Psicología y Martirio I. El testimonio de fe del s. I – IV d. J.C. en el Imperio Romano
- Resumen
- El
enfoque teológico de Josef Weismayer - La
visión cristiana del dolor y el
sufrimiento - La
Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento - La
Iglesia Primitiva (s. I – IV d. J.C.) - Conclusión
- Documentación
- Notas
y Textos
Un estudio basado en la XXIX Videoconferencia Teológica
Internacional, que tiene por tema: "El martirio y los nuevos
mártires". Prefectura de la Congregación para el
Clero – S. Em. Revma. Cardenal Darío Castrillón
Hoyos (Ciudad del Vaticano, 28 mayo 2004): Roma: Jean Galot,
Bruno Forte, Antonio Miralles y Paolo Scarafoni; Manila:
José Vidamor Yu; Taiwán: Louis Aldrich;
Johannesburgo: Graham Rose; Bogotá: Prof. Silvio Cajiao;
Sydney: Julian Porteous; Moscú: Ivan
Kowalewsky,…
La dirección de este trabajo de
docencia e
investigación a cargo del sacerdote y
escritor español
Padre Jesuita Jorge Loring, S.I. con la colaboración
especial del Presidente de la sección de
Suicidología de la Asociación Cubana de
Psiquiatría, el Prof. y Dr. Sergio Andrés
Pérez Barrero, fundador de la sección de
Suicidología de la Asociación Mundial de
Psiquiatría (AMP).
Resumen
Con el empeño por defender la dignidad de
los mártires de la Iglesia, se ha
llevado a cabo una investigación que pretende desarrollar
en su total amplitud un ensayo
sobre apología del martirio cristiano, a tenor de las
objeciones planteadas en el campo de la Psiquiatría, que
consideran el martirio un suicidio
crónico.
El objetivo del
trabajo es entrar en confrontación con el pensamiento de
Karl Menninger y su ensayo
¨El hombre
contra si mismo¨, reforzando nuestro razonamiento con
planteamientos católicos. Por esta razón,
proponemos un estudio basado en la visión cristiana del
dolor y el sufrimiento, en base al estudioso teólogo
austríaco, Josef Weismayer.
Un ensayo sobre apología del martirio con certeza
nuestra tesis,
constata la deuda de gratitud hacia la Iglesia primitiva de los
primeros siglos del cristianismo
(del I al IV d. J.C) en base al enfoque en origen del significado
etimológico del término martirio:
¨testimonio¨ y mártir:
¨testigo¨.
Psicología del Martirio: una
apología de los mártires cristianos; debe
considerar el valor
trascendente del testimonio de fe a la luz del Evangelio
como semilla de cristianos, y las actas martiriales en su
verdadera dimensión por transcripción literal de
los hechos históricos acaecidos que fueron
extraídos de los archivos
documentales de diversas fuentes
bibliográficas por el historiador Daniel Rops (su nombre
original Jules Charles Henri Petiot).
Dedicatoria.
A María, Reina de los Mártires.
En la noche del 26 de marzo de 1996, siete monjes de la
abadía trapense de Tibhirine en Argelia fueron raptados.
Durante dos meses nada se supo de ellos. El 21 de mayo, un
comunicado sobrecogedor de los fundamentalistas islámicos
anunciaba: "Les hemos cortado las gargantas a los monjes". El
día 30 del mismo mes, fueron hallados los
cadáveres. Se trataba de una muerte
anunciada, que estos monjes habían podido preveer en la
fe. Lo atestigua el testamento espiritual de su prior, Padre
Christian M. de Chergé, Prior del monasterio de
Nôtre-Dame del Atlas en Tibhirine, Argelia: Argel, 1°
de diciembre de 1993 – Tibhirine, 1° de enero de
1994.
Presentación
El término "mártir" tiene su raíz
en el término griego martus que significa "testigo". La
palabra ‘mártir’ ha sufrido un cambio en su
significado en las últimas décadas. Muy a menudo en
los medios de
comunicación se asocia el término con el uso
del cuerpo humano
como arma como por ejemplo con explosivos pegados al cuerpo o
mediante algún vehículo dirigido hacia un punto
concreto para
que explote. Esto lo lleva a cabo la persona en un
acto de libertad y a
veces también en el nombre de Dios; pero esta libertad no
está en conexión con la Verdad, porque la dignidad
humana a imagen y
semejanza de Dios está amenazada atrozmente.
Los testigos como nos dice el Concilio Vaticano II en la
Constitución Lumen gentium (núm. 42)
dentro del capítulo quinto correspondiente a la
vocación universal a la santidad dentro de la Iglesia
tienen como fundamento la caridad del mismo Señor
Jesús. El Vaticano II en su Constitución Gaudium et
spes (núm. 21) dentro del marco del capítulo
primero sobre la dignidad de la persona humana nos dice:
"Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio de
esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda la
vida incluso la profana, de los creyentes, e impulsándolos
a la justicia y
el amor, sobre
todo respecto al necesitado." Gaudium et Spes ha sentado las
bases de la única antropología auténtica en
Jesucristo: "En realidad, el misterio del hombre
sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado"
(núm. 22). El martirio es epifanía de una
existencia libre, en comunión con Dios y con los hombres
(núm. 24), es decir, "entregarse totalmente al servicio de
Dios y al ministerio pastoral y a identificarse con Cristo
crucificado" (Optatam totius, 9).
En la década de los años sesenta, con
ocasión de la canonización de los mártires
de Uganda, el Papa Pablo VI recordaba la "lista de valerosos
hombres y mujeres que dieron sus vidas por la fe", testimonio de
mártires que se centra en los consejos evangélicos
de castidad, pobreza y
obediencia que dan testimonio de la unidad de los cristianos para
superar las divisiones raciales y tribales que aterrorizan al
continente. Hace casi treinta años el Papa Pablo VI
indicó que una de las características de nuestra
época era que "el hombre contemporáneo escucha
más a los que dan testimonio".
Este don de fe nos dice S.S. Juan Pablo II conlleva
dificultades, procesos,
retos y toda clase de
problemas
hallados en los sacrificios cumplidos por los mártires. La
sangre de los
mártires enseñó a los pueblos el valor de
"la santidad de la vida y la prontitud de ofrecer su propia vida
por el Evangelio". (Ecclesia in Asia, 9). El
llamamiento para convertirse en "mártir" o "testigo" no es
solamente un don de Dios, sino un don a la Iglesia". "La fe en
Jesús es un don que tiene que ser compartido; es el don
más grande que la Iglesia pueda ofrecer". (EA, 10). La
Iglesia está del lado de los pobres, o sea: emigrantes,
pueblos y tribus indigenas,
mujeres y niños y
todos los quienes están siendo explotados. (EA, 34). Juan
Pablo II espera que "una muchedumbre de mártires nunca
cese de enseñar a la Iglesia el sentido de ser testigo…"
(EA, 49).
S.S. Juan Pablo II en su exhortación apostólica
Ecclesia in America (núm. 15) nos está haciendo la
recomendación de recordar que ante todo el anuncio de
Jesucristo es martirial.
Como dice el prefacio de los santos mártires:
"Han atestiguado con su sangre tus prodigios", en su muerte
testimonial, el mártir se identifica con
Cristo.
"La Iglesia del primer milenio nació de la sangre
de los mártires – afirma el Papa en la Carta
apóstolica "Tertio millennio adveniente". Al finalizar el
segundo milenio, la Iglesia se convirtió nuevamente en la
Iglesia de los mártires", heraldos valerosos del
Evangelio, servidores
silenciosos del Reino, "a menudo desconocidos – como escribe el
Santo Padre – casi militi ignoti de la gran causa de Dios"
(núm. 37). Juan Pablo II nos recuerda que la sangre de los
mártires no es un fenómeno exclusivo de la Iglesia
primitiva.
En Veritatis Splendor el Papa subraya que "a
través de la vida moral la fe
llega a ser confesión, no sólo ante Dios, sino
también ante los hombres: se convierte en testimonio" y
que "en virtud de la adoración a Dios les hace ser
libres", esta relación de la verdad con la
adoración de Dios se manifiesta en Jesucristo como la
raíz más profunda de la libertad (núm. 86).
"El testimonio de Cristo es la fuente, modelo y medio
para el testimonio de sus discípulos, que están
llamados a caminar por el mismo camino" (núm. 89). En el
cap. 92 de Veritatis Splendor se describen los tres servicios
fundamentales que los mártires hacen a su tiempo.
Primero, "En el martirio, confirma la inviolabilidad del
orden moral, y dignidad personal del
hombre querida por la ley de Dios".
Segundo, "El martirio de la víctima demuestra como falso
todo significado humano que pretendiese justificar el acto en
sí mismo moralmente malo del victimario". Tercero, "el
martirio es un signo preclaro de la santidad de la
Iglesia".
S.S. Juan Pablo II en el año del Gran Jubileo, el
tercer domingo de Pascua, 7 de mayo de 2000, y los líderes
cristianos y representantes de otras comunidades cristianas
oraron juntos en el sitio donde dieron testimonio los primeros
mártires, el Coliseo de Roma para conmemorar el testimonio
de fe en el siglo XX, y decía en su discurso:
"Permanezca viva, en el siglo y el milenio que acaban de
comenzar, la memoria de
estos nuestros hermanos y hermanas. Es más, ¡que
crezca! ¡Que se transmita de generación en
generación, para que de ella brote una profunda
renovación cristiana!" (Insegnamenti, 23/1, 776). El
ecumenismo de los mártires y de los testigos de la fe es
el más convincente; él nos indica el camino de la
unidad de los cristianos del siglo XXI" (Homilía del
7.5.2000, núm. 5).
La Iglesia da testimonio de vida según la
exhortación del Rito de Ordenación sacerdotal: "Da
cuenta de lo que harás, imita lo que celebras, confirma
con tu vida el misterio de la Cruz de Cristo, el Señor".
El presbítero tiene prioridad en el sentido de que "debe
ser el primero en dar su vida por las ovejas, el primero en el
sacrificio y la dedicación" (Juan Pablo II,
¡Alzatevi, Andiamo!, núm. 41- 2004).
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