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¿Qué es el boliviano? ¿Quién es el boliviano? (página 3)




Enviado por Rolando Patzi Paxi



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Esa no fue pues una
revolución[11]contra tal o cual
forma de Poder estatal, legitimista, constitucional, republicano
o imperial. Fue (…) contra el Estado mismo, este aborto
sobrenatural de la sociedad, la reasunción por el pueblo y
para el pueblo de su propia vida social. No (…) se hizo para
transferir ese Poder de una fracción de las clases
dominantes a la otra, sino (…) para acabar con la horrenda
maquinaria de la dominación de clase?. No fue una
de esas luchas enanas entre las formas ejecutivas de
dominación de clase?
y las
parlamentarias?, sino una
rebelión?contra estas dos formas juntas,
que se integran la una en la otra, y de las cuales la forma
parlamentaria?
no era sino un engañoso
apéndice del Ejecutivo. El Segundo Imperio fue la forma
acabada de esta usurpación estatal. La Comuna fue su
negación definitiva
?, y, por eso, la iniciación
de la rebelión social del siglo XIX. Cualquiera que sea
pues su suerte en París, ella dará la vuelta al
mundo.

Así, "sólo la clase obrera
podía formular, por medio de la palabra "Comuna" y a
través de la lucha de la Comuna de París, esta
nueva aspiración".

Aquí, de forma irredargüible,
podemos ubicar el concepto de rebelión en Marx:
la sustitución de todo poder, el triunfo de la sociedad
contra un estado sobrepuesto, separado e independiente de
ésta, sea cual fuere la forma que hubiese adquirido
,
se trata de la irrupción histórica de las clases
populares, en abierta insurrección frente al orden, para
la edificación de otra sociedad –sociedad sin clases ni
estado
-; diferente, sin escalonamientos regresivos, ya que
atacaba un poder dominador que había alcanzado su
refinamiento a través de la forma centralizada; ahora se
trataba de fundar una nueva forma de organización, que
prescinda de aquél "aborto" contranatura y antisocial que
a nombre de la soberanía y voluntad general,
estableció remozadas formas de dominación sobre
ella, que le servía y sin embargo, nunca pudo servirse de
éste. Por esto, la Comuna deviene antípoda del
poder estatal
, en palabras de Carlos Marx:

La Comuna es la
reasunción del Poder estatal por la sociedad como su
propia fuerza viva y ya no como la fuerza que la controla y la
somete, es la reasunción del Poder estatal por las masas
populares mismas, que constituyen su propia fuerza en reemplazo
de la fuerza organizada que las reprime -la forma política
de su emancipación social, en lugar de la fuerza
artificial (apropiada de sus opresores) (su propia fuerza opuesta
a los opresores y organizada contra ellos) de la sociedad, puesta
al servicio de sus enemigos para oprimirlas. La forma era simple
como todas las cosas grandes. El tiempo requerido para los
desarrollos históricos, siempre había sido perdido,
en todas las revoluciones del pasado, en los mismos días
del triunfo popular, cada vez que el pueblo había
entregado sus armas victoriosas, dejándolas que se
volvieran contra él mismo.

Nos las habemos, entonces, con la real
fuerza de las comunidades y clases populares frente a cualquier
potencia artificial reapropiada de sus opresores, para constituir
otra forma de organización, aboliendo el ejército
por una milicia que defienda a la sociedad frente al despotismo
del estado (y no la inversa), realizando de paso grandes
economías. Por otra parte, redimensionando el voto
universal, escalonado en varios años, a la forma de
sufragio efectivo, directo y revocable de sus propios
representantes.

Luego, se trata de reemplazar completamente
la maquinaria derruida, no ya en aras de otro poder emanado de
ésta, sino en la toma física, real y
política de los mecanismos de administración,
producción y gobierno, en su propio favor:

Había la ilusión de que
la administración y el gobierno político eran algo
misterioso, funciones trascendentes que no se podían
confiar sino en las manos de una casta entrenada de
parásitos estatales, de sicofantes abundantemente pagados
y de sinecuristas que, colocados en los cargos superiores,
absorbían la inteligencia de las masas y las
volvían contra sí mismas en los rangos inferiores
de la jerarquía. La Comuna se desembaraza totalmente de la
jerarquía estatal y reemplaza a los arrogantes amos del
pueblo con sus servidores siempre revocables, reemplaza una
responsabilidad ilusoria con una responsabilidad
auténtica, ya que los últimos actúan
constantemente bajo el control del pueblo.

El poder de la Comuna, entonces,
prescindía de los
"especialistas", así
como del
"control" estatal que había desarrollado
la
burguesía, cuya instrumentalización
planteaba Lenin
.

Lejos de reanimar la maquinaria estatal,
así sea "bajo dictadura del proletariado", Marx narraba
con entusiasmo la construcción del nuevo poder, el
autogobierno de los explotados en profunda sustitución de
todas las formas que le precedieron, y también
-aparentemente-, de todas las posteriores; al menos aquellas que
se autodenominaron marxistas que, como trasluce, poco
tenían que ver con Carlos Marx. Y, por supuesto, se
trataba de una red que nacía de lo local y se proyectaba
-mediante intersectos de lo regional- hacia lo nacional,
articulando instancias y niveles que, a su vez, eran
autónomos e interdependientes
.

En lugar de "especialistas", Marx saludaba
el ejercicio gubernativo de las clases populares a
través de su Comuna, en abierta sustitución de la
casta burocrática, entrenada para reproducir el
vacuo papelerío que garantizaba sus formas de predominio.
Sustituida la forma independiente y grotesca de la estatalidad,
el entrenamiento de sus operadores ahora era innecesario y
fácilmente reemplazable, pese a las turbulencias internas
y externas que le cupo enfrentar.

A decir de Marx, la "más grandiosa
medida" de la Comuna "fue su propia organización", a
despecho de los obstáculos que aludimos, "probando con su
existencia su vitalidad" y "confirmando sus tesis con su
acción". Para Carlos Marx, de haberse difuminado el
sistema de la Comuna de París a toda Francia
,
habría emergido un modelo de organización
republicana altamente viable y coherente
:

Con todas las grandes ciudades
organizadas en Comunas según el modelo de París,
ningún gobierno podría reprimir el movimiento
mediante los golpes de una inesperada reacción. Incluso
estas medidas preparatorias habrían dejado el tiempo
necesario para la incubación, que era la garantía
del movimiento. Toda Francia se habría organizado en
comunas que se habrían administrado y gobernado por
sí mismas, el ejército permanente habría
sido reemplazado por las milicias populares, el ejército
de parásitos de Estado habría sido removido, la
jerarquía clerical desplazada por el maestro de escuela,
la justicia de Estado convertida en organismos comunales; la
elección de la representación nacional no
habría sido más un asunto de
prestidigitación para un gobierno omnipotente sino la
expresión deliberada de las comunas organizadas; las
funciones del Estado habrían sido reducidas a unas pocas
funciones que respondieran a fines generales y
nacionales.

Autogobierno, confederación de
comunas locales y autónomas, descentralización y
poder político del pueblo, reemplazo de castas
burocráticas por ciudadanos bajo control social;
extinción paulatina e inexorable del estado;
autogestión, autoorganización, autogobierno,
democracia directa…
he allí la propuesta que
Carlos Marx esboza, basándose en la Comuna de
París
, que acompañó desde sus comienzos,
marcando siempre la distancia que caracterizó su presencia
en las organizaciones de trabajadores, sin jamás pretender
cualquier tipo de representación sustitutiva de
éstos, sino más bien todo lo contrario, al margen
de cualquier protagonismo y menos intentando reemplazarles por un
grupo de intelectuales que se atribuyen su
soberanía.

Podría decirse en descargo de los
bolcheviques que ya Francia había logrado el desarrollo de
un estado nacional moderno cohesionado, a diferencia del estado
ruso incipiente y retrasado en esa dimensión. Pero
también pueden oponerse contra tal argumento las
propuestas de Marx en la carta a Vera Zasúlich
, donde
plantea un sistema comunitario en escala nacional -para Rusia-,
que no significa otra cosa que la Comuna en versión
rusa
, justamente facilitada por sus rasgos de
comunidad con alcance nacional. Porque debe
entenderse su carácter, no se trata de una mera forma de
articulación, sino una forma política de
emancipación social
, en palabras de
Marx:

Tal es la Comuna – forma política de la
emancipación social,
de la liberación del
trabajo respecto de las usurpaciones (esclavizamiento) por parte
de aquellos que monopolizan los medios de trabajo, creados por
los trabajadores mismos o que constituyen un don de la
naturaleza. Así como la maquinaria estatal y el
parlamentarismo no constituyen la vida real de las clases
dominantes, sino solamente los órganos generales
organizados de su dominación, las garantías
políticas y las formas y expresiones del viejo orden de
cosas, del mismo modo la Comuna no constituye el movimiento
social de la clase obrera y por ende de la regeneración
general de la humanidad, sino los medios organizados de su
acción.

Esto último, al parecer, fue obviado por las
Internacionales Socialistas posteriores a la
Primera, que se autodenominó como
Asociación Internacional de los Trabajadores y tuvo
amplio respeto por las posiciones no sólo nacionales y/o
locales, sino también ideológicas de los variados y
diferentes miembros que aglutinó.

Se trata de una forma política esencialmente
dispuesta como emancipatoria, no como sustancia encerrada en
sí misma, razón de más para comprender su
carácter, que señala Carlos Marx:

La Comuna no suprime las luchas de clases, por
medio de las cuales la clase obrera? se esfuerza
por abolir todas las clases, y por eso, toda
(dominación de) clase (porque ella no representa un
interés particular; ella representa la liberación
del "trabajo", es decir, la condición fundamental y
natural de la vida individual y social, que solamente por
usurpación, fraude y artimañas, puede ser desviada
hacia el dominio de una minoría sobre la
mayoría
), pero la Comuna crea el ambiente
racional
dentro del cual esa lucha de clases puede
recorrer sus diferentes fases de la manera más
racional y humana
. Ella podía ser el punto de partida
de reacciones violentas y de revoluciones asimismo violentas.
Ella da comienzo a la emancipación del
trabajo?
-su gran objetivo– barriendo la obra
improductiva y malévola de los parásitos de
Estado
, corta, por una parte, las raíces del mal por
las cuales se destinaba una inmensa parte del producto nacional a
alimentar el monstruo estatal; y por otra, cumple la obra real de
la administración local y nacional cobrando salarios de
obreros. Comienza, por lo tanto, con un inmenso ahorro, con una
reforma económica así como con una
transformación política.

Estamos aquí en un tipo de instancia que
trasciende un mero carácter "superestructural", arrojando
también transformaciones materiales -en las fuerzas
productivas y relaciones de producción-, aquello que ya se
describió como um wälzung, a diferencia de las
transformaciones superestructurales -relaciones de poder- que
paulatinamente irán modificando las esferas productivas.
Por otra parte, elimina cualquier reduccionismo clasista al
plantear su obra como emancipatoria de la condición humana
general, sin negar el carácter de clase, es decir,
trasciende los márgenes que tienden a sumir en una
invocación clasista toda liberación del trabajo y
la sociedad misma. Las diferencias entre Marx y los bolcheviques,
a estas alturas, parecen más que
sustanciales.

Superestructura de poder estatal ratificada
palmariamente por Lenin[12]y el poder
soviético, que pareció prescindir lo que Marx
expone de forma inequívoca:

Pero la clase obrera no puede contentarse con tomar
simplemente la máquina estatal ya hecha y hacerla
funcionar para sus propios propósitos. El instrumento
político de su esclavizamiento no puede servir como
instrumento político de su
emancipación.

A lo largo del estudio comparativo, de ninguna forma
hemos buscado legitimar una posición por la coincidencia
que adquiera en función de alguna otra, sino más
bien su desarrollo tendió a resaltar las diferencias que
observan, dado que resultan relevantes al objeto mismo de nuestra
indagación, como veremos enseguida.

Desbrocemos el desarrollo del debate socialista sobre un
estado total en Bolivia, donde aparece bajo el
epítome aparentemente desideologizado e instrumental
designado como estado nacional moderno, que
atraviesa el campo de las ideologías y lenguajes
políticos, ampliamente; desde la izquierda hacia la
derecha, debiéndose sustancialmente a las tesis que fueran
escritas en 1924, publicadas y lanzadas en 1926 por
Tristán Marof
en su texto fundacional, denominado
sugestivamente La Justicia del Inca.
Será éste la base epistemológica de los
lenguajes políticos modernos en Bolivia, sobre los cuales
han girado las diversas cadenas enunciativas y teorías
políticas generacionales
, como veremos
inmediatamente.

El señero texto de Tristán
Marof puede sintetizarse en cuerpos precisos, a saber:

  • Contexto Teórico: El Estado Comunista
    Moderno
    De La Justicia Del Inca.
    Los tres
    primeros capítulos: Ama Sua, Ama Llulla, Ama
    Kella; La Idea Comunista
    y Causas que se oponen al
    Socialismo en América y a la Gran Patria
    Americana

  • Propuesta Teórica De La
    Revolución Económica:
    Organización Social y Tierras al Pueblo Minas
    al Estado.

  • Diagnóstico E Ideología
    Económica.
    Los capítulos de análisis
    económico: La Situación del País; Un
    poco de Economía

  • Planteamiento Básico. Los
    capítulos El deseo de Progreso y
    Resultados de la Nacionalización de las
    Minas

  • Vías de consecución. El
    capítulo definido como: Capital Nacional
    Vías de complementación: la
    educación. El capítulo Algo sobre
    Instrucción

  • Teoría de la Revolución
    Económica.
    La propuesta se desglosa entre
    Consecuencias de la Revolución Americana y Los
    Adversarios

El gran mérito atribuible a la teoría de
Tristán Marof, es uno decisivo. Consiste en haber
articulado creativamente el marxismo de primera mano -desde la
perspectiva de su economía política, estructura
político social comunitaria, teoría de la
revolución y lucha de clases
-, con el indigenismo
socialista
y; tras lograda una interesante amalgama
conceptual donde lo terrígena se comporta nacional y
étnicamente, diseña un proyecto de país que
ha enlazado con la modernidad a través del bolchevismo
leninista (su visión del estado total moderno y el
imperialismo). Así, nuestro autor llevó a cabo un
enlace intergeneracional y epocal que habría de cambiar
completamente la mentalidad de las generaciones venideras: El
Socialismo Obrero Boliviano,
fruto de la
Generación del Socialismo
Boliviano
.

En el capítulo primero del texto, Ama Sua,
Ama Llulla, Ama Kella
; Tristán
Marof
establece que "la dominación
incaica"
aportó al pueblo que se conoce como
Bolivia, "de mayores beneficios que los que le da hoy el
régimen republicano".
Es decir, la
dominación
habrá de verse no por la
naturaleza opresiva de la autoridad, sino por los beneficios
logrados a partir de las características del sistema:
buen gobierno. Acá surgen las bases de una
primera antinomia: libertad como valor
democrático liberal, con pobreza, dependencia y
marginalidad
; versus dominación estatal
centralizada y con abundancia
, cuyos efectos deben
matizarse en el hecho de una reconstitución amerindia en
clave comunitaria, bajo la idea comunista
moderna
.

Resalta una base histórica precisa como elemento
dinamizador: Tristán Marof parte del
Incario como paradigma de grandeza interrumpido
parcialmente por la conquista y negado en su
forma y efecto por el régimen republicano.
Una comunidad, solamente puede autoconstituirse a
través de un mito compartido (Gödel
), que
además; en lo sustancial; sea de gloria y grandeza,
impulsando las energías creativas de las generaciones que
lo compartan. Tristán Marof logra enlazar el
optimus republicae del estado comunista
moderno
con el estado de justicia
incaico
, de donde arranca su visión de grandeza,
combatida por la conquista y negada por la
república.

Enlazando la historia nativa con la "universal" de
occidente, Marof describe una "edad de oro" amerindia convergente
a la de Hesíodo; un tiempo "feliz y lejano" en
que "no se conocía la política" y,
por tanto, "no habían bandos personalistas y
sanguinarios que se destrozasen entre sí
": la vida
"era tranquila, sencilla, laboriosa" y se deslizaba "cantando
églogas sin otra aspiración que la dicha de
la comunidad por el trabajo
".

Nítidamente, aparecen paralelos entre la
prehistoria de ambas civilizaciones, con énfasis
moderno, ya que considera como política solamente aquella
que surge modernamente, de Maquiavelo a nuestros días,
concibiendo las prácticas ancestrales (de ambas
civilizaciones, sea dicho) como "pre/políticas". Pero
también desnuda sin ambages a lo que se había
reducido la política entonces: luchas personalistas y de
banderío regadas de abundante sangre. Y es allí
donde aparecen los Incas -que fueron "grandes estadistas"
y "cuya sabiduría para gobernar pueblos nunca ha sido
elogiada suficientemente u olvidada con una lamentable
injusticia, tanto por los españoles como por los hijos de
los españoles
"-; Incas que a decir de
Tristán Marof:

reglaron[13]su pueblo de
tal manera que todo habitante tenía asegurada su vida y su
porvenir. Es más tarde a la llegada de los conquistadores
y durante los largos años del coloniaje y de los que se
llaman republicanos, que los habitantes se ven envueltos en una
serie de problemas e inquietudes que hasta hoy no se pueden
resolver, que no se resolverán sino el día que
regresemos a la tierra y demos a cada habitante su
independencia económica,
es decir junto con la tierra,
la idea del trabajo organizado y en comunidad.

Con la brillantez característica de una
dialéctica holonómica certera, Tristán Marof
articula redes tejidas de conceptos que adquieren coherencia por
el sentido profundo de las conexiones recíprocas;
introduce lenguajes políticos en cada significante que
propone, logrando certezas en movimiento constante, que dan paso
a otras, inimaginables acaso en ausencia de su predecesora, como
también de aquella que ha de proseguir el
tracto.

El sentido impreso al encadenamiento conceptual viaja
con facilidad en diacronía original cuya virtud reside en
el armado coherente de una visión histórica
sistémica como paradigma de intelección
teórico. Tristán Marof recontextualiza el pasado en
clave generacional proponiendo una nueva estructura
fundamental aportada
, un sistema teórico
de comprensión histórica basado en articulaciones
que logran traer el pasado al presente en forma progresiva y
efectos insospechados.

Así, tras desarrollar elementos del estado
incaico que apuntan al establecimiento de una estatalidad eficaz
y vertical, Tristán Marof articula el sistema
político de reciprocidad socioeconómica a la
capacidad normativa del estado
. Luego, el autor propone que
tan brillante organización ha sido eficaz gracias al
sistema normativo fundamental que ordenó
su desempeño; o sea, su campo jurídico
político
. Virtuales compatibilizaciones entre
modelos históricos logran estructurar un sistema
contemporáneo excelente y de amplia proyección,
gracias a los enlazamientos interculturales que
propone.

El "regreso a la tierra" -alusivo al
"eterno retorno"- promete una inmersión profunda
hacia las raíces telúricas del ser social amerindio
como una suerte de reconstitución ancestral del porvenir
que brinde la "independencia económica"
individual
gracias a los resultados del "trabajo
organizado en comunidad
", recreando más
que volviendo a crear
una religión, o
mística.
Empero, el indigenismo
marxista
de Marof se halla lejos de cualquier alusión
sectaria, la remembranza terrígena habrá de enlazar
los medios tecnológicos a disposición, más
allá de su procedencia. Es en tales circunstancias donde
pueden hallarse mutatis mutandis, paralelos
nietzscheanos.

Sin embargo, ningún tipo de regreso a la
tierra
o construcción del porvenir es
posible sin base material que la viabilice, acercándose
con ello a los principales postulados marxistas de Um
wälzung:

  • No se puede formar un pueblo sin duda, sin antes
    asentar las bases materiales sobre las que deben flotar las
    demás ramas de la sociedad. Haber querido hacer de un
    pueblo sencillo y labrador que no conocía el valor del
    dinero, -que hasta hoy no le da todo su aprecio,- que ignora
    los gestos individualistas, que suponen una raza especial y
    acostumbrada a estos ejercicios por los siglos, digo, querer
    hacer de este pueblo indio de América un pueblo
    europeo, y, darle todos sus hábitos, ha sido el grande
    error de los políticos desde hace una centena de
    años.

  • La crítica de Marof devela una
    comprensión específica de la
    problemática neocolonial boliviana: se trata de
    asumir el factor civilizacional como definitorio
    del
    rumbo que tomará el país; es decir;
    habrá de ser escanciado el contenido civilizacional
    amerindio en provecho de la construcción nacional; una
    vez comprendida en sus propias categorías culturales;
    como fue antiguamente concebido el incario:

  • La civilización de los Incas, que
    comprendía la raza y la psicología de los
    habitantes, no entregaba la organización al capricho
    de un individuo ni permitía el desbarajuste.
    Organizadores juiciosos y autorizados se encargaban de
    reglamentar todo. Desde que nacía el individuo
    tenía su pan y su porvenir asegurados. Gente de
    conciencia hacía saber sus deberes a cada habitante
    acostumbrándolo con dulzura a un trabajo honesto y
    sencillo. Los organizadores que no eran individualistas
    ponían tal pasión e interés por el
    conjunto no vistos ni igualados hasta hoy día. Esta
    civilización en efecto no solo era previsora sino
    también de fraternidad y de alta moral.

  • El bienestar económico, político y
    social se basaba en la normatividad mancomunitaria

    en escala ascendente y descendente; comunitaria e
    intrafamiliar; cuya interrelación puede sintetizarse
    así: Ama Sua, Ama Llulla, Ama Kella;
    código "simple y elocuente" que "cualquier sociedad
    moderna se enorgullecería de poseerlo", ya que fue
    dicho y practicado con sinceridad. Se trató de una
    civilización "que no hacía literatura de la
    moral" y "castigaba con penas severas a los perezosos, a los
    falsos y a los ladrones". Recuerda Tristán Marof que
    los Incas podían disculpar todo menos la pereza, ya
    que de ésta "brotan los demás vicios".

  • El énfasis puesto por el autor en el
    trabajo no es casual y refleja un sistema de
    valores nativo
    proclive a éste y fuertemente
    influenciado en la visión progresiva de la modernidad
    -a la que ni Marx escapó del todo- cuyo eje de
    transformación económica, consolidación
    material y porvenir político, dependían del
    trabajo humano que, organizado coherentemente y redistribuido
    socialmente, arrojaría bienestar y abundancia. En
    síntesis, plantea Marof que:

  • Es preciso volver a la fuente y convencer nuestra
    conciencia que la felicidad de nuestro pueblo se encuentra en
    la tierra a un paso de nosotros. Organicemos los
    últimos descendientes del Inca, volvamos a la
    fraternidad, demos a cada habitante tierra y pan, y
    burlémonos de todos los charlatanes
    democráticos del globo.

Con valentía, se trata de una
reivindicación precursora del indígena como sujeto
social e histórico cuyos derechos guardan similitud con
los del resto, algo impensable para una época donde la
esclavitud y servidumbre indígenas eran consideradas
normales, acarreando una vida de miseria por cuya razón
-afirma temerariamente- "se imponen remedios
heroicos
". La lucha de clases ha sido
enlazada con el orden neocolonial de castas, en
dirección a la rebelión que destruya las
bases del sistema nacional y logre por vía
estatal comunitaria un país pleno, denominado estado
comunista moderno.

Mientras gobiernos semi-ilustrados feroces
"piensan que la libertad económica se reduce al discurso
lírico y al madrigal oportuno", "el asunto está
perdido"; que las invocaciones a favor de "la igualdad y la
educación del indio" sean llevadas a cabo mediante
"decretos que no se cumplen o que son imposibles por la pobreza
del erario", corresponde asumir medidas radicales; a criterio de
Tristán Marof:

  • Entonces lo que se debe hacer es descartar el
    fenómeno político y abandonarlo a la
    burguesía ¡Qué le importa al pueblo
    indígena una elección plebiscitaria! La clase
    proletaria debe pretender simplemente su igualdad
    económica. Todo lo que se haga en este sentido es
    honesto y justo. El continente americano es el continente
    hecho para el socialismo donde tiene que dar sus más
    óptimos frutos. La tierra, el ambiente, el origen
    común, la falta de alcurnia y de prejuicios fatales,
    lo predicen. Aquí llegaron a nuestra tierra, europeos
    desnudos y sin zapatos a comer nuestro pan. Deben saber todos
    que el único privilegio en el nuevo mundo es la
    honestidad y el único crimen la pereza; que ni los que
    nacen con talento pueden jactarse de este privilegio que no
    se compra pero que distribuye la naturaleza para el bien y el
    perfeccionamiento social.

La díada pueblo indígena/clase
proletaria
opera sigilosamente, constituyendo un sujeto
histórico destinado a rebelarse. Para Tristán
Marof, todos los "prejuicios, tonterías e intereses
creados" deben liquidarse en "buena armonía"; el nuevo
continente "no puede cruzarse de brazos esperando tranquilamente
la evolución material"; más bien su espíritu
y conveniencia "deben precipitar la era socialista" sin "hacerse
ilusiones" de que "un desarrollo del capitalismo
sería antes necesario";
arribando aquí el
enunciado crucial de Tristán Marof:

El desarrollo del capitalismo en los nuevos estados
no los conducirá sino a entregarlos atados de manos y pies
a los yanquis. Tal como progresan nuestras sociedades, faltas de
capital nacional, sin iniciativa particular, pidiendo a gritos
feroces capitales extranjeros como necesidades urgentes, cuando
vienen esos capitales enargollan los brazos y concluyen por
destruir su soberanía. Por eso sostengo que la
revolución americana no debe esperar el florecimiento
capitalista sino atrapar el capital nacional en cada punto y
procurar armónicamente el desarrollo propio al mismo
tiempo que su potencia.

Tristán Marof llega, entonces, a un valioso punto
de inflexión que habrá de distinguirle, a saber:
el socialismo latinoamericano tiene frente suyo un
imperialismo que imposibilita la sucesión mecánica
de procesos y etapas históricas donde aparece un
capitalismo nacional como fase ineluctable
. Ergo, la
fase capitalista puede superarse -en sentido de Bujarin:
intervención estatal y no capitalismo nacional o de
estado-
sin transitar su trocha originaria, cuyo riesgo mayor
se define como la sujeción imperialista de los pueblos,
clausurando todo intento emancipatorio de la economía y la
política.

Sin embargo, tal emergencia debe financiarse de alguna
forma y, prescindiendo del capital externo, cabe preguntarse por
el origen de los recursos que harán posible su despegue.
En otras palabras, ¿cuál, entonces, el capital con
que cuentan los países en proceso de liberación?
Responde Tristán Marof:

El capital de América son las minas, los
petróleos, los miles de brazos, la inteligencia puesta al
servicio del Estado. Lo demás no se presta más que
a tontas leyendas de soberanía, cuando en el fondo todos
los países de América, considerados desde el punto
de vista europeo no pasan de ser coloniales, sin
personería política.

La relación de Marof entre sistema
normativo, económico, político y social
,
concluye bajo la forma de un estado con personería
política
;
interesante abordaje
conceptual
que despliega un paradigma jurídico
político
en sustancia y método
. Tanto en
la esfera internacional como en la doméstica, el estado
boliviano posee formalmente una personería
jurídica
que en la práctica no tiene
personería política.

En síntesis, para Tristán Marof, es
posible una transformación profunda de los países
americanos echando mano a su tradición mítica como
herramienta de inclusión del indígena, aprovechando
sus formas de organización colectiva del trabajo para
elevar la potencia nacional mediante un estado que dirija el
proceso económico y social sustentado por la
explotación moderna de sus recursos, verdadera fuente de
riqueza y capital.
Las vías intermedias no sirven a
tales fines, atendiendo la polarización de intereses
nacionales e imperiales.

Para Tristán Marof, las Causas que se
oponen al Socialismo en América y a la Gran Patria
Americana
tienen origen histórico concreto a partir
de la guerra de independencia, que habría sido
encaminada y culminada por el criollaje, cuyo
interés de casta en la economía se tradujo en una
"Revolución política antes que
económica".
Su efecto habría de
limitarse a la expansión de "una ideología
abstracta e inútil de falso liberalismo
"; aduce; que
jamás "se ha pensado en dar a la evolución
material su sentido y a la economía su puesto";

afirma.

En resumen: "para el pueblo una comida
lírica; para los caudillos todos los puestos".

Nadie habla de la "propiedad común", del
"derecho ciudadano a esta propiedad", de su
"independencia económica" e
"instrucción consciente".
La
constitución liberal ha fracasado en tanto que
"no sabe proteger sus nacionales ni sus riquezas ni su
futuro".

Otro factor que se opone al socialismo en
América será el odio regional
,
fomentado por la élite con el fin maquiavélico de
"dividir para reinar" lo más posible.
Independientemente de quién ejerza la titularidad del
poder,
siempre "los personajes son los mismos" y todos
"están de acuerdo tácitamente de explotar a la
clase indígena" y conservar sus privilegios, con el
"objeto único" de una "propiedad exclusiva" y "la
política en sus manos". Es decir: "vida feliz de un
veinte por ciento de la población a costa y sacrificio del
resto". Luego, pregunta Marof, ¿cómo es posible
hablar de una patria grande con el noventa por ciento de la
población analfabeta y sin propiedad?

Similar providencia en el escenario continental: la
élite imperial ha logrado acicatear divergencias y dividir
países hermanos, como en el caso de
Chile[14]Perú y Bolivia. Para el autor, es
Chile por su ligazón imperial el país escisor de
Sudamérica, dominado por una élite conservadora y
militarista que resistirá hasta el fin cualquier
"movimiento hacia un socialismo
integral
".

  • El contexto teórico de La Justicia Del
    Inca[15]de Tristán Marof

    gira en torno al socialismo marxista indigenista
    latinoamericano,
    cuya problemática
    parte del enlace epistemológico establecido entre
    las culturas indígenas amerindias
    (el estado Inca,
    concretamente) y el socialismo marxista, en la
    perspectiva del
    estado nacional
    moderno;
    donde aparecen coherentemente
    integradas bajo un modelo creativo que aspira reconstituir el
    país en clave socioeconómica, entonces ajena
    del espectro ideológico boliviano: El

    Estado Comunista Moderno alimentado por el Estado
    Comunista de Justicia Inca.
    La nación es
    Bolivia.
    Luego, corresponde indagar cómo se
    define al sujeto de la nación que dará
    sustancia al estado comunista moderno en
    Bolivia.

  • La Situación del País; Un poco de
    Economía:
    La temática económica
    será tratada extensamente bajo los "relatos
    económicos", que por su importancia dentro del sistema
    enunciativo de Tristán Marof, referiremos en algunos
    elementos o estructuras de aspectos. Una de ellas, esencial
    dentro del sistema narrativo, parte de una realidad acaso
    innegable: Bolivia es un país favorecido por la
    naturaleza en sus tres reinos y, por lo tanto, no merece
    quedar postrada y miserable como se hallaba -aún hoy
    lo hace-, salvo que algún defecto congénito de
    su población justificare tal estado de cosas, donde
    nada es producido en un medio geográfico tan vasto que
    no requiere importar en absoluto bienes de otras
    latitudes.

Como no adolece la comunidad -en sentido amplio- de las
taras étnicas o pereza de sus habitantes, debe intentarse
otra explicación del efecto pernicioso que se cierne sobre
su territorio y sociedad. Y ésta puede partir de un
recuento histórico: a lo conocido sobre los Incas, debe
considerarse el impacto negativo de la colonia, que a usanza
española, edificó un estado de castas parasitarias
y burócratas rentistas que anuló toda productividad
social, desestructurando los antiguos modelos de abundancia
incaicos; es más; la organización
político-administrativa de éstos fue utilizada con
fines de dominación colonial sin llevar a cabo su aspecto
material.

La Situación del País, para
Tristán Marof, dista mucho de los augurios pesimistas con
que los técnicos y políticos -interesadamente-, la
describen:

Un país que tiene recursos de toda clase, cuyo
suelo produce todo lo que la naturaleza pródiga ha puesto
en los tres reinos; un país que se puede abastecer por
sí mismo y que no necesita ni de un clavo de Europa, y que
sin embargo lo recibe todo, que ni aún el lienzo para
camisas se fabrica, ni las armas para defenderse, es un
país inferior, perezoso o ignorante. I por tanto Bolivia,
no está en ninguno de estos casos. El pueblo boliviano en
sus clases populares, en su elemento indígena, es
eminentemente trabajador.

Ni el indígena, ni la clase popular, se
benefician de las riquezas nacionales; al contrario; se hallan
sometidos a la más abyecta explotación a favor de
una casta parasitaria embarcada en aventuras revolucionarias y
ficciones jurídico políticas. Los indígenas,
marginados del sistema nacional, se bastan para reproducir las
condiciones de vida aún sin utilizar ventajas de la
civilización occidental; es más, todavía
tienen sobre sus espaldas la obligación de mantener a una
casta parasitaria que les gobierna.

Por tanto, si las causas de nuestra indigna
postración se hallan lejos de cualquier vicio
sociológico atribuible a la comunidad, urge plantearse con
objetividad cuales son los factores perniciosos que generan tal
situación. Y para ello, debe auscultarse en el pasado.
Éste permite un escanciado profundo que describe la crisis
a partir del coloniaje, donde castas peninsulares de hidalgos y
aventureros, sumados a los burócratas rentistas,
sobrepusieron su propio sistema al incaico en un sentido
perjudicial.

Efectivamente, si bien los ibéricos utilizaron
aspectos de la organización político administrativa
incaica, lo hicieron sin asumir la función
económica que le fue propia, degradando
entrópicamente aquel sistema organizado al privarle de su
capacidad productiva, disciplinaria y redistributiva. Ergo, la
irrupción de ciudades "a la española"
desestructuró el sistema económico sin llegar a
establecer un substituto eficaz que permita elevar las
condiciones de vida americanas. La economía extractiva
espuria en beneficio metropolitano, ahogó cualquier tipo
de industria nativa. El sistema ideológico estamental
hispano, consideraba como deshonrosas las actividades
económicas, viendo de soslayo oficios como el artesanal,
considerado como indigno a la prosapia de los hidalgos caballeros
y sus descendientes criollos.

Mientras el monopolio comercial pertenecía
compulsivamente a la metrópoli, eran castigados los
amerindios que comerciaban con otros americanos,
inclusive
azotaron a quienes tuvieron el atrevimiento de comerciar y
¡montar a caballo!, privilegio de escogidos. "¡En
cambio se obligaba a comprar navajas de afeitar a gente que no
tenía barbas ni bigotes!".
Únicamente los menos
favorecidos ejercitaban profesiones manuales, que por su
menosprecio eran abandonadas por otra menos cuestionable; la
carrera de las armas.

Los indígenas eran condenados a tributar con su
vida el sometimiento colonial, confinados a las minas. Con la
república, nada de esto había cambiado; "la
encomienda y la mita, con diferentes nombres perduran
".
Las ciudades "de algunas repúblicas sudamericanas",
son "verdaderos nidos de parásitos, asideros de doctores,
de gente de cogulla, de doncellas y bachilleres
"; mientras
el indígena les alimenta y sostiene. La cultura letrada ha
prohijado un sistema de semiesclavitud económica
indígena, mientras en las ciudades "en ningún
sitio se ve el humo de una fábrica", "ni la
agitación industrial ni la preocupación del
futuro": toda esta gente recibe el maná del cielo,
compromete su porvenir y hace pesar su formidable parasitismo
sobre las espaldas del indio, añadiendo, no cabe duda, un
natural desprecio por él.

Tristán Marof concluye que las ciudades son
espacios de parásitos alimentados por indígenas y
clases populares, donde aquellos de menor suerte hacendaria,
"viven simplemente del Estado", que orienta su énfasis en
la libertad extractiva de minerales a poco gravamen, no produce
nada en particular y, para colmo, imponen aranceles de
importación a productos básicos a favor de la
oligarquía comercial e importadora que obtiene con ello
"ganancias sin escrúpulo del 100 y 200%". En
síntesis, un estado boliviano que "para proporcionarse
entradas tiene que gravar la importación extranjera,
recurrir al empréstito frecuente y vivir de expedientes
nada decorosos"; mientras que, a la inversa de ello:

… la exportación que apenas deja menguadas
ganancias es gravada miserablemente. He aquí la vida
económica del país reducida a su más simple
expresión. El trabajo ciudadano casi no existe, la
agitación y fiebre de negocios en manos de extranjeros
aventureros y sin escrúpulos. El nacional en tanto bosteza
plácidamente esperando "capitales y brazos"… frase cuya
invención se debe a los gobiernos incompetentes. En
Bolivia (…) todo está por hacer, pero para ello es
preciso comenzar bien y por cuenta propia, con capital nacional y
con brazos nacionales o con gente que se asimile al país
para siempre.

El fementido planteo de que faltan "capitales y brazos"
no es más que "un argumento insincero de algún
gobierno que pretende entrar por la vía peligrosa del
empréstito"; llanamente; el imperialismo ofrecerá
créditos millonarios (doscientos millones de
dólares norteamericanos ofrecidos) que por cuantiosos e
innecesarios, "se apoderarían de nuestra independencia, no
nos dejarían mover un dedo y nos impondrían su
voluntad"; puesto que "con 200 millones de dólares se
puede comprar Bolivia y algunas republiquitas impacientes de
progreso, dada la desvalorización de la propiedad": Los
dólares harían progresar el país a la manera
de Cuba[16]Santo Domingo, Puerto Rico y
Haití, bajo la bota impertinente y la ganancia del
yanqui"; e incluso llegaríamos a la vergüenza de que
algunos nativos gritasen "llenos de júbilo a la manera de
los portorriqueños"; "¡Vivan nuestros
conquistadores!".

Las consideraciones epistemológicas dan paso a
un sistema conceptual renovado, que al estado
comunista moderno
agrega una noción rica en
determinaciones teóricas: la revolución
económica,
que desataría una
movilización total de la
sociedad/comunidad como clase/
civilización/región
a través del
estado nacional total. La organización social
incaica
en clave comunitaria es el centro donde gira la
propuesta básica de organización territorial
político administrativa en Tristán Marof
, a
saber (subrayados míos):

Una gran comunidad organizada, es el gran
sueño de los nuevos hombres de hoy. Una comunidad
donde el hombre dé la mano al hombre en amplio gesto leal,
donde todo el mundo se hable fraternalmente y sin doblez, donde
los asociados se abastezcan y trabajen sin ser tributarios de
Europa o de E.E.U.U. Este ensayo se puede y es preciso hacer
en Bolivia.
Ninguna nación en América es tan
vigorosa, tan repleta de riquezas y tiene un pasado comunista
como ella. I no perderá nada la experiencia en volver a la
vida antigua y feliz que fue desviada por la conquista.

Muchos siglos antes, estas provincias fueron administradas por
los Incas con el mejor de los éxitos.

Luego, "el Kollasuyo resultó magnífico
para sus planes" y "triunfó hace siglos la idea y
la realización comunista en América
"; esto
es; el comunismo pre-moderno de los Incas, donde,
a decir de Marof:

Se hicieron todas las pruebas, se organizó el
pueblo en familias, en centurias y grandes comunidades
agrícolas bajo el ojo vigilante del eje
central
[17]El pueblo así organizado
nunca protestó del régimen al que estaba sometido,
al contrario, los adeptos crecían, y el comunismo
previsor daba sus más óptimos frutos.
(…)
Siguiendo a Mr. Rouma en su loable folleto "L"Empire des Incas et
son communisme autocratique", esto último para satisfacer
a los liberales belgas, además de que a Mr. Rouma, casado
con mujer rica y rentista, le es un poco peligroso usar del
elogio desmesurado a los Incas, naturalmente sin poner sus
reparos sobre el sistema comunista. Por eso el subtítulo
es significativo. Ya sabe el lector de que se trata. Un
comunismo perfecto pero autocrático.

Citando a Mr. Rouma[18]Marof enfatiza
textualmente la dirección que pretende reseñar:
"No se puede negar que una administración que
llega a suprimir radicalmente la miseria y el hambre, que
reduce los crímenes y delitos a un minimum que ninguna
nación civilizada moderna
jamás ha alcanzado,
que hace reinar el orden y la seguridad, que asegura una
justicia imparcial, que ignora la existencia del
parasitismo social de perezosos, de malos ricos, de
especuladores, etc. constituye un fenómeno único
en el mundo
y merece nuestra
admiración
.". Veamos atentamente la
inflexión. El éxito administrativo suprime las
limitaciones materiales y éticas más allá de
lo que cualquier "nación civilizada moderna"
jamás haya logrado; mediante el orden y seguridad que
una norma social y justicia imparcial regula
sobre una
sociedad organizada en el trabajo
comunitario
.

Empero, atribuyendo "a su naturaleza "petite
bourgeoise"
muy entusiasta por los principios liberales" y
sus "privilegios"; Tristán Marof critica el añadido
de Mr. Rouma, que lamenta: …sin embargo, esta bella
civilización era igual a un mecanismo movido por un eje
central donde no existía el individuo ni la libertad.

Replica Tristán Marof: ¡Cuántas naciones
que viven en el desorden y la anarquía no desearían
estar movidas por un solo mecanismo central que vigila, organiza,
y da la felicidad!
Luego, para Tristán Marof, este
tipo de estado vigilante moderno es civilizacional y no
ideológico:

¿El enorme Imperio Británico cuya
organización manifiesta y seriedad nunca desmentida, no es
acaso un gran mecanismo moderno? ¿El pueblo alemán
disciplinado no ha pretendido conquistar el mundo? ¿Los
romanos no constituyen un gran pedazo de historia? Dejemos la
libertad a las naciones débiles, desorganizadas y que
están carcomidas por una filosofía infeliz. Los
quichuas, grandes estadistas, comprendían que este
mecanismo riguroso de estado era precisamente lo que les
garantizaba la abundancia y la paz, pues sin este orden en su
vida y esa prudencia en sus actos, hubieran regresado a la fuente
primitiva donde el crimen y la miseria eran cosas
frecuentes.

El viraje de Marof, adquiere plena significación.
En la bullente Europa de la entreguerra, no pueden pasar
desapercibidas ninguna de las formas de construcción
nacional moderna; ya desde un modernismo industrial reatado a la
tradición cultural como el británico; ya la
disciplina guerrera de los alemanes en la primera guerra; o el
imperio universal romano. Tres pautas fundacionales:
organización moderna mediante norma tradicional;
disciplina en pos de la gloria y abundancia; el imperio
modernizado a través del ideal comunista y el estado
incaico centralizado con autoridad vertical.

La ecuación se simplifica: libertad en caos y
miseria; o igualdad en orden y abundancia
. La "libertad" en
el incario fue "mejor comprendida que hoy"; la calidad de vida es
alcanzable, empleando ciertas directrices que permiten vecindades
con el concepto de estado total, aún desarrollado
parcialmente por Carl Schmitt, más enunciado
primicialmente por el triunfante fascismo italiano.

Luego, aquel "mecanismo riguroso de estado" garantizaba
la abundancia y la paz pues "los quechuas, grandes estadistas";
mediante un orden normativo vertical grandioso sin el cual
"hubieran regresado a la fuente primitiva" de caos, crimen y
miseria. Invirtiendo las lecturas antropológicas
occidentales, Tristán Marof coloca al imperio incaico en
status de paradigma universal en virtud a su organización
"moderna" que le separa del primitivo caos: con ello, Marof
invierte las nociones de primitivismo y modernidad en sentido de
caos originario liberal-occidental y organización estatal
centralizada-amerindia.

En lugar de reproducir la lógica del amerindio
como primitivo inferior a occidente
, Marof -basado en Mr.
Rouma, como sustento científico del ideal mítico-,
coloca el imperio inca junto a las principales veinte
civilizaciones de la humanidad, independientemente del sitio que
ocupe en la clasificación progresiva de Morgan (segundo
estadio de la barbarie): el imperio vale en cuanto representa
civilizacionalmente, no en tanto estadio evolutivo de la
historia.

El régimen de autoridad vertical, entonces,
adquiría legitimidad por sus fines y se asentaba sobre el
85% por ciento de la población -estimación hecha
por Marof-, significando que la naturaleza del nuevo
régimen se fundamentaría en una amplia
mayoría nacional, movilizada a través de una
élite honrada que incorporando sistemas modernos en
compatibilización de los existentes y bajo sus formas
culturales, ejerza una potestad administrativa vertical bajo
intensa regulación normativa; un orden justo con igualdad
sacrificando la idea liberal de derecho ciudadano y
libertad:

La actual civilización con todas sus
máquinas y sus inventos, no nos ha traído por una
parte, que la comodidad a muy caro precio, y por otra, el hombre
lobo, el lobo de la finanza y de la industria, que tiene una sed
de vileza y negrería insaciable. Este hombre singular, que
por el derecho, la civilización y la justicia,… hace
guerras feroces y se mata entre sí. Qué en homenaje
a la libertad asesina razas indefensas y se reparte los
yacimientos de petróleo y las minas; que ha dividido la
sociedad actual en dos clases definidas que se odian.
¡Famosa civilización de occidente! Yo he recorrido
todos los estados de Europa y he vivido varios años en uno
de los países más industrializados, en la Gran
Bretaña (…) En este país potente, he visto como
los obreros viven ocho en una pieza, sin condiciones de higiene,
sin ropa de cama, sin fuego en el invierno, en la más
astrosa miseria. I otras cosas peores he presenciado en este
país industrial de lores y esclavos.

Tristán Marof arremete sobre la libertad
"infalible" de "los demócratas millonarios" o "los
liberales", que pretenden "derrumbar el comunismo incaico" sin
"comprender lo que significa la fraternidad cuando se la practica
de corazón" y "se le da toda su realidad y su valor". La
"gente de ciudad" debe reproducir sus condiciones materiales de
existencia, para cuya satisfacción "es preciso trabajar
duramente" y "sin que todo el esfuerzo sea recompensado" ni
tampoco "ninguna seguridad en el porvenir"; entonces; "vale
más" el "vivir dentro de un régimen que organiza la
producción y riqueza".

De suyo, la libertad, "en el momento actual", se "reduce
prácticamente a nada":

¡Un bello argumento poético! La
libertad dentro del actual período de civilización
es un privilegio de escogidos, de capitalistas, de
aprovechadores, que gracias a su astucia y a su talento, puestos
al servicio del más fuerte o del crimen, gozan de
él como de una herencia ilimitada. ¡Estos
serán los únicos que puedan soñar en la
còte ä azur, Mr. Rouma! En tanto que, millones de
obreros, apenas tienen la libertad de tomar el tranvía que
los conducirá a la fábrica y de atisbar por una
ventanilla de octavo piso las delicias de la
naturaleza.

Como la superación del oprobio no es posible
a través del "retorno" a un estado de naturaleza
"primitivo" basado en la caza, pesca y recolección; que
"no fue más que un sueño de Rousseau", sueño
"teórico y maravilloso" que tuvo "la virtud de apasionar a
los hombres del siglo pasado"; a "ciertos políticos que
explotan a maravilla para sus fines electorales" y "aún a
algunos retardados por conveniencia" -ironiza-; es hora de
transformar cualitativamente las condiciones.

En una suerte de "declaración de principios",
afirma Tristán Marof: yo estoy por el ideal de
organizar la sociedad dentro de un sentido realista más
humano y más justo, sirviéndose de todas las
fuerzas, ya vengan del hombre o de la naturaleza
. Entonces,
en versión modernista:

Esto es lo que hicieron los Incas hace más de
cinco siglos y tuvieron el mayor de los éxitos, y esto es
lo que debemos hacer nosotros en la hora actual. Volver al mismo
comunismo con las ventajas de los adelantos modernos, las
máquinas perfeccionadas que economizan el tiempo, –
dejando libre el espíritu para otro género de
especulaciones, – no es una divagación literaria ni una
fantasía en un país lleno de recursos de toda clase
que solo espera manos audaces y obreros convencidos. Lo peligroso
es vivir sin brújula o imitar desordenadamente
civilizaciones que tienen otro origen y prejuicios
inolvidables.

La "civilización de hierro y sangre" que
constituye Europa, se opone a la del hombre americano; fraterna;
donde los odios y rencores pueden ser olvidados, a diferencia del
egoísmo homicida europeo. Entonces, resume Tristán
Marof, este su ideal comunista enrumba localizaciones
precisas:

Nuestro camino directo es ir hacia un comunismo
netamente americano con modales y tendencias propias?.

Tenemos dos cosas delante de nuestros ojos que nos aseguran
el éxito; la tierra fecunda lista a todo ensayo y el
perfeccionamiento industrial que gratuitamente lo recogemos de la
civilización occidental. Después no nos
faltará prudencia, talento y justicia, para hacer buen uso
de las máquinas y servirnos en provecho de
todos.

Este comunismo, radicará en dos consignas
interconexas: Tierras al Pueblo Minas al
Estado
.

Interpelando la historia continental y boliviana bajo un
ángulo cuya crítica se dirige hacia el permanente
caos e inestabilidad políticos de "motines" y
"escándalos" a los que se conduce al pueblo; o cada
elección en "aras de una libertad gaseosa" o de "un
partido que se califica libertador de la tiranía";
"vergonzoso"; como "lo han sido todos los partidos desde hace una
centena de años". Intereses bastardos encubiertos bajo
ideales "líricos" de una "república
democrática" cuyo "fin inmoral" consiste en "la
explotación del país".

Para Tristán Marof, había llegado el
tiempo de cesar todo aquello en Bolivia; barrer con la demagogia
"que le conduce al abismo": ya no es tiempo de "correr
detrás del abogado, rogándole una nueva
constitución"; o "del político profesional", para
que "lance un "manifiesto de reconciliación nacional"",
que "los que reconcilian son los políticos"; ni "seguir al
imprescindible general después de un golpe de estado"
cuando siempre"de víctima hace el pueblo". Y desde la
crítica del caos e inestabilidad políticos,
concluye Marof:

Todos los sistemas se han ensayado ya en el
país y hemos tenido más de media docena de
constituciones a cual más brillantes! I el mal está
en pie, la intranquilidad y el motín, divisan siempre por
encima de nuestras cabezas al mismo tiempo que la miseria, lo
cual es absurdo en un país rico. I el caso no es este, de
cambiar de constituciones ni de sancionar leyes amplias para el
bien del país, ni de inundar de decretos que no se
cumplen.

La esquizofrenia normativa del estado se revela con
asertiva intensidad. Entonces, ¿de qué se trata?
Responde Tristán Marof:

Es preciso decirlo con entera franqueza ya que ha
llegado el instante. Aúnque suba al poder el mejor hombre,
el más laborioso, el más honesto, la
situación del país no se arreglará en un
ápice. El mismo Cristo político, subiendo a la
presidencia, para gobernar Bolivia, tendría que decretar
sitios perpetuos y rodearse de una trahilla de esbirros. Pero
Cristo empecinado en enseñar la bondad y la pureza por
medios pacíficos renunciaría el cargo a los tres
segundos.

La traición, el engaño -a Sucre, Santa
Cruz, Linares- y la candidez de "gente de buena fe", "ignorante
de la evolución económica" , que piensa simplemente
que todo consiste en elegir "hombres honestos" -Frías,
Arce, Campero- que tuvieron igualmente la tarea de sofocar "una
cincuentena de cuartelazos" y "el pueblo vivió como
siempre pobre y pisando sus riquezas". Estos hombres, "pese a su
honradez y su talento", no pudieron "remediar la
situación" y "vivieron eternamente en una brasa de fuego",
prosigue Marof, puntualizando:

I es que, burgueses como eran, no podían
concebir que la reforma económica era el primer paso a
dar?.
Viviéndose dentro de un ambiente
político miserable, sin ninguna aspiración global
ni superior, era inútil pensar en organizar
económicamente el país, dotar a sus habitantes de
tierras propias y apuntar las miras del Estado hacia las
minas.

Mientras ningún gobernante aplicó un vasto
y práctico plan económico para resolver la pobreza,
Marof enfatiza la concisión de Manco Capac para fundar su
imperio, libre de divagaciones teóricas. En los primeros
tiempos de la república, la minería de
exportación "era insignificante" y Bolivia "ignorada del
globo".

Fue a criterio de Marof el presidente Aniceto Arce quien
"inicia propiamente la era económica" en Bolivia, al
introducir los ferrocarriles; orientados a dar salida exportadora
a los minerales cuantiosos de Huanchaca –empresa minera de la que
Arce fue socio-, cambiando enormemente las circunstancias: "Desde
ese instante, Bolivia toma otra faz"; tiene una vía
férrea, "las otras vienen después a costa de
grandes sacrificios e indecorosos contratos". Empero, "siempre
que se construye una línea es con el fin de dar salida a
los minerales", que se cotizan favorablemente a partir de 1918:
la exportación sigue siempre en aumento; se dice que
Bolivia es el segundo productor mundial de estaño y pronto
será el primero.

Pero tal apogeo de nada sirve al país, "durante
la guerra europea se hacen rápidas y novelescas fortunas",
concretamente la de Patiño: "Los de afuera se asombran
también cuando alguien les relata que un solo industrial
de Bolivia, percibe más renta que el Estado, caso singular
e inmoral que no pasa en ninguna parte del mundo. De aquí
viene el fenómeno de contemplar un pueblo trabajador en la
miseria y un solo hombre que dispone de más de setenta
millones al año". La era Patiño es cuestionada bajo
argumentos económicos y éticos; aparentemente, la
influencia ideológica del movimiento laboral socialista
incluye la ética del trabajo como eficaz
interpelación ideológica.

Es acá donde se vislumbra el rol y
valoración que Tristán Marof lleva a cabo acerca de
los líderes nacionales, eligiendo como paradigma al
Presidente Aniceto Arce, quien hasta entonces -1924-, destaca
nítidamente. Más allá de sus yerros; o el
propio carácter de industrial minero millonario;
serán su magnanimidad, desprendimiento e industriosa
terquedad los factores que le redimen, asumiendo los conceptos de
Ignacio Prudencio Bustillos: el afán de Arce hacia la
modernización económica disculpa todo, incluso
inyectarnos de forma subalternizada en los circuitos mundiales
del capitalismo, donde la salida ferroviaria de los minerales nos
hizo más dependientes y enclaustrados en relación
al Pacífico y no a la inversa, como era
lógico[19]Antepone su figura a la de
Patiño.

Nos las habemos con un anclaje decisivo, a partir de tal
contraposición. En efecto, la visión aportada en el
relato de Ignacio Prudencio Bustillos, revela una
burguesía industrial moderna de la plata, que
tendrá en Aniceto Arce un hombre clave quien, mediante la
introducción de los ferrocarriles e industrias, pretende
llevar a cabo una suerte de revolución industrial moderna
en Bolivia. A esta visión, se antepone la burguesía
minera del estaño sin perspectiva industrial nacional y su
prócer, Simón Patiño; antinacional y
mestizo. Luego:

Ya hemos visto que ni con buena voluntad, ni con
elección legal, ni siquiera con honradez, se resuelve
nada, ni con otra nueva constitución, ni llamando a la
reconciliación nacional, que es otra astucia criolla, que
en buena cuenta significa repartir el pastel entre todos los
honestos patriotas reconciliados cuando un grupo no se encuentra
seguro o se ve en un caso comprometido. El pueblo boliviano no
debe hacer más tiempo el papel del bobo ni prestarse a
embustes. No más política por el momento, no
elección plebiscitaria, sino reivindicación
económica?.

Entonces, propone Tristán Marof, una plataforma
básica: "En primer lugar es necesario que las
exportaciones le pertenezcan al Estado, sin permitir que las
dilapiden nacionales o extranjeros".

Ni el país ni sus diez mil trabajadores mineros
obtienen algún beneficio de los recursos que; por ejemplo;
en 1918 frisaron los 93 millones fugados al exterior. Así,
en argumento valedero a las circunstancias actuales:

Que no se engatuse a la gente ignorante que el
país necesita capitales y brazos. Que se reflexione un
poco. El capital lo tenemos en nuestras manos, bajo nuestros
pies. Ese capital lo exportamos a cada instante y nos pagan
precios excelentes. Ese capital, sea estaño, cobre,
bismuto, plata, etc., es moneda contante que se cotiza en bolsa
día a día. I ese mineral que se exporta es
extraído con obreros bolivianos que la mayor parte de las
veces mueren agotados o se retiran de las minas maltrechos sin la
menor piedad de nadie y menos de los magnates que tranquilamente
vegetan en París.

A decir de Tristán Marof, la condición
paupérrima del país -tan dotado de riquezas-, es
culpa de los propios bolivianos que no alcanzan suficiente valor
para liberarse del yugo, embebidos todos en pugnas de
banderío político y discursos de
charlatanes.

Nuestros caudillos, casi todos ellos "abogados,
rentistas, sacerdotes o simplemente parásitos", para
quienes "el trabajo y la economía" no entran "en sus
cálculos", nos hacen vivir en la eterna mentira; discursos
que encubren intereses antinacionales y estructuras
económicas apoyadas en "las espaldas sufridas del pueblo y
de la clase indígena"; parásitos que se "reparten
las ganancias, tiburones de diferente bando": los Montes, los
Patiño, los Aramayo, los Escalier, los Loaiza, el
francés Sux, los Mendieta, las compañías
chilenas, las americanas y miles de patrones en mayor o menor
escala según su rango.

Por ello, para Tristán Marof, "la única
fórmula salvadora es esta: tierras al pueblo y minas al
Estado"; tierras al Indio y minas al Estado.

La revolución económica en
Bolivia; cuya realización Tristán Marof da por
descontada; "tiene que ser de mayor importancia que
todos los acontecimientos acaecidos hasta hoy día" y
probablemente "supere a la revolución emancipadora" de la
independencia. En criterio de Tristán Marof, ambas -la
emancipadora y la económica-, encierran "diferentes
aspectos"; a saber:

  • La primera (emancipatoria), que "se
    nutrió de filosofía libertaria de Rousseau",
    fue realizada por "la pequeña burguesía
    criolla, descendiente de españoles" y no tuvo "tanta
    importancia y provecho para el pueblo" como se le atribuye.
    Con ella, "todo el mundo americano obtuvo libertad"
    -"más o menos", ironiza-; pero "se perpetuó el
    privilegio".

  • La otra (económica), deberá ser
    eficaz; "no se contentará con frases", más bien
    "irá a la esencia misma", es decir, "a la reforma
    completa del sistema económico". Con
    ésta, obtendrá el pueblo "su
    independencia económica y los recursos para su
    felicidad futura".

La revolución económica, por su
carácter, ha de tropezar "con mayores peligros"; "enormes
obstáculos"; tanto internos como
externos; cuya derrota dependerá "del valor del
pueblo y de la fe mística que posea"; entonces, ¿en
qué condiciones habrá de triunfar?. Responde
Tristán Marof: Sólo un régimen
socialista verdadero, asegurará la paz, su seguridad y su
conveniencia
.

En tanto "las masas americanas" fueron llevadas
a "la revolución caudillesca"
-motines, derrocamientos, reformas constitucionales-;
nadie se sintió agraviado por la situación; no
hubieron conflictos internacionales y cada gobierno de hecho fue
reconocido por la diplomacia. Empero, premoniza Marof:

…cuando el pueblo tome posesión de sus
minas, de sus petróleos, y se reparta la tierra, todo ese
mundo que nos halaga, nos adula y nos roba, elevará el
grito furioso al cielo, y, es muy posible que en homenaje a la
civilización, nos llame bárbaros, porque en este
instante, son bárbaros, todos los pueblos que reclaman lo
suyo. I es preciso estar prevenido y no intimidarse. Hay que
responder con la palabra y con el hecho, que esas minas, esos
petróleos, etc., son nuestros, y que, en adelante, se
explotarán en beneficio del pueblo con el trabajo del
pueblo mismo. ¿Quién se atreverá a
discutirnos este derecho? La constitución de diferentes
países, entre los cuales se halla incluido el nuestro,
dice muy claramente que el subsuelo pertenece al
Estado.

La revolución económica no
sólo es necesaria, sino legítima, en tanto el
estado boliviano, "verdadero dueño" de los yacimientos
mineralógicos, es expoliado vorazmente pese a que "tiene
la facultad de suspender el derecho de privilegio individual", en
un tiempo "en que las minas se explotan fácilmente" y no
necesitan ya "del talento de un solo hombre o de la iniciativa
personal".

Ni siquiera la constitución
política
sirve para garantizar normativamente
aquel derecho; luego; cuando éste se resiente y rompe su
reciprocidad, es ya desconocido por los pactantes. Así,
con impresionante actualidad, prosigue Tristán
Marof:

Lo que tiene que suceder es que, los actuales
concesionarios de minas, tanto nacionales como extranjeros,
estarán obligados a sujetarse a la voluntad nacional o a
entrar en negocios con el Estado. El interés de un
millonario o de una compañía, no es la regla, y si
mantuviéramos eternamente estas leyes egoístas,
pecaríamos de idiotas y de criminales. Pero es una
ilusión pensar que se someterán los propietarios.
El concesionario nacional o extranjero, luchará
hipócrita o descubiertamente porque se perpetúe el
privilegio. Ambos dos, tienen un solo fin: el goce individual.
Sólo cuando se vean comprometidos o el momento de perder
la partida, propondrán transacciones seductoras que
detengan el movimiento social.

A medida que la situación se radicalice,
habrán propuestas compensatorias e incluso alianzas
estrambóticas "entre el capital y el trabajo, argumento
viejo y sin crédito"; y "aún queda un recurso:
sugerir el escarmiento y la persecución, el asesinato de
los que se atreven a predicar doctrinas subversivas" que,
naturalmente, "turban la paz y la felicidad del país". Mas
"perseguir una verdad, tratar de extinguir la justicia, en
beneficio de una casta", no es sino "una fantasía
pasajera"; y la historia muestra que, "a mayor persecución
y martirio, los nuevos poseídos brotan como por encanto de
todo sitio".

Señal imperecedera de que las grandes
transformaciones son inevitables -y de cómo enfrentaba "la
democracia" a sus críticos entonces-. Mas ello no debe
distraer al país de complicaciones internacionales, como
el caso de una probable amenaza chilena, acicateada por "el
yanqui pretendiendo atemorizarnos y boycotearnos"; so pretexto de
intereses expoliados(!). Pese al evidente peligro del
conservatismo militarista chileno, Tristán Marof
confía en el "apoyo moral y material de las clases obreras
del continente", de "la juventud intelectual proletaria" que
simpatizará con la causa nuestra y nos habrá de
socorrer…

… sin embargo de estas complicaciones que no son
tan graves como parecen a primera vista y que despertarán
el interés americano, estamos defendidos ampliamente. No
tenemos costa y nuestras montañas son inaccesibles, solo
hechas por la naturaleza para los bolivianos. Con un
ejército disciplinado y con medios modernos de defensa,
contando además con el misticismo popular, podemos luchar
victoriosamente largo tiempo.

Pese a que las amenazas podrían ser atizadas en
cualquiera de nuestros vecinos -por los norteamericanos, se
entiende-; "la idea comunista es más grande de lo
que se cree en el continente americano a pesar de que aún
solo existen reducidas agrupaciones
"; porque "la
masa de todos los partidos políticos, por temperamento,
por conveniencia, es eminentemente
comunista
".

En todos los casos de potencial agresión
(especialmente Chile y el militarismo paraguayo, premoniza
Marof); las propias contradicciones internas de cada país
y el alineamiento solidario de sus obreros, podrán frenar
un ataque desprovisto de razones válidas. Ni siquiera los
yanquis cometerían la imprudencia de atacarnos;
ya por el coste de tal aventura (mayor a sus intereses en
Bolivia), ya porque su injerencia sería resistida por el
resto de Latinoamérica; "porque si un soldado de la
unión pone sus plantas en Bolivia, la soberanía del
continente estaría perdida para siempre";

empero:

Con todo, la situación por crítica que
se presente, se salvará por el valor y la decisión
del pueblo boliviano, y por esta circunstancia fortuita, que la
naturaleza ha derramado todos los recursos en Bolivia. Nos
sobramos a nosotros mismos y aunque soportásemos un
bloqueo prolongado, estando bien organizados en el interior,
podemos vivir ignorando el resto del mundo. Además, para
venir hasta nosotros, por el lado del pacífico, es preciso
desafiar al desierto, trasmontar altísimas
montañas, y no solo estar expuesto al tiro de fusil
emboscado sino al aire que aniquila y al hambre. Durante quince
años, los que hoy nos llamamos bolivianos, estuvimos
peleando en guerrilla encarnizada contra el español, sin
ayuda de nadie. (…) Nacionalizadas las minas, el primer
esfuerzo debe concentrarse a defenderlas por las armas. Hay que
desconfiar de todas las promesas y solo contar con nosotros
mismos, con nuestra audacia y una disciplina de
hierro.

Las aparentes exageraciones pueden sopesarse -hoy
en día-, con las amenazas de intervención militar a
Bolivia por el asunto de los hidrocarburos. En la época
del texto, el estaño era el motor insustituible de la
revolución industrial y bélica de occidente, con
valor que estratégicamente podría superar al que
hoy tienen los propios hidrocarburos.

Pero aquellos no son únicamente los adversarios,
porque -en una muestra de genialidad que constituye a éste
como uno de los mejores capítulos de uno de los mejores
libros de todos los que se hayan escrito en estas tierras-, a
decir de Tristán Marof, Los Adversarios
son primordialmente:

Los reformistas, los políticos de aldea cuya
ceguera incurable les impide ver la felicidad general, reacios
hasta el último trance a toda renovación, pero de
los primeros en aprovecharse de todos los éxitos; estos
abogados con visos de ciencia, con campanillas y prestigio, pero
que ignoran la evolución económica, tienen que
oponerse a la revolución sin duda; (…) reformistas por
esencia, gente de pequeños alcances, amigos de la
constitución republicana, aunque dispuestos a darle de
patadas cada tres días, intelectuales que se aprovechan de
los restos de los otros y que digieren mal lo que leen, todos
estos, en unión de los curas, de los abogados y
capitalistas, se opondrán encarnizadamente a la
revolución social. Nos discutirán largamente,
alegándonos la evolución y la
ciencia.

Los "tecnócratas" y políticos de entonces,
"concluirán ofreciéndonos términos medios
que empeoran y no salvan el problema"; por lo cual, "hay una
respuesta que dar: la revolución". Porque la
nacionalización de las minas en Bolivia y
Sudamérica "es una urgente necesidad"; luego, "escuchar a
estos intelectuales es desterrar la felicidad de la
república al año dos mil quinientos", cuando
"nuestras minas se encuentren exangües y nuestros
petróleos agotados"; y así, "de una parte a otra
del continente, el inexorable tío Sam, circule en su
afán de negocios y de
esclavos"[20].

Las sociedades modernas, marchaban por "dos caminos",
la evolución o revolución; la
primera es posible "cuando se ha hecho la gran curva del
capitalismo" y "la sociedad está madura para el
socialismo", sostiene Marof; mas "ni aún así los
prejuicios y privilegios se liquidan armónicamente";
entonces:

Es preciso que una fuerza ruda arranque de las manos
de los privilegiados todos los atributos. La fórmula de
Lenine sobre este punto es de una realidad tangible: "las armas
en la mano." En América, si no hemos llegado a un estado
tal de capitalismo que, el régimen social se imponga como
una reacción a las máquinas y al industrialismo, en
cambio estamos en la vergonzosa condición de colonias
económicas de Europa y de E.E.U.U. aunque nos alabemos de
soberanía. Además como he dicho, es preciso
adelantarse a la conquista del capital yanqui.

La ubicación precisa del tempo histórico
resalta; desde una visión civilizacional tiempo/espacio;
el tramado de una formación económico social
neocolonial a punto de ser arrastrada a una dependencia nueva;
así; Tristán Marof articula los factores
económico y político en territorialidades
fronterizas interior/exterior; junto a una singular lucha de
clases y castas que confluirá, mediante la
revolución económica -necesariamente
antiimperialista-, hacia el estado comunista moderno, de no
entrecruzarse un imperialismo capitalista renovado:

Introducido el yanqui en nuestra vida
económica no se movería jamás.
Influiría de tal modo, que ningún boliviano
podría elevar el dedo. Nuestras riquezas marcharían
al extranjero sin ningún provecho nacional, ni más
ni menos que lo que pasaba cuando la colonia. I la verdad es que,
los trabajadores de las minas son eternamente bolivianos, porque
nunca vendrán extraños a soportar el frío a
cuatro mil metros de altura ni a trabajar en las míseras
condiciones actuales. Esto es lo triste. Es decir que, el trabajo
de miles y miles de bolivianos que agotan su vida en las minas o
revientan en cinco años de labor, sirva para proporcionar
fortuna a unos cuantos.

Por ello -para Tristán Marof-, de lo que se trata
es de "salvar nuestras minas que hoy se cotizan y constituyen
capital", ya que pronto pueden hallarse alternativas y nuevamente
Bolivia vería volatilizarse la riqueza de sus manos (como
el caucho a Londres, o la quina incultivable); "que reflexionen
bien los bolivianos", porque pueden aprovecharse ingentes
cantidades de recursos que se pierden anualmente "sin beneficio
para la república"; cabe asumir entonces que;
lógicamente; "en pueblos retardados económicamente,
dice Marx, es preciso emplear remedios heroicos".

La Instrucción Pública
-primordialmente indígena- es, para Tristán Marof,
uno de los destinos mejor invertidos del excedente, ya que, con
los medios técnicos y académicos necesarios, la
gran mayoría nacional indígena emergería con
el brío que asusta al "reformista" que ve un peligro en
ello "de caer vencido por él", ya que "si el ochenta por
ciento de la población actual estuviese ilustrada
técnica y prácticamente, el mando y la
dirección le pertenecerían al indígena por
derecho". Dicen "que el indígena, cuando se ilustra,
vuélvese inmoral"; "que las taras de la raza las recoja
piadosamente el pobre Arguedas".

Los "reformistas" se oponen a la revolución
económica por muy radical y prefieren el motín o
complot caudillesco o de facción, para preservar el campo
político actual "con sus diputados, senadores,
diplomáticos y empleados de diferente matiz, todos muy
bien pagados, es un jardín frutal democrático que
no requiere grandes cultivos"; porque "una revolución que
no compromete en nada, es muy fácil"; el trámite
normal; pero:

Una revolución económica?
que transforme el país por completo, que destruya el
privilegio y derrote al político profesional, que liberte
al indígena y lo haga ciudadano efectivo, es una
cuestión grave que no la aconsejarían nunca y la
combatirán por todos lados… por muy liberales que sean,
radicales principistas o socialistas (…) todos ellos
están de acuerdo en prolongar el sistema de esclavitud de
la clase indígena (…) la sociedad republicana tolera la
costumbre feudal del pongueaje (…) Es preciso que todo esto
cese. Una ola de renovación y de misticismo tiene que
apoderarse de la clase obrera, que encienda también a la
clase indígena, a quien se la debe libertar primeramente y
luego tratarla con dulzura y amor.

Se trata de una revolución económica en el
ámbito total de la naturaleza y sociedad; supra e
infraestructura; clase y casta; lo nacional y continental;
comunista y antiimperialista; la ruptura y reforma. Prosigue
Marof:

Tiempos tienen que venir muy fuertes y agitados en
que la vida sea un detalle heroico y el sacrificio una
obligación diaria. Nada se construye si no con una
disciplina de hierro y una pasión de fuego. I los fuertes
son los que vencen. (…) Sobre nuestras cenizas y nuestro
desprendimiento, nuestros hijos, nuestros hermanos -porque todo
el mundo es hermano- mirarán con ojos asombrados la obra
de grandeza y de armonía que hemos
construido.

Invocación a la lucha que concluye de la mejor
forma: "Por eso, este pequeño librito, inspirado al calor
de una abnegación absoluta, no podrá tener mejor
título que la "Justicia del Inca", aquella lejana y severa
justicia que imponía fríamente la fraternidad y la
abundancia".

  • Aparece sutilmente la perspectiva que pretende inyectar
    Tristán Marof: el regreso a las fuentes de la cultura
    habrá de inducirse, será dirigido y organizado
    bajo imperativos de bienestar e igualdad; un sistema de
    autoridad basado en la herencia incaica donde la verticalidad
    política y normativa puede justificarse por los
    resultados que produzca: calidad de vida, orden con igualdad
    y justicia. Así, podrá burlarse de los
    "charlatanes democráticos", los demoliberales en
    vigencia; orden abundante frente a libertad degradante: el
    estado aparece como instrumento que marcará la
    diferencia
    .

Por ende, La Idea Comunista no
será nueva en América; ya fue antaño
practicada exitosamente por los Incas con resultados
sorprendentes: abundancia y justeza; trabajo y ley.
Luego:

  • Hoy día a cuatro siglos de ellos, -y en pleno
    período republicano,- nos encontramos desorientados y
    estancados. Pero esto no quiere decir que otro comunismo
    más vigoroso y moderno brote de las ruinas del Imperio
    y revivan las cenizas de los viejos quichuas, que ni el
    viento y la conquista con todas sus crueldades han podido
    extinguirlas ni destruir la raza más sobria e
    inteligente de la América.

  • Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
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