Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La reforma y el protestantismo




Enviado por eddy vlady mamani



Partes: 1, 2

  1. La
    Reforma Católica y la teoría conciliar del
    Trento
  2. El
    Protestantismo
  3. Historia protestante
  4. La
    doctrina protestante
  5. Calvinismo
  6. Luteranismo
  7. Los
    precursores de la Reforma Evangélica o
    Protestante
  8. Difusión y escisión del
    movimiento protestante

La Reforma
Católica y la
teoría conciliar del
Trento

La Reforma Católica fue posterior en el tiempo de
la Reforma Protestante. El anhelo de Reforma venía ya de
más atrás. Los monarcas consideraron la Reforma
Eclesiástica como algo esencial de la obra general de
restauración de su gobierno eligiendo como obispos a
personas destacadas por su espiritualidad y ciencia. La Iglesia
Española era la de mayor nivel espiritual y
científico en Europa. Eso explica el papel de los
teólogos españoles en el Concilio de
Trento. Las inquietudes de renovación cristiana se
daban también en la misma época en
Italia.   La fundación religiosa del siglo
XVI fue la de la Compañía de Jesús, fundada
por Ignacio de Loyola. Ignacio, junto con otros cinco
compañeros. Hicieron votos en París y se
comprometieron a peregrinar a Jerusalén y
consagrarse. No pudieron pasar a Tierra Santa por lo que Ignacio
y sus compañeros decidieron permanecer unidos y ponerse a
disposición del Papa.   En 1540, Paulo III
aprobó la "Compañía de Jesús" como
una orden de clérigos regulares cuya meta era la
enseñanza de la fe católica y de la doctrina. La
Compañía tuvo un rápido desarrollo: contaba
con más de 1,000 miembros a la muerte de su fundador y
13,000 medio siglo más tarde. Los jesuitas ayudaron a la
Reforma Católica con la fundación del clero, la
educación de la juventud y las
misiones.   El Concilio de
Trento   Su principal objetivo era
determinación definitiva de las doctrinas de la Iglesia en
respuesta a las herejías de los Protestantes. Un segundo
objetivo era la ejecución de una Reforma de la vida
interior de la Iglesia quitando los abusos que se habían
desarrollado en ella.   Fue el acontecimiento
principal de la Reforma Católica y su reunión marca
el momento en el que el Papado tomó la dirección de
la empresa renovadora de la Iglesia. No fue fácil su
apertura. Los primeros que pidieron un Concilio fueron los de
Alemania. "Un Concilio general, libre, cristiano, en tierra
alemana" era el clamor que venía de católicos y
protestantes.   Carlos V deseaba la
reunión del Concilio esperando que sirviera para rehacer
la unidad religiosa del Imperio.

Por el otro lado, Francisco I de Francia no estaba
entusiasmado por la convocatoria conciliar.   El
Papa Paulo III entendió que un Concilio era el
único camino para llevar adelante la Reforma de la
Iglesia. La elección de Trento como sede del Concilio fue
una buena idea porque estaba en Italia del Norte y los
protestantes no irían si estuviera en suelo
papal.  El Papa quería que se tratasen ante todo
los temas doctrinales para fijar el dogma católico en
cuestiones discutidas por protestantes. El emperador deseaba que
se trataran las cuestiones disciplinares de Reforma
Eclesiástica para satisfacer a los luteranos y facilitar
la restauración de la Unidad Cristiana. Finalmente se
trataron los decretos dogmáticos y los de
Reforma.   La inauguración fue el 19 de
Diciembre de 1545. El 11 de Marzo de 1547 los Legados Papales
decidieron el traslado del Concilio a Bolonia. En Enero de 1548,
Carlos V presentó una protesta que interrumpió las
sesiones conciliares en Bolonia y la suspensión del
Concilio en el mes de Septiembre de 1549. 

El Concilio abrió su segunda etapa en Trento el 1
de Mayo de 1551 con Julio III. Se suspendió el Concilio de
nuevo por una traición al emperador del elector Mauricio
de Sajonia. Fue una interrupción de 10
años.   Combatir la difusión de la
doctrina de Martín Lutero fue el imperativo del Estado y
de la Iglesia a partir del año 1517, y Trento fue
elegida la sede de un Concilio Ecuménico por su
colocación estratégica en el corazón de
Europa. El Concilio fue anunciado en noviembre de 1544, se
inició el 13 de diciembre de 1545 y se concluyó el
14 de diciembre 1563 después de veinte años durante
los cuales fue trasladado a la ciudad de Boloña y
sufrió varias interrupciones de los
trabajos.   Durante el Concilio se enfrentaron dos
líneas de pensamiento, una que promovía en primer
plano la Reforma moral y disciplinar en el interior de la Iglesia
corrompida, la otra dirigida solamente a la condena de la nueva
doctrina de Martín Lutero. El Concilio de Trento
consiguió obtener un compromiso entre los partidarios de
ambas posiciones, eliminó la teoría de la
justificación por la fe, y afirmó la necesidad de
las obras para obtener la salvación
eterna.   Incluso se puso en marcha una
reorganización y moralización del aparato
eclesiástico y se decretaron reglas de comportamiento para
los obispos y se afirmó solemnemente la indiscutible y
absoluta autoridad del pontífice.

Paulo III, sin acobardarse por los sucesivos fracasos a
lo largo de ocho años, emprendió una vez más
la tarea de convocar el concilio.

TRENTO.

Tampoco durante otros cuatro años logró su
empeño. Pero el concilio pudo reunirse al fin en diciembre
de 1545, y no en Mantua o en Vicenza, sino en Trento, ciudad
imperial situada justamente fuera de la frontera italiana. La
reunión, además, no se debió a ningún
rey o emperador. Era verdaderamente el concilio del papa; y esto
porque sólo su paciencia, su habilidad diplomática
y su voluntad de reforma habían hecho factible su
celebración.

El emperador no deseaba excesivamente que tuviera efecto
el concilio; pero lo necesitaba principalmente para poner coto a
los abusos, y nada temía tanto como las definiciones
claras en los puntos doctrinales controvertidos. En beneficio de
la unidad política estaba dispuesto a transigir con la
herejía. El papa insistió en la función
dogmática del concilio y dispuso que los dos aspectos de
la labor del concilio se estudiasen simultáneamente.
Sólo a los obispos se les concedió voto, y el papa
envió a tres cardenales para que presidieran, como legados
suyos: del Monte (el futuro Julio III), Cervini (el futuro
Marcelo II) y el inglés Reginald Pole. Los decretos
eran redactados por comisiones de teólogos expertos. Luego
pasaban a ser discutidos por los obispos en sesiones privadas y,
finalmente, llegados a un acuerdo, eran solemnemente promulgados
en sesión pública.

Todo el cuerpo de doctrina católica se
discutió a la luz de la crítica protestante, y fue
ratificado, a la vez que se publicaban edictos sobre la Sagrada
Escritura, el pecado original, la justificación, los
sacramentos en general, el bautismo y la confirmación. Al
propio tiempo se establecieron nuevas reglas prácticas
para el uso de la Biblia, para la enseñanza de la
teología, para regular la predicación, en orden a
la abolición del abusivo sistema del predicador de
colectas para indulgencias, y una multitud de reglamentos, con
penas automáticas, para la reforma de la vida episcopal y
un mejor control de la vida clerical por los obispos
locales.

Hasta el último momento el emperador puso reparo
a los decretos dogmáticos, y sobre todo al de la
justificación.

Una vez puesto en claro el abismo que separaba la
doctrina católica de la teoría protestante, no
podía haber esperanza de un arreglo diplomático que
permitiese a católicos y protestantes ser miembros de una
misma Iglesia. Algo de esta esperanza nunca dejó de
perseguir la mente del emperador.

Al terminar el año 1546, los legados,
incómodos por la amenaza que representaba la influencia
del emperador, empezaron a pensar en trasladar el concilio a
alguna ciudad de Italia. El emperador, en réplica,
amenazó con ponerse por su cuenta de acuerdo con los
protestantes.

Luego, en febrero de 1547, se declaró la peste en
Trento y el 11 de marzo el concilio acordó, por una
mayoría de dos tercios, trasladarse a Bolonia, con la
enérgica protesta de los cardenales y obispos
imperiales.

A Paulo III no le causó demasiada
satisfacción el traslado, que, según él
barruntaba, representaría una grave interrupción de
la labor emprendida. Carlos v estaba furioso. Denunció el
traslado como una estratagema papal y lanzó la amenaza de
convocar un concilio por su cuenta y de celebrarlo en
Roma.

Exactamente diez días después de esto, el
emperador consiguió la gran victoria de su reinado sobre
los protestantes en Mühlberg (24 de abril, 1547). Su gran
enemigo, Francisco I de Francia, había muerto tres semanas
antes, y Carlos era, por el momento, dueño de Europa como
nadie lo había sido desde los días de Carlomagno.
Si había que evitar el cisma, el papa tenía que
transigir; y el fin de las largas negociaciones fue la
suspensión del concilio (febrero de 1548).

Paulo III es el papa que convocó el concilio de
Trento. Pero Trento nunca hubiera funcionado si el papa no
hubiese creado previamente todo un cuerpo de nuevos expertos
inspirados en un gran celo por la reforma, capacitado y deseoso
de emprender la tarea técnica y sumamente laboriosa que
implicaba la dirección del concilio. Y también, en
los once años durante los cuales la tenacidad del papa
batalló para que el concilio llegase a tener efecto,
batalló con igual afán para reformar su propia casa
y los empleados de la curia.

En los sucesivos consistorios Paulo III otorgó el
capelo cardenalicio a los más distinguidos
eclesiásticos de la época, incluso — en el
caso de Contarini, un Tomás Moro veneciano — a un
seglar. Jamás se vió un más sabio,
más pronto ni más generoso reconocimiento de la
síntesis de talento y virtud. Jamás el sacro
colegio había ofrecido un conjunto tan destacado como
durante este pontificado.

Mientras la Roma oficial soslayaba el nuevo
espíritu, los nuevos cardenales trabajaban hasta
presentar, en marzo de 1537, al papa su famoso
informeDictamen de la comisión de cardenales
sobre la reforma de la Iglesia, emitido por orden del papa Paulo
III
. Aquí se halla en embrión toda la reforma
que Trento había de decretar más
adelante.

Estudiar, planear y decretar la reforma era
relativamente fácil. Faltaba que los decretos se
cumplieran. Al mostrarse la curia reacia, como ante una
táctica lenta de persuasión no queda más
alternativa que la destitución, y la destitución
del personal técnico sólo hubiera llevado a una
paralización de toda la máquina administrativa del
gobierno de la Iglesia, la reforma progresaba muy lentamente.
Paulo III no se dejó vencer por el desánimo.
Conocía demasiado bien a la naturaleza humana para hacerse
la ilusión de que los abusos podrían remediarse por
la legislación tan sólo. Advirtió a los
cardenales que las dificultades serían casi insuperables.
Mantuvo incesantemente la actividad reformatoria de los mismos y
les daba nuevos ánimos cuando vacilaban ante la tarea que
les aguardaba. Tampoco esperó el papa a que se reuniese el
concilio para lanzarse a la obra de reformar la Iglesia en
general. Se han hallado centenares de cartas suyas dirigiendo la
reforma de monasterios y conventos en todos los lugares de
Europa. La orden del propio Lutero y los dominicos fueron
especialmente objeto de la vigilancia del pontífice. La
nueva orden de los Teatinos, fundada por San Cayetano y por Juan
Pedro Carafa, a quien Paulo III hizo cardenal, recibió el
mayor estímulo y procuró al papa un ejército
de hombres excelentes, a los cuales encomendó el gobierno
y la reforma de las diócesis de Italia, tanto tiempo
descuidadas. Alentó y consagró la gran obra de las
primeras monjas Ursulinas, y bendijo los comienzos de una obra
más grande aún cuando, en 1540, dió su
aprobación a la Compañía de
Jesús.

El futuro del catolicismo seguía aún
pendiente de un hilo cuando falleció Paulo III (10 de
noviembre de 1549). Su enorme influencia en pro de la reforma no
había tenido aún tiempo bastante para dar sus
frutos, y ahora el viejo conflicto entre los dos cabezas de la
cristiandad, el papa y el emperador, amenazaba una vez más
con echarlo todo a perder. El punto en litigio, suscitado por la
misma convocación del concilio reformador, era el de si
había que dejar al papa en libertad de elegir los medios
por los cuales deberían repararse los daños de los
treinta últimos años. ¿Quién
había de dirigir la reforma de la Iglesia: el papa o el
emperador?

El emperador Carlos v, que era también, no hay
que olvidarlo, rey de España, soberano de los territorios
que hoy día llamamos Bélgica y Holanda, rey de
Nápoles y soberano también del sur de Italia, por
la victoria de Mühlberg (1547) se había convertido
recientemente, según todas las apariencias, en
dueño de Alemania como no lo había sido otro
emperador en el transcurso de varios siglos. ¿Aspiraba
ahora a dominar a la Iglesia como dominaba al estado? No era
infundado el temor que en tal sentido inquietaba al papado.
Debido precisamente, en buena parte, a la política del
emperador, el concilio había sido suspendido
indefinidamente, hacía meses. ¿Volvería a
reunirse algún día; y en este caso, sería
aún católico el emperador?

El conclave que siguió a la muerte de Paulo III
fue, así, uno de los más notables que conocieron
muchas generaciones, debido a la hora crítica en que tuvo
lugar. Fue notable, también, por el número de
cardenales que tomaron parte en él, cincuenta y uno de los
cincuenta y cuatro que componían el sacro colegio, y por
su larga duración. Sus diez semanas de agitación
interna terminaron el 8 de marzo de 1550, con la elección
de Giovanni Maria del Monte, legado presidente en el concilio de
Trento, que tomó el nombre de Julio III.

La figura de Julio III ocupa un elevado puesto
en la historia por su gestión como reformador. En primer
lugar reunió de nuevo el gran concilio, por el cual
había trabajado hasta esclavizarse materialmente durante
la mayor parte de tres años. Sus primeras actuaciones como
papa fueron dedicadas al concilio. Conviene tener presente que la
posición del nuevo papa no era nada ventajosa. No
había sido el candidato del partido reformador en el
conclave. No poseía, entre los cardenales, un
número de adictos personales con los que poder contar.
Tendría que maniobrar entre los varios partidos, sin la
ayuda de ningún partido propio. Y el emperador
había cursado, efectivamente, órdenes a sus
súbditos, entre los cardenales, para que cerrasen el paso
a del Monte. El rey de Francia no estaba, tampoco, más
dispuesto a tolerarle.

Para Carlos v fue una sorpresa increíble el hecho
de que el papa relegase al olvido las tormentosas escenas de
Trento, donde, insultado y vilipendiado por los embajadores
imperiales, había tenido que defender la libertad del
concilio contra la injerencia del emperador; sorpresa
increíble cuando acudió simplemente en busca de la
cooperación del emperador para poner de nuevo en marcha el
concilio. Carlos supo colocarse a la altura de la generosidad del
papa; y, mientras el rey de Francia se negaba por adelantado a
reconocer nada de lo que el concilio pudiera decretar, los
preparativos se llevaron adelante con firme pulso y
el 1.° de mayo de 1551 tuvo lugar la primera
sesión pública de la segunda
convocatoria.

No fue hasta septiembre cuando los obispos llegaron en
número suficiente para que el concilio fuese una realidad;
pero a partir de ese momento la labor se desarrolló
admirablemente, con reuniones diarias de
teólogos canonistas para preparar el
material, de obispos para discutir y decidir
lo que los expertos habían propuesto. Así fueron
elaborándose gradualmente los decretos sobre la sagrada
eucaristía, la penitencia, la extremaunción y toda
una serie de decretos reformatorios destinados a mejorar el
carácter del episcopado y robustecer la autoridad de los
obispos ante el clero relajado. La experiencia de las sesiones
precedentes, bajo Paulo III, hizo que el concilio se
desenvolviera con mayor facilidad que antes, pero la mayor ayuda
de todas, indudablemente, estaba en la presencia en la sede de
San Pedro de un hombre que había sido el primer presidente
del concilio. La probada sabiduría y experiencia de Julio
III, la firme constancia de su guía y apoyo, su
determinación de proteger la labor de los obispos, quedan
bien de manifiesto en todos los pormenores de la historia del
concilio.

El concilio prosiguió sus sesiones hasta dos
días antes de cumplirse el año de su
inauguración. En ese momento, la súbita
renovación de la guerra religiosa en Alemania
obligó a suspenderlo. Y ya no hubo ocasión. en vida
de Julio III de reunirlo otra vez. Pero el reformador que
alentaba en el pontífice no desesperó por ello.
Ahora contaba sesenta y cinco años, su salud empezaba a
quebrantarse y la gota le atormentaba de continuo. Además,
se había visto envuelto en una pequeña pero
desastrosa guerra con los Farnesios por la posesión de
Parma, que había minado grandemente su prestigio y
achicado sus recursos. La reforma, sin embargo, era antes que
todos los demás problemas. Podía no existir la
posibilidad de reunir el concilio, pero al menos la labor
preparatoria podía continuar. Se creó una
importante comisión de técnicos y se la mantuvo en
constante actividad, estudiando y examinando los problemas
teológicos y prácticos que quedaban por resolver.
Estaban todavía entregados a esa labor, acumulando un
vasto repertorio de conocimientos que en su día
había de representar una valiosa aportación al
concilio, cuando (23 de marzo de 1555) el papa sucumbió,
víctima de la gota que desde tanto tiempo le venía
atormentando.

Julio III, lo mismo que Paulo III, nunca llegó a
despegarse por entero de los hábitos del mundo semipagano
del Renacimiento en que se había formado. Su sucesor, no
obstante, pertenecía al grupo de los más estrictos
reformadores, era uno de aquellos a los que Paulo III
había otorgado el capelo para hacer de él un jefe
del movimiento reformador. Era éste el cardenal Cervini,
que, junto con Julio III y Reginald Pole, había presidido
el concilio. Al ser elegido papa conservó su mismo nombre
de Marcelo. El júbilo que a todos produjo la nueva de su
elección trocóse pronto en tristeza, pues en el
plazo de un mes el nuevo papa había
muerto.

Causas de la Reforma

Las causas de la Reforma son múltiples. Las
más representativas fueron:

1. Cierta relajación de costumbres de no pocos
seglares y aún de eclesiásticos y decaimiento
generalizado de la Fe (resultado de1 humanismo).

2. Nombramiento para funciones religiosas de personas
sin vocación religiosa o suficiente cultura.

3. Desprestigio de la autoridad del Papa a consecuencia
del Cisma de Occidente (Un Papa en Roma y otro, el verdadero, en
Avignon, Francia).

4. Rivalidad política entre los Papas y los
Emperadores Alemanes.

5. La forma de predicar la concesión de
indulgencias por la Iglesia Católica en Alemania. Esta
causa fue la que desató el problema.

El
Protestantismo

Origen del término

El término protestante deriva del
latín protestari, que significa declaración
pública o protesta, en la protesta de los 5
príncipes electores y 14 ciudades imperiales alemanas
contra la decisión de la Dieta de Espira en
1529, que reafirmaba el edicto de la Dieta de Worms de
1521, en el que se proscribía creer y enseñar las
doctrinas luteranas. El término protestante no se
utilizó en su origen para describir a los reformadores,
sino posteriormente para describir a los diferentes grupos
disidentes de la ortodoxia católica. Desde entonces se ha
utilizado en diferentes sentidos, siendo común para
referirse a aquellos devotos no pertenecientes a la Iglesia
católica ni a la ortodoxa.

Se trata de una de las principales divisiones de
la cristiandad, junto con las Iglesias Ortodoxas orientales,
las Iglesias Ortodoxas occidentales y el catolicismo. Las
doctrinas de las diversas ramas protestantes varían, pero
son prácticamente únanimes en la que implica una
relación personal directa del individuo con Dios sin
ninguna institución de por medio y la Biblia como
autoridad última en asuntos de fe, conocido como Sola
scriptura.

Las 95 tesis de Lutero

En 1517, Martín Lutero, un fraile agustino
alemán, publicó 95 tesis, las cuales, de
acuerdo con la tradición, clavó en la puerta de la
Iglesia del palacio de Wittenberg, práctica común
de entonces. Las tesis condenaban la avaricia y
el paganismo en la Iglesia como un abuso, y
pedían una disputa teológica en lo que las
indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no
cuestionaba directamente la autoridad del Papa para
conceder indulgencias.Lutero criticaba en particular la
práctica común de aquel entonces de la venta
de indulgencias, de las que la Iglesia
Católica de León X hizo un uso
extensivo para recaudar fondos dedicados a la construcción
de la Basílica de San Pedro, algo que consideraba
contra las enseñanzas bíblicas, poniendo en duda la
autoridad del Papa y la doctrina del purgatorio. Lutero mantuvo
que la salvación se garantizaba por la fe sola, expresando
que las buenas obras y los sacramentos no eran necesarios para
ser salvado, tal como lo expresan Las
Escrituras mismas.Lutero envió una copia de las tesis
a su obispo, el cual las re-envió a Roma.1 Tras
ignorar inicialmente a
Lutero,2 el Papa León
X escribió una refutación académica de
sus tesis. En ella mantuvo la autoridad papal sobre la Iglesia y
condenó cada "desviación" como
una apostasía. Lutero replicó,
iniciándose una controversia que culminó con la
excomunión de Lutero por el Papa León
X el 3 de enero de1521 mediante la
bula Decet Romanum Pontificem

Historia
protestante

La Pre-reforma (1366-1517)

Debido a los errores de la Iglesia Católica, que
durante mucho tiempo había estado atesorando bienes
materiales y se había empeñado en una lucha por el
poder terrenal, las capas sociales más bajas, campesinos,
artesanos y comerciantes estaban descontentos con las
jerarquías eclesiásticas, que se llevaban el diezmo
de sus bienes y de los que prácticamente no
recibían nada a cambio. La vida de lujo y pecado de los
cardenales y obispos en Roma era bien conocida por toda la
población de Europa e incluso reyes y emperadores
sentían rencor hacia el Papado que interfería
frecuentemente en el gobierno. Sin embargo, ya desde el siglo
XIII, con San Francisco de Asís, se planteaba la
cuestión de si la Iglesia debería acumular riquezas
o debería repartirlas entre los pobres.

Se denomina "Período de la Pre-reforma" al movimiento
iniciado por John Wyclif, un peregrino inglés que
quería que las personas pudieran interpretar la biblia por
sí mismas en vez de que la Iglesia tomara decisiones en el
estilo de vida de esas personas. En el XIV Wyclif, en su natal
Inglaterra, defendió varias opiniones que atentaban contra
la autoridad de la Iglesia, criticando las riquezas del papado y
las indulgencias mediante las que los ricos podían comprar
el perdón para determinados pecados, incluso por
anticipado. Así mismo, hizo que la Biblia se tradujera al
inglés y encomendó a discípulos suyos,
conocidos como Los Predicadores de los Pobres, para que
predicaran en inglés, cuando el Vaticano imponía el
latín en todas las predicaciones. Él, junto
con William Tyndale, pudieron traducir la biblia al
inglés en contra de la Iglesia Católica Romana,
para que las personas pudieran leer en su lengua vernácula
la biblia. De estos libros traducidos se hicieron bien pocos, por
lo menos alrededor de 6,000 copias.

Después de muerto, la Iglesia lo consideró
hereje e hizo que, 44 años después de su muerte, su
cuerpo fuera desenterrado y quemado en la hoguera, pero sus ideas
calaron hondo en el ánimo de Jan Hus, un reformista
bohemio que inició una campaña contra la Iglesia.
Su ejecución por hereje en 1415 provocó una guerra
civil en Bohemia que fue sofocada por el emperador y el Papa. A
lo largo de todo este tiempo, tanto el Movimiento Lolardo o
Wycliffita, como el Movimiento Husita y la protesta
místico-evangélica de Girolamo Savonarola,
señalaron de manera objetiva y frontal el elevado nivel de
apostasía del cristianismo medieval, dentro de una
perspectiva bíblica y evangélica.

El desarrollo de la imprenta a mediados del siglo XV hizo que
las ideas anticlericales tuvieran una mayor difusión y
cuando Martín Lutero, en 1517, publicó sus 95
tesis contra las indulgencias papales, pudo difundir sus ideas
mucho más que sus predecesores. Excomulgado por el Papa,
condenado por el emperador, perseguido por ejércitos y
sacerdotes, Lutero se mantuvo oculto durante más de un
año traduciendo la Biblia al alemán y escribiendo
panfletos que eran publicados y distribuidos masivamente. El
resultado fue una revuelta de los campesinos que pensaron
encontrar una liberación de la tiranía
eclesiástica. Lutero, sin embargo, no pretendía
causar una guerra por lo que publicó un panfleto en el que
exhortaba a los campesinos a abandonar las armas. Ante esta
actitud conciliadora de Lutero a dicha revuelta, muchos nobles se
volvieron partidarios suyos.

Tras el fin de la revuelta, Carlos V concedió
que cada estado pudiera decidir, dentro de su propio territorio,
sobre cuestiones religiosas, pero en 1529 la mayoría
católica hizo que se derogase esta norma. Los luteranos
elevaron su más enérgica protesta, lo que les hizo
ganar el antes mencionado apodo de "protestantes". Carlos V
estaba empeñado en acabar con los luteranos, pero
distraída su atención por varias guerras
contra Francia y el Imperio Turco no pudo
enviar tropas hasta quince años más tarde. Para
entonces ya era tarde. El luteranismo se había convertido
en la fe de más de la mitad de la población de
Alemania y, aunque se perdieron batallas al principio, los
luteranos consiguieron ganar la libertad religiosa.

En el plazo de dos décadas más la Reforma se
había expandido por la mayor parte del noroeste de Europa.
En Inglaterra el rey Enrique VIII rechazó la autoridad
papal sobre la Iglesia, y la Iglesia de Inglaterra entró
en una reforma que la volvió una entidad esencialmente
protestante (aunque a menudo los Anglicanos, también
llamados Episcopalianos, se clasifican aparte). En Suiza,
Francia, partes de Alemania, de Escocia, y de los Países
Bajos, comenzó una segunda corriente de reforma no
luterana, influenciada principalmente por el francés
convertido en ginebrino, Juan Calvino y el líder suizo
Ulrich Zwingli.

Al mismo tiempo un estilo más radical de Protestantismo
apareció en él ala izquierda del movimiento.
Anabaptistas, Menonitas y otros rebautizaron cristianos y los
iniciaron en un movimiento que rechazó
drásticamente las prácticas católicas,
incluso las que el Luteranismo, Calvinismo y Anglicanismo no
habían rechazado.

Como se ha mencionado, la reforma se extendió desde sus
bases originales a Escandinavia y Europa central, pero
penetró apenas en Rusia y en el sudeste de Europa, donde
prevalecía la iglesia ortodoxa, o en la Europa meridional,
que seguía firmemente católica. Después de
una serie de guerras religiosas desde mediados del siglo XVI
hasta mediados del XVII, la mayoría de los protestantes
(excepto los radicales) y los católicos adoptaron el
principio de que los gobernantes de una región
determinarían la religión de esa provincia o
Estado. La separación de la iglesia y el Estado, un
principio que otros protestantes vinieron a sostener a fines del
siglo XVIII, comenzó a romper la primacía
protestante en el noroeste de Europa.

En la última parte del siglo XVIII y a través
del siglo XIX y hasta el presente, los misionarios protestantes
extendieron el movimiento en casi todo el mundo. Los puntos de
penetracion protestantes fueron muchas costas asiáticas y
africanas, pero no fue sino hasta hace poco que lo fue la
católica América Latina. A partir de 1607, cuando
los Anglicanos llegaron a Virginia, y hasta finales del siglo
XIX, luego de la inmigración en gran escala desde Europa
del sur y de Irlanda, se creía que Norteamérica,
menos Quebec, era territorio en gran parte protestante.3

De una forma algo más pacífica las ideas
protestantes se infiltraron en muchos países europeos,
unas veces apoyadas por la burguesía, otras por la
nobleza, en ocasiones directamente por la monarquía.
Apenas cincuenta años después de morir Lutero, el
Protestantismo había cambiado por completo el mapa de la
sociedad.

La idea fundamental del protestantismo es que la Biblia es la
Palabra de Dios pero al contrario de lo que siempre afirmaron los
católicos, cualquiera puede interpretarla y comprenderla.
Así, libres de la autoridad eclesiástica, los
protestantes pueden leer la Biblia y tras meditar en lo que han
leído pueden sacar sus propias conclusiones, conclusiones
que posteriormente podrán ser discutidas con otras
personas.

Esta libertad en la interpretación bíblica ha
provocado como efecto a señalar, que a lo largo de los
años hayan surgido numerosas sectas, cada una con una
interpretación distinta de diversos pasajes de la Biblia,
pero también ha contribuido a darle un valor al pueblo,
libre por fin de la autoridad religiosa, que fue el primer paso
para las sociedades más democraticas. La traducción
de la Biblia a los diversos idiomas europeos, favorecida
también por el auge de la imprenta, ha contribuido a la
difusión de la cultura, haciendo que en los países
protestantes el analfabetismo descendiera de forma
impresionante.

Entre los principales y más destacados personajes
pre-reformadores se señalan los siguientes: Juan
Wycliffe (1324-1384), William Tyndale, Jan
Hus (1369-1415), y Girolamo
Savonarola (1452-1498).

Causas de la Reforma

El Renacimiento, con su mentalidad crítica trajo
consigo el cuestionamiento de las enseñanzas y
prácticas de la Iglesia, confrontándose principios
humanistas con la teología escolástica
medieval.

Con la invención de la imprenta como nuevo elemento
divulgador, las ideas de los reformadores se expanden con
rapidez. El crecimiento de la ciudad y de su elemento
intelectual, la Universidad, de la que saldrá
la Reforma.

El fortalecimiento de las monarquías nacionales
europeas creó una palpable fricción entre poderes.
La decadencia de los postulados dogmáticos de la reforma
eclesiástico-cluniacense, y más concretamente de
los papas Gregorio VII, Inocencio III y Bonifacio VIII sobre el
poder supremo del papado. La corrupción de la
máxima cúpula del sistema jerárquico
medieval desde principios del siglo XIV con los cismas de Avignon
y de Occidente dieron lugar al surgimiento de exposiciones
teológicas como las de Johannes Tauler,
de Guillermo de Occam y de Marsilio de
Padua de un trasfondo antipapal. Surge la tesis
conciliarista. El creciente fervor nacionalista europeo que
llevó a mirar con desconfianza y repudio el dominio papal
sobre las diferentes naciones del viejo continente. Muchos
monarcas vieron en la Reforma un modo de afianzar el estado
nacional y su poder monárquico o imperial. En el norte de
Europa hubo países como Suiza o Suecia donde la Reforma
fue uno de los instrumentos más eficaces de la lucha
contra los países católicos que los
dominaban.[cita requerida]

Influyen también la rápida decadencia del
escolasticismo y el resurgimiento de la teología
agustiniana con unos caracteres renovadores, volviendo con mayor
vigor la lectura y el estudio de la teología de san
Agustín en detrimento de la teología tomista.

Programa reformador

Los principales reformadores, de vasta cultura
teológica y humanista, se consideraban a si mismos fieles
cristianos que aspiraban a regresar a las doctrinas
apostólicas y a renovar la Iglesia cristiana en la
práctica y doctrina.

Juan Calvino estudió en la Sorbona y su padre
trabajaba con un obispo; Lutero era monje y profesor
universitario de Biblia; Zuinglio era sacerdote y
humanista. De acuerdo al programa de los humanistas, buscaron en
las fuentes de la antigüedad cristiana las bases para una
renovación. Releyeron las Sagradas Escrituras y a
los Padres de la Iglesia, (especialmente a San
Agustín), interpretando una visión de la fe y una
doctrina más bíblica y cristocéntrica,
despreciando, por otro lado, toda la tradición cultural y
religiosa acumulada por la Iglesia desde los primeros siglos.

Ramificación del protestantismo a lo largo de los
siglos.

Principales ramas del protestantismo:

Luteranos

  • Origen: siglo XVI en Alemania, con la ruptura
    con el Papa por parte de Martín Lutero en lo
    que se conoce como Reforma Protestante.

  • Doctrina destacada: sola scriptura, sola
    fide, sacerdocio universal.

  • Sacramentos: bautismo y
    eucaristía.

  • Implantación: 75 millones de seguidores,
    principalmente
    en Alemania y Escandinavia.

Anglicanos

  • Origen: siglo XVI con la ruptura con el Papa por
    parte de Enrique VIII de Inglaterra, creando lo que
    ellos denominan como Via
    Media del cristianismo (entre el catolicismo y
    el protestantismo más reformado).

  • Sacramentos: bautismo y eucaristía, aunque
    consideran de manera secundaria los demás sacramentos
    de la tradición
    apostólica (e.g. orden
    sacerdotal).

  • Implantación: 85 millones de seguidores,
    principalmente en Inglaterra.

Calvinistas

  • Origen: siglo XVI con Juan
    Calvino en Suiza y Francia (instituyéndose
    la Iglesia Reformada, que se extiende
    a Países Bajos), llegando
    a Escocia (donde a través de John
    Knox se institucionaliza como Iglesia
    Presbiteriana) e Inglaterra (dando origen a
    la Iglesia Congregacional).

  • Doctrina
    destacada: predestinación.

  • Sacramentos: bautismo y
    eucaristía.

  • Implantación: 85 millones (50 millones de
    presbiterianos, 30 millones de congregacionales y 5 millones
    de reformados), principalmente en Reino
    Unido,Países Bajos, Estados Unidos, Corea
    del Sur, Latinoamérica y África
    subsahariana.

Metodistas

  • Origen: siglo XVII con John
    Wesley en Inglaterra, emparentados con el
    calvinismo (salvo la predestinación) y el
    anglicanismo, extendiéndose a Estados
    Unidos y África, donde experimentó un
    gran crecimiento.

  • Doctrina destacada: acento en la conversión y
    la predicación.

  • Sacramentos: bautismo y
    eucaristía.

  • Implantación: 70 millones de seguidores,
    principalmente en Reino Unido, Estados
    Unidos y África subsahariana.

Bautistas

  • Origen: Siglo XVI en Europa, como herederos de
    los anabautistas. Han tenido un mayor crecimiento
    en Estados Unidos, donde son la rama protestante
    mayoritaria.

  • Doctrina destacada: bautismo por
    inmersión de los adultos.

  • Sacramentos: bautismo y
    eucaristía.

  • Implantación: 100 millones de seguidores,
    principalmente en Estados
    Unidos y Latinoamérica.

Pentecostales

  • Origen: entre finales del siglo XIX y principios del
    siglo XX, inspirados por Charles
    Finney y William Seymour. Está constituida
    principalmente por iglesias locales independientes, aunque
    también comprende grandes denominaciones como
    las Asambleas de Dios.

  • Doctrina destacada: glosolalia como
    evidencia del bautismo en el Espíritu
    Santo.

  • Sacramentos: bautismo y
    eucaristía.

  • Implantación: 250 Millones de seguidores,
    principalmente en Estados
    Unidos, Latinoamérica, África
    subsahariana y Corea del Sur.

Monografias.com

La doctrina
protestante

Las cinco solas

Del mismo modo que no se puede hablar de una sola iglesia
protestante tampoco se puede hablar de una
sola doctrina protestante coherente y cohesionada. De
hecho, la variedad doctrinal que el protestantismo ha ido
adoptando a lo largo de su evolución ha sido una de las
causas de su fragmentación. Aún con todo, sí
se puede hablar de una doctrina de mínimos que con
distinta intensidad sí comparten todas las iglesias
herederas de la Reforma. Tradicionalmente se suele resumir
esta doctrina común en las "cinco solas", que
desarrolladas comprenden el núcleo de la fe
protestante:

  • La doctrina de la "sola scriptura", es
    la creencia en que toda fuente de autoridad en materia de fe
    debe ser extraída con exclusividad de la Palabra de
    Dios, la Biblia. Esta posición, común a
    todas las iglesias protestantes, varía en su
    intensidad, desde el extremo del rechazo de cualquier
    contenido de fe ajeno a la Biblia
    (protestantismo evangélico más radical)
    hasta la supeditación de
    la tradición y las costumbres a la Biblia
    sin que por ello sea rechazada si no se puede argumentar una
    incoherencia o incompatibilidad manifiesta
    (iglesias protestantes históricas).

  • La doctrina de la "sola fide", que es la
    creencia en que sólo mediante
    la fe en Cristo el hombre recibe
    gratuitamente la salvación. Esta fe en Cristo se
    describe como una fe viva que implica
    una conversión total en el hombre, es decir,
    una fe que produce una transformación que implica un
    cambio en las creencias, obras y aspiraciones del
    creyente.

  • La doctrina de la "sola gratia", es la
    creencia en que la salvación es recibida por el hombre
    por parte de Dios de forma gratuita sin que éste pueda
    merecerla o adquirirla por sus propias fuerzas. La doctrina
    de la gracia en el protestantismo es semejante a la
    doctrina agustina sin bien enfatizada o
    según para algunos mal entendida. El protestantismo
    presenta al hombre condenado e incapaz de obrar en
    favor de su salvación por causa del pecado
    original. En esta situación
    de depravación, el hombre necesita de Dios para
    su salvación desde incluso el mismo momento en que se
    convierte, pues sin la gracia de Dios tampoco podría
    recibir la gracia de la fe. Dentro del protestantismo se ha
    entendido esta doctrina de diversas formas. Existen algunas
    iglesias que defienden la idea de que el hombre es totalmente
    incapaz incluso de aceptar la gracia o de resistirla, de modo
    que su libertad queda totalmente anulada y todo depende de
    la elección
    divina (calvinismo más extremo) hasta
    posturas muy parecidas a la doctrina católica romana
    que defienden la idea de que el hombre aún no
    mereciendo ni pudiendo lograr por sus méritos la
    salvación, una vez capacitado por Dios, puede
    libremente aceptarla o rechazarla.

  • Como una consecuencia de la radicalidad de la
    doctrina de la gracia y la fe en el protestantismo, el papel
    de las obras como actos que puedan merecer la
    salvación, la santidad o el favor de Dios es
    generalmente rechazado o muy atenuado como un producto
    secundario de la fe. Aún así, en el
    protestantismo se suele argumentar que una vida de fe que no
    produce obras es una vida de fe muerta, es decir, no es una
    vida de fe.

Partes: 1, 2

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter