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Psicología social: El señor de las moscas (página 2)




Enviado por Rita Gotardo



Partes: 1, 2

Para Wundt, el tabú comprende todos los usos en
los que se manifiesta el temor inspirado por determinados objetos
relacionados con las representaciones del culto, y por los actos
con ellos enlazados. A su vez, "si entendemos por
tabú, conforme al sentido general de la palabra, toda
prohibición impuesta por el uso y la costumbre o
expresamente formulada en leyes de tocar un objeto, aprovecharse
de él o servirse de ciertas palabras prohibidas…"
habremos de reconocer que no existe un solo pueblo ni una sola
fase de la civilización en los que no se haya dado una tal
circunstancia."
[9]

Wundt estudia la naturaleza del tabú en las
condiciones primitivas de los salvajes australianos, dividiendo
las prohibiciones en tres clases:

  • a. El tabú de los animales, que consiste
    en la prohibición de matarlos y consumir su carne,
    constituyendo el nódulo del "totemismo";

  • b. El tabú de los hombres, quienes se
    hallan limitados, de antemano, a circunstancias excepcionales
    de la vida, como la adolescencia, el parto, los recién
    nacidos y los muertos;

  • c. El tabú de los objetos, los cuales
    son servidos por el hombre constantemente, como por ejemplo
    la ropa, armas y demás.

Wundt creía que el tabú obedecía a
un poder demoníaco, pero a lo largo del tiempo esto fue
pasado a un segundo plano. Las raíces del tabú son
más bien de caráceter
psicológico.

Al respecto, Freíd establece una analogía
entre los tabúes en los enfermos obsesivos y los de los
primitivos salvajes, en donde existen concordancias en el sentido
de que son igualmente de origen enigmático e impuestos
desde dentro del sujeto.

Dichas concordancias, según Freud, refieren a
cuatro cuestiones: un carácter inmotivado, convencimiento
interno, desplazabilidad (contagio) y acciones ceremoniales,
dando ejemplos, como el caso de la persona que reprimió su
placer al contacto, creándose así un conflicto
("deseo tocar pero está prohibido hacerlo").

Las prohibiciones tabú son ambivalentes, ya que
en el inconsciente suele haber un cierto deseo de violarlas, pero
al mismo tiempo rige el temor. El hombre que viola el tabú
se vuelve él mismo tabú, ya que da el mal ejemplo a
los demás, quienes a su vez deben evitarlo; también
se vuelve tabú aquel que tiente a violar lo
prohibido.

Esta transferibilidad del tabú refleja la
inclinación de la pulsión inconsciente, ya
indidicada para la neurosis, a desplazarse siempre sobre nuevos
objetos siguiendo diferentes cambios asociativos.

Esto da cuenta de que así como nos desprendemos
de ciertos tabúes ya que en definitiva terminan siendo
tabúes epocales propios de un momento específico, a
su vez somos creadores de nuevo.

Hemos sido, y de hecho seguimos siendo, seguidores de
tabúes que han tratado de alguna manera regular nuestras
conductas. La mayoría son propios de la cultura en que nos
ha tocado vivir.

Al mismo tiempo, tienen que ver con cuestiones
instituidas que no siempre se borran del todo. En El
Señor de las Moscas
hay un grupo de niños que
fueron atravesados por la cultura y por las instituciones, y de
lo cual predomina un período de latencia; es decir que no
puede borrarse del todo y que en cierta medida trata de ser
conservado, como es el caso del respeto a los mayores, a la
autoridad, y el temor al castigo en el caso de no
hacerlo.

Por ejemplo, en los siguientes fragmentos de la novela
se esquematiza esta situación:

En la primera escena se puede ver que Maurice, si bien
actúa de una manera que bajo la visión de los
adultos no es la correcta, es consciente de ello,
imaginándose la "posible sanción" que
recibiría por haberlo hecho. En cuanto a la segunda
escena, Roger está respetando el "espacio de Henry",
mediado por el cuidado y la educación propias de las
instituciones que lo contienen… "El brazo de Roger
estaba condicionado por una civilización que no
sabía nada de él y estaba en
ruinas."

El concepto de
Grupo

Al hablar de "grupo", uno se puede referir a un conjunto
de personas organizadas alrededor de una tarea, con un objetivo
en común, y en donde cada integrante es poseedor de un rol
específico.

Pichón Riviere lo caracteriza como "un
conjunto restringido de personas que ligadas por constantes de
tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación
interna se propone, en forma explícita o implícita,
una tarea que constituye su finalidad, interactuando a
través de complejos mecanismos de asunción y
adjudicación de roles"[10].
La
realización de dicha tarea, destinada a satisfacer
necesidades y alcanzar objetivos comunes, exige en primer lugar
que los integrantes del grupo la reconozcan como algo
común, como aquello que los une y que los hace
partícipes, lo cual de alguna manera los ayuda a
constituirse como sujetos humanos.

En La dinámica de los grupos
pequeños
, Didier Anzieu analiza el término
etimológicamente para dar cuenta de que se trata de un
concepto bastante reciente, atravesado por una serie de
dificultades: "grupo" viene del italiano "groppo" o "gruppo", el
cual en un primer momento fue utilizado en el campo de las bellas
artes, designando a varios individuos pintados o esculpidos
formando un tema. Rápidamente la palabra se va extendiendo
en el lenguaje corriente para designar una reunión de
elementos, pero es recién a mediados del siglo XVIII que
dicho concepto va a a designar un grupo de personas.

Al mismo tiempo se le fueron adjudicando diferentes
sentidos; el primero fue el de "nudo" relacionado por los
lingüistas con el antiguo provenzal grop nudo, suponiendo
que derivaba del germano occidental "kruppa"=masa redondeada,
dando la idea de algo redondo.

De esta manera, la etimología fue proporcionando
dos líneas de acción: el "nudo" cuyo primer sentido
se convirtió poco a poco en grupo hasta poner de relieve
el grado de cohesión entre los miembros, y en cuanto a lo
"redondo", y desde el francés moderno, designó una
reunión de personas o círculo de gente.

Lo que el autor nos trata de mostrar es que la palabra
grupo ha sido una de las más confusas de la lengua
francesa, como así también en el inglés y el
alemán, emergiendo muy lentamente durante la historia del
pensamiento. También por parte de los sociólogos se
ha visto una ambigüedad del término, quienes hablan
de "grupos sociales" para designar, por ejemplo, las clases
sociales o las categorías
socio-económicas.

El grupo implica una voluntad común, pero a su
vez encierra algunas contradicciones, ya que para ser parte del
grupo, así como se aceptan ciertas cosas, también
se debe renunciar a otras. Hay un punto en el que el sujeto debe
renunciar porque en el grupo no tiene lugar, lo cual da cuenta de
que se trata de un concepto que brinda tanto protección
como alienación. Por ejemplo, n el grupo de escolares,
Piggy tenía un lugar bastante marginado en el grupo, cuya
razón podría haber sido su estado físico o
forma de ser; esto sería una contradicción
interna.

Anzieu plantea que el grupo empieza con la presencia de
un tercero en una pareja, pero que generalmente los
fenómenos de grupo se manifiestan plenamente a partir de
cuatro miembros. Por otro lado, las acciones de grupo son
diferentes de las acciones sociales en las que la pluralidad de
los individuos es, en el primer caso, una pluralidad de
individuos que están presentes juntos, o bien que lo han
estado y lo recuerdan o que saben que lo
estarán.

Una reunión o un grupo de individuos pueden tomar
muchas formas y nombres. El autor menciona cinco
categorías como una forma de diferenciar las distintas
acciones que el individuo realiza, ya sea de manera aislada o
grupal; ellas son: Multitud, Pandilla, Agrupación, Grupo
Primario o Pequeño y Grupo Secundario.

De acuerdo a las relaciones establecidas entre los
personajes de la novela, me interesa trabajar los términos
de Pandilla y Grupo Primario.

En primer lugar, una Pandilla se da lugar cuando los
individuos se reúnen voluntariamente por el placer de
estar juntos, cuya razón puede ser la búsqueda de
lo parecido, ya sea en cuanto a los modos de pensar y sentir, y
de lo cual no se es necesariamente consciente. Las más
conocidas son las pandillas de niños, de adolescentes o de
delincuentes.

"El placer de estar en pandilla procede de lo que se
suprime o suspende la exigencia de adaptarse, al precio de una
tensión psíquica penosa, a un universo adulto o
social y a sus reglas de pensamiento y de conducta; la
copresencia de otras personalidades homólogas a sí
mismo- incluso por ejemplo por su sincretismo mental y afectivo,
su débil nivel intelectual, un sentimiento de ser
incomprendido por los padres o los mayores, su asociabilidad, sus
tendencias perversas- permite abandonarse a sí mismo sin
coacción ni remordimiento, y justifica ser como se
es"[11].

La pandilla aporta una cierta seguridad,
contención, y en algunos casos un sustituto de amor.
Niños desamparados o abandonados, personalidades
inafectivas o débiles, sentimentales, los que salen de
comunidades con una fuerte disciplina en las cuales sus
necesidades afectivas no son satisfechas, cuestiones tales que
van constituyendo naturalmente a las pandillas; de todas maneras
las actividades realizadas en común no aparecen como un
fin esencial de la pandilla, sino que el fin es estar juntos
porque se es parecido.

Si bien la pandilla se define por la similitud que sus
integrantes comparten, sobre todo porque reúne un
número limitado de individuos, esta suele ser bastante
efímera ya sea porque la evolución
psicológica individual de sus miembros la desagrega,
algunos maduran, salen de la adolescencia, o bien porque el bello
parecido entre todos desaparece.

La pandilla se hacer duradera si se transforma en un
Grupo Primario", lo que implica un cambio de
características: afirmación de valores comunes,
privilegio de la lealtad y solidaridad de sus miembros,
diferenciación de funciones y fijación de fines
para la complacencia colectiva con sí mismo. A su vez,
éste posee un conjunto de características pero que
no siempre se encuentran presentes en un mismo grupo:

  • Número restringido de miembros, en donde cada
    uno posee una percepción individualizada de cada uno
    de los otros, es decir, hay una percepción
    recíproca haciendo posible el intercambio
    interpersonal;

  • Prosecución en común y forma activa de
    los mismos fines;

  • Relaciones afectivas entre los miembros las cuales
    pueden hacerse intensas y constituir subgrupos de
    afinidades;

  • Interdependencia de los miembros y sentimientos de
    solidaridad de por medio;

  • Diferenciación de las funciones entre los
    miembros;

  • Constitución de normas, creencias,
    señales y ritos propios al grupo.

En un grupo definido en estos términos se
desarrollan conductas de mantenimiento que pretenden la
conservación del grupo como realidad física, imagen
ideal y conductas de progresión que llevan a la
transformación de las relaciones entre los miembros de la
organización interna y del sector de la realidad
física o social en el cual el grupo ha elegido sus
fines.

Se puede pensar que al comienzo de la novela, los
niños se reunieron como "pandilla" mediante la
búsqueda de lo parecido, como una forma de reclamar
protección y cuidado, lo cual había sido perdido
debido al naufragio. Hay una fuerte necesidad de estar con otros,
pero poco a poco, ante el conocimiento de que estarían en
la isla por largo tiempo y mediante la consolidación de
las relaciones, esta pandilla de niños se fue conformando
como un grupo primario, estableciéndose vínculos
personales como as{i también afinidades al interior de
ellos, establecimiento de reglas, adjudicación de roles y
diferenciación de tareas a realizar, como fue el cazo del
grupo de cazadores que debían encargarse de mantener la
hoguera encendida y conseguir carne, mientras que otros
debían construir cabañas. Al mismo tiempo se ponen
en juego un conjunto de creencias y realización de ritos,
como el caso de la caracola, la cual cada vez que era sonada
producía una especie de ritual en el sentido de que todos
hacían silencio sabiendo que significaba una llamada a
asamblea.

En un grupo con estas características, más
allá de la presencia de un líder, es posible la
comunicación cara a cara, existiendo a la vez un objetivo
común que los une. A simple vista, y a pesar de que muchos
de los niños lo negasen, el objetivo era del grupo era el
"rescate".

La
problemática del sujeto en la temática
grupal

"Me parece que muchos otros
estarán por ahí. ¿Tu no has visto a nadie
más?…"

Al interrogarse acerca de lo grupal, tanto
Riviere como Quiroga se preguntan acerca de los procesos
interaccionales que se dan al interior, cuestionándose a
la vez acerca de la esencia de la situación que constituye
el horizonte de toda experiencia humana, lo cual los
reenvía necesariamente a la problemática del
sujeto.

En dicho análisis, Riviere concibe al sujeto como
emergente, configurado en una trama compleja en la que se
entretejen vínculos y relaciones sociales. Desde dicho
planteos, la subjetividad aparece determinada por lo
histórico y lo social en tanto el sujeto se constituye
como tal en un proceso de interacción entendido como una
dialéctica o interjuego entre sujetos.

De esta manera, el sujeto aparece bajo un doble
carácter: como "agente", actor del proceso interaccional,
y a su vez configurándose en dicho proceso emergiendo y
siendo determinado por las relaciones que constituyen sus
condiciones concretas de existencia.

Quiroga y Riviere hablan de un "sujeto de la necesidad",
analizando el interjuego entre la necesidad emergente del
intercambio material del organismo como el medio y la
satisfacción de dicha necesidad lo cual, y como ya he
planteado en el apartado anterior, encierra un mundo externo en
busca de la fuente de gratificación en la relación
con los otros sujetos. Sería como esa necesidad constante
de buscar en los otros el reconocimiento, viendo a la vez la
forma de agradarles.

Se trata de un "sujeto-sujetado" de la necesidad que se
metamorfosea a partir del "proyectum"; es decir la
sujeción a la necesidad como punto de partida de la
acción destinada a obtener la gratificación,
sería la condición de una tarea en la que el sujeto
se proyecta sobre el mundo externo (su contexto inmediato) con
una direccionalidad (proyecto) mediante un hacer que lo
modifica.

Ese interjuego entre necesidad y satisfacción
define al sujeto como un sujeto de la acción, situado a
partir de tareas concretas y en su dimensión
histórica.

Hemos visto que desde la concepción pichoniana de
sujeto, la tarea ocupa un lugar fundante; a su vez dicho sujeto
aparece "activamente adaptado" en la mediad que mantiene un
interjuego dialéctico con el medio y no una
relación rígida, pasiva o estereotipada.

Desde Pichon Riviere, la Psicología Social no es
una psicología de los grupos sino una reflexión
acerca del sujeto y su comportamiento, siendo lo grupal el
escenario e instrumento de su comportamiento.

Riviere analiza la unidad de interacción en la
que este sujeto emerge, y al que concibe como el contexto
pertinente, focalizado como objeto de reflexión para
comprender a ese sujeto, y en donde se articulan sus
determinaciones internas y externas.

Es decir que estos procesos interaccionales constituyen
el horizonte de la conducta humana la cual se reviste de
significatividad.

Pero… ¿qué es lo que aparece en una
situación de interacción?…; siguiendo con los
aportes de Quiroga y Riviere, hay interacción cuando
"dos o más sujetos comparten un tiempo y un espacio,
hay entre ellos un juego corporal de miradas, de gestos. Se
perciben recíprocamente y sobre la base de esa
percepción recíproca intercambian mensajes,
utilizando un lenguaje verbal y gestual. Decimos que se establece
entre esos sujetos un proceso comunicacional en tanto
intercambian signos de un código, por los que describen
objetos y expresan emociones".[12]

Hay interacción en tanto se de una
determinación recíproca o interjuego que se
efectiviza cuando la presencia cuando la presencia y la respuesta
del otro es incluida y anticipada en la actitud de cada sujeto;
inclusión y anticipación que se configura como
expectativa hacia el otro dentro de un interjuego de
orientación mutua.

En ese interjuego de expectativas recíprocas,
cada sujeto aparece como significativo para el otro, cuyas
acciones están articuladas por leyes de causalidad
recíproca. Dicha interacción también tienen
que ver con una necesidad propiamente humana, de poder
relacionarnos con los otros.

Al comienzo de la novela, Piggy sentía esa
necesidad de poder relacionarse con Ralph, ya que hasta ese
momento eran los únicos dos que habitaban la
isla

"-¿Cómo te llamas?

-Ralph.

El gordito esperaba a su vez la misma pregunta, pero
no hubo tal señal de amistad. El muchacho rubio llamado
Ralph sonrió vagamente, se levantó y de nuevo
emprendió la marcha hacia la laguna. El otro le
siguió decidido a su lado."

Esta escena muestra el "empuje" que Piggy sentía
en el sentido de establecer algún tipo de vínculo
con Ralph, cuya necesidad no pudo ser satisfecha completamente,
ya que Raplh no parecía demostrar la misma
sensación.

El desarrollo de expectativas recíprocas y el
intercambio de mensajes permiten afirmar que la
interacción implica procesos de comunicación, a la
vez que fenómenos de aprendizaje en tanto se da una
modificación interna de cada uno de los actores,
modificación emergente del reconocimiento del otro lo que
producirá un ajuste del comportamiento de ambos a esa
realidad que significa la presencia concreta del otro.

Se puede hablar también de otras formas de
acercamiento a la comprensión de este rasgo esencial de
los procesos de interacción pero a través de su
negación, como una forma de contrastar ambas
posibilidades. Serían formas de lo colectivo en la que los
sujetos participan objetivamente del mismo tiempo y espacio, y en
donde si bien se desarrollan acciones, no se da una
relación entre los sujetos en cuestión.

Se trata de situaciones en las que, pese a la presencia
simultánea de varios actores en un mismo ámbito
espacial, no llega a constituirse la unidad interaccional. Al
respecto, Quiroga retoma a Sastre, quien en Crítica a
la razón dialéctica
investiga acerca de estas
formas de lo colectivo denominándolo como "serie" y
caracterizándolo como opuesto al grupo.

La serie sería una forma de lo colectivo cuya
unidad es exterior, con principios organizadores las cuales son
externos, y no internos como lo es en el grupo. En consecuencia,
la serie es inestructurada y carece de cohererencia interna; por
ejemplo, una cola de personas para sacar una entrada o clientes
al interior de un negocio.

Esto me permite pensar que en la novela, antes de
producirse el accidente, los niños formaban parte de una
serie como pasajeros del avión, y si bien
compartían un tiempo y un espacio, ésta no era la
condición suficiente para establecer una relación
vincular. Tuvo que pasar una situación (el accidente) que
les permitiera interaccionar entre ellos, o mejor dicho entre los
sobrevivientes, lo cual va mucho más allá que
compartir sólo un espacio físico, acompañado
esto de la necesidad de estar con otros.

A modo de
conclusión…

Luego de leer El Señor de las Moscas me
pregunto si en realidad un niño que está comenzando
a vivir el pase entre su socialización primaria y la
secundaria puede "sobrevivir" sin el adulto, sin la ley y la
protección.

Golding lo pensó de esta forma: como el caos, la
destrucción y violación de reglas, mostrando la
condición humana en su máximo esplendor, a partir
de la situación de pequeños escolares quienes
apenas estaban palpando las normas sociales y que debieron
aprender a sobrevivir, primero de forma democrática
mediante llamadas a asambleas para poder ver qué era que
lo mejor para todos como grupo, y finalmente de manera
despótica y salvaje.

Lo que trata el autor es mostrar cómo
reaccionaría un grupo de niños a la hora de
mantenerse con vida, lo cual una opción sería
mediante la agresividad e imposición de la superioridad
ante los demás, cuya actitud fue tomada por Jack, y quien
para varios representó el "Nazismo de la
época".

En general, esta fue la forma que estos pequeños
tuvieron para ver lo que les había pasado, asumiendo al
principio "un mundo sin mayores" que luego pasó a ser "su
mundo".

Creo que implícitamente lo que Golding trata de
señalar es la presencia del adulto como necesaria. Al
respecto me surgen los siguientes interrogantes: ¿puede el
niño vivir sin el adulto?; ¿es capaz de crear sus
propias reglas y vivir "armónicamente"?;
¿cuál sería la representación de
niño que se está poniendo en juego para pensar tal
situación?….

Para ayudar dicha reflexión me pareció
pertinente retomar la obra Pedagogía del
aburrido,
en especial un artículo de Ignacio
Lewkowicz titulado ¿Existe el pensamiento
infantil?
En él, plantea la idea de que la infancia,
al igual que la adolescencia en tanto construcción
histórica, ha ido cambiando configurándose y
desplazándose una y otra vez. Al mismo tiempo retoma una
idea de Spinoza: "el concepto no ladra", es decir que no siempre
un concepto indica precisamente lo que uno espera ya que mediante
él se suele sobreimponer una representación a lo
real para después exigirle a lo real que se comporte
según la representación. Por ejemplo: si se trata
de un niño, se "supone" que debe hacer tal y tal cosa, y
evitar otras.

Si bien el concepto es un instrumento, para Lewkowicz no
se trata de un saber absoluto ni la determinación de lo
real, lo cual tampoco significa que conceptualizar sea
inútil.

Los dispositivos modernos han trabajado sobre modelos
institucionales, por eso al pensar la infancia
espontáneamente se la sitúa como institución
ya que dicho concepto remite a una serie de instituciones que la
producen y albergan. Las dos más importantes: la familia y
la escuela, en donde la familia produce al niño como hijo
y la escuela como alumno, siendo la superposición de hijo
y alumno lo que espontáneamente llamamos
niño.

En su análisis, el autor plantea la siguiente
situación, la cual me recuerda en algunos puntos escenas
de la novela:

"Una pintora rosarina que vive en Venecia pinta
niños, situaciones de niños que son muy raras: son
de niños y sólo niños. Y cuando digo
"sólo niños" no estoy diciendo "sin adultos" porque
el "sin" de "sin adultos" enuncia que falta algo, y lo que ella
pinta no son niños a los que le faltan los adultos, ni
niños que festejan que no están los adultos. Esas
pinturas son sumamente inquietantes, no porque tengan algo
siniestro, algo provocador o algo oscuro, sino porque expresan
algo que se les escapa al pensamiento. Son niños y
sólo niños. Están jugando, están
haciendo, están caminado, están pensado: son
chicos. El inquietado es uno, el sujeto moderno que
inmediatamente situa al niño en la familia o en la
escuela, que concibe la infancia como una institución
entre las instituciones familiar y escolar. Lo inquietante en los
cuadros es que esos niños no son hijos ni alumnos, que son
los predicados espontáneos con los que rodeamos a los
chicos. Ante todo, un niño es hijo o alumno, pero
ésa no es una nominación desde el niño sino
desde la institución que los produce como
tales".[13]

En El Señor de las Moscas el autor si se
está plantea ese "sin", es decir la falta del adulto,
acompañado de la fuerte influencia que ejerce la familia y
la escuela como las dos instituciones que atraviesan a la
infancia de estos niños, lo cual puede verse desde el
punto de vista de los niños (como el caso de Piggy quien
continuamente se atemoriza ante la idea de que si los mayores se
enterasen que estaban "rompiendo con las reglas" se iban a
enojar) como desde el adulto (que fue el caso del jefe de Marina
quien lo primero que preguntó al llegar a la isla era si
se encontraba algún mayor). Esto da cuenta de que el
niño está afectado institucionalmente por un tiempo
que es el "todavía no", lo cual excluye al pensamiento
infantil ya que ante el supuesto de que está tutelado
porque nace desamparado y por dicha razón las
instituciones deben ampararlo, no se está reconociendo la
voz propia del niño, interpelándolo
únicamente desde su relación con el
adulto.

Ante esto, las instituciones se orientan en
función de que los niños piensen conforme a normas,
pero no para que piensen por sí mismos.

Generalmente, desde el sentido común, uno puede
pensar que si existiera la posibilidad de que un grupo de
pequeños tuviera que convivir sin la intervención
de un mayor, no sería posible la armonía, quedando
las reglas que uno pretende imponer en un segundo
plano.

Si bien considero necesario la fijación de
límites ya que al igual que en la novela los niños
lo piden muchas veces a gritos manifestándolo de
múltiples formas, también pienso que éstas
no deben ser sólo una cuestión de imposición
arbitraria o sádica, sino poder escuchar la voz de ese
sujeto que va constituyendo su subjetividad en relación a
otros y que tiene mucho para decirnos y
enseñarnos.

Es todo un desafío poder proponerse dicha tarea:
reconocer al sujeto tal como es, respetando sus pensamientos e
interviniendo en las ocasiones que sea pertinente, lo cual
implica que de algún modo la presencia del adulto es a
veces necesaria.

Bibliografía

  • ANZIEU, D. y MARTIN J-I: "El concepto de grupo" en
    "La dinámica de los grupos pequeños";
    Edición Biblioteca Nueva.

  • CASTORIADIS, C. (1999): "Figuras de lo pensable";
    Fondo de Cultura Económica.

  • COREA. C y LWECOWICZ, I. (2004): "¿Existe el
    pensamiento infantil" en "Pedagogía del aburrido";
    Editorial Paidos.

  • DIAZ, E. (19996): "¿Qué es el
    Imaginario Social?" en "La Ciencia y el Imaginario Social";
    Editorial Biblos.

  • FERNÁNDEZ, L: "Instituciones educativas.
    Dinámicas institucionales en situaciones
    críticas". PAIDOS 1994

  • FREUD, S. (1912) "Tótem y Tabú", Obras
    completas, Volumen 9

  • GOLDING, W. (1999): "El Señor de las Moscas";
    A. Guerrero Editor.

  • KAES, R. y otros (1989): "La institución y
    las instituciones" Estudios psicoanalíticos, Editorial
    Paidos.

  • QUIROGA, A. (1999): "El concepto de grupo y los
    principios organizadores de la estructura grupal en el
    pensamiento de Enrique Pichón Riviere" en "Enfoques y
    prespectivas en Psicología Social"; Ediciones Cinco,
    Bs. As.

 

 

Autor:

Rita Gotardo

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ENTRE RIOS

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA
EDUCACION

TALLER DE PSICOLOGIA SOCIAL Y DINAMICA DE
GRUPOS

TRABAJO FINAL

PROFESORES: NORMA BARBAGELATA

ANDRES BORGETTO

AÑO ACADEMICO: 5TO.
AÑO

MAYO, 2007

[1] William Golding nació en Columb
Minor, en Cornwall. Estudió en la universidad de Oxford
en donde posteriormente impartió seminarios de lengua
inglesa. Trabajó como actor y autor, aunque sus
preferencias fueron referidas a la enseñanza. De esta
manera se dedica a la docencia hasta que se alistó en la
Marina durante la segunda Guerra Mundial. Una vez terminada la
guerra vuelve a escribir de nuevo. Ambas experiencias, la
decadencia humana del conflicto bélico y las
rígidas normas de los colegios de su país
forjaron su desilusión en el hombre y su destino,
llegando a inspirarlo a la realización de esta obra
“El Señor de las moscas”, su primera novela
escrita en 1954 y por la cual recibió el premio
Nóbel en el año 1983. A esta le siguieron otras
obras en donde trabajó temas similares, como “Los
herederos” (1955), “Martín el
naufrago” (1959), entre otros.

[2] BERGER, y LUCKMAN (1979): “La
construcción social de la realidad”;

[3] CASTORIADIS, C.(1999):
“institución primera de la sociedad e
instituciones segundas”; en “Figuras de lo
pensable”, Fondo de Cultura Económica; pág
115

[4] DÍAZ, E: (1996):
“¿Qué es el imaginario social?” en
“La ciencia y el Imaginario Social”; Editorial
Biblos, Bs. As.

[5] KAES, R: “Complejidad de los
espacios institucionales y trayectos de los objetos
psíquicos”, en “Psicohigiene en las
instituciones”, J. Bleger.

[6] SOUTO, M. (1994): “Las formaciones
grupales en la escuela”; Editorial Paidós.

[7] KAES, R (1989):”La
institución y las instituciones. Estudios
Psicoanalíticos; Editorial Paidos, pág. 39

[8] op, cit: pág 40

[9] FREUD, s. (): “Tótem y
Tabú”; Obras Completas. Tomo 13, pág
1761

[10] QUIROGA. A (1999): “El concepto de
grupo y los principios organizadores de la estructura
grupal” en “Enfoques y perspectivas en
Psicología Social”; Ediciones Cinco; Bs. As.;
pág 78

[11] ANZIEU, D: “El concepto de
grupo” en “La dinámica de los grupos
pequeños”; pág. 22

[12] QUIROGA. A (1999): “El concepto de
grupo y los principios organizadores de la estructura
grupal” en “Enfoques y perspectivas en
Psicología Social”; Ediciones Cinco; Bs. As.;
pág 84

[13] COREA, C, LEWCOWICZ, I (2004):
“¿Existe el pensamiento infantil? en
“Pedagogía del aburrido”; Editorial Paidos,
Bs. As., pág. 126

Partes: 1, 2
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