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Ciudades Diseñadas. El caso de La Punta (San Luis – Argentina) (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

Este plan recibía su nombre precisamente de la
cantidad de dinero con el que contaba, mil millones de pesos, en
aquel entonces equivalentes a igual número de
dólares gracias a la ley de convertibilidad. Dentro de
este plan se incluían varios otros proyectos, entre los
cuales estaban dos en particular muy estrechamente relacionados
con La Punta.

El primero de estos proyectos fue la llamada Autopista
de la Información, un anillo informático
propiedad de la provincia que interconectaría cada
escuela, comisaría y dependencia del estado en todo el
territorio provincial.

El centro de control principal de toda esta red, conocido como Data
Center, fue instalado dentro de lo que mas tarde se
convertiría en el éjido municipal de La Punta, a
tan solo cuatro kilómetros del espacio destinado a
convertirse algún día en el centro comercial de la
nueva ciudad.

Hoy en día el Datacenter se eleva inconfundible
sobre el monte autóctono. Este edificio, exponente de la
más avanzada tecnología informática instalada hoy en la provincia
cumple una función importante dentro del imaginario
original con el cual se fundó La Punta, publicitada desde
el sector oficial como "La primera ciudad del tercer milenio", un
dato que si bien puede ser objetivamente cierto, no deja de
guardar cierta connotación futurista.

El otro proyecto que afectaba directamente a la ciudad
de La Punta tenía un potencial mucho más grande en
cuanto a convertirse en un elemento activo de la
construcción de la identidad de la nueva ciudad. Se
trataba de la Universidad
Provincial de San Luis, cuyo campus comenzó a construirse
a unos pocos metros del Datacenter.

En un principio se tenía previsto tener una serie
de módulos ya listos para comenzar las actividades en
2003. Pero el Plan Mil tenía sus números hechos en
dólares, por lo que la debacle política y
económica de fines de 2001 y la posterior devaluación de enero de 2002 afectaron
enormemente su desarrollo, resultando en la suspensión de
la obra de la Universidad.

Por otro lado, mientras se espera la resolución
de este tema el proyecto académico original se puso en
marcha, si bien de forma muy embrionaria, con el dictado de
algunos cursos en la ciudad de San Luis.

Ya a fines de 2001, con la noticia de que la nueva
ciudad contaría tanto con la Universidad como con el
Datacenter, La Punta comenzó a tomar un perfil propio en
el imaginario de la gente. A esto se le sumó un nuevo
proyecto, el Estadio Provincial de Fútbol Juan Gilberto
Fúnes, con lo que a la tecnología y la educación se le
agregó una nueva faceta a la cara con la que se iba
presentando la nueva ciudad: el deporte.

3.1.3 19 y 20 de diciembre de 2001

En diciembre de 2001 todo cambió. La crisis social
y económica que vivía el país llego a un
punto álgido y esto derivó en estallidos sociales
en Buenos Aires y
las principales ciudades de la Argentina.

Resultado de esto se produjo la renuncia del presidente
de la nación,
y el gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá,
renunció a su puesto cuando fue nombrado por el Congreso
Nacional para hacerse cargo de la Presidencia de la Nación,
posición en la que duró solo siete días.
Siete días que le sirvieron para lanzarse como candidato a
presidente para unas elecciones que no tuvieron fecha ni
resolución sino hasta bastante tiempo
después.

Fue entonces que se frenó la construcción
del campus de la Universidad provincial, así como
también la realización de una gran cantidad de las
obras públicas previstas por dentro y por fuera del Plan
Mil.

No sucedió así con ciertas obras como la
Autopista Ruta 7, la Autopista de la Información, el
estadio provincial y la Ciudad de La Punta. ¿Por
qué algunos proyectos naufragaron y otros
sobrevivieron?

La respuesta más plausible es la más
simple, no solo eran los proyectos más visibles y
faraónicos iniciados por el gobierno de un hombre que
quería ser presidente, sino que marcaban los ejes que
más interesaba mostrar a Rodríguez Saá:
tecnología, comunicaciones, progreso entendido como avance
técnico.

Pero más aun, se trataba de transmitir la idea de
que alguien que podía darse el lujo de construir una nueva
ciudad desde cero en la Argentina de entonces podía hacer
cualquier cosa.

Esta lectura es
reafirmada por el discurso
oficialista, quienes en el Libro Manual "LA PUNTA"
Ciudad y Ciudadanos, editado con motivo de los actos de
fundación, dice claramente

"San Luis sorprende en la grandeza de sus obras y en
su expansión (…) San Luis sorprende con la
fundación de su flamante ciudad, en medio de la mayor
crisis socio-económica y política de la que nuestro
país tenga memoria. Y sorprende, porque demuestra que otra
historia es posible.

Nuestra Ciudad de "La Punta", significa entonces la
contracara más visible al malestar generalizado. Significa
la posibilidad de contar otras y nuevas historias y nuestra
provincia toda, lo sabe. Sabe de la trascendencia nacida de la
idea de "progreso" como el motor de la vida. Progresar es avanzar
y avanzar es crecer pero el nuestro es un crecimiento conjugado
entre los aspectos humanos y los económicos de una
provincia."

3.1.4 La primera fundación

Finalmente, el 29 de diciembre de 2002 y en medio de un
enorme acto al que asistieron varios miles de personas, se
entregaron las primeras viviendas.

El día estaba muy ventoso y particularmente
fresco para esa altura del año, varios desistieron de
retirar las llaves de su nueva casa debido al caótico e
insuficiente sistema que se había organizado.

Faltaban solo cinco meses para las elecciones
presidenciales y el acto se transmitía por televisión
nacional, era necesario que fuese un acto multitudinario. Las
bandas invitadas pasaron y, no obstante las mencionadas
deserciones, una gigantesca cantidad de personas festejó
ese día.

Con la nueva salida del sol llegó el momento de
enfrentarse a la dura realidad: la mitad de la ciudad
permanecía cerrada al tránsito mientras se
completaban las construcciones, el asfalto solo existía en
la avenida central, no había un solo comercio para comprar
siquiera una gaseosa en el asfixiante calor del
verano y por si eso fuera poco, todas las casas eran
iguales.

La totalidad de las viviendas habían sido
construidas siguiendo la filosofía de los planes de
viviendas económicas que hacía años
ejecutaba la provincia, lo que convertía a La Punta en una
ciudad en la que era muy fácil perderse.

3.1.5 La segunda
fundación

Tan pronto como al día siguiente de los actos
fundacionales, comenzaron a llegar los primeros habitantes.
Algunos, deseosos de tomar posesión de su propiedad, la
que para muchos se trataba nada más ni nada menos de su
primer vivienda, se mudaron sin tener instalados siquiera los
servicios básicos.

A los pocos días apareció el primer
comerciante y los novísimos punteños se
vieron por primera vez las caras unos a otros al cruzarse en este
comercio, ubicado en una casa como cualquier otra.

Poco después comenzaron a inaugurarse las
baterías comerciales, pequeños racimos de
locales construidos en el espacio entre módulos, pero la
distancia que los separaba de muchas de las viviendas los
hacía imprácticos, por lo que el comercio
siguió dependiendo en gran medida de los almacenes
caseros.

Los servicios como el teléfono y el gas que en un
principio habían sido prometidos en unos pocos meses
comenzaron a hacerse esperar y, con el tiempo, fueron
prácticamente olvidados. La Punta se convirtió
entonces en uno de los principales puntos de venta de
teléfonos celulares.

Cuando llegó el invierno, los agrestes
alrededores de la ciudad se poblaron de vecinos que llenaban el
baúl de sus vehículos con leña, ya que al
desmontar para construir la ciudad había quedado una
enorme cantidad de madera que la
gente comenzó a recolectar para calentar sus
hogares.

Comenzaron las clases y la escuela pasó a ser el
nuevo punto de reunión, por lo menos para aquellos que
tenían hijos en edad escolar. Y luego de casi un
año surgió la primera voz masiva de la nueva
ciudad, una emisora radial, FM La Comunidad,
ubicada en el 96.5 del dial.

Rápidamente, el nuevo medio se convirtió
en el principal vínculo entre la municipalidad y la
población; la totalidad de los comercios de La Punta que
deseaban hacer publicidad lo
hicieron por esta radio; la gente comenzó a expresarse por
este medio también, tanto para quejarse como para proponer
cursos de acción.

La aparición de esta radio proveyó a La
Punta de un nodo comunicacional masivo e inmediato, el cual poco
a poco, y más allá de sus problemas
internos, se convirtió en uno de los pilares de la nueva
comunidad, al darle a cada integrante de esta la posibilidad de
ser escuchado y escuchar a los demás.

3.1.6 Trabajo

La falta de fuentes de trabajo propias del lugar ha
convertido a La Punta en una comunidad dormitorio, a la que solo
se llega a la noche para cenar y dormir, y de la que se sale bien
temprano a la mañana para ir a trabajar a San
Luis.

Las excepciones a esta regla no son muchas, pero deben
ser consideradas ya que en ellas es donde yace el germen de la
construcción cultural de La Punta como un núcleo
urbano autónomo.

En primer lugar, y de manera más evidente,
están aquellos que trabajan en el Plan de Inclusión
Social del Gobierno de la Provincia, un plan de ayuda social a
cambio de trabajo comunitario.

Los integrantes de este plan tienen a su cargo en La
Punta una buena parte de las funciones del
personal municipal de limpieza, ya que la municipalidad, que es
aun una delegación con un interventor del Gobierno
Provincial, carece en gran medida de personal propio para estas
tareas.

Por otro lado, y dentro del mismo Plan de
Inclusión Social, se encuentra el personal de Seguridad
Comunitaria, una guardia urbana conformada por vecinos que cumple
tareas de vigilancia y control tanto de las calles como de los
espacios públicos alejados del conglomerado urbano de la
ciudad.

Este plan, si bien en principio provee de una fuente de
trabajo a un número importante de pobladores de La Punta,
no deja de ser una fuerza
exógena a la propia ciudad a la vez que
temporaria.

Se trata entonces de un punto de partida, una fuerza que
permite el sustento dentro del espacio geográfico de la
ciudad sin tener que trasladarse fuera de ella, pero no puede ser
considerado como una solución con proyección de
futuro, sobre la cual pueda sostenerse un crecimiento
económico y laboral para La
Punta.

Otro tipo de solución al problema del trabajo
dentro de la ciudad de La Punta han sido los emprendimientos
individuales de los más variados tipos, en general
referidos al comercio.

Almacenes, panaderías, ferreterías,
videoclubes, producción de artesanías, aparecieron
prolíficamente en las casas particulares de una ciudad que
precisaba contar con, al menos, una mínima infraestructura
comercial propia.

Estos emprendimientos, totalmente individuales,
proveyeron a sus creadores de una fuente de trabajo en el lugar,
independiente de los planes gubernamentales. A pesar de esto, la
mayoría de estos solo proporcionan una capacidad
económica de subsistencia, con muy poca capacidad de
ahorro, y son
dependientes del ingreso económico del resto de la
población de La Punta, en buena parte dependiente de los
planes de ayuda del gobierno.

En resumen, los comienzos de La Punta tuvieron sus
altibajos. La intervención masiva del estado provincial
que se preveía en un primer momento para potenciar el
crecimiento de la ciudad, no tuvo lugar, y por lo menos durante
cerca de un año y medio, hasta mayo del 2003, no se
volvieron a tener noticias de
obras ni de líneas de crédito
particulares para La Punta.

No obstante, la gente que llegó se quedo en buena
medida, y a pesar de que unos cuantos decidieron retornar a la
ciudad de San Luis, de donde la mayoría de los habitantes
provino, la población de La Punta siguió creciendo
hasta estabilizarse en unos diez mil habitantes.

Para explicar esto hay que tener en cuenta que
más allá de las incomodidades, las viviendas de La
Punta son de un costo muy
razonable, y que muchos de los que allí llegaron se
encontraron con que por primera vez eran realmente propietarios
de su vivienda, lo cual generó un sentimiento de arraigo
muy fuerte.

  1. Marzo de 2005. Dos años desde la
    fundación oficial, la primera
    fundación
    , de La Punta.

    Luego del primer impulso que recibió La
    Punta en sus comienzos, la presencia del estado con su
    aporte tanto financiero como organizativo
    prácticamente desapareció por cerca de un
    año y medio.

    Los sucesos sociales y políticos en la
    República Argentina y en particular en la provincia
    de San Luis durante el año 2003 y comienzos de 2004
    hicieron que el estado provincial suspendiese no solo sus
    programas
    para La Punta, sino también para
    prácticamente la totalidad de las áreas que
    no fuesen vitales para la supervivencia del
    gobierno.

    Durante este tiempo, La Punta hubo de
    arreglárselas sola. Se organizaron las comisiones
    vecinales, se formó el cuerpo de bomberos
    voluntarios, apareció la primera radio local, todo
    debido al emprendimiento particular de los
    vecinos.

    La ciudad, sin embargo, comenzó a mostrar
    signos
    de falta de mantenimiento. El asfalto, que nunca fue
    más allá de estar en parte de la
    avenida central, empezó a mostrar baches profundos
    que hacían peligroso circular. Los espacios verdes
    se llenaron de vegetación y se hizo imposible estar
    en ellos.

    Los pocos espacios verdes que se mantenían
    lo hacían con el
    trabajo de los vecinos, que los regaban y
    limpiaban.

    En ese momento entró en escena el Plan de
    Inclusión Social. En La Punta, la gente de este plan
    cumplió, y cumple hasta el momento, principalmente
    con tareas de seguridad y de limpieza y mantenimiento de
    espacios verdes.

    De cualquier manera, y por más buena
    voluntad que se pusiera, el estado seguía brillando
    por su ausencia, y con él, la inyección
    financiera necesaria para poner realmente en marcha el
    lugar.

    La situación comenzó lentamente a
    cambiar hacia mayo de 2004. El estado volvió a
    entrar en escena.

  2. Dos años después
  3. Intervención Estatal

El primer proyecto fue el programa
Emprendedores de La Punta, una línea de créditos blandos promovidos por el gobierno
provincial para la creación de pequeñas empresas en la
ciudad.

Los préstamos eran de cinco mil pesos por persona
en caso de que se tratase de un emprendimiento individual; o de
tres mil pesos por cada miembro en caso de tratarse de una
sociedad, las cuales estaban limitadas hasta un máximo de
cinco personas.

La mayoría de los proyectos presentados
tenían que ver con la instalación de comercios para
satisfacer las necesidades inmediatas de la población,
panaderías, despensas, etc. También hubo un gran
número de proyectos de producción agropecuaria,
sobre todo para la crianza de animales de
granja, cerdos y aves,
aprovechando la gran cantidad de terreno virgen que rodea a la
ciudad.

El turismo también tuvo
un lugar destacado, con varios proyectos tales como organizar
tours en bicicleta o trekking por las sierras.

Párrafo aparte requieren los proyectos de
producción textil, de los cuales también hubo gran
cantidad, ya que para estos el gobierno había dispuesto la
creación de un sello dirigido por una diseñadora ya
instalada en el mercado, para la
cual la gente de La Punta trabajaría. Las reacciones ante
esta propuesta fueron bastante adversas, no queriendo la
mayoría de los involucrados tener que depender de
nadie.

Las críticas a esta línea de
acción, Emprendedores de La Punta, fueron variadas,
pero principalmente pasaron por el hecho de que no ofrecía
dinero suficiente como para realizar una inversión inicial suficiente como para la
creación de casi cualquier tipo de
emprendimiento.

En el caso de los comercios, el dinero aportado
difícilmente alcanzara para la construcción del
local. Para los proyectos agropecuarios, seguramente no
sería suficiente como para adquirir la cantidad de
animales necesarios para conformar la masa critica para poder
poner la empresa en un
ciclo autosuficiente.

Los resultados de este proyecto fueron variados, pero
hoy en día se ven en La Punta una gran cantidad de locales
a medio terminar, resultado precisamente del proyecto
Emprendedores de La Punta.

En cuanto al emprendimiento textil, los que pudieron
ponerse en marcha fueron los que tomaron el dinero y comenzaron a
producir artesanal e individualmente en sus hogares; el proyecto
original de producir para un sello ya instalado en el mercado
nunca se concretó.

Otro proyecto lanzado en este período fue el
inusual Mascotas de La Punta. La idea fue convertir a la
ciudad entera en un gran criadero de perros de raza
para su posterior venta. Este emprendimiento también fue
muy criticado, aunque no tanto por los habitantes de la ciudad,
sino más bien por los criadores de la zona.

El problema, indicaban los expertos, era la forma en la
cual se estructuró el proyecto. En lugar de construir un
criadero tradicional, se le entregó un cachorro a cada
familia que se había anotado. El requisito para poder
anotarse era simplemente tener el terreno de la casa cerrado,
para poder dejar allí al animal.

Cada familia se haría cargo de su perro
particular, al cual eventualmente cruzarían con alguno de
los otros que había en la ciudad. Los cachorros resultado
de estas cruzas serían vendidos y de ahí se
obtendría la ganancia.

Varias inconsistencias se notaron desde el principio. En
primer lugar, la falta de experiencia en crianza de perros de
raza de parte de las familias que habían recibido los
cachorros. Otro problema estribaba en la falta de seguridad de
los lugares en los que se alojaban los perros, siendo algunos muy
inseguros, permitiendo que el animal escapase y se cruzase con
uno de los tantos perros callejeros que hasta el día de
hoy abundan en La Punta.

Otro tipo de proyecto fue el del Mega-Carnaval,
tal como fue anunciado. Se organizó un desfile
temático de carnaval al mejor estilo Gualeguaychú,
el cual fue preparado durante varios meses con gente de La Punta
misma, dirigidos por especialistas contratados fuera de la
provincia.

La mano de obra fue en principio voluntaria, no obstante
lo cual contó principalmente con trabajadores anotados en
el ya mencionado Plan de Inclusión Social, los cuales
fueron desafectados de sus tareas habituales para que pudiesen
trabajar tiempo completo en la
organización del carnaval y la confección de
los vestidos.

El desfile de carnaval tuvo finalmente lugar en febrero
de 2005, con un costo que se rumoreó cercano al
millón de pesos.

En resumen, luego de dos años de existencia, La
Punta continúa sin encontrar un rumbo definido. La
intervención del estado prometida en un principio para
potenciar y acelerar el crecimiento de la comunidad, primero
desapareció, y cuando volvió lo hizo en formas poco
sostenibles e incapaces de generar un crecimiento
económico autosuficiente a largo plazo.

Pero no todo es negro, de hecho, las cosas se ven
más oscuras de lo que son debido a un problema de percepción.

Desde el principio, la ciudad de La Punta iba a ser la
nueva ciudad; la primer urbe del tercer milenio; un lugar donde
todos iban a tener acceso a la última tecnología;
donde iba a existir la Universidad Provincial, la que
daría trabajo a buena parte de la ciudad y que
además le aportaría una vida muy interesante con la
venida de estudiantes de todo el país.

Entre los rumores que circulaban previos a la
fundación oficial, se hablaba de tener un supermercado
listo y funcionando a los pocos meses, un banco privado, y
así también otros comercios de gran
importancia.

El tiempo demostró que las cosas no eran tan
fáciles. La Punta hoy comienza lentamente a construir una
identidad propia basada en las experiencias, anhelos, y
posibilidades de sus habitantes, y no tanto en el plan que el
estado tenía en un principio pensado para ella.

Los protagonistas principales de esta
construcción son precisamente los habitantes de La Punta.
No es cuestión de desestimar la influencia del estado, el
cual, sobre todo en el caso de una ciudad diseñada, es
altamente necesario, sino más bien de entender un poco el
orden que van tomando las cosas en este proceso.

Si bien el estado es absolutamente necesario, tanto para
el mantenimiento del lugar como para la generación de
empleo y la ayuda social, son los habitantes y su visión y
emprendimiento particulares los que realmente pueden darle al
lugar una identidad. Se trata de un proceso mixto, una
dialéctica, en la cual el estado provee las bases para el
desarrollo, y los habitantes amoldan y modifican estas bases
según lo que el lugar y sus propias experiencias les
indican y permiten.

4. Un sistema
complejo

¿Qué es una ciudad?

Nuevamente uno se encuentra con la pregunta
básica. Porque a pesar de todo lo anteriormente
desarrollado, tanto a nivel teórico en cuanto a la
naturaleza de
los espacios urbanos como espacios culturales, de las formas que
estos espacios tienen de nacer y de desarrollarse; o a nivel
más concreto, al
seguir la historia de la ciudad de La Punta y ver como esta se
amolda o escapa de las categorías antes mencionadas; la
pregunta original permanece.

La cuestión es que se corre el riesgo de
encerrarse en los conceptos desarrollados en este trabajo y
asumir ligeramente que todas y cada una de las ciudades del mundo
pueden ser comprendidas siguiendo los lineamientos aquí
planteados.

Pero una ciudad no es nada simple, a decir verdad,
habría que ver si hay algo realmente simple en este mundo.
No, una ciudad es, precisamente, lo contrario de la simpleza, se
trata de algo complejo.

Desde el mismo momento en que se toma a la cultura
humana como una yuxtaposición de estructuras de
significación en permanente interacción, y que estas tramas tienen un
espacio físico en el cual desarrollarse, la ciudad, y que
la ciudad a su vez genera significados propios que se hacen
comunes a sus habitantes, y que esa trama a su vez se yuxtapone
con las de las ciudades vecinas, las del país y las del
mismo planeta Tierra, uno debería darse cuenta de que para
emprender el análisis de una ciudad uno debe enfrentarse
más a un todo que a una serie de
partes.

Pero, y aquí está el truco, ese todo
está encerrado en cada una de las partes que lo compone,
así como cada parte también está en el todo.
Entonces, una ciudad es un todo
humano-físico-cultural-político-histórico-y-hasta-biológico,
que no puede, evidentemente, ser abordada desde un enfoque
simplista que pretenda explicarla desde un solo punto de vista o
a través de un solo filtro.

El mundo está pasando, en palabras de Edgar
Morin, por el "quinto siglo de la era planetaria", lo cual
significa que hoy, más que nunca, ninguna de las partes de
este mundo puede ser comprendida sin tener en cuenta a todas las
demás. El mundo esta completamente interconectado, cada
individuo del mundo influye sobre todos los demás, cada
cultura influye sobre las demás, y cada espacio urbano
cambia a los demás.

Siguiendo a Morin, y considerando que tanto el mundo
entero como cada una de sus partes, y las partes de estas partes,
contienen al todo y el todo contiene a las partes, a la manera de
una molécula de ADN, que en su
pequeñez microscópica contiene toda la
información necesaria para constituir al ser del cual
forma parte, lo que hace falta para enfrentarse a un todo
complejo como el de la ciudad de La Punta es una nueva clase de
pensamiento.

Un pensamiento que no compartimente el
conocimiento sino que lo conciba desde la relación
entre el todo y las partes, "un pensamiento ecologizado que, en
lugar de aislar el objeto estudiado, lo considere en y por su
relación auto-eco-organizadora con su medio cultural,
social, económico, político, natural"

4.1 La complejidad de La Punta

Bien, dicho todo esto, la pregunta surge por si misma:
¿Cómo se aplica todo esto al presente
trabajo?

Al considerar a La Punta como el todo, y a cada
uno de sus habitantes, al lugar físico, a las condiciones
naturales del lugar, a las razones de la fundación de la
ciudad, a la historia vivida en los años que tiene de
existencia, como cada una de las partes, comienza a
aclararse un poco el panorama.

Dentro de cada una de estas partes está contenida
la esencia del lugar. Cada habitante, poseedor de un trasfondo e
historia particular llega al nuevo lugar para influir activa o
pasivamente en los demás, sus procesos de
pensamiento y accionar, siempre en movimiento, siempre en
cambio, como corresponde a la naturaleza
humana, se amoldan por un lado al lugar y por otro lo
modifican. Este proceso, en principio individual, no tarda en
volverse social, comienza por la propia casa, sigue con el
barrio, la ciudad. Consciente o inconscientemente cada habitante
es como una molécula de ADN que influye en la ciudad y es
influida por esta, es por su accionar que la ciudad se mueve, y
el movimiento de la ciudad lo mueve a él a su
vez.

El espacio físico, en apariencia estable con sus
construcciones inamovibles, no cesa de cambiar permanentemente,
no solo por la adición de nuevos módulos
habitacionales, producto del mismo accionar político que
le dio origen en primer lugar, sino también por las
modificaciones que cada habitante del lugar comienza a hacer en
su propia vivienda; o los comercios que de a poco se van
construyendo en la zona del centro comercial o en las mismas
casas de barrio.

La naturaleza, siempre cambiante, con lluvias,
sequías, viento, calma, frío, calor, influye
enormemente sobre la forma de vida, sobre las construcciones,
hasta sobre las decisiones políticas, la forma de
llevarlas a la práctica y sus consecuencias.

Las conexiones entre los diversos aspectos de la vida en
La Punta son prácticamente infinitas, por
ejemplo.

Luego de los eventos eminentemente políticos que
se desarrollaron en la ciudad de San Luis que, especulando,
llevaron al gobierno provincial a tomar la decisión de
fundar una nueva ciudad, había que elegir un lugar para
emplazarla.

Hacia el este era imposible, ya existían varios
pueblos y ciudades con municipio propio y simplemente, no
había lugar. El sur y el oeste de la ciudad de San Luis,
por sus condiciones geográficas, no brindaban la
posibilidad de contar con servicios básicos como agua y, por
otro lado, no brindaban ningún tipo de vista
paisajística que sirviese de gancho a los nuevos
habitantes, algo muy importante considerando que no se trataba de
una ciudad que tuviese algún medio de subsistencia cercano
que justificase la instalación en el lugar.

El norte fue el punto cardinal elegido, no había
grandes municipios, el lugar era de gran belleza, y los servicios
básicos podían llegar en poco tiempo.

La distancia de doce kilómetros desde el centro
de la ciudad de San Luis fue determinada simplemente para
mantenerse fuera del éjido municipal de la vieja ciudad.
El diseño se encargó y se decidió montar a
La Punta siguiendo el concepto de ciudad jardín, para
aprovechar toda la naturaleza presente en el lugar.

Lo primero que debían hacer era desmontar el
lugar, lleno de vegetación autóctona, la cual
servía de hogar a una gran cantidad de animales como
pumas, zorros, perdices, liebres, varios tipos de aves y
serpientes e incontables insectos y arácnidos. Una vez
hecho esto, se comenzó a construir.

Y llego el 20 de diciembre de 2001, la
devaluación, la renegociación de los contratos de
obras públicas, la decisión de seguir adelante con
la ciudad de La Punta. Consecuencia principal de esto, se
construyeron las viviendas y se aseguró que contaran con
electricidad,
agua y cloacas. Todo el resto de los servicios deberían
esperar indefinidamente, hasta entonces La Punta tendría
que arreglárselas como pudiera.

La ciudad fue inaugurada un 29 de diciembre de 2002, en
pleno verano, en aquel momento, los alrededores de la ciudad,
llenos de madera seca proveniente del desmonte eran poco
más que una curiosidad.

Pero llegó el invierno y, sin red de gas natural, los
punteños recordaron esa madera seca y corrieron a las
ferreterías a comprar salamandras, los albañiles tuvieron trabajo bastante seguido
ese invierno instalándolas y los habitantes del lugar
comenzaron a recolectar la leña suelta para calentar sus
hogares. Entre ellos se encontraba Antonio Misiuk, uno de los
personajes del documental, quien vivía justo al frente de
uno de estos descampados-depósitos de
leña.

Luego de intentar fallidamente con una
verdulería, decidió que la mejor forma de mantener
a su familia era armando un horno de leña en la parte
trasera de su casa para elaborar pan que luego vendería
puerta a puerta en la nueva ciudad. La leña que
recogía de a montones frente a su vivienda era no solo
práctica, sino que también le significaba un enorme
ahorro de tiempo, dinero y energía, al no tener que
hacharla o comprarla.

Y con tanta madera seca llegaron los incendios de
mediados de 2003. Incendios que arrasaron los campos de los
alrededores de La Punta y que llegaron incluso a amenazar a la
propia ciudad.

Retirar la madera era impráctico, casi imposible,
y este suceso motivó no solo el crecimiento, sino
también la definitiva inserción en la comunidad del
recientemente creado cuerpo de Bomberos Voluntarios de La
Punta.

Unos años más tarde, se tomó la
decisión de construir nuevos módulos
habitacionales, uno de los cuales fue a parar directamente frente
a la puerta de Antonio Misiuk quien, ante la limpieza del terreno
para construir, se encontró de un día para el otro
con que en lugar de cruzar la calle para encontrar la leña
que necesitaba para vivir, tenía que recorrer varios
cientos de metros, necesitaba ayuda.

Parientes de la mujer de
Antonio llegaron de Mendoza con sus familias y se instalaron en
la casa. Antonio contaba ahora con la ayuda necesaria, pero
tenía una casa superpoblada y debía trabajar
más para alimentar a más bocas. La
construcción de nuevas viviendas había logrado que,
paradójicamente, en la de Antonio viviesen más
apiñados, y todo por haber corrido la leña de
lugar.

Es así que cada pequeño elemento que
existe en La Punta, ya sea humano, político, social,
natural, cultural, etc. influye sobre todos los demás.
Cada parte conforma el todo, pero el todo está allí
en cada parte, porque cada parte contiene el potencial de cambiar
el todo o de ser cambiada por este.

Entonces, leña suelta que produce incendios tan
grandes que se organiza un cuerpo de bomberos, mientras que a la
vez permite calefaccionar los hogares en invierno y hasta le
brinda subsistencia a algunos; por otro lado, la
construcción de un barrio, con el resultado colateral de
correr la leña de lugar, termina en que en algunas casas
vivan más de ocho personas a la vez. Las relaciones son
impredecibles e infinitas, pero están todas ahí,
tanto en el todo como en las partes de La Punta.

4.2 Lo que no se sabe

Finalmente, para terminar con este capítulo del
trabajo, me permito citar nuevamente a Morin, cuando enuncia la
última característica que debe tener el nuevo
pensamiento necesario para abordar la complejidad del
mundo.

Morin habla de "un pensamiento que reconozca su
incompletud y negocie con la incertidumbre, especialmente en la
acción, ya que no hay acción si no es en lo
incierto"

En este sentido me gustaría creer que he logrado
el ideal de este pensamiento, ya que lo que me propuse alcanzar
no fue en ningún momento el análisis
científico clásico que apunta a lograr leyes de acuerdo
a las cuales se desarrollan los sucesos, sino abordar a La Punta
desde casos particulares, llamémoslos partes de la
nueva ciudad, para poder ver a través de ellos el
todo.

En cierta forma me gusta pensar que este trabajo es,
primero una dialéctica entre el autor, es decir yo, y el
entorno de La Punta, y que el resultado es un informe que
apunta a generar una dialéctica con el espectador, el cual
lo resignificará tanto como escrito al tiempo que como una
fuente de datos sobre La Punta.

Este trabajo pretende ser tan solo un acercamiento al
tema, no pretende dar la verdad sobre el asunto por la simple
razón de que su autor es perfectamente consciente de su
propia ignorancia, lo cual, no obstante, no le impide accionar en
pro de aprender, analizar y comprender, utilizando los
conocimientos que si posee como base para el desarrollo de otros
nuevos.

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Manuel Mariano Silva

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