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¿Qué es el boliviano? ¿Quién es el boliviano? (página 2)




Enviado por Rolando Patzi Paxi



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Fue por ello que "el carácter de sociedad
colonial influyó de manera determinante en el proceso de
constitución nacional
", prosigue Díaz Polanco,
en una cita que merece ser íntegramente reproducida, a
despecho de su extensión: En Europa la
conformación de la moderna unidad nacional implicó
destruir las divisiones y privilegios feudales; en
Hispanoamérica, la construcción de los estados
nacionales se vinculó no sólo con la
supresión de fueros y relaciones serviles, sino que supuso
además el rompimiento formal de las ataduras coloniales.
El status colonial, pues, determinó condiciones
diferentes de acceso a la vida nacional. La concatenación
de acontecimientos que constituyen el caldo de cultivo o la
atmósfera en que se gesta la revolución de
independencia (crisis de la monarquía española,
irrupción de las fuerzas napoleónicas en Europa,
etc.), pero sobre todo el impacto de las nuevas ideas (de la
Ilustración en primer término y, además, de
las que proyectan hacia las colonias hispanoamericanas la
Revolución norteamericana y la Gran Revolución
francesa), contribuyeron enormemente al desarrollo de una
vocación libertaria y unas aspiraciones de
autodeterminación que, sin embargo, no
correspondían
en rigor al desarrollo social y
económico que se había alcanzado en el marco de la
sociedad colonial. De ahí que, como regla, durante los
primeros años de esa gesta el proyecto nacional sea
más la meta un tanto vaga de una élite instruida,
que un proyecto asumido por las grandes masas
hispanoamericanas.

Bolivia representa un caso intermedio en relación
a la cita, dado que si bien aquella república naciente fue
diseñada por los criollos, el concepto de nación
libre, soberana e independiente, fue acariciado casi por
unanimidad, en virtud al proceso de la guerra de independencia y
la vigorosa participación política de la comunidad
altoperuana. Sin embargo, la proyección estatal
perteneció casi absolutamente a la élite criolla
que preconizaba los ideales citados, alejándose de la
realidad palmariamente, divorciando las condiciones objetivas de
los ideologemas liberales, tal como sucedía en Europa
central y oriental. A diferencia de los anteriores casos, la
Europa Occidental parece obtener una "situación más
equilibrada entre ideología política y realidad
socioeconómica".

Prosigue Díaz Polanco: "La conciencia
nacional -nos dice Kohn- fue creciendo como resultado de estos
elementos complejos y contradictorios. Tan vigorosa es la
influencia del pensamiento que, en tanto que el nuevo
nacionalismo del occidente de Europa correspondía a las
nuevas realidades sociales, económicas y políticas,
las ideas se extendían en el centro y en el oriente del
mismo continente mucho antes de que existiese en esas regiones
la correspondiente transformación económica y
social
. El contacto cultural entre la clase instruida del
continente cambió su actitud intelectual y moral, en tanto
que el orden económico y la manera de vivir de la vasta
mayoría de la gente parecía
inmutable
".

El dato no deja de ser útil en la medida que un
pensamiento este/europeo como el bolchevique, inundó los
imaginarios de América Latina, aportando un espejo
más donde se pueda ejercitar la mimesis acostumbrada por
las élites intelectuales. Mientras en Latinoamérica
se adoptaban los ideales liberales de oeste Europa, en el centro
y este de tal continente, se adaptaban y acomodaban a las
"diversas matrices sociales" existentes, amortiguando el impacto
corrosivo que la alineación ideológica implanta,
dado que los cambios político sociales en Europa
occidental habían profundizado sus diferencias con la otra
Europa central y del este.

Las diversas condiciones histórico sociales e
institucionales preexistentes amoldaron la extensión de
las nuevas ideas en Europa central y del este, y de manera menos
amplia en Hispanoamérica, donde no produjo sorpresa que
fueren las élites criollas quienes condujeran la
última etapa de la guerra de independencia. Se
trató de la "capa ilustrada" influida por las ideas de
Rousseau, la enciclopedia y las revoluciones francesa y
norteamericana, con ideales de libertad, igualdad y
democracia.

Hubieron excepciones, como las de Bolívar o
Miranda, quienes trataron de crear un orden propio, aprendiendo
lo útil de tales experiencias, que ambos conocieron de
primera mano por sus viajes a Europa e incluso la
participación directa en sus eventos, como el caso de
Francisco de Miranda en la revolución norteamericana:
"Pero sobre todo, no es extraño que los caudillos y
próceres de la independencia cumplan en el proceso un
papel tan destacado como dirigentes y árbitros. El papel
arbitral que ejercieron resultaba tanto más
indispensable cuanto menos se habían desarrollado los
fundamentos de una cohesión social de tipo nacional. La
conmoción revolucionaria provocaría naturalmente
tendencias centrífugas extremas que sólo
podían controlar la firme dirección y, en varios
casos, la imposición de los grandes próceres y
caudillos militares (cuya figura paradigmática
llegaría a ser Bolívar)".

Aquella fuerza centrífuga era "el efecto de la
estructura social y económica generada por el
régimen colonial" y en respuesta a ella surgió "una
dirección centralizadora y arbitral", señala
Héctor Díaz Polanco: En opinión de
Soler, durante la fase emancipadora "correspondió a los
grandes caudillos de la revolución (que no cabría
confundir con caciques localistas) la posibilidad y
responsabilidad de sentar las bases más sólidas y
viables de la organización nacional (…) Preocupados
fundamentalmente por afirmar la independencia frente a la
metrópoli, y por la estabilidad política interna,
ejercerán una función arbitral socialmente
moderada, nacionalmente avanzada, a la vez privilegiada y
necesaria". Igualmente, las condiciones indicadas permiten
entender el papel de palanca fundamental que ejercerá el
Estado, bajo el control de los caudillos, en el proceso mismo de
construcción de la sociedad nacional. Con los caudillos
arranca, agrega Soler, "más definitivamente, la
estructuración nacional a partir del estado. Desde
este punto de vista, no se podría comprender su
significación histórica si ésta se adscribe
a la representación de una determinada clase social
.
Lo que los caracteriza es más bien la
supeditación de la conciencia social a la conciencia
nacional americana
".

El papel del estado en el proceso de
estructuración nacional no es un fenómeno exclusivo
de Latinoamérica, se dio en varias regiones, llegando
algunos autores a señalar que el estado es el "creador" de
la nación. Empero, la dialéctica "que en todas
partes contrae la formación nacional" implica que, a su
vez, la estructura socioeconómica (clasista) "que resulta
de las incidencias estatales impacta al Estado mismo". Ergo:
"Lo que da su característica propia al proceso
latinoamericano es más bien el medio histórico, la
matriz socioeconómica y cultural en que el Estado
emergente realiza sus efectos integradores. Es en relación
con esa matriz económicamente atrasada y
socioculturalmente diversa (en la que todavía no se
conformaba una nacionalidad plena y en muchos casos
pervivían numerosos grupos étnicos con débil
perspectiva nacional) que el papel articulador del Estado aparece
como extremadamente sobresaliente. La indicada
supeditación de la conciencia social, por su parte, no
sólo esfuma o pone en segundo plano las cuestiones de las
reformas sociales, sino que hace históricamente imposible
que se llegue a plantear siquiera la cuestión de la
pluralidad sociocultural y de los derechos
étnicos
".

A la necesidad de consolidación del estado
nacional, amenazado aún por "embestidas de la
metrópoli y muy dependiente de las victorias militares",
se hallan supeditados lo social y cultural. En este contexto
emancipatorio, los conflictos etnoregionales que pudieren
aún vagamente expresar las reivindicaciones
socioculturales, aparecieron como atentatorios a la meta
principal del momento: "asegurar la independencia, fortaleciendo
al máximo la unidad del estado nacional".

El momento de definición de la naturaleza de los
nuevos estados nacionales latinoamericanos, se prescindió
totalmente de "la idea de una composición
democrática asegurada por las autonomías
regionales", abriéndose una discusión
teórica respecto si a tal ausencia debe atribuirse
algún tipo de influencia del férreo centralismo de
la monarquía castellana, en contraste con la
inclinación al desarrollo de instituciones
autonómicas que caracterizó a la España
"litoral" o aquella historia larga de constitución
nacional que basó la sobrevivencia de la nacionalidad
misma en las formas autonómicas locales y
regionales.

La rigidez anti-autonómica castellana
llegó hasta el extremo del dogmatismo católico al
afirmar que si alguien deseaba gobernarse de otro modo -esto es,
pensar por su cuenta- es un hereje. En cambio, las nacionalidades
de Cataluña y Aragón consideraron como normales
aquellos modelos autonómicos que por historia y cultura
les fueron propios. Empero, los ibéricos ingresaron a la
modernidad bajo el centralismo de una monarquía castellana
posfeudal, marcando con ellos ciertas características de
los modelos político administrativos vigentes en
Latinoamérica. Por todo ello, fue dominante la tendencia
centralista en el proceso de constitución de los estados
nacionales hispanoamericanos, incluso en aquellos declarados
federales, que fueron realmente agrupaciones de "provincias"
centralizadoras que se hallaban lejos de expresar en su marco
nacional "a entidades autónomas como organización e
institucionalización de poderes regionales con un
componente sociocultural distintivo".

La carencia de grupos etnoregionales con capacidad de
constituirse "como fuerzas políticas en el escenario
latinoamericano fue crucial para este resultado", apunta
Héctor Díaz Polanco: Durante la fase
emancipadora, los caudillos y próceres eran partidarios de
la federación a escala continental
(confederación), pero se manifestaban firmemente
antifederalistas de cara al ámbito interno, o sea,
en el marco nacional respectivo. Las condiciones que
imponía esta fase histórica quizás no
dejaban alternativa. Pero, en todo caso, ello no permitió
espacio al reconocimiento político de la pluralidad o de
las especificidades en el interior de cada formación
nacional. Incluso la confederación es un proyecto
orientado casi exclusivamente a fortalecer o afirmar a los
respectivos estados nacionales
, sin que exista ninguna idea
de promover algún género de pluralidad en la
unidad; se piensa sencillamente que la alianza estrecha
permitirá a los estados defenderse más eficazmente
frente a las amenazas externas y consolidar la
independencia.

Posteriormente, ya en la etapa de organización
nacional, principalmente en los liberales, cambiará "la
actitud frente a la federación", inclinándose
varias de sus corrientes -no todas, como en Bolivia– hacia el
federalismo, excepto en el Río de la Plata; mientras que
los conservadores fueron partidarios del unitarismo. En la
disputa no se discuten concepciones organizativas del estado en
cuanto al reconocimiento, exclusión o rechazo de la
pluralidad sociocultural y etnoregional, sino más bien
modelos diferenciales -en el mismo tronco liberal- de la
organización económica, política y
administrativa del estado y la sociedad. Mientras los
conservadores (y varios liberales) pretendían mantener "la
desarticulación económica, las formas de propiedad,
los fueros, etc., que aseguraban su poder", donde el centralismo
se adecuaba perfectamente al "carácter de las principales
instituciones tradicionales que eran pilares conservadores, tales
como la Iglesia y el Ejército"; las tendencias liberales
descentralizadoras y federales pretendían "destruir el
poder conservador" a partir del desarrollo de "núcleos
urbanos" en las provincias, que operarían "como aliadas
del poder central en el empeño de éste de anular
las relaciones económicas y formas de propiedad heredadas
de la colonia".

El proceso "que conduce a los dirigentes de los nuevos
estados nacionales a negar validez a las sociedades
indígenas", incluso a concebirlas como "un
obstáculo para la afirmación nacional y para el
progreso"; es diverso y complejo según las condiciones
internas de la sociedad nacional, pero coincide
básicamente en "la misma actitud adversa hacia los indios
y similar voluntad de destruirlos en tanto grupos
étnicos", puesto que se les consideraba como un resabio
colonial y, a la vez, un obstáculo para el proyecto
nacional moderno. Mientras conservadores y liberales detestaban
por igual a lo indígena -excepto los últimos el
momento de establecer alianzas que les brinden la oportunidad de
acceder al poder, y luego "entroncaron" su legitimidad con la de
los conquistadores fundadores-, los nacionalistas adquirieron un
procedimiento curioso, por el cual resaltaron el "pasado
glorioso" indígena y no las potencialidades del presente
que articule proyecciones nacionales alternativas. El
nacionalismo apostó por "la raza indomestiza".

En la segunda mitad del siglo XIX, tras tomar una pausa
en la conformación de los estados nacionales, las
élites liberal conservadoras llevan a cabo el "asalto a
las tierras indígenas", persistente como acción de
gobierno (el liberal Tomás Frías dicta en 1874 la
ley de ex vinculación) e ideología a lo largo de su
disputa y la naciente contradicción de unitarios y
federales, donde ambos buscaron la liquidación de la
comunidad indígena. Fueron tales rasgos generales que
prefiguraron una curiosa alianza entre liberales/federales e
indígenas como antesala de la "guerra federal" en Bolivia,
aunque debe destacarse que, en realidad, el verdadero
propósito de los liberales no fue reconocer las
comunidades y propiedad de sus tierras, sino más bien
"atacar a fondo los pilares agrarios y corporativos en que se
sustentaba el poder de los conservadores, proyectando hacia el
interior del territorio nacional un proyecto central" en
el que "por ello mismo, no cabían las especificidades
socioculturales". El federalismo liberal devino férreo
centralismo y proyecto homogeneizador.

Compete, finalmente, explicar dos condiciones
básicas que diferenciarían al liberalismo europeo
del hispanoamericano bajo tal contexto general, en cita de
Díaz Polanco:

  • En Europa, las condiciones económicas,
    políticas y socioculturales que acompañan al
    desarrollo capitalista (en especial, la conformación
    de múltiples nacionalidades en el interior del
    Estado-nación), determinan que el liberalismo asuma
    cierta tolerancia hacia la diversidad nacional interna,
    justamente para contrarrestar las desintegradoras tendencias
    de un fuerte nacionalismo cultural (de raíz
    relativista e historicista) que acariciaba la idea de un
    Estado para cada nacionalidad
    . La alternativa era clara:
    o se acomodaba tal diversidad en el interior de cada Estado
    nacional, o se corría el riesgo real de una lucha
    inmediata de las nacionalidades por la
    autodeterminación que conduciría a una
    organización estatal según las identidades
    culturales. El destacado liberal lord Acton, por ejemplo,
    refiriéndose a las nacionalidades europeas,
    consideraba positiva la "existencia de diferentes naciones
    bajo una misma soberanía". La unidad del
    Estado-nación no entraba en conflicto con la
    pluralidad. En su opinión, la libertad era un factor
    generador de diversidad, y ésta conservaba
    aquélla. "La coexistencia de diferentes naciones bajo
    el mismo Estado -decía- es la prueba, a la vez que la
    mejor garantía, de libertad".

  • El liberalismo latinoamericano muestra una
    actitud distinta: en ausencia de una diversidad nacional que
    estableciera la competencia interna por el Estado o fuera
    capaz de plantear como una opción real la
    creación de una soberanía aparte, y urgido por
    las constricciones socioeconómicas y políticas
    en que debía desplegar su proyecto capitalista, se
    inclina por una homogeneización casi fanática.
    A diferencia de Europa, en Latinoamérica la
    nacionalidad dominante criollo-mestiza se enfrenta no a otras
    nacionalidades con capacidad para disputar el control
    del Estado o para negociar sus posiciones, sino a un
    archipiélago de comunidades políticamente
    desarticuladas y con escasa perspectiva nacional (grupos
    étnicos
    ). Es en este contexto histórico
    que, ideológicamente, unidad nacional y pluralidad
    sociocultural devienen antitéticas.

El proyecto modernizador liberal fue difícil y
lento, a costa de una mayor dependencia externa, fruto del
naciente orden neocolonial inaugurado a mediados
del siglo XIX. Un indicador de aquello fue la persistencia del
tributo indígena en Bolivia hasta 1880, con ramificaciones
que llegaban a principios del siglo XX. Los liberales rebeldes
fueron luego nuevos terratenientes anexos a la oligarquía
"feudal" agraria que juraron destruir, amalgamándose con
los conservadores en un nuevo frente.

Por otra parte, las comunidades étnicas fueron
bastante afectadas, principalmente bajo la
desestructuración socioterritorial -iniciada por el Virrey
Toledo y culminada sin éxito absoluto en la reforma
agraria de 1952- sin por ello haberse destruido, mostrando una
capacidad de resistencia notable, que hoy en día se hace
vigorosa: "Un gran número de comunidades logró
sobrevivir al fraccionamiento y la privatización de sus
tierras, y a los programas homogeneizadores en lo social, lo
político, lo lingüístico, etc. Sin embargo,
ningún grupo sociocultural atraviesa las fases
históricas idéntico a sí mismo, pues no
existe etnicidad inmutable alguna. Los grupos étnicos que
sobrevivieron a esta conmoción resultaron modificados; no
obstante, tal modificación no significó la
extinción, sino que nuevas identidades se
conformaron
. Así, la heterogeneidad étnica
persistió como una problemática
nacional".

Aún hoy el estado nacional moderno busca alguna
forma posible de "integración" que repare las fuertes
antinomias sociopolíticas, tensiones socioculturales
evidentes y demandas interregionales que configuran sujetos
sociales con capacidad de asumir proyectos de autonomía en
el marco plural de lo nacional, aunque todavía no se han
observado respuestas coherentes desde el gobierno y menos
aún de movimientos etnoregionales que reivindican justos
derechos pero bajo formas inadecuadas y ahistóricas de
constitución identitaria, ocasionando más problemas
basados en falsas premisas que soluciones viables, objeto real de
la figura conocida como autonomía.
Será en dicho marco que comprenderemos la fundación
y evolución de la problemática etnoregional en
Bolivia, desplegando las matrices históricas como
inexcusables a la hora de comprender los fenómenos
actuales y sus ramificaciones profundas en el tiempo,
además de sus potencialidades para la construcción
de un porvenir.

Define E. R. Huber al Estado Total, en
el excelente texto de Jean Pierre Faye, de la siguiente forma:
"El Estado total es un Estado en el que todas las fuerzas
vitales y todos los bienes vitales del individuo son dispuestos
de forma permanente y completa al servicio de la unidad
política"[6].
¿De
qué hablamos? Pues de la figura dominante en el imaginario
generacional moderno que hará irrupción allende la
década de los 20, para prolongarse hasta finales de siglo
e incluso -en visiones remozadas-, inicios del presente
milenio.

En efecto, pese a manifestaciones en sentido contrario,
reivindicando ideologías aparentemente antitéticas,
la figura del estado total impera más
allá de las diferencias entre colores, partidos y
doctrinas, posesionando la impronta de su significación,
en la trama diversa de los lenguajes políticos del
convulsionado siglo XX, recorriendo los márgenes de la
izquierda radical hasta la derecha conservadora, uniendo en forma
paradójica, las proclamaciones tanto leninistas, cuanto
nacionalsocialistas, liberales y fascistas. Puede,
sintéticamente, esbozarse un triple compuesto, a
saber:

  • 1. El estado forma y determina a la
    sociedad, dominándola en pos de sus finalidades: el
    fascismo, nacional-sindicalismo y
    nacional-corporativismo
    .

  • 2. La sociedad toma para sí la
    soberanía y domina al estado para sus fines: el
    bolchevismo soviético y la
    liberal-democracia del pensamiento anglosajón
    del liberalismo.

  • 3. El estado y la sociedad se hallan en una
    nueva unidad, se encuentran a través de una tercera
    fuerza, que es el pueblo politizado: el
    nacionalsocialismo.

Sostiene Jean Pierre Faye, que corresponde a Carl
Schmitt el "mérito" de haber establecido un lazo entre la
formula de Ernst Jünger (movilización total) y el
concepto que le es propio de "estado total". Importante a nuestro
tema, en tanto puede establecerse analógicamente una
sinonimia entre el estado total y el estado
nacional
moderno, en las distintas versiones que, como se
dijo, atraviesan los dominios ideológicos bolivianos desde
la izquierda hasta la derecha.

Se trata, pues, del concepto desarrollado por Carl
Schmitt entre los años 1929/1931, a través de
diversas "narraciones" aparecidas en artículos sobre
asignaturas jurídicas en diferentes revistas de derecho
público y un libro: El Guardián de la
Constitución
o su Conservador,
"refiriéndose a la constitución francesa del
año VIII y al Senado Conservador". Es acá donde
aparece la fórmula del estado total, "cuyo
problema planteado no ha sido por el placer de proponer tesis
provocadoras o ingeniosas", sino "bajo la presión de una
necesidad que se presenta con el objeto mismo", a decir de su
proponente.

Resalta el autor que en Prusia, "el éxito de la
política de Bismarck" ha conducido a "subestimar el tema
de las garantías constitucionales y hasta a suprimirlo".
Sin embargo, a decir de Faye:

Pero el tema no había sido en ninguna
ocasión planteado con tanta "delicadeza" como por
Benjamín Constant en la definición de esta
"autoridad neutra e intermediaria" que atribuye al rey
constitucional. Y es para Carl Schmitt un signo importante el que
tras ver su nombre durante largo tiempo olvidado en Alemania,
reaparezca bajo este ángulo en "un documento tan
significativo" como el Informe de un tal Triepel en el año
29, en el Quinto Congreso de derecho constitucional
alemán. Según (…) éste, era decisiva y
conforme a la constitución de Weimar, la posibilidad de
pedir a la Corte Suprema un juicio sobre la compatibilidad entre
una nueva ley y la constitución, antes de promulgarla. La
posición adoptada por el Congreso de Heidelberg a partir
del Informe Triepel, fue, pues, tratar de ver cómo esta
autoridad neutra e intermediaria del guardián de la
constitución se encarnaba en el Tribunal del Estado del
Reich alemán…

Empero, frente a éste, "el relato
ideológico y jurídico
" de Schmitt, obtiene
conclusiones bastante diferentes, a decir de Faye:

… declara que la constitución busca
muy especialmente el dar a la autoridad del Presidente del Reich
"la posibilidad de unirse inmediatamente a esta voluntad total
del pueblo alemán y así precisamente actuar como
guardián y conservador de la unidad constitucional y de la
Totalidad del pueblo alemán". La autoridad neutra e
intermediaria no es ya la del poder judicial sino la de ese rey
electivo que Max Weber ha proporcionado a la Alemania de Weimar,
haciendo que sea elegido por sufragio universal. (…) El
discurso de Carl Schmitt (…) nos anuncia y nos narra de
antemano el día en que (…) el 2 de octubre de 1933, un
canciller recientemente designado por el rey va a proclamar que
"el estado Total" ignora toda "diferencia entre Derecho y
moral"…

Es el ascenso de Adolfo Hitler, que aporta nuevos rumbos
a una problemática pletórica de matices,
complejizada in extremis por la doctrina jurídica
liberal, que diferencia las nociones de estado y sociedad, pero
bajo signos excluyentes, como podrá verse en el desarrollo
siguiente. El ascenso de Hitler, sin descubrir una nueva
legislación, desarrolla conceptualmente la vigente hacia
extremos bajo los cuales, se brinda un viraje a favor del
estado total, crítico de la
"situación constitucional concreta del presente",
caracterizada por el hecho de que "numerosas instituciones y
normas han permanecido inmutables desde el siglo precedente",
mientras que "la propia situación de ha modificado por
completo", a decir de Faye:

Las constituciones alemanas del último siglo
reposan sobre una "estructura fundamental" que ha sido
aportada por una fórmula calificada igualmente de
fundamental, pero también clara y útil: la
distinción entre el Estado y la Sociedad. Tras semejante
distinción se transparentaba el irónico comentario
oral que Hegel adjuntaba al S 182 de la Filosofía del
Derecho: "la Sociedad burguesa es la diferencia", pero "en cuanto
es diferencia, presupone el Estado".

Nos las habemos con una separación que, lejos de
implicar claridad conceptual, opta por escanciar contenidos
complejos para escindir la base de poder social hacia una
estructura de mando diferenciada e independiente de quienes le
dan vigor, en ejercicio de su soberanía y voluntad. Ante
dicha contextualidad, desarrolla Faye:

Es lo que Carl Schmitt percibe cuando asegura que
"Sociedad" es un concepto polémico, una
representación que se opone al Estado existente, al Estado
monárquico, militar y funcionario: la Sociedad se define,
pues, como lo que no pertenece al Estado. Tal es la estructura
dualista que se manifiesta a través de conceptos como el
concierto entre el príncipe y el pueblo. Desde ese
momento, el presupuesto se establece por acuerdo entre las dos
partes. Aún un acto de administración como la
contabilidad de los gastos del Estado exige una ley llamada
formal: "lo que se muestra en esta
formalización no es otra cosa que la
politización del concepto."

De suyo, el poder político de los representantes
del pueblo "es lo suficientemente grande como para conquistar un
concepto formal de la ley", independientemente "del contenido
objetivo del asunto". Así, la formalización "es una
forma" de "enunciar el éxito político" de
la "representación del pueblo ante el Estado de
funcionarios, ante el Estado monárquico". Luego, el
"estado dualista" se halla formado "por un vaivén entre
dos formas de articular el Estado: es a la vez, un Estado
legislador y un Estado gobernante". Esto, a decir de Faye, puede
comprenderse a través de localidades bastante
específicas:

El Estado absoluto, tal y como se ha ido abriendo
paso "conquistando su forma" a partir del Renacimiento, era un
Estado del gobierno, de lo ejecutivo: la razón de Estado
residía entonces en su capacidad efectiva de crear una
situación en la cual, por primera vez, las normas
podían tener una validez, fuera del campo feudal y de su
régimen de guerra civil. El Estado constitucional y de
Derecho, el Estado burgués, o civil, es un Estado de la
legislación. En tales circunstancias no hay
jurisdicción de Estado o justicia constitucional que
esté en condiciones de hacer el papel de guardián
de la constitución: porque se trata del Estado medieval, y
del pensamiento anglosajón que es su prolongación.
(…) La tendencia liberal del siglo precedente, es pues, reducir
al Estado al mínimo, evitar en lo posible sus
intervenciones en el campo económico, en una palabra
neutralizarlo con el fin de que la sociedad y la
economía puedan desenvolverse según sus principios
inmanentes, conquistando el espacio de sus libres
decisiones.

Se trata de problematizar el estado liberal que
preconiza "dejar hacer, dejar pasar", como signo
característico de alcance más que estrecho, dejando
libradas las fuerzas económicas y sociales a una libertad
anomica que, a diferencia de sus orígenes culturales,
hállase consagrada como fórmula de alcance
universal, en desmedro de comunidades nacionales bajo aprontes
nuevos e imperativos cuya sustancia se aleja de tan deliberada
renuencia. En relato de Faye:

  • Pero, prosigue Carl Schmitt, (…) este Estado
    fundamentalmente neutro respecto de la economía y de
    la sociedad, este Estado liberal de la no-intervención
    se modifica de arriba abajo, a medida que el Estado se
    completa así como creador de leyes: porque ahora el
    Estado se ha convertido en la simple
    "auto-organización de la Sociedad". Así se
    borra la diferencia entre la Sociedad y el Estado; y
    así todo problema económico y social se
    convierte automáticamente en estatal. Queda abolida la
    separación entre lo político, que corresponde
    al Estado, y los dominios apolíticos de la Sociedad:
    presupuesto del Estado neutro.

Así, "una vez convertida en Estado, la Sociedad
debe convertirse indefinidamente en un Estado de la
economía, un Estado de la cultura, del bienestar, de la
previsión". Luego, "se apodera de las relaciones sociales
en una totalidad". De suyo:

Los partidos, en los cuales se organizan los
diversos intereses sociales, "son la Sociedad misma convertida en
el Estado de los partidos": el Parteinstaat. Un concepto
que habrían "descubierto" en Francia juristas y soldados,
asegura Carl Schmitt, el del armamento potencial de un Estado que
lo engloba todo, incluida la preparación industrial
y económica de la guerra, y hasta la formación
moral e intelectual del ciudadano.

¿En qué consiste esta totalidad, es decir,
en cuanto diferencia de lo absoluto e inmanente de la
nación? Refiere Jean Pierre Faye:

(…) Ernst Jünger ha inaugurado, para captar
este proceso sorprendente, "un concepto muy rico en contenido":
el de la movilización total, la totale
Mobilmachung
: Algo se enuncia y se anuncia, "una gran y
profunda transformación". ¿Cuál es?. "La
Sociedad que se ha organizado por sí misma en Estado
está en trance de pasar del Estado neutro del siglo XIX al
Estado potencialmente total". Aquí el enunciado recobra
aliento: el poder de este cambio, de este giro, es establecido,
asegura Carl Schmitt, "mediante un desarrollo dialéctico:
del Estado absoluto de los siglos XVII y XVIII, a través
del Estado neutro del siglo XIX liberal, hasta el Estado
total de la identidad entre la Sociedad y el
Estado"…

El aserto, fruto de "una cadena de reflexiones y
observaciones jurídicas" y "en la vía que conduce a
la fórmula de la guerra total", a cuya traslación
Schmitt otorga validez conceptual en un campo no muy ajeno al
derecho mismo, como relata Schmitt en texto de Faye:

"Bajo la impresión de esta disolución
irresistible de las diferencias y de los límites
tradicionales en un derecho de los pueblos, y de la misma
disolución de las diferencias en el terreno del derecho
constitucional y estatal (como Estado y sociedad, Estado y
economía, política y cultura, etc…) surgió
la fórmula del Estado total, pero como puro
análisis de la realidad y sin ningún
interés ideológico
". Y cree necesario
añadir, "no estaba orientada de forma
fascista".

Sin opinar en relación a lo último,
resulta claro que la adscripción de la fórmula ha
trascendido los campos estrictamente nacionalistas y
nacionalsocialistas, llegando a obtener validación en la
totalidad de lenguajes políticos contemporáneos,
sin arribar a ello solamente por vía de Schmitt, sino por
otras que pese a guardar distancia, coinciden básicamente,
como es el caso del estado soviético de Lenin y Stalin, e
incluso la antípoda de Trotsky, que incrementa su bagaje
hacia formas totales como la militarización del
trabajo.

Si nuestra textualización abarca factores
designados como detalles inherentes a contextos foráneos,
cabe preguntarse porqué hemos acudido al gran rodeo para
visualizar el concepto. La respuesta puede resumirse
concretamente en esto: la noción del estado total ha
penetrado completamente los discursos y lenguajes
políticos bolivianos correspondientes al proceso de
formación del estado nacional moderno; desde la derecha
hasta la izquierda, sin reparar en matices e ideologías
contrapuestos, logrando unidad allá donde las diferencias
parecen absorberlo todo. Un somero recuento servirá para
desbrozar lo antedicho.

  • A guisa de contextualización, baste nombrar
    el estancamiento económico, la crisis
    ideológica y la necesidad de transformaciones
    radicales que la sociedad boliviana impetraba en el agudo
    momento de su devenir histórico, esto es, frisando los
    años 20 hasta la posguerra del Chaco; inicialmente; y
    de ésta hacia la revolución de 1952, donde las
    cadenas enunciativas se repiten y abarcan unas a otras,
    hallando diferenciaciones sólo en cuanto a matices y
    formas de representación política, como veremos
    a continuación.

Partamos de un hecho que habremos de documentar
abundantemente: las diferencias conceptuales entre corrientes
denominadas de izquierda y derecha, bajo el manto del
"socialismo", han sido ubicadas en un denso campo cuyos
límines y fronteras aparecen difusos, por no decir en
abierta interpenetración de cadenas de significantes y
enunciados, que abarcarán el global del pensamiento
político, así como sus lenguajes.

II.I. EL ESTADO TOTAL SOCIALISTA /
BOLCHEVIQUE

Si la teoría del estado no puede comprenderse
como general, unívoca y eterna, corresponde un escanciado
de sus diversas teorías regionales, a fin de brindar una
relativa intelección de sus virtualidades y teorías
particulares. Una de ellas, bastante ilustrativa, corresponde al
"marxismo" leninista que, a decir de Alipio Valencia Vega,
logró formular la suya propia, que parte de la
división del mundo ideológico entre las
conveniencias e intereses de clases en pugna:

A la doctrina marxista le interesa, en primer
término, señalar el verdadero origen del Estado y
el Derecho en la evolución social, que los fija en el
nacimiento de la propiedad privada individual con atropello de la
propiedad comunal primitiva y el antagonismo de clases
subsiguiente, siendo una necesidad de las clases dominantes
asegurar por la fuerza de su propiedad y sus privilegios,
resguardándolos, además, mediante las
fórmulas legales del Derecho.

Empero, a la génesis citada, se introducen
problemáticas de índole diversa, correspondientes a
la modernidad en el siglo XX, donde destacan los preceptos de
Lenin -homologados como marxistas-, que configuran cierto
campo analítico susceptible de teoría
moderna
:

Otros temas que examina y analiza son los referentes a
la naturaleza del Estado, sus funciones y su mecanismo, restando
importancia en este aspecto a la teoría de la
división tradicional de los tres poderes del Estado;
deteniéndose en el estudio sobre el concepto, naturaleza y
estructura de la norma jurídica y las relaciones que en el
campo de la realidad y conforme a ella, se establecen entre el
Derecho y la Economía, el Derecho y la Política, el
Derecho y la Moral, el Derecho y la conciencia jurídica,
asignando importancia a los tipos de Estados producidos en la
evolución social humana.

De los juegos relacionales entre diversos
aspectos y componentes, destaca en Lenin aquella que
refiere sustancialmente a los nexos y relaciones que se han
establecido entre el derecho y la ética:

  • En la actualidad se entiende que existe un Derecho de
    clase del proletariado contra un Derecho de clase de la
    burguesía, realizados por la Unión
    Soviética y las naciones capitalistas occidentales,
    respectivamente. En este aspecto, el Derecho
    soviético, realizado por el Estado también
    soviético, es siempre un conjunto de principios y
    normas, pero que están establecidos por el Estado
    obrero que representa legalmente y con absoluta exactitud al
    pueblo de la Unión, justificándose ampliamente
    el poder coactivo que ejerce el Estado Obrero para hacer
    cumplir ese Derecho o sistema normativo por haber salido
    éste de la verdadera voluntad del pueblo trabajador,
    constituido fundamentalmente por las clases que forman el
    proletariado obrero y el campesinado. De ahí que estas
    normas protegen a estas clases, fortalecen todas las
    relaciones tendientes a mejorar sus condiciones de existencia
    y destruir en la conciencia y en la práctica humanas
    los resabios que quedan de las formas capitalistas, para
    llegar definitivamente a la sociedad sin clases y sin
    Estado.

Para Lenin, se trata de superar la modernidad
capitalista con otra socialista, mediante un estado
total
que supere las divergencias entre derecho y
ética, moral y norma, puesto que:

  • …no hay separación categórica entre
    Derecho y Moral; normas jurídicas y morales
    están en íntima conexión; por eso la
    obra que cumple el Derecho socialista del Estado Obrero, al
    estar firmemente orientado hacia la extirpación de la
    explotación humana y de las supervivencias
    capitalistas en la conciencia y la instauración del
    socialismo, se afirma sobre una base profundamente
    ética, aún cuando se presenta como conjunto de
    normas o leyes jurídicas, porque buscan realizar la
    felicidad del pueblo. La conciencia jurídica que en el
    régimen soviético deja de ser sentimiento puro,
    para adoptar carácter intelectualista con
    orientación y sentido, contribuye mucho a la
    unión entre Derecho y Moral. De este modo el
    pensamiento político soviético o teoría
    política marxista contribuye a robustecer al Estado
    socialista, cuida por el sentido invariablemente socialista
    de la legislación soviética y vigila
    eficazmente la aplicación de este Derecho socialista
    en la práctica.

Teleología del estado total
bolchevique
, donde opera la homología moderna que
hace Lenin entre su teoría y el marxismo. Luego, en Alipio
Valencia, puede observarse ya el tránsito impune de la
teoría del estado bolchevique al marxismo, llegando a
sustituir el pensamiento de Marx por el de Lenin, a nombre del
primero.

Un estudio bastante certero de las relaciones
ideológicas -en cuanto a la visión estatal se
refiere-, establecidas entre la izquierda
boliviana/latinoamericana y el bolchevismo, indudablemente
corresponde a Ricardo Calla
Ortega
[7]quien abre la polémica
acerca de las formas de construcción socialistas
reales y su filiación
pragmática/doctrinal, más bien ligadas a
categorías conocidas bajo el epígrafe de
capitalismo de estado. Escrito bajo los efectos de una
coyuntura difícil para todo pensamiento social,
caracterizada por el desmoronamiento de los modelos conocidos
como "socialistas", Ricardo Calla sostiene que no
puede afirmarse de manera coherente y seria la debacle del
socialismo, porque éste, en realidad, nunca se
dio.

En efecto, tras sintética y profunda
reflexión teórica acerca de la naturaleza de los
denominados regímenes del socialismo real,
concluye el autor desnudando la naturaleza de las relaciones y
estructuras de clase que generaron tales intentos, desde los
inicios mismos de su constitución -el caso de la URSS-, o
tras el recambio de liderazgo político -como en China-;
sociedades donde se gestaron modelos de capitalismo de
estado
bajo la férrea conducción del
monopolio político encarnado en partidos
comunistas
cuya élite dictatorial se
sirvió de pensadores socialistas para encaminar proyectos
estatales industrializados poco diferentes a los conocidos en
latitudes como la nuestra bajo el concepto de estados nacionales
modernos.

Se trató de un movimiento pendular que homologa
el pensamiento de Marx con el socialismo marxista; convertido en
socialismo revolucionario por los comunistas y bolcheviques
rusos; luego arranca del marxismo socialrevolucionario que
tamizado por las visiones modernas de partidos comunistas
europeos y culmina en la construcción estatal moderna
bolchevique. Es decir, homologa marxismo con
leninismo y de allí; nacionalsocialismo,
nacionalcomunismo y
nacionalbolchevismo
.

Cabría preguntarse: ¿es marxista Lenin?
Pues sí, lo es, pero no como continuación
dialéctica, sino sólo una variante nacional
moderna
que; por éxito y situación
histórica; gravitó mundialmente sobre los
movimientos obreros, políticos e intelectuales de
izquierda comunista y socialista. Asimilando el símbolo
y figura internacional de Marx, Engels y los fundadores
del socialismo como la mística ideológica de su
revolución nacional moderna; logró -mediante la
estructura comunista moderna-, la
homologación del marxismo con el
bolchevismo, constituyendo así el
marxismo/leninismo que consiste llanamente en una
teoría socialista revolucionaria moderna basada
en el pensamiento de Lenin.

Lenin parte del marxismo en cuanto a su
problemática socioeconómica, lucha de clases y
teoría de la rebelión, convirtiéndola en
mística ideológica y revolucionaria del
estado total nacional soviético, expresado
mediante la conceptualización leninista como un
capitalismo de estado con dictadura del
proletariado.

Para el arribo a dichas conclusiones, baso en
Ricardo Calla Ortega el escanciado teórico
e ideológico del estado total nacionalcomunista
bolchevique soviético
; el posteriormente
bautizado como socialismo real; texturas ambas realmente
distintas al pensamiento de Marx et al.

Ricardo Calla aborda conceptualmente el estatuto
teórico de la noción capitalismo de
estado
,
bajo la lente polémica de dos autores
clásicos del partido bolchevique -Lenin y Bujarin-,
a cuyo desbroce adhiere importantes clarificaciones en cuanto a
la configuración de sus paradigmas de sentido y
significaciones, en virtud a constituir éstos las bazas
del primer estado socialista obrero del siglo XX, modelo para la
edificación política e ideológica de los
movimientos, estados y partidos políticos reclamados como
marxistas en el orbe.

Así, resalta el autor un planteamiento esbozado
por Lenin a un mes de la insurrección de octubre de 1917,
inserto en el folleto La catástrofe que nos amenaza y
cómo luchar contra ella
, a saber:

Cuando una empresa capitalista gigantesca se
convierte en monopolio, significa que sirve a toda la
nación. Si se ha convertido en monopolio de Estado, el
Estado… dirige toda la empresa. ¿En interés de
quién? (…) -o bien en interés de los
terratenientes y los capitalistas…; -o bien en interés
de la democracia revolucionaria, y, entonces es un paso hacia
el socialismo
. Pues el socialismo no es más que el
paso siguiente al monopolio capitalista de Estado. O en otros
términos, el socialismo no es más que el monopolio
capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que,
por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista.

Y luego, siguiendo a Ricardo Calla, cita éste que
"sin dejar lugar a dudas o ambigüedades",
Lenin afirmaba: El capitalismo monopolista de estado es la
completa preparación material para el socialismo,
la antesala del socialismo, un peldaño de la escalera de
la historia entre la cual y el peldaño llamado socialismo
no hay ningún peldaño intermedio.

En tan contundente afirmación es comprensible el
énfasis que las corrientes izquierdistas del ala
soviética -que incluye a Trotsky- impusieron al concepto
de revolución democrático burguesa o
permanente
, que abordaremos a su tiempo. Se trata de una
linealidad ascendente que va a preparar las condiciones
materiales modernas -léase sociedad industrial burguesa-,
para luego arribar al socialismo, en el girar continuo de una
cadena cuyo "eslabón decisivo" siempre implicará el
fundamento económico.

Pero el asunto va más allá, cuando Ricardo
Calla refleja conceptos de Lenin al calor de su disputa con la
oposición de "izquierda" bolchevique -a la que
motejaría de "infantil"-, en genuina prosapia de Illich
Ulianov:

  • Lo mismo puede decirse (que la posición de los
    "comunistas de izquierda" se encuadraría en lo que
    Lenin define como "línea burguesa") en cuanto a los
    problemas internos con los "comunistas de izquierda", quienes
    repiten los principales argumentos que se emplean contra
    nosotros desde el campo de la burguesía. Por ejemplo:
    el principal argumento que el grupo de los "comunistas de
    izquierda" emplea contra nosotros es que se observa una
    desviación bolchevique de derecha que amenaza con
    llevar la revolución por el camino del capitalismo de
    Estado… La evolución hacia el capitalismo de Estado:
    éste es el mal, ése es el enemigo que se nos
    invita a combatir… La realidad nos dice que el capitalismo
    de Estado sería para nosotros un paso adelante. Si en
    poco tiempo pudiéramos realizar el capitalismo de
    Estado en Rusia sería una victoria.

Este sería, a decir de Ricardo Calla, "el rasgo
fundamental que habría de caracterizar la posición
de Lenin" sobre el capitalismo de estado (CE) "en
los debates de su tiempo". Luego, "para Lenin, el CE sobre
el cual se estaba pronunciando no era "cualquier" CE ni el CE "en
general", se trataba específicamente, del CE "bajo el
poder soviético", "bajo la dictadura del
proletariado
".

Es acá donde aparece claramente la figura:
capitalismo de estado bajo la dictadura del
proletariado
. A la pregunta de su significado,
responderá Lenin que "realizar el capitalismo de
Estado significa aplicar el control y registro que aplicaban las
clases capitalistas
". Es decir, un cambio de mando, un
relevo que observa las mismas modalidades, esta vez bajo una
dictadura de clase; obviamente representada ésta por su
"conciencia esclarecida", su "vanguardia", o sea, los fragmentos
pequeño burgueses del partido, ahora representantes del
conjunto proletario, como directores del estado.

Y en tal contexto, a decir de Ricardo Calla, la clave
del pensamiento leninista durante los primeros meses del triunfo
bolchevique, reside en una noción:
"control". A desbroce de sentidos, subrayados por
Calla, argüirá Lenin:

… Hasta que llegue la fase "superior" del
comunismo los socialistas exigen el más riguroso
control por parte de la sociedad y por parte del Estado
sobre la norma de trabajo y la norma de consumo, pero dicho
control debe comenzar con la expropiación de los
capitalistas y debe llevarse a cabo no por un Estado de
burócratas, sino por un Estado de obreros armados…
Registro y control: esto es principalmente lo que hace
falta para la "marcha uniforme", para el buen funcionamiento de
la primera fase de la sociedad comunista. Todos los
ciudadanos se convierten en empleados a sueldo del Estado, que
consiste en los obreros armados. Todos los ciudadanos
pasan a ser empleados y obreros de una sola "empresa"
estatal de todo el pueblo. Todo lo que se necesita es que
trabajen por igual, que respeten la norma de trabajo y reciban un
salario equitativo. El capitalismo ha simplificado hasta
el extremo el registro y control necesario para esto,
reduciéndolos a operaciones extremadamente simples,
accesibles a cualquiera que sepa leer y escribir… Toda la
sociedad será una sola oficina y una sola fábrica,
con igualdad de trabajo y salario…

¿Cualquier semejanza con
Leviatán, es mera coincidencia? A decir de
Ricardo Calla, se trata de "un modelo de "sociedad industrial"
totalmente centralizada", esta "fase" no debía empero
"confundirse con el comunismo", pues a decir de Lenin:

… esta disciplina "fabril", que el proletariado,
después de derrotar a los capitalistas, después de
derrocar a los explotadores, hará extensiva a toda la
sociedad, de ningún modo es nuestro ideal, o nuestro
objetivo final. Es sólo un escalón necesario
para limpiar a fondo la sociedad de todas las infamias y bajezas
de la sociedad capitalista…

En argot, la faberización socialista
implica un escalón para extirpar la
faberización capitalista, reemplazando el
monopolio privado por el estatal, la dictadura del capital por la
del trabajo; la maquinaria de acero por la de
carne de acero. En síntesis, se trata
de llevar el modelo nacional industrial de acumulación
originaria
, hasta las últimas consecuencias, a
través del estado como eficaz disciplinador
social, y agente creador del capital que -vía estado-
será social y no privado, bajo sus propias modalidades de
control y registro.

El paraíso de los trabajadores comienza
a semejar las utopías fordianas. A decir de
Ricardo Calla, la posición de Lenin puede sintetizarse en
lo que sigue:

  • Desechando toda postura reduccionista con respecto
    del Estado, Lenin, al plantear la noción de CE "bajo
    la dictadura del proletariado", no estaba haciendo otra cosa
    que dar cuerpo a una proposición que habría de
    tornarse en un lugar común del corpus
    teórico del marxismo contemporáneo: que el
    cambio de carácter de clase de un Estado se daba
    inicialmente como un fenómeno "superestructural",
    atingente a las esferas de lo "político",
    "jurídico" e "ideológico", no necesariamente
    correspondiéndose en el tiempo a una
    remodelación de la "estructura económica". En
    este sentido, la transformación del carácter de
    clase del Estado era visualizada por Lenin como un proceso
    donde lo "político" antecedía a lo
    "económico". La remodelación de las
    "superestructuras" no se traducía directa e
    inmediatamente en una modificación global de la
    "estructura". Lo que Lenin estaba asumiendo, correctamente,
    es que el sector "capitalista de Estado" no dejaba de ser tal
    debido a la mera transformación del carácter de
    clase de un Estado. Para expresarnos en la
    terminología del Lenin de El Estado y la
    Revolución
    , Lenin no estaba planteando otra cosa
    que diferenciar entre lo que él denominaba el CE "bajo
    la dictadura del proletariado" y lo que, por
    contraposición, podríamos denominar como el CE
    "bajo la dictadura de la burguesía". Se trata pues de
    la posibilidad de construir dos objetos de estudio
    relativamente diferenciados: el CE en el Estado capitalista y
    el CE en el Estado socialista.

Las tres fuentes y tres partes integrantes del
marxismo…
Hasta donde alcanzamos a otear, la
diferencia específica resulta menos ponderable
que su género próximo, en tanto supone una
estructuración maquinal del cuerpo social cuya preferencia
política superestructural no rompe las
relaciones sociales de producción que
supuestamente habrán de configurar, junto a la
lucha de clases, la cualidad de un salto
revolucionario
. Ergo, supone la teoría
leninista
una aproximación adscriptiva en
clave jacobina al concepto francés de
revolución
, antes que al um
wälzung
marxista
(rebelión
).

Las transformaciones propuestas al influjo de la
noción leninista no escapan a la constitución de
una totalidad estatal cuya voluntad férrea quedará
bajo la dictadura proletaria expresada en un vigoroso cuerpo
jurídico político que paulatinamente iría
deviniendo en el comunismo, a través de cambios
cualitativos que reflejen la superación material de las
fuerzas productivas imprescindibles para sustentar un tipo
de sociedad nuevo
[8]En sentido más
teórico, acudimos a la excelente síntesis de
Ricardo Calla:

Así, el área[9]de
"capitalismo de Estado" sería el área donde se
habrían efectivizado las propuestas sugeridas por Lenin
desde la redacción de La catástrofe…; esto
es, el área donde se habrían efectivizado las
medidas de "control", "regulación", "registro" e
"inspección" estatales sobre la "economía" y el
área donde se habría llevado a cabo la
"propietarización estatal". A esto se
añadiría poco después, como lo hemos
anotado, la sugerencia hecha por Lenin de recurrir a los
conocimientos y experiencias organizativas de los "especialistas
capitalistas" entregándoles la "dirección" de los
"controles estatales" sobre la "economía". A este conjunto
de medidas operativas Lenin designaba con el nombre de CE "bajo
la dictadura del proletariado". Este CE, por otra parte, aparece
considerado siempre en Lenin como un "escalón" de la
"historia" después del cual sólo queda el
"socialismo". La pregunta pertinente a hacerse es, por supuesto,
la siguiente: ¿en base a qué criterios se
consideran "capitalistas" a las modalidades de "control estatal
de la economía" que Lenin etiqueta como CE "bajo la
dictadura del proletariado"?.

Se trata, a criterio de Lenin, de un sector
dentro del conjunto de la formación económico
social rusa
, donde no opera la lógica de
clase
, es decir, que sin llegar a la afirmación de
aquella pervivencia clasista de la burguesía en la
totalidad rusa, ésta no operaría en el tramado que
describe como capitalista de estado, sujeto a la dictadura del
proletariado, lugar donde los "especialistas" actúan como
asalariados. A decir de Ricardo Calla:

Al remarcar que el "poder soviético"
entregaba la "dirección" de los "controles estatales" a
los "capitalistas" no como "capitalistas" sino como
"especialistas asalariados", Lenin ponía inevitablemente
sobre el tapete de la discusión la cuestión de la
naturaleza de las relaciones de producción operantes al
interior del sector "capitalista de Estado". Si el CE "bajo la
dictadura del proletariado" implicaba una generalización
del salario como categoría social (donde la misma "clase"
de los "capitalistas" aparecía transformada en una "capa"
de los "especialistas asalariados"), con sus afirmaciones Lenin
tendía indudablemente a diluir el carácter clasista
del sector "capitalista de Estado" en cuestión: al
interior de este sector, la "clase" de los "capitalistas" estaba
ausente.

Para Bujarin, el asunto
representaba un absurdo: … Capitalismo sin capitalistas
es otro absurdo del mismo género… "Capitalismo no
capitalista" es la cumbre de la confusión…
Y, a
decir de Ricardo Calla, penetrará el corazón mismo
de la polémica, dado que:

Si en El Estado y la Revolución Lenin
había planteado que en la "primera fase" de la
construcción socialista "… toda la sociedad sería
una sola oficina y una sola fábrica, con igualdad de
trabajo y salario…", más adelante, en Las tareas
inmediatas del poder soviético…
de mayo de 1918,
señalando a la Alemania de su tiempo como un ejemplo de CE
más desarrollado, Lenin plantearía que este
país se tipificaba por su "… moderna técnica
capitalista y la organización planificada", elementos
éstos que en Alemania estaban "…subordinados al
imperialismo junker-burgués"…

Esta referencia no debe pasar desapercibida, en virtud a
su tremenda importancia en la configuración teórica
del proceso de construcción socialista, así como
las oscilatorias entre los diversos componentes políticos
de izquierda a derecha, comprendiendo las aparentemente
inverosímiles combinaciones entre alas de ambas
corrientes, a la par de sus inevitables coincidencias, que
sólo alterarán matices. Como refleja Lenin, en cita
de Calla:

… Supriman las palabras en cursiva y en lugar del
Estado militarista, junker, burgués, imperialista,
pongan también un Estado, pero de tipo social
diferente, de diferente contenido de clase, un Estado
soviético, es decir, un Estado proletario y
obtendrán la suma total de las condiciones para el
socialismo…

Estas, entonces, girarán bajo la órbita
del control estatal de la economía con la dirección
de especialistas burgueses que ahora no denotarán clase,
sino capa asalariada, en servicio del poder soviético:
el estado total bolchevique. Apunta Ricardo
Calla:

Como Bujarin correctamente lo entreveía, el uso
que hacía Lenin de la noción de CE diluía la
connotación específicamente clasista que desde Marx
se le atribuye a la noción de "capitalismo". Se trataba
ciertamente de un problema de "semántica"; pero no por
ello irrelevante: en realidad todo el andamiaje de la labor
teórica de Marx quedaba en tensión.

La cita conlleva un importante punto de
inflexión, a saber: los desarrollos teóricos del
bolchevismo leninista en relación al cuerpo teórico
de Marx, diferencia -vista a su tiempo- que adquiere
fuerza en la que Ricardo Calla obtiene:

… frente a una oposición que
insistía en afirmar el carácter clasista de las
estructuras del CE, Lenin contraponía una noción de
"capitalismo de Estado" sin ninguna significación clasista
específica, transformando a la noción de
"capitalismo" en un designador descriptivo de una
"economía" industrializada, tecnificada y organizada
acercándose así más a una concepción
"organizacional" de la sociedad "capitalista" moderna que a una
concepción marxista
"clásica"…

Lejos de argüir tal separación como nefasta,
desde la óptica del reclamo ortodoxo, asimilamos ella
dentro de una creciente aporía; cuya matriz
comienza por separar las nociones de clase al interior de la
estructura del significado "capitalismo"; y supone cierta
distancia en cuanto a la concepción de estado
mismo
en el cuerpo teórico trabajado por Marx y el de
Lenin; más aún si comparamos ambos en cuanto a la
estructura de poder y la visión de
construcción socialista.

Mientras para Marx, en su Dialéctica de la
Naturaleza
, existe una proximidad con la femenina
horizontalidad matrística de origen y autoridad; para
Lenin supondrá la erección de un sistema vertical
masculino de poder patriarcal; ergo; mientras Marx proclama desde
la Comuna de París el inicio del fin de la
configuración estatal; Lenin la reata a las tareas de
construcción del poder soviético. Obviamente, la
distinción operará también sobre los efectos
concretos de tales procesos, obturando en falso la
estatalización de las relaciones de clase en el
bolchevismo como sustanciales en el credo marxista leninista
imperante en los años 20 alrededor del orbe, cuando la
obra de los rusos era más conocida y difundida que la de
los fundadores del marxismo.

En una cita de Ricardo Calla bastante esclarecedora,
Bujarin arremete bajo elementos mayormente depurados acerca de la
cuestión en disputa, relevando ciertos prolegómenos
de gran valor a la intelección del tipo de sociedad que
construyeron los bolcheviques:

Cada sociedad de clases es un mecanismo que produce
plusproducto, el cual se pone a disposición de una parte
de esta sociedad… ¿Cómo es posible este proceso
de explotación?… ¿Cómo es que la sociedad,
que en el fondo se compone de dos sociedades (clases),
puede presentar relativa unidad?. En otras palabras:
¿qué es lo que posibilita el mantenimiento de
relativo equilibrio social, de la estabilidad del sistema social,
que se funda en una división del conjunto social?. La
respuesta es clara. Puesto que existe tal sistema, tiene que
existir algo que actúe como factor
integrador
(, que mantenga cohesionada a la sociedad
escindida y reprima la resistencia de las clases oprimidas (en el
sentido "brutalmente" físico y "delicadamente"
ideológico)… Tal organización es el
Estado…

El texto, aparecido en 1920, deja claramente establecido
el estatuto teórico del estado como articulador de la
diferencia, al influjo del viraje que cada día con mayor
persistencia, brindaban las clases capitalistas a favor de la
intervención estatal dinámica hacia rubros
anteriormente vedados, como la economía y aún la
cohesión política, ya no entendida sólo a
través del ejercicio de la autoridad, sino también
de las formas ideológicas. Desde ahora, estado se
escribía con mayúscula, era Estado, un Estado Total
Social Nacional Moderno -y viceversa, según el
usuario-.

Así, las modalidades de apropiación
excedentaria tendrán un soporte nuevo y activo, que llevan
a Bujarin -siempre en el texto de Ricardo Calla- al interior de
la teoría del estado, cuando propone:

  • El Estado es cierta organización humana. No es
    la expresión técnica de los hombres con la
    naturaleza, sino de la relación social de los hombres
    entre sí. Sería completamente errado buscar la
    "esencia" del Estado en su definición
    técnico-organizativa, por ejemplo, en el hecho de que
    constituye un aparato centralizado (…) no hace a la esencia
    del Estado el hecho de que sea un aparato centralizado, sino
    que este aparato centralizado corporiza cierta
    relación entre clases, a saber, la relación de
    dominación, de fuerza, de opresión y de
    esclavizamiento.

La separación entre modalidades de
organización administrativa estatal con el agregado humano
que se expresa en contradicción desde su seno, aporta la
redimensionalidad de un extracto operando en base a escisiones
concretas, que nos traen a colación abordajes más
precisos acerca de la noción de poder y su estructura,
como señala Bujarin citado por Calla:

Del análisis anterior sobre el poder estatal,
surge claramente su carácter de "superestructura" sobre la
base económica. Como toda "superestructura", tampoco es
simplemente una campana de cristal protectora de la vida
económica, sino una fuerza activa, una organización
actuante que afianza desde todos los ángulos la base
productiva de la que ha surgido (…) El Estado es un "factor
extraeconómico". Pese a ello, tiene una poderosa
significación económica. Del mismo modo la guerra,
como función del poder estatal, si bien es un "factor
extraeconómico", constituye una de las palancas más
fuertes del proceso económico.

Más allá del concepto emanado de
Karl Von Clausewitz, a saber, "la guerra
no es más que la continuación de la política
por otros medios
"; para Bujarin, la
guerra
establecerá concretamente un lugar dentro
de cierto encadenamiento cuyo origen capitalista
moderno
-abjurando del clásico
liberalismo
-, entiende la irrupción del
intervencionismo estatal en tanto fase
histórica del estado nacional capitalista moderno;
apareciendo así la guerra como un elemento de éste,
tal cual señala Ricardo Calla:

Es así que ahora la "guerra", a la que
Bujarin adjudica una importancia "económica" capital,
aparece precediendo al "intervencionismo estatal" e impulsando la
expansión de tal "intervencionismo" y, por lo mismo,
acelerando el desarrollo del "capitalismo monopolista" y su
transformación en CE. La "guerra" habría así
puesto sobre el tapete de la discusión la
"significación" "económica" del Estado: "La guerra
de 1914-18 (dirá Bujarin) ha planteado
categóricamente la cuestión del poder estatal. Si
antes, en la preguerra, hasta en el propio campo marxista
anidaban ciertos puntos de vista manchesterianos, a partir del
momento en que el Estado imperialista lanzó millones y
millones de hombres en el torbellino de la historia y
manifestó de un golpe su colosal significación como
factor económico, el análisis del poder
estatal se pone en el orden del día de todas las
discusiones teóricas y prácticas. La vida de la
organización estatal, que todo lo absorbe… ha pasado al
primer plano".

Con bastante lucidez, Bujarin anuncia, desde la
izquierda bolchevique, el advenimiento del estado total
como fase de expansión y reacomodo capitalista, así
como la expresión de sus relaciones de poder,
trascendiendo su faz monopolista hacia el capitalismo de estado,
ese mismo estado total que Lenin -bajo su vertiente
soviética- designaba como ajeno a las relaciones de clase,
error que se mantendría sustancialmente a lo largo de la
construcción soviética, pese a reconvenciones
establecidas por el propio Lenin.

De suyo, independientemente al epítome que le
acompañe, el capitalismo bajo formas privadas
monopólicas o intervencionismos estatales, seguía
irrogando efectos sobre la estructura económica y,
primordialmente, seguía expresando relaciones de clase,
antagónicas o escisionales. En cita de Ricardo Calla, con
cierta posterioridad temática que desentraña la
ruina económica, Lenin se pregunta:

… ¿qué es el capitalismo de Estado
en estas condiciones?. Es la unificación de la
pequeña producción (al sector socialista). El
capitalismo une a la pequeña empresa y surge de ella (…)
Donde haya pequeña empresa y libertad de intercambio
habrá capitalismo ¿Pero debemos temer ese
capitalismo, si tenemos el control de las fábricas, el
transporte y el comercio interior? (…) no debemos temer a ese
capitalismo. Las concesiones son ese tipo de
capitalismo.

Concesiones al capital privado nacional o extranjero, se
entiende, tal como aquellas realizadas por el gobierno del MNR al
capital petrolero norteamericano en la etapa de la
"revolución nacional". Se trata de la dinamicidad
productiva que ya no declara la pequeña producción
como enemiga -más bien es necesaria-, ni las concesiones
al capital privado. A decir de Ricardo Calla:

De esta manera, el CE "bajo la dictadura del
proletariado" aparece ahora en Lenin como un sistema de "mercado"
"regulado" y "supervisado" por un Estado "proletario" que, dando
cabida y garantías al "capital privado", negocia con este
último las formas y montos de la apropiación de la
"riqueza social" y posibilita la constitución de
"empresas" de "participación combinada" en base a recursos
de "propiedad estatal" y recursos de "propiedad privada":
(dirá Lenin) … ¿Qué son las concesiones
desde el punto de vista de las relaciones económicas? Son
capitalismo de Estado… el Estado socialista entrega al
capitalista medios de producción que le pertenecen:
fábricas, materiales, minas. El capitalista actúa
como contratante, arrendando los medios de producción
socialistas, recibe los beneficios de su capital y entrega al
Estado socialista una parte de su
producción".

Acá podemos tentativamente resumir el desarrollo
teórico leninista, que hace difícil distanciar el
proceso bolchevique de construcción socialista en
relación a otros de similar o distinto jaez, trasladando
cierta lógica lineal a procesos que, ya desde su matriz
nacionalsocialista, o socialista revolucionaria; conservan la
particularidad de conceder al estado en sentido moderno e
industrial, toda iniciativa de generación económica
y societal; un estado total moderno.

El resultante del modelo soviético
demostrará los alcances del aserto: una sociedad clasista,
donde inopinadamente aparecen, tras la Perestroika, empresarios y
clases dominantes luego de setenta años de sovietismo
supuestamente socialista. Finaliza Ricardo Calla:

… ¿es posible, y bajo qué
circunstancias, considerar a una "empresa estatal" como una
modalidad de "empresa capitalista"?. Como cualquiera lo
habrá captado, estas preguntas nos refieren al estatuto
teórico preciso de la noción de "empresa de Estado"
en su relación con la noción de CE. Si la "empresa
de Estado" es por definición una "empresa" de "propiedad
de Estado", ¿se debe considerar que la forma
jurídica de la propiedad que la identifica en cuanto
"empresa estatal" la sustrae de la esfera de acumulación
de capital? Lenin explicita que para él, una "empresa
estatal" operando bajo el "canon" del "cálculo
económico" no se sustrae de la dinámica del mercado
(…) Es decir, para hablar llanamente: lo anterior alude a la
posibilidad de pensar a las "empresas estatales", en ciertas
circunstancias, como "empresas capitalistas" en el sentido
específico del término…

Luego, valdría la pena preguntarse por medio
de qué organismo se llevará a cabo la
gestión estratégica de este capitalismo, esto es:
¿quién operará como el trust
monopólico capitalista en la estructura de CE bajo
dictadura del proletariado?
Pues el partido, reemplazando las
tareas de la empresa capitalista, adhiriendo los alcances
políticos y la conducción de lo económico,
esto es, eslabonando los diversos factores bajo su mandato,
aspecto que reviste una especificidad ignorada por el socialismo
marxista-leninista y su ciega adscripción al
monopartidismo excluyente, de vanguardia y substitución de
clase por fracción.

He allí el diseño de un estado total que
se construye no como anteposición o paradigma alternativo
al capitalismo, sino más bien como atajo jacobino a sus
formas occidentales en busca de sus efectos modernos, sin
renunciar a sus mecanismos, sobrellevando una carga determinista
de lo histórico, considerando como ineluctable la fase
"democrático burguesa" pero bajo dominio estatal del
partido. De suyo, la comprensión acerca de los postulados
que orientan la actuación de los partidos socialistas
bolivianos, aparece clarificada en virtud al desarrollo
precedente.

Sin ánimo de ingresar a una polémica
doctrinal cuya extensión abarca mucho más de lo que
pretendemos estudiar, urge un escanciado de lo que al respecto
señala Carlos Marx, a quien atribuyen
filiación los partidos socialistas revolucionarios. En
texto señero; y bastante claro como para dejar dudas tras
de sí; Carlos Marx[10]esboza, a partir de
la gesta de la Comuna de París, reflexiones precisas sobre
procesos de construcción social contrapuestos al
capitalismo. Así, desentrañando el carácter
de la Comuna de París, relata Marx:

El aparato de Estado centralizado que, con sus
órganos militares, burocráticos, clericales y
judiciales, omnipresentes y complicados encierra (envuelve) el
cuerpo vivo de la sociedad civil, como una boa constrictor, fue
forjado primero en los días de la monarquía
absoluta como un arma de la naciente sociedad moderna en su lucha
de emancipación del feudalismo. Los privilegios
señoriales de los aristócratas y de las ciudades y
del clero en la época medieval fueron transformados en los
atributos de un Poder estatal unificado, que reemplaza a los
dignatarios feudales por funcionarios estatales asalariados,
transfiere las armas de los servidores medievales de los
terratenientes y de las corporaciones urbanas a un
ejército permanente, sustituye a la abigarrada (policroma)
anarquía de poderes medievales en conflicto por el plan
reglamentado de un Poder estatal, por una división
sistemática y jerárquica del
trabajo.

Una boa constrictor que todo lo atrapa en su
interior, para llevar a cabo las tareas de
construcción burguesa moderna del estado
nacional
,
base del posterior desempeño liberal
que sustituye a la monarquía sin abjuración de las
tareas y métodos que ésta había
iniciado:

La primera Revolución Francesa, cuya tarea
era fundar la unidad nacional (crear una nación)
tenía que romper toda independencia local, territorial,
urbana y provincial. Ella estaba obligada pues a desarrollar lo
que la monarquía absoluta había comenzado, la
centralización y organización del Poder estatal, el
número de sus instrumentos, su independencia y su
sobrenatural predominio sobre la sociedad real que de hecho
ocupó el lugar del cielo sobrenatural del medioevo, con
sus santos. Todo interés menor y aislado, engendrado por
las relaciones de los grupos sociales, fue separado de la
sociedad misma, determinado, y colocado independiente de ella y
en oposición a ella, en razón al interés del
Estado, que era administrado por curas del Estado con funciones
jerárquicas exactamente determinadas.

Luego, el recambio de titularidad en el poder del
estado, lejos de suprimir la impronta constrictiva de la
sociedad, perfeccionaba sus mecanismos de dominación,
fundados esta vez en una nueva legitimidad, que llevará a
concluir, de forma sencilla, en algo que a veces escapa a la
comprensión procesual:

Todas las revoluciones tuvieron pues como
única consecuencia perfeccionar la maquinaria del Estado
en vez de hacer a un lado este paralizante íncubo. Las
fracciones y partidos de las clases dominantes que alternadamente
lucharon por la supremacía, consideraron la
ocupación (control) (toma) y la dirección de esta
inmensa maquinaria de gobierno como el principal botín del
vencedor. Esta centró su actividad en la creación
de inmensos ejércitos permanentes, de una multitud de
sabandijas del Estado, y de enormes deudas
públicas.

Tomando en cuenta que los miembros del partido
bolchevique, mayormente, fueron elementos de la élite -sin
caer en la tentación de otorgarles el rol de vanguardia
proletaria, algo que cualquiera puede reclamar para sí- y
retomando las tesis supraexpuestas de Lenin; al parecer la
revolución bolchevique dista mucho de escapar al escalpelo
de Marx, a cuyo nombre construyó su estado. Veamos,
pues, cómo las aguas van separándose con
inequívoco énfasis, en palabras del propio Carlos
Marx:

El Poder gubernamental con su ejército
permanente, su burocracia que lo dirige todo, su clero
embrutecedor y su jerarquía de tribunales serviles, se
habían hecho tan independientes de la sociedad misma, que
un aventurero de grotesca mediocridad, a la cabeza de una
hambrienta banda de desesperados, era suficiente para ejercerlo.
Este Poder ya no tuvo la necesidad de justificar su existencia
por la coalición armada de la vieja Europa contra el mundo
moderno establecido por la Revolución de 1789. Ya no
apareció como un instrumento de dominación de
clase, sometido al ministerio parlamentario o a una asamblea. El
sometía a su poder incluso los intereses de las clases
dominantes, cuyo espectáculo parlamentario aquél lo
reemplazó con los Corps Législatifs
seleccionados por él mismo y senados pagados por
él; su autoridad absoluta fue sancionada por el sufragio
universal; fue reconocido como una necesidad para mantener el
"orden", que es la dominación del terrateniente y del
capitalista sobre el productor; encubrió, con los harapos
de la mascarada del pasado, las orgías de la
corrupción del presente y la victoria de la
fracción más parasitaria, la de los timadores
financieros, dio carta blanca al libertinaje de todas las
influencias reaccionarias del pasado …el Poder estatal
había recibido su última y suprema expresión
en el Segundo Imperio.

"En apariencia, se trataba de la victoria final
de este poder gubernamental sobre la sociedad, de hecho era la
orgía de todos los elementos corruptos de esa
sociedad";
prosigue Marx:

A los ojos de los iniciados esto aparecía
solamente como la victoria del Ejecutivo sobre el Legislativo,
como la derrota final que a la forma de dominación de
clase que pretendía ser el autogobierno de la sociedad
inflingía la forma de esta dominación que
pretendía ser un poder colocado por encima de la sociedad.
Pero de hecho no era más que la última forma
degradada y la única posible de esa dominación de
clase, que era tan humillante para esas clases mismas como para
las clases trabajadoras a las que mantenía
encadenadas.

Sin acudir al expediente forzado de las
analogías interesadas, existe notoria correlación
entre los elementos sustanciales de la revolución francesa
-y la norteamericana- con la rusa: más allá de
reemplazar a los curas por los comisarios rojos del partido, el
nuevo poder había dado un paso adelante en las tareas que
su
ancient régime dejó
inconclusas.

Sea éste un poder zarista, bolchevique o el
segundo imperio francés, la situación va muy lejos
de ser opuesta. Como señala Marx:

La verdadera antítesis del Imperio
mismo
, es decir, el poder estatal, el ejecutivo centralizado,
del cual el Segundo Imperio no fue sino su forma acabada, fue la
Comuna. Este Poder estatal es, de hecho, la
creación de la burguesía; fue el instrumento que
sirvió primero para destruir el feudalismo, después
una herramienta para ahogar las aspiraciones emancipadoras de los
productores, de la clase obrera. Todas las reacciones y todas las
revoluciones no han servido sino para transferir ese poder
organizado, esa fuerza organizada de la esclavitud del trabajo,
de una mano a la otra, de una fracción de las clases
dominantes a la otra. Había sido para las clases
dominantes como un medio de sometimiento y de lucro. Había
succionado nuevas fuerzas de cada nuevo cambio. Había
servido como instrumento para aplastar cada levantamiento
popular, para golpear a las clases trabajadoras después de
que éstas habían combatido y recibido la orden de
asegurar la transferencia de ese Poder de un grupo de sus
opresores a otro grupo.

Con el privilegio que la actualidad nos brinda, es
posible relacionar analógicamente al segundo imperio
francés con el estado bolchevique, una suerte de segundo
imperio zarista, que llevaría a cabo febrilmente sus
tareas inconclusas; a saber; sustituir el poder de una
fracción decadente de la oligarquía, por otra
ascendente de cuño pequeño burgués: la clase
media, devenida en partido de clase, vanguardia política
del proletariado.

A todas luces, debe todavía someterse -junto
a la noción misma de revolución- a una
crítica de los movimientos llamados marxistas, desde las
bases del mismo Marx, que sin contemporizar con "escalones" ni
"fases ineluctables", arremete contra el sustrato mismo del poder
estatal y las revoluciones cuyo resultado sigue siendo el de
siempre. En tal virtud, Marx antepone a todos los movimientos
anteriores, el de
La Comuna:

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
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