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México: Profesiones emergentes para los comunicadores


Partes: 1, 2

    1. Escenario
      común
    2. La
      maquila y la comunicación
    3. El
      diseño de los materiales
    4. Un
      fenómeno global
    5. El
      comunicador se transforma
    6. ¿Un
      solo modelo o perfil?

    Iniciaré este texto con una
    frase de José Saramago, que creo viene bien a muchos de
    los que hemos transitado por los caminos de la
    comunicación.

    Nunca deberíamos sentirnos seguros de
    aquello que pensamos ser porque, en ese momento, pudiera muy bien
    ocurrir que ya estamos siendo cosa diferente.

    Igual que lo escrito por el Premio Nobel de Literatura en su novela La
    Caverna, en México se
    ha iniciado una lenta pero segura transformación del campo
    profesional de la comunicación. Dicho desarrollo se
    percibe, no solo por el fuerte impacto que logra la
    comunicación mediada por dispositivos electrónicos,
    ya sea las acciones de
    informar mediante los medios de
    difusión masiva, ahora en formato digital, o por aquella
    que se transmite por el Internet. Pero
    también, por la emergencia de varios procesos
    sociales, económicos, políticos y ecológicos
    que influyen decisivamente en el imaginario colectivo.

    El surgimiento de nuevas vocaciones profesionales, para
    quienes se interesan en las Ciencias de la
    Comunicación, tiene mucho que ver con la extensión
    a la que se refiere Thompson de la realidad mediática y el
    entorno social.

    En un principio, parecería que han quedado
    atrás las formas y profesiones del quehacer de la
    comunicación tradicional. El periodismo
    impreso, la radio
    analógica, la
    televisión abierta, en su conjunto, dieron lugar en
    México, y seguramente todavía por un buen tiempo lo
    harán, a las profesiones convencionales en el campo de las
    Ciencias de la Comunicación, como la del periodista o
    reportero, según el caso; el productor de programas de
    cine, radio y televisión; el publicista y
    publirelacionista; el conductor de programas; el comunicador en
    las organizaciones
    públicas y privadas, y en menor medida el docente e
    investigador de los fenómenos de la
    comunicación.

    En este sentido, Reyna afirma que el mercado laboral le asigna
    un valor
    simbólico al ejercicio o práctica
    profesional, orientando fuertemente las trayectorias
    laborales de los egresados de las licenciaturas de
    comunicación, a partir de las relaciones e intereses
    múltiples que se perciben desde la disciplina.

    Escenario común

    Este escenario, en gran parte, es reproducido de manera
    casi idéntica en la mayoría de los planes de
    estudios de las instituciones
    de educación
    superior, en las cuales se forman los profesionales de esta
    disciplina.

    Dicho fenómeno y sus implicaciones en
    términos de oferta
    educativa han posibilitado la apertura a un mercado amplio de
    alternativas de formación educativa, tanto en el nivel
    técnico como en la educación
    universitaria, dando como consecuencia que México fuera el
    país latinoamericano con más escuelas de
    comunicación hasta fines del siglo pasado: tenía
    240 instituciones universitarias y técnicas,
    públicas o privadas, en las cuales se impartía la
    carrera de Ciencias de la Comunicación, en sus diferentes
    modalidades y nombres. En lo particular, la carrera de Ciencias
    de la Comunicación ocupa, según la
    Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
    Educación
    Superior, el octavo lugar entre las más demandadas por los
    aspirantes a ingresar a las instituciones de educación
    superior en México.

    Estas cifras, en su conjunto, colocan a México
    muy por arriba de países como Brasil,
    Argentina, Chile y demás naciones latinoamericanas. Otro
    dato para dimensionar el panorama de la formación de
    comunicadores es que en América
    Latina, hasta finales de la década pasada,
    había más de 600 escuelas de
    comunicación.

    Estas cifras, parecerían ser impresionantes y
    contradictorias a la vez si reflexionamos sobre el comportamiento
    tradicional del campo de la comunicación en México,
    durante bastantes años. Sin embargo, el tercer milenio y
    la fuerte avalancha tecnológica, así como el
    surgimiento y la apertura de nuevos espacios sociales y
    político-económicos en México, han impulsado
    otras formas de hacer la comunicación y por ende, la
    emergencia de novedosos yacimientos laborales en la
    profesión del comunicador.

    Ante este panorama, la pregunta obligada sería
    ¿cómo se desenvuelve el imaginario social de la
    profesión de la comunicación en México?
    Dentro de este contexto, el ejercicio profesional del comunicador
    no difiere en mucho de las tensiones que ocurren en el mercado
    laboral, ni de aquellos énfasis que ocurren en el campo de
    la formación académica. Sin embargo, hay sus
    asimetrías cada vez más notables.

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