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Presupuesto Participativo (Buenos Aires – Argentina) (página 2)




Enviado por Gabriel Diner



Partes: 1, 2

Perspectivas teóricas de la
participación

Participación y
ciudadanía

Las perspectivas teóricas que plantea la
participación a través de la experiencia del PP son
sumamente alentadoras. La ampliación de la democracia
representativa, donde el ciudadano es objeto de la política, hacia una
democracia participativa, en la cual el ciudadano se convierte en
sujeto activo de la política, implica una profunda
resignificación del rol del Estado y del
ciudadano, y sobre todo de la relación entre
ambos.

En oposición al ciudadano apático,
desencantado de la política y de las instituciones
representativas, desinformado, individualista, objeto pasivo de
la política, en definitiva, del tipo de ciudadano alentado
por (y funcional a) la perspectiva neoliberal, la
participación fomenta una ciudadanía de mejor calidad, que
exige del sujeto un rol activo y solidario, generando conciencia sobre
su entorno y sus posibilidades reales de transformación y,
más importante aún, brindando la posibilidad al
ciudadano de tener un acceso más democrático a la
información.

Este es un punto crucial. En un contexto en el que se
registra una marcada concentración de los medios de
comunicación, donde las decisiones informativas son,
en la inmensa mayoría de los casos, coherentes con el
modelo de
acumulación hegemónico durante las últimas
décadas, la manipulación de la opinión
pública por parte de estos conglomerados contribuye a
disminuir aún más la calidad de las democracias
latinoamericanas.

El PP es un elemento que promueve y estimula la
creación de una opinión pública
independiente. La participación a través del PP
genera un espacio público no estatal que limita las
estructuras
clientelistas y permite el control del
Estado por parte del ciudadano, cuya participación ya no
se limita al voto cada cuatro años, sino que se realiza
continuamente.

La participación contribuye también a
rearticular el tejido social, desintegrado luego de varias
décadas de exclusión neoliberal, mediante la
confluencia de los ciudadanos en un espacio de debate y
discusión, generando nuevos y novedosos lazos sociales
entre ellos.

Participación y Estado

Hasta aquí hemos prestado particular atención al papel ciudadano en la
participación, sin embargo nuestro análisis sería estéril si no
tuviésemos en cuenta cuál debería ser el rol
del Estado en este proceso.

En este sentido, la promoción es el concepto central
a tener en cuenta. El Estado debe
incentivar a la participación. Ningún proyecto de
socialización de poder por
parte del Estado puede llegar a buen puerto sin una
participación activa por parte del mismo. Esto significa
que el Estado debe asumir un compromiso serio de
delegación decisoria, lo cual no significa que deba
dirigir el proceso participativo, sino coordinarlo y darle
sentido.

Por otra parte, corresponde al Estado la tarea de
descentralizar, de efectivamente ceder poder de decisión y
en este sentido existen dos caminos de descentralización que se corresponden con
dos ideologías claramente diferenciadas. El primer camino
consiste en delegar en instancias administrativas de menor
jerarquía. El segundo camino, hasta ahora poco transitado,
consiste en descentralizar el poder, no en instituciones
estatales inferiores, sino en la misma sociedad, es
decir socializar el poder. Por lo general son la izquierda y el
progresismo quienes suelen llevar a cabo este tipo de proyectos,
correspondiéndose con una visión
socialdemócrata.

Ciudadanía y Estado

El PP implica compromisos tanto por parte del ciudadano
como por parte del Estado. Por parte del ciudadano, porque se
requiere de él una fuerte voluntad de participar
seriamente en la elaboración de las prioridades del
presupuesto. Por
parte del Estado, porque es éste el que en definitiva
ejecuta las decisiones emanadas de la ciudadanía a
través del PP. La relación entre ambos es
simbiótica. Lo novedoso en esta nueva forma de
relación es el control directo del ciudadano en la
ejecución de sus mandatos.

De esta manera se democratiza la relación entre
el ciudadano común y el Estado resignificando lo que se
entiende habitualmente como "cosa pública", no ya
entendida como un área de influencia exclusivamente
estatal, sino como un lugar de encuentro entre ambos en donde el
poder de decisión está en manos del ciudadano. El
PP es una apuesta fuerte a la horizontalidad que trunca la
lógica
verticalista de la perspectiva neoliberal.

Posibilidades prácticas de la
participación

La experiencia de Porto Alegre

La aplicación del Presupuesto Participativo en
Porto Alegre, en el año 1989, responde a un proyecto de
partido de larga data, a saber, la promesa del Partido de los
Trabajadores (en adelante PT) de llevarlo a cabo en cuanto
llegasen al poder y con la clara intención de aprovechar
todas sus potencialidades.

Está claro que surgieron dificultades en la
aplicación del PP, sería ingenuo esperar que llevar
adelante una experiencia novedosa por primera vez sea un camino
fácil. Pero el PT tenía (y tiene) un profundo
compromiso con este proyecto que ha hecho que a pesar de las
dificultades no lo descartara y saldara cuestiones de fondo, como
la coherencia ideológica, que lo han puesto en una
posición ventajosa para llevar a cabo exitosamente esta
propuesta. Cabe preguntarse que sucederá con el PP en
Porto Alegre luego de que el PT ha perdido este histórico
municipio en las elecciones de 2004, sin embargo especular sobre
ello no es la intención de este trabajo.

La experiencia de Buenos Aires

Antes de analizar la corta experiencia que tiene el PP
en la Ciudad de Buenos Aires es
preciso echar una mirada hacia 1996, año en que se
reunió la Convención Constituyente. La Constitución de la Ciudad fue el resultado
de un equilibro de poder entre la UCR y el Frepaso tendiente al
progresismo, lo cual dio como resultado la moderna
Constitución de la que dispone hoy nuestra
Ciudad.

En su artículo 52° establece el carácter participativo de todo el
presupuesto, a la vez que difiere al legislador la tarea de
"fijar los procedimientos de
consulta sobre las prioridades de asignación de recursos".

Durante años, desde la sanción de la
Constitución el artículo 52º no se tuvo en
cuenta por diversos motivos; la alianza progresista dio, de la
mano del luego presidente Fernando de la Rúa, un giro a la
derecha y ello generó que de la alianza progresista que
redactó la Constitución sólo uno de los
convencionales llegara a ser miembro de la legislatura.
Desde entonces no hubo voluntad política de poner en
marcha el PP porque jamas fue bandera enarbolada por partido
alguno, ni por el progresismo porteño ni mucho menos por
la UCR más conservadora. No había ninguna
razón política inmediata para llevar adelante este
proyecto y de hecho nada se hizo, demostrando la pobre calidad de
nuestra clase
política.

Los Ejecutivos que desfilaron por la gobernación
se sumieron en la desidia, al menos en lo que respecta al PP, y a
pesar de las ¨buenas¨ intenciones de los legisladores
socialistas como Roy Cortina, el Legislativo aún no ha
podido sancionar ninguna ley que lo
reglamente. En otras palabras, el gobierno nunca ha
estado dispuesto a perder el control de la ejecución del
presupuesto.

La puesta en marcha de este mecanismo en la Ciudad de
Buenos Aires, tuvo lugar en un momento de fuerte
deslegitimación del sistema
político y de las instituciones representativas.
Después de la crisis de
diciembre de 2001, el Ejecutivo se vio obligado a revivir la
letra muerta de la Constitución impelido por la urgencia
que planteaba dicha crisis. Sin embargo el Gobierno no
aprovechó esta oportunidad para saldar la deuda con la
ciudadanía por la baja calidad de la representación
y, más en general, de la democracia.

Tampoco era de esperarse que lo hiciera, en realidad es
una manifestación de la perversa coherencia que han venido
mostrando los sucesivos gobiernos durante los últimos
años en lo que se refiere a participación ciudadana.

Sin embargo, no toda la responsabilidad del estado actual de la
cuestión recae en el Gobierno. La importancia asignada por
los medios de
comunicación al PP ha sido
prácticamente nula. La deuda que las autoridades mantienen
con respecto al PP no ha sido nunca un tema en la agenda
mediática. De la misma manera, también es cierto
que existen funcionarios que se esfuerzan genuinamente en
concretar esta experiencia, pero que no cuentan con el apoyo
político necesario para llevarlo a cabo ni con los
recursos que dicho apoyo implicaría.

Durante el transcurso de 2004 han participado
efectivamente de la experiencia participativa que brinda el PP
alrededor de 5000 personas durante los plenarios de cierre de las
asambleas barriales refrendando, a través del voto, las
prioridades seleccionadas en instancias anteriores. Si se tiene
en cuenta la escasa promoción del Estado, podríamos
decir que la experiencia, en términos de
participación, ha sido todo un éxito.
Sin embargo, en términos absolutos el nivel de
participación ha sido realmente muy bajo. En cuanto a la
cantidad de dinero
comprometido, a ser ejecutado en 2005, se han asignado 16
millones de pesos. Esta cantidad es claramente insuficiente y
creemos que puede frustrar las expectativas de los ciudadanos con
intención de participar en las asambleas.

A modo de advertencia, debe destacarse que las asambleas
han sido penetradas por partidos
políticos, más concretamente por dirigentes que
buscan relegitimarse a través de los cargos que pone el PP
a disposición de la ciudadanía. Esto disminuye la
calidad del debate y puede limitar las posibilidades que plantea
el PP en términos de ampliación de la
ciudadanía.

A
modo de conclusión

Actualmente sólo alrededor del 0,004% del
presupuesto de la Ciudad es participativo. Hay 8 proyectos de ley
sobre PP actualmente en discusión en la Comisión de
Descentralización y Participación de la
Legislatura, pero aún no hay ninguna ley sancionada. Como
el artículo 52º de la Constitución de nuestra
Ciudad establece el carácter participativo de todo el
presupuesto, podemos concluir tristemente que desde su
sanción hasta la fecha dicho artículo ha sido letra
muerta. Nosotros atribuimos eso a la falta de voluntad
política y a la desidia de nuestros representantes, que no
han sabido, ni querido aprovechar la herramienta que nuestra
Constitución les brinda (aunque la experiencia
brasileña nos muestra que no es
necesario que el PP tenga rango constitucional).

Siendo el rol del Estado fundamental a la hora de dar
forma al PP, las perspectivas de realización del mismo en
la Ciudad de Buenos Aires son sombrías en tanto y en
cuanto no cambie la actitud de
quienes actualmente ocupan cargos representativos, léase
Jefe de Gobierno y Legisladores.

Creemos que el aumento de la proporción del
presupuesto participativo es una asignatura pendiente que no debe
resolverse asignando las migajas del extraordinario
superávit fiscal para el
2005, sino planteando seriamente en la agenda política la
cuestión de obedecer lo establecido en la
Constitución en cuanto a que todo el presupuesto debe ser
participativo y, más en general, replantear el rol del
Estado para que esta experiencia participativa tenga
éxito.

 

Matias Fernández –

Partes: 1, 2
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