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Corrupción y comunicación en México (página 2)



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De la
trascendencia de la política a la
política de los trascendidos

En el afán de buscar escándalos
políticos, muchos medios dan
como notas ciertas los trascendidos. Los políticos y
ciudadanos revisan con especial cuidado los trascendidos para
saber quién aparece y por qué. Aquello es un albur,
puede ser cierta o no la relación del hecho con tu nombre,
pero no escapas de ser señalado. Aunque muchos de estos
trascendidos han resultado ciertos, la difusión de estos
ha generado un clima donde el
rumor impera como una verdad y no como una opinión. Los
ciudadanos han sido despiadados en sus juicios ante estos
trascendidos.

Otro aspecto de ello han sido los escándalos en
los que los propios medios son protagonistas. Aun cuando se
ventilan formalmente las diferencias entre los medios o a su
interior, casi siempre recurrimos a los trascendidos para conocer
un poco más del trasfondo del escándalo. Los medios
en México
pretenden ser vehículos para transparentar la
política, pero en su ejercicio interno son opacos ante la
mirada de los ciudadanos.
El escándalo protagonizado en diciembre de 2001 entre
Canal 40 y TvAzteca es la expresión máxima de la
opacidad en la información. Por un adeudo
económico, TvAzteca demandó al Canal 40 ante
tribunales internacionales. Sin esperar el fallo definitivo,
TvAzteca asumió violentamente el control de Canal
40. Aunque ambas televisoras dieron sus razones en defensa de su
causa, los trascendidos dominaron: se decía que el
presidente había dado su aval un día antes, o que
si a Canal 40 lo respaldaban poderosos
políticos.

Otros han sido los escándalos en medios, como el
caso del noticiero Infored, dirigido por José
Gutiérrez Vivó, y el de mayor audiencia en el
país, en pleito con el Grupo Radio Centro. Sus
disputas se dirimieron en el tribunal internacional de
París, con un fallo favorable a Gutiérrez
Vivó, obligando a GRC a pagar 21 millones de
dólares. Pero dicha empresa
desconoció el laudo sacando del aire el programa, y
apelando después a instancias nacionales.

Quizá el caso de mayor repercusión ha sido
el del diario El Independiente. Su aparición en la escena
de medios causó diversas sospechas sobre el origen de los
recursos y la
trayectoria del dueño Carlos Ahumada. Los rumores
corrieron y los trascendidos inundaban las páginas de
revistas y periódicos. Se le acusaba de tráfico de
influencias con el gobierno de la
Ciudad de México, recursos de procedencia dudosa y de
una red de
corrupción
a todos los niveles. A pesar de tales acusaciones, Ahumada
logró reunir un equipo editorial con periodistas de
prestigio y experimentados. Pero los trascendidos se convirtieron
en certezas y llevó a un escándalo en el que
aparecieron videos en los que se observa a Ahumada entregando
cuantiosos recursos. El escándalo cundió, el
director del diario renunció desde su programa de radio.
El resto del equipo editorial intentó negociar con Ahumada
para asumir el control del diario. Al final, la mayoría
abandonó al diario a su suerte.

La moral en los
medios, el video-escándalo
político

Los medios dejaron de ser la arena de los asuntos
públicos, intermediarios entre la sociedad civil y
política

Corolario de este ensayo son los
videos del escándalo, la corrupción gráfica. Según
Barthes, una imagen no dice
más que mil palabras, es ella en principio una
denotación, la literalidad de lo que es observable. Existe
otra dimensión que es la connotación, lo no
observable pero que orienta la imagen hacia una intención.
La connotación, es decir las intenciones, es un campo
minado, abierto a múltiples interpretaciones, donde cada
uno da su versión. Aun cuando la imagen de
corrupción es contundente, los involucrados aducen que no
es lo que se ve, que el video está editado, entre otras
cosas. Pero la sociedad lo
vuelve todo-imagen, hace de los personajes, ferozmente, un
objeto, un clasificado para todo tipo de corrupción.
Varios son los videos. Un primer video difundido en cadena
nacional por Televisa el 23 de febrero, muestra al
senador Jorge Emilio González Martínez, dirigente
del Partido Verde Ecologista de México, junto con un
empresario en
un diálogo en
el que se solicita la mediación del dirigente para
agilizar trámites en Cancún, municipio gobernado
por este partido. Se le ofrece dos millones de dólares. El
resultado, la licencia al Senado y el repudio público por
su conducta, aun
cuando justifica que su aparición obedece a una
intención de desenmascarar a los corruptos.

Mas, son los videos que involucran al Gobierno del
Distrito Federal los que trascenderán el ámbito
local para ser un problema de seguridad
nacional. Los primeros días de marzo se difunde un video
en el que el secretario de Finanzas del
Gobierno del DF (la capital del
país) aparece apostando sumas millonarias en el casino del
Hotel Bellagio en Las Vegas.

En otros videos, también difundidos en marzo,
aparecen el ex coordinador parlamentario de la Asamblea del DF,
René Bejarano, y el delegado político en Tlalpan
(una delegación de la Ciudad de México), Carlos
Ímaz, que recibe cuantiosas sumas de dinero para
financiar las campañas electorales de 2003. En ambos casos
aparece Carlos Ahumada, dueño de El Independiente, quien
entrega el dinero y
también el responsable de la filmación.

Los políticos buscan dirimir la
justicia en
tribunales mediáticos antes que dar con la verdad
jurídica

Todos los videos que involucran al gobierno de la ciudad
fueron transmitidos por Televisa. El del secretario de Finanzas
en horario estelar por la noche, los otros dos en un programa
conducido por un personaje llamado Brozo, un payaso metido a
analista político. Lo paradójico de los casos de
Bejarano e Ímaz es su participación previa en
programas que
condenaban la corrupción del secretario de Finanzas.
Aún más, Bejarano asistió a un noticiero
matutino en Televisa para condenar la corrupción. Solo
cruzó de un foro a otro en la misma empresa
para mostrarle la corrupción en donde aparecía
él mismo. Todo se le derrumbó.

Por su parte, Carlos Ímaz supo de la existencia
de un video sobre él. Se adelanto y admitió su
culpa ante las cámaras, quizá esperando desactivar
el impacto de la imagen a través de su dicho. Ímaz
buscó invertir el proceso,
connotar la imagen como un error de su parte para disminuir el
impacto de las escenas denotadas. Para ambos personajes, sus
actos fueron más un error que una acción
corrupta.

La respuesta de Andrés Manuel López
Obrador, jefe de gobierno y el candidato más viable de la
izquierda para ganar las elecciones presidenciales de 2006,
intentó detener el impacto a través de la defensa
moral de sus acciones. Su
juicio se sustentó en la idea del complot de Estado, con
intervención de instituciones
de los Estados Unidos,
para frenar su popularidad. La idea de complot ha resultado hasta
ahora cómoda, vuelve
simple lo complejo y rehuye la responsabilidad de su gobierno. Pero el argumento
moral del jefe de gobierno es hoy más un problema que una
solución. Los valores de
la política no son los de la moral. No
puede aducirse un problema político como la lucha entre
buenos y malos. O como el caso del jefe de gobierno, decirse
portador de la moral y pasar por encima de la ley, por el
simple hecho de ser popular. El veredicto lo dicta la
opinión pública, no los tribunales.

Los medios también construyeron su paradoja, a
través de ellos conocimos los videos de la
corrupción, y son ellos mismos los que volvieron banales
los sucesos. Las agencias de publicidad
difundieron anuncios comerciales que parodiaban las situaciones
para vender colchones, jugos energizantes o lentes. Algunos
programas de comedia los incorporaron a sus parodias. La gravedad
de los hechos se incorporaron al imaginario de así somos
los mexicanos.

El gobierno mexicano ejerce más
un poder
mediático que un poder de facto

Conclusión

A través de los medios, la incipiente democracia
mexicana se ha vuelto más transparente, al precio de
observar el drenaje de la política. Pero esos mismos
medios no pueden suplantar el ejercicio de la autoridad, ni
constituirse en patíbulos públicos. De igual
manera, la transparencia no puede ser solo un ejercicio de la
política sino de los propios medios. La transparencia se
la deben aplicar así mismos. El panóptico
mediático no solo es como nuestros ojos miran hacia fuera,
sino observar cómo observamos, cómo los ojos miran
lo que miran.

 

Felipe Gaytán,

mexicano, candidato a doctor en Ciencias
Sociales por El Colegio de México

Juliana Fragoso

mexicana, periodista

Revista Chasqui
Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América
Latina (CIESPAL)
     

Weblog:

Web:
www.chasqui.comunica.org

Web institucional: www.ciespal.net

Quito
ECUADOR

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