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Un referéndum para retirarse de la Unión Europea (página 6)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Exportaciones. Alentados por una libra esterlina
más débil, el crecimiento de las exportaciones ha
reducido el déficit comercial del Reino Unido del 3,1 por
ciento del PIB en 2010 al 1,7 por ciento en el primer semestre de
2011.

Conclusión: La recuperación del Reino
Unido no tiene grandes áreas de fuerza. Así que
todo esto deja al Reino Unido sin fuentes reales de impulso
económico: el gasto del consumidor se ve obstaculizado por
las altas deudas privadas y el incremento del empleo, el gasto
público disminuirá en términos reales,
mientras que las exportaciones y la inversión empresarial
tienen el peligro de empeorar.

Sic transit gloria mundi… ¿Quousque
tandem, (Catilina), abutere patientia nostra?

En medio de la protestas contra el sistema financiero en
la catedral de San Pablo, en Londres, la Iglesia de Inglaterra
lanza una andanada de críticas contra banqueros y altos
ejecutivos, así como erigir un puente entre la
creación de riqueza y los urgentes reclamos de la
ética. (BBCMundo – 6/11/11)

La Iglesia de Inglaterra acusa a banqueros, ejecutivos y
financistas de "zafarse de sus ataduras morales". La andanada
crítica se produce a una semana de que la Iglesia se
negara a desalojar a los "indignados" que protestan contra el
sistema financiero global, acampando en terrenos de la catedral
de San Pablo.

Las acusaciones incluyen la del arzobispo de York, John
Sentamu, quien afirma que los salarios de estos ejecutivos
están originando una brecha insalvable entre pobres y
ricos, lo que erosiona la cohesión de una sociedad. "Se me
hace difícil imaginar una forma más elocuente de
decirle a alguien lo poco que vale que pagarle la tercera parte
del uno por ciento de sus ingresos", dice Sentamu. La
crítica viene acompañada de castigo: el arzobispo
exige que no se les otorguen honores ni reconocimientos a estos
financistas.

El canónigo Giles Fraser, quien renunció a
su puesto en la catedral de San Pablo por los planes de desalojar
a los manifestantes, expresó el sábado (5/11/) en
Radio 4 de la BBC que la Iglesia tenía la
obligación de destacar el costo humano de la injusticia
financiera.

Para Fraser, el distrito financiero de Londres, la milla
cuadrada donde se efectúan millonarias transacciones
día a día, ha perdido su marco moral en la misma
medida en que la tecnología ha reemplazado la
interacción humana. "El hecho de que las transacciones
descansan ahora menos en el contacto humano directo puede
explicar, en cierta medida, por qué un sentido de
obligación moral tiende a mostrarse ausente",
afirma.

Es probable que lo dicho por Fraser y sus asesores
exacerbe las fricciones de la Iglesia con el sector financiero.
Se teme que las palabras del clérigo disuadan a los
donantes del distrito financiero, que entregan cada año
millones de libras a San Pablo, de seguir haciendo su
aporte.

Sin embargo, la Iglesia no ha quemado todas sus naves en
su relación con el sector financiero. El obispo de Londres
Richard Chartres designó a Ken Costa para dirigir un
diálogo permanente entre los manifestantes contra el
capitalismo y el distrito financiero de la capital
británica.

Costa, un devoto anglicano y banquero de tomo y lomo por
tres décadas, hace una exposición de su credo en un
artículo del periódico británico The Sunday
Telegraph.

El banquero cree reconocer dos verdades palmarias. Una,
que la economía de mercado es el sistema más
exitoso inventado por el hombre para satisfacer sus necesidades
materiales, y dos, que el mercado ha sacudido sus fundamentos
morales, con desastrosas consecuencias. Por lo tanto, dice Costa,
citando al primer ministro británico, el conservador David
Cameron, "hay que devolverle al mercado su marco
moral".

¿Una marcha sin querellas por las calles
de… la City? (Custodiada por "expertos")

La Policía metropolitana de Londres ha desplegado
unos 4.000 agentes para controlar de cerca la
manifestación estudiantil que recorre en estos momentos,
por ahora sin incidentes, el distrito financiero de la capital
británica. Unos 5.000 estudiantes, según las
primeras estimaciones de las agencias de prensa, se han sumado a
la protesta en contra de la subida de tasas universitarias
adoptada por el gobierno que preside David Cameron. (ABC –
9/11/11)

"Un gobierno de millonarios nos está diciendo que
tenemos que pagar el triple de tasas", ha denunciado esta
mañana Michael Chessum, uno de los líderes de la
Campaña Nacional contra los Recortes y las
Tasas.

Una manifestación similar, celebrada el pasado
diciembre y en la que participaron unas 50.000 personas,
terminó con fuertes incidentes violentos y la
agresión al coche del Príncipe Carlos y su esposa
por parte de un grupo de agitadores. Para impedir que se repitan
escenas similares, la Policía envió esta vez cartas
a los militantes de los grupos anti recortes en las que les
advertía de las consecuencias de una deriva violenta de la
protesta prevista.

La policía de Londres arrestó un
número todavía no confirmado de estudiantes que
intentaron montar un campamento en la Plaza de Trafalgar, en el
centro de la ciudad, como parte de la multitudinaria protesta de
este miércoles contra las matrículas que
empezarán a cobrar las universidades británicas el
próximo año lectivo.

La marcha, en la que participaron jóvenes y
docentes, denuncia la aprobación de una medida que permite
a las universidades cobrar hasta US$ 14.000 al
año.

La policía desmanteló decenas de carpas y
dispersó a varios manifestantes.

El "caganer" David Cameron (*) (¡Con esta gente es
imposible!)

(*) Un caganer es una figura de una persona defecando
que se suele colocar en los belenes, como tradición en
Cataluña y en la Comunidad Valenciana (España). Se
cree que el origen de esta tradición se sitúa en el
siglo XVIII. Tradicionalmente, el caganer era un campesino
ataviado con la indumentaria tradicional catalana (faja y
barretina). Más modernamente se han realizado todo tipo de
versiones del caganer, utilizando a menudo la imagen de
personajes populares como políticos o deportistas.
Generalmente, esta figura se sitúa en un rincón
apartado del belén, intentando que no quede en un lugar
destacado. Aunque no se conoce con exactitud cuál es la
razón para colocar una figura defecando, se cree que el
caganer con sus heces fertiliza la Tierra, por lo que se le
considera un símbolo de prosperidad y buena suerte para el
año siguiente. La tradición del caganer está
aceptada plenamente por la Iglesia. Colocar esta figura en el
Belén, traía suerte y alegría; no hacerlo
comportaba desventura.

¿Traerá suerte el "caganer" David, y el
Reino Unido podrá reemplazar el "paraguas" de la
Unión Europea por la "sombra" de los bancos de la City?
Hoy por hoy, el sistema bancario en la sombra parece ganarle la
partida a la desvaída y desunida Europa… A medida
que el buque europeo se encamina hacia las rocas, a los oficiales
al mando les están tirando por la borda… Y el euro
ha contribuido a crear y mantener la crisis

Aunque la ruptura del euro sería muy
difícil y peligrosa. Las fugas de capitales y los impagos
de las deudas en los países que salieran del euro,
podrían provocar el hundimiento de muchos bancos y un caos
a nivel político y económico…
¿Podrían evitar los bancos británicos, en su
caso, que el tsunami les llegue desde la "otra" orilla del Canal
de la Mancha? ¿Qué ocurriría si los bancos
en la "sombra" de la City llegaran a necesitar del "paraguas"
(abandonado por Cameron) de la Unión Europea, aunque
más no sea, para intentar mantenerse en pie?…
Podría darse el caso que los "avatares" (UE) aplastaran a
los "zombis" (RU)… Entonces, ¿alcanzará con
la suerte del "caganer"? ¿la fertilidad marginal de la
City compensará las pérdidas directas causadas por
el abandono de la mutualización europea?
¿mejorará la vida de los ingleses salir de la
UE?

En el Titanic europeo quedan pocos botes (aunque la
orquesta de Merkozy sigue tocando), ¿podrá el
"caganer" Cameron salvar a la City del naufragio? ¿y a su
pueblo?

Al final, tienen
razón, parecería razonable marcharse: Eurolandia es
una ruina

– La libra, el euro y la crisis (Gaceta.es –
3/1/11) Lectura recomendada

En el caso de Reino Unido, estar fuera del euro no nos
ha librado de sufrir la crisis.

(Paul Gordon)

¿Ha soportado la crisis Reino
Unido mejor que España por estar fuera del euro? Buena
pregunta, pero no es fácil de contestar. En primer lugar,
el ambicioso proyecto de unión monetaria europea fue visto
siempre desde círculos anglosajones como inviable. Desde
el primer momento se tuvo la idea de que se trataba de un
proyecto político de corte federalista más que de
un proyecto realmente económico, con el que se
pretendían unir a toda prisa las principales
economías de Europa Occidental bajo el liderazgo
alemán, aplicándoles una única
política monetaria orquestada desde Fráncfort, sin
que hubiese una convergencia real de las condiciones
económicas de cada país miembro y con la sospecha
de que dichas políticas monetarias siempre
beneficiarían más a la economía alemana que
a las demás.

Para decirlo en términos vulgares, sería
como si 16 pacientes con enfermedades distintas se fueran juntos
a ver al médico de cabecera y éste les recetara a
todos el mismo tratamiento, sin tener en cuenta la enfermedad de
cada individuo. Evidentemente el tratamiento médico les
sería más beneficioso a unos que a otros. Esto es,
más o menos, lo que ha pasado con la implantación
del euro. Y en tiempos de crisis (o si el paciente presenta un
cuadro clínico serio) se agravan las consecuencias
negativas de dicha manera de proceder, pudiendo llegar a ser
fatales como en el caso de Grecia y de Irlanda.

En el caso particular de Reino Unido, el hecho de estar
fuera del euro no nos ha librado de sufrir la crisis
económica. El anterior Gobierno laborista de Brown (con la
"ayuda inestimable" de muchos banqueros de La City) llevó
literalmente al país al borde del colapso financiero.
Varios bancos británicos quebraron y tuvieron que ser
rescatados con el dinero del contribuyente para evitar el total
colapso del sistema bancario, elevando la deuda pública,
que ya estaba muy alta por la costumbre secular de los Gobiernos
laboristas de gastar muy por encima de sus posibilidades, a
enormes proporciones. Pero la gran ventaja de estar fuera del
euro para Gran Bretaña es la capacidad de dictar su propia
política monetaria de acuerdo con las condiciones reales
de la economía británica y no tener que seguir las
directrices económicas procedentes de Alemania o Francia,
que, evidentemente, están dictadas para beneficiar a las
economías alemana o francesa, pero que pueden no ser las
adecuadas para otros países. Esta capacidad de determinar
su propia política monetaria y financiera se supone que
debe ser la clave para ayudar a Gran Bretaña a salir antes
de la crisis porque se aplicarían las políticas que
fueran más beneficiosas para su propia economía,
como un traje hecho a medida.

El actual Gobierno de coalición
conservador-liberal de David Cameron está tratando de
implementar políticas monetarias y financieras en esta
línea, como por ejemplo las valientes medidas de recortes
en el gasto público anunciadas recientemente para reducir
el enorme déficit y restablecer el sentido común en
las finanzas británicas después de 13 años
de caos provocados por el despilfarro laborista. Afortunadamente
Gran Bretaña parece contar con la confianza y el respeto
de los mercados internacionales a pesar de partir de unas
condiciones financieras y económicas muy negativas y esto
cuando la libra está sola fuera del euro y expuesta a los
ataques feroces de los especuladores. Tal vez se debe en parte a
que Gran Bretaña es uno de los países fundadores y
piedra angular del actual sistema financiero internacional, al
que no se puede atacar gratuitamente porque podría llevar
al colapso de la economía mundial. Gran Bretaña y
Estados Unidos parecen inspirar cierta confianza de por sí
en los mercados internacionales. Esto desde luego es una gran
ventaja de la que a muchos otros países les
gustaría gozar.

En este sentido se ha hablado de una
especie de conspiración anglosajona en contra del
éxito del euro. Varios periódicos y revistas
británicos no han podido ocultar su satisfacción
cuando empezaron los problemas especulativos contra Grecia e
Irlanda y, en menor medida, contra Portugal y España. Una
especie de "ya te lo avisé" de que el proyecto del euro
estaba condenado al fracaso desde su creación
política. Pero el euro sigue en pie de momento. Ya veremos
lo que el futuro nos depara. ¿Estaría España
mejor fuera del euro en estos tiempos de crisis? Ciertamente si
España estuviera fuera del euro ahora mismo tendría
la autonomía monetaria y financiera necesaria para imponer
las políticas más adecuadas para su maltrecha
economía cuyo principal problema es que cuenta con un
enorme ejército de parados, pero en cambio su moneda
sería extremadamente débil en comparación
con el euro y estaría expuesta a ataques especulativos
mayores. Indudablemente la mala gestión del débil
Gobierno de Zapatero no inspira ninguna confianza en los mercados
internacionales, ya que no parece que sepa salir de la crisis.
¿Dentro o fuera? ¡Ustedes mismos!

(Paul Gordon es miembro del Scottish Conservative and
Unionist Party – Partido Conservador
británico).

"El rechazo de los europeos al rescate de
países insolventes no para de crecer en países como
Alemania, Francia, Dinamarca o Finlandia"…
El rescate de
los PIGS dispara el rechazo a la Unión en media Europa
(Libertad Digital – 13/5/11)

La crisis europea está al rojo vivo. Los
diferentes planes de rescate por parte de la Unión Europea
prometían solventar los problemas, pero apenas unos meses
más tarde se están demostrando contraproducentes o
insuficientes, según las diferentes
interpretaciones.

La clase política de Bruselas y de los
países más sanos de la UE se preparan para otra
ronda de rescates, ya que están convencidos de la
necesidad de salvar la Unión. Pero la resistencia que
están encontrando entre los ciudadanos de los
países que van a tener que pagar la factura es cada vez
más fuerte, reflejándose en fuertes debacles
electorales, rebeldía de votos en los partidos y victorias
de partidos escépticos con la Unión, al menos, tal
como está planteada hoy en día.

Nada más empezar la crisis, salieron a relucir
los fuertes problemas de gasto público en los diferentes
gobiernos de los países periféricos, los llamados
PIGS, mal acostumbrados por la falsa prosperidad de la burbuja
inmobiliaria y los rescates al sistema financiero. Esta
situación insostenible rápidamente se
reflejó en un aumento disparatado del déficit y el
consiguiente encarecimiento de la financiación.
Aparecieron serias dudas sobre la solvencia real de los
diferentes gobiernos, a pesar de que los políticos negaron
constantemente el problema. No pasó demasiado tiempo hasta
que se confirmó que las dudas estaban
justificadas.

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La reacción de la Unión Europea y de la
clase política de sus países fuertes, liderados por
Alemania, siempre ha sido optar por los rescates, a pesar de
mantener una retórica de dureza para contentar a su
opinión pública, ya que al final son sus
contribuyentes los que acabarán pagando la factura, ya sea
mediante impuestos más altos, menos servicios y/o mayor
inflación de precios.

La primera acción la tomó el Banco Central
Europeo (BCE) liderado por Trichet. Los bajos tipos de
interés y los arbitrajes favorables para que los bancos
comerciales compraran deuda gubernamental no fueron suficientes.
Bajo el programa SMP (Securities Market Program) empezó a
comprar directamente bonos de los gobiernos en problemas para
mantener los tipos de interés por debajo de ciertos
niveles críticos. Aunque Trichet lo negara, el SMP es muy
similar a los programas de Quantitative Easing de EEUU o Reino
Unido, ya que todos consisten en monetizar (comprar mediante la
emisión de billetes) deuda pública, un proceso muy
inflacionario que quedó temporalmente disimulado por las
presiones deflacionarias (desplome del crédito privado)
derivadas de la crisis.

La idea del eurobono

En realidad, este programa no era la opción
preferida de los burócratas europeos. Al inicio de la
crisis intentaron promocionar la idea del bono europeo, que
hubiera transferido la responsabilidad del pago de la deuda de
los diferentes países miembros a todo el conjunto de la
UE. Los países con la situación fiscal más
en orden lo vieron evidentemente como un subsidio por su parte
hacia los socios fiscalmente más irresponsables, y la
oposición ciudadana no se hizo esperar. De este modo, la
creación de los famosos eurobonos quedó
temporalmente aparcada.

Por ello, como segunda opción, se escogió
el ya citado SMP. El BCE puso en marcha el programa sin hacer
apenas ruido, pero poco a poco la información fue llegando
a la ciudadanía, que no tardó en protestar. El
programa SMP es, en realidad, ilegal ya que viola el Tratado de
Maastricht, tal y como admitió más tarde el ex
presidente del banco central alemán (Bundesbank) y ex
miembro del BCE Axel Weber. En Alemania llegó a formarse
una asociación que interpuso una denuncia ante los
tribunales germanos. Pero la voluntad política se impuso y
el Tribunal desechó la denuncia.

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El BCE estuvo especialmente activo durante el verano de
2010 -como se puede ver en el gráfico anterior-,
sosteniendo artificialmente la deuda griega, irlandesa y
portuguesa mediante estas compras extraordinarias e ilegales de
bonos, con la sombra amenazante de la enorme deuda
española de fondo.

Solventados momentáneamente esos problemas, el
BCE tan sólo tuvo que volver a intervenir ligeramente a
finales del año 2010, para más tarde dejar de
utilizar el programa SMP definitivamente. La razón es la
aparición del EFSF (European Financial Stability
Facility), un fondo de rescate garantizado por todos los
países de la Unión. En realidad, el EFSF es un bono
europeo colado por la puerta trasera, aunque con algunas
limitaciones. Pero al igual que un eurobono completo, transfiere
la responsabilidad de la deuda de los países rescatados al
conjunto de la UE.

El EFSF puede emitir deuda para financiar los rescates,
empleando como garantía la propia deuda del resto de
gobiernos de la UE. Además, la deuda del actual Fondo de
rescate europeo es aceptada por el BCE. Este detalle es
importante, ya que estos bonos cotizan a un interés
superior (por encima del 2,5%) que el de la ventana de descuento
del BCE (1,25%), lo cual crea un arbitraje favorable. Todas estas
"facilidades" no han pasado por alto al mercado, que ha acudido
en masa a la compra de la deuda del EFSF, destacando la demanda
asiática, que busca diversificar sus abultadas reservas en
dólares.

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Pero el EFSF es sólo una solución
temporal, hasta que entre en funcionamiento el mecanismo
definitivo elegido por la UE para gestionar este tipo de
situaciones. Se trata del llamado ESM (European Stability
Mechanism) que, en principio, entraría en vigor en
2013.

El ESM es un paso más hacia la unión
fiscal de la UE, pero con una serie de cláusulas exigidas
por los políticos alemanes con la intención de
evitar el abuso de los gobiernos más irresponsables.
Independientemente de la valoración particular de dichas
cláusulas, el problema es que cuesta creer que estos
límites vayan a respetarse cuando las condiciones
impuestas por el Tratado de Maastricht (déficit
máximo del 3% del PIB y deuda del 60%) han sido violadas
constantemente desde el inicio del euro, pese a ser un acuerdo
más descentralizado y, por tanto, menos dado al
abuso.

El descontento europeo (situación al mes de mayo
de 2011)

Así parecen reconocerlo cada vez más los
ciudadanos de los países del centro y norte de la UE, como
queda reflejado en la creciente oposición al ESM y, en
general, a la dirección que está tomando la
Unión Europea.

En Alemania, la oposición interna empezó
en el partido liberal, Free Democratic Party (FDR), que forma
coalición de Gobierno con el CDU de Angela Merkel.
Inicialmente, los dirigentes del partido, que ocupan diferentes
cargos en el Ejecutivo germano, no se mostraron opuestos al ESM,
lo cual provocó su descalabro en las
elecciones.

El FDR obtuvo un 14,6% de los votos, su mejor resultado
hasta el momento, en las últimas elecciones generales,
para luego hundirse en las elecciones regionales, alcanzando
apenas el 5% necesario para obtener representación en el
estado de Baden-Wüttemberg. El descalabro realmente no es
tan sorprendente porque ya dentro del propio FDR diversos
afiliados, ignorados en aquel momento por la cúpula
dirigente, formaron asociaciones anti-rescates. Tras el
resultado, Westerwelle dimitió como líder del
partido, aunque de momento sigue formando parte del Gobierno de
coalición, y la nueva cúpula del FDR ha tomado
buena nota de los deseos de sus electores avisando que
votarán en contra del ESM.

Pero los problemas para Angela Merkel y sus planes para
aprobar el ESM no acaban aquí. Hasta 19 congresistas de su
propio partido, el CDU, han advertido que votarán en
contra del plan. Se ha sugerido una versión alternativa,
donde el mecanismo de rescate no se activa
automáticamente, sino que cada actuación tiene que
ser aprobada previamente por el Parlamento alemán. De esta
manera, Alemania mantendría el control sobre su
política fiscal, lo cual choca frontalmente con las
intenciones de los burócratas de la UE (el eurobono puro y
duro supone perder la autonomía fiscal de los
socios).

Merkel se ha visto obligada a acudir a los dos partidos
de izquierda para aprobar el ESM y poder así rescatar con
fondos públicos al sistema financiero europeo. Tanto el
partido socialdemócrata como los Verdes se han mostrado
favorables, por lo que parece que la votación en el
Parlamento alemán para la aprobación del ESM
será, finalmente, afirmativa.

La reacción del electorado a esta nueva
situación aún está por ver, ya que los
apoyos para regresar al antiguo marco alemán no paran de
crecer entre los electores. La prensa alemana escribió
recientemente por primera vez sobre la posibilidad de que Grecia
abandonara el euro, un tema tabú hasta el
momento.

El descontento hacia los rescates también se ha
extendido por el resto de países de la UE, y ha sido
capitalizado por diferentes partidos, normalmente de
carácter populista y de derechas. Por ejemplo, en
Finlandia ha surgido con fuerza el True Finns (Verdaderos
Finlandeses), un partido populista de derechas e intervencionista
formado en 1995. Su mejor resultado en las elecciones generales
había sido de 5 diputados, y tras prometer rechazar
cualquier rescate europeo alcanzó los 39 en las
últimas generales, convirtiéndose así en la
tercera fuerza del país, muy cerca de los dos principales
partidos – National Coalition con 44 y Social Democrats con 42-.
En una reciente carta abierta publicada en el Wall Street
Journal, Timo Soini, líder del partido,
escribía:

Finalmente, True Finns ha roto las negociaciones para
formar Gobierno con los conservadores del National Coalition,
tras el acuerdo de éstos con los socialdemócratas,
otorgando así luz verde al rescate de Portugal y de su
sistema financiero.

Por su parte, en Dinamarca tampoco han faltado los
políticos que han escuchado a sus ciudadanos y han tomado
posiciones en contra de los rescates soberanos. El partido de
derechas en coalición con los conservadores ha conseguido
la reinstauración de controles y aduanas en las fronteras
como condición para volver a formar Gobierno, rompiendo
los acuerdos básicos con la Unión
Europea.

Incluso en Francia, el partido ultraderechista de Le
Pen, el que, sin oponerse frontalmente, ha sido más
crítico con la Unión Europea, se ha colocado como
segunda fuerza política por delante del partido de
Sakorzy, según un sondeo publicado en Le
Parisien.

Con la ayuda de Alemania y del resto de países de
la UE parece posible, desde un punto de vista puramente
económico, ejecutar algún plan de rescate para los
PIGS, que podría incluir quitas (reestructuración)
en la deuda, permitiendo así la supervivencia de la
Unión Monetaria.

Sin embargo, la gran incógnita es la
disposición de los ciudadanos de estos países a
pagar el rescate de los estados periféricos, sobre todo al
observar que no saldrán, precisamente, beneficiados. Los
ciudadanos de los periféricos, por su parte,
también protestan, especialmente en Grecia, ya que no
aceptan las condiciones y los recortes públicos impuestos
por las autoridades internacionales, orientados a salvar a
gobiernos y bancos.

Por último, el último dato del IPC en
Europa es preocupante, y el BCE ya admite que no mejorará.
La continuada subida de precios, sobre todo, en bienes
básicos como materias primas y alimentos,
acrecentará el descontento ciudadano y el rechazo a los
planes de rescate financiados con ayuda de la impresora del BCE.
Así pues, al final, la continuidad o disolución de
la Unión Monetaria va a depender del aguante o conformismo
de la población europea y de la capacidad de los
políticos para lograr vender a sus electores el rescate de
los socios insolventes.

– Anatole Kaletsky: Cómo salvar el euro: echen a
Alemania (El Economista – 6/9/11)

(Por Anatole Kaletsky) Lectura recomendada

A medida que el destino federal de Europa se aproxima,
se desvela un segundo fallo en el proyecto europeo, mucho
más profundo que la contradicción entre las
políticas monetarias y fiscales de los países de la
eurozona.

Todos están de acuerdo en que Europa se enfrenta
al obvio dilema de abandonar el euro o dar un salto
cuántico hacia un "verdadero Gobierno económico
europeo", como explicaba el presidente Sarkozy tras la
reunión de París.

Eso, en la práctica, significa dos cosas. La
primera es una sustitución parcial de las deudas de los
Gobiernos nacionales por los llamados eurobonos, garantizados
solidariamente por todos los países de la eurozona y sus
contribuyentes. Es una idea a la que Alemania, Austria y otros
países acreedores se han opuesto rotundamente y que ha
vuelto a rechazarse, aunque la resistencia sea cada vez
más débil.

La segunda condición, que los países
acreedores exigen quid pro quo, es un control centralizado de los
impuestos y el gasto estatal por parte de un tesoro federal
europeo con poderes de veto sobre las políticas fiscales
de todos los Estados miembros. Como es lógico, la
propuesta ha contado con la oposición de Grecia, Italia,
España y otros países deudores, aunque la
resistencia también es cada vez más débil.
Que coloquen al presidente de la UE, Herman Van Rompuy, a cargo
de un nuevo comité no ha sido exactamente un paso en esa
dirección.

Los fallos

Dicho eso, el primer fallo fundamental
del proyecto europeo (la contradicción entre una moneda
única y la multiplicidad de políticas fiscales
nacionales divergentes) podría acabar resolviéndose
a favor de una solución federal, que fue desde el
principio la intención de los padres fundadores del euro,
François Mitterrand y Helmut Kohl.

Ahora Europa debe abordar el segundo fallo: que las
concepciones alemana y francesa de una Europa federal son
incompatibles entre sí. Ambos países no sólo
comparten teorías muy distintas de la
centralización y descentralización, sino que sus
visiones de una Europa federal son fundamentalmente
antagónicas en términos de políticas de
poder.

Los alemanes se creen la superpotencia económica
europea y, como tales, tienen derecho a gestionar la eurozona de
acuerdo con su modelo. Los franceses también están
convencidos de ser líderes históricos de la
diplomacia, intelectualidad y burocracia, y por lo tanto se ven
como los gestores naturales de todas las instituciones europeas.
El verdadero problema que debe resolverse ahora, si se quiere que
el euro continúe, no es la necesidad o no de una Europa
federal, sino si la federación incipiente estará
dirigida por Francia o Alemania.

Por el momento, Berlín se supone dominante por su
condición de pagadora de la crisis del euro, pero si
Sarkozy juega bien sus cartas, podría demostrar lo
contrario. Supongamos que París reaccionara ahora con una
propuesta bastante modesta, explicando que Alemania se ha negado
a sostener al euro en esta crisis. Berlín ni ha aceptado
emitir eurobonos con garantía solidaria, ni ha permitido
que el BCE refinancie a Italia, España y Grecia comprando
bonos. Los políticos germanos defienden que los
países incapaces de saldar sus deudas deben ser expulsados
del euro, pero ¿y si diéramos la vuelta a la
tortilla y echáramos a Alemania?

"Sudo" vs. "neuro"

Dada su poca solidaridad hacia otros países de la
eurozona, se les podría pedir educadamente que se vayan.
Alternativamente, la decisión podría provocarle una
revuelta política o decisión judicial en Alemania
si los demás euromiembros invalidan sus objeciones y
obligan al BCE a comprar grandes cantidades de deuda italiana y
española. Berlín emitiría un nuevo marco, y
los países restantes tendrían que tomar la sencilla
decisión de seguir a Alemania fuera del euro o continuar
en un grupo pequeño y liderado por Francia, similar a la
Unión Monetaria Latina que aglutinó a Francia,
España, Italia, Grecia y Bélgica entre 1866 y
1908.

El pseudoeuro del sur se mereció
el apodo de "sudo" en un artículo satírico que
publicó hace algunos años Martin Taylor, ex
consejero delegado de Barclays. En él, sugería que
los países septentrionales como Austria y Holanda, que
comparten la misma neurosis inflacionaria que Alemania,
podrían crear una moneda común rival, el "neuro",
aunque la falta de apetito alemán ante más
experimentos de cooperación monetaria posiblemente no lo
permitiría.

La retirada voluntaria de Berlín
plantearía muchos menos problemas jurídicos e
institucionales que la desmembración del euro provocada
por la expulsión forzosa de Grecia, Italia o
España. Se podría conceder al país una
derogación del tratado de Maastricht, como a Gran
Bretaña y Dinamarca. Los titulares de bonos germanos no
pondrían objeción, porque sus capitales
pasarían a convertirse en una moneda más fuerte, el
nuevo marco.

El BCE seguiría como hasta ahora,
pero sin directivos alemanes (ni holandeses o austriacos), y ya
sin el veto germano, tendría la libertad de comprar al
instante cantidades ilimitadas de bonos italianos y
españoles, del mismo modo que el Banco de Inglaterra y la
Reserva Federal de EEUU han adquirido bonos de sus Gobiernos. Con
el tiempo, los euromiembros restantes negociarían un nuevo
tratado y crearían un ministerio federal de
economía, encargado de emitir bonos de garantía
solidaria y administrar unas políticas fiscales
comunes.

Para todos los países latinos,
Francia incluida, esta situación presentaría
enormes ventajas y ningún inconveniente verdadero.
Recuperarían el control de su moneda y podrían
utilizarla para canjear sus deudas estatales. Serían
capaces de devaluar a voluntad sin provocar guerras comerciales
con sus vecinos latinos. Para Francia, las ventajas
geopolíticas serían mayores aún, ya que
dejaría de verse condenada a ser el segundo plato ante
Alemania y no perdería su carácter nacional,
pretendiendo ser más alemana que los alemanes.

Los países de Europa central
acudirían en bandada a unirse al "sudo" ante la
alternativa de unas monedas sobrevaloradas. Más importante
aún, Polonia y Hungría preferirían de largo
verse como países europeos siguiendo el liderazgo
francés que como colonias económicas alemanas. Lo
mejor de todo para Francia es que su élite
burocrática volvería a ocupar el puesto de
líder incuestionable del proyecto federal
europeo.

Mientras, los exportadores y bancos alemanes
sufrirían la madre de los brotes deflacionarios, hasta el
punto de que Alemania podría tener que volver con el rabo
entre las piernas a implorar su reincorporación a una
unión monetaria liderada por París. En resumen, la
diplomacia gala tiene la oportunidad de establecer, de una vez
por todas, su superioridad sobre el poderío industrial
germano en tanto que fuerza dominante en Europa. Donde fracasaron
Clemenceau y Napoleón, podría triunfar Sarkozy…
¡El día de la gloria ha llegado!

(Anatole Kaletsky, director adjunto y jefe de
Economía del diario The Times)

""Estamos hartos de tus críticas y de que nos
digas lo que tenemos que hacer. Dices que nos aborreces y ahora
quieres inmiscuirte en nuestras reuniones". El mercurial Nicolas
Sarkozy estalló con tales palabras a la insistente
petición del británico David Cameron sobre
cómo las decisiones que adoptan y van a seguir adoptando
los 17 países de la moneda única han de tener en
cuenta también los intereses de los otros diez socios que
no pertenecen a la eurozona"…
La crisis fragmenta a una UE
sin líderes (El País – 24/10/11)

El calentón verbal, sintomático de las
tensiones que crecen en Europa en estas horas de crisis sin
líderes a la altura del desafío, acabó con
una solución a la UE: cada cumbre de los países de
la eurozona irá precedida de una reunión a 27 para
informar a los de fuera de qué se va a hacer.

El enfrentamiento verbal entre el presidente
francés y el primer ministro británico fue referido
por fuentes diplomáticas dentro del pulso mantenido por
ambos el domingo (23/10) sobre la pretensión de Sarkozy de
dejar fuera a Cameron de la cumbre de la eurozona prevista para
el 24/10 y la insistencia del británico en que, como socio
de la Unión, tiene derecho a estar al tanto de lo que
afecte a los intereses de su país.

Reino Unido, República Checa, Polonia y Suecia se
han convertido en puntas de lanza de ese intento de condicionar
-"vetar", dice un representante de un Estado miembro de los
Diecisiete- lo que se decide dentro de la eurozona sin querer
asociarse al club de la moneda única. Temen los Diez (los
países fuera del euro) verse descolgados en la
rápida evolución hacia una mayor integración
que se plantean los Diecisiete embarcados en el euro.

El embajador de uno de los Diez señala que "en la
UE ya tenemos una Europa a dos velocidades: la eurozona y los
otros", en la que los otros son los ocho países que deben
forzosamente integrarse en la moneda única más los
dos (Reino Unido y Dinamarca) que pueden seguir indefinidamente
fuera.

Las decisiones que adoptan los países de la
eurozona afectan a cuestiones como el mercado único o la
competitividad, entre otras, que son comunes a los
Veintisiete

El embajador representa a uno de los ocho y hace notar
que "de seguir así puede llegar el día en que el
que deba integrarse se encuentre con unas condiciones distintas a
las que pactó y opte por pedir nuevas condiciones, como,
por ejemplo, la celebración de un
referéndum".

Su Gobierno reclama tener participación en lo que
decidan los Diecisiete "porque las decisiones que adoptan los
países de la eurozona afectan a cuestiones como el Mercado
Único o la Competitividad, entre otras, que son comunes a
los Veintisiete". O dicho con palabras de primer ministro:
"Tenemos que proteger los intereses de los países que
quieren quedarse fuera de la eurozona, en especial con respecto a
la integridad del mercado único para los 27 países
de la UE".

Es lo que declaró Cameron en conferencia de
prensa el domingo (24/10) en Bruselas cuando se le
interrogó sobre su choque con Sarkozy. "La crisis hace
inevitable la integración económica y fiscal en la
zona euro, pero no a costa de los intereses del Reino
Unido".

Londres es el euroescéptico por antonomasia y no
puede deshacerse de ese aire de superioridad que crispa a los
otros, siempre exigiendo excepciones a una Unión en la que
entró en 1973 como un mercado común y que, cinco
tratados más tarde, ha evolucionado de tal manera que ya
tiene hasta un servicio exterior que pena por dar sus primeros
pasos.

Antes del verano, el ministro de Exteriores
británico, William Hague, alertó a sus embajadas de
que estuvieran atentas, y respondieran en consonancia, a lo que
interpretaba como planes de Bruselas de tutelar la
política exterior. "Yo soy de la opinión de que
debemos disfrutar de las ventajas de la UE sin dejarnos arrastrar
a un Estado federal", mantiene un Hague que limita las ventajas
de la UE al comercio sin límites en el seno de los
Veintisiete, el libre establecimiento en cualquiera de ellos y el
ascendiente que como grupo tiene la Unión en las
negaciones globales para abrir nuevos mercados a los bienes y
servicios británicos.

Desde la primavera de 2008 ha habido reuniones de todo
tipo al más alto nivel en la UE sin que hasta ahora se
haya encontrado una salida creíble a la crisis,
circunstancia que los politólogos atribuyen a la falta de
auténticos líderes en Europa y a cómo
está cambiando el ambiente en las distintas capitales,
empezando por un Berlín que se ha deshecho de viejos
complejos.

Un europarlamentario revela cómo en una
reunión con su correligionario Wolfang Schauble, ministro
alemán de Finanzas, este le confesó: "Soy el
único europeísta de mi Gobierno".

Una veterana observadora de los avatares de la
Unión se escandalizó el domingo (24/10) al
oír a Sarkozy declarar en conferencia de prensa que
él tenía que tomar decisiones hasta por los
países que no le han elegido. "Esta no es la Europa que yo
había conocido", comentó ella, indignada. "Esto es
grotesco".

Anexo carcelario: "Le confessioni dei pentiti": el
primer ministro "hereditario" (ahora) da clases de "urbanismo".
"Desde Londres con amor" (de las mentiras de Tony a la
simulación de Gordon)… ¡Lo que hay que
leer!…

– Un acuerdo sobre el crecimiento mundial (Project
Syndicate – 3/2/11)

(Por Gordon Brown)

Londres.- El Presidente de los Estados Unidos, Barack
Obama, cautivó la imaginación del mundo cuando
habló recientemente de un nuevo "momento sputnik".
Trazó un plan audaz para mejorar la educación, las
infraestructuras y la tecnología y comparó,
gráficamente, la determinación necesaria para
enviar a un hombre a la Luna con la necesaria para restablecer el
crecimiento de la economía de los EEUU.

Obama tiene razón al decir que
Occidente afronta no sólo grandes amenazas, sino
también grandes oportunidades. En el último
decenio, la economía mundial quedó transformada con
la incorporación de mil millones de trabajadores
asiáticos a las filas de los productores industriales. En
2011, por primera vez en dos siglos, Europa y los Estados Unidos
corren el riesgo de ser superados en producción,
exportaciones e inversiones por China y el resto del
mundo.

Sin embargo, el crecimiento de Asia
infunde también a Occidente una esperanza económica
sin precedentes. En este decenio, el mundo quedará
transformado una vez más por el aumento de los
consumidores asiáticos. En 2020, el tamaño de los
mercados internos de Asia será el doble del de los Estados
Unidos. La clase media del mundo habrá pasado de mil
millones de consumidores a tres mil millones.

Las oportunidades para el crecimiento de Europa y de los
EEUU que ofrecerá esa demanda mundial suplementaria
serán enormes. Los países y las empresas que
prosperarán en los nuevos mercados de Asia serán
los que ofrezcan los bienes y servicios -hechos por encargo,
facilitados por la tecnología y con gran valor
añadido- necesarios para atender la demanda de dos mil
millones de consumidores de Asia.

Pero ni Europa ni los EEUU se encuentran en una
situación suficientemente fuerte para aprovechar al
máximo esos nuevos mercados. Para poder aprovechar las
oportunidades que ofrece Asia, Occidente debe empezar de nuevo a
superar en invención, innovación y aptitudes al
resto del mundo. De hecho, a no ser que Occidente aumente en gran
medida sus inversiones de capital en los sectores de la
ingeniería, la ciencia y las nuevas tecnologías, se
verá marginado por países cuyos gobiernos respaldan
a sus innovadores con dinero contante y sonante.

Con el plan de inversiones de Obama se pondría la
primera piedra para un acuerdo mundial oficial que brinde altos
niveles de crecimiento a todos los confines del mundo y cree
millones de nuevos puestos de trabajo. Conforme a dicho acuerdo,
Europa se uniría a los EEUU para aumentar los niveles de
inversión, complementando la iniciativa del "lanzamiento
de un cohete lunar" por parte de los Estados Unidos con un
programa de reforma estructural encaminado a crear una
economía digital, verde, energéticamente eficiente
y competitiva, mientras que China desempeñaría su
papel aumentando su consumo. Creo que semejante acuerdo
podría incrementar la economía mundial en un 3 por
ciento, aproximadamente, de aquí a 2014… y sacar a cien
millones de personas de la pobreza.

Presenté ese plan cuando presidí el G-20
en Londres en 2009. Quería que Oriente y Occidente se
comprometieran con una estrategia oficial para rendir resultados
más duraderos que los prometidos por los planes de rescate
que estábamos aplicando en aquel momento. Habíamos
centrado la atención en impedir que la recesión se
convirtiera en una depresión. Yo sostuve que era
también el momento de innovar con la creación de un
marco de crecimiento más duradero.

Al final, no se pudo lograr un objetivo compartido de
crecimiento y hasta ahora no ha habido suficiente voluntad
política para actuar coordinadamente a fin de lograrlo.
Desde entonces, Europa y los Estados Unidos han crecido muy por
debajo de su capacidad (pese a la existencia de una demanda no
atendida en todo el mundo) y el desempleo ha llegado a ser el 10
por ciento, aproximadamente, en los dos continentes (con un
desempleo juvenil que ha alcanzado el alarmante nivel del 20 por
ciento).

El acuerdo sobre el crecimiento mundial que nos
eludió en 2009 sigue siendo la labor inacabada del G-20.
La inversión pública concentrada al principio del
período podría financiarse con cargo a un Banco
Europeo de Inversiones de mayores dimensiones. China ha puesto ya
los cimientos para desempeñar su papel: su política
de xiaokang (reducir la pobreza y aumentar la clase media) ha de
crear un mercado de miles de millones de dólares de bienes
y servicios occidentales.

Occidente debe proponer que, si el
consumo de China aumenta en entre dos y cuatro puntos
porcentuales de su PIB durante los tres próximos
años (cosa enteramente posible, al ampliar su red de
seguridad social, reducir los impuestos y poner al alcance de sus
ciudadanos de a pie la propiedad de una vivienda), los Estados
Unidos y Europa incrementarán su inversión
pública en cantidades similares. Si otros países
asiáticos hacen lo propio y acuerdan crear un campo de
juego igual para todos los exportadores, podríamos crear
unos 50 millones de puestos de trabajo suplementarios.

Naturalmente, en Occidente un plan de inversión
se expone a las críticas de quienes prefieren que no
hagamos otra cosa que hablar de estrategias de crecimiento. De
hecho, los críticos sostienen que el aumento de la
inversión pública entra en conflicto con el impulso
necesario para reducir los déficits públicos y
avisan sobre el aumento de los tipos de interés que
entraña un mayor gasto.

Pero los críticos se equivocan sobre los efectos
de las inversiones específicas en el déficit. Un
estudio reciente del Fondo Monetario Internacional aportó
pruebas inequívocas de que podemos mantener en realidad
los planes de reducción de los déficits, sin por
ello dejar de beneficiarnos de las inversiones de capital
suplementarias que las economías de los EEUU y de Europa
necesitan.

Mí extrapolación del
modelo del FMI muestra que los países occidentales pueden
incrementar en gran medida su crecimiento del PIB a largo plazo
aumentando sus niveles de inversiones de capital a lo largo de un
período de tres años. Un estímulo anual
equivalente a tan sólo el 0,3 por ciento del PIB
rendiría un beneficio en los EEUU de 0,8 por ciento en
crecimiento económico en su punto máximo en 2013 y
de 0,4 en Europa.

Ese planteamiento, que garantiza el crecimiento y reduce
el desempleo sin aumentar el déficit, es necesario para
activar el sector privado y movilizar parte del capital que se ha
acumulado en los balances de las empresas en los últimos
años. También subraya la importancia del G-20 y del
FMI para intentar conseguir el consenso mundial ahora.

Occidente está en condiciones de
desempeñar su papel en la renovación mundial. Sus
extraordinarias fuerzas laborales producen bienes y servicios de
primera categoría, pero no se debe condenar a la fuerza
laboral occidental con políticas que produzcan tozudamente
un decenio de crecimiento lento y empleo escaso. Sería una
tragedia humana y no sólo un desastre
económico.

(Gordon Brown fue Primer Ministro (2007-2010) y ministro
de Hacienda (1997-2007) del Reino Unido. Es autor de Beyond the
Crash: Overcoming the First Crisis of Globalisation ("Más
allá del desplome. La superación de la primera
crisis de la mundialización"). Copyright. Project
Syndicate, 2011)

– El remedio de la eurozona empieza por Alemania (El
País – 28/8/11)

(Por Gordon Brown)

Comprendo bien la actitud desafiante que
hoy vemos en Alemania cuando se enfrenta a la crisis en la que
está sumida la eurozona. El enfado alemán es obvio
y está bien fundado.

Durante los últimos 10 años, mientras
España, Irlanda, Portugal y otros países
disfrutaban de la fiesta de unos bajos tipos de interés,
los alemanes redujeron sus salarios, soportaron duras reformas
estructurales y pasaron por la dolorosa prueba de cinco millones
de desempleados en un esfuerzo por modernizar sus industrias. Sus
sacrificios les han llevado a tener un amplio superávit
comercial y un aumento del 80% de sus exportaciones a
China.

Ningún otro país hubiera
podido mantener al mismo tiempo los costes de integrar a 16
millones de personas de Europa del Este en un Estado unificado, o
de unirse al euro a un tipo de cambio tan poco competitivo, y,
sin embargo, haber reconstruido incluso la fuerza exportadora del
país.

Alemania tiene ahora la economía más
fuerte de Europa, y Angela Merkel y el pueblo alemán
merecen que se les elogie por sus logros exportadores. Pero si
esa fuera la única historia que contar, entonces el
remedio a la actual crisis sería sencillo: seguir el
ejemplo alemán: austeridad, y, si eso falla,
todavía más austeridad.

Hace tres años, cuando la crisis
financiera empezó a golpear, el Gobierno alemán,
como el resto de Europa, definió rápidamente el
problema como anglosajón, echando la culpa a Estados
Unidos y a Reino Unido. Un año más tarde, cuando la
crisis financiera se había transformado en una crisis
económica general, los alemanes se replegaron a un
territorio todavía más seguro, más familiar,
redefiniendo la crisis mundial no como financiera sino como
fiscal, una crisis de déficits y de deuda.

Como resultado de ello, Alemania ha negado tener
culpabilidad alguna en lo que ha ido mal. Realmente, si puede
argüir que no es la fuente del problema puede justificar
resistirse a adoptar costosas medidas para resolverlo.

Pero, de acuerdo con el Banco de Pagos
Internacionales, Alemania prestó casi 1,5 billones de
dólares a Grecia, España, Portugal, Irlanda e
Italia. Al comienzo de la crisis los bancos alemanes
habían hecho el 30% de todos sus préstamos a los
sectores privados y públicos de esos países.
Todavía hoy esa categoría de préstamos es
equivalente al 15% del volumen de la economía
alemana.

Añadamos a eso la profunda
implicación alemana en el despilfarro del crédito
inmobiliario norteamericano (la mitad de los activos subprime se
colocaron en Europa), así como en la especulación
inmobiliaria europea, y tendremos claro que allí donde
tenían lugar las fiestas, los bancos alemanes
habían suministrado la bebida. La única fiesta que
se perdieron, como ya dijo en broma un comentarista, fue la del
esquema Ponzi de Bernie Madoff.

Como resultado de ello, los bancos de
Alemania son hoy los que tienen un coeficiente de endeudamiento
más alto que cualquiera de las economías más
avanzadas, hasta dos veces y media más que sus
competidores bancarios estadounidenses, según el
FMI.

De hecho, preocupados por el impacto que pudieran tener
las pruebas de resistencia en su credibilidad, los reguladores de
la banca alemana han sido hostiles a tener que pasar por los
mismos requisitos de comprobación y de contabilidad del
capital acordados para todos los otros países de la
eurozona, y uno de los Landesbank -bancos regionales alemanes de
titularidad pública- llegó al extremo de retirarse
del test la víspera de que se hicieran públicos los
resultados.

Pero ¿por qué debiera
preocupar eso a Alemania, que es competitiva, fiscalmente
sólida y económicamente robusta? Porque por toda
Europa las pobres condiciones del sector bancario se están
convirtiendo en un riesgo para la recuperación y la
estabilidad. Los bancos alemanes, como los demás bancos
europeos, dependen de la obtención de fondos a corto
plazo, y, en los próximos tres años, esos ya
débilmente capitalizados y escasamente rentables bancos
tienen que recaudar 400.000 millones de euros de los mercados,
una cantidad que es cerca de un tercio de toda la deuda de la
eurozona, estimada en 1,4 billones de euros.

Hace pocos días le tocó a
Francia -calificada, como Alemania, con AAA por las agencias de
calificación crediticia- enfrentarse a la presión
de los mercados, debido a su alto grado de exposición a la
periferia del euro. Cada país tiene sus propios problemas,
pero, a medida que la crisis se desplaza hacia el núcleo
de Europa, también Alemania podría encontrarse con
que su otrora indiscutible imagen se convierte en un
bastión financiero en tela de juicio.

A corto plazo Alemania hará bien
en apoyar la recapitalización bancaria a escala europea,
algo de lo que ella misma se beneficiará. Pero
también ha llegado el momento de que reconozca que tiene
que ser parte integrante en la solución del problema,
puesto que ha sido parte integrante del propio
problema.

Por supuesto que nadie debe esperar que
Berlín transfiera un amplio porcentaje de su riqueza a los
países más pobres de la Unión Europea en la
misma escala en la que operan otros Estados federales -Estados
Unidos, Australia y otros-, pero debe persuadirse de que la
crisis no se puede resolver sin la disponibilidad de un eurobono
común, una legislación en favor de una mayor
coordinación fiscal y monetaria, y un papel del Banco
Central Europeo que le lleve un paso más lejos que el de
ser el guardián de la baja inflación, asumiendo un
segundo papel de prestamista de último recurso.

Al final, Alemania tendrá que
ponerse de acuerdo en un mecanismo común para que Europa
pague su salida de la crisis. Su reciente incapacidad para actuar
desde una posición de fuerza pone en peligro no solo al
país mismo sino a todo el proyecto del euro, que Alemania
ha empleado décadas en desarrollar.

(Gordon Brown, miembro del Partido Laborista en el
Parlamento británico, fue primer ministro de 2007 a 2010 y
canciller del Exchequer de 1997 a 2007. © 2011 Global
Viewpoint Network)

– Divididos perdemos (Project Syndicate –
5/9/11)

(Por Gordon Brown)

Londres.- La política derrotó a la
economía sensata en los Estados Unidos este verano cuando
el Congreso y el presidente Barack Obama no pudieron llegar a un
acuerdo en lo referente a los impuestos, prestaciones,
déficits y estímulos para la inversión. Los
dirigentes europeos también estuvieron paralizados
-descartaron rescates y devaluaciones, así como
déficits y estímulos. Además, al tener
verdaderas tasas de interés negativas, imprimir dinero,
forzar un aumento de la liquidez y subsidiar a los bancos
comerciales, los banqueros centrales en todos lados -hace poco,
el presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke-
perecen haber llegado a la conclusión de que ellos
también llegaron al límite de lo que pueden
hacer.

Como resultado, pocas personas dudan
ahora que el mundo se está dirigiendo sin timón ni
guía hacia una segunda desaceleración. El debate
previo al verano sobre si nos enfrentamos a una "nueva
normalidad" de crecimiento más lento ya se ha resuelto:
nada ahora parece normal. Arreglar las cosas a medias ya no
funciona. Sin poder concluir un acuerdo comercial global o uno
para el cambio climático, un pacto de crecimiento, o
cambios en el régimen financiero, es probable que el mundo
caiga en un nuevo proteccionismo de devaluación
competitiva, guerras de divisas, restricciones comerciales y
controles de capital.

Sin embargo, no es tiempo de derrotismos. Los
países que claman haber llegado al límite de lo que
pueden hacer realmente significa que llegaron al límite de
lo que pueden hacer por su cuenta. El camino hacia el crecimiento
sostenido y el empleo no se encuentra en la aplicación de
una ráfaga de iniciativas nacionales aisladas, sino
mediante la coordinación de políticas
globales.

Ese era el objetivo en abril de 2009 cuando el G-20 se
fijó tres tareas fundamentales. La primera
consistía en evitar una depresión global y se
logró. Las otras dos -un pacto de crecimiento, sostenido
por un sistema financiero mundial reformado -deberían ser
ahora los principales temas en la próxima reunión
del G-20.

En 2010, el Fondo Monetario Internacional estimaba que
un enfoque coordinado de las políticas
macroeconómicas, comerciales y estructurales podría
producir un aumento del 5.5% en el PIB global, crear entre 25 y
50 millones de empleos adicionales y sacar de la pobreza a 90
millones de personas. Sin embargo, un pacto de crecimiento global
parece incluso ahora más indispensable teniendo en cuenta
los problemas estructurales de la economía mundial y los
enormes desequilibrios entre la producción y el
consumo.

Puede parecer extraño describir
la crisis financiera más grande desde los años
treinta como síntoma de un problema mayor. No obstante,
cuando los historiadores consideran la ola de
globalización que se dio después de 1990 –que
produjo dos mil millones de nuevos productores en la
economía mundial- identificarán un parteaguas
alrededor de 2010. Por primera vez en 150 años, Occidente
(los Estados Unidos y la Unión Europea) habían sido
superados por el resto del mundo en manufactura,
producción, exportación, comercio e
inversión.

En efecto, para la primera mitad de
2020, el mercado de consumo asiático será dos veces
más grande que el mercado estadounidense. Ahora, sin
embargo, Occidente y Asia siguen siendo mutuamente dependientes.
Dos terceras partes de las exportaciones de Asia todavía
son para Occidente, y el comercio entre el Sur-Sur representa
solo el 20% del volumen global.

Dicho de otra forma, hace diez
años el motor estadounidense podía dirigir la
economía mundial, y dentro de diez años los
países con mercados emergentes se perfilan para ocupar ese
lugar, en particular, tomando en cuenta el creciente poder
adquisitivo de las clases medias. Sin embargo, por ahora, los
Estados Unidos y Europa no pueden ampliar su gasto de consumo sin
aumentar las exportaciones, mientras que para China y los
mercados emergentes no es tan fácil expandir su
producción o consumo sin la garantía de contar con
mercados occidentales fuertes.

Entonces, primero tenemos que restablecer la
visión amplia de la cooperación mundial contenida
en el pacto de crecimiento del G-20 (que desde entonces ha sido
rebajada a lo que ahora el FMI llama "un profundo análisis
de…aquellos países en los que se han detectado
enormes desequilibrios"). No obstante, se necesita una agenda
más extensa y profunda: China debería aceptar un
aumento en el gasto de los hogares y en las importaciones para el
consumo; India debería abrir sus mercados para que su
población pobre se beneficie de las importaciones de bajo
costo; y Europa y los Estados Unidos deben impulsar su
competitividad a fin de aumentar sus exportaciones.

El G-20 también fue
enérgico en 2009 en cuanto a la necesidad de un nuevo
régimen financiero global para lograr una futura
estabilidad. David Miles del Banco de Inglaterra pronostica tres
crisis financieras más en las siguientes dos
décadas. Además, si Andrew Haldane del mismo banco
tiene razón en que las crecientes presiones en Asia pueden
provocar futuros trastornos, Occidente lamentará su
incapacidad para consolidar su suficiencia de capital global y
estándares de liquidez, y un sistema de aviso temprano
más transparente.

Ese problema empieza a ser evidente. Los
pasivos del sector bancario de Europa son casi cinco veces
más grandes que en los Estados Unidos, un 345% del PIB.
Los bancos de Alemania tienen un apalancamiento equivalente a 32
veces sus activos. Entonces, la recapitalización bancaria
no solo es esencial para la estabilidad financiera,
también lo es el euro reformado, trabajar en la
coordinación fiscal y monetaria y el fortalecimiento del
papel del Banco Central Europeo al apoyar a los gobiernos
individuales (y no los bancos) como instancia de crédito
de último recurso.

El G-20 no alcanzará estabilidad
y crecimiento sin un enfoque renovado en la reducción de
la deuda de largo plazo. No obstante, también hay un
imperativo de corto plazo para evitar un ciclo de deterioro.
Entonces, debemos considerar las propuestas de Robert Skidelsky
para una banca de inversión nacional a fin de preparar
nuestra infraestructura y no se diga nuestro medio ambiente– para
futuros desafíos y para estimular el crecimiento y crear
empleos. Un modelo es el Banco Europeo de Inversiones, que con 50
mil millones de euros, ha podido invertir 400 mil millones de
euros. Sin embargo, tal vez se pueda llegar a un acuerdo con los
chinos para que inviertan sus reservas y con las multinacionales
occidentales en cuanto al trato fiscal de las ganancias
repatriadas

Finalmente, como ha mostrado, Michael Spence, premio
Nobel de Economía, el crecimiento es ahora una
condición necesaria pero insuficiente para crear empleos.
En particular, la actual epidemia de jóvenes desempleados
requiere de nuevos enfoques – por ejemplo, un banco de
desarrollo que ayude a dar empleo a la enorme población
joven en Medio Oriente y en África del norte, y crear
programas de formación y aprendizaje en otros lados. El
pacto de crecimiento del G-20 tiene que ser también un
pacto de empleos.

El G-20, que representa el 80% de la producción
mundial, cumplió todo su potencial en 2009, como el
único organismo multilateral capaz de coordinar la
política económica global. Por desgracia, sus
Estados miembros pronto abandonaron ese objetivo y regresaron a
las soluciones nacionales. Como era de esperarse, es vano actuar
en solitario para asegurar la recuperación
económica. Ha llegado nuevamente la hora del G-20. Cuanto
antes el presidente francés, Nicolas Sarkozy convoque al
G-20 a trabajar en conjunto, mejor.

(Gordon Brown fue primer ministro del Reino Unido.
Copyright: Project Syndicate, 2011)

Al final, tienen
razón, parecería razonable marcharse: Eurolandia es
una ruina

Opinión personal (todo lo que quepa en un
simple blog)

Europa está al borde del K.O.
técnico

Al momento de escribir este Apartado (11/11/11)
la situación económica europea no puede ser
más incierta, conflictiva, dramática,
imprevisible.

Monografias.com

Lo acaban de decir los "cinco sabios alemanes" en un
documento que el 9 de noviembre (2011) entregaron a Ángela
Merkel. Europa se enfrenta sin armas suficientes al
"círculo vicioso" de una deuda soberana sin control y una
crisis bancaria que está lejos de resolverse.

La situación es tan crítica, que el
especulador y filántropo George Soros habla ya de que la
crisis de deuda soberana conduce al mundo a otra Gran
Depresión. Mientras que Christine Lagarde, la directora
gerente del FMI, habla ya sin tapujos de que Europa se enfrenta
ya a una "década perdida", similar a la latinoamericana
durante los años 90.

Sobre todo si se tiene en cuenta que, en paralelo a la
crisis de deuda soberana, continúa sin resolverse el
problema de la solvencia bancaria. Y hay que tener en cuenta que,
según un informe de Credit Suisse, 16 grandes bancos
europeos tienen en sus balances activos inmobiliarios
"potencialmente sospechosos" por valor de 386.000 millones de
euros, incluso por encima de los 339.000 millones que poseen en
deuda periférica (España, Portugal, Grecia e
Irlanda). Los bancos alemanes, franceses y británicos,
pese a que han reducido su exposición entre un 30% y un
50%, son los más expuestos.

La cumbre del G20 de principios de noviembre (2011) en
Cannes forma parte ya del pleistoceno, y la amenaza real ahora es
la ruptura descontrolada del euro en un contexto
macroeconómico dramático. Como sostiene el
periodista italiano Paolo Messa, Grecia puede ser el fusible,
pero es Italia la bomba que puede hacer explotar el euro y
quizá toda la Unión Europea.

Hasta ahora se consideraba que la ruptura del euro no
formaba parte de la agenda, pero ahora lo que preocupa es que se
haga de forma caótica y desordenada habida cuenta de que
si algo está claro es que Italia (550 puntos de
diferencial con Alemania) y España (412 puntos) son
irrescatables. El 20,6% de la deuda pública
española vence en 2012 (unos 150.000 millones de euros
incorporando el déficit previsto) y el 23,5% de la
italiana habrá que renegociarla también (por encima
de los 400.000 millones de euros).

No es de extrañar, por eso, que, según
Reuters, Francia y Alemania estén explorando ya la
posibilidad de un a Europa "a dos velocidades" la vieja amenaza
para los países periféricos que se planteó
al comienzo del euro. Y que no se plasmó, precisamente,
porque los periféricos, y de forma sorprendente (ahora se
descubre que hubo mucha contabilidad creativa), cumplieron las
condiciones de Maastricht. Fuentes oficiales de Bruselas situaron
esas discusiones "a nivel intelectual", pero en ningún
caso se han constituido grupos de trabajo. En todo caso, lo que
está claro es que hasta hace bien poco esta posibilidad
era un ejercicio de política ficción, y ahora es
real.

En la práctica, esa Europa a "dos velocidades" ya
existe en términos de financiación de los tesoros
nacionales. El 7 de noviembre (2011) Alemania pudo emitir bonos a
seis meses a un increíble 0,08%, mientras que el bono
alemán a diez años se encuentra en el 1,8%, cerca
de su mínimo histórico. La situación de su
tesorería es tan holgada que en 2012 únicamente
tendrá que renegociar el 1,5% de su deuda, la mitad que
España.

¿Conocen ustedes el juego que practican los
"trileros" en la calle y que consiste en acertar debajo de
qué cubilete se encuentra la bolita? Pues bien, uno tiene
la sensación de que a algo parecido juegan con nosotros
los líderes (?) de la Unión Europea, que van
pasando de un sitio otro, no la bolita, sino una bola cada vez
más grande de deuda para que, al final y como siempre,
terminemos pagando los contribuyentes. Porque las medidas que han
aprobado para salir de la crisis de deuda, no sólo no
abordan el problema de fondo sino que además
crearán problemas adicionales. Y seguimos moviendo la
bolita.

Lo más descorazonador de todo es que todo esto no
es nuevo. Basta echarle un vistazo a las excelentes
crónicas que de la Gran Depresión del siglo XX
hicieron Murray N. Rothbard o Lionel Robbins para darnos cuenta
de que se están cometiendo los mismos errores que
entonces. No resisto la tentación de transcribir -en
traducción libre- un párrafo de Robbins a tenor de
la crisis de deuda alemana de 1931 -crisis que seguramente ha
pesado en las decisiones recientes de Jürgen Stark y Axel
Weber.

"El camino correcto para manejar la situación
era haberla reconocido -haber examinado cada caso según
sus méritos, liquidado las malas inversiones, amortizado
los créditos impagados y haber comenzado de nuevo. Pero
eso, ni se hizo entonces ni se ha hecho ahora. En su lugar, se ha
erigido un sistema que trata indiscriminadamente créditos
buenos y malos y ha perpetuado un estado de incertidumbre y de
desajuste en el mercado de capitales que ha causado
todavía un mayor deterioro en la situación
económica general".

Entonces, como ahora, se creó una cantidad
ingente de dinero de la nada causado por la expansión
crediticia previa a la crisis. Dinero que los inversores,
ofuscados por unos tipos de interés artificialmente bajos,
invirtieron en activos ruinosos creando un inmenso agujero que no
hay ni fondo de garantía que pueda asegurarlo, ni fondo de
rescate que pueda taparlo.

Lo peor de todo es que, con políticos y banqueros
moviendo la bolita de la deuda y los activos "tóxicos" de
aquí para allá, la casa sigue sin barrer. Se
prolonga así la agonía de la depresión
económica que vivimos porque estamos mirando al lado
equivocado del problema y, por tanto, se están aplicando
medidas erróneas y contraproducentes.

Y es que, como idea general, si confiamos en los
políticos europeos y en su capacidad para solucionar los
problemas que aquejan a la economía y sacarnos de la
depresión, es que nos merecemos lo que nos pasa. Igual que
merecemos perder nuestro dinero si lo apostamos con un "trilero"
al juego de la bolita.

Y, mientras tanto, un nuevo protagonista ha salido a
escena. No es Alemania, ni Francia, tampoco el BCE o la
Comisión Europea, sino una ciudadanía sublevada que
ha tomado la calle y que no entiende adónde llevan unas
medidas de austeridad que han demostrado ser del todo ineficaces
para su futuro.

El cochero de Drácula a la cabeza de la
manifestación (a euro muerto, dólar
puesto)

A los males propios (enormes), el favor (con placer) de
los "sospechosos habituales" qué, con premeditación
y alevosía (la batalla de la triple A,
¿recuerdan?), se apuran a enterrar el cadáver
europeo (por las dudas resucite) sin extremaunción, ni
funeral.

Para no abundar en el asunto (y distraerlos del tema
principal), sólo les aportaré algunos "titulares"
del mes de noviembre (2011) del Wall Street Journal, que "para
más inri" pertenece al grupo Murdoch, el "Master" de las
escuchas ilegales y la prensa sensacionalista del Reino Unido
(News of the World), entre otros medios masivos de
"desinformación" (¿prefieren llamarlos de
"intoxicación"?).

Sólo al final (con algún salto de fecha)
agrego un titular de BBCMundo.com, para que constaten como
"gozan" en el Reino Unido con la desgraciada deriva de la Zona
Euro.

– En un giro abrupto, el BCE recorta las tasas de
interés (The Wall Street Journal –
3/11/11)

"A pesar de la elevada inflación, el Banco
Central Europeo redujo el jueves las tasas de interés en
la zona euro, subrayando la preocupación de que el
deterioro de la crisis de deuda está empujando a la
región a una recesión"…

– Los bancos hacen "simulacros de incendio" por si
Grecia abandona el euro (The Wall Street Journal –
3/11/11)

"Los bancos en Europa comienzan a tomar en serio lo que
hasta ahora parecía sólo una remota posibilidad: el
abandono del euro por parte de Grecia"…

– ¿Esperaban los creadores del euro que
fracasara? (The Wall Street Journal – 3/11/11)

"¿Sería posible que los políticos y
eurócratas que diseñaron las estructuras de la
eurozona siempre hubieran sabido que estas eran defectuosas, pero
concluyeran que un colapso estructural les permitiría
introducir la política fiscal común que de otro
modo habría sido políticamente
imposible?"…

– La deuda soberana no es el único problema de
los bancos europeos (The Wall Street Journal –
6/11/11)

"Una deuda soberana de alto riesgo no es la única
carga que soportan los bancos europeos: muchas entidades tienen
en sus libros pilas de productos hipotecarios exóticos y
otros activos de crédito adquiridos antes del estallido la
crisis financiera en 2008"…

– Crisis para algunos, oportunidad para otros (The Wall
Street Journal – 6/11/11)

"La crisis de la deuda soberana ha hecho que la
mayoría de los inversionistas salga huyendo a toda
velocidad de Europa. Pero el pánico de algunos es una
oportunidad de compra para otros: algunos intrépidos
gestores de fondos están aprovechando para comprar bonos
de empresas del Viejo Continente a precios de
liquidación"…

– El rendimiento de la deuda soberana italiana se acerca
al punto de no retorno (The Wall Street Journal –
7/11/11)

"Luego de que los rendimientos de los bonos italianos se
dispararan el lunes, algunos analistas advirtieron que Italia
está a punto de perder el acceso a los mercados de
capital. Menos de dos semanas después de que los
líderes europeos dieran a conocer un acuerdo
diseñado para apuntalar la confianza en la región,
el rendimiento del bono a 10 años del gobierno italiano se
acercó a 7%, una barrera que revista una importancia
práctica y psicológica en el
mercado"…

– Italia es la verdadera amenaza para el euro (The Wall
Street Journal – 8/11/11)

La crisis de deuda de Grecia ciertamente causó
algún daño a la moneda única. Pero esto no
se compara con lo que sucederá si la posición de
deuda de Italia también se deteriora.

La diferencia no es solo la escala del problema -la
deuda externa de Italia de aproximadamente US$ 2,5 billones
corresponde a cerca de cinco veces el tamaño de los US$
500.000 millones de Grecia-, sino el hecho de que los
líderes europeos aún no tienen idea de cómo
evitar que Italia caiga en cesación de pagos.

– Italia es la mayor amenaza para el euro y la
economía mundial (The Wall Street Journal –
9/11/11)

"Los rendimientos de los bonos italianos se dispararon
el miércoles, llegando a los niveles más altos
desde la creación del euro, en la última
señal de que los inversionistas están perdiendo la
fe en uno de los mayores mercados de bonos soberanos del
mundo"…

– La batalla de Italia para acceder a los mercados (The
Wall Street Journal – 9/11/11)

"A pesar de la promesa de renuncia del primer ministro
Silvio Berlusconi, los rendimientos de los US$ 2,2 billones
(millones de millones) de la deuda de Italia se han disparado en
una mezcla de riesgo político, la inadecuada respuesta de
los líderes de la región y el aumento de las
demandas de cobertura suplementaria por parte de las
cámaras de compensación. En teoría, Italia
puede conseguir financiamiento a esas tasas, pero el riesgo es
simplemente que muchos compradores van a rehuir a las ventas de
nuevos títulos. La crisis de la zona euro está
llegando a su punto álgido"…

– Los líderes de la euro zona deben actuar
rápido (The Wall Street Journal –
9/11/11)

"Los mercados financieros han decidido
súbitamente ignorar a Grecia y enfocar toda su angustia en
Italia. Lo que es esencial para el panorama global es que los
líderes de la eurozona finalmente han dejado de hablar y
han comenzado a actuar. El factor más reciente que hizo
cambiar el enfoque desde Atenas hacia Roma se presentó
luego que la cámara de compensación LCH.Clearnet
aumentara los requisitos de margen para la negociación de
bonos italianos"…

– Tan lejos de Dios y tan cerca de la zona euro (The
Wall Street Journal – 10/11/11)

"Durante gran parte del año, el ejecutivo
manufacturero británico Will Tyler ha examinado con
atención los problemas de la zona euro y agradece que Gran
Bretaña sea haya mantenido al margen. Ahora, cuando la
crisis del bloque económico empieza a arrastrar a los
países europeos que no comparten el euro, Tyler cuestiona
el valor de la membrecía en este club. Muchas empresas de
las economías europeas que conservan sus monedas -como
Suecia, Gran Bretaña y un buen número de
países de Europa Oriental y que representan alrededor de
un cuarto del PIB de la Unión Europea- albergan las mismas
dudas"…

– Bundesbank advierte de más riesgos para el
sistema financiero alemán (The Wall Street Journal –
10/11/11)

"El banco central de Alemania advirtió el jueves
de los crecientes riesgos para el sistema financiero del
país ante la prolongación en el tiempo de la crisis
de deuda de la eurozona"…

– El euro ahora está en las manos del BCE (The
Wall Street Journal – 10/11/11)

"Mientras los gobiernos se derrumban en Grecia e Italia
y los líderes políticos continúan mostrando
poca capacidad para intensificar los esfuerzos hacia una
solución, el futuro del euro ahora está firmemente
en las manos del banco central. Si el BCE quiere salvar a la
moneda única, ahora no tiene más opciones que
renunciar a todo lo que se aferró hasta el momento y
comenzar a imprimir billetes"…

– El fragmentado mercado de deuda de la eurozona (The
Wall Street Journal – 10/11/11)

"¿Aún tenemos algo así como un
mercado de deuda de soberana de la eurozona? Puede que haya 6
billones de euros (millones de millones) en bonos emitidos por
los estados miembros de la eurozona en el mercado. Pero los
inversionistas ahora enfrentan una colección de mercados
de bonos nacionales, unidos sólo por la moneda en la que
se denominan. Alguna vez se asumía que el euro era su
fortaleza; ahora se presenta como su error
fatídico"…

– Otro día, otra razón para comprar
dólares (The Wall Street Journal –
11/11/11)

"La única dirección es hacia arriba. Es
decir, para el dólar, a medida que los temores de una
nueva crisis mundial se diseminan a través de los mercados
financieros. A diferencia de su predecesora en 2008, esta crisis
será provocada por la zona euro debido a que los
líderes europeos no logran resolver los problemas de deuda
de los miembros periféricos. Por primera vez, la confianza
de los inversionistas en el proceso europeo en general parece
estar colapsando y, a medida que crece la amenaza de una
cesación de pagos de deuda soberana, los riesgos de una
nueva ronda de contagio financiero aumentan de manera
abrupta"…

– El BCE no tiene el arma que piden los inversionistas
(The Wall Street Journal – 11/11/11)

"El clamor de los mercados es ensordecedor: creen que
sólo el Banco Central Europeo puede poner fin a la crisis
de la eurozona y quieren que presente su bazuca contra la crisis.
El actual programa de compras de bonos del BCE está
fracasando y está incitando a los inversionistas privados
a deshacerse de los instrumentos. Para contener la
putrefacción, una idea popular es que el BCE
debería comprometerse a apuntar a un nivel de rendimiento
específico para los bonos italianos, realizando compras
ilimitadas de ser necesario, de la misma manera que el Banco
Nacional Suizo, o BNS, ha prometido una intervención
ilimitada para evitar que el franco suizo se
aprecie"…

– La rápida contracción del núcleo
de Europa (The Wall Street Journal – 12/11/11)

"El núcleo de la eurozona no es lo que
solía ser, al menos en lo que respecta a los mercados de
bonos. La crisis de deuda ha comenzado a carcomer la periferia a
través de Grecia, Irlanda, Portugal, España e
Italia. Ahora el diferencial entre los rendimientos de los bonos
de los gobiernos de Francia y Alemania se está ampliando.
Ello augura problemas para Francia, y para toda la
eurozona"…

– Europa ante la perspectiva del colapso del euro
(BBCMundo – 10/11/10)

"La noticia de que el interés de los bonos de
deuda pública italiana a diez años superó
este martes la barrera psicológica del 7% volvió a
revivir una de las preguntas que se han hecho analistas de
diferentes corrientes desde cuando comenzó la crisis de la
eurozona: ¿Sobrevivirá la moneda
común?

Pero en comparación con cuando el centro de
atención era Grecia, esta vez hay una diferencia de peso:
Italia es la octava economía del planeta, la tercera de la
eurozona, miembro del G-8 y, además, el tercer mercado de
bonos más grande del mundo.

En otras palabras, si la situación italiana llega
al extremo de tener que recurrir a un rescate europeo, no es
seguro que la Unión Europea pueda hacerlo a través
del fondo de rescate actual ni a través del Banco Central
Europeo"…

La única verdad es la realidad (lo diga
Agamenón o su porquero)

Estamos ante una Europa con dirigentes vacíos de
intelectualidad, aunque sobrados de ambición, fatuidad y
demagogia, pero en materia económica tampoco nos ha
sonreído la diosa fortuna. Unos líderes (?)
insensatos, atolondrados y concupiscentes, que superados por los
acontecimientos, sólo atinan a meter la mano en el
bolsillo ajeno.

Todo parece indicar que se terminará por
"inducir" al Banco Central Europeo (BCE) a subirse al
helicóptero (tal vez, se lo preste Bernanke), para iniciar
el "lanzamiento de billetes" desde el aire con el objetivo de
"licuar" los pasivos por la vía inflacionaria. La
presión de los deudores (bancos, y gobiernos) es enorme.
Muchos "gurús" mediáticos y organismos
internacionales, apoyan la idea. La Reserva Federal (Fed) y el
Banco de Inglaterra (BoE), la practican (con entusiasmo y
frivolidad) desde el inicio de la crisis. Echar a andar las
imprentas e inyectar una liquidez ilimitada. Un quantitative
easing permanente, tendiendo al infinito. "Todos a una"…
"La razón de la sinrazón"…

El Premio Nobel de Economía estadounidense Paul
Krugman aconseja a los europeos poner a trabajar la
máquina de imprimir dinero del Banco Central Europeo (BCE)
y comprar tanta deuda italiana como sea necesario para atajar la
crisis de la zona del euro.

"Al final el BCE mirará al precipicio y
dirá: olvidemos todas las reglas, tenemos que comprar
deuda", declara Krugman en una entrevista que publica hoy el
rotativo económico "Handelsblatt", en la que comenta que
el precio de la descomposición de la zona del euro
sería demasiado elevado.

A su juicio resulta inevitable que el BCE acabe
comprando "tanta deuda como sea necesario" para afrontar la
crisis y asegura además que los peligros inflacionarios
son absolutamente controlables. Krugman aconseja a Europa
imprimir dinero y comprar deuda italiana (El Economista –
11/11/11)

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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