"..Pero yo hago aquí de padre eterno,
bendigo orbi et urbi. ¿Por qué? Porque mi
misión es esa. La misión
mía es la de aglutinar al mayor número posible.
Porque la política tiene esa
técnica: acumular la mayor cantidad de gente proclive o
pensante hacia los objetivos
que se persiguen. Todo el que piense o sienta así debe
estar. Ahora, dentro de eso hay distintas posiciones. A
mí se me presentan todos los días y me dicen:
<<estos son traidores>> […] Tal vez, pero yo no
soy juez, no estoy para darles la razón. Yo estoy para
llevarlos a todos, buenos y malos. Porque si quiero llevar
sólo los buenos me voy a quedar con muy
poquitos"
INTRODUCCIÓN
En este trabajo me
ocuparé de las consecuencias del peronismo
discursivo en los momentos previos a la ruptura entre el líder y
sus "formaciones especiales". Se analizará,
específicamente, la interacción entre Perón y la
izquierda revolucionaria en torno a su
regreso al país.
Lo que hace interesante la exploración de ese
momento son las modificaciones estructurales que sufre la
comunicación entre estos dos actores, cuando
desaparece la situación de exilio. Si antes de 1973, la
distancia favorecía a la ambigüedad, también
permitía la existencia del rol de sujeto mediador.
Lógicamente, esa dinámica se extingue con la llegada de
Perón al país. Si bien en el período
anterior, teóricamente Perón mantenía todo
el poder
concentrado en sí mismo, su ausencia física lo obligaba a
delegar en colaboradores y escribir cartas que
legitimaran a tal o cual dirigente peronista. De manera que
cuando el tan ansiado retorno es inminente, los discursos de
Perón se transforman visiblemente. Como se explica al
comienzo del capítulo, Sigal y Verón distinguen el
término "reconstrucción" como aquel que
mejor describe la retórica del líder en esta etapa.
Evidentemente su discurso
evoluciona en dirección contraria a la de los
jóvenes revolucionarios.
EL RETORNO
A medida que la posición de Lanusse se
debilitaba, Perón alimentaba sus esperanzas de convertirse
en el primer mandatario de los Argentinos. Por ende, debía
seguir ampliando su espectro como movimiento
político.
"La asociación entre la entidad pueblo
y el colectivo trabajadores, típica del
discurso peronista hasta 1955, desaparece prácticamente
en el último período [1973-1974]"
Indudablemente, se altera el calificativo del
destinatario a causa de la ampliación del conjunto
receptor del discurso. La inclusión de la juventud (por
el trasvasamiento generacional) y buena parte de la clase media, a
través de la izquierda revolucionaria y/o izquierda
peronista, obliga a Perón a ampliar el margen por fuera
del colectivo <<trabajadores>>.
Sin embargo, el denominador pueblo no era lo
suficientemente amplio como Perón necesitaba en 1973. En
ese entonces, su misión era la de unir a todos los
argentinos, como una fuerza
sobrenatural, más allá de las ideologías.
Perón llega "del otro extremo del mundo" despojado
de su figura de líder peronista, para representar a toda
la Nación.
Convertido en mito en
detrimento de su condición de ser humano, su labor
radicaba ahora en unificar al pueblo argentino, como lo
había tenido que hacer con el justicialismo, en sus
orígenes. El 26 de junio de 1973, ya instalado en Gaspar
Campos, Perón saludaba:
"el justicialismo, que no ha sido nunca ni sectario
ni excluyente, llama hoy a todos los argentinos, sin
distinción de banderías, para que todos
solidariamente nos pongamos en la perentoria tarea de la
reconstrucción nacional…"
En suma, la presentación de los términos
patria y peronismo como homólogos contribuye
a la ampliación receptiva del discurso peronista. De esa
manera, nadie que hablara en nombre de la patria o que se
considerara parte de ella quedaba excluido del colectivo
peronista. Así las cosas, Perón salvaguardaba su
tan codiciado diálogo
directo con el pueblo argentino.
El 27 de agosto de 1973, Perón se presenta ante
el Congreso de Mujeres del Movimiento Peronista. Su
disertación para la rama femenina se convierte en una
perfecta ocasión de remarcar algunos aspectos de su nueva
etapa:
"…encaminar la vida nacional, un poco salida de
cauce después de 18 años de lucha, de desorden y de
incuria gubernamental.[…]De manera que ese trabajo realizado
con verdadera dedicación y amor, es el
que el país necesita para que todas las familias
argentinas puedan conformar espiritualmente una nación
y aventar lejos de sí las pasiones insanas y la delincuencia
que, desgraciadamente, ha proliferado de una manera pavorosa en
nuestro país…"
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