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Abecedario: F es por falsedades en la perdida de peso




Enviado por Felix Larocca



  1. La
    motivación en el tratamiento del
    sobrepeso
  2. ¿Motivación o fuerza de
    voluntad?
  3. Las
    Políticas de la Gordura: La Obesidad, la Plaga
    Indomable
  4. El
    mercadeo de la gordura…
  5. Las
    políticas de la gordura
  6. En
    resumen
  7. Bibliografía

"Perder de peso es como aprender
otro
idioma". FEFL en De Por qué el Perder de
Peso y Controlar el Sobrepeso es Como Aprender Otro
Idioma.

"No existe nada más frustrante
en toda la medicina y en toda la regulación de
la comida que el tratamiento del sobrepeso -si no se tiene en
cuenta que sus hermanastras, la anorexia y
la bulimia, son igualmente tercas en su entendimiento y
peores en su resolución.

"Para concebir estas condiciones y para
emprender la ruta tortuosa de sus curas, es preciso conocer no
solo los aspectos dinámicos de sus cuadros
clínicos, sino que asimismo es indispensable analizar
intensamente al paciente que las presenta".
FEFL en La
Motivación en el Tratamiento del
Sobrepeso
.

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La motivación
en el tratamiento del sobrepeso

No existe nada más frustrante en
toda la medicina y en toda la regulación de la comida, que
el tratamiento del sobrepeso — si no se toma en cuenta que sus
hermanastras, la anorexia y la bulimia, son igualmente tercas en
su entendimiento y peores en su resolución.

Para concebir estas condiciones y para
emprender la ruta tortuosa de sus curas, es preciso conocer no
sólo los aspectos dinámicos de sus cuadros
clínicos, sino que asimismo es indispensable analizar
intensamente al paciente que las presenta.

Pero existe una triste realidad que a todos
nos afecta.

Esta realidad consiste en el auspicio
maligno que gravita y proyecta su sombra negra en el campo de la
reducción de peso, y que consiste en el hecho
incontrovertible de que nadie ha diseñado una dieta basada
en hechos indisputables y científicos. Una dieta que
remueva el desenlace evasivo que representa el logro de una
pérdida de peso permanente y sin sacrificios.

Esa dieta, si existiera, hubiera eliminado
la obesidad. Y como esta dieta no existe, lo que nos queda es que
el flagelo que la gordura representa para la salud humana se ha
convertido en epidemia progresiva.

Veamos por qué:

No es posible, siempre he mantenido, que un
sistema de tratamiento que se estructure basado en el
ofrecimiento de un plan universal y uniforme para aplicarlo a
todos quienes sean que lo usen, pueda ayudar a la
mayoría. La razón para esto sigue siendo simple. No
es igual la dieta de un niño, de una adolescente, de
personas jóvenes, viejas, de mujeres embarazadas, de un
fumador, de un bebedor de espíritus o la de un
diabético — para destacar algunos ejemplos.

Si aceptamos como lógico lo que
hemos enunciado, entonces entenderemos por qué los muchos
sistemas dietéticos que hoy se utilizan están
(todos, sin excepción) destinados a fracasar y a
crear mayores problemas que los que programan
resolver.

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Y, como si esto no fuera suficiente, y para
complicarlo más, cuando se habla del tratamiento de las
enfermedades del comer: muchos aconsejan y pocos saben…
Así que terminamos enrolándonos en programas para
reducir de poca fiabilidad demostrada. Programas que, a pesar de
ofrecer poco, son ilógicos y costosos.

Ilógicos porque se basan en el
padecer el hambre, que es contranatural; y costosos porque nos
obligan a hacer uso de "comidas" preparadas, que son caras, y
cuyos componentes a menudo no existen en la Naturaleza para el
consumo de nuestro género humano.

La realidad reside en el
hipotálamo

Nuestros módulos natos, aquellos que
moran en el cerebro para garantizar nuestra existencia, son
órganos auto-reguladores que se mantienen en equilibrio
por medio de sus funciones automáticas y automatizadas. Lo
que significa que actúan sin tener en cuenta nuestros
anhelos, deseos, caprichos o pensamientos.

Entonces, es un asunto de dudosa
certidumbre cuando alguien nos promete librarnos de libras
indeseadas por medio de la dieta, de un spa o de la
cirugía bariátrica. Porque la gordura, siendo
resultado de procesos de auto-regulación en desequilibrio
no obedece a maniobras externas que, en principio, subvierten aun
más la estabilidad de los módulos natos que nos
gobiernan.

Por un instante, pausemos y pensemos en por
qué, si no sirve algún propósito de
adaptación, engordamos.

Las tribulaciones, demandas y exigencias de
nuestra especie en su estado prístino, favorecieron la
evolución de ciertas características que nos
confirieran reacciones instintivas auto-preservativas.

Las más conocidas y fáciles
de entender, de acuerdo a la neurociencia moderna,
residían, en sus estados rudimentarios, en los
lóbulos prefrontales y en las estructuras
límbicas.

Las mejores estudiadas de estas reacciones
son:

  • Detección de peligros. Que nos
    ayudaba a reconocer y evitar, sin pensarlo muchos animales,
    cosas desconocidas y aún otros seres humanos que
    pudieran causarnos daño.

  • El raciocinio de causalidad. La
    capacidad de intuir narrativos causales por eventos
    naturales, lo que nos ayudaba a comprender los misterios del
    mundo enigmático que entonces nos rodeaba y que
    aún nos rodea.

  • Una teoría de la mente. Que nos
    permitiría intuir y entender lo que otros individuos
    pensaban, reconociendo que los demás poseen sus
    propias creencias, deseos, principios e intenciones, no
    siempre en armonía con los nuestros. (Para leer
    máshttp://www.monografias.com/trabajos56/teoria-mente/teoria-mente).

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Entonces, el escenario donde
viviéramos, era ideal para que la gordura existiera
transitoriamente y para que no se instalara de manera
permanente.

Veamos:

En el pleistoceno vivíamos como
animales cazadores y recogedores que no habían
desarrollado el uso sofisticado del lenguaje, de las
herramientas, del fuego o de la agricultura y la
domesticación de otros animales para alimento, placer o
trabajo.

Como tales, existíamos a la merced
de los ciclos naturales de escasez y abundancia que nos forzaron
a adoptar una dieta omnívora y variada (comemos de todo) y
con la capacidad de acumular en la forma de grasa lo que nos
sobrara, pero siempre para perder, por el uso, ese exceso de
adiposidad en el momento en que la comida de nuevo escaseara o
fuera insuficiente.

Pero ya hemos descrito en otras lecciones
estos datos y los relacionados a cómo la disponibilidad de
comida nos afecta en todas nuestras adaptaciones
fisiológicas y emocionales.

Lo que aquí nos atañe es
recordar que el almacenar grasa es natural para nuestra especie.
Pero asimismo es importante que entendamos que es un dividendo
transitorio y efímero.

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¿Motivación o fuerza de
voluntad?

La palabra "motivación" está
contenida en el título de esta lección por una
razón específica. Ya que ésta, se supone, es
la que nos impele a todos a perder el peso que nos hace la vida
imposible. "Motivación" es palabra que muchos conocen
mejor como "la fuerza de voluntad".

¿Por qué (tantos que acumulan
libras que rehúsan a salir de sus cuerpos) fallan en
enjaezar esa fuerza de voluntad o motivación que
obtendría sus anhelos, haciéndolos
felices?

Porque esa fuerza de voluntad no es un
pensamiento que existe en aislamiento total, como si fuera una
virtud moral del que algunas personas carecen.

No. Esa fuerza de voluntad forma parte de
sistemas complejos que involucran la dualidad indivisible del
cerebro y de la mente (su función).

Los sistemas que aquí entran en
acción regulan nuestras emociones, y viajan por los
tres cerebros que hipotéticamente están
representados anatómicamente en el nuestro.

En el tratamiento del obeso, las emociones
y sus afectos son importantes. Los aspectos del desarrollo
personal del obeso y de sus habilidades innatas para
auto-regularse, asimismo hay que considerarlas. Hay que
determinar si la comida ha adquirido representaciones morbosas en
los centros del placer que existen en varios lugares en el
encéfalo, además de radicar esencialmente en el
hipotálamo.

Entonces y, por medio de un programa de
terapia cognitivo-reconstructivo-catártico puede lograrse
la meta elusiva de la "cura" de la gordura, que consiste en la
pérdida de peso permanente y sin la secuela habitual de su
retorno tan inevitable como infausto e inefable.

Pero lograrlo, como ya sabemos, no es
fácil, aunque no es del todo imposible.

Anexo

Las Políticas
de la Gordura: La Obesidad, la Plaga Indomable

La campeona olímpica italiana
Stefania Belmondo públicamente admitió que en un
viaje a las montañas donde se entrenaba, consumió,
"de modo inadvertido", veinte libras de chocolate en sólo
unas cuantas horas. Previamente sus entrenadores habían
amenazado cesar la asociación con ella por su falta de
iniciativa, dejadez y sobrepeso. La renuncia total al chocolate y
los dulces, a los que admitió ser adicta, contribuyeron a
mayor iniciativa, entusiasmo y energía, resultando en el
codiciado "oro olímpico".

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Stefania Belmondo

Mientras tanto, el gigantesco consorcio
norteamericano productor de comestibles cosméticos, H.
J. Heinz Co.
anunciaría con mucha algazara que a
partir de entonces comenzaría el mercadeo de papas fritas
cubiertas con chocolate.

Imagínense, ¡papas fritas con
chocolate!

Simultáneamente, los gobiernos del
Canadá y de los Estados Unidos hacen admisión
pública de que existe una verdadera epidemia de diabetes
juvenil en esos países, resultado directo de la otra
epidemia, la de la obesidad, que, a su vez, ha resultado en la
detección de complicaciones médicas asombrosas como
son los ataques de corazón en niños.

En los últimos cinco años,
autores escrupulosos en los Estados Unidos han publicado libros
que indican claramente que la industria de las comidas
rápidas ("fast foods") y el consumo
indiscriminado de las mismas son las causas principales del
fenómeno alarmante de la obesidad generalizada que afecta
a toda la población.

Los argumentos presentados por dichos
autores son contundentes y bien expuestos; pero, lo que parece
ser más asombroso, es que los escritores de los
artículos a los cuales arriba hago alusión, cuando
son entrevistados en público, evitan censurar directamente
a los emporios internacionales gigantescos cuyos productos,
responsables por la obesidad mundial, se venden en todos los
países del mundo.

Las tácticas empleadas por estas
industrias para aumentar sus ventas no son secreto, cuando
públicamente los productores de comidas rápidas
admiten (igual que sucede con quienes se benefician de la venta
del tabaco y del azúcar) que su estrategia de mercadeo
más efectiva debe de ser la dirigida a los jóvenes
y a los niños — los seres más vulnerables de
todas las sociedades — para así conquistarlos como
consumidores de sus productos, desde el nacimiento a la muerte
(sea ésta prematura, como consecuencia, o no).

Es hecho evidente que la obesidad morbosa
transcurre un derrotero paralelo al de la indiscreción
alimenticia, en la que los seres humanos incurrimos cuando
abandonamos la estrategia de comer que la Naturaleza nos asignara
— en otras palabras, cuando subsistimos en el consumo de
"comidas", por su esencia, viciadas.

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Ganador de un concurso escolar

La industria de una de las marcas de las
muchas papas fritas que se vende en fundas nos reta a "comer solo
una" de sus papitas — repletas como están de substancias
foráneas y adictivas. Otra industria, ésta de
hamburguesas, utiliza patrañas de mercadeo para seducir a
los niños con el obsequio de juguetes; mientras que otra,
aprovechando la proximidad de eventos deportivos, asevera que sus
cereales, carentes de valor nutritivo, son el "desayuno de los
campeones".

El mercadeo de la
gordura…

Nosotros vivimos en sociedades que condenan
el espectáculo de lo impúdico y lo grosero. Tanto
así que ningún padre de familia decente
asentiría a que en su casa se lean revistas donde se halla
la desnudez explícita, a menos que no sea "por las
recetas" que algunas ofrecen — así lo expresó a
su hijo el papá de un paciente mío, cuando
justificara su suscripción a Play Boy.

Ningún padre en plena
posesión de sus facultades mentales permitiría que
su hija adolescente, gozando de la mejor salud física, y
el novio, se aíslen en una habitación, solos y por
sí mismos, viendo videos de naturaleza carnal o de
sexualidad explícita. Todos somos conscientes de que
cuando los seres humanos presenciamos espectáculos que
estimulan nuestras actividades instintivas, lo que sigue es un
deseo urgente de satisfacer la demanda del imperativo
físico. En otras palabras, permitir que la niña y
el novio sean sujetos a estimulación sexual sería
una receta para esos padres lograr a entrar en la etapa de ser
abuelos en muy corto tiempo.

Pero, consideren este escenario. Es
domingo, la hora muy temprana, los niños viendo la
televisión, los padres durmiendo. ¿Qué ven
sino una cadena sin interrupción de anuncios que les
incitan a satisfacer los instintos de comer?

Anuncios que no les exhortan a seguir los
dictámenes de una dieta balanceada, sino que, por el
contrario, les encauzan al consumo de comestibles que les
conducirán, irremisiblemente, a la gordura.

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El flautista de Hamelin

La pregunta es: ¿es ese
espectáculo tan reprensible, alguna forma de
impudicia?

Las políticas
de la gordura

En el mundo en que vivimos abundan la
pobreza y el hambre. Nosotros, como seres vivos, respiramos y
comemos por una única razón: la de subsistir. A
nadie se le escucha decir a sus amigos que una noche cualquiera
le gustaría respirar el aire de un nuevo establecimiento
que ha abierto sus puertas en la zona colonial. Pero muy
frecuentemente escuchamos que alguien apetece comida china, se le
antoja una pizza, o que tiene que comprar a sus hijos otro
galón de helado de chocolate…

¡Cuidado!

Muchas madres sufriendo de la anorexia
nerviosa, enfermedad que ya hemos visitado y que volveremos a
visitar, mantienen una dieta rigurosamente estricta; lo que no
les impide que cuando regresan de un viaje al extranjero, les
traigan como presentes a sus niños, quienes padecen de
sobrepeso, cantidades enormes de dulces y golosinas.

Una señora, a quien conozco, sale de
viaje al exterior para conocer a su nieta recién nacida en
un hospital estadounidense. Esa misma persona ha mantenido una
obesidad extrema desde (así lo entiende) que diera a luz a
sus hijos. Vive a dieta (así piensa) sin perder peso
alguno (lo que siempre sucede), pero nada le impide justificar
una semana de indulgencias gastronómicas ingiriendo todas
las cosas que, como "alimento", venden las cadenas de
"fast foods" en esa metrópolis.

Cuando retorna, confrontando su
anatomía expandida, reflexiona con indiferencia: "es que
gané las siete libras esperadas que gano cuando viajo una
semana". En las navidades, las "libritas esperadas" se tornan en
más de quince.

Puesto de un modo muy sucinto, ahora
comemos, no para sobrevivir. Comemos por deporte. Comemos por el
placer. Comemos por la lujuria de ingerir substancias
apetecibles, de textura agradable, de sabor estimulante. Comidas
dotadas de azúcares, grasas, y de sustancias
extrañas (algunas nocivas) para incitar las mismas
áreas en el cerebro que aguijonean el alcohol, el tabaco y
otras drogas.

Así fue el caso de la campeona
olímpica Belmondo.

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La prueba del malvavisco

Cosa extraña, pero nunca he
oído a ningún padre de familia aconsejar prudencia
a sus hijos en asuntos del comer. Mientras que prohíben
vehementemente el uso del tabaco, el alcohol (hasta cierta edad)
y las drogas. Por el contrario, muchos (si no todos) se jactan de
las provisiones que abarrotan sus neveras — llenas de las
mismas comidas que, precisamente, engordan.

¿Por qué hablamos de las
políticas de la gordura? Porque políticamente, en
los Estados Unidos, los miembros del Congreso son deudores
agradecidos de las donaciones que les proporcionan las industrias
de las comidas que engordan y que enferman a la
población.

Si es verdad que todos reconocen los
efectos nocivos de los "fast foods" eso no impide que,
jubilosamente, un reportero en la Base Naval de Guantánamo
nos indique que camino a las jaulas donde se encarcelan los
miembros del Al Qaeda "…se pasa frente al único
establecimiento que vende hamburguesas en la isla de Cuba", hecho
apropiado de ser destacado, en su opinión.

Para los desgraciados expatriados de
Afganistán, prisioneros en "Guitmo" (como los
marineros americanos apodan la base) lo peor que les pasa es lo
que les dan de comer. Les dan pan con queso crema y mermelada.
Comida que, para quienes antes subsistieran en una dieta escueta,
natural y esencialmente saludable, constituye un insulto
gastronómico, moral, amén que religioso.

La solución para el problema de la
obesidad epidémica que afecta a los Estados Unidos
sería a través de un esfuerzo general por parte del
gobierno para regular la industria responsable por la misma.
Educar al público acerca de los peligros inherentes, en
lugar de justificar las inconveniencias de los gordos por medio
de la redefinición de su dilema como enfermedad, como si
éste fuese adquirido sin la participación
entusiástica de quienes así están afligidos
y más que nada, adoptar actitudes de responsabilidad en la
enseñanza y en la educación de los
niños.

El remedio a que aquí me refiero
nunca será factible porque los políticos
norteamericanos, venales en su mayoría, seguirán
respondiendo protegiendo los intereses de quienes les llenan los
cofres.

"Quis custodiet ipsos Custodes?"
"¿Y quién vigila a los vigilantes?", decía
el poeta Juvenal.

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En
resumen

En esta contribución a la serie del
abecedario hemos hecho hincapié en una de las falacias
más crueles que se usan para reducir más la
autoestima de las personas con sobrepeso: "Que carecen de fuerza
de voluntad".

Perder de peso es una tarea difícil,
digna de ser representada como la tortura de
Sísifo.

Considerándolo nuestra
obligación suministrar referencias en abundancia para
quienes desean más conocimientos.

Fin de la lección.

Bibliografía

  • Larocca, FEF: De por qué el
    Perder de Peso y Controlar el Sobrepeso es Como Aprender Otro
    Idioma
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: Las Intuiciones
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: La Teoría de
    la Mente
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: La motivación
    en el tratamiento del sobrepeso
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: "La Prueba del
    Malvavisco" y su Incierta Capacidad Predictiva de Futuros
    Problemas del Comportamiento Humano
    en psikis.cl y en
    monografías.com

Para un surtido de artículos acerca
de este tema vayan aquí:
http://www.monografias.com/cgi-bin/search.cgi?query=motivacion%20larocca
y aquí:
/cgi-bin/search.cgi?substring=0&bool=or&nb=1&query=voluntad+larocca&buscar=Buscar

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Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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