, aun cuando todos y cada uno de sus edificios
siguieron en pie.

Pero para los pueblos que se convierten en ciudades, la
historia es bien distinta. Como dicen, el dinero
atrae más dinero, y
esto, por lo menos en este caso, es enteramente
cierto.

Si las condiciones de productividad del
lugar en el que está establecido el pueblo son buenas y su
manejo es inteligente, el crecimiento puede ser impresionante a
lo largo del tiempo.

Este crecimiento atraerá no solo ya a aquellos
que desean asentarse en la ciudad para sacar provecho a
través de alguna actividad específicamente
relacionada con las condiciones de productividad del lugar, sino
también a aquellos que busquen el dinero presente en la
ciudad para la realización de otro tipo de
actividades.

De esta manera queda armado una suerte de círculo
virtuoso de crecimiento y diversificación de la ciudad,
cuyo punto de partida, así como también el
principal motor de su
desarrollo, es el comercio y la actividad
económica.

La ciudad basada en el comercio y la economía, ya
fuese previamente un centro militar y estratégico o apenas
un pequeño núcleo productivo, crece de forma
orgánica, dándole libertad a
cada habitante de construir de acuerdo a sus propias
necesidades.

Esto fue precisamente lo que sucedió con Londres,
que al ser abandonada por los romanos con la caída de su
imperio y repoblada por británicos nativos abandonó
todo intento de planificación urbana, dándosele a
cada individuo la posibilidad de construir de la manera que
más le placiera en el terreno que hubiese podido
adquirir.

Ni siquiera el gran incendio de 1666, que
destruyó cuatro quintas partes de la ciudad debido casi
con totalidad a esta falta de un diseño urbano coherente
pudo dar lugar a las ideas del arquitecto Christopher Wren, quien
propuso reconstruir la ciudad prácticamente de cero
siguiendo un criterio urbanístico similar al de
París.

Los londinenses prefirieron volver a sus viejos
terrenos, ahora llenos de cenizas, y construir nuevamente cada
uno su vivienda y lugar de trabajo. A Wren solo le quedó
el consuelo de rediseñar y reconstruir las sesenta y dos
iglesias perdidas en el fuego, incluyendo la histórica
catedral de Saint Paul.

2.3 La política y el
diseño

Durante los dos últimos siglos en particular,
comenzando seguramente con la construcción y
fundación oficial de Washington DC, capital de los
Estados
Unidos, en el año 1800, se pudo ver como surgía
una nueva razón y una nueva forma de construir, fundar y
poblar una ciudad.

Esta es una ciudad en la que, al igual que en Canberra,
tuve la fortuna de habitar durante unos cuantos meses y
llegué a insertarme bastante bien dentro de sus estructuras y
entramados. Y es una ciudad cuya historia llegué a conocer
bastante bien gracias a mis constantes visitas a museos
(Washington está llena de ellos), lo cual nuevamente me
dio una serie de elementos de filtro a la hora de encarar este
trabajo.

Para hablar específicamente de Washington DC,
diré que fue una ciudad nueva pensada para ser la capital
de las trece colonias originarias de los Estados Unidos,
recién independizadas de Inglaterra.

Una ciudad que fuese una suerte de vínculo entre
las colonias del norte y las del sur, permanentemente en conflicto,
razón por la cual se eligió construirla justo en el
límite de Virginia y Maryland, un estado
sureño y uno norteño.

Una ciudad que fuese solo la capital, en la que no
estuviesen asentados los poderes económicos que manejaban
el país desde los grandes centros urbanos ya existentes en
una suerte de equilibrio
entre ellos, ya que de elegirse alguno de estos para ser capital,
la suma de poder político y económico
terminaría consumiendo a los demás.

Es claro entonces, que las razones que llevaron a fundar
Washington DC, no fueron económicas, por lo menos no en el
sentido descrito anteriormente, ni militares, sino puramente
políticas.

Hubo además otro cambio radical
en la forma en la cual se fundó y construyo esta ciudad.
El diseño de Washington DC fue encargado al arquitecto
Pierre Charles L’Enfant, y una vez aprobado el plano, la
ciudad fue construida en gran parte toda a la vez,
dejándola lista para su fundación oficial en el
año 1800. En ese año los tres poderes se mudaron a
la nueva capital y con ellos arrastraron el caudal de gente
necesario para su funcionamiento, a los que poco después
se le sumaron los independientes que llegaron para participar en
la estructura de
servicios de la ciudad.

De esta manera, Washington contó desde el
principio con el tamaño y la población propios de
una ciudad ya madura, a pesar de estar recién en sus
comienzos.

Y así es como comenzó la historia de las
ciudades diseñadas.

Esta historia continuó a lo largo de los siglos
siguientes, y persiste hasta nuestros días en formas
cuando menos similares.

Estas ciudades diseñadas continúan siendo
fundadas por razones políticas primordialmente. Construir
una ciudad es algo grande, tan grande que es casi con
exclusividad privativo de un estado el llevar a cabo un proyecto
tal.

Y, como todas las decisiones que toma un estado, es una
decisión de carácter ante todo
político.

Para afianzar la idea de que construir una ciudad
diseñada es una decisión política, basta con
nombrar algunas. La ya mencionada Washington DC, Brasilia,
Canberra (Australia), La Plata (Argentina).

Todas capitales, ya sea de sus países, provincias
o estados. Ciudades construidas para resolver la disputa de los
centros económicos de cada lugar por convertirse a la vez
en capital política.

Entonces, ¿cómo funcionan los procesos
fundacionales antes descritos en el caso de las ciudades
diseñadas?

Antes de responder a esto, debo hacer un
paréntesis.

Luego de revisar mi experiencia en ciudades
diseñadas que transitaban ya por su madurez, me
encontré viendo la ciudad de La Punta en los
últimos días de su construcción.

El contraste era cuando menos abismal, allí fue
donde me topé con un nuevo obstáculo en el camino.
Más allá de mi experiencia personal en diferentes
lugares del mundo, ¿cómo podía justificar
tomar como referencias para esta descripción y
comparación cultural de La Punta, a estas otras dos
ciudades que, cuando menos en apariencia, no tenían
absolutamente nada que ver con la nueva ciudad puntana? Y esto
sin mencionar a otras ciudades como Londres, Brasilia o La Plata,
a las que también doy lugar aquí.

Me es entonces preciso encontrar el punto en
común entre estas historias tan diferentes, el cual en
principio es obviamente el contexto fundacional, un contexto que,
desde un punto de vista basado puramente en el sentido
común, puede definirse de agitación
social.

Victor Turner, otro antropólogo, fue quien me dio
la idea. Hablo de una lente propia, pulida por mi experiencia o
mi saber sobre estas ciudades ya maduras y su historia, que
utilizo para analizar este nuevo caso, y aquí entra su
concepto de
"drama social", que articulado con la idea geertziana de la
descripción cultural como ficción, me dice que "en
momentos de movilización y cambio social, se acumula una
representación simbólica que en el futuro
será fundamental en la articulación de cualquier
otro movimiento
social parecido, de sus actores y de su guión"

Partiendo de esta base voy a intentar generalizar sobre
los cursos que sigue este drama social en el caso de las ciudades
diseñadas.

2.3.1 Un proceso en dos etapas

Entiendo que en una ciudad diseñada lo que en un
primer momento prima es el orden. Es cierto que esta
característica la comparte con las ciudades de origen
militar, lo que la diferencia en este punto es simplemente el
motivo que inspira al diseño, con lo cual la
planificación de una ciudad diseñada tiene, para
empezar, una perspectiva mucho más grande que la de la
ciudad amurallada, con un tamaño mucho mayor y varias
ampliaciones pensadas y diseñadas ya sobre el papel para
ser construidas aun muchos años después de que la
ciudad sea puesta en marcha y habitada.

El orden del primer momento de una ciudad
diseñada se basa ante todo en dos grupos de
preceptos principales: las reglas del diseño
arquitectónico-urbanístico por un lado, y por otro,
las intenciones de aquellos que encargan, evalúan y
aprueban el proyecto.

En sus principios, una
ciudad diseñada destila ciertos mensajes que fueron
puestos allí a propósito por sus
diseñadores, quienes interpretaron, a través de las
reglas del diseño, los deseos de quienes la
encargaron.

Un ejemplo claro de esto es la ciudad de Brasilia,
construida durante los años 50. Una ciudad entera que en
su diseño arquitectónico destila modernidad,
estructuras de formas que aluden en cierta forma a la
concepción que en aquellos años se tenía del
futuro y de lo aeroespacial como símbolo del progreso a
través de la técnica.

Una ciudad entera cuya forma original es la de un
avión, con los edificios correspondientes al palacio de
gobierno ubicados
en el espacio destinado a la cabina de comandos de este
aeroplano.

Se ve en el diseño de Brasilia una de las
más claras expresiones urbanísticas de la
modernidad jamás ejecutadas en el mundo.

Hasta aquí, entonces, lo que sucede a grandes
rasgos desde que una ciudad diseñada es encargada, hasta
que es construida. Pero ¿qué sucede cuando las
obras son terminadas? ¿Qué sucede cuando todos esos
edificios y calles, ubicados tan cuidadosamente por los
arquitectos según un orden determinado, son llenados de
gente que viene a vivir en ese lugar? Cuando son habitados con
gente que, o bien no tiene ni la menor idea de lo que los
arquitectos quisieron expresar con su diseño, o bien la
tiene, pero se ve en la situación de interpretar en la
práctica cosas que fueron pensadas en el papel.

Con la fundación oficial, la primera
fundación, para utilizar la terminología propuesta
en este trabajo, comienza un nuevo proceso. Es a partir de este
momento que la nueva ciudad comienza a poblarse, a llenarse de
nuevos habitantes, cada uno portador de un trasfondo particular,
que normalmente no tiene mucho que ver con el de la gran
mayoría de sus nuevos vecinos.

En esta etapa, que a diferencia de la anterior,
está caracterizada por el caos, cada habitante interpreta
y resignifica los elementos que encuentra en el espacio urbano,
los edificios, las calles, los espacios verdes, etc. El nuevo
habitante le asigna un valor y una
función a estos elementos de acuerdo a lo que es capaz de
interpretar según su propio trasfondo, siendo estas nuevas
asignaciones por lo general bastante diferentes de las pensadas
por los arquitectos o por los que encargaron la obra.

Entonces, se plantean dos instancias claramente
separadas en el proceso de construcción de estas ciudades
diseñadas.

Una primera etapa en la que solo cuenta el criterio y el
trasfondo de aquellos que encargan la obra con cierta
intencionalidad, así como el de aquellos que filtran estos
deseos a través de su propio trasfondo para terminar con
un diseño y correspondiente puesta en
práctica.

Y una segunda etapa, mucho más caótica, en
la que el diseño original es interpretado y resignificado
por aquellos a los que les toca vivir en el diseño de
otro, comenzando así con un proceso de constante cambio y
modificación, el cual no solo es producto del
trasfondo de cada habitante, sino que en su propio cambio agranda
y modifica la carga cultural de todos ellos, generando de esta
manera un nuevo proceso, la identificación en común
de la población con el lugar.

Una ciudad diseñada puede, a lo largo de los
años, comenzar a crecer de forma orgánica, dejando
el planeamiento urbano de lado; o seguir creciendo de forma
planificada, de acuerdo a lo que las autoridades deseen o sean
capaces de ejecutar y cumplir.

Lo cierto es que aun en aquellas ciudades que nacen de
forma planificada y continúan a lo largo de los
años creciendo de esta manera, los diseños
aplicados por las autoridades se ven influenciados y modificados
por el accionar de los nuevos habitantes durante la segunda etapa
del desarrollo de la ciudad.

Para ejemplificar este desarrollo en dos etapas,
nuevamente me remito a la ciudad de Canberra, la cual en un
principio contó con un diseño urbano de tipo
fundamentalmente anglosajón, lleno de curvas y callejones
sin salida, y con un diseño arquitectónico que
intentaba acercarse lo más posible al estilo
inglés, algo claramente reflejado en la primera casa del
parlamento, la cual, desde su arquitectura
misma, refleja la intención política de armar un
país lo más parecido posible a la Inglaterra de
entonces, principios del siglo veinte.

El arquitecto estadounidense Walter Burley Griffin,
ganador del concurso de proyectos para la
nueva capital, descartó de plano todo lo que no fuese de
tipo inglés en el diseño original. Hay que pensar
que se trata de un país que hasta los mismos años
setenta incluía a los aborígenes en los censos bajo
el concepto de fauna.

Con el tiempo, en particular durante el transcurso de
los últimos veinticinco años, la cultura
australiana fue abriéndose a su herencia
aborigen, a la vez que sufría un brutal y muy
rápido paso por la modernidad.

Resultado de este proceso fueron varías obras
entre las que se destaca la Nueva Casa del Parlamento, inaugurada
en 1987, cuyo diseño, en las antípodas del clasicismo de la Vieja, se
encuentra lleno de líneas futuristas, propias de la etapa
modernista por la que pasaba el país.

Pero no solo esto, la nueva sede del gobierno
también incluye una gran variedad de elementos relativos a
la cultura aborigen y la tierra del
interior del continente, desde los más evidentes, como el
mosaico de diseño aborigen que forma el piso de la
explanada principal, hasta el uso de materiales
extraídos del mismo país con el solo
propósito de ser exhibidos como tales.

El ejemplo más claro de esto último es un
enorme bloque de granito negro que cubre el hall central de la
casa, extraído de una cantera al sur del estado de New
South Wales, pulido como un espejo gracias a la ayuda del
láser,
el cual no cumple otra función más que la de
estar ahí, como ejemplo de la fusión
entre la tierra ancestral y las nuevas
tecnologías, la nueva dirección tomada por la sociedad
australiana.

Como se ve, el espacio físico de una ciudad
depende no solo en gran medida de los lineamientos
político-culturales de quienes la fundan, sino que se
mantiene como una entidad viva en permanente construcción
y susceptible a los cambios operados en su población, la
cual es precisamente la que le da esa vida.

Esto es especialmente válido para las ciudades
diseñadas, ya que como en el caso de Canberra, una vez que
la población toma control del
lugar, el arquitecto o diseñador pierde su propiedad
sobre el.

3. La
Punta

El 10 de Marzo de 2004 dejé la casa de mis padres
y me mudé a la vivienda que poseía (y aun lo hago),
en la ciudad de La Punta. Y de una forma u otra, como aquello que
aclaraba en las primeras páginas de este trabajo, me
sentí perseguido y alcanzado, aunque esto lo pude aclarar
recién mucho tiempo después.

Nuevamente, cómo en las antípodas
australianas de Canberra o en el ombligo mundial que es
Washington, me encontraba habitando una ciudad diseñada.
En eso me diferenciaba de los demás, por lo menos de la
mayoría, aunque claro, también era mi primera vez
en una ciudad recién fundada.

Y aquí debo aclarar que esa famosa lente a
través de la cual vi La Punta, no implica que yo crea que
esta nueva ciudad vaya a convertirse en el monstruo que es
Washington o en la ciudad jardín exquisitamente cuidada
que es Canberra, sino que se trató de la herramienta que
me resultó útil de acuerdo a mi experiencia para
analizar y describir el drama social turneriano que comenzaba a
darse en La Punta.

Llegó entonces la hora de objetivar las
generalizaciones que realicé desde lo aprendido en mi
vida, y aplicarlas al lugar en el que vivía, para lo cual
decidí comenzar desde los hechos que tenía a mi
alcance, a saber:

La ciudad de La Punta es una ciudad diseñada. Fue
fundada en marzo de 2002 y en menos de dos años
alcanzó una población de alrededor de diez mil
habitantes.

Como el común de las ciudades diseñadas,
se trata de un espacio urbano fundado por razones
políticas, aunque en este caso son un tanto más
difíciles de analizar y comprender que en los ejemplos
anteriormente dados, en los que las ciudades fundadas
tenían ante todo el propósito de servir como
capital administrativa y política de los estados que las
construían.

La ciudad de La Punta es un enclave de
características particulares que, si bien comparte algunas
con el proceso de las ciudades diseñadas, se diferencia
radicalmente en algunos de los puntos más
importantes.

No se trata de un lugar destinado a albergar
ningún centro administrativo, así como tampoco hay
ninguna actividad económica importante en la zona donde se
levanta para darles a sus habitantes un sustento en el
lugar.

Lo anterior no quiere decir que La Punta no tenga un
perfil definido, como toda ciudad diseñada lo tiene, tanto
en lo urbanístico como en lo económico. En el
proyecto original figuran ciertas construcciones para albergar
fuentes de
trabajo y producción.

Por otro lado, La Punta se encuentra a dos aguas.
Está suficientemente cerca de la ciudad de San Luis, mayor
centro urbano de la provincia que la construyó, como para
no ser más que un satélite de esta, pero a la vez
está lo suficientemente lejos como para que el transporte
diario entre ambas sea bastante engorroso. Por lo tanto, el
habitante de La Punta no alcanza a asumir al lugar como un centro
urbano por derecho propio, ya que depende de otra ciudad cercana;
pero a la vez, no se siente cómodo dependiendo de la vieja
ciudad.

Al tener ya estos puntos en cuenta, surgen una serie de
interrogantes particulares con respecto a La Punta. En primer
lugar el más básico de todos: ¿por
qué se funda La Punta? Un interrogante muy general que
puede ser desglosado en ¿Cuál es el contexto
político que lleva a su construcción?
¿Qué objetivos se
perseguían con la fundación de la misma? Y una vez
contestado esto último ¿han sido estos objetivos
cumplidos, por lo menos los de corto plazo, en los casi dos
años que tiene la ciudad de habitada? Y en otro orden de
cosas ¿Cuáles son las características del
diseño original de La Punta?

Por otro lado, y saltando al segundo nivel establecido,
las acciones de los habitantes del lugar más allá
de las intenciones de sus fundadores, surgen los siguientes
interrogantes ¿Cuáles son las
características de los habitantes de este nuevo lugar?
¿Cuáles son sus concepciones del lugar y la
proyección que hacen de este a corto, mediano y largo
plazo? ¿Cómo articulan estas concepciones y planes
en su vida cotidiana? ¿Actúan de forma pasiva o
activa ante los eventos que la
vida en el lugar les plantea? ¿Cuán al tanto
están de los procesos en los cuales de una forma u otra
están tomando parte?

Estas preguntas no son fáciles, y más en
este caso, ya que La Punta no tiene, cuando menos en principio,
ninguna función manifiesta, y las razones reales por las
cuales fue construida pueden ser objeto de gran
especulación.

Dentro de un ámbito político como el
sistema
democrático argentino, entender qué razones llevan
a la fundación de esta ciudad no es nada
fácil.

Más allá de sus particularidades, la
construcción de La Punta sigue siendo un acto
eminentemente político, y como tal posee por lo menos dos
interpretaciones diametralmente opuestas, la versión
oficial y la opositora, y ninguna de las dos da concesiones a la
otra. Y en una provincia en la cual el poder ha sido detentado
por más de veinte años por la misma familia, las
posiciones existentes en el ámbito político local
se polarizan de forma extrema.

Por lo tanto, lo más conveniente es comenzar
enumerando y evaluando aquellos datos que no son rebatidos por
ninguna de las dos partes.

Ante la incertidumbre en cuanto a las razones que llevan
a la fundación, el trasfondo
histórico-político en el cual tuvo lugar el
nacimiento de este proyecto toma particular importancia para
intentar comprender el por qué de La Punta.

3.1 Crónica y descripción de una nueva
ciudad

A partir de aquí comenzaré a describir los
principales sucesos que hicieron a la vida de La Punta como
ciudad durante sus dos primeros años. Se trata simplemente
de eso, una descripción, pero a su vez no hay escrito que
no esté viciado de interpretación.

Mi trabajo en La Punta fue en cierta manera el de un
etnógrafo. Sin la formación de un
antropólogo intenté sin embargo un acercamiento
sincero a la cultura de La Punta para lograr una
descripción de la misma.

En palabras de Geertz, "los escritos
antropológicos son por añadidura interpretaciones
de segundo y tercer orden. De manera que son ficciones; ficciones
en el sentido de que son algo hecho, algo formado,
compuesto – que es el significado de
fictio"

Siguiendo con la reflexión de Geertz, la sola
elaboración de las descripciones culturales y
etnográficas constituye en si misma un acto de
imaginación que si bien se diferencia en sus condiciones
de su origen y de interpretación de una obra literaria,
una es tan ficcional, tan hecha, como la otra.

Lo que sigue es por lo tanto un escrito ficcional que
debe ser interpretado entendiendo que sus personajes y
situaciones son reales, de la misma forma en la que el documental
que forma parte de este trabajo es también una
ficción a ser vista como real.

Nuevamente citando a Geertz: "si bien la cultura existe
en aquel puesto comercial, en el fuerte de la montaña o en
la correría para robar ovejas, la antropología existe en el libro, en el
artículo, en la conferencia, en
la exposición del museo y hoy en día a
veces en la película cinematográfica".

3.1.1 ¿Por qué una nueva
ciudad?

Como ya dije, poco se sabe de la razón puntual
por la que el estado
provincial decidió construir una nueva ciudad en lugar de
agrandar aun más la vieja ciudad de San Luis. Es posible
que la razón haya estado en la pelea que el gobernador
provincial Adolfo Rodríguez Saá sostenía con
el entonces intendente de San Luis, Carlos Ponce.

La familia Rodríguez Saá, corporizada en
las figuras de los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez
Saá, había estado en el poder ininterrumpidamente
desde el año 1983, obteniendo porcentajes impresionantes
en las urnas en cada elección.

A pesar de esto, la ciudad de San Luis, sede del
gobierno provincial, siempre fue más reacia que el resto
de la provincia a aceptar el liderazgo de
los hermanos.

Las elecciones del año 1999 vieron a los
Rodríguez Saá obtener sus peores porcentajes de
votos en catorce años, llegando a estar muy cerca de
perder la gobernación que habían detentado por
dieciséis años.

Los peores números para la familia
gobernante se obtuvieron en la ciudad de San Luis, bastión
de su principal opositor, el ya mencionado intendente Carlos
Ponce.

Ante esta situación, en lo que podría
tranquilamente interpretarse como un intento de desarticular el
aparato político de su oposición, el oficialismo
provincial propuso una ley para dividir
a la ciudad de San Luis en cuatro municipios, y descentralizar de
esta manera el manejo del poder en la capital.

En un clima
político enrarecido, se propuso llevar la propuesta a un
plebiscito público. Comenzaron las campañas por el
SI y por el NO a la división, y finalmente, ante una serie
de encuestas que
les auguraban una derrota escandalosa, los Rodríguez
Saá decidieron cancelar el plebiscito y archivar la
propuesta.

Aproximadamente un año después, se
anunció el proyecto de La Punta.

Esto podría ser tranquilamente interpretado como
parte de una estrategia descentralizadora. Si el gobierno
provincial, es decir, los hermanos Rodríguez Saá,
no podían dividir la ciudad de San Luis, y con ello
cercenar el poder de su principal opositor, tal vez podían
restarle influencia construyendo otro centro urbano
próximo, en este caso, La Punta.

3.1.2 El proyecto

El proyecto de la Ciudad de la Punta comenzó a
tomar estado público bajo la forma de rumor a mediados del
año 2000, más tarde ese mismo año comenzaron
a aparecer las primeras comunicaciones
oficiales al respecto y finalmente durante la primera mitad del
año 2001 se realizó el llamado a inscripción
abierto a todos los que quisieran ser titulares de una vivienda a
ser construida en lo que se dio en llamar "Complejo
Urbanístico La Punta".

Los requisitos para acceder a la inscripción eran
simples, solo se requería ser mayor de edad o emancipado,
y tener cuando menos dos años de residencia en el
territorio de la provincia de San Luis.

El proyecto de La Punta formaba parte del denominado
Plan Mil, un
emprendimiento del gobierno provincial que consistía en un
plan de inversiones en
obras públicas a ser realizadas a lo largo de tres
años.

Partes: 1, 2, 3, 4
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