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Dos cosmovisiones renacentistas: Rabelais y Moro




Enviado por Ivana ivana



  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Conclusión
  4. Bibliografía

Introducción

Las cosmovisiones tienen que ver con las creencias
básicas acerca de las cosas. Nos orienta en el mundo en
general, nos da un sentido de lo que está arriba y de lo
que está abajo, de lo que es correcto y de lo que es
incorrecto en la confusión de eventos y fenómenos
que nos confrontan . La dualidad en la percepción del
mundo y la vida humana en el Renacimiento viene a consecuencia de
una continuidad de la tendencia medieval hacia el sistema
capitalista económico y social, que según Hauser,
"en lo sucesivo domina toda la vida espiritual y
material",[1] y es donde encuentra
expresión, un proceso general de racionalización.
En esta época, se da una selección de obras de
géneros completamente nuevos, sobre todo, creaciones de la
nueva cultura doméstica de la alta burguesía.
"Gargantúa", que data de 1534, es un ícono
clásico de la narrativa universal que apunta a una
visión diferente del mundo, que su autor Francois
Rabelais, un humanista francés de la alta
burguesía, pone en evidencia a través de la
sátira. La obra ridiculiza aquellos aspectos y
proporciones de las cosas cotidianas, el lenguaje es parte de un
juego y el estilo expone con burlas todo lo que provoca
reacción en su tiempo. Se trata de la vida de un gigante
bondadoso y tonto, dotado de una fuerza y un apetito formidables.
Gargantúa pasa sus días, desde su nacimiento y
hasta su madurez, entre copiosos almuerzos, en ellos nos
enteramos de los pormenores que le suceden al gigante, muchos de
ellos con tinte cómico y un dejo de burla destinado al
gobierno, a la sociedad del momento y a la Iglesia.

La diferencia que fomenta Rabelais, es utilizar la
combinación de lo cotidiano entrelazado con una propuesta
de cosmovisión carnavalesca ambivalente. Bajtin considera
que Rabelais ha influido poderosamente no sólo en los
destinos de la literatura y la lengua literaria francesa, sino
también en la literatura mundial, por estar profundamente
ligado a las fuentes populares que determinaron su sistema de
imágenes de carácter "no oficial" y su
concepción artística
radical.[2]

El tema del Gigante simboliza el ideal humano del
Renacimiento. Es la trasposición física del inmenso
apetito intelectual del hombre renacentista. La rigida y mesurada
solemnidad del arte medieval desaparece y cede el lugar a un
lenguaje formal, alegre, claro y bien articulado.

Rabelais, nos ofrece en la sátira su "modo de
decir", el estudio de estos matices hará accesible la
comprensión de una época en la cual la cultura
cómica popular fue parte también en la literatura,
dentro de una atmósfera de libertad anticlerical,
antiescolástica y ascética. Este trabajo
intentará indagar, en la obra seleccionada, algunos de los
temas que son representados, tales como la vestimenta de la
incipiente y rica burguesía, ora que la moda era un
pasatiempo de las personas acomodadas, pero también la
elegancia y la suntuosidad, fueron el reflejo estético del
Renacimiento, que el autor modifica y profundiza, apelando a lo
grotesco. Otro tema caracterizado en la vida del gigante
Gargantúa y que el autor satiriza magistralmente, es el
referido al estudio de los autores de la antigüedad en
latín y griego, entre otros estudios naturalistas y
humanistas que eran materias fundamentales de la época.
Estas formas de expresión se vuelven contrastantes, si se
lo compara con un texto de género y propuesta tan
diferente como lo es "Utopía", cuyo nombre
original en latín es Libellus . . . De optimo
reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae
(en
español, Libro Del estado ideal de una
república en la nueva isla de Utopía
) es un
libro escrito y publicado en 1516 por Tomás Moro, escritor
humanista inglés.

Es objetivo de esta monografía encontrar en las
cosmovisiones de Francois Rabelais como de Tomás Moro,
aquellos puntos de vista que hacen al hombre renacentista,
surgido de la tensión entre el amplio mundo y el sujeto
que se enfrenta a aquél como unidad desde la cotidianeidad
popular.

Desarrollo

La corriente artística ciudadano-burguesa y
romantico-caballeresca están mezcladas de tal suerte, que
los circulos cortesanos no pueden sustraerse al realismo y
racionalismo practico de la burguesía y participan en el
perfeccionamiento de una visión del mundo y del arte que
tiene su origen en la vida ciudadana[3]La novela
caballeresca difundida por los juglares se convierte en simple
literatura recreativa, sin embargo, la alta burguesía rica
y poderosa se apropia de las representaciones de los ideales
caballerescos de la novela y los motivos de la vida de la corte,
buscando causar una impresión de esplendor, sobre todo con
el lujo del atuendo y la actitud ceremoniosa de los
personajes.[4]

Francois Rabelais, el más radical de los
escritores de su época[5]no es ajeno a todo
este nuevo idealismo floreciente y expone en el capitulo VIII de
su "Gargantúa", algunos pasajes muy minuciosos
referidos a la vestimenta de Gargantúa. Grotescamente
suntuosa, exageradamente ostentosa, cada parte del atuendo del
gigante, está descripta hasta sus minimos detalles y
obligadamente substraída a la idea renacentista, de que
las matemáticas son el cuerpo común del arte y de
la ciencia[6]se sirve de la enumeración
para exagerar y surge para el lector una visualización
extensa del listado que exige la detención en una lectura
fortuita.

"En esa misma edad su padre ordenó que le
hiciesen vestidos con los colores de su librea, que era blanca y
azul. Encargáronse y fueron hechos, cortados y cosidos de
acuerdo con la moda de entonces.

Para su camisa se trajeron novecientas varas de tela de
Chastleraud y doscientas para las mangas, que se encuadraron
sobre las axilas. No se hicieron fruncidas, porque el
fruncimiento de las camisas no se inventó hasta
después que fueron establecidas las
lencerías…Para su jubón se trajeron
ochocientas trece varas de satén blanco. Para la
esclavina, mil quinientas nueve pieles y media de
perro…Pero al ver los bellos bordados de canutillo y las
agradables lazadas de orfebrería guarnecidas de finos
diamantes, finas turquesas, finas esmeraldas, finos rubíes
y finas perlas, la hubieseis comparado con un hermoso cuerno de
la abundancia, como los que veis entre las
antigüedades…Para su sayo se trajeron mil ochocientas
varas de terciopelo azul teñido de grana, bordado
alrededor con bellas viñetas y por en medio con
lentejuelas y abalorios de plata entre franjas de oro con muchas
perlas, con lo que se quería significar que sería
en su tiempo un buen azota-jarros."[7]

La abundancia y la universalidad determinan a su vez el
carácter alegre y festivo (no cotidiano) de las
imágenes referentes a la vida material y
corporal.[8] Es el principio de la fiesta, del
banquete, de la alegría, de la «buena comida»
y por que no, el mismo principio se pronuncia en el nacimiento de
Gargantúa, cuando su padre, vistiendo a su hijo con
colores significativos y joyas, se expresa en alegria, placer y
regocijo. Este rasgo subsiste considerablemente en la literatura
y el arte del Renacimiento y sobre todo en Rabelais.

"Ya os he dicho que los colores de Gargantúa
fueron blancos y azul. Con ellos su padre quiso presentarlo como
una joya celestial, porque lo blanco significaba para
él alegría, placeres, delicias y regocijos, y lo
azul, cosas celestiales."[9]

Hauser afirma que la idea de capitalismo va
modificandose sustancialmente con el avance del siglo XIV, la
influencia de los viajes de descubrimiento de América, han
cambiado los valores objetivamente hacia todos los factores de la
vida económica. Es así que explica que aquel
espíritu aventurero, romántico y pirático de
los adelantados y conquistadores se convierte poco a poco en un
organizador contable, ciudadosamente calculador, circunspecto en
sus negocios. El burgués comienza a regirse por los mismos
criterios financieros que la nobleza, cuando su estilo de vida se
siente económicamente seguro, se relaja la disciplina de
su moral burguesa y cede con satisfacción creciente al
ideal del ocio y de la buena vida.[10] Rabelais
comprende desde su lugar burgués, el magnetismo que ofrece
toda esa riqueza en oro y piedras traidas del nuevo mundo, pero
también conoce, porque lo ha estudiado, el realismo
grotesco de la degradación[11]y la burla,
que en las fiestas de carnaval popular, desde la época de
los bufones medievales, se viene haciendo de ello y lo representa
de la siguiente manera:

"Para sus anillos, pues su padre dispuso
que los llevase para conservar el antiguo signo de nobleza, se le
impuso en el dedo índice de la mano izquierda un diamante,
grueso como un huevo de avestruz, engarzado muy hábilmente
en oro de Seraphis. En el dedo «cirujano», un anillo
de cuatro metales, aleados en la forma más maravillosa,
sin que el acero quitase su brillo al oro,ni la plata al cobre.
Fue construido por el capitán Chappuis y Alcofribas, su
bienhechor. En el dedo cirujano de la diestra se le puso un
anillo en forma espiral, que tenía engarzados un
rubí perfecto, un diamante en punta y una esmeralda de
Physon, de precio inestimable."[12]

Tomás Moro, en contraste a Rabelais, crea su
utopía de un mundo ideal, a partir de relatar, en un
latín elaboradísimo y al gusto de aquella
época, lo inverso de lo que ve en la sociedad que lo
rodea. Las diferencias de clases sociales, la riqueza exagerada
como símbolo de esplendor en la vestimenta, la
individualidad, resultado del espiritu capitalista cada vez mas
despiadado, todo es antagónico y superfluo a la vista del
clérigo. "Utopía" es una isla que surge de una
sociedad bien cuidada en la igualdad, en el cooperativismo, el
colectivismo, las relaciones humanas y familiares fuertemente
respetadas en valores y principios religiosos, la
educación priorizada en todos aquellos que desearan
hacerlo. En tiempos en que el poder espiritual y temporal de la
Iglesia Católica había llegado el máximo,
Tomás Moro escribía así:

"El vestido es igual para todos en toda la Isla, y en
ningún tiempo se han introducido novedades, existiendo
únicamente diferencia en los sexos, ya que las mujeres
visten de una manera y los hombres de otra; y en los estados,
pues no visten igual los casados que los solteros. Ello resulta
agradable a la vista, acomodado al uso, y a propósito para
defenderse del frío y del calor.[…] Cada familia se
hace los vestidos a su gusto, pero para los demás artes y
oficios, tanto varones como hembras, cada uno aprende y se aplica
en el que es de su elección. […] Las mujeres se
ocupan en trabajos menos pesados tales como el labrar la lana y
el lino. Y los hombres en los más duros". […] En
cuanto a los vestidos, ya se ha visto la sencillez con que lo
resuelven, ya que para el trabajo se cubren con pieles curtidas,
que son resistentes y necesitan pocas atenciones, y que les duran
siete años. Cuando salen en público se ponen encima
otra ropa, que siempre es del color natural de la lana, y esto en
toda la Isla."[13]

Para Tomas Moro, la idea de no adoptar el uso de dinero
permite escapar al flagelo del capitalismo, haciendo que todos
sean ricos por el principio de igualdad por valorar las cosas
simples que sirven para trabajar. Los colores como simbolo de
individualidad desaparecen, como así la devoción
por el oro y las joyas, convirtiendo todo aquello nimio,
excesivo, en algo práctico para el trabajo en pos de la
comunidad. Para Hauser, esta forma de expresión de Moro,
radica en que, como sus congéneres humanistas,
reconocía en el arte un eficaz medio de propaganda para
las ideas en que fundamentaba su dominio
intelectual.[14]

"[…]De esta ropa de lana gastan mucho menos que
en otras partes, además de salirles a mucho menor coste.
Con el lino ocurre lo mismo, aunque se gasta y se usa más.
En los lienzos lo que se aprecia es la blancura y en los
paños la limpieza, sin hacer caso de que sea más o
menos fino Y delgado. De aquí procede que si en otras
partes no basta para una sola persona el tener cinco vestidos de
diversos colores, unos de lana y otros de seda, y los más
caprichosos no se conforman ni con diez, los de Utopía,
están muy contentos con uno, que les dura dos años.
No tienen motivo para desear más ropa de la que tienen,
porque con otra no estarían mejor defendidos del
frío o del calor, ni por la finura les parecen más
delicados y distinguidos."[15]

"…Ellos no aprecian el oro más que por su
valor intrínseco […] Con el oro y la plata, hacen
orinales y bacinillas para las necesidades más
inmundas.[…] construyen grillos y cadenas gruesas, para
castigo y prisión de los esclavos, y para castigar los
delitos más infames cuelgan zarcillos en las orejas del
delincuente, y les llenan los dedos de anillos de oro […]
Así, por todos los medios, procuran envilecer e infamar la
estimación del oro y de la plata. […] A los ojos de
aquellos de Utopía que no habían salido nunca de su
país (que eran casi todos, excepto algunos que
habían viajado por otros países por causa justa)
aquella hermosura y esplendor aparatoso les parecía cosa
afrentosa, de manera que a los criados más humildes les
tomaban por los señores y les saludaban con mucha
reverencia, y juzgando que los Embajadores eran esclavos por las
muchas cadenas, sortijas y oro que llevaban, les dejaban pasar
sin hacerles cortesía
alguna."[16]

"En esta época, explica Hauser, surgió
aquella insuperable distancia, fundamental para toda la
evolución posterior, entre una minoría culta y una
mayoría inculta, distancia que no conoció en esta
medida ninguna de las épocas
precedentes"[17]. Se trata de una cultura
deliberadamente reservada a una elite antipopular y empapada de
cultura latina, fundamentalmente las clases adheridas al
movimiento humanistico y neoplatónico. Los humanistas
escriben en latín porque pretenden diferenciarse de las
corrientes culturales populares que se expresan en los diferentes
idiomas nacionales. Se van convirtiendo en una autoridad
indiscutible de toda cuestión iconográfica,
historica, mitológica, y técnica, creando para
sí un monopolio cultural. La victoria del ideal educativo
humanista y la idea del "uomo universale" llevan al culto del
polifacetismo, el sujeto se dedica a un arte o ciencia por
diversión, es un amateur o aficionado.

El polifacético Ravelais, siendo médico,
además de escritor, introdujo en la enseñanza a su
gigante Gargantúa en el estudio naturalista y de los
pensadores clásicos en temas médicos,
matemáticos y astronómicos, es así que en el
capítulo XXIII titulado "Cómo Gargantúa fue
sometido por Ponócrates a una disciplina que le
hacía aprovechar todas las horas del día", se puede
leer lo siguiente:

[…] A los comienzos se leían gratas
historias de antiguas proezas, hasta que llegaba el momento de
beber vino; entonces, sile parecía bien, continuaba la
lectura, y si no, discutían alegremente sobre la virtud,
propiedad, eficacia y naturaleza de todo lo que les iban
sirviendo: el pan, el vino, el agua, la sal, las carnes, los
pescados, las frutas, las verduras, las uvas y las composiciones
de todo ello. Por este medio aprendió en poco tiempo los
pasajes con esto relacionado de Plinio, Ateneo,
Dioscórides, Julio Pólux, Galeno, Porfiro, Oppiano,
Polibio, Heliodoro, Aristóteles, Elian y otros. Luego
hacían traer a la mesa, con frecuencia, para mayor
seguridad, los libros y comprobaban las citas, aún cuando
su memoria retenía perfectamente estas nociones, con tal
precisión, que ningún médico de entonces le
hubiese igualado […] Y no solamente aquello, sino en las
demás ciencias matemáticas, como la
geometría, la astronomía y la música, porque
mientras hacían la digestión de sus comidas,
construían mil alegres instrumentos y figuras
geométricas y a la vez practicaban cánones
astronómicos"[18]

La exageración que caracteriza la escritura de
Rabelais, hace que instruyan al gigante en casi todas las
disciplinas posibles en esa época, tanto físicas
como intelectuales, riéndose el autor además, con
la invención de pensadores clásicos o
anécdotas inverosímiles de ciertos personajes
históricos:

"Nadaba en aguas profundas con la corriente o contra
ella, de costado, con todo el cuerpo, con sólo los pies;
con una mano al aire, en la que llevaba un libro abierto,
recorrió toda la orilla del Sena sin que aquél se
mojara, arrastrando con los dientes su paca, como hacía
Julio César."[19]

Para Hauser, el pleno Renacimiento conserva el sentido
del naturalismo, aunque en medio de su conservadurismo, es
todavia una época esencialmente dinámica, en la que
el proceso del ascenso social no está aún
terminado, por lo tanto no hay convenciones y tradiciones
definitivas. El humanista de esta época, pierde la
conexión con la realidad, se vuelve un romántico
que llama desprecio del mundo a su extrañamiento de
él, libertad intelectual a su indiferencia social, su vida
está abocada a escribir escogida prosa, tornear versos
refinados, traducir del griego al latín. "Los humanistas,
continúa Hauser, son los primeros intelectuales que
aspiran a disfrutar de los privilegios de la propiedad y del
rango, y su arrogancia intelectual, fenómeno hasta
enconces desconocido, es la defensa psicológica con la que
reaccionan ante su falta de
éxito"[20].

Qué aporta Tomás Moro en su
carácter de humanista ante la descripción de la
educación en la isla de "Utopía"? De familia
acomodada de la nobleza inglesa, empapado del estudio de los
pensadores clásicos, fundamentalmente Platón,
siendo un político activo de la corte como magistrado y
jurista, sus reflexiones políticas como modelo para la
superación de los males de la sociedad europea de la
época, llaman la atención. Ante el reconocimiento
de la necesidad de tolerancia, tanto política como
religiosa, la aceptación de la igualdad entre las personas
y la superioridad de una sociedad donde sus miembros lo comparten
todo, el humanista prioriza a los pensadores clásicos de
todas las disciplinas, especialmente la filosofía y la
medicina. En el capítulo "Cualidades y Cultura" se
pronuncia en lo siguiente:

"La mayor parte de estas horas libres las dedican a los
estudios literarios, ya que es costumbre que haya lecciones
públicas antes del amanecer, a las que por
obligación solamente asisten aquellos que están
encargados y escogidos para cuidar del estudio. Además de
éstos concurren voluntariamente gente de todo estado,
tanto hombres como mujeres, a oír a los disertantes, cada
uno según sus aficiones y según su
profesión"[21] […] Los estudiantes
se escogieron entre los que tenían un ingenio más
excelente y de sazonada edad, de manera que en menos de tres
años no ignoraron nada de lo que nosotros podíamos
enseñarles […] Pude procurarles la mayor parte de
las obras de Platón y muchas de Aristóteles;
también las obras de Teofrasto sobre las plantas
[…] De los que escribieron Gramática sólo
tienen a Constantino Lascan. No llevé conmigo
ningún Diccionario, excepto el de Hesichio y
Dioscórides. Tuvieron en mucha estima las obras de
Plutarco, y celebraron en gran manera los donaires y gracias de
Luciano. De los poetas estimaron Aristófanes, Homero y
Eurípides. De los historiadores eligieron a
Tucídides, Herodoto y Erodiano. En cuanto a Medicina, mi
compañero Tricio Apinato llevaba consigo algunas obras de
Hipócrates y el Epílogo de Galeno; de ellas
hicieron un gran aprecio. Aunque no hay gente en el mundo que
necesite menos que ellos del arte médico, lo tienen en
verdadera veneración, ya que lo cuentan entre las partes
más hermosas y útiles de la Ciencia, ya que con su
ayuda penetran las cosas más íntimas y
secretas."[22]

El pensamiento quimérico de Tomás Moro,
quiza no es muy realista para la sociedad a quien dirigió
"Utopía", sin embargo, muchos elementos
ideológicos, responden a la necesidad de cambio,
más que a una solución para los problemas de su
época.

Conclusión

La característica más significativa de las
cosmovisiones, es su tendencia a ubicarse en esquemas claramente
reconocibles, moldea, en un grado significativo, la manera como
se evaluan los eventos y asuntos de la sociedad en los tiempos
que vivimos. Las diferencias entre perspectivas básicas de
la vida constituyen el factor primordial y decisivo para explicar
el comportamiento de las acciones humanas.

Francois Rabelais, concilia cultura humanística
erudita con tradición popular. Sus principios
artísticos no pueden disimular el carácter
predominantemente científico de su interés por el
mundo externo. Detrás de las imágenes que parecen
ser las más fantásticas, se perfilan los
acontecimientos reales, figuran personajes vivos, reside la gran
experiencia personal del autor y sus observaciones
precisas.

Su afán por situarse en la realidad
empírica, por explicar la imagen del mundo, acrecentar los
datos de la experiencia, ordenarlos y trabajarlos en un sistema
racional, le permitieron crearse un punto de vista único y
unitario para el analisis e interpretación de los hombres.
La realidad de la época, que se refleja en forma tan
amplia y plena en la obra de Rabelais, es iluminada por las
imágenes de la fiesta popular.

En la lectura de Tomás Moro salen a la luz las
tensiones entre una edad que muere y una modernidad que se
genera. Sus exigencias son un reflejo ideológico de su
época, una exposición de problemas reales que
describen los males de la sociedad y lo que debe surgir: una
sociedad igualitaria, justa, en la que el reparto de la riqueza
sea equitativo. Con el consiguiente rechazo, por lo tanto, de las
formas de organización política y económica
correspondientes. Moro apela a la "humanidad" para justificar que
nada hay en la naturaleza humana que impida a los hombres vivir
pacíficamente. Todas las decisiones políticas deben
estar inspiradas por principios éticos o
filosóficos, destacando el de "vivir según la
naturaleza", lo que equivale a decir: buscar la felicidad, y no
sólo para nosotros, sino también para los
demás.

El Renacimiento pleno fue de corta duración, por
primera vez era posible representar el mundo tal como el hombre
lo percibía. Todo se ve desde el punto de vista del
observador. Esta polaridad entre arte y mundo nunca ha
desaparecido del todo, pero su esplendor ha continuado siendo
para las generaciones posteriores una continua
seducción.

Bibliografía

  • Hauser, Arnold, Historia Social de la Literatura
    y del Arte.
    Edit Guadarrama/Punto Omega, 14
    edición, 1978,

  • Bajtin, Mijail. La cultura popular en la Edad
    Media y en el Renacimiento: El contexto de Francois
    Rabelais.
    Edición Marxists Internet Archive,
    diciembre de 2001.

  • Rabelais, Francois,
    Gargantúa. Fundación Editorial el
    perro y la rana, Venezuela, 2008.

  • Moro, Tomás. Libellus . . . De optimo
    reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae
    (en
    español, Libro Del estado ideal de una
    república en la nueva isla de Utopía
    ),
    Colección Serie Verde, Núm 1, Edit. Zero S.A.
    1998

 

 

Autor:

Ivana 

[1] Hauser, Arnold, Historia Social de la
Literatura y del Arte. Edit Guadarrama/Punto Omega, 14
edición, 1978, pág 346.

[2] Mijail Bajtin. La cultura popular en la
Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Francois
Rabelais. Edición Marxists Internet Archive, diciembre
de 2001. pág. 12

[3] Ibídem 1, pag. 348

[4] Ibidem 1 pag 363

[5] Mijail Bajtin. La cultura popular en la
Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Francois
Rabelais. Edición Marxists Internet Archive, diciembre
de 2001. Pág. 5

[6] Ibidem 1 pag. 402

[7] Rabelais, Francois, Gargantúa.
Fundación Editorial el perro y la rana, Venezuela, 2008.
Capitulo VIII, “Cómo fue vestido
Gargantúa” Pág 37/38.

[8] Mijail Bajtin. La cultura popular en la
Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Francois
Rabelais. Edición Marxists Internet Archive, diciembre
de 2001. Pág. 20.

[9] Rabelais, Francois, Gargantúa.
Fundación Editorial el perro y la rana, Venezuela, 2008.
Capitulo IX, “los colores y la librea de
Gargantúa”, Pág. 41

[10] Hauser, Arnold, Historia Social de la
Literatura y del Arte. Edit Guadarrama/Punto Omega, 14
edición, 1978, pág 357/358.

[11] Mijail Bajtin. La cultura popular en la
Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Francois
Rabelais. Edición Marxists Internet Archive, diciembre
de 2001. Pág. 20.

[12] Rabelais, Francois, Gargantúa.
Fundación Editorial el perro y la rana, Venezuela, 2008.
Capitulo VII, pag. 40.

[13] Moro, Tomás. Libellus . . . De
optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae (en
español, Libro Del estado ideal de una república
en la nueva isla de Utopía), Colección Serie
Verde, Núm 1, Edit. Zero S.A. 1998, Capitulos: “El
Trabajo” pag. 12, “Los Vestidos”, pag.
15.

[14] Hauser, Arnold, Historia Social de la
Literatura y del Arte. Edit Guadarrama/Punto Omega, 14
edición, 1978, pág.400.

[15] Moro, Tomás. Libellus . . . De
optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae (en
español, Libro Del estado ideal de una república
en la nueva isla de Utopía), Colección Serie
Verde, Núm 1, Edit. Zero S.A. 1998, Capitulo “Los
Vestidos”, pag. 15.

[16] Ibidem 15, pag 24.

[17] Ibidem 14, pag. 387.

[18] Ibidem 12, pags. 86/87.

[19] Ibídem 12, pag. 89

[20] Ibídem 14, pags 422, 423

[21] Ibidem 15, pag. 13

[22] Ibidem 15, pag 32

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