- Relación amigable con la
Red - Incertidumbre
sobre la capacidad de las facultades - Modelos
de formación
La nueva Era de la Información Digital plantea a los
periodistas grandes retos a los que solo podrán
enfrentarse desde unos cimientos formativos sólidos. Sin
embargo, tal y como apunta Díaz Nosty, las facultades de
periodismo
españolas siguen, en su mayoría, aferradas a unos
planes de estudio un tanto desfasados y escasamente
dinámicos que no atienden a las demandas actuales del
mercado. Recuerda
Javier Sánchez Erauskin que los futuros profesionales de
la
comunicación, llegados a las universidades, se
enfrentan de pronto al reto de unos estudios universitarios
enmarcados en la tradicional cultura del
texto y de la
clase
magistral.
En ese sentido, no extraña que se produzcan
desacoples que agudizan el distanciamiento generacional existente
entre enseñantes y enseñados.
En 1997, el Ministerio de Educación y Cultura
español
dio a conocer un informe sobre la
calidad de la
Universidad, en
el que tomaron parte 46 centros públicos y privados y que
se basaba en una encuesta a
profesores, alumnos y personal de
administración y servicios. En
el citado informe se señalaba ya la escasa
aceptación de la clase magistral, que comportaba una baja
participación del alumno en las clases, que se limitaba a
mantener una actitud
pasiva.
Nos enfrentamos a unos nuevo alumnos con un perfil
marcadamente audiovisual, que nos debe llevar a cuestionar un
tipo de enseñanza
universitaria, claramente, basado en la palabra
escrita.
A nuestro entender, es necesario poner el acento sobre
este subsanable desajuste y redundamos en la necesidad de formar
periodistas preparados, que sepan adaptarse a las exigencias del
mercado y que desarrollen una alta capacidad de autodidactismo.
Tal y como adelanta Raymond Colle, el profesional de
mañana debe formarse constantemente si quiere evitar la
obsolescencia de sus conocimientos y la denegación de su
quehacer.
La revolución
de la información no ha hecho más que empezar. Se
avecina un cambio global
en nuestras vidas, al que nos dirigimos mucho más
rápido de lo que puede parecer.
En vísperas del mundo digital puede afirmarse que
el periodista del siglo XXI será digital o no será.
Tiene ante sí un gran reto y al mismo tiempo una
gran oportunidad. Sin embargo, es preciso que el periodista
aprenda nuevas reglas. Ser digital se convertirá en un
hecho diferenciador, vaticina Carmen Peiró.
El ordenador se ha convertido en una poderosa
herramienta de comunicación, en un aliado inseparable de
los profesionales de los medios
informativos, tal y como señala Virginia Luzón. No
bastará, sin embargo, que el periodista sea digital;
deberá estar conectado a la Red, se llame Internet o como quieran
bautizar los expertos a los canales del ciberespacio.
Relación amigable con la
Red
Desde la Universidad, como profesores hemos de insistir a
nuestros alumnos que se mentalicen de la necesidad de establecer
y mantener una relación amigable con la Red para el
Periodismo, porque constituirá su aliada en el ejercicio
profesional. Les hemos de insistir que lo más importante
no es que aprendan el manejo de un determinado programa
navegador o el correcto funcionamiento del chat o el
correo
electrónico, sino que entiendan el proceso
informativo de forma global y comprendan que han de precisar de
unos conocimientos y que sean capaces de desarrollar las
habilidades necesarias para estar siempre en permanente
autoformación. Asimismo, les hemos de recomendar que se
lancen sin miedo al ciberespacio.
Las nuevas asignaturas, relacionadas con el Periodismo
en Internet, están pensadas para que los futuros
profesionales y los estudiosos de las Ciencias de la
Información adquieran un conocimiento
básico de la evolución y desarrollo de
la información gracias a Internet.
Nos interesa la parcela del Periodismo en Internet por
varias razones fundamentales. Primera: casi todos los inventos
tecnológicos han sido superados por otros más
potentes y eficaces, salvo la escritura, que
sigue siendo el vehículo más importante para la
transmisión y almacenamiento de
conocimientos. Cambian los soportes pero la letra escrita sigue
siendo una herramienta insustituible. Segunda: esta doctrina se
ajusta al perfil y objetivos de
unas asignaturas que comienzan a impartirse en casi todas las
Facultades y Escuelas de Comunicación.
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