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Politica interna y exterior de Chile



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

  1. Introducción
  2. Antecedentes
    históricos generales del
    país
  3. Sistema
    político y económico
  4. Política
    exterior de la última década por
    administración
  5. La política
    interna y sus desafíos
  6. Política
    exterior período 2010 – 2011
  7. Crisis financiera
    internacional
  8. Conclusiones
    preliminares "A"
  9. Síntesis de
    las teorías consideradas. Preguntas
    resultantes
  10. Síntesis de
    parcial de preguntas
  11. Conclusiones
    finales "B"
  12. Bibliografía
  13. Anexo

"Nada más tradicional ni más conmovido
por la herencia del pasado que la diplomacia de un Estado, su
modo de percibir el mundo internacional y su idea de concebir
cuál debe ser su participación."

Aron, Raymond

Introducción

El presente trabajo se plantea con el propósito
de desarrollar un detallado análisis de la política
interna y externa de Chile, llevando adelante un exhaustivo
estudio de los "hechos de carácter permanente que inciden
en las distintas situaciones históricas
(demográficas, geográficas, económicas o
institucionales, sean, políticas, religiosas o
culturales)"[1], con el fin de comprender la
situación en que se halla inmerso el país dentro
del sistema internacional, conceptualizado por Ana Mirka Seitz
como el "conjunto de interacciones externas de unidades
políticas entre sí, de un modo estable y permanente
sin que exista un poder organizador que las
obligue"[2].

Como expresa el autor Panebianco "el objetivo principal
de las ciencias sociales no es en efecto contribuir a la
acumulabilidad del saber científico social, sino
comprender fenómenos que son percibidos como culturalmente
relevantes"[3].

Asimismo, Mirka Seitz también hace
hincapié en que todo este análisis no sería
posible si no concibiéramos al hombre como un ser
político y a la política como actividad ordenadora
de las comunidades humanas[4]

Dentro de este marco inicial de ideas, el trabajo se
estructura con la presente Introducción y nueve puntos de
desarrollo del análisis, los cuales irán moldeando
la conclusión final sobre Chile en el punto diez. Todo
ello, utilizando el material bibliográfico de los tres
grupos de científicos políticos:
ideográficos; teóricos y
comparatistas[5]

En el primer punto se presenta la sección de
antecedentes históricos, donde se describirán las
causas históricas de Chile, volcando el análisis de
las principales situaciones históricas de los
eventos[6]El punto de partida debe necesariamente
comenzar desde la historia del surgimiento de Chile como
país. Duroselle acertadamente describe diciendo: "No hay
historia sin acontecimientos. La historia no se ocupa más
que de acontecimientos"[7]. Temporalmente, este
capítulo abarca el periodo desde el comienzo del siglo
XIX, hasta mediados del siglo XX.

En el segundo apartado se plantea por un lado, un
detalle del sistema electoral y político de Chile, y por
otro un análisis de los indicadores estadísticos
del país, realizando una descripción de las
diversas variables económicas, sociales,
demográficas, políticas, entre otras, para
así obtener información importante a la hora de
poder entender a Chile estructuralmente.

El tercer punto está enfocado en el estudio de la
política exterior de la última década de
Chile. Aquí se aborda la política exterior de los
gobiernos de la última década respecto del mundo,
del hemisferio, de la región como así
también de los distintos Organismos
Internacionales.

En la cuarta sección del trabajo, ahondaremos en
la política interna de Chile desde el año 2009 al
2011, con sus consecuentes desafíos. Es uno de los puntos
más interesantes ya que se utilizara como base de datos
tanto fuentes oficiales como periodísticas.

Llegamos al quinto punto, uno de los puntos principales
para entender qué lugar ocupa Chile en la actualidad
dentro del sistema internacional. Para ello se abordara la
política exterior de Chile desde el año 2010 al
2011, a nivel global, hemisférico, regional y respecto de
los Organismos Internacionales.

El sexto punto hace referencia a la crisis financiera
mundial y cómo ésta afectó, o no, a Chile.
Asimismo, se plante la crisis a nivel regional. Y dejando para
los últimos párrafos de éste punto algunas
consideraciones sobre la actual crisis
político-económica europea.

El séptimo punto contiene las conclusiones
generales "A" derivadas del análisis de los anteriores
seis puntos.

La octava sección tendrá el objetivo de
cruzar los datos y hechos descriptos anteriormente en el trabajo
con las teorías aplicadas en la bibliografía de la
cátedra. Este punto es importante ya que como
planteó Carl Friedrich "la teoría, si la
diferenciamos de la filosofía y de la opinión, es
el conjunto más o menos sistematizado, de generalizaciones
demostrables -o al menos coherentes argüibles- basadas en el
análisis riguroso de hechos
comprobables"[8]. Es decir, los hechos deben ser
comprobados con la teoría y viceversa. A su vez,
aquí se generaran nuevas preguntas resultantes del
presente trabajo.

En el noveno apartado retomaremos el parcial de
preguntas elaborado al comienzo de la cursada 2009 para
así llegar a responder esos interrogantes.

Y finalmente en el punto diez se abordaran las
conclusiones generales "B" que surgen del cruce de los tres
ítems anteriores: las conclusiones generales "A", las
teorías vistas durante la cátedra y el parcial de
preguntas elaborado al comienzo de la cursada.

En el punto once se deja constancia de la
bibliografía citada y en el doce se detallan los
artículos periodísticos y documentos oficiales
más importantes.

Antecedentes
históricos generales del país

"El territorio que ahora conocemos como Chile fue uno de
los dominios más distantes del imperio español en
América, de hecho durante la etapa colonial había
desempeñado un papel relativamente secundario en la
economía hispanoamericana. Del periodo colonial
surgió una población relativamente
homogénea, mestiza, aunque pocos de los habitantes
"europeos" deseaban admitir el hecho de que sus antepasados
españoles se hubieran mezclado con
indios"[9].

A comienzos del siglo XIX, Chile formaba parte de las
colonias que el Reino de España mantenía en
América, época en que éstas organizaban
gobiernos autónomos, en la forma de Juntas de Gobierno. El
18 de septiembre de 1810, se formaba en Chile la primera Junta de
Gobierno.

Durante las invasiones napoleónicas en
España los chilenos tomaron cartas en el asunto y
encabezados por José Miguel Carrera celebraron un golpe
contras las autoridades realistas, pero las circunstancias
políticas y militares, marcadas por el enfrentamiento
entre patriotas y realistas impidieron una victoria definitiva
contra las fuerzas realistas que en 1814 recobraron el control
sobre el territorio chileno.

Fue Bernardo O"Higgins quien finalmente en 1818
logró la independencia del país a través de
la formación de un ejército con el que
venció a sus oponentes. Desde principios de 1817, con el
triunfo militar se comienza a consolidar, finalmente, la idea y
el sentimiento de independencia, la cual es proclamada por
Bernardo O"Higgins el 12 de febrero de 1818. Ese mismo año
se redacta la Constitución de 1818, la cual establece un
ejecutivo unipersonal en la forma de Director Supremo, a quien se
asignan amplias atribuciones, y dado que no se fija la
duración del mandato, éste cuenta con un plazo
indefinido para ejercer sus funciones. Sin embargo su poder es
limitado por la existencia de otros dos poderes del Estado, que
son claramente establecidos por la Constitución. En
materia legislativa, se nombra un Senado de cinco miembros
permanentes e igual número de suplentes, nombrados todos
por el Director Supremo. Otros aspectos importantes de esta
Constitución, entre otros, es que establece los derechos y
deberes del hombre en la sociedad; determina las facultades y
límites del ejecutivo; establece una autoridad judicial,
creando un Tribunal Superior; establece una administración
provincial de tres provincias (Coquimbo, Santiago, y
Concepción), y fija como religión del Estado la
Religión Católica[10]

De esta forma, O'Higgins es proclamado Director Supremo
de la flamante República. "Resultó ser un dirigente
decisivo pero autocrático"[11]. La
inestabilidad del país producto de los efectos
económicos y sociales de la lucha por la independencia, el
asesinato de patriotas destacados como José Miguel Carrera
y Manuel Rodríguez, y el fuerte gasto militar provocado
por campañas como la liberación del Perú,
entre otros, determinaron la promulgación, después
de cuatro años de vigencia de la Constitución
de 1818, de una nueva ley fundamental en el año 1822. Esta
Constitución tiene el mérito de haber declarado
expresamente la independencia de los tres poderes del Estado, de
fijar un plazo para la duración del mandato presidencial,
de proponer un sistema legislativo, y crear los ministerios de
Relaciones Exteriores, Hacienda, y Guerra y Marina. Sin embargo,
la Constitución de 1822 fue vista por la ciudadanía
como un intento de prolongar la permanencia de O"Higgins en el
poder, lo que provoca finalmente la inestabilidad del gobierno y
en 1823 O"Higgins se ve obligado a
dimitir[12]

En los años siguientes el contexto fue de
inestabilidad política debido a las luchas entre liberales
y conservadores por cómo organizar y consolidar el nuevo
Estado. Los conservadores se erigieron vencedores y fue
así que a partir de 1830 dirigieron lo que se
conoció como la "República Conservadora" con Diego
Portales como figura clave de este régimen manejando los
hilos del gobierno desde diferentes ministerios, y consolidando
un gobierno central fuerte que dejaba el poder económico
en manos de los terratenientes. En 1831 se llevó a cabo
una Asamblea Constituyente en la que se gestó dos
años más tarde la Constitución de 1833, y
que regirá, aunque con modificaciones, hasta el año
1925. Terminaba así una prolongada etapa de inestabilidad
política caracterizada por variados ensayos de
organización constitucional.

Portales gobernó sin oposición, en parte
porque el gobierno controlaba la maquinaria electoral, y en parte
porque los latifundistas dejaban que este ejerciera este poder en
su beneficio. Sin embargo, había circunstancias que se
escapaban de las manos de Portales, una de ellas era que
comenzaba a gestarse la Confederación Peruano-Boliviana, a
la cual Portales se oponía profundamente porque la
percibía como una amenaza para Chile: Valparaíso
era el puerto más importante del Pacífico en
Sudamérica y la Confederación podría
ser una competencia comercial nacida tras la búsqueda
de hegemonía de los puertos de ambas naciones. Lo cierto
es que Chile entabló una guerra contra Perú y
Bolivia en 1836, saliendo victoriosa de la contienda en 1839 y
con la consiguiente disolución de la Confederación,
pero dejando como consecuencia el saldo de la muerte del mismo
Diego Portales. Surge aquí la figura de Manuel Bulnes,
como héroe de guerra, quien ocuparía la presidencia
desde 1841.

Uno de los temas de agenda para ese entonces era el rol
que debía cumplir la Iglesia. Un ala de la elite
latifundista quería que el Estado ejerciera un control
mayor sobre la Iglesia, especialmente en la educación y
las finanzas. Sus oponentes defendían todos los
privilegios eclesiásticos. El partido liberal
anticlerical suavizó su postura y de este clivaje
surgió el Partido Radical, que a partir de aquí
tendría un papel persistente en la arena política
chilena.

Durante la administración de Bulnes, Chile
tomó posesión del Estrecho de Magallanes, con lo
que se inició una batalla territorial con Argentina que no
se solucionaría hasta 1984.

Asimismo, inicia el auge de la minería. La
burguesía minera se transformará en un importante
centro de poder en las décadas siguientes. "Entre mediados
de la década de 1840 y mediados de 1850, la
producción de plata se cuadruplicó o
quintuplicó. Se aceleró la producción de
cobre y en 1870 Chile ya controlaba alrededor de un cuarto del
mercado mundial de este producto"[13]. Durante sus
altibajos comerciales fueron los nitratos los que se convirtieron
en la primera exportación del país. Los inversores
extranjeros, en particular británicos, afluyeron de
inmediato.

Todo esto fue consecuencia de una comisión
exploradora que Bulnes había decidido enviar a
las zonas desérticas del norte donde se habían
descubierto ricas potencialidades para la minería y
empezaron a instalarse cateadores y empresarios chilenos. Pero en
1847 las autoridades bolivianas resolvieron interrumpir tales
faenas y expulsaron a empresarios y obreros chilenos de
allí enviando tropas a ocupar Mejillones. Pero, estas
medidas de fuerza no lograron detener un proceso ya en marcha que
en pocos años daría lugar a un fuerte litigio entre
ambos países: la guerra del
Pacífico. 

El desarrollo de la minería chilena durante el
siglo XIX trajo aparejados sustanciales cambios en la estructura
social del país. En primer lugar, se dió el
surgimiento de propietarios de minas del norte y comerciantes de
los pueblos y ciudades en crecimiento. Aunque no había una
verdadera rivalidad entre estos grupos ya que había una
cierta mezcla lograda a través de vínculos
familiares. En segundo lugar, se propició una importante
urbanización en ciudades y pueblos de Chile y se
generó un éxodo poblacional del campo a la ciudad.
En tercer lugar, el desarrollo de la minería chilena
generó la clase obrera nativa. Es decir, Chile no
necesitó importar mano de obra como en otros países
de América Latina. Esta misma clase obrera se
sindicalizó por primera vez en los campos de nitratos del
Norte, lo que les permitiría desde entonces tener acceso
directo a la arena política. Asimismo, había una
clase media emergente en crecimiento.

La configuración de la vida nacional
siguió transformándose a través de la
industria del cobre y más aún después de
1900, cuando la misma sufrió una revolución
tecnológica debido a la invención de un nuevo
proceso de fundido. Las inversiones requirieron sumas muy grandes
de capital, que llegaron de aportes estadounidenses, las
cuales, a su vez, concentraron la industria en muy pocas
manos, creando un enclave extranjero y gran dependencia de
capital foráneo. A su vez, la mayor parte de los
beneficios volvían a las compañías centrales
de Estados Unidos, en lugar de invertirse en Chile. Es
así como la industria del cobre acabo dominando la
economía chilena. "A menudo se decía que
según fuera el cobre, así iba la economía
chilena"[14].

La elección de Manuel Montt como tercer
presidente decenal desata la guerra civil de 1851, entre las
provincias del sur y el norte contra el centralismo de Santiago.
Los sublevados, apoyados por Lastarria, Bilbao y otros miembros
de la Sociedad de la Igualdad son derrotados por el general
Bulnes. La Cuestión del Sacristán da inicio a un
conflicto entre el Estado y la Iglesia Católica, que
terminaría por provocar la división del Partido
Conservador en una facción laicizante y otra
ultracatólica, lo que posibilitará su derrota en
las futuras elecciones de 1861, tras treinta años de
gobierno conservador[15]

Así, cuando Manuel Montt, intentó poner
como candidato a Antonio Varas para dichas elecciones, los
liberales y conservadores intransigentes se unieron en contra de
esto, incomodando al gobierno en el parlamento y con
manifestaciones callejeras. Manuel Montt aplicó el estado
de sitio, cerrando los diarios opositores y enviando a sus
líderes al destierro en Punta Arenas. Antonio Varas
decidió renunciar a la candidatura, entregándosela
Montt a José Joaquín Pérez, más
moderado, quien fue elegido como presidente por diez
años desde 1861 dando apertura a la era de la
"República Liberal" que duró hasta 1891.

A nivel doméstico, esta etapa
se basó en dos temas: la estructura de la
Constitución y el rol de la Iglesia. En cuanto a la
Constitución, en 1871 se enmendó la misma para
prohibir a los presidentes estar en el poder durante más
de 2 mandatos; y sobre la Iglesia los liberales continuaron
su campaña por la igualdad de religión. Asimismo,
el Congreso extendió el voto a todos los varones que
supieran leer y escribir de más de veinticinco
años.

En 1865, Chile entró en guerra contra
España, que había reconocido la independencia
chilena el 24 de abril de 1844. El 31 de marzo de 1866, la
escuadra española, al mando del almirante Casto
Méndez Núñez, bombardeó por tres
horas la ciudad de Valparaíso. El conflicto fue
exclusivamente marítimo y terminó formalmente en
1883 con la firma del Tratado de Paz y Amistad entre ambas
naciones.

En el ámbito regional, Pérez
recibía cada vez más reiterados reclamos
diplomáticos por parte de Bolivia que aducía
que el límite entre ambos países se hallaba en el
paralelo 25" y no en el 23", debido a la
instalación cada vez más evidente de
empresas chilenas en territorio boliviano. De modo
que en 1866, los Gobiernos de Pérez y Melgarejo, de
Bolivia, suscriben un Tratado de Límites, en el que se
fijaba como frontera entre ambos países, el paralelo 24"
(no el 23", que quería Chile, ni el 25", que postulaba
Bolivia). Además, se establecía la creación
de una zona económica compartida, entre los paralelos 23"
y 25". Y los impuestos provenientes de la explotación del
guano y minerales, se repartirían por partes iguales entre
ambos países.

Pero el acuerdo no sirvió de mucho, el desierto
cada vez estaba más "chilenizado"
y estratégicamente en 1873 Bolivia y Perú
concretaron una alianza secreta como corolario de una creciente
reacción anti chilena que tenían ambos
países. Todo empeoró en 1878, el gobierno del
Presidente boliviano Daza decretó, vulnerando lo
dispuesto en el Tratado, establecer un nuevo impuesto a la
exportación de salitre. Por ello, durante el gobierno de
Aníbal Pinto, el 14 de febrero de 1879, desembarcaron dos
Divisiones del Ejército chileno en la zona de Antofagasta
dando origen a la guerra del Pacífico. En poco más
de un mes el Ejército chileno lograba ocupar
Antofagasta, Mejillones, Caracoles, Cobija, Tocopilla y Calama;
vale decir, toda la zona comprendida en la actual II
Región. El 1°de marzo de
1879, Bolivia declaraba la guerra a Chile, arrastrando
a Perú, en virtud del acuerdo de asistencia
recíproca firmado en 1873.

La guerra concluiría oficialmente el 20 de
octubre de 1883 con la firma del Tratado de Ancón,
mediante el cual el Departamento de Tarapacá pasa a manos
chilenas permanentemente y las provincias de Arica y Tacna
quedaron bajo administración chilena por un lapso de 10
años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si
quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al
Perú.

A la firma de este Tratado, el Departamento de Tacna
contaba con tres provincias: Tacna, Arica y Tarata. El plebiscito
previsto en el Tratado de Ancón nunca se llevó a
cabo y no fue hasta 1929 que se firmó el Tratado de Lima,
que contó con la mediación de Estados Unidos, y por
el cual se decidió que gran parte de la provincia de Tacna
fuese devuelta al Perú mientras que Arica y el resto
quedara definitivamente en manos de Chile. Sin embargo, el
tratado entre ambas naciones, en el cual Bolivia
reconocía la permanente soberanía chilena sobre el
territorio previamente en disputa, ha sido origen constante de
tensiones diplomáticas entre ambos países hasta el
día de hoy, por cuanto Bolivia perdió toda
posibilidad de salida al mar. "Esta conclusión tuvo
dos importantes efectos: aumentar la autoestima de los chilenos y
hacer surgir un profundo resentimiento entre peruanos y
bolivianos"[16].

La segunda mitad de esta década trajo consigo la
presidencia de José Balmaceda, 1886-1891, un liberal que
se tuvo que enfrentar con el reciente Partido Demócrata,
fundado en 1887, por una agria batalla sobre la
política alimentaria. El tema surgió cuando los
ganaderos chilenos propusieron un arancel sobre la carne
argentina. El flamante partido de la clase media, ayudado
por artesanos y comerciantes, salió
triunfante en contra del arancel y este primer triunfo
señaló el inicio de una tendencia. "El partido
Demócrata fue precursor de políticas populistas,
propugnando leyes que ayudarían a los obreros, mientras
que a la vez presentaban las clásicas demandas liberales
por asuntos como la educación obligatoria y gratuita y
procedimientos democráticos en elecciones
gubernamentales"[17].

El destino de la presidencia de Balmaceda fue sellado
por la guerra civil de 1891, generado tras una serie de disputas
entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo por la
discusión sobre el presupuesto de ese año. "La
revolución de 1891 apuntaba a la restitución de la
autonomía de los poderosos intereses
regionales"[18]. Mientras las fuerzas del
ejército de Chile se dividieron, apoyando ambos bandos, la
Armada se unió a los congresistas. Desde Iquique los
revolucionarios iniciaron, con apoyo de material
británico, una serie de campañas con el fin de
derrocar a Balmaceda, que estableció una férrea
dictadura y opresión sobre sus opositores. Tras la batalla
de Concón y la batalla de Placilla, las fuerzas leales al
presidente fueron derrotadas. Balmaceda entregó el poder a
Manuel Baquedano, Jefe de la Junta Provisional de Iquique, y
se refugió en la embajada argentina, suicidándose
el 19 de septiembre de 1891, un día después de que
expirara su período constitucional como Presidente. La
victoria de las fuerzas congresistas marcó un importante
hito en la historia de Chile, y su sociedad debió
enfrentar una gran división tras el conflicto
bélico, que dejara miles de muertos. La caída
de Balmaceda cambió la estructura constitucional
de Chile, dando fin a la llamada "República
Liberal" con su fuerte presidencialismo y dando inicio al
Régimen Parlamentario que imperaría en Chile hasta
1925. 

En menos de un mes se eligió un nuevo presidente:
Jorge Montt. Pero su poder estaba seriamente circunscrito, puesto
que Chile abrazó el sistema parlamentario. La
concentración del poder siguió en manos de una
oligarquía que representaba los intereses
agrícolas. Debido a un aumento de precios y, por ende, a
un encarecimiento del costo de vida, los obreros, que aún
no estaban organizados como partido político, se
levantaron haciendo sentir su peso con una serie de protestas
confrontando a los miembros armados de la oligarquía. A
pesar del auge económico, estos años se
caracterizaron por una profunda inestabilidad política y
por el inicio del movimiento proletario de la llamada
Cuestión Social: por aquel entonces existía una
marcada desigual distribución de la riqueza la cual se fue
haciendo insostenible a medida que pasaba el tiempo.

"Desde 1910 los obreros se volvieron aún
más militantes. Los organizadores más importantes
eran los anarcosindicalistas, quienes consiguieron importantes
mejoras en los salarios y en las condiciones laborales. Los
sindicatos crecieron de modo uniforme, a pesar de que la ley
chilena no los reconociera. Si bien preocupaba a la
oligarquía política y a los sectores medios,
estos no representaban una amenaza básica para el
sistema político"[19].

El que supo ver la oportunidad de captar las masas
obreras y urbanas urgidas por ser representadas fue Arturo
Alessandri, quien hizo campaña incluyendo a dichos
sectores. Así fue como ganó. Al principio su
gobierno intervino en varias huelgas favoreciendo a los obreros.
Pero los conflictos cada vez se agravaban más y Alessandri
sufría serias presiones por parte del ala conservadora,
que dominaba el Congreso, por ser tan blando con los
trabajadores, yendo en contra de los intereses de ellos.
Finalmente terminó optando por los empresarios y
reprimiendo de forma sistemática el movimiento
obrero. Esta encrucijada entre el presidente liberal y el
congreso conservador duro hasta 1924, donde la Junta Militar
tomó el control del gobierno.

Alessandri, vuelto a llamar por los militares,
regresó demostrando otra vez su vulnerabilidad frente a
las demandas de los trabajadores. Y finalmente decide renunciar.
Quien surge de la inestabilidad política reinante como
presidente es el coronel Carlos Ibáñez en 1925. En
mayo de 1927, fue formalmente elegido presidente por el Congreso
y procedió a consolidar una dictadura que duró
hasta 1931. Ibáñez, aprovechando la favorable
coyuntura económica y apoyado por una fuerte
financiación foránea, impulsó inversiones
tales como la construcción de carreteras, ferrocarriles e
instalaciones eléctricas. Pero todo acabó con la
crisis de Wall Street de 1929. A partir de este suceso, las
inversiones externas se redujeron y las exportaciones minerales
cayeron sustancialmente. En menos de tres años, el
producto interno bruto cayó a menos de la mitad y el
país fue considerado como el más afectado por la
crisis mundial. Consiguientemente, las protestas, no solo de
obreros sino también de profesionales, contra el gobierno
aumentaron hasta lograr que Ibáñez en julio de 1931
dimita. "Después del periodo 1924-1931
las Fuerzas Armadas no intervinieron directamente en la
determinación de la suerte de los gobiernos. Incluso
entonces gobernaron directamente solo durante un brevísimo
tiempo"[20].

 A partir de aquí, Chile careció
de un gobierno estable. Durante este intervalo se dio la
"República socialista" encabezados por Juan Esteban
Montero, Marmaduke Grove, entre otros, "que duraron trece
días"[21]. Lo significativo de este
contexto fue, precisamente, el surgimiento de la
institución del partido socialista.

El próximo presidente electo en 1932 fue una
figura ya conocida: Arturo Alessandri. Gobernó con dureza
frente a la oposición, reprimiendo a los partidos de
izquierda, proclamando el estado de sitio, clausurando el
Congreso y enviando al exilio a figuras sindicales. En el
área económica tuvo un éxito importante a
partir de la recuperación de la demanda mundial de
exportaciones chilenas, secundado por medidas de reducción
de gastos del sector público, desmantelando varias
entidades estatales que Ibáñez había
creado.

En 1936 se creó el "Frente Popular" en un
principio gestado por comunistas y radicales y que para 1938 ya
incluía un espectro de partidos socialistas,
demócratas y una nueva confederación de
trabajadores chilenos. Es aquí donde surge la figura de
Pedro Aguirre Cerda quien fuera electo presidente en 1938 por
este abanico de sectores. Pero el Frente sufrió pronto las
tensiones de una coalición tan heterogénea. Cada
sector del frente estaba disociado del mismo: los radicales
eran la porción dominante y los socialistas y
comunistas eran antagonistas naturales. A su vez, el Congreso
estaba controlado por la derecha. Desafortunadamente,
por serios problemas de salud, Aguirre Cerda debe renunciar
en 1941.

Sobre esta etapa, es importante destacar lo que plantean
los autores Skidmore y Smith en su libro "Historia
Contemporánea de América Latina" con respecto a un
dato saliente de la realidad política vigente por
entonces: la existencia de muchos y diferentes partidos, por lo
que era raro que uno de ellos recibiera más de un cuarto
de la votación total con lo que los partidos tenían
que formar coaliciones, trayendo consigo su fragilidad. Tal fue
el caso del Frente Popular[22]

Quien se encontró en la presidencia en tiempos de
la segunda guerra mundial fue el radical Juan Antonio
Ríos, que desde su gestión en 1942 luchó por
mantener a Chile neutral durante dicho conflicto. Si bien
temía el posible ataque japonés a sus cercanas
costas, en enero de 1943 rompió relaciones con
el Eje, principalmente por la presión que
Estados Unidos ejercía sobre Chile para unirse a los
aliados.

La próxima presidencia también fue
radical, de la mano de Gabriel González Videla quien
estuvo ejerciendo su cargo desde 1946 hasta 1952. Su
gestión sufrió desde el inicio una serie de huelgas
violentas por lo que González Videla
declaró estado de sitio y suspendió libertades
civiles. No obstante, las huelgas continuaron hasta el
año siguiente. Por lo que la administración de
González Videla decidió usar todos los medios
legales para eliminar del espacio político a sus
adversarios de izquierda, proscribiendo el partido comunista en
1948. El gobierno actuaba alineado a la política
macarthista de "cacería de brujas" de Estados
Unidos, del cual tenía su apoyo pleno para
hacerlo.

Otra vez la arena política trajo como
protagonista en 1952 una figura del pasado: el general
Carlos Ibáñez. Pero su administración no fue
capaz de cumplir sus metas y se enfrentó a un
importante déficit en la balanza de pagos que, a pesar de
buscar ayuda económica en el exterior, no
pudo ser resuelto.

En 1958 fue electo Jorge Alessandri, el hijo del ex
presidente Arturo Alessandri. El nuevo presidente era un
representante auténtico del pensamiento político y
económico conservador de Chile. Creía con firmeza
en la economía de libre empresa, que incluía la
ortodoxia monetaria y la puerta abierta a las inversiones
extranjeras. Su gobierno atacó la seria inflación
con una política de estabilización ortodoxa al
estilo del FMI: recortes presupuestarios, devaluación y
solicitud de nuevas inversiones extranjeras. Pero las inversiones
no aumentaron y los controles de importación llevaron a
un déficit comercial. El mandatario creó
en 1958 y 1962 reformas electorales, las cuales produjeron un
importante vuelco en la movilización electoral. Se trataba
de substituir la inscripción periódica por una
inscripción electoral obligatoria. Otra medida importante
que realizó Jorge Alessandri fue que estableció por
primera vez el proyecto de la Reforma Agraria en Chile con la
promulgación de la Ley N° 15.020 en el año
1962. Esta ley surgió debido a que al comenzar la
década de 1960 la presión en la sociedad chilena
por una Reforma Agraria se manifestaba fuertemente. Y este pedido
contó con el respaldo de la Iglesia Católica que
repartió sus propias tierras entre los campesinos y con el
apoyo de Estados Unidos a través de la "Alianza para el
Progreso". Una vez asumida y decidida la implementación de
la Reforma Agraria, el gobierno de Alessandri debió
realizar una modificación constitucional que redefiniera
el derecho de propiedad. Los dueños de las haciendas que
fueran calificadas como "improductivas" y que por ello
serían expropiadas, contaban con la posibilidad legal de
impugnar las decisiones de las comisiones técnicas ante
los tribunales de justicia.

Sin embargo, dicha Reforma Agraria no tuvo mayor
éxito. En primer lugar, por la tibieza y liviandad con que
esta transformación fue aplicada por el gobierno de
Alessandri. Y en segundo lugar, el fracaso de la Reforma Agraria
impulsada a la fuerza por Alessandri fue confirmado al
constatarse un brusco descenso en la producción de
alimentos, lo que en gran parte se debía a que el 70% de
las tierras expropiadas y reasignadas eran de propiedad fiscal, y
el 30% restante provenía de tierras vendida al Estado por
sus propios dueños. Al concluir la primera etapa de la
Reforma Agraria solamente unas 5.000 hectáreas
habían sido redistribuidas[23]

Además, Alessandri debió sufrir durante su
gestión uno de los peores terremotos en la historia de
Chile, fue en el año 1960 en la zona de Valdivia y gran
parte del sur de Chile, que dejó pérdidas
irreparables y su reparación costaría más de
U$S 400 millones.

Como ya se mencionara anteriormente, para llegar al
poder los partidos debían unirse en frentes, y el sistema
político estaba cada vez más polarizado. De hecho,
para entonces, existían cuatro agrupaciones importantes e
ideológicamente distantes: 1) la derecha, que
incluía los partidos liberal y conservador; 2) los
radicales centristas; 3) la izquierda marxista, que
incluía comunistas y socialistas; y 4) los
demócratas cristianos, que representaban el
centro. "Los investigadores de la política
latinoamericana destacan el hecho de que Chile, a comienzos de
los años sesenta, habría ocupado el primer lugar en
América Latina en términos de estabilidad
política; sin embargo, en términos de
participación electoral se ubicaron en decimocuarto
lugar"[24].  

Así fue como estratégicamente la derecha,
que incluía liberales y conservadores, se vio obligada a
aliarse con los demócratas cristianos como única
medida para sustentarse en el poder. Alineados tras la
candidatura de Eduardo Frei Montalva, la derecha logra su
objetivo: Frei logra un triunfo aplastante con el 56% sobre el
total de los sufragios en 1964. El otro candidato era
Salvador Allende, quien era el candidato por el ala
comunista y socialista. La Democracia Cristiana se
presentó como una alternativa entre el capitalismo liberal
y el socialismo marxista. Desde esta perspectiva se propuso poner
fin a la polarización de la política chilena
mediante la conquista del centro y su transformación en
una nueva fuerza mayoritaria. Es imperante aquí resaltar
la intervención de Estados Unidos en la elección de
1964: la Agencia Central de Inteligencia gastó más
de 2,6 millones de dólares en apoyar al candidato
demócrata cristiano para prevenir el ascenso a la
presidencia del marxista Salvador Allende sobre
quien llevaron a cabo una "Campaña del terror" que
pretendía mostrar a Allende como un régimen
represivo y sangriento. En éste contexto estaba en su
máxima expresión la "Alianza para el Progreso" que,
encubierta tras una ayuda económica de Estados Unidos a
América Latina, tenía como principal objetivo
contrarrestar la influencia de la Unión Soviética
en el hemisferio. "Estados Unidos veía a la
Democracia Cristiana como el movimiento más capaz de
realizar reformas preventivas destinadas a socavar la amenaza de
la izquierda mediante la demostración de otro modelo de
desarrollo"[25].

 Durante su mandato se encargó de la
industria más importante del país, es decir el
cobre, buscando una solución centrista: se llevó a
cabo la chilenización del mineral que permitió al
Estado participar en las empresas extranjeras y obtener un 50% de
las ganancias y los ingresos serían reinvertidos por
éstas en aumentar las instalaciones. Si bien los ingresos
por exportación se duplicaron, esto fue en razón a
un aumento del precio de este mineral y no por su nivel de
producción. En su administración la economía
no solo estuvo relativamente mejor, sino que tanto la
recaudación tributaria como el gasto fiscal aumentaron
notablemente. Esto le proporcionó al Estado la posibilidad
de ampliar los servicios públicos y mejorar los niveles de
capital e inversión superando con creces lo realizado por
gobiernos anteriores. "Estados Unidos se interesó
mucho por la fortuna del gobierno de Frei, ya que presentaba
todos los rasgos del régimen reformista que la Alianza
para el Progreso debía apoyar. Por ello, al igual que las
entidades multinacionales como el Banco de Desarrollo
Interamericano y en Banco Mundial, concedió a Chile una
financiación muy generosa. A corto plazo esto ayudo a su
balanza de pagos anual, pero a la larga se añadió a
su deuda externa"[26]. Asimismo, durante el
gobierno de Frei se promulgó una ley que subía de
grado la clasificación de varias especialidades de
"obrero" a "empleado" lo que implicaba un aumento de status y
beneficios sociales para los mismos. Lo que género
que los sindicatos aumentaran considerablemente
durante la gestión de Frei. "Esto
representó un desarrollo sin precedentes en la historia
chilena, indicando un cambio notable en la movilización de
la clase urbana"[27].

A su vez, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva
se impulsó una Reforma Agraria más amplia y
operativa que la que implementó el gobierno de Alessandri,
capaz de hacer más expedito el proceso de las
expropiaciones. El 26 de abril de 1966 fueron promulgadas dos
nueva leyes sobre la materia: las leyes N° 16.640 y N°
16.625. La primera ley permitía la incorporación de
los campesinos a la propiedad de la tierra que trabajan, el
mejoramiento de la productividad agrícola en todos sus
niveles, la reforma del sistema de manejo y aprovechamiento de
las aguas, y la reestructuración de los organismos
públicos que cumplían funciones relacionadas con la
agricultura. La segunda, Ley N° 16.625 de 1967 del Ministerio
del Trabajo y Previsión Social, permitió la
asociación de los campesinos, también fue conocida
como la sindicación campesina. Entre 1965 y 1970 fueron
expropiados en todo el país 1.400 predios con un total de
3.408.788,3 hectáreas[28]

Pero en las siguientes elecciones fue el turno de la
izquierda: comunistas y socialistas, ahora unidos bajo la
denominación "Unidad Popular" postularon a Salvador
Allende como presidente. Y así fue como en las elecciones
de 1970 Allende tuvo su revancha, logrando así que Chile
tenga por primera vez en su historia un presidente de la
izquierda. "El triunfo de Allende captó la atención
internacional, no solo porque representaba la primera
elección libre de un jefe marxista de gobierno, sino
también porque el nuevo gobierno prometía realizar
transformaciones revolucionarias dentro del marco constitucional
y legal chileno. De hecho, Allende se refería a su
experimento como uno de igual importancia a la revolución
rusa"[29]. Preponderante es resaltar que el
Congreso estaba controlado por la Democracia Cristiana y la
derecha, lo que generaba en dicha institución un punto de
fuerte confrontación.

Durante el gobierno de Salvador Allende, el proceso de
expropiaciones de tierras a latifundistas se aceleró
bruscamente utilizando los instrumentos legales promulgados por
el anterior gobierno, con el fin de expropiar todos los
latifundios y traspasarlos a la administración estatal,
cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos. Este
proceso estuvo acompañado en paralelo por una gran
efervescencia campesina que se expresó a través de
tomas directas de predios, lo cual desencadenó en un
contexto de violencia y crisis económica en el mundo
campesino. Al producirse el golpe de Estado del 11 de septiembre
de 1973, la Unidad Popular había expropiado cerca de 4.400
predios agrícolas, que sumaban más de 6,4 millones
de hectáreas. El viejo orden latifundista había
llegado a su fin[30]

En términos económicos, Allende
congeló los precios y subió los salarios. Lo que
creó un auge inmediato de las compras de consumidores,
generando a corto plazo una redistribución significativa
de la renta. Asimismo, nacionalizó el carbón, el
acero y los bancos privados, entre otras firmas más. "Las
empresas extranjeras eran el blanco favorito y de ellas fueron
víctimas nombres tan conocidos con ITT y
Ford"[31]. De hecho Allende sostuvo que no se
debía indemnizar a las compañías debido a
los altos beneficios que habían percibido de gestiones
anteriores. No obstante, resulta significativo que al
nacionalizar las compañías de cobre tuvo apoyo
unánime en el Congreso. Esta postura agravó las
tensiones con el presidente norteamericano Nixon, quien
trabajó persistentemente para desestabilizar el
gobierno de Allende enviando dólares a grupos
conservadores y subvencionando huelgas contra el gobierno.
Así también, organizó un bloqueo
invisible contra Chile, incluyendo la retención de todo
préstamo del Banco Mundial o del Banco de Desarrollo
Interamericano. Si bien las dificultades económicas de
Chile no pueden atribuirse únicamente al bloqueo
económico internacional, ese bloqueo sí
contribuyó a la espiral de crecientes dificultades
económicas. El resultado económico deplorable
no tardó en llegar, dejando a Chile preso de una
inflación galopante, con enormes déficits
presupuestarios, bajísimos precios del cobre a exportar, y
sin financiación externa. Para el año 1972 se
veía con claridad como las políticas
económicas imperantes estaban afectando seriamente la
clase media y alta. Un indicador de este hecho fue cuando en
diciembre de 1971 un grupo de mujeres de clase media
protagonizó una marcha de las cacerolas. El principal
problema insoluble para el gobierno de Allende claramente lo
constituía la crisis económica.

"Como se trataba de un gobierno legal en un sistema de
poderes constitucionales limitados, el régimen de Allende
no resultaba efectivo para combatir la floreciente
economía sumergida. En segundo lugar, estaba el extendido
sabotaje de productores, latifundistas y comerciantes que
querían que el experimento de la UP fracase u obtener
beneficios rápidos, o ambas cosas. Por último
estaba la ineficiencia de un gobierno sin experiencia que trataba
de controlar y gestionar sectores enormes de la
economía"[32].

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