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Marx, la ciencia y la ley del valor (página 2)



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Condiciones ideales en las ciencias
naturales y en las ciencias
sociales

Marx en la sección de El Capital
titulada La transformación de la ganancia en ganancia
media
dice lo siguiente: "En esta investigación se parte siempre del supuesto
de que las condiciones reales corresponden a su concepto o, lo
que es lo mismo, las condiciones reales sólo se exponen en
la medida en que corresponden a su propio tipo general y lo
expresan". Los investigadores de las ciencias naturales no
investigan los fenómenos tales y como estos se dan en la
realidad en toda su plenitud, sino que lo hacen en un laboratorio,
esto es, en condiciones ideales. Hay que aislar los factores
esenciales del fenómeno que se va a investigar de un
sinfín de otros factores que están presentes en el
mismo y no son esenciales. El laboratorio supone, por lo tanto,
el medio por el cual el investigador hace abstracción de
los factores que estando presentes en la realidad no son
esenciales en el fenómeno que se investiga. De este modo,
y recordando lo que decía Marx, las
condiciones reales corresponden al concepto. Por lo tanto, la
acomodación de la realidad al concepto supone la
abstracción de una parte de los factores presentes en la
realidad. Y esto es práctica habitual y necesaria en las
ciencias naturales. No debería ocurrir de otro modo en el
ámbito de la investigación de los fenómenos
sociales. Pero como en este caso no se puede usar un laboratorio,
el mecanismo que se emplea es la fuerza de
abstracción. Aquello que se hace por medio del laboratorio
en el ámbito de las ciencias naturales, abstraer los
factores no esenciales para aislar los esenciales, debe hacerse
en el ámbito de los fenómenos sociales por medio de
la fuerza de abstracción. El fin que se persigue en las
ciencias naturales es el mismo que en las ciencias sociales,
abstraer los factores no esenciales para quedarse con los
factores esenciales, la diferencia estriba solamente en el
mecanismo de abstracción que se emplea: en las ciencias
naturales se emplea el laboratorio y en las ciencias sociales la
mente.

No debe olvidarse que la principal crítica
que se le hace a la teoría
del valor de Marx
gira en torno a esta
contradicción: la existente entre, por una parte, la
necesidad científica de aislar los rasgos esenciales del
fenómeno de los que no lo son, y por otra parte, la
necesidad de emplear la fuerza de abstracción para aquel
fin. Para determinar la naturaleza del
valor como trabajo humano
abstracto, Marx tuvo que llevar a cabo un proceso
lógico de abstracción bastante complejo. Y a este
respecto escuchen la crítica tan superficial que formula
Michio Morishima: "…la teoría del valor trabajo
podría aun ser criticada porque los valores, a
diferencia de los precios, no
son observables ni existe ninguna institución que los
determine, y parece razonable que la ciencia
ignore un concepto tan metafísico". Michio Morishima no
somete a crítica el proceso de abstracción
realizado por Marx para determinar la sustancia del valor, sino
sencillamente se limita a catalogar de no científico su
resultado. Su crítica se reduce a catalogar el concepto de
valor de Marx de metafísico, por la sola razón de
que no puede verse. Y le ocurre a Morishima lo que a los
críticos de Marx: por ignorancia se niegan a reconocer que
en el ámbito de las ciencias
sociales la fuerza de la abstracción sustituye el
papel que desempeña el laboratorio en el ámbito de
los fenómenos naturales. Se autoproclaman como
científicos y catalogan a Marx de metafísico,
cuando ignoran por completo esa determinación esencial
metodológica en el estudio de los fenómenos
sociales. Esta falta de cultura
lógico filosófica, esta falta de conocimiento
sobre los procesos de
abstracción y en especial su uso en al ámbito de la
fenomenología, es la que impide comprender
a estos "críticos" la profundidad y alcance
científico de la teoría del valor de
Marx.

Incongruencia cuantitativa entre magnitud de valor y
precio

Escuchemos a Marx en El Capital: "La posibilidad
de incongruencia cuantitativa entre precio y
magnitud de valor radica en la misma forma de precio. Esto no es
ningún defecto de la forma, sino que, por el contrario,
hace de ella la forma adecuada de un modo de producción donde la regla se impone como
ley media y
ciega de la irregularidad". Prestemos atención a dos aspectos de la idea de Marx:
por una parte, las relaciones entre magnitud de valor y precio
son irregulares, y por otra parte, la regla, esto es, la ley del
valor, se impone de forma media y ciega. Supongamos que un kilo
de trigo y 10 gramos de oro
representan un trabajo socialmente necesario de igual magnitud.
Esto no impide que el kilo de trigo pueda tasarse en 8 gramos de
oro o en 12 gramos de oro. No puede haber tasador alguno que
tenga la intelección exacta de la cantidad de trabajo que
le ha costado a la sociedad
producir las mercancías. De manera que lo normal en una
economía
mercantil sea la irregularidad: los precios serán tasados
por encima o por debajo de la magnitud de valor. Ambos, los 8
gramos de oro y los 12 gramos, son precios del kilo de trigo,
pero hay una incongruencia cuantitativa entre la magnitud del
valor del kilo de trigo y su precio. Pero esta incongruencia no
afecta para nada al hecho de que el precio sea la
expresión del valor ni al hecho de que el valor de las
mercancías esté determinado por el tiempo de
trabajo socialmente necesario. En el caso particular siempre
habrá diferencias entre magnitud de valor y precio,
mientras que como media de todas las transacciones realizadas
durante un año la magnitud de valor y el precio
coinciden.

Podemos reflexionar a este respecto sobre la diferencia
que existe entre el capitalismo y
el socialismo en
relación con la ley del valor. Como en el capitalismo la
ley del valor se impone de manera ciega, los desequilibrios y
perjuicios que provoca a la sociedad son enormes. Mientras que en
el socialismo, supuestamente gobernado por personas que tienen un
gran conocimiento de la ley del valor, se corregirán los
perjuicios ocasionados por el carácter ciego de esta ley. Pero esto
está por ver.

Incongruencia cualitativa entre valor y
precio

Escuchemos de nuevo a Marx en El Capital: "Cosas
que en y de por sí no son ninguna mercancía, por
ejemplo, la conciencia, el
honor, etcétera, pueden considerarlas sus poseedores como
vendibles por dinero y
recibir así, mediante su precio, la forma de
mercancías. Por consiguiente, una cosa puede tener un
precio sin tener por ello valor. La expresión de precio se
hace aquí imaginaria, como ciertas magnitudes de las
matemáticas. Por otro lado, también
la forma de precio imaginaria, por ejemplo el precio del suelo no
cultivado, que carece de valor por no haberse objetivado en
él ningún trabajo humano, puede ocultar una
relación real de valor, o una relación derivada de
ella". En los fenómenos sociales, a diferencia de los
fenómenos naturales, los factores que actúan son
agentes dotados de conciencia y de voluntad. De manera que si una
persona quiere
vender su honor por una buena suma de dinero, lo hace y ya
está. Al asumir su honor un precio, adopta la forma de
mercancía. Su honor carece de valor, pero tiene un precio.
Se produce una incongruencia cualitativa entre valor y precio. Y
cuando éste es el caso, se habla de precio imaginario en
vez de precio real.

La raíz cuadrada de menos uno es un número
imaginario. Pero aunque sea imaginario, por una parte, en
matemáticas se opera con él, y por otra parte,
dicha circunstancia no lleva a los matemáticos a
cuestionar la existencia de los números ni su naturaleza.
Igual sucede en el ámbito de la economía: la
existencia de precios imaginarios, esto es, de cosas que
careciendo de valor tienen un precio, no cuestiona para nada la
naturaleza del valor como tampoco que el precio sea la
expresión del valor. En el caso del suelo virgen ocurre lo
mismo: los precios que adopta son imaginarios. Los
críticos de Marx dicen que el suelo virgen tiene un valor
y, sin embargo, en él no se ha objetivado ningún
trabajo humano. De manera que concluyen que la sustancia del
valor no puede ser el trabajo
humano abstracto. Pero el error de estos críticos
está en que no diferencian el valor del precio, puesto que
siendo cierto que el suelo virgen tiene un precio, no obstante,
no es cierto que tenga valor. Se trata, en términos
científicos, de dos cosas: por una parte, de reconocer la
diferencia entre valor y precio, y por otra parte, de reconocer
la existencia de precios imaginarios, esto es, de cosas que
careciendo de valor tienen un precio. Lo que sucede es que la
economía convencional hace oídos sordos a estas dos
determinaciones o sencillamente las desconoce. La economía
convencional no sólo está en las antípodas de Marx, sino también en
las antípodas de Adam Smith y
David Ricardo. El
triunfo de la economía convencional sobre la
economía clásica es el triunfo del conocimiento
superficial sobre el
conocimiento profundo, es el triunfo de la idea de Jevons de
que el trabajo es una causa circunstancial en la
determinación del valor sobre la idea que gritaba Ricardo
hace casi dos siglos: "¡Alto ahí! El fundamento, el
punto de partida de la fisiología del sistema
burgués –de la comprensión de su
trabazón orgánica interna y de su proceso de vida-
es la determinación del valor por el tiempo de
trabajo".

La
tierra y la
capitalización

Todo el mundo tiene conocimiento del hecho que a
continuación voy a relatar. Una persona compra en 1980 una
parcela de tierra por 12.000 euros. Pero el lugar donde
está situada la parcela experimenta durante los 10
años siguientes una capitalización: se construyen
carreteras y redes de alcantarillado,
electricidad y
telefonía, se abren comercios y
restaurantes, y surgen núcleos residenciales y lugares de
esparcimiento. De manera que la parcela de nuestra afortunada
persona adquiere en 1990 un precio de mercado de
240.000 euros. ¿Este precio se corresponde con el valor
que tenía la parcela en el año 1980? Considerada en
sí misma y de forma aislada, la parcela tiene en 1990 el
mismo valor que en 1980, puesto que su propietario no le ha
añadido ningún trabajo. Pero considerada como parte
de un conjunto capitalizado, esto es, donde se ha objetivado
mucha cantidad de trabajo, la parcela sí tiene el valor
que indica su precio. Su valor no lo recibe de sí misma y
del trabajo objetivado en ella, sino que lo recibe del todo
capitalizado del que forma parte. Este es el caso del que hablaba
Marx antes: un precio imaginario oculta una relación de
valor derivada. La parcela adquiere un valor de forma derivada,
porque el todo del que forma parte ha visto aumentado su valor de
forma real.

La ley del
valor como imposición media y ciega

Les recuerdo que Marx hablaba de que en el modo de
producción capitalista predomina la irregularidad, aunque
tras dicha irregularidad se impone de forma media y ciega la ley
del valor. Esta circunstancia genera muchos perjuicios e
injusticias a la sociedad. Se da ya un paso muy grande cuando se
reconoce que en los fenómenos sociales hay leyes que lo
regulan. Se da un paso aún mayor cuando se admite que el
valor de las mercancías viene determinado por la cantidad
de trabajo que le cuesta a la sociedad producirlas. Pero se da un
paso definitivo en el camino de la justicia
social cuando se decreta que nadie tiene derecho a apropiarse de
trabajo ajeno. ¿Qué haremos en el caso de la
persona que comentábamos antes, atendiendo al conocimiento
de la ley del valor? Sin haber añadido ningún
trabajo a su parcela, al cabo de 10 años la persona en
cuestión se apropió de trabajo ajeno por un valor
de 228.000 euros. Como es una apropiación indebida, pues
dicha persona se apropia de un trabajo que ella no ha creado,
el Estado debe
actuar fiscalmente y apropiarse de toda la parte del precio que
no le corresponde en propiedad. El
Estado
añadirá al precio originario la inflación
acumulada al cabo de esos diez años, y éste
será el precio neto que cobrará el propietario de
la parcela por su venta. Como el
valor extra que tiene esa parcela es un resultado social, la
apropiación debe ser social y no individual. Para eso
sirve el conocimiento de las leyes que rigen las relaciones
económicas entre los hombres: para darle a cada cual lo
que es suyo y hacer un mundo humano más justo y más
feliz.

La
refutación de la ley del valor de Marx

Debemos saber antes que nada de dónde puede
provenir la refutación de esa ley y de qué depende
el aparente éxito
que tienen sus críticos. El error de la mayoría de
los marxistas, a la cabeza Stalin y Mao, es haberse centrado en
el valor en su forma natural, esto es, en el valor en su
modalidad no objetiva. Esta circunstancia ha facilitado la
crítica burguesa de la ley del valor de Marx. Ya
indiqué anteriormente que las dos cuestiones claves de la
teoría del valor de Marx son las siguientes: una, el
carácter específico del trabajo creador del valor,
y dos, la concatenación entre la determinación del
valor por el tiempo de trabajo y la transformación de la
mercancía en dinero. De manera que los refutadores de la
teoría del valor de Marx deberían centrarse en
estas dos cuestiones, pero no lo hacen, se centran en la
crítica a la determinación del valor por el tiempo
de trabajo. Y al hacer de esta determinación el objeto de
su crítica, en verdad están alcanzando a David
Ricardo y no a Marx.

Consecuencias sociales de admitir la ley del valor
como verdad

¿Qué consecuencias se derivarían
para la sociedad si se admitiera la ley del valor de Marx como
verdad? La más importante es que se aceptaría la
premisa básica de que las cosas sólo tienen valor
porque en ellas se ha objetivado trabajo humano. Esta premisa
acarrearía consecuencias muy importantes en materia de
propiedad: toda persona tendría el derecho de propiedad
sobre su propio trabajo, pero se le negaría el derecho de
propiedad sobre el trabajo ajeno. De manera que se
tendrían que aceptar como legítimas estas dos
consecuencias: una, los ricos tendrían que ser expropiados
de una buena parte de sus propiedades, y la otra, como las
empresas
representan al cabo de un número de años
plusvalía capitalizada, sus propietarios serían
igualmente expropiados. Así que la consecuencia general
que supone aceptar la ley del valor como verdad es de una
naturaleza muy radical: se tendría que llevar a cabo una
gran expropiación en todos los países capitalistas
del mundo. Así que detrás de los intentos de
refutación de la teoría del valor de Marx se
esconden los intereses de los grandes apropiadores de trabajo
ajeno.

¿Qué hechos teóricos
refutarían definitivamente la teoría del valor de
Marx?

Respondo a la última pregunta que me
formuló la mujer
venezolana amante de las ciencias. Se puede afirmar sin duda
alguna que en Marx encontramos una sólida, compleja y
fundamentada teoría del valor. Por el contrario, la
economía convencional carece de teoría de valor, de
un cuerpo sistematizado de conocimientos, de una estructura
lógico teórica al respecto. Por lo tanto, la
teoría del valor de Marx quedará sin
refutación definitiva mientras no surja otra teoría
que represente científicamente la naturaleza y las formas
del valor de un modo más preciso y avanzado que Marx.
Samuelson y Nordhaus, en la sección El mecanismo del
mercado
de su libro
Economía, dicen lo siguiente: "En un sistema de
mercado, todo tiene un precio, que es el valor del bien expresado
en dinero".

Es evidente que estos dos grandes economistas
convencionales reconocen los dos lados de la cuestión: el
valor y el precio. Y también reconocen que la
relación que hay entre ellos es de expresión, que
uno es expresión del otro. Pero en todas las 771
páginas que componen ese voluminoso libro no hay un solo
apartado dedicado a exponer la naturaleza del valor y su
relación con el precio. Los economistas convencionales se
quedan en el precio, porque es lo objetivo, lo
sensible, lo palpable; y dejan en un más allá
indescriptible e impreciso el valor, porque no saben como
captarlo en su forma natural. De ahí que desde la
economía convencional no se pueda refutar la teoría
del valor de Marx, sencillamente porque carece de una
teoría propia al respecto.

Lo único que existe como críticas de la
teoría del valor de Marx son flechas aisladas: por un
lado, el carácter no perceptible del valor en su forma
natural, y por otro lado, las diferencias cuantitativas y
cualitativas entre valor y precio. Y como dije más
atrás: las dos cuestiones claves en la teoría del
valor de Marx son el carácter peculiar del trabajo creador
de valor y la concatenación del tiempo de trabajo con la
transformación de la mercancía en dinero. Y sobre
esto nada dicen sus detractores. Así que, apreciada
mujer venezolana
amante de las ciencias, de momento no hay ningún hecho
teórico que refute definitivamente la teoría del
valor de Marx.

 

Francisco Umpiérrez
Sánchez

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