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Seguridad, defensa y desarrollo (página 3)




Enviado por Douglas Aponte.



Partes: 1, 2, 3

Antes de dejar la Ciudad, deseo traer a su
atención de una manera más concreta, pero
aún de manera no oficial y confidencial, la
cuestión que comentamos brevemente la última vez
que tuve el placer de verle.

¿No es llegado el momento cuando nuestros dos
Gobiernos puedan entenderse con respecto a las Colonias de
España en América? Y si podemos llegar a un
entendimiento así, no sería oportuno para nosotros
y beneficioso para el resto del mundo, que sus principios queden
claramente fijados y simplemente expuestos.

Por nosotros no hay disfraz.

1. Concebimos la recuperación por España
de las Colonias como un imposible.

2. Concebimos su reconocimiento como Estados
Independientes como una cuestión de tiempo y de
circunstancias.

3. No estamos, sin embargo, dispuestos a poner
ningún impedimento a un arreglo entre ellas y la madre
patria por medio de negociaciones amistosas.

4. No pretendemos nosotros la posesión de ninguna
porción de ellas.

5. No podríamos ver con indiferencia la
transferencia de ninguna porción de ellas a otra
potencia.

Si estas opiniones y sentimientos son, como creo
firmemente, comunes entre su Gobierno y el nuestro, ¿por
qué hemos de vacilar en confiárnoslas mutuamente; y
en declararlas abiertamente al mundo?

Si hay otra potencia europea que abriga otros proyectos,
que mira a una empresa bélica para subyugar a las
Colonias, por parte o en nombre de España, o que medita la
adquisición para sí de alguna parte de ellas, por
cesión o por conquista; tal declaración por parte
de su gobierno y del nuestro sería el modo, a la vez el
más efectivo y menos ofensivo, de intimar nuestra
desaprobación conjunta de tales proyectos.

Ello a la vez pondría fin a todos los celos de
España respecto de las Colonias que le quedan, y a la
agitación que prevalece en esas Colonias, una
agitación que no sería sino humano calmar; estando
decididos (como estamos) a no beneficiarnos de
alentarla.

¿Concibe Ud. que esté autorizado, bajo los
poderes que ha recibido recientemente, para entrar en
negociaciones y firmar alguna Convención sobre este
asunto? ¿Concibe que, si no está dentro de sus
competencias, pueda Ud. intercambiar conmigo notas ministeriales
sobre el tema?

Nada podría ser más satisfactorio para
mí que unirme a Ud. en tal trabajo, y estoy persuadido que
en la historia del mundo rara vez ha habido la oportunidad para
que tal pequeño esfuerzo de dos Gobiernos amigos pueda
producir un bien tan inequívoco y evitar unas calamidades
tan amplias.

Yo estaré ausente de Londres no más de
tres semanas a lo sumo: pero nunca tan distante que no pueda
recibir y responder a cualquier comunicación, antes de
tres o cuatro días.»

Thomas Jefferson, el que fuera tercer presidente
de los Estados Unidos (de 1801 a 1809), amigo desde hacía
décadas del entonces presidente, James Monroe, le
dirigió con fecha 24 de octubre de 1823 una carta que
traducida dice:

Carta de Jefferson a Monroe el 24 de
octubre de 1823

«Al Presidente de los Estados Unidos.

Monticello, 24 de octubre de 1823.

Estimado Señor,

La cuestión presentada por las cartas que me ha
enviado Ud. es la más importante que se ha ofrecido a mi
contemplación desde la de Independencia. Ésa nos
hizo una nación, ésta fija nuestro compás y
señala el curso que hemos de navegar a través del
océano de tiempo que se abre ante nosotros. Y nunca
pudimos embarcarnos bajo circunstancias más favorables.
Nuestra máxima primera y fundamental ha de ser nunca
enredarnos en las luchas de Europa. Nuestra segunda, nunca
tolerar que Europa se entremezcle en asuntos
cisatlánticos. América, del Norte y del Sur, tiene
un conjunto de intereses diferente al de Europa, y peculiarmente
suyo. Debe por tanto tener un sistema propio, separado y aparte
del de Europa. Mientras ésta trabaja para convertirse en
el domicilio del despotismo, nuestro esfuerzo debe ser
ciertamente hacer nuestro hemisferio el de la libertad. Una
nación, más que ninguna, podría perturbarnos
en esa empresa; ella ofrece ahora liderar, ayudar y
acompañarnos en la misma. Accediendo a su
proposición, la libramos de sus ligaduras, añadimos
su poderoso peso a la balanza del gobierno libre, y de un golpe
emancipamos un continente, lo que podría de otra forma
prolongarse mucho en dudas y dificultades. La Gran Bretaña
es la nación que puede hacernos más daño que
ninguna otra, o que todas en la tierra; y con ella de nuestro
lado no necesitamos temer al mundo entero. Con ella pues, debemos
cultivar sinceramente una amistad cordial; y nada
conduciría más a atar nuestros afectos que luchar
de nuevo, lado a lado, por la misma causa. No es que yo comprara
hasta su amistad por el precio de participar en sus guerras. Pero
la guerra en la que la proposición actual nos puede
comprometer, si es ésa su consecuencia, no es su guerra
sino la nuestra. Su objeto es introducir y establecer el sistema
americano, mantener fuera de nuestra tierras a todas las
potencias extranjeras, nunca permitir a las de Europa interferir
en los asuntos de nuestras naciones. Es mantener nuestros propios
principios, no separarnos de ellos. Y si, para facilitar esto,
podemos crear una división en el grupo de las potencias
europeas, y atraer a nuestro lado a su miembro más
poderoso, ciertamente debemos hacerlo. Pero soy claramente de la
opinión de Mr. Canning, que evitará la guerra en
lugar de provocarla. Con la Gran Bretaña fuera de su
balanza y trasladada a la de nuestros dos continentes, toda
Europa combinada no entraría en esa guerra. Porque,
¿cómo propondrían atacar a cualquier enemigo
sin flotas superiores? No es a despreciar la ocasión que
esta proposición ofrece para declarar nuestra protesta
contra las atroces violaciones del derecho de las naciones, por
la interferencia de una en los asuntos internos de otra, tan
escandalosamente iniciada por Bonaparte, y ahora continuada por
la igualmente sin ley Alianza, llamándose a sí
misma Santa.

El pensamiento de la Doctrina Monroe,
en tres puntos:

* No crear nuevas colonias en las Américas, ya
que todos los países de americanos, por ser libres e
independientes, no podían ser sujetos de dominación
de potencias europeas.

* La no intervención en los asuntos internos de
los países americanos;

* EE.UU. no intervendría en los conflictos
relacionados con los países europeos , como las guerras
entre estos países y sus colonias.

En ese época, la Doctrina Monroe
representaba una seria advertencia no sólo para la Santa
Alianza, sino a la también a la misma Gran Bretaña
de la cual se habían independizado, Si bien su efecto
inmediato fue la defensa de los nuevos Estados americanos,
puramente moral, ya que los intereses económicos y la
capacidad política y militar de los EE.UU. no superaban la
región de El Caribe. De todos modos, la formulación
de la doctrina Monroe ayudo a impedir los planes de
recolonización europea en América y permitió
a los Estados Unidos continuar ampliando sus fronteras hacia el
oeste, diezmando a las tribus indígenas que habitaron esa
región. Esta expansión en el continente americano
tuvo como inspiración al llamado Destino
Manifiesto,
y marcó el inicio de la política
expansionista norteamericana en el continente.

El Destino Manifiesto es el pensamiento que
expresa la creencia de que el pueblo de Estados Unidos es el
elegido por Dios para controlar el mundo, por lo que el
expansionismo norteamericano es sólo el cumplimiento de la
voluntad Divino.

La frase "Destino Manifiesto" apareció por
primera vez en un artículo que escribió el
periodista John L. O" Sullivan, en 1845, en la revista Democratic
Review de Nueva York. En su artículo, O" Sullivan
explicaba las razones de la necesaria expansión
territorial de los Estados Unidos y apoyaba la anexión de
Texas. Decía: "el cumplimiento de nuestro destino
manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido
asignado por la Providencia para el desarrollo del gran
experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que
tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios
para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que
tiene como destino".

Muy pronto, políticos y otros líderes de
opinión aludieron al "Destino Manifiesto" para
justificar la expansión imperialista de los Estados
Unidos. A través de la doctrina del Destino Manifiesto se
propagó la convicción de que la "misión" que
Dios eligió para al pueblo estadounidense era la de
explorar y conquistar nuevas tierras, con el fin de llevar a
todos los rincones de Norteamérica la "luz" de la
democracia, la libertad y la civilización. Esto implicaba
la creencia de que la república democrática era la
forma de gobierno favorecida por Dios. Aunque originalmente esta
doctrina se oponía al uso de la violencia, desde 1840 se
usó para justificar el intervencionismo en la
política de otros países, así como la
expansión territorial a través de la guerra, como
sucedió en 1846-48 en el conflicto bélico que
concluyó con la anexión de más de la mitad
de territorio mexicano.

Se ha dicho que el aspecto positivo de esta doctrina
tiene que ver con el entusiasmo, la energía y
determinación que inspiró a los estadounidenses
para explorar nuevas regiones, especialmente en su
migración hacia el oeste. También dio forma a uno
de los componentes esenciales del "sueño americano": la
idea de que se pueden obtener la libertad y la independencia en
un territorio de proporciones ilimitadas. En cambio, las
consecuencias negativas son de lamentar: la intolerancia hacia
las formas de organización social y política de
otros pueblos, el despojo, exterminio y confinamiento de los
pueblos indios de Norteamérica a reservaciones, guerras
injustas y discriminación.

El historiador William E. Weeks ha puesto de manifiesto
la existencia de tres temas utilizados por los defensores del
Destino Manifiesto:

1. La virtud de las instituciones y los ciudadanos de
EE. UU.

2. La misión para extender estas instituciones,
rehaciendo el mundo a imagen de los EE. UU.

3. La decisión de Dios de encomendar a los EE.
UU. La consecución de esa misión.

REFERENCIA

  • Biblioteca del pensamiento venezolano, Páez,
    A. "Bolívar ideas de un Espíritu Visionaria"
    1990. Monte Avila Editores. Venezuela

  • Pereira, C. "General Sucre" 1994. Ediciones de la
    Presidencia de la República. Venzuela.

  • Herrera, L. "El Vuelo del Alcatraz".2006. Monte
    Avila Editores Latinoamericana. Venezuela.

  • Azzelini, D. "El Negocio de la Guerra" 2003.
    Editorial Millenio Libre. Venezuela

  • Carlo, A. "Introducción al Imperialismo"1976.
    Editorial Villalar. España

  • "Comentarios"

    La llamada Doctrina Monroe que se resume en la frase
    "América para los americanos", adquiere su
    carácter peyorativo en una época posterior a la
    de la anglomanía a la que perteneció el
    Libertador. Además evolucionó en el tiempo,
    adquiriendo diferentes connotaciones y resultados en
    distintos momentos. Cuando el presidente de los Estados
    Unidos se pronunció contra la intervención de
    las tropas francesas en México, el resultado fue
    favorable a la lucha de Benito Juárez. Maximiliano I y
    Carlota fueron fusilados en Querétaro en l867.
    Tomó otro giro esta doctrina con el corolario de Teddy
    Roosevelt. La Doctrina Monroe se puede resumir de la
    siguiente manera:

    a) "Los continentes americanos… no podrán
    considerarse ya como campo de futura colonización por
    ninguna potencia europea."

    b) "El sistema político de las potencias
    aliadas es esencialmente distinto… del de los Estados
    Unidos de América. Considerando todo intento de su
    parte por extender su sistema a cualquier porción de
    este hemisferio como peligroso para nuestra paz y
    seguridad."

    c) "No nos hemos entrometido ni hemos de
    entrometernos con las actuales colonias o dependencias de
    ninguna potencia europea."

    d) "Nunca hemos intervenido en las guerras de las
    potencias europeas sobre cuestiones concernientes a ellas, ni
    se aviene a nuestra política hacerlo."(Eliot, et Al
    1980, 239)

    "América para los americanos" es el lema que,
    para muchos, resume los principios de Monroe. Aunque el
    discurso fue bien acogido por la opinión
    pública, fueron pocas las personas que apreciaron su
    verdadero significado.

    Durante el siglo XIX, la defensa de los principios
    que estableciera el presidente Monroe dependió mucho
    más de los intereses de la Gran Bretaña y de su
    poderosa armada. Estos principios originalmente fueron una
    declaración de autodefensa y de afirmación del
    principio de seguridad nacional. Eran una
    justificación y defensa del expansionismo de los
    Estados Unidos, objetivo fundamental del Destino
    Manifiesto.

     

     

    Autor:

    Douglas Aponte

    – Facilitador:

    Cnel. Felix Chacón

    Monografias.com

    Republica Bolivariana de
    Venezuela

    Ministerio del Poder Popular para la
    Educación Universitaria

    Universidad Nacional Experimental de la
    "Fuerza Armada"

    Extensión: Ciudad
    Bolívar

    CPP: Educación superior –
    Termino: V

    Unidad Curricular: Seguridad, Defensa y
    Desarrollo

    Ciudad Bolívar, Julio
    2011

Partes: 1, 2, 3
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