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Visión crítica de las teorías postracionalistas de la educación (página 2)



Partes: 1, 2

2- Críticas al modelo
racionalista de la educación

Las teorías
postracionalistas cuestionan las rigideces y estrecheces del
pensamiento
racional. Consideran que el modelo racionalista de la educación no toma
en cuenta aquellas capacidades del intelecto humano que escapan
de los límites de
la lógica
formal, tales como: la emocional, la intuitiva o la creativa. El
procedimiento
racionalista se limita a pasar de lo concreto a lo
abstracto, de lo singular a lo general, sin tomar en cuenta la
vida en su complejidad, la vida polisémica y plural que no
se acomoda a las ideas generales y otras abstracciones
estrechamente definidas. Tal como lo señala un
representante de la postmodernidad, Maffesoli (1997):

"En su sentido más simple, el racionalismo
separa lo que considera el bien o el mal, lo verdadero de lo
falso, y olvida al mismo tiempo que la
existencia es una constante participación mística,
una correspondencia sin fin, en la que lo interior y lo exterior,
lo visible y lo invisible, lo material y lo inmaterial

entran a formar parte de una totalidad (..) El racionalismo
olvida que, sí existe una ley, ésta
es la
coincidentia oppositorum, que hace que cosas, seres
y fenómenos completamente opuestos puedan unirse. Al
ignorar esto, el racionalismo se esfuerza por sofocar y excluir
fragmentos enteros de la vida"
(Maffesoli, 1997:
36).

Los postracionalistas también cuestionan la
manía clasificatoria, encasilladora y etiquetadora del
racionalismo, que da preferencias a las leyes generales,
dominantes y separadas, a los conceptos estrictos y cerrados,
todo lo cual lo convierte en un sistema de
pensamiento
totalmente desconectado de las fuerzas vivas de la sociedad, de
la inventividad intelectual, de la originalidad y, en fin, de la
creación bajo todos sus aspectos.

Otro autor, Capra (1996) logra captar la esencia y las
contradicciones del racionalismo occidental asociándolo
con la tradición oriental del yin (pensamiento
intuitivo)
y el yang (pensamiento
racional):

"El conocimiento
intuitivo y el
conocimiento racional son dos aspectos complementarios de la
mente humana. El pensamiento racional es lineal, fijo y
analítico. Pertenece a la esfera del intelecto, cuya
función
es diferenciar, medir y catalogar, y por ello tiende a ser
fragmentado. El conocimiento intuitivo, por otra parte se basa en
la experiencia directa y no intelectual de la realidad que surge
durante un estado
expansivo de la conciencia,
tiende a ser sintetizante y holístico"
(Capra, 1996:
41).

Capra señala que nuestra sociedad siempre ha
favorecido al modelo racional, restándole importancia al
modelo intuitivo. Esta preferencia, respaldada por el sistema
patriarcal y reforzado por el predominio de la cultura
sensata durante los últimos tres siglos, ha conducido a un
profundo desequilibrio cultural que se halla en la base misma de
nuestra crisis actual
y que se expresa en el desequilibrio entre el pensamiento y el
sentimiento, entre los valores y
el comportamiento
y entre las estructuras
sociales y la política.

Capra brinda una lista de las asociaciones entre los dos
tipos de pensamiento:


Cuadro 1

3- El
nuevo paradigma
educativo

En la segunda mitad del siglo XX comienzan las
nuevas visiones del pensamiento y una concepción diferente
del proceso
enseñanza aprendizaje. La
revolución
la inicia la Gestalt y es
continuada por autores como Rogers (1995). La Gestalt propone una
visión holística y positiva del ser humano, que se
enriquecerá con los valiosos aportes de la "Frizgestalt",
basada en las teorías y la psicoterapia
de F. Perls. Rogers, por su parte, denunciará la vulgar
transferencia del conocimiento en las aulas, la ausencia de
democracia y
la concepción pasiva que se tiene de los estudiantes.
Junto con otras teorías afines, se comienza a configurar
el llamado paradigma humanista de la educación, cuyo
fundamento es la concepción integral del ser humano,
así como de la inteligencia
en sus múltiples dimensiones.

A fines de la década del setenta el nuevo
paradigma se fortalece y se emprende una crítica
más agresiva al modelo racionalista, nutriéndose de
lo que hoy se conoce como las teorías postracionalistas y
postmodernas de la educación, tales como: el constructivismo,
las neurociencias, la inteligencia
emocional, entre otras.

La justa crítica al modelo racionalista
desembocará en una suerte de raciovitalismo, tal
como lo expresa Maffesoli (1997):

"El afecto, lo emocional, lo afectivo, pertenecientes
todos al orden de la pasión, ya no están separados
en un dominio aparte,
ya no son únicamente explicables a partir de
categorías psicológicas, sino que van a convertirse
en palancas metodológicas útiles para la
reflexión epistemológica, y son completamente
operatorias para explicar los múltiples fenómenos
sociales que, sin ello, continuarían siendo totalmente
incomprensibles"
(Maffesoli, 1997: 68)

La ruptura con el racionalismo se establece
también en el método de
análisis; mientras el racionalismo "juzga"
y "etiqueta", el nuevo paradigma pretende comprender los
fenómenos, las acciones y las
representaciones humanas por lo que son, y no en función
de lo que deberían ser. Esto significa que no hay una
verdad única, general, aplicable en todas partes y en
todos los tiempos, sino más bien una multiplicidad de
valores que se
relativizan unos a otros, se complementan, se matizan y se
enfrentan. Esto es lo que Maffesoli denomina "pensamiento
integrativo" y "razón sensible", capaces de asumir lo
mejor del análisis moderno y lo que resulta pertinente del
pensamiento analógico.

Paralelamente a la crítica y al cuestionamiento
de las bases del racionalismo, el nuevo paradigma establece la
pugna entre el individuo y el
sujeto, tendiendo a relegar al sujeto y reivindicando al
individuo. Es importante señalar que la idea del fin del
sujeto es una constante en toda la tradición postmoderna;
es así como lo expresa uno de sus mejores exponentes,
Vattimo (1990):

"La sociedad ya no tiene unidad, de manera que
ningún personaje, ninguna categoría social,
ningún discurso posee
el monopolio del
sentido"
(Vattimo, 1990: 36).

Otro autor, Guilles Lipovetsky, (1990) considerado una
autoridad del
pensamiento postmoderno, llama la atención acerca de la importancia del
individuo:

"Los líderes intelectuales
se extinguen, se eclipsa la autoridad de los maestros y estos
dejan de ser los modelos
preponderantes, en su lugar proliferan las influencias
microscópicas y tiene lugar una
superindividualización de los seres"
(Lipovetsky,
1990: 311).

En otra obra, Lipovetsky (1998), señala que todas
las esferas de la sociedad avanzan hacia un proceso de
"personalización multifome".

Los postracionalistas prácticamente declaran
la muerte del
sujeto al poseer una visión inmediatista y reduccionista
del hombre. Este
pensamiento esta presente en muchos de los autores de la
corriente, por ejemplo, así define Maturana (2000) a los
seres humanos:

"Los seres humanos somos animales
amorosos. El amor es una
cosa muy simple, cotidiana, no es una virtud, es una
condición relacional en la cual vivimos, que funda lo
social y que es central en la vida humana. El conducirnos unos
con otros en términos tales que el otro surge como
legítimo otro en convivencia con uno, eso es el amor"

(Maturana, 2000:30).

En suma, sin pretender desconocer las justas
críticas que se le hicieron al modelo racionalista desde
la segunda mitad del siglo XX y que fueron reforzadas por las
corrientes postmodernas, el nuevo paradigma deja sin resolver
grandes dilemas, entre ellos: el equilibrio de
lo racional y lo irracional en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, y en particular, la álgida
relación entre individuo, sujeto y
subjetividad.

A continuación se puede observar la
oposición de los dos paradigmas:

Cuadro 2

4- Los límites del paradigma
postracionalista

Lo que ocurrió con la tradición
gestáltica y las escuelas psicologistas que inauguraron el
paradigma humanista de la educación en los últimos
años, ha sido un tanto desalentador; los desarrollos que
de ellas se hicieron han culminado en la crisis del pensamiento
original de estas teorías. El desenlace ha llevado a un
exceso de teoría
especulativa volcada a la transpersonalidad, la mística,
la religiosidad, el chamanismo, con el énfasis en las
filosofías irracionales "underground", psicodelias,
iluminismos, éxtasis y lógicas francamente
narcisistas. Es así como se puede resumir lo que
caracteriza buena parte de las visiones antimodernas y
antiracionalistas.

Otras disciplinas han sido víctimas de la
especulación, como el caso de las neurociencias, que se
han convertido en una suerte de "tendencia mentalista", bajo el
lema "lo único que importa es la mente"; no mejor suerte
ha tenido el constructivismo radical, el cual supone un retorno a
las teorías neokantianas de principios de
siglo XX. Así mismo, es altamente cuestionable el efecto
abiertamente domesticador de algunas teorías, como la del
compromiso que pretende establecer Goleman (1995), entre el
modelo educativo y el mercado, al
promover la "implicación emocional" del trabajador con el
capital. Por
otro lado, todas estas corrientes han estado acompañadas
de una inmensa "literatura de masas" que se
ha popularizado y ha invadido los centros de enseñanza en
todos los niveles.

Según G. Baremblitt (1997), se calcula entre 250
y 500 el número de estas corrientes consideradas
terapéuticas, humanistas y "educativas", algunas de ellas
son bastante conocidas, como por ejemplo: "Potencial Humano",
"Bioenergética", "Terapias Guestálticas",
"Psicologías Transpersonales y Holísticas",
"Hipnosis", "Neurolingüistica", "Sistemas de
Relajación", a las que pueden sumarse una gama muy amplia
de planteos orientalistas o místico-religiosos presentados
como psicoterapéuticos o de encuentro con dimensiones
valiosas de la
personalidad, y también "ciertas
‘tecnologías’ tales como las terapias por
Cristales, por Colores, por
‘Biorresonancia’, por ‘Pirámides’,
‘Florales’, etc.

El resultado de todo esto es un reforzamiento del
individualismo y la generación de una subjetividad
extremadamente adaptativa y conservadora. Tal como lo expresa
Béjar (1989):

"El psicologismo contemporáneo, afín al
individualismo utilitario occidental, genera una sociedad
vulnerable: sus ciudadanos aceptan, conformistas, un proceso de
privatización que les hace cada vez
más dependientes entre sí. Se crea así una
ideología intimista que limita la
experiencia al universo de la
intersubjetividad"
(Béjar, 1989: 12).

Paralelamente al individualismo se gesta una cultura del
yo y una concepción personalizada y narcisista del
éxito,
que reduce la capacidad crítica del individuo,
privilegiando en su lugar la capacidad adaptativa y un "yo
claustrofóbico". Mediante las llamadas técnicas
de autocontrol y otras estrategias se
busca la anulación del papel social del individuo y una
desmedulación del sujeto histórico.

Esta anulación del sujeto no conduce a otra cosa
que a la autocomplacencia con los nuevos tiempos y con las
condiciones materiales de
vida, el cese de la participación en la vida
pública y el abandono del deber social, dejándose
los problemas
sociales a su propia suerte y fomentándose un encierro
acrítico y exclusivo en la esfera privada. Baremblitt
señala que:

"Estas corrientes están destinadas a
administrar los efectos de la anormalidad, la vulnerabilidad, el
desvío, la desagregación, la desinserción,
la marginalización, la clandestinidad, la reclusión
y hasta la eliminación que el Sistema dominante induce a
contingentes cada vez mayores de la población mundial… generalmente
están dirigidas a los objetivos
propios del individualismo, es decir, al desarrollo de
la capacidad competitiva, a la auto-suficiencia, a la
desculpabilización, al auto-control
adaptacionista y exitista.."
( Baremblitt, 1997:
19).

Paralelamente a ello, el divorcio
absoluto que algunas tendencias pretenden del modelo racionalista
conduce a los peligros que alerta Sartori (1998) en una de sus
obras:

"Un hombre que pierde la capacidad de
abstracción es
no ipso, incapaz de racionalidad y
es, por tanto un animal simbólico que ya no tiene
capacidad para sostener y menos aún para alimentar el
mundo construido por el
homo sapiems"
(Sartori,1998:146).

Sartori hace referencia a la sociedad comunicacional en
la que estamos inmersos, a la fuerte irracionalidad que
está presente en ella, o lo que en la tradición
foucaultiana podría entenderse como "la sociedad del
control". En estas sociedades se
corre el peligro de desplazar la cultura escrita y la palabra por
la de la imagen, o en
otras palabras, de lo visible sobre lo inteligible. En el campo
educativo, esto significa la conversión del niño en
un "video
niño" y por tanto, en un adulto sordo de por vida a los
estímulos de la lectura y
del saber transmitido por la cultura escrita.

Frente a tal panorama, se hace necesario deslindar el
paradigma humanista de los excesos de irracionalismo y de
individualismo y regresar a sus bases originales, reconstruyendo
lo social y estableciendo un equilibrio en la relación
individuo, sujeto y subjetividad.

A continuación se puede observar las
subjetividades contradictorias que se generan al oponer el
individuo al sujeto.

Cuadro 3

5-
Hacia un modelo educativo humanista y solidario

En primer lugar, es necesario reivindicar los postulados
iniciales de las teorías
psicológicas holistas y positivas del ser humano, que
lo conciben como dueño de su destino, consciente y
responsable de todas sus potencialidades.

En segundo lugar, resaltar la importancia de la
relación que el hombre
establece con su entorno natural y social, en este sentido vale
destacar un aspecto extremadamente arrinconado por los enfoques
postracionalistas y que consiste precisamente en reivindicar el
papel del individuo como sujeto histórico. En la
noción de sujeto encontramos el ingrediente activista y
transformador, es decir, aquella en la que se desarrolla una
actitud que
busca transformar ese entorno y adecuarlo a las necesidades
humanas. En las sociedades modernas, todo propósito que
apunte a la transformación del entorno exige una conducta de lucha
y esto supone la reivindicación de los colectivos
organizados.

En tercer lugar, restablecer un racionalismo equilibrado
y sin excesos que permita el conocimiento objetivo del
entorno y romper con las conductas de pasividad y
subordinación frente a él. Así mismo
restablecer los valores de la fraternidad y la solidaridad.

Finalmente, junto a la recuperación de la
conciencia racional y crítica se ha de estimular la
capacidad utópica para prefigurar el futuro; esto
significa alentar las propuestas y las alternativas para una
sociedad postcapitalista.

6-
Conclusiones

Las teorías postracionalistas discuten las
rigideces del modelo educativo y su incapacidad para captar
múltiples aspectos de la inteligencia, así como los
diversos aspectos implicados en el proceso de
enseñanza-aprendizaje.

Inicialmente encontraremos la configuración de un
paradigma alternativo al modelo racionalista basado en una
concepción humanista de la educación, que se
inspira y se sustenta en las visiones integradoras
holísticas y positivas del ser humano. Este paradigma
evolucionará hacia posturas de corte antiracional e
individualista que la hacen muy cuestionables en el campo de la
educación. Lo cual hace necesario reivindicar alternativas
diferentes a este paradigma basadas en un racionalismo
equilibrado y en una concepción que sea a la vez humanista
y solidaria.

Finalmente, aunque las críticas y los
cuestionamientos de las teorías postracionalistas al
modelo racionalista resulten acertadas y justas, éstas,
han evolucionado hacia un pensamiento reaccionario,
convirtiéndose en una suerte de "subcultura" que le hace
juego a la
fase actual del capitalismo y
al pensamiento neoliberal. En definitiva, el postracionalismo
termina por promover una cultura individualista y de
automarginación que contribuye eficazmente a la
estabilidad del sistema.

BIBLIOGRAFÍA

BAREMBLITT, Gregorio. (1997) "Por una nueva
clínica para el poliverso 'Psy'", en Saúde
Loucura. A clínica como ela é
, Sao Paulo.
Editora Hucitec.

BÉJAR, Helena. (1989). La cultura del yo.
Madrid.
Alianza editorial.

CAPRA, Fritjof. (1996). El punto crucial. Ciencia,
sociedad y cultura naciente.
Buenos Aires.
Editorial Estaciones.

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LIPOVETSKY, Guilles. (1998). La era del vacío.
Ensayos sobre
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Anagrama.

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efímero. La moda y su destino
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Barcelona. Anagrama.

MAFFESOLI, Michel. (1997). Elogio de la razón
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Buenos Aires. Paidós.

MATURANA, Humberto. (2000). "Apuntes para una biología del amor" en
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Bogotá. Ediciones El
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ROGERS, C. (1995). El camino del ser. Madrid.
Kairos.

SARTORI, Giovanni. (1998). Homo videns. La sociedad
teledirigida.
Madrid. Taurus.

VATTIMO, Gianni. (1990).La sociedad transparente.
Barcelona. Paidós.

 

Leticia Barrios Graziani

Politólogo. Universidad
Central de Venezuela

Profesora del Área de Sociología y Antropología. Universidad José
Antonio Páez

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