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El arte gótico




Enviado por marisela gonzalez



  1. Arquitectura gótica
  2. La
    arquitectura gótica en Europa

El arte gótico es el que corresponde a la
Baja Edad Media, en su mayoría el siglo XIII, aunque
comienza en el siglo XII y alcanza hasta el XIV, y en algunos
países hasta el XV. Este es un período
dinámico desde el punto de vista socioeconómico,
muy variado, con intensos contactos con Oriente a través
de las cruzadas y las rutas comerciales, la burguesía nace
en las ciudades. Es un estilo muy ligado a los nuevos centros
culturales, universidades, catedrales y ciudades en general. El
auge de las ciudades favorece la aparición de las
órdenes mendicantes, franciscanos (1209) y dominicos
(1216). Las monarquías recuperan su poder poco a poco,
debilitando el sistema feudal.

El termino gótico fue utilizado por primera vez
en el siglo XVI por el italiano Giorgio Vasari, gran historiador
del arte. Con él quería definir el "oscuro" arte de
la Edad Media frente al glorioso pasado de la Antigüedad
Clásica.

Según esta definición el arte
gótico era sinónimo de bárbaro,
cargándose de connotaciones negativas. Esta actitud hacia
el arte medieval se mantiene hasta las primeras décadas
del siglo XIX, cuando el movimiento romántico descubre con
asombrosa admiración la arrolladora fuerza y originalidad
del Gótico, de manos del joven Goethe.

Se sueña a partir de este momento con un
renacimiento del arte medieval, llenándose de nuevo
contenido al termino gótico que empieza a distinguirse y
separarse claramente del románico.

El entusiasmo romántico y el historicismo, lleva
a cabo amplias restauraciones de edificios medievales,
llegándose a establecer el estilo neogótico,
arquitectura realizada a imitación de la gótica
medieval.

Actualmente como gótico entendemos un amplio
período artístico, que según los
países y las regiones se desarrolla en momentos
cronológicos diversos, pero que de forma general podemos
establecer desde mediados del siglo XII hasta comienzos del XVI.
Ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas de
país en país.

Este arte se ha definido durante mucho tiempo de manera
bastante superficial, exclusivamente por la utilización de
uno de sus elementos, el arco apuntado, al que suele llamarse
arco ojival; pero la utilización de un elemento no puede
definir un estilo de forma global, se trata de un problema
más amplio, de una nueva etapa histórica, una nueva
concepción del arte y con él del mundo. Un elemento
estructural, por importante que sea, no puede resumir un concepto
global sobre la vida.

Los nuevos edificios religiosos se caracterizan por la
definición de un espacio que quiere acercar a los fieles,
de una manera vivencial y casi palpable, los valores religiosos y
simbólicos de la época.

El emblema del arte gótico es la catedral,
donde se dan cita todas las artes, tendencia que viene del
románico. Encontramos una humanización de los tipos
religiosos, que son mucho más naturales. Se pasa de la
Virgen reina a la Virgen madre, al Cristo doloroso en la cruz y a
los adornos mundanos. Ahora se ve en la naturaleza la obra de
Dios, la creación, y la belleza nos acerca a Dios. Pero
también aparecen edificios civiles en las ciudades, los
palacios, los ayuntamientos y las lonjas. La catedral se va a
llenar de luz, y es la luz la que conforma el nuevo espacio
gótico. Será una luz física, no figurada en
pinturas y mosaicos, luz general y difusa, no concentrada en
puntos y dirigida como si de focos se tratase, a la vez que es
una luz transfigurada y coloreada mediante el juego de las
vidrieras, que trasforma el espacio en irreal y
simbólico.

La luz está entendida como la
sublimación de la divinidad. La simbología domina a
los artistas de la época, la escuela de Chartres
considera la luz el elemento más noble de los
fenómenos naturales, el elemento menos material, la
aproximación más cercana a la forma
pura.

El arquitecto gótico organiza una estructura que
le permite, mediante una sabia utilización de la
técnica, emplear la luz, luz transfigurada, que
desmaterializa los elementos del edificio, consiguiendo
sensaciones de elevación e ingravidez.

Durante este periodo se instala una nueva religiosidad,
en la que destacará santo Tomás de Aquino, la
Escolástica. La filosofía de Aristóteles se
interpreta a la luz de la fe cristiana. Pero también se
reinterpreta a Platón. El neoplatonismo será
fundamental para la aparición de una estética
basada en la luz, ya que identificaba a Dios con la luz, la luz
celestial. San Benito, san Roberto y san Bernardo
pretenderán la reforma de la orden de Cluny, recuperando
su esencia austera.

La orden del Císter fue la que creó
y difundió el nuevo estilo, tras la reconstrucción
de la abadía de San Denis por el abad Suger. Era una
arquitectura sobria, austera y luminosa. En principio estaba
exenta de motivos decorativos, proclamando su aniconismo. No
obstante, las catedrales se irán llenando de estatuas y
pinturas. El artista comienza a ser reconocido y en algunos casos
firmará sus obras. Sobre todo alcanzan gran prestigio los
maestros de obra.

Arquitectura
gótica

En el siglo XIII el mundo cristiano se ha vuelto mucho
más urbano y burgués. Surge una nueva
ideología que se plasma en los ideales del abad Suger,
brillo y esplendor frente a la austeridad del Císter. El
gótico se caracteriza por la verticalidad y la luz, que es
el reflejo de la divinidad. El nuevo estilo recibirá el
apoyo de las autoridades municipales y la burguesía. Su
expresión más típica es la catedral,
en la que encontramos todos los elementos del arte
gótico.

Sin dejar de ser un arte didáctico, el
gótico se vuelve mucho más decorativo que el arte
románico. Utiliza un nuevo tipo de arco y de
bóveda: el arco ojival y la bóveda de
crucería, que gracias a sus nervios que convergen en
contrafuertes adosados o bien separados de los muros a
través de los arbotantes, posibilita una envolvente ligera
y diáfana que se recubre con vidrieras que permiten el
paso de una luz tamizada por los colores de los cristales. Esta
luz crea una atmósfera irreal, símbolo de la
divinidad. Los rosetones son el marco privilegiado de las
vidrieras de colores, que tiñen el interior de color, o de
una luz blanca. Existe un contraste entre estructura y
apariencia.

Predominan las plantas de cruz latina en las que
se distingue: la cabecera, el crucero y las naves, de tres a
cinco. La cabecera tiene girola y capillas radiales. La nave
central y el crucero son más anchos y altos que las
laterales.

El arco apuntado es una de las señas de
identidad más características del arte
gótico. Confiere a los edificios esbeltez y verticalidad.
En el siglo XIII son muy abiertos, es el arco apuntado
clásico. En el siglo XIV se hacen más apuntados y
altos: se denomina arco lanceolado. Corresponde al momento de
mayor verticalidad. En el siglo XV se utilizan el arco conopial,
el carpanel y el mixtilíneo.

Los soportes, generalmente el pilar, evolucionan
desde los redondos (columnas) a los acanalados con forma de
estrella. Aparece el pilar fasciculado, que tiene el fuste
formado por varias columnillas delgadas (baquetones). En el
edificio gótico se necesita un sistema de contrapeso
adicional a la función sustentante ejercida por el pilar
(otra seña de identidad gótica) para ello se usan
los contrafuertes separados del muro. Los arbotantes enlazan la
bóveda central con los contrafuertes a través de un
arco rampante. En la intersección se ponen
pináculos para hacer más estable el conjunto.
Además, los arcos poseen canales de desagüe del agua
de lluvia, que terminan en gárgolas. En los edificios
más altos existen dos niveles de arbotantes.

Tan características como los arcos apuntados son
las cubiertas del gótico. Es la época de la
bóveda de crucería, que permite cubrir espacios
rectangulares a gran altura. Está formada por dos arcos
(nervios) que se cruzan en el centro: en la clave. El resto de la
superficie se cubre con plementos. Con este sistema todo el peso
de la cubierta descansa sobre los soportes, por lo que el muro de
descarga es innecesario y se puede cerrar el espacio con grandes
ventanales. No obstante, para cubrir toda la nave siguen
empleándose el sistema de arcos fajones. La bóveda
de crucería evoluciona con el tiempo. En el siglo XIII se
utiliza la bóveda de crucería simple. Para cubrir
los espacios que no son rectangulares se utiliza un tercer nervio
que divide la bóveda en seis partes (bóveda
sexpartita). En el siglo XIV la bóveda se enriquece por
medio de nervios secundarios (Terceletes) que van desde los
ángulos a la mitad de los nervios; y ligaduras, que van
desde el centro del cuadrado a la clave. Ellos dan a la
bóveda un aspecto estrellado (bóveda estrellada).
En el siglo XV a las bóvedas se añaden nervios
combados, que van del centro del cuadrado al centro de los
nervios pasando por en centro de los treceletes. Aparecen,
también, las bóvedas de plementería calada,
que se recubren con vidrieras.

Este sistema constructivo permite abrir vanos en los
muros. En realidad los muros no son necesarios para
sostener la cubierta, por lo que se permite la entrada de la luz
lo más posible. El muro se cierra con vidrieras de
colores que tamizan la luz. Las vidrieras se organizan en
tracerías, o divisiones de piedra, que forman los vanos.
Cada vidriera posee un armazón de hierro y un emplomado
que unen los diferentes trozos de cristal, y forman las figuras.
Las vidrieras son un elemento indisoluble de la arquitectura,
aunque utiliza los mismos convencionalismos iconográficos
que la pintura, y su mismo programa.

La portada se revaloriza. Aquí aparecen
los principales motivos ornamentales, que se vuelven más
naturales. En ella se colocan las torres y las puertas. Las
torres pueden estar adosadas a las naves, o justo encima de las
puertas laterales. La fachada típica tiene forma de
H. Está formada por dos torres cuadradas, rematadas con un
elemento piramidal. Poseen tres niveles: la portada de entrada,
los ventanales y el rosetón: que iluminan el interior.
También las portadas laterales se decorarán. El
rosetón tiene también una función
simbólica, pues representa la luz de Dios. En ocasiones la
fachada se remata con un gablete triangular. Las portadas siguen
el modelo románico: son abocinadas y en ellas se encuentra
la decoración escultórica. Su número
varía en función de las naves que hay en el
interior.

En el alzado de la catedral se distinguen tres
partes: la arquería, el triforio y el claristorio o
ventanales. El muro tiende a desaparecer, sobre todo en lo alto.
El triforio es estrecho, ya que pierde su función de
tribuna, y se emplea sólo para que pase la luz al
interior.

En el gótico se distinguen cuatro etapas:
el gótico primitivo o protogótico, al que pertenece
Notre-Dame de París. Tiene un aspecto un tanto
románico. El gótico clásico, del siglo XIII,
principalmente en la primera mitad, a la que pertenece la
catedral de Chartres, y en el que desaparece la tribuna, y los
ventanales se alargan. El gótico manierista, de la segunda
mitad del siglo XIII, que en algunos lugares se alarga hasta el
XIV. Se multiplican los radios de los rosetones, y se complican y
estilizan todos los elementos arquitectónicos.
Además, hay una mayor luminosidad, porque el triforio casi
desaparece en favor del claristorio. Y el gótico
flamígero, sobre todo en Francia durante los siglos XIV y
XV, en el que las estructuras se vuelven más sencillas y
la decoración más abundante. Se caracteriza por la
decoración de calados con adornos asimétricos,
semejantes a las ondulaciones de las llamas. Aparecen: el arco
conopial y las bóvedas estrelladas, como en la catedral de
Oviedo. Esta es la época en la que surgen, en
España, el estilo isabelino, en fusión con el
mudéjar.

Además de las catedrales, adquieren importancia
otros edificios civiles. Las ciudades crecen dentro de sus
murallas, gracias a la burguesía, y aparecen edificios de
administración y comercio. Se levantan el ayuntamiento,
las lonjas, sin dejar de construirse castillos y fortificaciones
militares, con menos vanos. La ciudad tiende a organizarse en
torno a la catedral, el ayuntamiento y la lonja. Aparecen,
también, palacios urbanos, que expresan la riqueza tanto
de los nobles como de la burguesía.

La arquitectura
gótica en Europa

Francia es la cuna del gótico, como lo fue
del románico. En la fase protogótica encontramos
los edificios cistercienses como la abadía de San Denis, y
las catedrales de Laon y Notre-Dame de París. En el
período clásico destacan las catedrales reales, ya
que son los reyes los promotores de su construcción:
Reims, Amiens y Chartres. En el período manierista destaca
la Santa Capilla de París y la catedral de Rouen. En
general las construcciones francesas tienden a la
verticalidad.

En Alemania el gótico triunfa sobre todo
en las regiones occidentales, debido al influjo francés.
Sin embargo, aquí la tradición carolingia, otoniana
y románica es muy fuerte. La primera construcción
auténticamente gótica es Santa Isabel de
Magdeburgo. La influencia francesa se deja sentir en la catedral
de Colonia. También son destacables las catedrales de
Ratisbona, Erfurt, Ulm y Estrasburgo. No obstante, el
gótico llega hasta el siglo XV.

En Inglaterra el gótico tiene un
desarrollo peculiar. Potencia las líneas rectas; es
más macizo y horizontal y utiliza una pantalla a modo de
telón tanto por delante como por detrás de la
catedral. Además, usa con profusión las
bóvedas de abanico. En Inglaterra el gótico
presenta tres etapas: el estilo primitivo, con
catedrales como las de Canterbury, Lincoln y Salisbury; el
estilo decorativo, en el que la decoración se
hace independiente de la arquitectura, con catedrales como las de
York, Exeter y Wells; y el estilo perpendicular,
más racional y organizado, y con tendencia a la
desornamentación exterior, aunque se mantiene en el
interior. En este período destacan las catedrales de
Westminster, Gloucester y el castillo de Windsor.

El gótico apenas entró en Italia;
que continúa con las formas clásicas, los muros
macizos y la tendencia horizontal. No encontramos aquí las
señas de identidad góticas, más que en
algunos elementos. Los vanos son menos numerosos, lo que da pie
para ser pintados. Destacan las catedrales de Siena, Arezzo y
Milán. Pero lo característico del gótico
italiano es la arquitectura civil: palacios y lonjas, que
aparecen en las numerosas repúblicas italianas. Son, pues,
edificios de escasa altura. Destacan los palacios de las
Señorías de Siena y Florencia, la cartuja de
Pavía, el Ayuntamiento de Perusa y el palacio ducal Casa
del Oro de Venecia.

En Portugal el gótico llega a
través de España. Destacan el convento de Batalha y
el monasterio de Alcobaça. Sin embargo, en los siglos XV y
XVI se desarrolla el original estilo manuelino, que se
caracteriza por su abigarrada ornamentación. El estilo se
difunde por todo Portugal, pero destacan el monasterio de Belem,
el convento de Tomar y la iglesia de Olivenza, en Badajoz
(España).

La arquitectura gótica en España

En España el gótico tiene dos
ámbitos fundamentales, el camino de Santiago y las
ciudades comerciales de la Corona de Aragón, que en esta
época está extendiéndose por el
Mediterráneo. Distinguiremos cuatro períodos: la
fase de transición, el gótico pleno o
clásico, el gótico manierista o mediterráneo
y el gótico flamígero.

El gótico tarda en introducirse en España,
por lo que hay una fase inicial de transición
(siglo XII) en la que conviven las formas románicas y las
góticas. Los más representativos son los
monasterios de la orden del Císter, fundamentalmente en
Navarra y Argón. Inicialmente son monasterios rurales, y
carecen de decoración escultórica y
pictórica, en consonancia con la austeridad de la orden y
su aniconismo. Destacan las plantas en forma de T, las capillas
de la cabecera y el transepto y el claustro con dos pisos, el
superior para las celdas y el inferior para la vida comunitaria.
Destacan los monasterios de Poblet, La Espina, Fitero, La Oliva,
Santa Creu, Gradefes y La Moreruela. Se comienzan a construir las
catedrales de Zamora y Salamanca, con una clara influencia
islámica, y las de Tarragona y Lérida. Una de las
primeras catedrales góticas que se construyeron en
España es la de Cuenca, que se consagró en
1182.

La segunda etapa, en el siglo XII, es la del
gótico pleno. Fundamentalmente es el gótico de
Castilla y León. Este es el momento de máximo
apogeo del camino de Santiago. El estilo tiene una gran
influencia francesa y en él aparecen todos los elementos
que definen el estilo gótico. Las catedrales más
importantes son las de León, Burgos y Toledo.
También se construyen las catedrales de Oviedo y
Palencia.

La tercera etapa, en el siglo XIV, es la
manierista, y se centra, fundamentalmente, en el
Mediterráneo. Se acaban las catedrales de Palma de
Mallorca, Barcelona, Santa María del Mar (Barcelona) y
Gerona, y se construye la lonja de Barcelona. Son templos
más austeros, la nave central es más ancha y las
laterales son más altas. No abundan los arbotantes ni los
pináculos.

En el siglo XV aparece el gótico
flamígero
, que en Castilla se denomina isabelino. En
esta época la decoración se desborda, las plantas
tienden a ser cuadradas, de una sola nave y los soportes
más delgados. El coro deja de estar en el centro de la
nave principal y se desplaza a los pies y en alto. Los motivos
decorativos aparecen en todas partes: portadas, ventanas,
cornisas, cresterías, pináculos, etc., y son,
fundamentalmente, escudos heráldicos, puntas de diamante,
conchas, etc., de inspiración mudéjar. Este estilo
parece que llega a España de la mano de los maestros de
los Países Bajos que trabajan aquí. En la Corona de
Aragón destacan las lonjas de Palma de Mallorca y
Valencia, la catedral de Tarragona y la Generalitat de Barcelona.
En Castilla aparecen dos escuelas: la de Toledo y la de Burgos.
Se conocen algunos maestros como Juan Guas, en Toledo, que
construyó San Juan de los Reyes, y la puerta de los leones
de la catedral de Toledo. En Burgos trabaja Juan de Colonia que
construiría las torres de la catedral de Burgos, la
capilla del Condestable; y la cartuja de Miraflores y
Simón de Colonia, que construye las fachadas de San Pablo
y San Gregorio en Valladolid. También se construyen la
Capilla Real de Granada y la catedral de Sevilla. A partir de
estos momentos en las ciudades aparecen palacios que crean un
modelo de fachada sobria, como el palacio del Infantado en
Guadalajara

 

 

Autor:

Marisela Gonzalez

 

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