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Padre pobre, Padre rico



    INTRODUCCIÓN

    Existe
    una necesidad

    ¿Prepara el colegio a los niños para el
    mundo real? "Estudia intensamente y logra buenas calificaciones,
    así encontrarás un empleo bien remunerado y con
    buenos beneficios", solían decir mis padres. La meta de
    sus vidas era proporcionar educación universitaria a mi
    hermana mayor y a mí, de forma tal que tuviéramos
    la mayor chance de éxito en nuestras vidas.

    Cuando finalmente, en el año 1976, obtuve mi
    diploma en contabilidad en la Universidad del Estado de la
    Florida -graduada con honores, entre los primeros de mi clase
    mis padres habían alcanzado su meta. Era el logro que
    coronaba sus vidas. De acuerdo al "Plan Maestro", fui contratada
    por una firma contable de primera línea, deseando
    desarrollar una gran carrera y retirarme a una temprana
    edad.

    Michael, mi esposo, siguió un camino similar.
    Ambos proveníamos de familias muy trabajadoras, de
    modestos recursos pero alta ética de trabajo. Michael
    también se graduó con honores, y lo hizo dos veces:
    primero como ingeniero, y luego en la escuela de leyes. Fue
    contratado rápidamente por un estudio legal especializado
    en leyes de patentes, en Washington D.C., y su futuro
    parecía brillante, con el sendero de su carrera bien
    definido, y una jubilación temprana
    garantizada.

    Aunque hemos sido exitosos en nuestras carreras, estas
    no se desarrollaron tal como esperábamos. Ambos hemos
    cambiado de puestos de trabajo varias veces -por razones
    oportunas- pero no existen planes legales de pensión
    establecidos a nombre nuestro. Los fondos para nuestra
    jubilación, crecen solamente a través de nuestras
    contribuciones individuales.

    Michael y yo tenemos un matrimonio maravilloso con tres
    hijos estupendos. Mientras escribo esto, dos están en la
    universidad, y el otro recién comenzando el ciclo
    superior. Hemos gastado una fortuna para asegurarnos de que
    nuestros hijos reciban la mejor educación
    disponible.

    Un día, en el año 1996, uno de mis hijos
    volvió desilusionado del colegio. Estaba aburrido y
    cansado de estudiar. "¿Por qué tengo que pasar
    tanto tiempo estudiando temas que jamás voy a utilizar en
    mi vida real?" protestó.

    Respondí sin pensar, "porque si no logras buenas
    calificaciones, no vas a ingresar a la universidad".

    "Más allá de que vaya o no a la
    universidad, yo voy a ser rico", replicó.

    "Si no completas tus estudios universitarios, no
    podrás conseguir un buen empleo", respondí con una
    ligera sensación de pánico y preocupación
    maternal. "Y sin un buen empleo, ¿cómo planeas
    hacerte rico?"

    Mi hijo rió desdeñoso y sacudió su
    cabeza lentamente con cierto aburrimiento. Anteriormente, ya
    habíamos sostenido muchas veces esta conversación.
    El bajó la cabeza y puso sus ojos en blanco. Mis palabras
    de sabiduría materna estaban cayendo en oídos
    sordos una vez más.

    Si bien era inteligente y determinado, siempre
    había sido un joven educado y respetuoso.

    "Mami" empezó. Había llegado mi turno de
    recibir una lección. "¡Ponte al día! Mira a
    tu alrededor; las personas más ricas no se hicieron ricas
    a causa de su educación. Mira a Michael Jordan, o Madonna.
    Incluso Bill Gates, que abandonó la universidad de
    Harvard, y fundó

    Microsoft; él es hoy uno de los hombres
    más ricos de los Estados Unidos, y está aún
    en sus 30 años. Hay un lanzador de baseball que gana
    más de 4 millones de dólares al año aunque
    su coeficiente mental ha sido etiquetado como
    `dudoso'".

    Hubo un largo silencio entre los dos. Caí en la
    cuenta de que le estaba dando a mi hijo el mismo consejo que me
    habían dado mis padres. El mundo a nuestro alrededor
    había cambiado, pero el consejo no.

    Acceder a una buena educación y lograr
    calificaciones altas ya no asegura el éxito, y nadie
    parece haberlo notado, excepto nuestros hijos.

    "Mami" continuó, "no quiero trabajar tan
    arduamente como tú y papá lo hacen. Ustedes ganan
    mucho dinero, y vivimos en una casa enorme, repleta de
    `juguetes'. Si sigo tu consejo, acabaré igual que
    tú, trabajando más y más, tan sólo
    para pagar más impuestos y acabar endeudado. Ya no existe
    la seguridad de un empleo; ya he oído todo acerca de
    reducciones y reajustes empresariales. También sé
    que los graduados universitarios hoy en día ganan menos de
    lo que ganabas tú cuando te graduaste. Mira a los
    doctores. No están ni cerca de ganar tanto dinero como
    ganaban antes. Sé que no puedo confiar en el Sistema de
    Seguridad Social o las pensiones de una compañía
    para mi jubilación. Necesito nuevas
    respuestas".

    Tenía razón. El necesitaba nuevas
    respuestas, y yo también. Los consejos de mis padres
    pueden haber funcionado con personas nacidas antes de 1965, pero
    pueden resultar desastrosos para aquellos nacidos en este mundo
    rápidamente cambiante. Ya no le puedo decir simplemente a
    mis hijos: "Ve a la universidad, obtén buenas
    calificaciones, y busca un trabajo seguro y
    permanente."

    Descubrí que tenía que buscar nuevas
    formas para guiar la educación de mis hijos.

    Tanto como madre o como contadora, he estado preocupada
    por la falta de educación financiera que reciben nuestro
    hijos en los colegios. Muchos jóvenes de hoy en día
    tienen tarjetas de crédito antes de terminar el ciclo
    superior -aunque jamás hayan asistido a un curso sobre el
    dinero, o cómo invertirlo- y quedan solos para comprender
    cómo funcionan los intereses compuestos en las tarjetas de
    crédito. Puesto de forma simple, sin alfabetización
    financiera y el conocimiento de cómo funciona el dinero,
    ellos no están preparados para enfrentar el mundo que los
    aguarda, un mundo en el cual se enfatiza el gastar antes que el
    ahorrar.

    Cuando mi hijo mayor, siendo estudiante de primer
    año, volvió totalmente endeudado con su tarjeta de
    crédito, no sólo le ayudé a destruir esa
    tarjeta, sino que me puse a buscar un programa que me pudiera
    ayudar a educar a mis hijos en temas financieros.

    Un día durante el año pasado, mi esposo me
    llamó desde su oficina. "Tengo alguien que creo
    deberías conocer", dijo. "Su nombre es Robert Kiyosaki. Es
    hombre de negocios e inversor, y está aquí
    solicitando patentar un producto educacional. Creo que se trata
    de lo que has estado buscando."

    Justo lo que estaba buscando

    Mi esposo, Mike, quedó tan impresionado con
    CASHFLOW, el nuevo producto educacional que Robert Kiyosaki
    estaba presentando, que hizo los arreglos para que nosotros dos
    participáramos en la prueba de un prototipo. Como era un
    juego educacional, también le pedí a mi hija de 19
    años, quien era estudiante de primer año en una
    universidad local, si querría participar, y ella
    aceptó.

    En la prueba participaron cerca de quince personas,
    divididas en tres grupos.

    Mike tenía razón. Era el producto
    educacional que yo había estado buscando. Pero
    tenía una peculiaridad: su aspecto era como el del
    colorido panel del Monopoly, con una gigante rata bien vestida en
    el medio. A diferencia del Monopoly, sin embargo, tenía
    dos sendas: una interior, y una exterior. El objetivo del juego
    era lograr salir de la senda interna -a la cual Robert llamaba
    "Carrera de Ratas"- y entrar en la senda exterior, también
    llamada "Vía Rápida". Como Robert lo
    explicó, la "Vía Rápida" simulaba la forma
    en que actúa la gente rica en la vida real.

    Robert entonces nos definió la "Carrera de
    ratas".

    "Si miran la vida de una persona promedio, bien
    instruida y muy trabajadora, hay un sendero similar. El chico
    nace, y va al colegio. Los orgullosos padres están
    entusiasmados porque el niño se destaca, logra
    calificaciones superiores al promedio, e ingresa a la
    universidad. Se gradúa, puede ser que curse un postgrado,
    y luego hace todo tal como fuera programado: busca un empleo o
    una carrera protegida y segura. El chico encuentra ese trabajo
    quizás como doctor, abogado, o miembro de las Fuerzas
    Armadas o del gobierno. Generalmente, comienza a ganar dinero,
    empiezan a llegarle tarjetas de crédito en masa, y
    comienzan las compras, si no empezaron ya.

    "Teniendo dinero para quemar, frecuenta lugares donde se
    contacta con otros jóvenes como él; y ellos conocen
    gente, hacen citas, y a veces se casan . Entonces, la vida
    resulta maravillosa porque, ahora, tanto el hombre como la mujer
    trabajan. Dos ingresos son una dicha. Se sienten exitosos, su
    futuro es brillante, y deciden comprar una casa, un
    automóvil, un aparato de televisión, tomar
    vacaciones y tener hijos. Llega el feliz "paquetito". La demanda
    de efectivo se hace enorme. La feliz pareja decide que sus
    carreras tienen vital importancia, y empiezan a trabajar
    más arduamente, tratando de obtener ascensos y aumentos.
    Los aumentos llegan, como así también otro hijo, y
    la necesidad de una casa más grande. Trabajan
    intensamente, se convierten en mejores empleados, con mayor
    dedicación.

    Vuelven a la universidad para lograr capacidades
    más especializadas para poder ganar más dinero.
    Quizás busquen un segundo empleo. Sus ingresos aumentan,
    pero también aumentan la categoría impositiva que
    les corresponde, los impuestos inmobiliarios sobre la extensa
    casa nueva, sus aportes a Seguridad Social, y todos los
    demás impuestos. Al recibir el abultado cheque de su
    salario mensual, se preguntan dónde fue a parar todo ese
    dinero. Invierten en algún fondo común, y compran
    los artículos de primera necesidad con sus tarjetas de
    crédito.

    Los niños llegan a la edad de 5 ó 6
    años, y se incrementa la necesidad de ahorrar para pagar
    los estudios, como así también para su
    jubilación.

    "Esa pareja feliz, nacida alrededor de 35 años
    atrás, se encuentra ahora atrapada en la "Carrera de
    ratas" por el resto de su vida laboral. Ellos trabajan para los
    dueños de sus compañías; para el gobierno,
    pagando sus impuestos; y para los bancos, al pagar las cuotas de
    su hipoteca y de sus tarjetas de crédito.

    "Entonces, les aconsejan a sus propios hijos que
    `estudien intensa-mente, obtengan altas calificaciones, y busquen
    un trabajo o carrera seguros'. No aprendieron nada acerca del
    dinero, excepto de aquellos que sacan provecho de su inocencia; y
    entonces continúan trabajando arduamente por el resto de
    sus vidas. El proceso se repite durante otra generación de
    esforzados trabajadores. Esta es la `carrera de
    ratas'."

    La única manera de salir de ella, es probar su
    eficiencia tanto en contabilidad como en inversiones,
    probablemente dos de los temas más difíciles de
    dominar. Como Contadora Pública Certificada, y habiendo
    trabajado en una de las firmas contables más prestigiosas,
    me sorprendió que Robert hubiera logrado hacer del
    aprendizaje de estos dos temas, algo divertido y excitante. El
    proceso estaba tan bien disfrazado, que mientras
    trabajábamos diligentemente para salir de la "Carrera de
    ratas", enseguida olvidamos que estábamos
    aprendiendo.

    Pronto, la prueba de un producto se convirtió en
    una divertida tarde con mi hija, discutiendo cosas de las que
    antes jamás habíamos hablado. Siendo contadora,
    jugar un juego que requería una Declaración de
    Ingresos y una Hoja de Balance fue fácil. Así que
    tuve tiempo para ayudar a mi hija y a los otros jugadores de mi
    mesa con los conceptos que no entendían. Ese día,
    fui la primera persona y la única en todo el grupo de
    prueba- en lograr salir de la "Carrera de ratas". Salí a
    los 50 minutos, pero el juego se prolongó por cerca de
    tres horas.

    En mi mesa había un banquero, el dueño de
    un negocio, y un programador de computadoras. Lo que me
    perturbó mucho fue lo poco que estas personas
    sabían, tanto de su contabilidad como de sus
    inver-siones, dos temas tan importantes en sus vidas. Me
    preguntaba cómo manejarían sus propios asuntos
    financieros en la vida real. Podía aceptar que mi hija de
    19 años no entendiera, pero ellos eran adultos de, por lo
    menos, el doble de su edad.

    Una vez que salí de la "Carrera de ratas",
    permanecí las dos horas siguientes observando a mi hija y
    a estos adultos pudientes y educados, arrojar el dado y mover sus
    marcadores. Aunque estaba contenta de que todos estuvieran
    aprendiendo tanto, me sentí perturbada por lo poco que
    ellos sabían sobre los aspectos básicos de
    contabilidad y simples inversiones. Tenían dificultades
    para comprender la relación entre sus Declaraciones de
    Ingresos y sus Hojas de Balance. A medida que compraban y
    vendían inversiones, tenían problemas para recordar
    que cada transacción podía impactar en el flujo de
    su dinero mensual. Yo pensé, ¿cuántos
    millones de personas andan por ahí en el mundo real
    luchando financieramente, tan sólo porque nadie les ha
    enseñado estas cuestiones?

    Gracias a Dios que se están divirtiendo y
    están distraídos con el deseo de ganar el juego, me
    dije. Luego de que Robert dio por finalizada la contienda, nos
    dejó quince minutos para discutir y criticar CASHFLOW
    entre nosotros.

    El dueño del negocio, que compartía mi
    mesa, no estaba feliz. El juego no le gustó. "Yo no
    necesito saber esto", dijo en voz alta. "Contrato contadores,
    banqueros y abogados para que me expliquen sobre estas
    cuestiones."

    A lo cual Robert replicó, "¿Ha notado que
    existen infinidad de contadores que no son ricos? Y banqueros, y
    abogados, y corredores de bolsa y agentes inmobiliarios. Saben
    muchísimo, y la mayoría son gente inteligente, pero
    muchos de ellos no son ricos. Dado que nuestros colegios no le
    enseñan a la gente lo que saben los ricos, tenemos que
    hacernos asesorar por estas personas. Pero un día usted se
    halla conduciendo por la autopista, atascado en el
    tráfico, tratando de llegar a tiempo al trabajo, y mira
    hacia la derecha y ve a su contador atascado en la misma
    maraña de tráfico. Mira hacia la izquierda, y ve a
    su banquero. Eso debería decirle a usted algo."

    El programador de computadoras tampoco estaba
    impresionado con el juego. "Puedo comprarme un software que me
    enseñe esto."

    El banquero, sin embargo, estaba movilizado.
    "Estudié esto en el colegio -es decir, la parte de
    contabilidad- pero nunca supe cómo aplicarlo en la vida
    real. Ahora lo sé. Necesito salir de la
    `carrera de ratas'."

    Pero lo que más me conmovió fueron los
    comentarios de mi hija. "Me divertí aprendiendo", dijo.
    "Aprendí muchísimo acerca de la manera en que
    realmente funciona el dinero, y cómo
    invertirlo".

    Luego agregó: "Ahora sé que puedo elegir
    una profesión por el tipo de trabajo que quiero
    desempeñar, y no por la seguridad del empleo, los
    beneficios o lo mucho que me paguen. Si aprendo lo que
    enseña este juego, soy libre de hacer y estudiar lo que mi
    corazón desea estudiar… en lugar de
    estudiar algo porque las compañías están
    buscando ciertas habilidades para los trabajos. Si aprendo esto,
    no tendré que preocuparme por la seguridad de un empleo o
    la Seguridad Social de la manera en la que la mayoría de
    mis compañeros ya lo están haciendo".

    No pude quedarme y hablar con Robert después de
    haber jugado el juego, pero acordamos encontrarnos más
    tarde para discutir su proyecto más extensamente.
    Sabía que él quería utilizar el juego para
    ayudar a otros a ser financieramente más… ingeniosos, y
    yo estaba ávida de escuchar más sobre sus
    planes.

    Mi esposo y yo concertamos una cena para encontrarnos
    con Robert y su esposa, en el transcurso de esa semana. Aunque
    era nuestro primer encuentro social, sentimos como si todos nos
    hubiéramos conocido desde hacía
    años.

    Descubrimos que teníamos infinidad de cosas en
    común. Cubrimos toda la gama, desde deportes y juegos,
    hasta restaurantes y temas socio-económicos. Hablamos del
    mundo en permanente transformación. Pasamos una gran
    cantidad de tiempo conversando sobre cómo la
    mayoría de los norteamericanos tienen muy poco o nada
    ahorrado para su jubilación, y de la inminente quiebra de
    los servicios de previsión y medicina social. ¿Les
    será requerido a nuestros hijos pagar 75 millones de
    dólares para las jubilaciones de la generación
    post-guerra? Nos preguntamos si la gente se da cuenta de lo
    riesgoso que puede resultar depender de un plan de
    pensiones.

    La principal preocupación de Robert era la
    creciente brecha entre los que tienen y los que no, tanto en los
    Estados Unidos como alrededor del mundo. Siendo un empresario
    auto-formado y auto-educado, quien viajó por todo el mundo
    reuniendo inversiones, Robert podía retirarse a los 47
    años. Pero desistió de hacerlo porque comparte la
    misma preocupación que tengo yo respecto de mis propios
    hijos. El sabe que el mundo ha cambiado, pero la educación
    no. De acuerdo con Robert, los niños pasan años en
    un anticuado sistema educacional, estudiando temas que nunca
    utilizarán, preparándose para un mundo que ya no
    existe.

    "El consejo más peligroso que se le puede dar hoy
    a un niño es, `ve al colegio, logra buenas calificaciones,
    y busca un empleo seguro`, le gusta decir. "Ese es un consejo
    antiguo, y es un consejo malo. Si usted pudiera ver lo que
    está sucediendo en Asia, Europa o Sudamérica,
    estaría tan preocupada como yo."

    El cree que es un mal consejo "porque si usted quiere
    que sus hijos tengan un futuro financiero seguro, ellos no pueden
    jugar con las viejas reglas. Simplemente, resulta demasiado
    riesgoso".

    Le pregunté qué quería significar
    con "viejas reglas".

    "La gente como yo juega con un conjunto de
    reglas diferentes de las que usan ustedes", dijo.
    "¿Qué pasa cuando una corporación anuncia
    una reducción (downsizing)?"

    "Despiden a la gente", dije. "Las familias son heridas.
    El desempleo aumenta."

    "Sí pero, ¿qué pasa con la
    compañía? Particularmente con una
    compañía pública, con la cotización
    de sus acciones en la bolsa?"

    "El precio de la acción generalmente sube cuando
    se anuncia la reducción", dije. "Al mercado le gusta que
    una compañía reduzca sus costos laborales, ya sea
    por automatización o por consolidación de la fuerza
    laboral en general."

    "Así es", me contestó. "Y cuando el precio
    de las acciones sube, la gente como yo, los accionistas, nos
    hacemos más ricos. Eso es lo que quiero significar con un
    conjunto de reglas diferente. Los empleados pierden, mientras que
    los dueños y accionistas ganan."

    Robert no estaba describiendo solamente la diferencia
    entre empleado y empleador, sino también la
    diferenció entre controlar su propio destino y entregar
    ese control a otra persona.

    "Pero, para muchas personas, es difícil
    comprender por qué sucede eso", observé. "Ellos
    simplemente piensan que no es justo."

    "Por eso es tonto decirle simplemente a un niño,
    `tienes que lograr una buena educación"', dijo. "Es tonto
    asumir que la educación que provee el sistema educativo
    preparará a su hijo para el mundo que deberá
    enfrentar después de graduarse. Cada niño requiere
    más educación.

    Una educación diferente. Y necesitan conocer las
    reglas. Los diferentes con-juntos de reglas. "Existen reglas para
    el dinero de acuerdo con las cuales actúan los ricos, y
    también existen reglas con las que
    actúa el 95 por ciento restante de la población",
    dijo. "Y el 95 por ciento aprende esas reglas en su casa y en el
    colegio. Por eso hoy en día es riesgoso decir
    sencillamente a un niño `estudia esforzadamente y busca un
    buen trabajo'. Hoy en día, un niño necesita una
    educación más sofisticada, y el sistema actualmente
    vigente no le brinda los elementos. A mí no me importa
    cuántas computadoras pongan en cada clase, o cuánto
    dinero gastan las escuelas. ¿Cómo podría el
    sistema educativo enseñar un tema que
    desconoce?

    "De manera que ¿cómo enseñan los
    padres a sus hijos lo que la escuela no enseña?
    ¿Cómo enseñar contabilidad a un niño?
    ¿No se aburrirían? ¿Y cómo puede
    usted, como padre, enseñar a invertir, cuando usted mismo
    siente aversión al riesgo? En lugar de enseñar a
    mis hijos a simplemente jugar a lo seguro, decidí que era
    mejor enseñarles a jugar inteligentemente."

    "¿Entonces cómo le enseñaría
    a un niño las cuestiones relacionadas con el dinero y
    todas estas cosas de las que hemos hablado?" pregunté a
    Robert. "¿Y cómo podemos facilitar esto a los
    padres, especialmente cuando ellos mismos no lo
    entienden?"

    "Yo escribí un libro sobre el tema",
    me contestó. "¡¿Dónde
    está?!"

    "En mi computadora. Ha estado allí por
    años en fragmentos fortuitos. Ocasionalmente le agrego
    algo, pero nunca me he puesto de lleno como para unirlo todo.
    Comencé a escribirlo cuando mi otro libro se
    convirtió en best-seller, pero este nuevo nunca lo he
    terminado. Está en fragmentos."

    Y así estaba, en fragmentos. Luego de leer las
    secciones dispersas, sentí que el libro ameritaba y
    necesitaba ser compartido, especialmente en estos tiempos
    cambiantes. Nos pusimos de acuerdo para ser coautores.

    Le pregunté qué creía él
    acerca de la cantidad de información financiera que
    necesitaba un niño. Dijo que dependía del
    niño. El supo que quería ser rico a temprana edad,
    y fue suficientemente afortunado de tener como figura paterna a
    un hombre rico y deseoso de guiarlo. "La educación es la
    base del éxito", dijo Robert. "Y tanto como son
    importantes las capacidades escolares, también son
    importantes las capacidades financieras y de
    comunicación".

    Lo que sigue es la historia de los dos padres de Robert,
    uno rico y uno pobre, lo cual explica las capacidades que
    él ha desarrollado a lo largo de su vida. El contraste
    entre los dos papás aporta una importante perspectiva. El
    libro está respaldado, editado y compaginado por
    mí.

    Los contadores que lean este libro, supriman el
    conocimiento de los libros académicos, y abran sus mentes
    a las teorías que presenta Robert. Aunque muchas de esas
    teorías desafían los propios fundamentos de los
    principios contables generalmente aceptados, proporcionan
    una valiosa mirada hacia el interior de la senda que
    analizan los verdaderos inversores para tomar sus decisiones de
    inversión.

    Cuando nosotros como padres aconsejamos a nuestros hijos
    "ir al colegio, estudiar esforzadamente y conseguir un buen
    empleo", en general lo hacemos partiendo de un hábito
    cultural. Eso siempre había sido lo correcto. Cuando
    conocí a Robert, inicialmente sus ideas me asustaron. Al
    haber sido educado por dos padres, se le había
    enseñado a esforzarse por dos metas diferentes. Su padre
    instruido le aconsejó que trabajara para una
    corporación. Su padre rico le aconsejó que fuera
    dueño de una corporación. Ambos proyectos de vida
    requieren educación, pero los temas de estudio son
    completamente diferentes. Su padre altamente instruido lo
    alentaba a ser una persona inteligente. Su padre rico lo animaba
    a descubrir cómo contratar personas
    inteligentes.

    Tener dos padres le causó muchos
    problemas. El padre verdadero era el superintendente de
    educación para el estado de Hawai. Para cuando Robert
    tenía 16 años, la amenaza de "si no obtienes buenas
    calificaciones no conseguirás un buen trabajo"
    tenía ya poco efecto. Para ese entonces, él ya
    sabía que el camino para su carrera era ser dueño
    de corporaciones, y no trabajar para ellas. En realidad, si no
    hubiera sido por la guía sabia y persistente de un
    consejero de estudios superiores, Robert podría no haber
    ido a la universidad. El lo admite. Estaba ávido de
    iniciar la conformación de su activo, pero finalmente
    estuvo de acuerdo en que una educación universitaria
    también lo beneficiaría.

    Verdaderamente, para los padres de hoy en día,
    las ideas de este libro probablemente parezcan muy lejanas de
    alcanzar, o demasiado radicales. Muchos padres están
    pasando por momentos ya bastantes difíciles tratando de
    mantener a sus hijos en el colegio. Pero a la luz de nuestros
    tiempos cambiantes, necesitamos, como padres, estar abiertos a
    ideas nuevas y audaces. Alentar a los niños a que sean
    empleados, es aconsejar a sus hijos a que paguen durante toda sus
    vidas más impuestos de lo que es justo, con alguna o
    ninguna promesa de pensiones. Y es cierto que los impuestos son
    el mayor egreso de una persona. De hecho, la mayoría de
    las familias trabajan para el gobierno desde enero hasta mediados
    de mayo, solamente para pagar sus impuestos. Se necesitan nuevas
    ideas, y este libro las aporta.

    Robert afirma que los ricos enseñan a sus hijos
    de forma diferente. Les enseñan en su casa, sentados a la
    mesa durante la cena. Quizás estas ideas no sean las que
    usted elija para conversar con sus hijos, pero de todas maneras,
    gracias por darles una mirada. Y le aconsejo seguir buscando. En
    mi opinión, como madre y como Contadora Pública
    Certificada, el concepto de simplemente obtener buenas
    calificaciones y conseguir un buen trabajo, es una idea
    anticuada. Necesitamos aconsejar a nuestros hijos con cierto
    grado de mayor inteligencia.

    Necesitamos nuevas ideas y una educación
    diferente. Podría ser que, decirles que se esfuercen por
    ser buenos empleados, mientras a la vez se esfuerzan por ser
    dueños de su propia corporación de inversiones, no
    sea una idea tan mala.

    Mi esperanza como madre, es que este libro ayude a otros
    padres. La esperanza de Robert, es poder informar a las personas
    que cualquiera puede alcanzar prosperidad, si así lo
    elige. Si usted actualmente es jardinero o conserje, o aún
    si está desempleado, tiene la oportunidad de educarse y
    enseñarle a sus seres queridos a cuidar de sí
    mismos financieramente. Recuerde que la inteligencia financiera
    es el proceso mental a través del cuál resolvemos
    nuestros problemas financieros.

    Hoy en día estamos enfrentando cambios
    tecnológicos y globales tan o incluso más grandes
    que los que alguna vez hayamos enfrentado. Nadie tiene la bola de
    cristal, pero una cosa es cierta: se avecinan transformaciones
    que están más allá de nuestra realidad.
    ¿Quién sabe lo que depara el futuro? Pero, suceda
    lo que sucediere, tenemos dos elecciones fundamentales: jugar a
    lo seguro o jugar con inteligencia, preparándonos,
    educándonos y despertando en nosotros y en nuestros hijos,
    ese genio financiero que todos llevamos dentro.

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