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Domino – Una trampa sin salida (Novela) (página 5)




Enviado por roberto macció



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

En realidad su epidermis no era el óbice que me
causaba repulsión, sino esa especie de empaquetadura
pomposa que su paso altivo trasmitía desde cada uno de sus
actos y definiciones. A Celia le importaba un bledo la
reputación de su marido, no sabía yo como
había sido su vida antes de mi aparición, pero
supongo que no muy diferente. Su impunidad, rayana con el odio y
la intemperancia, le pintaba a su imagen un halo de
valentía que en realidad no tenía.

Muchas madrugadas en vela con mi sombra, estuve tratando
de descifrar mi reconcomio sincero hacia esa mujer, descubrirlo,
enfrentarme a él a pesar de mi razón, pero fue en
vano, suponía que lo que profesaba era tan solo un
enamoramiento fugas por aquellas curvas exquisitas, pero
enseguida sostenía con el mismo ímpetu, que algo
dentro mío se aceleraba cuando la veía llegar desde
la ruta. También me sobrevino explorar si se quiere, el
lado tangencial del amorío, dilucidándolo a partir
de una reacción negativa u opuesta por mis diferencias
innatas con Rogelio… yo de modo congénito lo
odiaba; odiaba a ese tipo desde su presentación misma y la
representación que tuve para expresarlo fue ni mas ni
menos que la de enamorar a su esposa.

Todas estas posibilidades y alguna otra que no recuerdo,
tenían su buena cuota de veracidad, pero ninguna se
potenciaba como la auténtica e indiscutible.

Hacía casi dos meses que estaba enclaustrado en
esa misión gigante que era Luján, donde fieles e
infieles se esmeran y compiten por parecer el mejor
cristiano.

Un par de viajes a Rojas me habían alejado un
poco de aquellas tierras pero no de mi purgatorio.

El primer encuentro con Estela fue sin lugar a dudas el
más difícil de sobrellevar. Mi ex comenzó a
insultarme estando yo todavía arriba del
colectivo.

Los pocos pasajeros que habían arribado conmigo
en el ómnibus Rojas que culminaba su trayecto en el
pueblo, me miraban con cierto recelo, como si yo fuese un agente
de impositiva y podría decirse que se amontonaban para
bajarse. Como se dilucidaba, fui el último en descender de
aquel móvil blanco y rojo, ella me estaba esperando al pie
de la plataforma con los ojos rojos de furia, sus puños
cerrados escondiendo en ellos todos sus nervios y odios…
Desde el segundo descanso de la escalinata la contemplaba como a
un gigante impotente y vencido y me dio pena, pena y tristeza de
ver a aquella mujer sufriendo por mis decisiones.

Ya en tierra solo atiné a abrazarla, en principio
se resistió, pero insistí hasta que juntos,
lloramos nuestras desdichas.

A la hora del desahogo llovieron reproches,
críticas y acusaciones por doquier hasta que el lugar se
inundó de esa calma densa y viscosa a punto de estallar
que se crea entre dos personas que pueden odiarse tanto como
alguna vez se amaron.

Me preguntó una y mil veces si había otra
persona y una y mil veces le mentí.

Quiso saber donde vivía y le volví a
mentir diciendo que en La Plata, en un departamento cercano al
bosque. Me pidió entonces datos, dirección, a quien
se lo había alquilado, cuanto pagaba, quien me
había salido de garantía, todo deseaba que le
confiese y yo siempre mudo.

También inquirió sobre mi renuncia al
banco y le dije la verdad… Quiso saber que hacía y
le dije nada y creo que no le mentí.

Todo quiso saber y nada supo.

Después de aquella primera vez pasaron dos
semanas para volver a verla.

En el tercer viaje, de manera muy sutil y superficial,
le di a entender que había conocido a una chica. No
sé si se molestó, tal vez nunca sospechó de
mis palabras. Muchas veces durante este tiempo, analicé o
traté de pregunté, si a esa altura de los
acontecimientos, Estela ya había comenzado a olvidarse de
mí y de nuestra historia.

En la segunda y la tercera visita, ella lo llevo a
Sebastián y juro que me costo muchísimo resistir en
pié su presencia y continuar ensoberbecido con mi
enmaraña existencial.

En un momento de la segunda visita cuando tuve frente a
mí a mi hijo, durmiendo en los brazos de su madre, solo
atiné a abrazarlo muy fuete sobre mi pecho, para
contemplarlo luego como a un angelito, lo tenía cerca por
primera vez después de mucho tiempo y sentía una
sensación de felicidad extrema, mas transcurridos unos
minutos, lo bese en la frente, le rogué en silencio
misericordia y se lo reintegré a su madre.

Era por demás chocante la situación.
Seguro que si me hubiesen preguntado unos días antes, unas
horas antes de aquel encuentro, que era lo que mas deseaba en el
viaje a Rojas, sin dudarlo hubiera respondido que verlo a
él… tenerlo, tocarlo, besarlo, hacerlo jugar como
antes, como siempre, pero al encontrarme ahí con su
inmaculada humanidad, tan pequeño e inocente, sentí
aversión de mi persona y solo me brotó demandarle
perdón.

Esa tarde de mi primer encuentro con Sebastián,
estuve con Estela solo un par de horas, ella quería
caminar por el pueblo pero me negué mintiéndole que
estaba cansado. Así que quedamos en vernos a la noche. Le
pedí que no lo llevase al niño. Nos encontramos en
el hall del hotel Victoria donde yo paraba.

Pasamos luego a la confitería a tomar un
café y charlamos hasta la madrugada.

Ella estaba mucho mas tranquila, nada que ver con esa
mujer con quien tropecé en aquel irritable primer
encuentro. Ya no reprochaba mi abrupta salida de su cotidiano y
creo que lo hacía porque también era conciente que
nuestras vidas juntos se estaban conjugando de modo
pretérito.

Intentaría que fuese plus cuan perfecto, pero no
dependía solo de mí.

Me puso al tanto también que había estado
hablando con mi mamá por teléfono y le había
contado de nuestra separación, me enoje al principio pero
entendí que fue mejor que mi madre supiera por su boca lo
que estaba sucediendo entre nosotros, según Estela solo le
había manifestado que estábamos
momentáneamente separados y no le dio mucha mas
información. Le agradecí entonces su discreta y
escueta locución con mi progenitora.

Dos días mas tarde le hable yo a mi madre y le
dije lo mismo que le había adelantado ella, que
estábamos por el momento separados, ella con el nene
viviendo en lo de sus padres y yo en La Plata.

Mi madre no me dijo nada, no me reprocho ni cuestiono la
situación, recuerdo que solo me aconsejo a que trate de
ser prudente y contemplativo en mis decisiones, que me tome el
tiempo que creyese necesario para arreglar los problemas. Ella
nunca se metía en nuestra vida porque sabía que
tomar partido siempre era malo en estas discusiones de pareja, en
realidad pienso ahora que ella nunca se metió tampoco en
mi vida, porque nunca estuvo… A tal punto que se
enteró por teléfono que me casaba y conoció
a la que iba a ser mi esposa el mismo día de la boda. Mi
mamá nunca se metió en mi vida ni criticó
mis decisiones…que lastima… No deseo que eso pase
con mi hijo Sebastián, yo si quiero involucrarme en su
vida, en sus cosas… solo tengo que arreglar este infierno
y después con el tiempo sufriente las cosas se van a
recomponer, yo todavía puedo ser esa persona que alguna
vez quise ser, sé que puedo, solo necesito tiempo…
No lo voy a abandonar a su suerte como hizo ella conmigo, yo no
soy igual…

Aquella noche en rojas la pase muy bien, supongo que se
debió a que ambos éramos concientes que no
cabía ninguna expectativa de reconciliación en ese
café, la mirada fría de ella, a pesar de la
tímida sonrisa que la acompaño durante todo la
cita, advertía su decisión tomada, yo tampoco me
anime a cambiar la esencia del encuentro, solo anhelaba de esa
mujer un gesto humanitario de comprensión.

El tercer cruce puede catalogarse como el primer
encuentro entre dos ex, que asumen de modo prolijo el rol de
separados, sin artilugios farsantes ni escenas histéricas
o morbosas.

En esa ocasión le entregue a Estela casi todos
mis ahorros, ella lo necesitaba más que yo pero por encima
de todo, me pareció un acto lógico de mi
parte.

Esa vez verlo a Sebastián no me afecto tanto,
jugamos los dos solos en la plaza San Martín casi toda la
tarde hasta que cayo la noche y su mamá lo paso a buscar.
Mas tarde, después de cenar, ella paso por el hotel para
tomar un café y se quedo otra vez hasta la alborada
hablando en mi cuarto.

Entrada la madrugada, nos tiramos vestidos en la cama,
recostados sobre el amplio respaldar victoriano y recordamos
buenos tiempos pasados, anécdotas traviesas y hasta
confesamos alguna mentira piadosa de ambos, nos reímos de
cosas triviales y también de otras que, alguna vez
pensamos, que eran importantes.

Si hubieron roces de piel fueron los lógicos o
permitidos entre dos adultos que alguna vez se amaron, pero no
existió esa noche entre nosotros una cuota de malicia o
segunda intención.

Nos despedimos con un beso que solo rozo nuestros labios
y nos deseamos suerte, la observe desde la puerta del hotel
marcharse con ese paso distinguido que alguna vez me sedujo,
cuando llego a la esquina, giro suave hacia mi persona, me saludo
con su brazo en alto y se desvaneció de mi vista y casi de
mi vida.

CAPITULO XIV

(En las malas
noches,… tu recuerdo aturde mi soledad)
Haykus

Lujan, 19 de septiembre de 1983.

Una noche me acorde de Mabel.

Estaba cenando y mirando un programa cómico por
televisión que ella me había comentado que le
gustaba y me la figure tirada en su cama disfrutándolo,
quise fantasear su risa ante la humorada de los personajes, pero
no lo logré, porque en el recuerdo de su rostro, que
ofrecía mi razón, ella vestía con un gesto
adusto, sombrío.

Quise entonces borrarla de mi mente pero no pude, estaba
allí, impregnada, soldada a mi juicio y a mis
imágenes. Cerré mis ojos con fuerza, amorre mi
conciencia exorbitada, pero nada, no resultaba, ese dibujo
fantasmal acosaba fuerte a mi razón, con sus ojos grandes
bien abiertos sin pestañar, su boca inexpresiva y su
rostro tan blanco como la nieve, como la muerte.

Abrí la puerta de la casa y levante el volumen de
la radio a mas no poder, intente sentarme en una reposera que se
encontraba en la galería pero mi ansiedad contradijo la
orden y me quede de pie… pensé en la virgen…con
fuerzas, con miedo, con la vulgaridad de vocablo de un paje y la
fe de todos los santos, pedí perdón por su vida y
por mi condena, yo solo había sido el camino de su
trágico destino, nada mas que eso.

Me pregunte una y mil veces porque razón se
habían cruzado nuestras vidas.

Por que tuve que ser yo su verdugo, pero en vano
resultaron mis cuestionamientos indagatorios, nunca lo
sabría, talvez admitiera una razón que justificase
mi acción, pero era solo un apotegma de mi alma no mas que
eso.

La inmaculada me consoló devolviéndome mi
avenencia y soliviantándome a discurrir sobre mi protervo
episodio de castigo y piedad…medite rezando entre sollozos
hasta que la suprema me reveló que Mabel se había
cruzado con mi energía solo para encontrar la muerte,
estaba escrito en su mirada y en su suerte.

Al ratito no más aquel rostro mortuorio se
ahuyento de mi cabeza y me pude entonces tranquilizar, más
no logre dejar de pensar en ella durante todo esa
noche.

CAPITULO XV

(Por más
que camines despacio, el camino… tendrá su fin)
Haykus

Pergamino, 25 de agosto de 1983.

El amanecer del veinticinco de agosto del ochenta y
tres, envolvió en una tensa calma a toda la ciudad de
Pergamino y sacudió a cada uno de sus habitantes con un
explosivo suceso, tal vez más fuerte por su
connotación que el vivido unas semanas atrás,
cuando se encontró el cuerpo apuñalado de
Mabel.

El hijo de un militar en actividad estaba demorado en la
comisaría acusado de ser partícipe de aquel
asesinato.

La sensacional noticia se mechaba en las portadas de los
periódicos de la zona con la cara de Luder y
Alfonsín en plena campaña. Y en sus editoriales
casi todos apuntaban al detenido, en mayor o menor grado, como el
gestor mismo de la muerte de la piba.

En rigor a la verdad, no todo fue sencillo y pulcro en
torno de ese emblemático arresto.

Tanto el fiscal como el magistrado de la causa
soportaron no menos de cuarenta y ocho horas de presiones de todo
tipo, encubiertas algunas y descaradas otras, que instauraron un
clima de alarmante estallido social en todo el pueblo.

El advenimiento de la primavera democrática
envolvía entre sus francos céfiros la
obsesión de pigmentar a cualquier hecho o suceso de una
intencionalidad política, por lo tanto, la
aprensión del hijo del militar no estuvo a salvo de aquel
apotegma preelectoral.

Fueron entonces, muchos los personajes que se
incomodaron ante esa situación y si bien fue cierto, que
antes de la detención se hicieron innumerables llamadas
telefónicas desde muchos escritorios importantes para dar
marcha atrás con la misma, el juez Lagos, tal vez con un
ojo en la causa y seguramente con el otro en el almanaque, se
mantuvo firme en su decisión.

Agregar que todo el pueblo entero se transformó
desde esa mañana en un ordenado pandemonio está de
más.

Las ávidas vecinas se agolpaban, escoba en mano,
en las puertas de los comercios y en las esquinas de los barrios
para chusmear por largos minutos en improvisadas asambleas y en
cada cola formada, sea esta de un Banco o de una agencia de
Prode, se transformaba espontánea en un corrillo
turbulento invadido por ese murmullo histérico del
vulgo.

El tema en cuestión sería el dominante por
varios soles no solo en el pueblo sino en toda la zona de
influencia y más lejos aún porque hasta
llegó a la mismísima capital de la
república.

Claro está que si no se esparció como un
verdadero reguero de pólvora, fue simplemente porque las
elecciones presidenciales más importantes quizá en
toda la historia del país copaban en aquellos meses el
ánimo de todos los habitantes de este suelo.

Pero en Pergamino resultó inevitable la
discusión pueblerina y el caso del hijo del militar se
polemizaba tanto como los posibles resultados de los
próximos comicios. Tomando cada habitante partido en la
tragedia sin detentar un mínimo conocimiento de los
pormenores de la misma.

Con el pasar de las horas aparecieron los confabuladores
de siempre, esos que sospechaban de este y aquel por comentarios
de otros y que en largas rondas de cafés, en bares
marginales, exponían teorías diversas…y
muchos parroquianos, mendigos de miserias, escuchaban atentos a
todo aquel que se jactase de haber conocido, sin importar las
circunstancias, a la víctima o al victimario.

Todo daba igual, todos impartían juicios de valor
según los vientos del momento.

El cura de la iglesia, los Gerentes de los Bancos, el
presidente del Rotary o el de la sociedad Rural, el representante
de los panaderos o el de los remiseros… todos pululaban
por los pasquines locales o las radios F.M. del pueblo emitiendo
estimaciones a destajo.

Consejos tan vagos como subjetivos en su
formación y concepción, pero que en boca de los
potenciales informadores sociales, como los son esos centros de
poder, se desdibujan o mejor dicho se disfrazan,
valiéndose de un mensaje intangible que intentan y muchas
veces logran, hacerlos aparecer como ordenadores universales y
entonces, con propósitos seudo ecuménicos, empiezan
a tentar a los seres comunes con francas distorsiones
ideológicas, déspotas, tendenciosas que buscan
confundir las principiantes e inexpertas tentaciones de
informarse de los mortales.

Y axiomas correctores asoman entonces en el acerbo
social desde sus bocas, con la excusa de innumerables virtudes y
probidades, como que el orden regula y es paz y armonía y
que la seguridad conlleva a la tranquilidad y que la disciplina
justifica el mandato y que la ley es igualdad y que el silencio
es salud

Pero la verdad es que se nos manipula para lograr
dosificarnos en pequeñas pero seriales dosis, a
través de estos bondadosos conceptos, unos temibles virus
conocidos con el mote de obligación y sensatez y solo
persiguen contaminarnos con una especie de represión
amnésica, el mas preciado, imprudente y a la vez sensato
espíritu primero, aquel que no renuncia bajo
presión a lo desconocido, aquel que tiende siempre a
descorrer los velos de lo determinado, aquel que tiende a
disminuir siempre los límites de lo inexplorado y a
descifrar, aun ignorando, el porque de los porque, que no es mas
ni menos que la búsqueda de la verdad.

Y transitando este husmeo primitivo del ser humano es
que a veces se la intenta encontrar a través de una manera
reflexiva, pero es ahí cuando el poder de turno coacciona
y otras coyunturas mundanas, nunca azarosas, en el más
extremo silencio empiezan a envolver la historia hasta que la
convierte en un conjunto de controversias, entonces el adjetivo
responsable y responsabilidad toma un cariz deontológico y
cual disparador invisible exagera los deberes hasta modelar en la
conciencia una carga psíquica, étnica y moral casi
imposible de sobrellevar con justa prudencia y sabia
razón, e induce a que los actos, otrora significativos y
trascendentales, basados en principios espirituales, se tornen
cautelosos y conservadores… y la verdad se nos aparezca con
más de una faceta.

Aquella mañana también iluminó a
Vicente Soriano, que sentado en su oficina, contemplaba por
enésima vez, la primera página de la Opinión
como si esta fuese un óleo de Boticelli.

Leía y releía la nota sin cansarse…
Su foto, de un tamaño considerable, acompañaba el
gran titular, que en letras tamaño catástrofe,
anunciaba el encarcelamiento de Jorge Rodríguez
Paz.

Temprano, cuando apenas había amanecido, le
había ordenado al eterno cabo Acosta, a que le comprase
cinco ejemplares del periódico y después él
mismo se encargó de dejar, como al descuido, uno sobre el
escritorio de la guardia y otro sobre la mesa de la
cocina.

Realmente, pese a su conducta recatada, esa
mañana deseaba que todos sus compañeros supiesen de
la nota y viesen su foto con copete incluido. Esa transgresora
sensación que invadía su mente e hinchaba su pecho
con una mezquina combinación de soberbia, jactancia y
engreimiento, confundía sus pensamientos de tal forma que
le era utópico compatibilizarla con su modesto
perfil.

También había pensado en mandarle un
impreso a su madre, doña Teresita, como la conocían
en su barrio de la paternal.

Fantaseaba, sentado en el viejo sillón y
terminando la segunda pava de mate, en la cara que pondría
la vieja cuando lo viese en el diario con foto y todo.
Intuía también, que la Tere no perdería el
tiempo en visitar orgullosa, casa por casa, toda la cuadra,
mostrando el informe.

Pero los relojes no se detuvieron, como a él le
hubiese gustado, en aquel momento de notorio
reconocimiento.

Fue entonces que los nuevos tiempos envejecieron a otros
tiempos y las palmadas de felicitaciones dejaron gradualmente
paso a incipientes demandas y cuestionamientos propios y ajenos
que de a poco, fueron mermando la suficiencia de sus afirmaciones
y testimonios.

Y si bien su detenido no logró conseguir, a pesar
del esfuerzo de sus abogados, el beneficio de la
excarcelación, él comenzó a cuestionarse
ante las numerosas y firmes pruebas que iba acumulando a favor
del reo, los fundamentos de su propia teoría y la
contundencia de sus argumentos.

La primera declaración que le obligó a
replantearse sus presunciones, fue la que dieron dos amigas de la
occisa, presentes en la fiesta de la casa quinta ese día
viernes que levantaron al posible homicida en la ruta.

Las testigos en cuestión afirmaron que esa misma
madrugada, Mabel les hizo el comentario del turbulento viaje que
había tenido con el loco y ambas, en declaraciones
separadas, coincidieron que la chica les confió en tono
tímido, que se sintió atraída por ese
personaje que habían levantado en el camino, por lo tanto
no era descabellado, según ellas, que su amiga hubiese
pactado con el tipo en cierne una futura cita.

Una de ellas, sin poder recordar con certeza, dijo que
Mabel nombró al joven con el nombre de Mariano o algo
así, versión que no pudo ser acreditada por la otra
amiga.

El asunto se volvía a tirar sobre la mesa como un
jeroglífico a descubrir.

Si era real que Rodríguez Paz no conocía
al tipo del identiquid, como juraba y perjuraba, y resultaba
cierto que lo de la ruta había sido un hecho totalmente
fortuito se comenzaba a preguntar el inspector:

¿Como buscar al sospechoso…?

Esa noche en su casa, después de cenar y pelearse
con Anita, volvió a sentarse frente a su viejo escritorio
con otra botella de su coñac preferido y el cuaderno de
tapas duras a modo de ritual esotérico.

Se preguntó entonces que datos concretos o mas o
menos concretos, había reunido del posible asesino y trato
de enumerarlos de nuevo en una forma prolija:

Muestra de cabellos.

Muestra de semen.

Huellas dactiloscópicas.

Dibujo de rostro.

Posible nombre: Mariano

Edad aproximada: Veinticinco a treinta
años.

Todavía quedaban muchos casilleros sin llenar en
este trunco crucigrama, por ejemplo de donde había salido
ese tipo para estar parado en un cruce de rutas tan poco
transitado y menos a esa hora… y a donde pensaba
ir…cual era su destino, si había uno
concreto… "De la nada no salió", se apuntó y
comenzó a replantearse otra vez el caso.

Recordó que Rodríguez Paz hijo le
había señalado la primera vez que lo había
interrogado, que el tipo había nombrado algo de
Rojas… "Podía ser entonces que el fulano venga de
aquellos lados", se contestó dentro de si y "¿Para
donde iba…?" se repregunto el inspector; "De Ramallo no
era", porque los pibes lo dejaron en ese cruce de rutas pero el
tipo siguió haciendo dedo según ellos, ba,
según él…

Soriano fue volcando en las páginas amarillentas
y vacías del cuaderno, todas las rutas que su pensamiento
trazaba, con respecto a los posibles pasos que habría dado
el fulano después de cometer el cruento
asesinato.

"De lo que estamos seguros", decía en tercera
persona, "es que el tipo estuvo en la ciudad por lo menos tres
días,… así que mañana saco copias del
rostro del atorrante y lo mando a Romerito a recorrer todos los
hoteles y pensiones de la ciudad".

Y anotaba en el cuaderno el nombre de su ayudante y la
gestión que le encomendaría.

"Esto ya está, ahora pensemos…si la
mató el sábado por la noche… después,
¿Cómo salió de la
ciudad…?"

Y escribió tres opciones:

1) Haciendo dedo.

2) En ómnibus.

3) En automóvil o moto.

Esta última era para Soriano la menos probable y
si bien no la descartó por completo la dejó como
opción final para conjeturar.

"Según el dueño del bar, el pibe llegaba
de a pie y así se iba".

Manifestó en voz alta como justificando la
decisión.

Fugarse haciendo dedo le pareció una posibilidad
valedera, mas a esa altura del proceso, donde los indicios
marcaban que aparentemente el fulano habría conocido de
esta forma a su víctima.

"Si el guacho se fue haciendo dedo me
recagó…" exclamó alto en forma de queja y
dejó por un momento la lapicera que jugaba entre sus dedos
para beber un generoso sorbo de la copa apoyada prolija, en una
esquina del escaño mientras se argumentaba a si
mismo:

"Pero una cosa es hacer dedo porque te sobra el tiempo y
te falta la guita y otra muy distinta es, si asesinaste a una
inocente y te urge escapar.

Este se fue en micro…

Mañana temprano le pido al pibe Acosta,
no… mejor lo mando a Romero que esta al pedo, a que me
traiga de la Terminal de ómnibus un detalle de los micros
que salen los domingos, los horarios, destinos y paradas y si es
posible nombre de los chóferes que estuvieron esa noche de
turno".

Y volvió a anotar en el cuaderno, debajo del
nombre de Romero que ya tenía asignada la tarea de
recorrer los hoteles

Mandarlo también a la Terminal de
micros.

"Que se lleve una copia y pregunte si alguno lo
vio…"

Y a Acosta lo mando para el lado de Junín,
también con un par de copias de la cara del malandra este
y hable con los jefes de servicio de calle para ver que pueden
aportar.

Después se levantó de su cómodo
sillón francés, terminó el contenido de la
copa y mirando su reloj se marchó a la cama, no era tan
tarde y por ahí se animaba a despertar a su
mujer.

CAPITULO XVI

(Un
triángulo amoroso es siempre escaleno)
Haykus

Lujan 20 de septiembre de 1983.

Pero volviendo a mi historia Lujanense, debo confesar
que en aquellos momentos todo mi ser pedía respirar otro
aire, el reclamo era urgente, cuerpo y alma lo exigían a
gritos en mis profundos silencios, así que decidí
pedirle unas merecidas vacaciones a don Rogelio.

Debía mentirle, inventar una historia
falsa…tan falsa como mi presente vida o no… en
realidad entendía que a Rogelio le ocultaba más que
mentirle. No lo sé bien, poco me importaba también.
No tenía bien claro dentro de mí, de que cosas era
culpable, de que otras cosas no, hasta donde llegaba mi
culpabilidad, donde empezaba a ser victima y donde
victimario… muchas dudas sobre mis días. Por dar un
ejemplo, en torno al tema Mabel, ríspido, por definirlo
livianamente, dentro de mis presiones, en verdad no me
percibía como el culpable de un aberrante hecho. No es que
me negaba a sentir culpa, lo que realmente acontecía
dentro de mí, en mi corazón, en mi razón y
en mis entrañas, era no apreciarme condenado por aquel
desafortunado incidente.

Ahora debía mentir o mejor dicho seguir con mi
mentira.

El que decía ser mi patrón se puso parco
al principio cuando le solicite unos días para visitar a
"un hermano" que vivía en Florencio Varela y que
según mis argucias había tenido un accidente serio
en su trabajo, me contesto que era difícil por la
estación del año en que nos encontrábamos,
que los plantines, que la poda, que se yo… después
de mucho mendigar por espacio de dos o tres días
accedió a mi señuelo y me permitió faltar la
semana siguiente a esa para que pueda ir a ver a ese supuesto
hermano mío que estaba herido.

A Celia en cambio, tuve que mentirle por partida doble.
Y no fue nada fácil.

En principio como corresponde a una buena mentira,
unifiqué criterios y aduje con preocupación y
sentimiento el supuesto accidente de mi hipotético
consanguíneo.

Pero mis esfuerzos testimoniales no fueron suficientes
ante su capricho de amante. Ella quería
acompañarme.

Si bien la primera vez que manifestó su antojo de
seguirme no le presté mucha atención, cuando su
idea se volvió una moneda repetida busque un ardid para
poder persuadirla.

Mi intención era viajar un lunes por la
mañana, pero ella, el sábado anterior a mi partida
se apareció temprano por la chacra, cerca de las nueve. No
la esperaba, en verdad me sorprendió, no tanto por la hora
de su visita, porque cada tanto se llegaba esos días
sábados a la mañana aprovechando que Rogelio
viajaba a San Pedro a buscar frutales, sino, porque yo
sabía que aquel día él estaba en Lujan
atendiendo el negocio.

Había ido a ver para decirme que tenía
pensado comentarle a su marido que en esos mismos días en
que yo viajaría a Varela, ella se iría a visitar a
su comadre que se hallaba en la ciudad de Cañuelas, cerca
de Lujan por la ruta 7.

Todo un despropósito.

Quise persuadirla de mil maneras que esa no era una
buena idea, pero estaba empecinada y de nada servía que
tratase de convencerla. Le hablaba tratando de que entienda que
Rogelio iba a sospechar mas de lo que ya lo estaba haciendo, pero
parca como una mula, repetía que a él no le iba a
molestar en lo mas mínimo porque aprovecharía su
ausencia para salir de juerga con sus amigotes.

Discutíamos, ante su tozudez nos gritamos y
confieso que poco falto para que le pegue un buen cachetazo, pero
me contuve y en honor a la verdad no fue por respeto o
piedad… fue por Mabel.

La amenacé entonces con no verla más y me
contestó que si eso hacía le confesaría al
cornudo, así lo catalogó la muy turra, que yo
varias veces intente propasarme con ella y le obligaría a
echarme de la chacra, no creí mucho en esa historia pero
tampoco me animé a continuar con mi chantaje.

Me di cuenta entonces que Celia cumpliría con su
propósito de engañar al fulano
argumentándole que saludaría a su comadre en
Cañuelas, así que trague saliva, respire hondo,
puse el agua para el mate y trate de calmarme para buscar un
principio de componenda a ese martirio aportado por mi
amante.

En principio pensé en deshacer mi viaje o
simplemente retrasarlo unos días, aduciéndole a
él, que a mi hermano en esa semana lo cuidaría
algún otro pariente y de esa manera ganar tiempo para
improvisar alguna otra quimera que convenciera a la desquiciada
embaucadora.

Pero esta idea de atrasar mi salida, no le
afectaría en nada a ella, solo me perjudicaba a mí.
Podía también dejar pasar un tiempo mas considerado
y un día cualquiera hablar con Rogelio y hacer una partida
furtiva sin que se enterase, pero era un plan riesgoso, porque en
realidad yo creía que ella si era capaz de confesarle a su
marido mis supuestas malas intenciones. Entre mate y mate, ya sin
gritos, se me ocurrió cambiar la táctica de la
pelea.

La invité a la pieza.

Tirados en la cama, después de amarnos, me
volvió a pedir que la dejase ir conmigo yo esta vez no me
negué y ella sonrió gratificada.

Busque ese momento de armonía para discurrir mi
segunda y gran simulación que, para mi suerte,
calmó sus berrinches y apaciguó su espíritu
al punto que al rato su cuerpo sudaba de nuevo junto al
mío.

No fue tan difícil seducirla, solo le dije lo que
ella quería escuchar y ya se sabe, no existe mejor campo
para que crezca con firmeza un engaño, que aquel abonado
por la inocencia de un alma enamorada.

A sus oídos los hechicé
prometiéndole senderos rosas y música de violines,
a su cuerpo lo sacudí prometiéndole eternas noches
de amor y lujuria y a su herido corazón le ofrecí
acompañarlo por el resto de mis días, todo junto y
por el mismo precio, una oferta especial y limitada, simple, pero
eficaz.

Mirando fijo el cielorraso como quien admira asombrado
un paradisíaco lugar o una maravillosa ruina
jesuítica, le susurre a su oído:

-Celia, ¿Sabes una cosa…? Aunque estas
medio pirada te quiero…-

Hice una pausa y ella me beso profundo en la
boca.

Riéndome le dije:

– Te puedo preguntar una locura…-

– A ver, que quieres saber… si me vas a preguntar
si me voy a quedar acá, en este pueblo de mierda mientras
vos te vas… ya te contesto que no…- y se hecho a
reír mientras jugaba en mi cuerpo con sus tersas
manos.

– No, no era esa la cuestión… que
dirías vos si yo te dijiese que me gustaría vivir
con vos…-

Celia aunque quiso disimularlo se puso seria, su rostro
se ilumino de una manera tibia y dibujo una sonrisa que yo nunca
antes le había conocido-

– ¿Me hablas en serio…?-

– No voy a decir algo así si no es verdad…
ya se que es imposible que se concrete, pero si
pudieras…lo pensarías…- acote
entonces.

Ella me abrazo y su cuerpo desnudo cubrió el
mío, me beso una y otra vez y confesó:

-Si, claro que si… pero vos lo pensás en
serio o es solo una más de esas fantasías que
genera tu loca cabecita –

-En realidad es una fantasía que me
gustaría que fuese realidad-

Ella se sentó al borde de la cama, dándome
la espalda y un delicioso rumor brotó de sus carnosos
labios:

-Pedímelo, pedímelo por
favor…-

Intenté reírme, pero ella, como un cisne
giro su rostro, más reluciente y bello que nunca y me
interpeló mirándome fríamente:

-¿Y vos… te animarías a vivir
conmigo?-

Celia estaba hablando en serio por primera vez desde que
la conocí y esta actitud confieso que también me
confundió a mí por primera vez… estaba muy
seguro de cual sería mi respuesta ante su pregunta, era un
SI tan grande como mi desconcierto, pero esta declaración
en si misma gestaba un discernimiento aterrante y perturbador
dentro de mi ser. ¿Mi razón contestaba con un
rotundo SI para seguir construyendo mi primer fraude y conseguir
un placentero viaje a la Plata? o ¿Manifestaba que SI a
una fantasía generada en mi conciencia?

– Si- fue mi escueta revelación.

-Te estoy preguntando en serio…- repitió
ella.

La bese en su boca húmeda una y otra vez mientras
susurraba en sus oídos mis lamentos más
cálidos y abatidos.

-Y yo te contesto en serio, si pudiera no lo
pensaría un segundo-

-Te quiero Marcelo, me gustas y no digas que no podemos,
sí podemos, todo es cuestión de querer y yo
quiero…amor-

Nos besamos y nos acariciamos un rato largo hasta que
alguno de los dos reflexionó:

-Y, cuando lo hacemos…- los dos bromeamos
entonces.

Esa pieza era un mundo pero afuera los humanos
seguían discutiendo el tiempo.

Celia volvió a encararme sobre porque no
podíamos plasmar el sueño. Para ella no
existían razones para no intentarlo.

Ante lo cual alegué que me parecía
improbable pues yo no tenía un salario digno que me
permitiese mantenerla y menos lo tendría cuando su marido
me echara de esa chacra.

"El amor a veces no alcanza" le señalé
pero la mujer contumaz como fanático replicó al son
de sus ademanes:

-Ahora no se puede, hoy no se puede, si es cierto, tal
vez sea así esta realidad, pero no será la misma
mañana, ni siquiera será parecida esta tarde,
porque a partir de este preciso instante nosotros solo debemos
concentrarnos en como hacemos para irnos a vivir juntos, esa
tiene que ser nuestra única meta, nuestro único
objetivo, el axioma de nuestras vidas, nuestro evangelio…
todos nuestros esfuerzos tendrán que apuntar para lograr
esta meta. Amor… Júrame que así será,
que en tu meditación la primacía será
concretar este deseo de ir a vivir juntos, no sé ni me
importa si compramos o alquilamos una casa, no sé si
será en Luján o en cualquier parte a donde me
lleves, lo único sé, es que quiero estar cerca de
ti siempre – Y se hecho a llorar.

No dije más, solo la abrace fuerte contra
mí.

Ese sábado Celia volvió a la tardecita, a
eso de las seis o siete cuando el sol escondía sus
últimos rayos.

Descubrí con su llegada una beldad recatada,
emblemática de templanza plena que vagabundeo su rictus
por mi espacio.

No gastamos casi palabras por el tema que
logro emocionarnos horas antes, una o dos acotaciones, sellaron
de manera tangencial, el pacto de la mañana.

Trajo una torta de chocolate para merendar
y un pantalón de gabardina verde oscuro que me
había comprado en el centro de la ciudad.

-No te puedo ver siempre con ese
pantalón vaquero gastado- dijo al entregarme la bolsa de
regalo.

Fue una agradable cita, antes de desnudarse
en mi pieza me sorprendió preguntándome:

-Cuando te vas a Varela-

-Pensaba este lunes- le contesté sin
mirarla y en tono pasible.

Un silencio atroz cruzó la sala
templada y deshizo preciadas intenciones. Ante mi elipsis
concebida en la consternación reinante, ella
resurgió montada en sus huestes pulcras:

-Que pensaste hacer conmigo…
¿Me llevas, me quedo…? ¿Querés que yo
viaje el miércoles o jueves para allá y nos venimos
juntos…? No se, pensé que por ahí
podíamos buscar una casa cerca de lo de tu hermano, ya
sé que es pronto…pero consultar por lo menos en las
inmobiliarias nos servirá para ir sabiendo algunos
precios… cuanto dinero es necesario juntar, algo… y
de paso me podes presentar a tu familia… Antes que digas
algo te advierto que no vine a discutir…son solo algunas
de las cosas que estuve pensando cuando me fui de
acá…pero no para pelear con vos amor…solo
para que la conversemos… ¿Esta
bien…?-

-Si…- dije acomodando ideas y
discursos inservibles que poco servirían para acotar ese
avance magno de mi amante.

-Si que…- asombrada replicó
por mi nula resistencia

-Si… que no…-

-Nene… si o no, sé mas
explícito…estas nervioso o que….- Y desnuda,
parada al lado de la cama se sonrió como imagino que lo
haría una diosa griega frente al tálamo de
Zeus.

-Es que no se… a ver. Yo creo que lo
mejor es que te quedes acá en Luján. Y no es que no
quiero que me acompañes, me encantaría pasar esos
días con vos, imagínate, los dos solos… por
primera vez solos… fuera del alcance de toda esta chusma
carcelera, lejos de la vista de tu pegajoso marido, solos…
casi ausentes… sin horarios, ni claves o códigos
para amarnos…-

-Pero Marcelo, ya no pido viajar
contigo… lo entiendo, ahora no nos es conveniente, pero
permíteme que lo haga el miércoles o jueves y
así compartir uno o dos días con vos
allá…No te podes oponer a eso… porque lo
haces…-

-Puede sospechar, no es adecuado como bien
señalas… es por eso… aguantemos un tiempo, yo te
prometo que estando en Varela voy a interiorizarme sobre los
precios de alquileres, te lo prometo…-

-Pero estás equivocado, es una
mentira esto de que no nos conviene… Yo cuando te marches
de igual manera me voy a ir a lo de mi comadre, no quiero dormir
con él pensando en vos… Es más, si queres le
pido a él que me lleve de mi comadre y de ahí yo
viajo a lo de tu hermano… Así que irme me puedo ir,
hoy mismo si quisiera…-

Mis argumentos zozobraban por varios
flancos, no podía recuperarme de sus atinadas
apreciaciones y busque el roce verbal para embarrar el
diálogo. Pero ni así pude frenarla.

Hice otra pausa, ella desnuda, abrazada a
mi cuerpo, escuchaba atenta, con sus labios semiabiertos en
deliciosa forma acorazonada. Me tentó besarla, pero me
contuve para continuar mi confesión:

– Amor, te quiero… y prometo
aprovechar estos días allá para buscar una linda
casa y así empezar nuestras vidas juntos. Por eso no
quiero que me acompañes… no seas ansiosa, si te
venís conmigo, Rogelio va a sospechar y no quiero
perderte…hagamos las cosas despacio y seguras, no dejemos
alguna puerta entreabierta por donde se escape nuestro
destino…-

La frase a mí razón le
pareció sólida y suficiente pero no fue tan
así para la angelical infiel que en ningún momento
del alegato se sintió persuadida.

-Si no quieres llevarme, esta
bien…me la aguanto, si no quieres que viaje para verte,
mmm no está muy bien…pero me la aguanto…pero
no me pidas que me quede en Luján…eso no va a
ocurrir y acá no tranzo-

Era un avance importante en mi
alicaída estrategia, pues entonces no busque discutir en
nada sus últimas afirmaciones dejando que el tiempo diluya
apotegmas desmedidos.

Nos amamos con más amor que
pasión. Y nos confesamos amores nuevos.

Sus fantasías a partir de aquella
noche, se instalaron en su proyectada vida de lleno en el sur del
conurbano. Si hasta se animó a sugerirme antes de irse que
buscara una casa con buen lote pues quería tener un lindo
parque.

-Si está un poco alejada del centro
de la ciudad no importa…total vamos a tener auto-
remató en una conversación el día antes de
mi partida convencida de que al viejo le iba a sacar una tajada
de todos los bienes.

"Vos no te vas a separar, te vas a escapar
de tu casa, vas a hacer abandono de hogar…no creo que te
corresponda nada…" le comenté para que no empezara
desde ese mismo momento a reprocharle a su esposo.

-Eso lo vamos a ver…a mi me
corresponde la mitad y la chata me la llevo el primer día,
es mas, nos vamos a ir los dos… si es mía,
está a mi nombre, él me la regaló!-
Exclamaba cual gigante exorbitado mientras invadía la casa
haciendo ademanes con ambos brazos extendidos cual sendas armas
mortales.

-Claro…nos vamos en la camioneta y
el tipo pide la captura tuya y la del auto… no hagas
despelote de entrada. Y si crees que yo voy a salir de este
pueblo con vos, estás loca, esto no es una
película…Yo renuncio al trabajo y desaparezco, vos
te tomas un mes por lo menos y luego te vas-

-Que decís captura,
¡exagerado! Para que sepas, yo no soy de su propiedad y
otra vez te recuerdo que ese automóvil es mío,
así que esto no lo discuto ni con vos ni con
él… y ¿Como es eso que no nos vamos
juntos…?-

-Está bien…ya me vas a dar la
razón. ¿Y para que nos vamos a ir juntos…?
¿Para que en el pueblo se arme una revolución de
brujas y todas le apunten a tu marido cuadra por cuadra…?
¡Allá va el carnudo!-

-¿Y qué hay con eso? Crees
que la chusma no lo comenta hoy… Seguro que sí,
aunque nadie vio ni sabe nada se murmura igual, acá es
así, todos nos conocemos, todos nos cruzamos en la calle y
nos saludamos y todos también nos espiamos por las
persianas entreabiertas, es una practica común, universal,
si te interesa saber algo de tu hogar pregúntaselo a tu
vecino, funciona así, en la comarca curiosear y cuchichear
es ya un deporte diría, así que por eso no te
preocupes amorcito, me vaya junto a ti o un mes después,
no cambia para nada la historia…yo seré una
prostituta y el un cornudo por los tiempos de los
tiempos-

-Pobre tipo, lo van a
despellejar.

-Bueno, no es para tanto.
¿Qué? ¿Nadie se separa…? Y por
mí, que digan y piensen lo que quieran, total…
dentro de un mes, con suerte, no voy a ver mas a esta gente
hipócrita-

Y en eso tenía razón…
pues existe un déspota sobre la faz de este planeta, el
más poderoso de todos los conocidos por el cual los
mortales renuncian a sus bienes, a su paz y también a su
bienestar y ese es ni más ni menos que la opinión
popular:

¿Qué dirá la
gente?

¿Qué dirá la
gente…? pregunte como un triste tonto… pero
¿Como no hacerlo? si parece que los hombres en un pacto
universal han quebrantado la capacidad de vivir su propia vida,
de obedecer a los mandatos de su voz interior. Todos parecen
hipnotizados y sus reacciones suelen estar casi siempre en una
relación acorralada por el medio que los rodea.

Cuando exploré el deseo de alejarme
de Luján mi espíritu no tenía muy en claro
si volvería a Lujan…

Si bien me encontraba cómodo en el
lugar, tranquilo con mi trabajo y por sobre todo con esa vida de
lobo estepario, también era conciente que mi
relación con Celia, tan fogosa como audaz, se estaba
convirtiendo en un potencial problema y toda esa pasión
clandestina que me consagraba ella en cada encuentro amoroso, me
la expropiaba en cada uno de sus caprichos y pretensiones
desmedidas.

Mas, cuando mi falacia engendró una
situación no pensada en mi albedrío y las
transparencias mas animosas y atrevidas de su ímpetu
sellaron un amor mágico, mi acorde epicúreo
exteriorizó su herida mas profunda.

Me descubrí en la víspera de
mi ida pensando en ella y en su sueño… que por un
instante se confundió con el mío. Tan así
fue la anarquía reinante en mi razón que antes de
partir, en la plataforma del colectivo, le prometí
llamarla y arreglar para que viajase en el transcurso de la
semana y así buscar juntos un alquiler.

Tome este argumento como la
continuación de mi embuste y lo absorbí como una
típica argumentación sensorial, pero una alarma de
inmediato se tildó dentro mío cuando arroje la
peroración en ciernes.

CARTA A MABY (2)

Ruta 6, rumbo a la ciudad de La Plata, 24 de septiembre
de 1983.

(Viajando en el colectivo número 2 de la empresa
Rojas- hora 09.43 asiento 16 por ventanilla- acompañante
una señora gorda dormida desde siempre).

No quiero disculparme contigo, pero siento que te debo
una explicación por lo que paso y es indudable que debo
buscarla desde mis entrañas, manteniendo mi raciocinio
expectante y mi corazón abierto.

Estoy convencido que el motivo de la existencia de una
persona tiene como fin único, universal y natural, el de
dejar una descendencia. No hay otro. Esa es la tarea
genérica del hombre.

Pero todos nosotros, los humanos, llevamos adosados a
nuestra historia el ser un animal social, que se auto impone, en
su matiz de individuo pensante, una vida encadenada a sus
principios y temores primarios.

Olvidando nuestro destino colectivo, que nos iguala de
manera potencial a todos. El hombre en sociedad solo se enfrasca
en su delirio de ser superior, generando una escala de valores
acorde a sus circunstancias y caracteres. Poco te
conocí… no me lo permitiste…pero creo que
también Tú, eras así.

La vida de una persona entonces toma otro sentido, puede
alegarse que es el de sobresalir, en esa puja de valores y
desasosiegos que es la supervivencia misma, esa que conocemos y
consumimos todos los días y enfrascados dentro de este
mundo palpable forjado desde el origen mismo de la raza humana,
solo buscamos zanjar con nuestras virtudes y defectos, la mayor
encrucijada que nos interpone esa maraña impaciente e
impersonal que valorizamos como sociedad, e intentamos descollar
de su común creyendo que ello nos entregará una
complaciente recompensa terrenal o celestial.

Que paso entonces con aquella misión primaria,
cósmica y natural, supongo que no la reconocemos en su
integridad porque es equivalente al total de la especie, y el
humano se define esencialmente como un animal
competitivo.

Por que premio compite sería la pregunta cuasi
obligada, e imagino que son muy pocos son los que interpelaron,
con la seriedad que requiere el interrogante, dicha
cuestión. Solo compite, el premio a su esfuerzo es poder
prevalecer y distinguirse por sobre la vida normal impuesta por
el común de la gente.

Sobresalir, esa parece ser la
cuestión.

¿Y eso esta mal…preguntamos los
imbéciles…? ¿Vos alguna vez te lo
planteaste…? Pudiste hacerlo o tus padres como los
míos te indujeron de manera innata a respetar los seudo
valores tendientes a forjar un futuro digno en este mundo. Por
que la idea es esa, formarnos desde niños pretendiendo
imperar la trascendencia de determinadas reglas morales y
éticas y confundirlas muchas veces entre corrientes
filosóficas y religiones por sobre la regla mayor que
sería la de engendrar descendencia.

Así crecemos… instauramos a nuestra
semejanza y conveniencia códigos políticos que nos
rigen para poder escalar posiciones sociales, sea buscando a
veces un buen trabajo u otras conocimientos que, a mediado
tiempo, nos resulten económicamente
beneficiosos.

Miento si digo que la mayoría de nosotros no se
entrega al estudio de una carrera universitaria para ser un
erudito o doctor en la materia y de algún sitio
magnánimo, convertirse en un Ser solidario a través
de esos conocimientos… supongo que no. Normalmente, se
estudia para poderse afianzarse en una vida económica y
por esa vía intentar construir una posición social
importante, que lo distinga a uno por sobre los demás
mortales.

¿Vos eras diferente…? No lo creo, de lo
contrario no hubieses aguantado la compañía de un
loco suelto como él… tal vez lo hacías por
su dinero, por su posición social… ¿Por que
era Mabel…?

Sigamos con mi pensamiento, digo entonces que toda esa
falacia argumentada y absorbida por nuestra entelequia,
desequilibra de modo temporal nuestras emociones innatas,
profundizando nuestras contradicciones primarias hasta
adormecerlas en nuestro espíritu.

La confusión generalizada y asumida e incorporada
como forma habitual de interpretación filosófica y
política de vida, nos envuelve en un vado conciliatorio de
interpretaciones mundanas que nos alejan cada vez más de
nuestra función originaria.

Pero estoy convencido que la empresa de la humanidad
consiste en edificar un santuario del conocimiento del alma y su
ciencia. Tal dogmatismo comprende al hombre y su medio. Y en este
proyecto revelador, eternamente inconcluso, todos los nacidos
contribuimos con un granito a la cimentación y una vez
cumplido con la empresa, uno desaparece, muere. Como vos…y
como alguna vez moriré yo.

La eternidad nos precede, la eternidad nos persigue
entre dos infinitos, ¿Que es un mortal, para que el siglo
lo tenga en cuenta? Reflexionó Proudhon y yo me lo
repregunto ahora que miro por la ventanilla como las vacas
impasibles rumian el pasto.

Hoy sé de mi condición de mortal, hoy en
definitiva, puedo despojarme de toda sed material que eclipse mi
cielo.

Tengo una deuda terrenal y de género con
ella.

Yo te trunque esa misión cósmica
Mabel… y mi hijo, testimonio por el cual el paso por este
mundo se justifica, pierde valor ante tu muerte. Ese sí es
mi pecado, y en el no hay virgen que me consuele.

Todos los mortales afirmamos o admitimos que existe un
ser superior, un Dios.

Aseguro ahora que esta idea de un Dios ha sido para la
humanidad el hecho más primitivo de la razón del
hombre, todos desde tiempos remotos fomentamos esa imagen nefasta
para poder entender la propia existencia. Es necesaria para
nuestra salud mental.

En que Dios creías vos Mabel…

La sensación de divinidad nace en nuestra
razón de manera innata y es unánime en el
género humano, pero seamos conciente, todavía no
esta resuelta en la gnosis del hombre su autenticidad y cada
progreso en la omnisciencia del hombre, nos aleja de esa
presencia Divina.

Todos nosotros creamos un Dios a nuestra medida y
necesidad y luego nos lo usurpamos y lo hacemos nuestro
patrimonio. ¿Que dios creaste tu Mabel?

Términos como creador, alma, religión son
motivos invariables y permanentes de nuestras inagotables
cavilaciones y de nuestras funestas equivocaciones y
contrariedades, cuyos desenlaces siempre, quedan truncos de
manera inevitable.

Pero no es por esta desilusión insalvable de la
razón, de mi destino, que tuve que ser el brazo ejecutor
de tus sueños.

Yo tuve que matarte por otra razón.

Más allá de sus contradicciones, sus
desencantos y sus catástrofes, uno como representante del
mismísimo género humano progresa de continuo hacia
la verdad y esta triunfa, de forma incesante, violenta,
así como lo hace la luz sobre las tinieblas.

Yo soy hombre y me equivoco… porque todo hombre
se equivoca y esto pasa por que uno aprende…

El hombre no se equivoca por que se
equivoca…siempre aprende, como yo con tu
mentira.

Leí alguna vez que los teólogos confirman
que toda justicia viene de Dios, del ser Supremo…
¿Y si es verdad eso…?

¿Que hay de mí… de mis
sueños negros de fantasmas con ojos abiertos…?
¿Porque me escondo…? ¿De quien huyo?
¿Quien me quiere condenar…?.

Enarbolo la verdad del sol… que es como decir la
verdad primera… si la justicia desciende del cielo e
irradia a todo humano con su albor y es ella la que me diferencia
de las animales y me hace heredero de Dios, entonces…
¿ Por que me escapo?.

De chico mi madre me recitaba:

"Haz siempre a los demás lo que deseas para ti, y
no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a
ti."

Madre, eso era y es una triste mentira, mi deber no es
mi derecho si no se cuales son mis derechos… tengo siempre
derechos y obligaciones, pero puedo discernir mas allá de
las reglas preestablecidas, aun temiendo sus
represalias…

Tu madre ¿Que te enseño a vos
Mabel…?

Le explico a mi razón, que mire a la justicia
como el cimiento sólido en que se basan nuestras
sociedades, pues es ella, quien enhebra las variopintas clavijas
de la política y las heterogéneas composturas
humanas y mas aún, pues no existe lógica o
reflexión que no este guiada por su evocación, ya
sea su raíz de índole moral, ético o
religioso, pero las leyes que la rigen son obra de los humanos,
de esos mismos que se equivocan para aprender… entonces la
ley no deja de ser en todos los acontecimientos, mas que una
proclama y una aplicación de lo ecuánime y
equitativo que los hombres pueden hallarse, con relación a
sus intereses.

A esa ley no le valoro ni respeto.

Mabel la única deuda que mantengo contigo es
haberte coartado tu insuperable y único cometido en el
paso por este mundo. Y no tengo otra condena que el recuerdo de
tu historia que fue también la mía.

Marcelo Paús, camino a la Plata-
24-09-83

CAPITULO XVII

(Diagonales,
tilos, amigos, plazas… sin duda, La Plata)
Haykus

La Plata, 24 de septiembre de 1983.

Esa semana de descanso, mis pasiones mundanas intentaron
aprovecharla para visitar algunos de mis amigos de La Plata pero,
a pesar de lo empinado de las emociones, no logré alcanzar
ni complacer ese minúsculo anhelo fútil,
púes si bien conseguí saludar a casi todos mis
afectos, con algunos de ellos no disfruté como se
debía un verdadero reencuentro.

Confieso en esas horas de llegada, que mi esperaza
fortalecía la intención de que mi paseo se
convirtiera en una estadía permanente.

Mi ajetreada humanidad no estaba muy convencida con
querer volver a Lujan. A pesar de Celia. Si en cambio
jugué con la posibilidad de llamarla más
adelante.

Por un lado quería intentar retomar mi proceder
anterior, entendiendo y sopesando que mi crónica ya nunca
sería la misma desde que mi eje terrenal se había
desplazado hacia un lugar intenso y forastero para mi
raciocinio.

Mi alma encandecida, de regreso del mismísimo
infierno, estaba dispuesta a calmar por toda la eternidad mi sed
de sueños alegóricos y mi destino universal se
desgranaba en una lluvia tórrida de salvajes pelambres
dentro de mi gnosis.

¿Se puede añorar un horizonte con esta
mochila de desencantos y alteraciones…?

Era mi cuestionario inconcluso y maligno, que
carcomía uno a uno mis sentimientos más insondables
y agudos, hasta hastiar mi propia carne insegura, que
envolvía mis gritos de ahogo dentro de un cuerpo magro y
le convidaba al ángel de la conciencia a anhelar su propia
muerte.

Buscaba no recapacitar ni especular con mis albores, a
mis pasos los guiaba el viento y no mi razón, así
que no intenté desviar su rumbo.

Baje en la parada de plaza Paso en vez de continuar
hasta la Terminal de la calle cuatro para ir directo hasta la
casa de Martín, que vivía sobre la avenida trece a
pocas cuadras de allí. Pensaba pedirle a este compinche
del banco, que me permita quedar en su casa esos días de
estadía en la ciudad. Podría haberles hecho ese
mismo pedido a Rolando o a Pedro, que eran viejos amigos del
barrio, pero recapacité que por esa misma condición
y acercamiento, sus inevitables interrogatorios serían
más agudos.

Me lleve una sorpresa, la primera de esa semana, apenas
toque el timbre en el departamento de Martín.

El tipo cuando me vio parado en el portal de su casa se
empezó a sonreír y aludía desde esos diez
metros que me separaban de él:

"Sabía que ibas a caer por acá… lo
sabía" y agitaba sus brazos saludándome a la
distancia. Me dio un largo abrazo y dijo:

-Lamento lo de ustedes…. es un
bajón…Yo sé como te debes sentir-

Lo mire entonces asombrado pues nunca esperé de
él ese recibimiento, obvio que me impacto de sobremanera y
seguro que así debí trasmitírselo a mi
rostro porque él me aconsejó de
inmediato:

"No finjas que no pasó nada porque acá ya
sabemos todo de ustedes, tu mujer…o mejor dicho tu ex, ya
se encargo de divulgarlo entre todos tus
conocidos…"

Recuerdo que, sin cambiar mi gesto de
resignación, pregunte angustiado por la posible
respuesta:

-Y que dijo…-

-Que dijo…. repitió mi frase Martín
con sorna, debías preguntar que no dijo… De vos
comentó de todo… Imagínate lo peor que se
pueda decir…bueno, eso que imaginaste y un poco
más. Entra hombre, pasa que tomamos algo y te
cuento

Ingresaba a su casa arrastrando mi alma atontada,
mientras intentaba repasar en mi conciencia su último
dicho y me contestaba en silencio:

"él asegura que ella expuso lo peor de
mí…pero estoy seguro, lo que escupió la ira
de Estela nunca será mayor que mi cruel
realidad".

Nos acomodamos rápido en su confortable sala y
con un par de cervezas encima recibí ese cúmulo de
apostillas ilustrativas que mi amigo se empeñaba en
resaltar con cierto énfasis, como si ellas mismas
resumieran el control de mi karma y sus alteraciones recientes,
como lo que eran realmente, apenas unos simples chismes de una
mujer despechada.

En el arranque de su relato, encrespados mis nervios en
un halo de intranquilidades y desasosiegos, confieso que anule
mis emociones y mi ira amenazo en más de una
ocasión en difamar a mi otrora señora y amante con
la más cruel y terrorífica mentira, pero por suerte
no lo hice.

Por último terminamos los dos riéndonos de
nuestros destinos, él también jugaba en el tedioso
equipo de divorciados puesto que se había liberado de su
esposa hacía menos de un año, pero a diferencia de
mí, no tenía descendencia alguna.

En medio de la conversación me anime a pedirle
asilo en su hogar y mi ex compañero de banco, de buena
gana, me lo brindó. Se levanto del cómodo
almohadón en que estaba sentado para subir a su pieza y
cuando regresó lo hizo con una llave en su mano y dijo:
"Toma, es tuya".

Le agradecí el gesto y lo invite a cenar.
Después nos fuimos a un cabaret de la calle cuarenta y
tres que en otro tiempo frecuentábamos con bastante
asiduidad.

Los dos días posteriores a mi llegada los
transite saludando a mis conocidos mas cercanos, uno por
uno… y todos, sin excepción me recibían con
las mismas preguntas, algunos me sondeaban apenas
reconocían mi rostro, como lo había hecho
Martín, otros hacían gala de sus cortesía y
aparecían más elegantes sacando el susodicho
tópico transcurridos unos minutos, pero todos, unos y
otros, escarbaban en mi historia con mas sarna que
congoja.

Este bloque de conocidos, que de manera masiva
intuía mis desazones sentimentales, poco y nada
sabían sobre mi vida real con Estela, de nuestros comunes
desencuentros y esos interminables fastidios
filantrópicos, pero en su conjunto especularon congeniar
yerros y contrariedades entre ambos donde nunca
existieron.

El imaginario popular era como normalmente pasa, mas
aventurado que nuestra cruda realidad. Y a nadie le
interesaba.

Al principio intenté esbozar entre ellos alguna
que otra explicación acerca del porque de nuestra
separación sentimental, pero enseguida entendí que
actuaban como una masa ingrata, rebuscando el lastre de
algún chisme barato, alguna vulgaridad oscura… al
mejor estilo de las vecinas gordas de Lujan, pues en el fondo de
toda esta especulación sus preguntas sonaban igual, eran
lo mismo, idénticas, la misma caca.

Ella, mi estrenada ex, según pude constatar por
los dichos de mis allegados, había viajado a la Plata la
semana subsiguiente a que yo le enviase ese giro postal desde
Pergamino. Seguro se llegó a la ciudad buscándome y
se encontró con la realidad que yo le había
adelantado por teléfono la primera vez. Lo raro o no tanto
de todo este asunto, es que Estela nunca me confeso lo este
viaje, pero entiendo ahora su enojo en ese primer encuentro en
tierra Rojense, cuando yo le aseguraba que seguía viviendo
en la Plata… la muy turrita me estaba tirando la lengua
para sacarme alguna mentira verdad…no se puede confiar
nunca en las mujeres.

En su paso rápido por la ciudad, solo se
animó a relatar una interpretación de los sucesos
que si bien era verídica, también era parcial y en
la cual era evidente que mi imagen, que nunca fue buena, quedaba
desmejorada en muy alto grado. Pero tampoco era tan malvada como
ella quería pintarla. No busco justificar el enojo del
momento, pero sus palabras estuvieron encendidas de una falsa
interpretación emergida de su imaginación golpeada.
Poco importa si yo a esa altura la había o no
engañado, ella no tenía indicios porque tal vez ni
yo lo sabía entonces. Pero fue lo primero que su
razón indujo, empeñada en sostener una cobertura
racional a su desdicha. Una cosa si era cierta entre sus
interpretaciones, yo la abandoné pero no por Mabel, yo la
deje para poder buscar un motivo, un fin a mi desabrida
vida.

A nadie le gusta escuchar como la gente alrededor de uno
habla idioteces, es ingrato… Y más tediosa es la
tarea de tener que justificar sus actos ante ellos, como si
fuesen jueces superiores… y esto era lo que me estaba
sucediendo en forma continua, a cada paso que daba. Supongo que
tal vez, por esta aberración que me castigaba, fue que
vagué durante un par de noches entre bares baratos y
prostitutas. O tal vez no, pero así lo creí para
justificarme.

Al tercer o cuarto día de mi estadía,
caminando por la fidedigna calle siete y a pocos metros de la
entrada al viejo Banco Provincia, el mismo donde abandone gran
parte de mis sueños, bucee sobre mi historia vigente, sus
cualidades y defectos y decidí, sin restricciones,
perfeccionar las réplicas inmediatas a mi
providencia.

Necesitaba el oído de alguien para ahuecar mi
conciencia. Así que desde una cabina telefónica
intente conversar con mi ex esposa pero no pude, me
atendió su hermana quien me informo que no se encontraba
en Rojas porque había viajado a Junín a dictar una
clase como profesora suplente. Me comento al pasar que
también Estela buscaba comunicarse conmigo… Y, le
había pedido, si por esas casualidades del destino yo la
llamaba en su ausencia, le dejara un numero de teléfono
para que se pudiera comunicar, le pregunte entonces si a
Sebastián le había pasado algo y negó
cualquier problema del nene y si bien no supo precisarme cual era
la razón de tanta premura, me revelo que Estela
había insistido que la misma era de suma urgencia. Sin
pensarlo mucho le dicté el número de la casa de
Martín.

Desde la misma cabina me comunique, apenas corte esa
llamada a Rojas con Celia. Buscaba todavía ser
escuchado…más mi amante etérea, apenas
escuchó mi voz, lanzó una divagada
enumeración de sermones aludidos todos a mi falta de
consideración y desamor. Tanta queja por no haberla
llamado antes… tuve ganas de confesarle que era mi
intención no llamarla nunca más… pero
disimulé por suerte tal sentimiento.

Mientras atendía en mutismo sus livianos
lamentos, mi razón procesaba disímiles argumentos
para tranquilizarla un poco, solo tuve que aguardar a que haga
una pausa para respirar un poco… y aprovechar el bache
para endulzar su ánimo y no mucho más…
apenas unos minutos con Celia y me encontré reflexionando
para que diablos la había llamado. Así que
inventé otra excusa y le colgué el
auricular.

Pero seguí usando el aparato telefónico,
esta vez el llamado fue al mismísimo Banco que estaba casi
enfrente de mí para invitarlo a mi amigo Martín a
almorzar en la fondita de siempre.

Me atendió la bella Julia, así
apodábamos a la operadora de la mañana casi todos
los hombres de la sucursal, más no era tan bonita pero si
tenía un trasero imponente y a ella el mote le
encantaba…y por eso sacudía su culo de acá para
allá todo el tiempo. Por suerte no reconoció mi
voz.

Esperando a Martincho, tome la determinación de
reunirme con mis críticos conocidos, a los que intentaba
disociar mi verdad augusta, y provocar para su valía de
una vez y para siempre una clarividencia soportable a mis
intereses mundanos. Le pedí como correspondía,
permiso al dueño de casa para tal reunión y, como
no podía ser de otra manera, no me lo negó, al
contrario, le encanto la idea de conocer la cara a esos
hipócritas amigos míos.

Alegres esa noche, acudieron los ocho alegóricos
pantomimos.

Cinco hombres y tres mujeres. Esteban, Florencio,
Armando, Carlos, Julio, Liliana, Silvia y María. Como era
lógico, también estaba Martín y su nueva
amiga Roxana.

Llegaron en dos bandas con apenas cinco minutos de
separación entre unos y otros.

Todos con muy buen ánimo y disfrutando del
acogedor atardecer que septiembre nos regalaba. Destapamos
cervezas a destajo y comimos todas las variedades de pizza que
Salutte nos brindaba.

Esos nuevos desconocidos, que hasta hacia poco tiempo se
atribuían mi amistad, no perdían oportunidad para
recordarme mi nuevo estado civil, en cambio yo,
contándoles a ellos parte de la historia de los
últimos meses, rememoraba que alguna vez había
estado casado.

La mayoría actuó mas distanciada de mi
karma existencial pero todos buscaron algún momento o
silencio para preguntarme siempre sobre el mismo tema, digo ahora
entonces que todos fueron inquisidores, porque mas allá
del espíritu magnánimo al momento de preguntar,
impregnaron sus dudas con verdaderos sondeos
desleales,

O yo lo entendí de esa manera, mi ser lo
absorbió así, lo transpiro así… es
muy probable que haya sido esa noche donde los empecé a
despreciar.

Mi persona no se había reunido con ellos para
seguir dándoles explicaciones, pero parecía que tal
situación no era entendida por ninguna de esas
bestias.

Mi cita con sus almas, solo escudriñaba
simbólicas sendas para reflejar sus bajezas, mi recado
mayor se trasmitía de manera simple, en imaginarles un
cristal donde se vieran reflejadas sus dolorosas interrogativas.
Buscaba de un modo intangible, una señal en sus corazones
que indicara que en verdad sufrían mis
problemas.

Pero tropecé solo con mi espíritu manchado
de ingenuidad.

En un punto monotemático de la tibia madrugada,
tirado sobre el mundo que me rodeaba, me detuve a observarlos en
mutismo, rodeaban mi sombra casi en un círculo perfecto,
sus risas falsas alrededor de mí. Analicé en
gritarles en su cara que ya poco me importaban sus destinos, que
me daba vergüenza haber pertenecido alguna vez a su horda,
me sofocaba en esos momentos haber abrigado sus ideas
frívolas alguna vez, pero no lo hice, ¿Para que?
reflexione… Ninguno me comprendería. Como hacerle
entender a ocho figuritas decorativas, que la vida de una persona
solo comienza cuando uno se decide a vivirla.

-¿Y ahora donde vivís?-

-¿Che, loco, de que estás
trabajando?-

-¿Cómo que renunciaste, sos un boludo,
hubieras pedido el pase o una carpeta
psiquiátrica?-

Las dos o tres mujeres del grupo, a diferencia de la
mayoría de los hombres, buscaron apuntar su indagatoria
volcando sus inquietudes principalmente hacia un terreno de neto
corte sentimental:

-¿Y no pensaste volver con Estela, aunque
más no sea por Sebastián?-

-¿No habrás conocido a otra,
no…?-

-¿La dejaste de querer…Vos la quisiste
alguna vez…?-

-¿Cómo fue la pelea, no me digas que te
encontró con alguna atorranta…?-

Hubo también tipos jodidos, con falsas caras
compungidas, que impunemente te soltaban pesquisas brutales
como:

-¿Pensas que conoció a otro tipo…?-
Y acto seguido, él mismo hijo de puta remataba: -Yo no
creo…-

-La culpa es tuya, la dejabas sola mucho tiempo y ya
sabes la ocasión hace al ladrón…-

El peor fue Julio, un neo nazi jodido que conocía
del secundario y que muchas veces quise mandar a la mierda pero
por una cosa u otra siempre terminé tolerando y perdonando
muchas de sus cagadas.

El tipo, desparramado en un sillón y con un vaso
de whisky barato en su mano, me escupió con aire de
erudito:

– Yo ya me lo imaginaba.-

Los presentes, incluyéndome, hicimos un sacro
silencio, y casi obligado a interrumpir por ser el directo
involucrado reprengunté:

– ¿Y porque te lo imaginabas?- Tratando que mis
gestos no trasmitieran ese sentimiento de odio que nacía
dentro de mi.

– Porque a la larga Estelita se daría cuenta de
lo mal tipo que sos…- y lanzó una cruel carcajada
que algún otro acompañó, yo solo
atiné a levantarle el pulgar.

"Goza ahora cretino, que alguna vez te lo bajaré"
fue mi único pensamiento.

Todo conteste a medias, escondiendo siempre algo, les
dije que estaba viviendo en Ramallo y había conseguido
trabajo como vendedor para una distribuidora importante de
Galletitas y era muy posible que en unos meses más, me
dieran el traslado a la Plata. Que estaba parando por el momento
en un hotel y también por el momento no tenía novia
ni ninguna amiga especial… y claro está , les
comente para su desazón creo, que a Estela la
seguía viendo y teníamos una buena relación
y no mucho más, no valía la pena.

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