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Las mercancías y el trabajo (página 2)



Partes: 1, 2

Marx y la teoría
de Ricardo sobre el precio de
costo

En el capítulo titulado Teoría de
Ricardo y Adam Smith
sobre el precio de costo
de su obra Teorías sobre
la plusvalía II,
editado por el Fondo de Cultura
Económica, Marx se expresa
en lo siguientes términos: "Si dos mercancía son
equivalentes o lo son en determinada proporción o, lo que
es lo mismo, si contienen cantidades desiguales de trabajo, es
evidente que, a pesar de ello, serán iguales en cuanto a
la sustancia, en cuanto valores de
cambio. Su
sustancia es el trabajo.
Esto es lo que constituye su valor. Su
magnitud difiere según la mayor o menor cantidad de esta
sustancia que contengan. Ahora bien, Ricardo no entra a
investigar la forma, el carácter de este trabajo, la especial
determinación del trabajo como creador de valor de cambio
o como algo que se plasma en valores de cambio. Esto hace que no
comprenda la conexión de este trabajo con el dinero, la
necesidad de que se manifieste como dinero. No
comprende, por tanto, en absoluto, la concatenación entre
la determinación del valor de cambio por el tiempo de
trabajo y la necesidad de las mercancías de avanzar hasta
la creación del dinero".

Marx no sólo criticó esta deficiencia de
Ricardo, sino que la enmendó: la sección primera de
El Capital
trata justamente de eso, de la transformación de la
mercancía en dinero, y hay una exposición
exquisita, muy detallada, de todos los eslabones intermedios
existentes entre la forma de mercancía hasta su evolución a la forma de dinero. La
exposición de todos estos eslabones intermedios puede
consultarse en mi trabajo La transformación de la
mercancía en dinero.
Pero escuchemos al propio Marx a
este respecto: "Se trata aquí de hacer lo que ni siquiera
ha intentado la economía burguesa, a
saber, de demostrar la génesis de esa forma de dinero,
esto es, de seguir el desarrollo de
la expresión de valor contenida en la relación de
valor de las mercancías, desde su figura más simple
y menos vistosa hasta la deslumbrante forma de dinero". Y este
objetivo lo
cubrió Marx y con creces. Por lo tanto, la crítica
que hace el profesor
Rutilo por su olvido de eslabones intermedios no es
justa.

Trabajo abstracto
y trabajo concreto

Al igual que toda mercancía es una unidad de
valor de uso y valor, el trabajo en tanto creador del valor de
uso no tiene las mismas características que el trabajo en
cuanto creador de valor. Pongamos un ejemplo concreto. Para
hacer una tortilla de papas tengo que pelar las papas, trocearlas
y freírlas. Después debo mezclarlas con huevo
batido y ponerle sal. Por último, debo poner la mezcla en
la sartén y darle un par de vueltas. A toda esta actividad
conforme a un fin se le llamo trabajo útil. Y en
consecuencia podemos afirmar que en la tortilla en tanto valor de
uso hay encerrada una determinada actividad productiva conforme a
un fin o trabajo útil.

Por otro lado, en hacer esa tortilla he gastado
determinada cantidad de fuerza de
trabajo, determinada cantidad de nervios, músculos,
etcétera. De manera que en la tortilla en tanto valor hay
encerrada determinada cantidad de gasto de fuerza de trabajo. Y
este gasto de fuerza de trabajo se mide por el tiempo de
trabajo.

No hay nada de oscuro ni de enigmático en esta
doble determinación del trabajo: cualquier persona sabe que
tiene que hacer al día distintos trabajos útiles y
le interesa saber cuánto tiempo emplea en hacer cada uno
de esos trabajos. Hacer una tortilla y limpiar el coche son dos
trabajos útiles distintos. Son distintas actividades
conforme a un fin. Pero en tanto trabajo abstracto, en tanto
gasto de fuerza de trabajo, son lo mismo. Son cualitativamente
iguales. La única diferencia que hay entre ellos es
cuantitativa: en limpiar el coche estoy una hora y en hacer una
tortilla estoy media hora.

Un edificio tiene
muchas caras

Rutilo Vásquez, en primer lugar, manifiesta estar
de acuerdo con las ideas de Marx sobre el doble carácter
del trabajo representado en las mercancías y las aplaude.
Señala que es una de las contribuciones más
importante de Marx a la economía
política. Pero en segundo lugar dice lo siguiente: "En
cuanto al significado del trabajo abstracto y del trabajo
concreto, podemos sintetizarlo como sigue: el trabajo concreto es
diverso, heterogéneo, diferenciado, es decir, es el
trabajo de sastre, del carpintero, del herrero, etc.; en cambio
el trabajo abstracto es único, homogéneo,
indiferenciado, ya que este trabajo no es más que la
energía física y mental que
el trabajador gasta al producir mercancías. En otras
palabras, el trabajo abstracto es lo que hay de común en
todos los trabajos concretos".

Al igual que un edificio tiene muchos lados y muchas
funciones, el
concepto de
trabajo humano abstracto también tiene muchos lados y
muchos aspectos. Cada lado o parte del edificio desempeña
un papel: las puertas sirven para una cosa y las puertas para
otra, al igual que las escaleras sirven para una cosa y las luces
para otra. Lo mismo sucede con los lados del concepto de trabajo
humano abstracto: todos los lados no sirven para lo
mismo.

Marx en su análisis no parte del concepto de valor
sino del concepto de valor de cambio, de la relación de
intercambio entre las mercancías. Tras un primer
análisis llega a la conclusión que la
relación de cambio entre las mercancías es un modo
de expresión de un contenido separable de él. Para
hallar este contenido lleva a cabo un proceso de
abstracción: de la mercancía abstrae o resta el
valor de uso. Y después de realizar varios pasos llega al
siguiente resultado final: "Consideremos ahora el residuo de los
productos del
trabajo. No ha quedado en ellos nada más que la misma
objetividad espectral, una simple gelatina de trabajo humano
indiferenciado, es decir, gasto de fuerza de trabajo humana sin
tener en cuenta la forma de su gasto". Así que el trabajo
humano concebido como trabajo humano indiferenciado pertenece al
proceso de abstracción mediante el cual a la
mercancía se le resta el valor de uso.

Trabajo
humano indiferenciado y objetividad espectral

El valor concebido de esta forma, como trabajo humano
indiferenciado cristalizado en la mercancía, es el valor
en su forma natural. Y como señala Marx es una
"objetividad espectral". Hasta el punto de que en El
Capital,
en la parte dedicada a la forma del valor, Marx se
expresa en los siguientes términos: "La objetividad del
valor de las mercancías se distingue de la Mistress
Quickly en que no se sabe dónde encontrarla. En contraste
directo con la burda objetividad sensible de los cuerpos de
mercancías, no penetra en su objetividad de valor ni un
solo átomo de
material natural. De ahí que se le puedan dar las vueltas
que se quiera a una mercancía, más como cosa de
valor permanece inasequible. Recordemos, sin embargo, que las
mercancías sólo poseen objetividad de valor en
tanto son expresión de la misma unidad social, del trabajo
humano; que su objetividad de valor, por tanto, es puramente
social, y se sobreentiende entonces que solamente puede
presentarse en la relación social de una mercancía
con otra".

Este es tal vez el principal error en el que incurre
Vásquez: sólo concibe el valor en su forma natural,
como trabajo humano indiferenciado y donde carece de objetividad,
y no en su forma objetivamente social, en la relación de
una mercancía con otra.

El tejedor manual y el telar
a vapor

Para evitar el error de concebir la fuerza de trabajo
como si fueran muchas y distintas en vez de una y la misma, Marx
recurre un ejemplo muy ilustrativo. Para transformar 1 kilo de
algodón
en 1 kilo de hilo un tejedor manual necesitaba 1 hora de trabajo,
pero cuando se introdujo el telar a vapor se necesitaba
sólo ½ hora de trabajo para transformar 1 kilo de
algodón en 1 kilo de hilo. De manera que a partir de ese
momento la hora de trabajo que necesitaba el tejedor manual para
transformar 1 kilo de algodón en 1 kilo de hilo
sólo representaba media hora de trabajo social.
Se trata de demostrar que el trabajo que constituye la sustancia
del valor de las mercancías es trabajo social y no trabajo
individual.

Las objeciones a este
planteamiento por parte de Vásquez

Escuchemos a Vásquez en la página 4 de su
trabajo: "En primer lugar, no estamos de acuerdo con que el
trabajo que crea el valor de las mercancías sea un trabajo
social medio, es decir, una especia de trabajo promedio. Y en
segundo lugar, tampoco estamos de acuerdo en que una hora de
trabajo individual (la del tejedor manual) equivalga a media hora
de trabajo social (la del tejedor con telar a vapor)".

Después de dicho esto Vásquez plantea a
continuación esto otro: "Como la ley del valor es
la más universal de la economía política, entonces el
trabajo que crea las mercancías no es un trabajo social
medio, sino el trabajo abstracto individual contenido en cada una
de las mercancías. Esto es porque el trabajo abstracto es
absolutamente homogéneo e indiferenciado, por lo que no es
susceptible de promedios. Solo el trabajo concreto es susceptible
de promedios. Por lo tanto, si hablamos del trabajo abstracto no
podemos hablar de trabajo social medio, ni tampoco de trabajo
individual y de trabajo social.

También nuestra hipótesis central afirma que es un profundo
error plantear, como lo hace Marx, que una hora de trabajo
individual del tejedor manual puede equivaler a media hora de
trabajo social del tejedor con telar de vapor. El trabajo
individual o privado, que es el que realmente crea el valor de
las mercancías, adquiere su carácter social no por
ser una especie de trabajo promedio, sino por ser un trabajo
útil socialmente, pues es un trabajo cuyos productos son
consumidos por la sociedad.
Además, este trabajo individual forma parte del trabajo
social total, el que es necesario para la manutención de
toda la sociedad. Por todas estas razones, afirmamos que Marx
identificó o redujo el trabajo abstracto al trabajo
concreto".

El ejemplo del
holgazán

Si como mantiene Vásquez, el trabajo que crea el
valor de las mercancías fuera trabajo abstracto
individual, entonces, como advirtió Marx, cuanto
más holgazán y menos diestro sea un hombre, tanto
más valiosa será su mercancía, puesto que
tanto más tiempo consume en su elaboración. El
trabajo que constituye la sustancia de los valores de
las mercancías es trabajo humano igual, gasto de la misma
fuerza de trabajo humano. Toda la fuerza de trabajo de la
sociedad que se representa en los valores del mundo de las
mercancías rige aquí como si fuera una y la misma
fuerza de trabajo humana, aunque conste de innumerables fuerzas
de trabajo individuales. Y cada una de estas fuerzas de trabajo
individuales es una fuerza de trabajo humana idéntica a
las demás, en tanto posee el carácter de una fuerza
de trabajo social media, y actúa como tal, esto es, en
cuanto en la producción de una mercancía no
necesita más que el tiempo de trabajo necesario por
término medio.

Trabajo
abstracto y fuerza de trabajo

Vásquez mantiene que la sustancia del valor de la
mercancía viene constituida por el trabajo individual
porque el trabajo humano abstracto es homogéneo e
indiferenciado, y en consecuencia no es susceptible de promedio.
Creo que Vásquez confunde la fuerza de trabajo, respecto
de la cual se puede hacer los promedios que se quiera, con el
trabajo coagulado u objetivado en las mercancías, respecto
del cual no se plantea ninguna clase de
promedios. Un empresario
contrata a cuatro peones y a todos le paga lo mismo. Sin duda que
habrá diferencia en el rendimiento de sus fuerzas de
trabajo, pero a efectos de creación de valor cada una de
las cuatro fuerzas de trabajo se considerará como una
fuerza de trabajo social media.

La
realización del valor de las
mercancías

A juicio de Vásquez para que una mercancía
se realice como valor sólo es necesario que el trabajo que
lo crea sea útil socialmente. Pero esto no es cierto. Esa
es una de las condiciones, pero no la única. A juicio de
Marx las condiciones para que el valor de una mercancía se
realice, o lo que es lo mismo, atraiga dinero, son las
siguientes. Para facilitar la explicación supongamos que
dicha mercancía sea tela y que hablamos del caso
particular de un tejedor X que acaba de irrumpir en el mercado. Primera
condición: el trabajo que crea la tela tiene que ser un
eslabón patentado de la división social del
trabajo. Segunda condición: si la necesidad social de la
tela viene satisfecha por tejedores rivales, el trabajo del
tejedor X será sobrante y, con ello, inútil.
Tercera condición: se supone que el tejedor X ha gastado
en producir la tela el tiempo de trabajo necesario. Pero puede
suceder que la suma de toda la tela producida pueda contener
tiempo de trabajo gastado de una manera superflua. Si el
estómago del mercado no es capaz de absorber toda la tela
producida, entonces se demuestra que se gastó en forma de
tejeduría una cantidad excesiva de tiempo total social de
trabajo. Y cuarta condición: si en el mercado se
está vendiendo 1 metro de tela en 1/2 euro y el tejedor X
sólo puede producirla en 1 euro, entonces no
venderá su tela y su trabajo no será socialmente
necesario.

 

Francisco Umpiérrez
Sánchez

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