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Japón: Antecedentes y realidades de una potencia (página 2)




Enviado por Carolina Bracco



Partes: 1, 2

La
visión occidental de Japón

El estudio, o, simplemente la visión (siempre
arbitraria) del ‘otro’ siempre, inevitablemente, nos
convierte también en un ‘otro’. Con lo cual,
es siempre parcial y tendenciosa nuestra mirada sobre otra
cultura;
más aún cuando se trata de una cultura tan alejada
de la nuestra.

Hay una observación que hace Ortiz –sobre la
sonrisa permanente que percibimos los occidentales de los
japoneses- que me parece harto ejemplificadora de esto. Podemos
barajar miles de hipótesis sobre la sonrisa (que las
más de las veces consideramos
‘estúpida’) de los japoneses; pero nunca
llegaremos a ninguna certeza. "Los japoneses son una raza feliz
–escribía el Japan Herald en 1881-, y como se
contentan con poco, no es probable que logren mucho."

Ebria de ya un clásico etnocentrismo que se
reconoce xenófobo, la cultura occidental ha intentado
tanto como ha fracasado en comprender al
‘japonés’, tanto como lo ha hecho frente a
todo aquello que le es ajeno: confundiendo árabes y
musulmanes, indios e hindúes…por qué no
habría de confundir japoneses, chinos y
coreanos?

Esta confusión es algo a lo que nos enfrentamos
día a día y, en verdad, no creemos que merezca
mayor atención. ¿Por
qué?

Antes de tomar esta clase
tenía la idea de un pueblo japonés muy sufrido, a
partir de la experiencia de las bombas
atómicas y las consecuencias que aún hoy persisten
social, física
y psicológicamente en la sociedad
japonesa. Heridas que la ocupación no ayudó a
cicatrizar. Esta idea se contraponía con la
invasión japonesa en China, y los
famosos experimentos que
aún son negados.

Creo que estos dos hechos, menos contradictorios de lo
que aparentan a simple vista, son aleccionadores a la hora de
analizar las contradicciones propias de la sociedad japonesa,
alejándonos de posiciones xenófobas y cerradas que
obturen nuestra avidez de comprensión y
estudio.

La distribución del poder y la
figura del Emperador

La figura del emperador es, hoy en día aún
más que en épocas anteriores, un símbolo
–como reza la Constitución– del Estado,
el símbolo del Estado "…y de la unidad del
pueblo, derivando su posición de la voluntad del pueblo en
quien reside el poder soberano". Es decir que no detenta poder
alguno y todo su accionar dentro del marco político
depende de la aprobación de la aprobación del
Gabinete.

El poder soberano es del pueblo y esto se cristaliza en
la elección popular de gobernantes. Como el sistema adoptado
por Japón
es del tipo parlamentario, el órgano legislativo es el que
tiene mayor importancia y poder. Así, la Dieta consta de
dos cámaras; la Cámara de Representantes y la
Cámara de Consejeros.

Como la Dieta es el órgano supremo de gobierno, el
Gabinete y el Primer Ministro responden a ésta. De hecho,
una mayoría de los integrantes del Gabinete debe formar
parte de la Dieta.

Como sistema de balance de poder, la Constitución
prevee la posibilidad de censura por parte de la Cámara de
los Representantes hacia el Gabinete; mientras (y porque)
éste puede disolverla.

Ambas cámaras se diferencian entre sí por
sus funciones. La
Cámara de Representantes legisla en términos de
presupuesto,
ratificación de tratados y
elección del Primer Ministro; esto evidencia una
primacía de la Cámara Baja, que se confirma si
tenemos en cuenta que dicho órgano puede -con una
mayoría de dos tercios- anular a la Cámara
Alta.

El poder
ejecutivo está conformado por el Primer Ministro (que,
como dijimos, es elegido por la Dieta) que integra, junto con el
resto de los ministros de Estado, el Gabinete. El Primer Ministro
es elegido entre los miembros del Gabinete y tiene la
facultad para destituirlos. Su función es
presentar proyectos de
ley ante la
Dieta, a la vez que controla y supervisa el órgano
ejecutivo y notifica a la Dieta de diversos asuntos internos y
externos.

El resto del Gabinete se ocupa de la
administración de leyes y de la
función pública; de la elaboración del
presupuesto; y también de la gestión
de relación con el exterior.

Japón establece en su Constitución el
carácter descentralizado de su administración, por lo que cada
región es autónoma y posee sus propios sistemas de
representación basados en el sufragio
universal.

Relaciones exteriores

Al ser un país de escasos recursos
naturales, Japón siempre ha dependido en cierta forma
del exterior. Debido a esto ha desarrollado, para mantener su
idiosincrasia, una gran capacidad de adaptación y adopción a
modelos,
sistemas e instituciones
extranjeras sin por ello abandonar sus tradiciones y costumbres.
"El cuerpo, es decir, el esqueleto externo de la sociedad, en
principio se refería tan sólo a la
organización y las innovaciones técnicas.
Estas se veían como benéficas y esenciales al
progreso material (…) El alma
tendría su refugio asegurado en lo recóndito de la
naturaleza
japonesa, y permanecería ilesa, intacta ante la
degradación material"

Es así como Japón descubrió la
forma de aggiornar su ‘cuerpo’ sin por eso vender su
‘alma’.

Esto decantó en un nacionalismo
que conoció sus momentos más duros durante la
guerra del
Pacífico y fue moderándose en la renovación
Meiji.

Entre el 1600 y 1857 el país insular
permaneció aislado, pero esto debió modificarse y,
debido a problemas
internos en 1853 se comienza a dar una apertura hacia el
exterior. Así, la renovación Meiji aparece como
producto de
transformaciones internas y externas. La fase de
transformación política comienza con
un proceso de
estudio por diferentes países inaugurado por la misión
Iwakura (1872-1873) que recorre todo el mundo para estudiar las
diferentes formas de
gobierno. Se concluye que Japón debe ser
próspero, fuerte tanto militar como económicamente,
a tono con el orden internacional; y se adopta el modelo
alemán de gobierno.

Conclusiones

Esta obsesión por la información es algo que permanece a lo
largo del tiempo y es la
clave que ilustra de mejor manera la historia económica de
Japón comienza con la renovación Meiji un proceso
que aún no ha finalizado. Una de las ideas fuerza de este
proceso tiene que ver con la mentalidad japonesa su organización social; es decir, la percepción
de la realidad en términos de castas, de lugares que deben
ser ocupados según mérito. Es a la luz de esta
cosmovisión que Japón se ha esforzado, y sigue
haciéndolo, en merecer un lugar central en el orden
internacional.

 

Carolina Bracco

Partes: 1, 2
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