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Un referéndum para retirarse de la Unión Europea (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

"Este encuentro nos ofrece una oportunidad de aprovechar
sus conocimientos y espero que también les dé a los
países nórdicos y bálticos una oportunidad
para aprender los unos de los otros y de nosotros",
recogió la BBC de las palabras del mandatario
conservador.

Éste no ha dudado en definirse como un "vendedor
de las empresas británicas" y ha mostrado su confianza en
que la cita de Londres sirva para avanzar en las relaciones
comerciales.

El martes, Cameron y su par noruego, Jens Stoltenberg,
decidieron trabajar juntos en la exploración de
yacimientos de gas y petróleo, así como en el
desarrollo de plataformas de energía eólica y de la
red eléctrica en el mar del Norte.

– Anatole Kaletsky: ¿Por qué tanta sonrisa
mientras se acerca una Europa federal? (El Economista –
16/2/11)

Hasta donde se conoce, David Cameron no
mostró malestar alguno en la pasada cumbre europea cuando
le fue presentado el plan francoalemán para crear una
Europa federal.

Conocido de forma oficial como el pacto por la
competitividad, las propuestas fueron descritas con orgullo por
el presidente Sarkozy y por la canciller Merkel como el
tardío diseño de un gobierno económico
europeo. Su objetivo es armonizar seis grandes y controvertidas
áreas referentes a la política nacional
económica y social de los países de la zona
euro.

Estas áreas son: impuestos corporativos, sistema
de pensiones, negociación salarial, cualificaciones
educativas, límites de la deuda pública y
gestión de regímenes para bancos con
dificultades.

Teniendo en cuenta el pasado
euroescéptico de Cameron, la ausencia de cualquier tipo de
oposición podría parecer una sorpresa. ¿Por
qué está aparentemente tan relajado el Gobierno
británico ante este enorme paso de la Unión Europea
hacia la creación de un estado federal, cuando esta
propuesta podría haber llevado al paroxismo a Margaret
Thatcher o incluso a John Major?

En estos momentos, parecen existir cinco
razones para la falta de interés del Gobierno
británico hacia los asuntos europeos. En primer lugar, la
influencia del eurofederalismo de los liberaldemócratas en
la coalición. En segundo lugar, la estabilidad del euro y
del sistema bancario de la UE son importantes para la
recuperación de Gran Bretaña.

En tercer lugar, el Gobierno se consuela
con el hecho de que los recientes planes de gestión
económica conjunta se hayan presentado fundamentalmente
como acuerdos intergubernamentales entre líderes
nacionales más que como transferencias de autoridad a la
Comisión Europea. En cuarto lugar, los intransigentes
euroescépticos que todavía quedan en el Gobierno
creen que Gran Bretaña se puede aislar de esos proyectos
europeos no deseados, manteniéndose fuera de la
eurozona.

Finalmente, el proyecto de ley de la
Unión Europea, ahora ante el Parlamento, incluirá
un referéndum de bloqueo para cualquier nueva
transferencia de soberanía de Westminster a
Bruselas.

No habrá retorno

El primer punto habla por sí mismo, pero los
otros se apoyan en un concepto erróneo de proporciones
históricas: que el avance del federalismo económico
de este momento es, simplemente, una respuesta inevitable a las
crisis financieras de Grecia, Irlanda y España,
desencadenadas por la contracción del crédito en
2008.

La esperanza en Whitehall es que este
programa de centralización se abandone paulatinamente o
que incluso se cambie cuando la crisis termine, pero lo
más probable es que ocurra lo contrario.

Las nuevas instituciones y acuerdos
inspirados por la crisis del euro serán rasgos permanentes
en el panorama político europeo que evoluciona de forma
continua hacia un Ejecutivo federal a gran escala. Gobierno que
Jacques Delors, Helmut Kohl y la señora Thatcher vieron
como la consecuencia inevitable de la decisión de Europa
de crear una unión monetaria única.

El plan de la última cumbre ilustra perfectamente
este proceso. La armonización propuesta sobre las
políticas fiscal, laboral y de pensiones no incide
directamente en la crisis del euro y no conseguirá que
Grecia o Irlanda sean más dignas de crédito. Por el
contrario, Irlanda podría sufrir una salida de capital y
pérdida de empleo si se viera obligada a armonizar sus
tasas de impuestos con las de Alemania o Francia.

Centralizar la negociación salarial en toda
Europa, lejos de permitir a los países pobres que fueran
más competitivos aprovechando su mano de obra más
barata, crearía un mecanismo para proteger los altos
salarios y cargas sociales de Alemania y Francia.

Mientras tanto, la única parte de la propuesta
francoalemana que podría ayudar a mejorar la estabilidad
del sistema financiero europeo, la creación de un
mecanismo paneuropeo para garantizar y recapitalizar los bancos
con problemas, apenas se mencionó en la cumbre y
probablemente no se tendrá en cuenta. Al menos, por el
momento.

Avance del eurofederalismo

En resumen, las propuestas de la semana
pasada no fueron tanto un intento de resolver la crisis del euro
como un esfuerzo por utilizarla en el avance de la agenda
eurofederalista que lleva años paralizada.

Alemania, en particular, ha visto la crisis como una
excelente oportunidad para promover su visión de una
Europa federal, en la que todos los países miembros se
verán forzados a cumplir con unas normas presupuestarias
muy estrictas, con una negociación salarial centralizada,
ofreciendo una generosa red de Seguridad Social y recaudando los
relativamente elevados impuestos que se requieren para
pagarla.

En muchos sentidos, éste es un modelo atractivo,
pero es poco probable que funcione en los países
más pobres y menos ordenados del sur y centro de
Europa.

Aunque Alemania posee el dominio en la actualidad, las
relaciones de poder cambiarán rápidamente en caso
de que se contenga la crisis del euro. Una vez que Alemania
suscriba las garantías financieras irrevocables para las
deudas de otros países de la zona euro, las condiciones
políticas que ha impuesto quid pro quo seguramente se
suavizarán.

Es casi seguro que, por ejemplo, las sanciones
presuntamente "automáticas" por el incumplimiento de las
normas presupuestarias, que es probable que Alemania se gane a
cambio de sus garantías financieras, sean
rápidamente ignoradas al igual que lo fue la
"cláusula de no rescate" que establecía que los
miembros de la eurozona nunca garantizarían las deudas de
los demás.

Lo mismo puede suceder respecto a la insistencia de
Alemania en que la armonización de la UE debería
ser más controlada por los líderes nacionales en
las cumbres, en lugar de por los comisarios de la UE en
Bruselas.

La Comisión posee el único mecanismo para
la implantación de las decisiones intergubernamentales y
la historia de la UE sugiere la pronta adquisición del
control total. Además, los demás miembros de la
eurozona están decididos a no ser gobernados por Alemania,
ni tampoco por una junta directiva franco-alemana.

Ellos garantizarán el rápido traslado de
las principales responsabilidades para el gobierno
económico a la Comisión una vez que Alemania
suscriba las garantías irrevocables para la estabilidad
financiera del euro y, por consiguiente, pierda su poder de
veto.

Si hablamos de vetos, debemos remontarnos a la
posición de Reino Unido. El Gobierno británico
considera que la preferencia alemana por los mecanismos
intergubernamentales es muy tranquilizadora y por tanto se
muestra impasible ante la evolución de la UE respecto a la
eurozona.

Pero es ilusorio pensar que Gran
Bretaña pueda evitar una posterior integración de
la Unión Europea. Dado que los 17 países miembros
de la eurozona se inclinan inexorablemente hacia una unión
económica y política, los intereses de este bloque
unido adquirirán un mayor dominio en todas las
instituciones de la UE.

Los países ajenos a la zona euro,
concretamente Gran Bretaña, deberán, pues, afrontar
la realidad de una Europa con distintas velocidades, con un
núcleo federal completamente integrado y una
coalición mucho más holgada de socios comerciales
en el exterior.

Esta visión de una Europa
más holgada es digna de elogio, pero es justo aquello que
los sucesivos gobiernos británicos han intentado durante
décadas evitar. Ahora es una realidad
incuestionable.

(Anatole Kaletsky. Director adjunto y jefe de
Economía del diario The Times. ©)

– Leon Brittan: "Londres no dejará que la
eurozona le ponga barreras" (Expansión –
19/2/11)

(Roberto Casado – Londres)

A simple vista, el Gobierno
británico parece estar totalmente alejado del debate entre
los países de la eurozona para dotar de más
estabilidad económica y fiscal a la Unión
Monetaria. El actual primer ministro, David Cameron, defiende con
ardor la independencia de la libra esterlina frente al euro y
rechaza cualquier posibilidad de reforzar la integración
política o económica de Reino Unido con el resto de
la Unión Europea.

Pero poco después de que la crisis de Grecia
provocara el inicio de la tormenta fiscal en la periferia
europea, Cameron rescató para la vida pública
británica a un experto en la situación del
continente. En septiembre de 2010, el primer ministro
nombró como su asesor económico internacional a
Leon Brittan, un veterano político de 71 años que
fue vicepresidente de la Comisión Europea entre 1989 y
1999.

En una entrevista con "Expansión", Brittan revela
que desde Londres se sigue con más interés del que
parece la discusión en la eurozona para alcanzar un nuevo
"pacto por la competitividad", por el que los países que
comparten la moneda única podrían incrementar su
coordinación en política económica y
presupuestaria.

"Dentro de los diversos tratados de la
Unión Europea, en algunos de los cuales participé
de forma activa en las negociaciones, hay espacio para una mayor
cooperación para aquellos países que quieran ir
más intensamente y más rápido en su
integración. Y no podemos tener ninguna objeción
contra ello.

Si los países quieren hacerlo,
siempre dentro de los tratados, pueden hacerlo. Pero no dejaremos
que se cambien las reglas ni los tratados, ni permitiremos que la
eurozona construya barreras económicas o comerciales con
el resto de países de la Unión Europa o con el
resto del mundo", afirma Brittan.

Por el momento, según lo que va
trascendiendo de las negociaciones lideradas por Francia y
Alemania, "no parece haber riesgos para la posición de
Reino Unido. Creo que los miembros de la eurozona son conscientes
de que no pueden pasar ciertas líneas", indica el ex
comisario europeo.

Pero el principal problema para Reino Unido por el
proceso de transformación de la eurozona puede llegar,
más que por la aparición de nuevas barreras
comerciales en la Unión Europea, por el mantenimiento de
las que ya existen. Según Brittan, "el nivel de
exportaciones entre Reino Unido y el resto de países de la
Unión Europea está un 45% por debajo de su
potencial, como consecuencia de barreras no tarifarias que las
empresas británicas encuentran para vender en el
continente".

Eso supone, según un estudio encargado por el
Gobierno británico, que las compañías de
Reino Unido dejan cada año de exportar unos 80.000
millones de libras (96.000 millones de euros) al resto de Europa.
Las empresas británicas achacan esa situación a los
obstáculos regulatorios y legales que encuentran para
expandirse dentro del denominado mercado único.

En el caso de España, las rémoras
proteccionistas de este país reducen cada año en
unos 12.000 millones de euros las exportaciones de Reino Unido,
según las cifras que manejan Brittan y el Ministerio de
Comercio e Industria británico. Esta cifra más que
duplica los alrededor de 10.000 millones de euros que las
compañías británicas vendieron en
España en 2010.

Esta cifra es muy inferior a los 14.000 millones de
2007, antes de la crisis. Brittan admite que "el recrudecimiento
de la crisis fiscal y la incertidumbre económica
afectó a las relaciones comerciales entre España y
Reino Unido, pero ahora están mejorando".

Al margen de la coyuntura, Brittan explica que la
prioridad para impulsar Europa es "avanzar en el desarrollo del
mercado único para acabar con las barreras existentes y
facilitar así que el continente vuelva a tener una etapa
de crecimiento".

Para empezar, Londres se
conformaría con "una aplicación real de la
directiva de servicios, que tendría unos beneficios de
entre 4.000 y 6.000 millones de libras anuales", indica Brittan.
Según el Gobierno británico, todavía existen
en los países europeos unos tres mil requerimientos
distintos para desarrollar negocios "en áreas como la
contabilidad, la arquitectura y otros servicios profesionales,
donde las firmas de Reino Unido tienen una gran
experiencia".

Para empujar esos planes, Brittan dice que "el Gobierno
español puede ser un buen amigo, pero igual que lo son el
resto de países de la Unión Europea".

Leon Brittan también quiere convencer a la
Unión Europea de un aumento de sus acuerdos comerciales
con otros países del mundo. "Creo que no hace falta exigir
reciprocidad a otros países para abrir nuestras
fronteras", dice el ex comisario.

De Thatcher a Cameron…y Clegg

Leon Brittan nació en Londres en 1939. Licenciado
en Derecho por la Universidad de Cambridge, inició su
carrera política en el Partido Conservador en los
años sesenta. Cuando en 1979 Margaret Thatcher llega al
poder, Leon Brittan es nombrado ministro de Interior, y luego
pasa por las carteras de Economía y Comercio.

Pero un escándalo por un contrato de compra de
helicópteros provocó la dimisión de Brittan
en 1986, por lo que dos años después saltó a
Bruselas como representante británico en la
Comisión Europea. Allí se mantuvo diez años
como vicepresidente con varias funciones. Nick Clegg, el actual
vice primer ministro británico, fue uno de sus ayudantes
en Bruselas.

Tras volver a Londres en 1999, Brittan se desligó
de la vida política activa, aunque fue nombrado miembro de
la Cámara de los Lores. También es consejero del
banco suizo UBS, puesto que ha dejado mientras asesora a David
Cameron.

– Anatole Kaletsky: Europeos Creativos 4, Anglosajones
recortadores del gasto público 0 (El Economista –
4/7/11)

(Por Anatole Kaletsky)

Qué justicia poética.
Barack Obama y David Cameron reafirmaron recientemente la
"relación esencial", una conexión de mentes a
través del Atlántico que ha dado forma al
pensamiento geopolítico y económico del mundo desde
aquella relación especial mantenida por Ronald Reagan y
Margaret Thatcher.

Y justo cuando los líderes estadounidense y
británico hacen esto, la principal alternativa para la
visión anglosajona del mundo -el federalismo europeo de
Jacques Delors y Helmut Kohl- cae en una angustia mortal con la
inminente quiebra de Grecia, que podría ser seguida de
cerca por Irlanda, Portugal y España.

Justicia poética, sin duda, pero quizá de
un tipo inesperado. ¿Podría ser que la confianza en
el modelo anglosajón de gobierno, que ha disfrutado de una
reactivación inesperada tras la crisis de 2008,
esté alcanzando el punto en el que el orgullo desmedido
acarrea su justo castigo? ¿Será posible que las
actuales tribulaciones de Europa no sean sólo la angustia
mortal del viejo euro, sino las contracciones del parto de una
nueva federación europea que podría ser un ejemplo
para el mundo? Hace poco presidí una sesión de la
Cumbre Económica de Múnich, organizada por el Ifo,
el prestigioso instituto alemán de investigación
económica. El título de la conferencia, El papel
del Estado en un mundo globalizado, llamó la
atención sobre el expansivo abismo entre el razonamiento
europeo y el anglosajón.

Para los europeos de todas las
persuasiones políticas, está claro que redefinir
una relación nueva y más creativa entre el Estado y
el sector privado es el principal desafío del
período posterior a la crisis. La creencia en la
intervención constructiva del Estado es, en su caso,
todavía mayor entre los partidos conservadores a favor de
la empresa que actualmente gobiernan en Alemania, Suecia y otras
triunfantes economías del norte de Europa que entre su
oposición socialdemócrata, influida aún por
una visión marxista del mundo.

Intromisión estatal

En Múnich, por ejemplo, Anders Borg, el brillante
ministro sueco de Economía, apuntó con
precisión de láser a los cruciales papeles del
Gobierno en la gestión activa de la demanda
económica, subvencionando el pleno empleo, financiando la
inversión e investigación en infraestructuras,
mejorando la educación y diseñando redes
inteligentes de seguridad para el bienestar.

Los hombres de negocios alemanes hablaron con entusiasmo
de las oportunidades creadas por una inversión patrocinada
por el Estado en energía solar y las inteligentemente
diseñadas subvenciones laborales que previnieron una
crisis de desempleo posterior a Lehman como la de EEUU. En
contraste, los portavoces de Estados Unidos y Gran Bretaña
repitieron el mantra de los recortes fiscales, las reducciones
del déficit y la desregulación laboral, citando la
interferencia del Ejecutivo como la raíz de todos los
males económicos.

Mientras escuchaba al Sr. Borg y a
Hans-Werner Sinn, el famoso defensor del libre mercado del Ifo,
deshacerse en elogios sobre los cuatro papeles indispensables del
Gobierno -estabilización, regulación,
distribución y provisión de bienes públicos-
me di cuenta de que la reinvención del capitalismo que la
crisis ha hecho necesaria puede acontecer principalmente en la
Europa continental, más que en Gran Bretaña o
EEUU.

Cuatro grandes motivos

Hay cuatro grandes motivos por los que
el período venidero podría pasar sorprendentemente
a la historia como la década de Europa, si no, incluso,
como el siglo europeo. El primero es que la actual crisis
financiera sólo puede resolverse dando otro gran paso
hacia la integración económica y política
entre los miembros de la zona euro. Casi sin duda se
creará una federación europea a escala completa si
la única alternativa es la quiebra del euro. ¿Pero
triunfará económicamente esa federación?
Esto nos lleva al segundo motivo.

Europa lo ha hecho mucho mejor que EEUU
a la hora de producir los bienes y servicios demandados por
China, India y las demás naciones emergentes, que
alimentarán el crecimiento en las décadas futuras.
Las exportaciones de la UE a China, por ejemplo, son el doble de
las estadounidenses y crecen más rápido, a pesar de
la ventaja competitiva disfrutada por los exportadores
estadounidenses gracias a un dólar débil. Parece
que las herramientas de maquinaria alemanas son sencillamente
mejores, mientras que a la creciente clase media los productos de
lujo franceses, e italianos les resultan mucho más
atractivos que los estadounidenses.

Cuando estuve en Hong Kong, las boutiques de
Hermès y Armani tenían sistemas de cola para
impedir que las masas de turistas chinos estuvieran esperando
pacientemente en el exterior. Por su parte, el establecimiento de
Tiffany's parecía bastante vacío. ¿Y hay
alguien fuera de EEUU que verdaderamente prefiera un Cadillac o
un Hummer a un Mercedes o un BMW?

El tercer motivo de optimismo es que
Europa se ha hecho clarísimamente competitiva en costes,
no sólo por el crecimiento de la productividad y la
restricción salarial en Alemania, Suecia y los
demás países nórdicos actualmente en auge,
sino también por la integración de trabajadores de
Europa del Este de bajo coste en el sistema industrial dirigido
por Alemania. Los trabajadores polacos, húngaros y
eslovacos han recortado los costes de las empresas alemanas, de
la misma forma que México ha recortado los costes para las
empresas estadounidenses, pero los niveles educativos y la
infraestructura de Europa del Este son muy superiores. Otra gran
ventaja es que Europa es geográficamente compacta. La
distancia de la sede de VW de Wolfsburg a Poznan, donde se
fabrica el Passat, es sólo un sexto de la que hay de
Detroit a Monterrey.

Finalmente, y lo que es más
importante, Europa se encuentra perfectamente preparada para
desarrollar un nuevo modelo de capitalismo gracias a la
cooperación, más que la confrontación, entre
empresas y acuerdos gubernamentales con tradiciones
políticas europeas de economía mixta. En Estados
Unidos, el ascenso del Tea Party y el atasco político de
Washington sugieren que para superar el dogmatismo del libre
mercado se precisará otra crisis todavía mayor que
en 2008. Por su parte, en Europa ya hay señales de
éxito para los nuevos modelos de capitalismo de
economía mixta.

Dependencia capitalista

Como señaló el Sr. Borg, Suecia
estabilizó su economía rápidamente
después de la crisis mediante el uso de fuertes
estímulos fiscales y monetarios, junto con
políticas muy activas en el mercado laboral. Y lo que
resulta más impresionante, ha contenido los costes a largo
plazo de un Estado del Bienestar muy generoso y ha estabilizado
el gasto sanitario a sólo la mitad del nivel
estadounidense, logrando, al mismo tiempo, mejores resultados
médicos.

Suecia ha conseguido estos milagros tan aparentes
combinando el acceso universal garantizado por el Estado con
elementos de la provisión de la empresa privada, no
sólo en asistencia sanitaria, sino también en
educación y otras funciones tradicionales del
Estado.

Unos compromisos tan creativos entre el
mercado y el Estado serían imposibles en la
tradición anglosajona. Sin embargo, probablemente el
futuro del capitalismo dependa de este tipo de
colaboración.

(Anatole Kaletsky. Director adjunto y jefe de
Economía del diario The Times)

– Matthew Lynn: Las economías anglosajonas se las
arreglan solas (El Economista – 26/9/11)

(Por Matthew Lynn)

Lo que se debe saber sobre la economía global
actual es muy sencillo. No es el salvaje oeste ni hay gente
paseándose por la ciudad con un revólver de seis
cartuchos.

Sin embargo, cada vez que uno abre el periódico,
ojea una web nueva o lee un informe de investigación de
algún gran banco, un economista de aspecto grave se queja
de que "nos estamos quedando sin munición".

Es el nuevo lema del momento: no quedan
herramientas capaces de levantar una economía global que
claramente se está ralentizando, dicen. Los bancos
centrales no pueden recortar más los tipos. Los Gobiernos
no pueden aumentar más los déficits. Hasta el
colosal lanzacohetes de la escuela económica del proyectil
-la facilitación cuantitativa- está descartado por
ahora.

¿Y qué más da? Esto no es una
guerra de pistoleros ni hay nadie en los búnkeres. En
realidad, es bueno que nos hayamos quedado sin balas porque las
medidas de estímulo artificial de los bancos centrales y
los políticos han sido parte del problema, no de la
solución.

Bajo la superficie, las dos grandes
economías anglosajonas -Estados Unidos y Gran
Bretaña- progresan hacia la reducción de unos
niveles excesivos de deuda que eran la raíz del problema.
En cuanto pierdan el gusto por las soluciones rápidas,
podrán añadir un par de políticas más
(bajar los impuestos y menos burocracia, por ejemplo) y sus
economías volverán a estar en forma.

No puede seguir inflando

El esquema de la munición ha sido inevitable.
Antes del discurso del presidente de la Reserva Federal, Ben
Bernanke, en Jackson Hole, los expertos mercadólogos
buscaban a la desesperada cualquier señal de un nuevo
jadeo capaz de reavivar la economía. ¿Imprimir
más dinero? ¿Comprar bonos con mayor caducidad?
¿Títulos o propiedad inmobiliaria directa?
¿O incluso bonos españoles o italianos? Todo se
barajaba como posibles opciones para el Fed. Al final, lo
único que obtuvimos entonces fue una declaración
bastante sobria de dónde está la economía y
adónde va. Por lo general, se describió en un tono
negativo, pero no es verdad.

La buena noticia es que ya no se puede
seguir inflando la economía. Las dos grandes
economías anglosajonas se han pasado una década
entera haciendo exactamente eso. En 2001, cuando George W. Bush
accedió a la presidencia, EEUU tenía una deuda de
5,9 billones de dólares. Ahora supera los 14. La deuda de
Reino Unido alcanzaba los 290.000 millones de libras en 2000.
Ahora es de 1,033 billones. ¿Y qué hemos conseguido
con eso? ¿Se ha reducido el paro, aumentado la
productividad o estrechado los déficits comerciales?
No.

En realidad, los interminables programas
de estímulo han empeorado las cosas. El mundo atravesaba
una crisis de deuda y la solución, como cualquier persona
podría haberle dicho, premios Nobel de Economía
aparte, no era más deuda, sino menos.

Cuál es la solución

Pongamos el caso de Reino Unido. En
2008, según los cálculos del McKinsey Global
Institute, si sumamos las deudas de los consumidores,
corporativas y personales, los británicos debían,
en total, de una forma u otra, nada menos que el 489 por ciento
del Producto Interior Bruto. El caso de Japón no era mucho
mejor, con una deuda total del 459 por ciento del PIB. Estados
Unidos era algo más comedido, con una deuda total justo
por debajo del 300 por ciento del PIB. Las cifras eran pasmosas
en todo el mundo desarrollado.

El mal que sufrimos es el de los
balances averiados. Consumidores, Gobiernos y ciertas ramas del
sector corporativo -principalmente los bancos- se tambalean bajo
una montaña excesiva de deuda que les aplasta. Las
empresas no invierten, los ciudadanos no gastan e incluso los
Gobiernos se muestran reacios a la expansión. ¿La
solución? Reducir gradualmente la deuda y mejorar el
balance. Y eso precisamente es lo que está ocurriendo.
"Los hogares también han hecho progresos en la
reparación de sus balances: ahorran más, piden
menos prestado y están reduciendo la carga de los pagos de
deudas e intereses", comentó Bernanke
recientemente.

Bien. Según las cifras de la Reserva Federal de
Nueva York, la deuda total de los consumidores en EEUU se
sitúa en 11,4 billones de dólares, con una
reducción de 1,08 billones (el 8,6 por ciento) frente a su
máximo en el tercer trimestre de 2008. Algo parecido
está ocurriendo en Reino Unido. De acuerdo con los
últimos datos del Banco de Inglaterra, los hogares
británicos arrojan un excedente financiero del 2 por
ciento del PIB, frente al -6 por ciento en la cima de la burbuja
crediticia. Allí y en EEUU se sanean poco a poco los
balances.

La deuda se reduce en términos
absolutos, y eso no es todo. En términos nominales, la
caída es más rápida aún. La
inflación en EEUU se sitúa actualmente en el 2,8
por ciento; en Reino Unido es del 4,4 por ciento. Y ésas
sólo son las cifras oficiales, las reales pueden ser
más altas. Puede ser negativo en muchos sentidos, pero
también erosiona la deuda muy deprisa. Añadamos las
dos cosas -la reducción absoluta y la evolución de
los IPC- y la deuda volverá a ser controlable bastante
pronto. No este año ni el que viene (recuperarse de una
burbuja de deuda no es fácil en ningún caso), pero
en 2013 y 2014 la salud de ambas economías podría
tener mucho mejor aspecto.

Los mercados se pondrán al día

A pesar de tanto pesimismo frente a la
economía global, a un nivel básico, las
economías anglosajonas se están arreglando.
Mientras sigan evitando la opción fácil de
más medidas de estímulo, resurgirán a su
debido tiempo en condiciones mucho mejores. Si esto se une a
varias reformas estructurales (impuestos más bajos y menos
restricciones a los empresarios), incluso podrían acabar
definitivamente sanas a mediados de esta década incluso.
Teniendo en cuenta lo mal que estaban en 2008, sería un
resultado impresionante.

Los mercados bursátiles seguirán subiendo
y bajando como tienen por costumbre, pero lo que cuenta a medio
plazo es la fortaleza económica fundamental, y ésa
mejora lentamente. Al final, hasta los mercados se pondrán
al día. Eso sí, siempre que dejen de apelar a la
munición para resolver los problemas
económicos.

(Matthew Lynn. Director ejecutivo de Strategy Economics.
Esta tribuna también aparece en Market
Watch.com)

Monografias.com

La cosa viene de
lejos (el ardiente y pasional
antieuropeísmo)

Opinión personal (todo lo que quepa en un
simple blog)

En 1973 ingresa el Reino Unido ingresa a la Comunidad
Económica Europea (CEE).

A partir de 1975 queda institucionalizado el denominado
Consejo Europeo, reunión periódica de los Jefes de
Estado y de Gobierno, donde se toman las grandes decisiones
estratégicas de la Comunidad.

En 1984 Margaret Thatcher negocia un descuento en la
contribución del Reino Unido al presupuesto de la
Unión Europea, como mecanismo de compensación por
el hecho de que la mayor parte del presupuesto de la UE se
destina a financiar la Política Agrícola
Común (PAC), de la que el Reino Unido se beneficia muy
poco debido a que su sector agrícola es muy pequeño
(en términos de porcentaje sobre el PIB). El "cheque
verde".

El descuento se calcula aproximadamente como 2/3 del
déficit fiscal del Reino Unido con la Unión Europea
(UE), es decir 2/3 de la diferencia positiva entre las
aportaciones del Reino Unido al presupuesto de la Unión
más el que ésta le devuelve en forma de
prestaciones y transferencias.

En 1985, los tres países del Benelux, Francia y
Alemania firmaron el denominado Acuerdo de Schengen, al que
posteriormente se han ido adhiriendo la mayoría de los
países comunitarios. Se iniciaba así una ambiciosa
iniciativa para garantizar la libre circulación de las
personas y la gradual supresión de fronteras entre los
estados comunitarios. En Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido, no
incluidos en el "espacio Schengen", se aplicarían
regímenes especiales de cooperación.

En 1985 son detectados en Gran Bretaña los
primeros casos de una enfermedad desconocida entre los animales.
Recién a fines de 1986 se la identifica como un raro tipo
de encefalopatía espongiforme bovina.

(Recién en 1996 Gran Bretaña admite la
posibilidad cierta de que los casos de decesos de personas por la
enfermedad de Creutzfeldt-Jakob tengan origen en el consumo de
carnes de animales enfermos del mal que se conoce como de la vaca
loca.)

Al celebrarse el Tratado de Maastricht, en 1992, el
Reino Unido obtuvo una cláusula de exención,
denominada "opt-out", que significa que el Reino Unido no
está obligado a entrar en la tercera fase de la
Unión Económica y Monetaria (UEM) e implantar, por
lo tanto, el euro.

Con el protocolo social anexo al Tratado, las
competencias comunitarias se amplían al ámbito
social. El Reino Unido no participa en este Protocolo.

(El Acuerdo Social fue firmado en diciembre de 1991 por
once Estados miembros, ya que el Reino Unido no deseó
adherirse al mismo. En dicho Acuerdo se precisan, por una parte,
los objetivos de la política social en el camino trazado
por la Carta Social de 1989: fomento del empleo, mejora de las
condiciones de vida y de trabajo, lucha contra la
exclusión, desarrollo de los recursos humanos,
etc.)

La exigencia de Margaret Thatcher "I want my money
back", es decir, "Que me devuelvan mi dinero", que tantos
quebraderos de cabeza trajo a los líderes europeos en
1984, sigue siendo un motivo de controversia cada vez que los
europarlamentarios se reúnen para debatir sobre los
presupuestos de la Unión Europea.

Mientras tanto, los ingleses siguen presumiendo de
eurofobia y sintiendo nulo interés por el debate europeo y
por las medidas de convergencia económica que adoptaron
mayoritariamente los Estados miembros. Un doble juego que no les
impide mantener su peso preponderante en las grandes
decisiones.

¿Todo vale? (delicatessen de Richistán: el
"King" del ladrillo británico)

Estos "mercaderes" no respetan ni a sus propios muertos
(la traición de Lockerbie)

"El coronel Muamar al Gadafi, que resultó
muerto el mes pasado durante el conflicto civil en Libia,
tenía un imperio inmobiliario por valor de 1.000 millones
de libras (unos 1.160 millones de euros) en el Reino Unido,
revela hoy el Sunday Times"…
El imperio inmobiliario de
Gadafi en Reino Unido suma 1.160 millones de euros (El Economista
– Efe – 6/11/11)

El ex líder libio compró pisos en zonas
residenciales exclusivas de la capital británica,
así como varios edificios de oficinas y otro utilizado por
un hospital privado, afirma el dominical.

Estas propiedades forman parte de la red de
inversión global ideada por Gadafi, quien murió el
pasado 20 de octubre a manos de los rebeldes libios en la ciudad
libia de Sirte.

Durante el conflicto civil en Libia, las Naciones Unidas
congelaron activos de Gadafi por un valor que superó los
100.000 millones de libras (unos 116.000 millones de
euros).

El Consejo Nacional de Transición (CNT) ha pedido
a expertos financieros y agentes inmobiliarios en Londres que
ayuden a identificar las inversiones que tenía en el Reino
Unido el antiguo régimen del coronel Gadafi, señala
"The Sunday Times".

Entre las propiedades identificadas por el dominical
figuran un complejo de oficinas en la City, denominado Beaufort
House, por valor de 150 millones de libras (unos 174 millones de
euros), y otros dos bloques de oficinas -Jardine House y 14
Cornhill-, valorados en 145 millones de libras (unos 168 millones
de euros).

Además, Gadafi tenía pisos en el exclusivo
barrio londinense de South Kensington, un edificio de oficinas en
Holborn (Londres) y otro bloque de oficinas -Portman House- en
Oxford Street (Londres).

Entre otras cosas, el líder libio compró
una propiedad en el barrio londinense de St John's Wood, en el
que funciona un centro de atención médica del
hospital privado Wellington.

Este lugar -del que figura como propietaria la empresa
Jawaby Property Investment Limited, una subsidiaria de la
Corporación Nacional de Petróleo de Libia- es
alquilado al hospital por 1,4 millones de libras (unos 1,6
millones de euros) al año.

Un portavoz del hospital ha admitido que la
dirección del centro no sabía que el edificio
estaba vinculado al ex dictador cuando empezó a alquilarla
en el año 2008.

En Londres vivió unos años uno de los
hijos de Gadafi, Saif al-Islam, que estudió en la London
School of Economics (LSE) y que actualmente está en
paradero desconocido.

Hipocresía imperecedera (los dilemas
inherentes)

Los mafiosos rusos multimillonarios ("residentes"),
también son, "unos de los nuestros"

"El juicio que enfrenta en Londres a Borís
Berezovski y Román Abramóvich, magnates rusos del
petróleo, destapa un mundo oculto de chantajes, favores y
muertes sospechosas"…
Secretos de oligarcas (El
País – 6/11/11)

Se conocieron en un yate en el Caribe en 1994. Durante
años hicieron negocios juntos, pero todo cambió con
la llegada del nuevo siglo. Sus caminos se separaron y con el
tiempo creció entre ellos el odio y el desprecio mutuo. El
divorcio definitivo se está dirimiendo estos días
en el Tribunal Comercial de Londres, con los mejores espadachines
de la plaza defendiéndoles con la más eficaz de las
defensas: el ataque. No es una historia de amores contrariados,
es la historia de dos oligarcas, gente que se hizo millonaria de
la nada con el cambio de régimen en la extinta
Unión Soviética. Es la historia de la
extraña relación que unió y separó a
Borís Berezovski y Román
Abramóvich.

No era esta una relación de pareja, sino de padre
e hijo. O más bien de padrino y ahijado. Borís
Abramóvich Berezovski ya era un oligarca y cada vez
cortaba más bacalao en el Kremlin cuando se cruzó
en su vida Román Arkadievich Abramóvich.
Empezó a cimentar su fortuna en los años de la
perestroika de Mijaíl Gorbachov. En 1989 fundó una
empresa de automóviles junto a Badri Patarkatsishvili, un
georgiano de aspecto algo extravagante al que a partir de
entonces quedaría asociado y cuya sospechosa muerte en su
mansión inglesa en 2008 no deja de planear estos
días como un fantasma por el Tribunal Comercial de
Londres.

Berezovski empezó con los coches -con la
fórmula infalible en aquella época de comprar a
precio ruso y vender a precio occidental- y consolidó
dinero e influencia política con los medios, sobre todo la
televisión, antes de dar el triple salto mortal de entrar
en el negocio que de verdad ha hecho hipermillonarios a tantos
oligarcas rusos, y desde luego también a
Abramóvich: el petróleo y el aluminio.

Todo el embrollo legal de estos días gira en
torno a la reclamación de Berezovski de que
Abramóvich le forzó a vender a bajo precio su
participación en Sibneft, la sexta petrolera rusa, de la
que ellos dos y Patarkatsishvili -o "Roma, Borya y Badri", como
les llamaban entonces a los tres- tomaron el control entre 1995 y
1997 gracias las privatizaciones impulsadas por el entonces
presidente Borís Yeltsin. Se aprovechó, dice
Berezovski, de que su caída en desgracia en el Kremlin le
obligó a abandonar Rusia. Berezovski sostiene que
Abramóvich le obligó a vender por 1.300 millones de
dólares (940 millones de euros) unas acciones que
valían muchísimo más, con la amenaza de
conseguir que el entonces presidente Putin se las
expropiara.

Desde que se conocieron en 1994, Borís y
Román han cambiado los papeles. Borís ha pasado de
poderoso oligarca, componedor de conglomerados industriales,
intermediario con los caudillos chechenos y hombre de confianza
del Kremlin a un exiliado en Londres, con la cabeza casi siempre
en Moscú y aparentemente no muy lejos de agotar su
fabulosa fortuna. Y Román ya no es aquel muchacho de
aspecto extrañamente tímido y mofletes regordetes,
sino un multimillonario perfectamente integrado en la jet-set
global que cura sus ansias narcisistas como propietario del
Chelsea Football Club y dejando que el mundo se muera de envidia
admirando a su hermosa pareja y haciendo cuentas sobre
cuántos yates y cuántas mansiones tiene
desparramados por el mundo.

Pero la gloria puede ser efímera en el mundo
global del siglo XXI y a veces parece que para Borís
Berezovski el juicio de Londres no tiene solo el objetivo del
dinero, sino la destrucción de esa imagen glamorosa que
Abramóvich ha ido construyendo paso a paso, tan lejana a
la del joven anodino, aunque probablemente ya millonario, al que
un político ruso confundió con un camarero en una
recepción de la hija de Borís Yeltsin.

Las dos partes han elegido el ataque como arma
defensiva, pero han de hacerlo con cuidado para no incriminarse a
sí mismos. La tesis de Borís es que Román es
un discípulo que se convirtió en amigo y al que
ayudó en la vida como se ayuda a un hijo. La de
Román es que Borís era un cacique de la
época al que se acercó para obtener su
protección política y física, y que en la
relación entre ambos nunca hubo amistad: solo intereses
compartidos. Y que si le pagó lo que le pagó no fue
para comprar sus acciones, sino para pagar la protección
que le había dado. Y, aunque no lo ha dicho así, si
le dejó de pagar es porque pensó que Berezovski ya
no era ni útil ni peligroso.

Para el resto del planeta, el juicio significa una
inesperada ventana abierta a un mundo que solo se ve en las
películas, lleno de reuniones mafiosas en lugares
paradisíacos o en lugares apartados y alejados de la
chusma en los que los ricos se citan para verse sin perder el
tiempo, como un helipuerto o ese aeropuerto parisiense para
nuevos y viejos ricos en que se han convertido las instalaciones
de Le Bourget, donde solo aterrizan aviones privados de la
jet-set.

En su primer día de declaración en el
juicio, el 31 de octubre, Abramóvich intentó
presentarse como una persona modesta que se ha ganado lo que
tiene "trabajando duro". Los orígenes de su inmensa
fortuna siguen siendo oscuros. Aprovechó el dinero que les
regaló su suegro cuando se casó con su primera
mujer para invertirlo en el mercado negro. Con esas ganancias
fundó un negocio de juguetes de plástico. Y de
ahí saltó sin red al mundo de las privatizaciones,
el petróleo y el aluminio, en operaciones de cientos de
millones de dólares.

Hay ahí un inquietante vacío que el
abogado de Berezovski, Laurence Rabinowitz, intentó llenar
con puro veneno al mostrarle a Abramóvich un papel con
unas notas manuscritas de Stephen Curtis, el brillante abogado
que ideó el entramado fiscal de otro oligarca caído
en desgracia, Mijaíl Jodorkovski, y que murió en un
sospechosísimo accidente en su propio helicóptero
en marzo de 2004, apenas unos días después de que
alertara a unos amigos de que temía por su vida. La nota
se tomó en 1995 durante una reunión de Curtis con
Abramóvich y uno de sus socios de la época, Eugene
Shvidler, y contenía palabras como "UAE" (Emiratos
Árabes Unidos), "Angola", "tanques", "recambios MIG" (el
célebre avión de caza soviético).

"¿Estaba usted metido en el comercio de armas en
1995?", le preguntó Rabinowitz a Abramóvich. "Nunca
estuve en el comercio de armas. En la Federación Rusa, el
comercio de armas es una prerrogativa del Estado y solo del
Estado", respondió el oligarca.

En otro momento, Rabinowitz recordó que
Abramóvich había sido investigado en 1992 por
fraude en torno a un cargamento de combustible diesel, a lo que
este respondió que se trató de un malentendido y
que el caso se retiró sin que llegara a ser acusado. El
abogado aludió en otro momento a la sospechosa muerte, "en
circunstancias difíciles… ahogado", del gerente de una
refinería de petróleo que se oponía a la
entrada de Abramóvich en la
compañía.

También Abramóvich ha intentado hurgar en
el armario del pasado de Berezovski para insinuar que tiene las
manos manchadas de sangre. Aunque sin citar a su antiguo padrino,
dio pábulo a los rumores de que el tercer oligarca del
grupo, Patarkatsishvili, fue asesinado. En la larga
declaración escrita que ha presentado al juez,
Abramóvich asegura que el georgiano le llamó un
día muy agitado y le pidió cita para contarle
personalmente algo muy importante. Al día siguiente se
desplomó, muerto, en su mansión cerca de
Leatherhead (Surrey), en febrero de 2008.

Abramóvich ha acusado directamente a su rival de
tener conexiones con gánsteres chechenos e incluso ha
asegurado que fue él, y no Berezovski como todo el mundo
cree, quien ayudó a liberar a dos británicos
secuestrados en Chechenia en 1997 pagando su rescate.
También ha intentado echar mierda sobre su rival al
asegurar que era muy "reacio" a entrar en el negocio del aluminio
porque en esa industria se asesinaba a alguien cada tres
días, como dando a entender que Berezovski nunca tuvo esos
escrúpulos.

Román Abramóvich ha hecho gala de una
sorprendente tendencia a la modestia en un hombre al que Forbes
atribuía en marzo pasado una fortuna de 13.400 millones de
dólares. En su declaración en el Tribunal Comercial
de Londres, Abramóvich se ha declarado sorprendido por el
"estilo de vida" que llevaba Berezovski cuando le
conoció.

Un comentario chocante para un hombre que en ese mismo
juicio ha dicho entre risas que no sabría decir si uno de
sus socios en los negocios es rico porque "es para mí muy
difícil decir cuándo una persona es rica y
cuándo no es rica". Un hombre que tiene un yate tan grande
que no le permiten atracarlo en el puerto de Mónaco; que
dispone de un ejército privado para protegerle; que entre
otros aviones privados tiene un Boeing 767 y un Airbus A-340; que
tiene docenas de coches y casas por medio mundo; que no solo le
ha montado una inmensa galería de arte en Moscú a
su compañera del momento, Dasha Zukova, sino que en 24
horas se gastó 86 millones de dólares (62 millones
en euros) en un cuadro de Francis Bacon y 34 millones (unos 24 al
cambio en euros) en uno de Lucien Freud; y que después de
asistir a un partido en un palco del Manchester United
decidió que quería comprarse un equipo de
fútbol y se compró el Chelsea.

El abogado Rabinowitz le recordó algunas de sus
propiedades inmobiliarias, desde su inmensa casa de
Knightsbridge, en el centro de Londres, a su finca de West Sussex
o su castillo francés que en su día
perteneció a los duques de Windsor, antes de preguntarle
cuándo adoptó ese estilo de vida. "Creo que cuando
compré el Chelsea eso tuvo un impacto significativo en mi
modo de vida", admitió Román
Abramóvich.

Nubes de humo (insert coin)

Todo vale para intentar retardar la "cuesta abajo" ("la
vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser"): fingir
ser miembros de la Unión Europea (sacando todas las
ventajas posibles al mínimo costo y compromiso); actuar
como agentes encubiertos de los Estados Unidos en Europa (para
lastrar su progreso u orientarlo en beneficio de la alianza
atlántica); liberalizar, desregular, privatizar y
privilegiar al sector financiero (transformando el Reino Unido en
un paraíso fiscal -zona offshore- en la sombra); conceder
la residencia a supermillonarios extranjeros (200.000
multimillonarios evasores, muchas veces con fortunas de dudoso
origen, dictadores, mafiosos, personajes de la
farándula…), cuyos ingresos originados en el
extranjero no pagan impuestos en Inglaterra; transformarse en la
meca de los juegos de azar (por Internet), legalizando las casas
de apuestas online (existían 1,2 millones de jugadores
activos por la Red que movían más de 24.000
millones de euros, según datos de marzo de
2008)…

La lista de patrañas, traiciones, falacias,
hipocresías, simulaciones, corrupciones, concupiscencias,
y connivencias, podría continuar: la "tercera vía"
de Blair (¿alguien se acuerda?) las "armas de
destrucción masiva" de Irak (¿alguien las
encontró?); la batalla de la triple A (aliarse con EEUU,
en perjuicio de otros países europeos para mantener -de
cualquier manera- la máxima calificación de su
deuda pública -podría haber escrito "soberana",
pero sería un eufemismo) Brown (el primer ministro
hereditario);… y así hasta llegar a hoy, al ciclo
Cameron (¿la era del referéndum?).

Una lucha desesperada por evitar que el (obsoleto)
transatlántico británico, a la deriva, se hunda,
definitivamente, en las profundidades abisales del Mar del
Norte.

Incoherencia lógica (referéndum para
retirarse de la Unión Europea)

¿Serán los ingleses capaces de votar su
propia ruina y la de sus hijos?

No será mejor (para ellos, al menos) seguir
"mamando" de la teta europea (aunque se esté quedando
seca, de momento) mientras puedan (y los ilusos socios
continentales les dejen la mejor "tetada"). Que por intentarlo,
no sea…

… Y si de intentar se trata, por qué no
continuar actuando como buque de asalto anfibio de las fuerzas
financieras de los Estados Unidos en las costas europeas. Como en
Normandía… ¡Qué épocas!…
¡Qué gloria!… Aunque ahora habría que
llamarlo Día "B" (de bancos), de la operación Wall
Street. El éxito del desembarco ha permitido (y
permitiría) mantener con vida (y singular éxito) al
distrito financiero de Londres (que es de lo que se trata). Lo
demás… es puro cuento.

¿Llegará a ser cierto que las
economías anglosajonas se las arreglan solas?

Alma,
corazón y vida: ¿y por casa como andamos?
(economía y sociedad)

"Este lunes estaba prevista una reunión entre
el Gobierno de David Cameron y algunas de las
compañías con más empleados del país
para anunciarles varias de las claves de la nueva reforma
laboral. Aún no se conoce con detalle en qué
consistirá ésta, pero The Telegraph ha adelantado
algunos de sus aspectos más polémicos. La nueva
legislación será más flexible y
permitirá a las empresas despedir con más facilidad
a sus trabajadores. Como en anteriores ocasiones, los empresarios
esperan que esto provoque un aumento en las contrataciones,
puesto que se elimina el miedo a fichar a la persona
equivocada"…
Cameron facilitará el despido de los
malos trabajadores (Libertad Digital – 10/1/11)

El Telegraph titula su artículo "Las empresas
tendrán más fácil despedir a los vagos". En
su subtítulo detalla que las compañías
tendrán más sencillo echar a los trabajadores menos
productivos, como parte de un cambio completo en las leyes de
empleo para "impulsar la recuperación
económica".

Además, los empleadores podrán despedir a
sus trabajadores durante los dos primeros años de contrato
sin poder ser acusados de "despido injusto". Hasta ahora, ese
límite estaba fijado en un año. Y aquellos que
quieran acudir a la justicia tendrán que pagar una
pequeña tasa para evitar que se aneguen los tribunales con
falsas reclamaciones.

Las pymes británicas serán las más
favorecidas con la nueva legislación, porque se les
permitirá descolgarse de algunas disposiciones laborales.
Entre otras cosas, por ejemplo, pagarán menos tiempo por
las bajas por enfermedad de sus trabajadores.

En la cumbre entre el Gobierno y las empresas, a la que
acudirán hasta 19 compañías como Jaguar,
Land Rover, Tesco o McDonald"s, se presentarán nuevos
contratos de aprendizaje para recién graduados y personas
que hayan dejado la escuela de forma anticipada.

Aunque los sindicatos ya han anunciado movilizaciones si
las reformas marchan en la dirección que se prevé,
no es la primera vez que en el Reino Unido se presentan
iniciativas similares. En los años 80, ya se introdujo una
disposición similar, aumentando el tiempo durante el que
se podía despedir a un trabajador sin temor a ir a juicio.
En aquel entonces, la tasa de paro cayó de forma
abrupta.

En opinión del Gobierno, es necesario aprobar
normas más proclives a las empresas, el crecimiento y
empleo. Las barreras al despido son también barreras a la
contratación. En este sentido, una fuente del Ejecutivo
señaló al Telegraph que "para persuadir a las
empresas de que tienen que contratar empleados, necesitamos hacer
más fácil que puedan despedir a esos mismos
empleados si no están listos para el trabajo, puesto que
así reduciremos el riesgo de contratar más,
especialmente en lo que hace referencia a los
jóvenes".

"Los rescates de los bancos por parte de los
contribuyentes fueron el resultado de un fracaso del capitalismo
que necesita repararse, dijo el martes el vicegobernador del
Banco de Inglaterra, Paul Tucker, en una entrevista"…
Los
rescates a la banca fueron un fracaso del capitalismo, dice
vicegobernador del Banco de Inglaterra (The Wall Street Journal –
18/1/11)

En declaraciones a la BBC, Tucker dijo que va a haber
"cambios a nivel internacional" en el caso de que los reguladores
aseguren de verdad que no vuelve a ocurrir.

"Si tenemos un sistema donde los bancos se aprovechan de
los buenos momentos y los contribuyentes pagan por los malos
tiempos, algo ha ido mal con el capitalismo y tenemos que
arreglar esto", dijo. "Queremos que los accionistas y los
gestores se aprovechen de la bonanza. Pero los malos tiempos
también deben pagarse".

"El Gobierno británico planea introducir
cambios en las leyes de inmigración para reducir
significativamente las trabas a las peticiones de residencia en
el país por parte de grandes fortunas extranjeras que
expresen su propósito de invertir en territorio
británico, según informa el diario "Financial
Times""…
Reino Unido facilitará la residencia a los
multimillonarios para atraer inversiones (Negocios.com –
7/2/11)

Estos cambios, que modificarán los criterios
exigidos para la concesión de los conocidos como "visados
de inversor", coinciden con los planes del Ejecutivo de David
Cameron para reducir el número de permisos concedidos a
estudiantes extranjeros, lo que ha motivado quejas por parte de
las universidades británicas, que obtienen suculentos
ingresos por la admisión de estudiantes
internacionales.

Asimismo, el Gobierno ha recortado también la
cifra de permisos de residencia destinados a trabajadores
cualificados que pueden ser contratados por las empresas
británicas.

Bajo la propuesta planteada, que aún debe ser
ratificada por el Parlamento, los inmigrantes ricos sólo
tendrán que pasar medio año en el país,
frente a los nueve meses anteriormente exigidos, para poder optar
a un permiso de residencia, mientras que se reducirán
significativamente los plazos para poder recibir un permiso
permanente.

En concreto, los inversores extranjeros cuya fortuna
ascienda al menos a 10 millones de libras podrán recibir
el permiso de residencia permanente en sólo dos
años, mientras que aquellos que posean 5 millones de
libras deberán esperar tres años y los que cuenten
con un millón de libras podrán recibir el permiso
de residencia permanente tras cinco años.

Actualmente, todos los inmigrantes con visado inversor
deben esperar al menos cinco años para optar a un permiso
de residencia permanente.

Por otro lado, el Gobierno británico
también planea relajar las exigencias para conceder los
"visados de emprendedores", ya que se espera que se permita
incluir a un empleado extranjero por cada 50.000 libras extras de
inversión.

El Ejecutivo británico pretende así
estimular el establecimiento en el país de extranjeros
acaudalados, ya que cada año apenas atrae a unos cientos
de éstos, frente a los alrededor de 3.000 que eligen
Canadá.

Asimismo, el diario apunta que estas mayores facilidades
a la llegada de inmigrantes acaudalados, puede atraer hacia Reino
Unido a familias ricas procedentes de países inestables
políticamente como Egipto.

"El gobernador del Banco de Inglaterra afirma que no
es todopoderoso y el poder adquisitivo de los británicos
regresará a niveles de 2005"…
Mervyn King
alerta: "La renta de los británicos regresará a
niveles de 2005" (Libertad Digital – 9/2/11)

Los banqueros centrales no suelen caracterizarse por su
sinceridad y mensajes claros y contundentes. Más bien,
como altos cargos de la burocracia financiera, sus discursos
suelen estar llenos de ambigüedades, cuando no de mentiras
piadosas para no generar alarma y desconfianza en la
población. Su trabajo consiste en hacer creer a los
agentes económicos que ellos pueden manejar la
situación, que las cosas están bajo
control.

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, se
salió de este previsible guión en un reciente
discurso. Fue contundente en sus advertencias a los
británicos, y dejó claro que el organismo que
dirige no es omnipotente, teniendo unas competencias
limitadas.

La economía del Reino Unido no está para
muchas celebraciones. La conferencia de King tuvo lugar
después de la publicación de las cifras oficiales
del PIB, que muestran una contracción del 0,5% en el
último trimestre del pasado año, la primera
caída desde el tercer trimestre de 2009. Se teme que el
PIB británico continúe contrayéndose,
entrando así de nuevo oficialmente en recesión
(definida como dos trimestres consecutivos con una
contracción del PIB). También se han conocido datos
malos e inesperados en relación a los préstamos
bancarios a individuos.

Esto es lo que los analistas han estado esperando desde
hace meses en las economías desarrolladas: una
recesión en forma de W (double-dip recession), o lo que es
lo mismo, una recuperación en falso, previa a una nueva
contracción.

El banquero central se dirigió a las familias
británicas y no escondió la dura situación a
la que éstas enfrentan, sino todo lo contrario.
Advirtió que en 2011 las familias continuarán
viendo recortada su renta disponible, "un precio inevitable que
hay que pagar" por la crisis financiera. Con la inflación
en tasas preocupantemente altas, el poder adquisitivo de los
británicos acabará en 2011 en niveles de 2005, un
estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en
el país anglosajón para ver algo similar,
añadió.

Así, se pone de manifiesto que el crecimiento
económico de los últimos años (basado en
parte en la burbuja inmobiliaria y financiera) y su consecuencia
inevitable en forma de recesión, no han beneficiado apenas
al poder adquisitivo de los trabajadores.

En Reino Unido, a la restricción salarial y el
aumento en el coste de los alimentos, la gasolina y otros bienes
de primera necesidad, se unen las subidas recientes de impuestos,
en especial, la del Impuesto sobre el Valor Añadido
(IVA).

King no ofreció ninguna esperanza ni
solución sencilla a esta cruda realidad de las familias
británicas. "El Banco (de Inglaterra) no puede ni
debería intentar evitar la caída en los niveles de
vida", afirmó, sosteniendo que esto es una consecuencia
inevitable de la crisis financiera, y algo necesario para
reequilibrar la economía británica.

Preocupado por la inflación, advirtió de
que ésta podría subir hasta el 4% ó 5% en
los siguientes meses, debido principalmente a las subidas en el
precio petróleo y otras materias primas, y del aumento del
IVA.

Además, como buen banquero central,
defendió su política monetaria expansiva, diciendo
que si se hubieran subido los tipos de interés, aunque la
inflación podría haberse moderado, ello hubiera
sido a costa de una mayor ralentización en la
recuperación, un mayor desempleo, y menores salarios, con
lo que la erosión en el nivel de vida hubiera sido mayor.
Desechó así la idea de subir los tipos de
interés próximamente.

De esta manera, respondía a los críticos
con su gestión de la política monetaria y el
quantitative easing llevado a cabo por la autoridad monetaria.
"La idea de que el Banco de Inglaterra podría haber
mantenido el nivel de vida, evitando el aumento en la
inflación sin empujar hacia abajo el crecimiento de los
ingresos es, simplemente, una expresión de
deseos".

King se apoya en la teoría keynesiana, que
establece que la salida de la recesión requiere de una
política monetaria ultra-expansiva que mantenga unos tipos
de interés extremadamente bajos. En este sentido,
habría una relación negativa entre la
inflación y la actividad económica, es decir, las
políticas contra la inflación tendrían
resultados perjudiciales para la actividad
económica.

"Desde 2008, cuando Reino Unido nacionalizó
total o parcialmente bancos como The Royal Bank of Scotland
(RBS), Lloyds y Northern Rock, el Gobierno británico ha
buscado fórmulas para limitar los pagos de bonus a los
empleados de esas entidades"…
La pelea por los bonus
en Reino Unido (Expansión – 15/2/11)

Casi siempre, las restricciones impuestas por Downing
Street han sido mínimas, y en algunos casos el Ejecutivo
ha sufrido una total impotencia para cortar la
remuneración de los banqueros, bien por cuestiones legales
o por la propia dinámica del mercado.

El caso más polémico fue el de Fred
Goodwin, quien como consejero delegado de RBS realizó
varias operaciones arriesgadas (como la compra de una parte de
ABN Amro) que al llegar la crisis provocaron fuertes
pérdidas y el colapso del banco.

El Gobierno tuvo que hacerse con el 80% del capital de
RBS para salvarlo y despidió a Goodwin, pero no pudo
evitar que éste se retirara con una indemnización y
pagos por pensiones futuras valorados en 17 millones de libras
(más de 20 millones de euros). Tras no encontrar
vías legales para suspender esos pagos, el Gobierno solo
consiguió que Goodwin devolviera una pequeña parte
de su finiquito, casi por cortesía del ex
banquero.

Cuando RBS fue nacionalizado, el Gobierno aceptó
en un contrato con el banco que la entidad podría seguir
pagando bonus "en línea con el mercado". El debate sigue
todavía muy vivo. En la primera semana de febrero (2011),
el Gobierno británico llegó a un acuerdo con los
grandes bancos por el que éstos se comprometen a pagar en
el año 2011 menos bonus que en 2010.

En el caso de entidades con participación
pública, como RBS y Lloyds, sus consejeros delegados
recibirán todo su bonus en acciones (en ambos casos ronda
los dos millones de libras). Y los empleados de estas dos
entidades no podrán cobrar en metálico más
de 2.000 libras de su salario variable.

"El Gobierno de coalición pretende poner fin
al abuso de las subvenciones que se produce en el Reino Unido
desde hace años. La reforma del sistema de ayudas
presentada el pasado jueves por el ministro de Trabajo, Iain
Duncan Smith, está dirigida precisamente a fomentar la
cultura del empleo y dificultar la vida regalada del sistema de
bienestar británico"…
Cameron fulmina la
cultura de las subvenciones en Reino Unido (Gaceta.es –
21/2/11)

Así lo demuestran algunos datos. La cifra total
de personas que sobreviven sin trabajo gracias a las subvenciones
asciende a los cinco millones. De ellas, 1,4 millones llevan
así desde hace una década. En cuanto a los menores,
se estima que 330.000 (uno de cada 30) crecen en un hogar en el
que uno de los padres recibe algún tipo de
subvención.

Hasta 155.000 inmigrantes ilegales se benefician de
ayudas por enfermedad o maternidad. El coste para los
contribuyentes podría alcanzar decenas de millones de
libras, según informaba el Daily Mail días
atrás. Los receptores aprovechan tanto el vacío
legal existente como la falta de investigación por parte
del Ministerio de Trabajo.

A la hora de gestionar las subvenciones, los centros
encargados no exigen los permisos de trabajo, ni a los empleados
ni a los empresarios que solicitan las ayudas para las bajas de
sus propios trabajadores. Por otra parte, la condición de
inmigrante ilegal no impide obtener un número de la
Seguridad Social.

Los problemas no se quedan ahí. Unos estudios
realizados por el propio ministerio de Trabajo en las localidades
de Burnley y Aberdeen mostraron que hasta un 68,8% de los
ciudadanos que recibían ayudas por enfermedad, en realidad
sí estaban capacitados para trabajar. La
investigación, que continuará por otras ciudades,
se realizó entre aquellas personas que habían
estado recibiendo las ayudas por un periodo largo. En total, 2,6
millones de ciudadanos reciben ayudas por enfermedad.

El Ejecutivo de coalición pretende acabar con los
fallos del sistema y fomentar la vuelta al trabajo. Para ello se
establecerá un pago único que simplifique el
sistema de subvenciones (existen más de 50 tipos de
ayudas) que entrará en funcionamiento en 2013; sanciones
para aquellos que rechacen ofertas de trabajo (podrían
perder las ayudas por un periodo de hasta tres años) y un
tope de ayudas de 26.000 libras anuales (más de 31.000
euros) para una familia.

Además, habrá cambios impositivos que
permitirán a los ciudadanos tener más dinero
disponible y aquellos que empiecen a trabajar podrán
mantener una cantidad mayor de las ayudas con respecto a lo que
sucede en la actualidad (el 34% de los beneficios frente a menos
del 10% actual). El problema, advierten los críticos,
será conseguir un puesto de trabajo cuando el paro supera
el 8% en la crisis actual.

"El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Tim
Geithner, declaró a la BBC que la regulación
mínima del sector bancario en el Reino Unido
contribuyó a las últimas turbulencias de las
finanzas mundiales"…
EEUU critica regulación
bancaria "mínima" en el Reino Unido (BBCMundo –
22/2/11)

En opinión de Geithner, la forma en que el
anterior gobierno británico, encabezado por el Partido
Laborista, manejó la regulación bancaria
representó "una estrategia costosa" que repercutió
negativamente en el estado financiero internacional.

El funcionario criticó particularmente la llamada
política de supervisión "con mano ligera" de los
mercados financieros, la cual ha sido reemplazada en Estados
Unidos por una mayor regulación, pieza clave de la reforma
emprendida por el presidente Barack Obama, y de la cual su
secretario de Tesoro ha sido figura decisiva, como manifiesta el
analista económico de la BBC Andrew Walker.

Como promotor de controles financieros más
estrictos, Geithner argumentó que la desregulación
británica previa a la crisis fue demasiada laxa, lo cual
permitió a las entidades bancarias tomar riesgos
excesivos.

Según Geithner, la estrategia británica
"fue diseñada conscientemente para atraer la actividad
financiera de Nueva York, Fráncfort y París a
Londres", uno de los focos financieros más importantes de
Europa.

"Esa fue una estrategia muy costosa en la
regulación financiera", aseveró y dijo que hay un
marcado interés en asegurar que exista una igualdad de
condiciones en cuanto a la regulación con mayores
controles del riesgo financiero" en todos los
países.

Geithner reconoció errores similares cometidos en
la actividad financiera en su país y manifestó
esperanzas en la reforma emprendida por Washington, la cual
-aseguró- representa "un reto muy complicado que
tomará tiempo" y que del cual "nos encontramos en las
primeras fases".

De acuerdo con él, las reformas en el sistema
bancario de Estados Unidos significan que ahora es mucho
más fuerte y más estable de lo que era antes de la
crisis.

Y, como explica Walker, aunque el funcionario
reconoció que "la mano ligera" atizó las llamas de
la crisis, "un ejemplo llamativo no mencionado por Geithner fue
la decisión de la aseguradora estadounidense American
Internacional Group (AIG) de establecer parte de su
operación de derivados en Londres".

El periodista manifiesta que "en última instancia
esas operaciones pusieron a la empresa de rodillas y fue una de
las fallas más graves de la crisis financiera".

"La City de Londres, de poco más de 3
kilómetros cuadrados, es el centro financiero de la
capital y al mismo tiempo núcleo de una vasta
telaraña de paraísos fiscales que son o fueron
hasta hace poco parte de la Corona británica"…
La
mayor red de paraísos fiscales se concentra en la City de
Londres (Gaceta.es – 28/2/11)

Como una araña atrapa los insectos en su red, la
sigilosa pero altamente eficiente red de la City capta capitales
de dictadores como Gadafi, Mubarak o Ben Alí.

Tal es el símil que utiliza un experto en
paraísos fiscales, el periodista financiero Nicholas
Shaxson, en su revelador libro "Treasure Islands" (Islas del
Tesoro: Paraísos fiscales y los hombres que robaron al
mundo), publicado por Bodley Head.

Justamente criticada por su secreto bancario, una de las
principales fuentes de su riqueza, Suiza se defiende
señalando a su vez con el dedo a sus acusadores como Gran
Bretaña, con sus paraísos de las islas del Canal,
como la de Man, o EEUU, con estados como Delaware y Nevada, y
este libro pone de relieve esos ocultamientos e
hipocresías.

Es un libro de meridiana claridad que destripa los
trucos contables, muchas veces perfectamente legales, que
permiten mediante transferencias internas a bancos y
compañías multinacionales evadir impuestos hasta
extremos escandalosos.

Aproximadamente un 60% del comercio mundial se
desarrolla actualmente a través de multinacionales que,
para no pagar impuestos, hacen aflorar sus beneficios en
paraísos fiscales y cargan en cambio sus costos en
países de elevada fiscalidad.

Los gobiernos del G-20 hablan continuamente de la
necesidad de combatir la fuga de capitales, pero, como denuncia
Shaxson, no mencionan algo obvio: a la fuga de capital de un
país corresponde siempre el refugio de ese dinero en otro,
algo de lo que se benefician lo mismo las multinacionales que las
elites de los esquilmados países en desarrollo.

En el libro se documentan históricamente los
esfuerzos llevados a cabo tanto por el Banco de Inglaterra como
por el conjunto de la City de Londres para desregular el sector
financiero, algo que comenzó mucho antes del famoso
Big-Bang de 1986, bajo la conservadora Margaret
Thatcher

El gran cambio se produjo treinta años antes, en
plena guerra fría, con la introducción del llamado
"eurodólar".

Los soviéticos, entre otros, no querían
tener muchos dólares en EEUU por temor a una eventual
confiscación, pero tampoco deseaban invertir en libras
esterlinas, moneda en la que hasta poco tiempo antes se
había financiado el 40% del comercio mundial.

El Banco de Inglaterra presionó entonces a favor
de la desregulación financiera, lo que propiciaría
la llegada masiva de dólares de todo el mundo a la
City.

Si en 1959 había 200 millones de dólares
en depósitos en Londres, a finales de 1960 eran 1.000
millones; en 1970, el "euromercado" tenía ya un valor de
46.000 millones, y en 1997 casi el 90% de los préstamos
internacionales se hacían a través de ese
mercado.

El "euromercado", que en ningún caso hay que
confundir con la eurozona, se extendió rápidamente
a partir de la City a las islas del canal (Jersey y Guernsey) o
la de Man, en el mar de Irlanda, a Gibraltar, a las plazas
financieras del Caribe inglés (Bermudas, Caimán), a
Asia (Hong Kong, Singapur) y hasta a algunos atolones de
Pacífico.

En 1981, ya con Ronald Reagan en la Casa Blanca, EEUU
resolvió que, ya que no podía luchar contra esos
centros de baja fiscalidad, lo mejor era subirse al carro, para
lo cual creó la International Banking Facility, que
permitía a sus bancos hacer lo que no habían hecho
antes: ofrecer créditos y otros servicios financieros a
extranjeros libres de requerimientos en materia de reservas o de
impuestos.

Shaxson analiza el papel que ha desempeñado
históricamente la City de Londres en esos esfuerzos
desreguladores y documenta el fracaso de los políticos
laboristas que trataron en su día de abolir la
Corporación de la City por su anacronismo
antidemocrático.

Es ése, en efecto, un extraño enclave que
tiene su propio alcalde, distinto del de Londres y en el que
votan no sólo los ciudadanos, siempre a título
independiente porque en él no hay partidos, sino
también las empresas, como los bancos allí
radicados.

El papel de su alcalde, el llamado Lord Mayor, es
cabildear por todo el mundo a favor de la desregulación
financiera, la bajada de impuestos y la persistencia de los
centros de baja fiscalidad aunque todo ello se disfrace
oficialmente, explica el autor, de "apoyo a la innovación,
a una fiscalidad proporcionada y regulación".

"El Reino Unido podría sufrir otra crisis
financiera como la de 2008 si no lleva a cabo una reforma de los
bancos, advierte el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn
King, quien acusa a las entidades de "explotar de forma rutinaria
a sus millones de clientes""…
El Banco Inglaterra alerta
de otra crisis financiera si no se reforma los bancos (El
Economista – 5/3/11)

En una entrevista que publica el diario británico
The Daily Telegraph (5/3/11), King considera que la reforma de
ese sector es un asunto "urgente", opina que el sistema bancario
continúa teniendo "desequilibrios" y alerta de que estos
"están comenzando a crecer de nuevo".

La cultura de los beneficios a corto plazo y las primas
que asignan esas entidades podrían ser, de acuerdo con el
gobernador, los "responsables" de los problemas en ese
sector.

"¿Por qué los bancos en general quieren
pagar primas? Porque viven en un mundo 'demasiado importante como
para fracasar' en el que el Estado les rescatará si
fallan", dice.

En esta línea, King insta a las sucursales
bancarias a dejar de centrarse en la necesidad de "simplemente
obtener beneficios para la próxima semana" y acusa a los
bancos de "explotar de forma rutinaria a sus millones de
clientes".

En las últimas dos décadas, afirma King,
demasiadas personas de los servicios financieros han pensado que
"si es posible hacer dinero a costa de los clientes
crédulos, esto es algo perfectamente
aceptable".

El gobernador indica que empresas con buena
reputación habían quedado "destruidas" por
centrarse en la búsqueda de esos beneficios a corto plazo,
algo que "no tiene sentido".

En la entrevista, King destaca que la crisis del
Northern Rock, el primer banco hipotecario británico que
tuvo que ser intervenido por el Gobierno de Reino Unido en 2008,
podría haberse evitado si este país hubiera tenido
un "proceso de resolución establecido por la
ley".

Los comentarios de King pueden ser interpretados,
según los medios, como un mensaje para el ministro
británico de Finanzas, el conservador George Osborne,
quien parece contrario a los planes que propone el gobernador del
Banco de Inglaterra.

– Los fijadores de metas, en la mira (Project Syndicate
7/3/11) Lectura recomendada

(Por Brigitte Granville)

Londres.- Cuando hablaba en los tiempos
económicos más felices de 2005, Mervyn King
-entonces y ahora gobernador del Banco de Inglaterra- acentuaba
la importancia de afianzar las expectativas públicas de
una inflación baja y estable. Advertía que "si uno
deja que las expectativas inflacionarias se alejen demasiado del
objetivo, se puede terminar en serias dificultades y con un
proceso costoso para retrotraerlas". King ahora debe ser un
hombre preocupado.

Las propias encuestas trimestrales encargadas por el
Banco de Inglaterra sobre las actitudes públicas revelan
que la credibilidad de su Comité de Política
Monetaria (MPC, por su sigla en inglés) hoy está
debilitada. Durante los últimos 15 meses, el objetivo de
inflación del 2%, que fija el gobierno y que supuestamente
debe hacer cumplir el Banco de Inglaterra, se ha excedido en
más de un punto porcentual. Durante gran parte de este
período, el público británico esperó
que la inflación en el próximo año fuera
menor que en el año anterior, gracias a los sólidos
antecedentes del MPC en materia de estabilidad de precios. Esa
confianza hoy se disipó: las expectativas inflacionarias
alcanzaron la tasa de inflación real del 4%.

No existe ningún misterio
respecto de lo que está pasando. El mandato de estabilidad
de precios se vio sobrepasado por las preocupaciones sobre el
crecimiento. El miedo es que un ajuste de la política
monetaria para abalanzarse sobre la inflación
podría apagar la vacilante recuperación
económica.

De manera que el MPC no sólo
mantuvo las tasas de interés en un bajísimo 0,5%
desde 2009, sino que la política se relajó
aún más debido al llamado "alivio cuantitativo" del
Banco de Inglaterra -es decir, expandir la base monetaria de un
plumazo con la esperanza de vigorizar los mercados de
crédito domésticos-. Pero el Reino Unido hoy se
enfrenta al peor de los panoramas: la estanflación. La
economía está sufriendo los costos inflacionarios
de la política del Banco al tiempo que pierde el deseado
beneficio del crecimiento.

En Estados Unidos, donde la Reserva Federal está
implementando una política monetaria similarmente holgada,
la situación parece más halagüeña -al
menos a primera vista-. La economía estadounidense
está teniendo una recuperación más
convincente que el Reino Unido y, a diferencia del Banco de
Inglaterra y del Banco Central Europeo, la Fed no está
explícitamente obligada por el Congreso a lograr una meta
de inflación específica.

En consecuencia, comparada con el Banco de Inglaterra,
la importantísima credibilidad de la autoridad monetaria
parece menos vulnerable en el caso de la Fed. Pero, inclusive en
Estados Unidos, las autoridades responsables de las
políticas, como Thomas Hoenig, presidente del Banco de la
Reserva Federal de Kansas City, expresan temor a que las
expectativas inflacionarias puedan dispararse, debido a la masiva
expansión de la deuda gubernamental y al balance de la Fed
desde el colapso financiero en 2008.

Todos los principales bancos centrales de Occidente
-inclusive el tradicionalmente "agresivo" BCE- parecen estar
escondiendo la cabeza como el avestruz. Pero hay algo que pueden
hacer para garantizar los beneficios de las reglas de metas de
inflación (credibilidad y expectativas inflacionarias bien
ancladas) al mismo tiempo que sustentan la recuperación:
elevar la meta establecida.

El ejemplo para hacerlo puede darlo Gran Bretaña,
donde la situación es particularmente delicada. Las
autoridades del Reino Unido decidieron priorizar la
consolidación fiscal al mismo tiempo que implementan una
política monetaria holgada para contener los riesgos que
impuestos más elevados y un menor gasto del gobierno
implican para la recuperación. El razonamiento es claro
(aunque rara vez los políticos lo expresen claramente):
mientras que una pérdida de confianza del mercado en la
solvencia del estado británico muy probablemente
generaría una depresión, una inflación por
sobre la meta se puede rectificar a un costo relativamente
tolerable para los estándares de vida (aunque más
alto de lo que debería haber sido).

Pongamos por caso que damos por sentada la fuerza de
esta lógica (ni siquiera sus críticos
podrían negar su coherencia), sería tonto
subestimar el riesgo de una inflación desbocada y
minimizar el daño económico y social que
causaría. En la medida que la tolerancia de la
inflación por sobre la meta también refleja un
deseo de erosionar el valor real de las deudas públicas y
privadas, las tasas de interés del mercado podrían
dispararse, agravando los problemas de los gobiernos y los
hogares endeudados.

Muchos analistas creen que las enormes
limitaciones presupuestarias de los gobiernos los
obligarán a depender de la inflación. De ser
así, mejor hacerlo de manera transparente, a diferencia
del Banco de Inglaterra. En resumen, para anclar las expectativas
inflacionarias de manera efectiva, las metas de inflación
deben ser realistas.

El actual acertijo de alto riesgo que
enfrentan los responsables de las políticas sugiere que
deberían aplicar los principios de metas de
inflación de manera más flexible en el contexto de
un importante shock económico. Esto implicaría
elevar la meta a un nivel que esté en línea con la
tasa de inflación real observada en el período
post-crisis –un nivel que el público
percibiría como realista, honesto y
creíble.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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