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Totalitarismo, ¿Nueva forma de opresión?



  1. La teoría
    política de Thomas Hobbes como legitimadora de un
    régimen totalitario
  2. ¿Cuál
    es la teoría del totalitarismo de George
    Orwell?
  3. Norberto Bobbio y
    el Estado no democrático
  4. Bibliografía

Para Hannah Arendt "la ideología totalitaria
se presenta a sí misma como una explicación certera
y total del curso de la historia y del sentido de la vida.
Construye una visión del mundo ficticia pero
lógicamente coherente (…) Como esa lógica
ideológica coactiva tiene sólo tenues contactos con
la realidad, termina dejando en una oscura ambigüedad al
contenido ideológico mismo, lo que genera un movimiento
arbitrario y permanente de las directivas de acción, de
los procedimientos y de las instituciones del régimen
totalitario.

El terror, por su parte, es el instrumento
realizador del mundo ficticio de la ideología y la
confirmación de su lógica deformada
"
(Arnoletto, 2007)

Partiendo de esta definición de la profesora
alemana Hannah Arendt podemos remitirnos fácilmente a la
Oceanía que describe George Orwell en su libro
1984, en donde se expresan todas las
características de un Estado totalitario: los ciudadanos
idolatraban al Gran Hermano –que era la
personalización del centro del poder-; había
control total de las conductas e inclinaciones ideológicas
de los habitantes ("Policía del Pensamiento"); las
personas se encontraban completamente uniformizadas –no
había espacio para la diversidad ni para identidades
individuales-; la gente carecía de educación
–eran ignorantes respecto a la realidad mundial y actual-,
y por el contrario la educación que recibían era,
exclusivamente, para hacerles útiles para el
régimen; existía una terrible desigualdad social,
donde sólo unos pocos tenían acceso a objetos en
buen estado, o comida de calidad (los miembros del Partido
Interior); la sociedad era acentuadamente jerarquizada,
encontrándose la mayoría de la población
sumida en la pobreza; la administración de la sociedad era
como un gran pulpo que se posa sobre ella; se practicaba la
mentira institucionalizada como una de las bases del
sostenimiento del régimen; se sostenía la
construcción de una comunidad de amor alrededor del
líder, llegándose a igualar a una "conciencia
religiosa" -conciencia religiosa según el autor citado,
Damián Pachón. Según el YOUCAT, o catecismo
joven de la Iglesia Católica, una conciencia religiosa es
aquella que busca a Dios reconociendo la sed del hombre por
él-; el burocratismo excesivo: multiplicidad de
órganos y superposición de funciones, para
perpetuar el régimen, al mismo tiempo que se sostiene un
partido único; e inseparable unión con la violencia
– terror. (Pachón Soto, 2008). Debe agregarse que en
la película el enemigo del régimen era ante todo
una creación de la élite dominante cuyo objeto era
servir de aglutinador de la población dominada en contra
de este gran enemigo común, de hecho la misma literatura
propagandística del mensaje del contrario, a perseguir,
temer y castigar, era producto de los salvaguardas del status
quo.

En conclusión para Arendt el totalitarismo es una
nueva forma de opresión política que difiere
sustancialmente de otras conocidas como el despotismo, la
tiranía y la dictadura (Arendt, 1982), pero que
también parte de ellas, es decir su origen no es por medio
de generación espontánea, sino por medio de la
construcción teórica y práctica que ya
existía en la humanidad. El totalitarismo no sólo
busca la opresión, sino que la busca a través del
control absoluto y total de la vida humana, desde aspectos
políticos como la supresión de las libertades,
hasta aspectos del subconsciente humano como el manejo de los
pensamientos y la construcción de un sin número de
redes de control en la sociedad, es un sistema sin sistema tal y
como lo afirma Masarky: "el llamado sistema bolchevique nunca
había sido nada más que una completa ausencia de
sistema"
sino más bien una red de sistemas que buscan
el control de las denominadas masas. Este tipo de
regímenes desarrollan su control no sólo a partir
del control político y económico, sino que se sirve
de la imposición de sus programas ideológicos para
insertar su legitimación desde las mentes de la
población misma, a la vez que los convierte en aceptantes
pasivos en la construcción del consenso.

Una conclusión adicional sería que el
totalitarismo además de ser una nueva forma de
opresión, es también una nueva forma de gobierno,
un nuevo tipo de gobierno no contemplado en la historia de las
ideas políticas y no contemplado por los grandes autores
que idearon alguna forma ideal de gobierno, como los casos
conocidos que van desde Platón pasando por San
Agustín, Maquiavelo, Rousseau o Marx. Cabe entonces la
pregunta acerca de su origen, al menos en términos
filosóficos y políticos, y si alguno de los autores
clásicos de la ciencia política contribuyó
con su pensamiento a idealizar un mundo totalitario; ahora bien,
es aquí donde el nombre del gran y mal afamado Thomas
Hobbes sale a relucir.

La teoría
política de Thomas Hobbes como legitimadora de un
régimen totalitario

Hobbes tal vez ha sido uno de los clásicos de la
teoría política más mal afamados de la
historia, toda vez que se le atribuye una supuesta
legitimación del orden monárquico existente en su
tiempo, así como formulaciones del estado de naturaleza y
estado de guerra elaboradas en un contexto de guerra civil que
azotaba a la Inglaterra de su época y da lugar a cavilar
que es preferible para la humanidad el orden antes que la
libertad. Sin embargo y pese a esto, en los últimos
años se ha visto con agradable sorpresa cómo varios
académicos se han dedicado a desentrañar la obra
hobbesiana, llegándose a demostrar, increíblemente
para muchos, que aquel mítico hombre legitimador de un
régimen despótico no fue más que el hombre
que puso el germen para que luego floreciera todo el liberalismo
político que ha llegado hasta nuestros días. Veamos
que tan cierto es.

Una de estas defensoras ha sido Lucy Carrillo, quien
afirma:

"Hobbes ha compartido con Maquiavelo la suerte de
ser vilipendiado, maldecido y despreciado, aun sin que su obra
haya sido leída o estudiada con alguna seriedad, incluso
como vemos, por los grandes pensadores posteriores. Así
aunque infundada, es opinión común que para Hobbes
sería necesario un gobierno autoritario porque los seres
humanos serían tan indignos de confianza que
únicamente un poder político amenazante los
haría confiables. En ese sentido Carl Schmitt haría
un uso abusivo y falsificador del pensamiento de Hobbes para
argumentar su propia defensa del totalitarismo nazi,
contribuyendo de modo decisivo a la injustificada mala
reputación de la filosofía hobbesiana en el curso
del siglo XX"

Sin lugar a dudas no se puede negar el valor de la obra
de Hobbes en términos de las potencialidades del lenguaje
y del ser humano en sí y de cómo las puede
desarrollar en sociedad. Sin embargo también es ilusorio
negar todo el valor despótico que contiene esta misma obra
y todo el bagaje que el autor le impregna con el fin de
justificar el homo omini lupus y por ende la necesidad
de aquél Leviatán -monstruo marino
amenazante- al que se alienan voluntariamente los derechos
individuales para poder vivir en comunidad. Considero que ambas
posturas son válidas y que tomar partido exclusivamente
por una de ellas es perjudicial para el análisis
hobbesiano del Estado. En este sentido el mismo Schmitt afirma el
carácter liberal del autor de quien dice es el germinador
del pensamiento político liberal:

"Carl Schmitt argumenta igualmente que Hobbes fue un
precursor del liberalismo, aunque por razones diferentes a las
planteadas por los teóricos marxistas (…)El punto
de inserción, mirado desde el punto de vista de la
historia constitucional, es doble: el comienzo de la moderna
libertad individualista del pensamiento y de conciencia
construida en sentido jurídico, no teológico, y el
comienzo de las libertades peculiares de la estructura del
sistema constitucional liberal…éste es el punto sensible
(pues) la reserva de la libertad interna y privada del
pensamiento y de conciencia ha sido aceptada en el sistema
político. Fue el germen letal que destruyó desde
dentro al poderoso Leviatán y puso en el último
trance al dios mortal".
(Romero, 1998)

Es así como el mismo Schmitt, quien es acusado de
tergiversar la teoría hobbesiana del Estado, es quien
también afirma su inmanente carácter liberal
individualista, así que dejarse llevar por los extremos
es, como ya había dicho, un mal notorio dentro de la
teoría política. Presentado este punto se puede
ahondar en el carácter despótico y
monárquico del discurso hobbesiano sobre el Estado.
Según Bobbio, el pensamiento político occidental
puede sintetizarse en dos grandes antítesis:
"opresión-libertad, anarquía-unidad,
señalando que Hobbes pertenece inequívocamente al
grupo de los que se inclinan por la segunda antítesis.
El ideal que Hobbes defiende no es el de la libertad
frente a la opresión, sino el del orden y la estabilidad
frente a la anarquía
", es así como se
podría ligar la teoría del mal afamado autor con la
legitimación de los gobiernos monárquicos,
despóticos y en ciertos sentidos totalitarios, sin dejar
de lado las razones históricas de persecución,
peregrinaje y temor que caracterizan la obra hobbesiana.
Aún cuando Arendt afirma que el totalitarismo es una nueva
forma de opresión política, a nuestro modo de ver
no puede estar desvinculada de los mismos procesos
teóricos e históricos que le son afines tal como el
despotismo que Hobbes intentó legitimar mediante su gran
Leviatán.

Esta búsqueda del orden y la estabilidad sobre la
anarquía –preferida a la búsqueda de la
libertad sobre la opresión- se puede ver transportada al
totalitarismo descrito en el libro 1984

¿Cuál es la teoría del
totalitarismo de George Orwell?

El totalitarismo es un régimen
político-económico-social que permite perpetuar y
sostener la existencia de una sociedad jerarquizada mediante la
guerra y el control sobre el individuo en lo más profundo
de su privacidad e identidad. Así, al totalitarismo no le
basta con que las personas sean obedientes al grupo en el poder,
sino que busca que las personas profesen una adhesión
total a los principios del régimen, e inclusive a los
sentimientos del mismo.

Esta adhesión la busca mediante la violencia
física y psicológica sobre los ciudadanos:
torturas, desapariciones forzosas, detenciones arbitrarias,
confiscaciones de la misma naturaleza, amenazas, golpizas,
sabotajes, vigilancia desmedida sin consideración a la
privacidad, etc. En el caso más extremo –que es el
descrito por Orwell en 1984– a través de este
mismo terror, se pretende que el individuo ame al régimen
fanáticamente, siendo este el objeto único de su
amor, eliminando así la naturalidad de las relaciones
interpersonales; así como también elimina la
diversidad propia del carácter humano, en vista de que
para el totalitarismo es más fácil controlar, a
través de la uniformización que apunta a la
unanimidad, la manera de pensar e implantar contenidos
de pensamiento en los ciudadanos para evitar "desviaciones" que
puedan llevar a cuestionamientos que deriven en rebeliones contra
el régimen.

"Pero la unanimidad es posible solamente en un grupo
restringido u homogéneo, y puede ser necesaria en dos
casos extremos y contrapuestos: en una decisión muy grave,
en la que cada uno de los participantes tiene derecho de veto, o
en una de poca importancia, en la que se declara condescendiente
quien no se opone expresamente. Obviamente la unanimidad es
necesaria cuando los que deciden son solamente dos"
(Bobbio,
1985)

Pero obviamente, hablando de una sociedad, no se trata
de dos. Y, aún entre dos, llegará un momento en el
que no se dé la unanimidad absoluta, como lo pretende el
totalitarismo. "No puede existir un sistema en el cual no
aparezca el disenso
" (Bobbio)

Por ello el sistema totalitario que se ve en la
Oceanía de Orwell, es contradictorio estructuralmente,
pues apela a una homogenización imposible de
alcanzar.

En un segundo análisis hay que recalcar el
contexto de la obra de Orwell que se situaba en pleno siglo XX en
periodo entreguerras. Mucho se ha dicho de la imposibilidad de la
publicación de sus libros en plena segunda guerra mundial
– atribuido principalmente a la alianza entre la URSS y los
países occidentales- ya que no era conveniente para los
Estados Unidos ni para la Gran Bretaña un libro como 1984
que prácticamente ponía en tela de juicio a la
revolución bolchevique y la mostraba como el extremo mal
de la violencia. Sin embargo apenas culminó el enemigo
común, es decir el nazismo, la obra de Orwell fue
publicada como mecanismo publicitario para deslegitimar al
régimen soviético.

"Vemos cómo tras la imagen de gran escritor,
se esconde la realidad de un plagiador de historias, que
sirvieron para elaborar modelos teóricos y
académicos sobre el funcionamiento del socialismo en la
Unión Soviética totalmente ajustados a los
requerimientos del imperialismo en la Guerra Fría
anticomunista. El impacto de 1984 fue tremendo entre la
población, llegándose a crear un ambiente de
paranoia anticomunista y antisoviética muy efectivo entre
las masas, como demuestra el inquietante testimonio personal de
Isaac Deutscher: «.¿Ha leído usted ese libro?
Tiene que leerlo, señor ¡Entonces sabrá usted
por qué tenemos que lanzar la bomba atómica sobre
los bolcheviques! Con esas palabras, un miserable ciego vendedor
de periódicos me recomendó en Nueva York 1984,
pocas semanas antes de la muerte de Orwell.»"

(Escusa)

En la concepción de Orwell del totalitarismo,
quizá lo más impresionante y lo que diferencia al
totalitarismo de otras dictaduras sobre el ser humano, es la
total eliminación de la conciencia individual, de
toda identidad particular; la muerte de la belleza, del arte, de
la cultura; la supresión de toda y la más
mínima expresión de diversidad. Lo más
increíble es que este ejercicio se hace abiertamente;
incluso hasta el punto de que los mismos gobernados lo anhelan y
–tras un amplio e intenso lavado de cerebro– se sienten
culpables si hacen, o son, lo contrario: "El crimental (el
crimen de la mente) no implica la muerte; el crimental es la
muerte misma"
(Orwell, 1949)

"si el hombre logra someterse plenamente, si puede
escapar de su propia identidad, si es capaz de fundirse con el
Partido de modo que él es el Partido, entonces será
todopoderoso e inmortal. (…) Controlamos la materia porque
controlamos la mente. La realidad está dentro del
cráneo."
(Orwell)

Vemos que el totalitarismo pretende el dominio absoluto
de la mente, de la conciencia individual. Lo cual explica, y le
da la razón al escritor checo Milan Kundera, que la
cultura muere en un contexto totalitario; pues si el arte es la
"expresión de una civilización a través
de una conciencia individual
" (Padilla, 2010), entonces se
entiende el por qué, durante toda la descripción de
Orwell de 1984, no hay ni rastro de arte, ni de cultura,
ni de belleza, ni de extravagancia, ni de
particularidad.

"El estancamiento y el retroceso del arte, y la
muerte de una generación que vio cómo una
ideología –al homogeneizar y orientar
ideológicamente el arte- impuso, a su manera, una cultura
de masas."

Kundera además destaca la severa
planificación y el olvido de la identidad o pérdida
de la memoria como elementos característicos de todo
totalitarismo: "cuando una gran potencia quiere despojar a un
pequeño país de su conciencia nacional, acude al
método del olvido organizado". Ante esto "la
literatura y el arte ofrecen la posibilidad de elaborar una
especie de antídoto contra el olvido del ser"

(Padilla) Antídoto contra toda clase de totalitarismo, ya
que "el totalitarismo es una de las tendencias casi eternas
del hombre"
Más exactamente, para Kundera existen
diferentes formas de totalitarismos, que define como "el
ejercicio de un tal poder que dirige y controla la totalidad de
la vida social de manera tal que no existe área de la vida
que pueda escapar a su control"
Siendo así, podemos
hallar totalitarismo inclusive en las relaciones interpersonales,
ya que "la edad técnica en la cual vivimos está
marcada, sobre todo, por una tendencia a crear condiciones en las
cuales el hombre es totalmente manipulable no sólo en su
comportamiento público sino también en su vida
privada (…) Esta tendencia me parece que pertenece a la
condición humana moderna y se manifiesta más o
menos marcadamente en cualquier sistema político de
hoy"
Entonces, ¿se puede hallar esta tendencia en
nuestro actual sistema político?

Norberto Bobbio y
el Estado no democrático

"Es improbable que un Estado no liberal pueda
asegurar un correcto funcionamiento de la democracia, y por otra
parte es poco probable que un Estado no democrático sea
capaz de garantizar las libertades
fundamentales."

Con el abordaje de El futuro de la democracia
de Norberto Bobbio, podemos comparar si en la democracia actual
está ocurriendo algo muy parecido a lo descrito por George
Orwell en 1984. Para ello el siguiente cuadro
comparativo, basado en la lectura, servirá como punto de
partida:

SIMILITUDES

DIFERENCIAS

  • 1. Los relevantes
    políticamente son los grupos, no los
    individuos.

  • 2. El modelo ideal de la
    democracia es el de una sociedad
    centrípeta. (Lo mismo ocurre para el
    totalitarismo)

  • 3. Burocracia excesiva: esta
    no debía existir según la democracia
    ideal, pero sí lo hace en la Democracia Real;
    como decía Rousseau, no deben haber cuerpos
    intermedios, sino que los consensos se darían
    entre los poderes soberanos –que es cada
    individuo- . Como lo plasma Orwell, la sociedad
    totalitaria de Oceanía cuenta con una burocracia
    amplia y poderosa. Y entonces "el flujo de poder no
    puede tener más que dos direcciones: o es
    descendiente, es decir, se mueve de arriba abajo, o
    ascendente, es decir, de abajo hacia arriba. En los
    Estados modernos un ejemplo típico del primero
    es el poder burocrático"
    (Bobbio,
    1985)

  • 4. Oligarquías: tanto
    en la democracia real como en el totalitarismo persiste
    la oligarquía

  • 5. Poder invisible. En la
    democracia real: mafia, camorra, logias
    masónicas atípicas, servicios secretos no
    controlados y protegidos de los subversivos que
    deberían controlar. En el totalitarismo
    orwelliano: tortura, terror, Policía del
    Pensamiento, telepantallas,
    micrófonos…

  • 6. Tendencia hacia el
    máximo control de los súbditos por parte
    del poder, y no, como en la democracia ideal, hacia el
    máximo control del poder por parte de los
    ciudadanos. "¿Quién controla a los
    controladores
    ?"

  • 7. Gobierno de los
    técnicos: tecnocracia.

  • 8. Poder del vértice
    a la base, y no de la base al vértice, que es el
    ideal democrático.

1. Poder fiduciario presente en
la democracia y poder delegatario en el
totalitarismo

2. La sociedad de la "Democracia
Real" (en el mismo sentido en que se habla de "Socialismo
Real") es poliárquica –a diferencia del ideal
democrático- En contraste con la sociedad
totalitaria que es centrípeta.

3. La sociedad de la "Democracia
Real" presenta una marcada tendencia a la apatía
política; mientras que en la sociedad totalitaria
descrita por Orwell, los ciudadanos sólo manifiestan
importancia por los asuntos políticos.

4. Competencia
oligárquica: a diferencia de lo que ocurre en el
totalitarismo, en la democracia real, existen varias
élites que luchan por el poder.

5. Demandas y respuestas:
"en la democracia la demanda es fácil y la
respuesta difícil; por el contrario, la autocracia
tiene la capacidad de dificultar la demanda y dispone de
una gran facilidad para dar respuestas"

6. Poder desde arriba y poder
concentrado: la democracia moderna busca luchar por el
poder desde abajo y el poder distribuido. Mientras que el
totalitarismo, defiende abiertamente lo
contrario.

Evidentemente existen más similitudes que
diferencias entre totalitarismo y democracia. En consonancia,
para Milan Kundera, todas las ideologías fueron
derrotadas, sus dogmas fueron desenmascarados, y, en su lugar
llegaron el periodismo y los medios de comunicación. En
esta era del ser mediatizado, era posindustrial, el
hombre:

Primero: crea imágenes sintéticas de
formas de vida y comportamientos que incitan a la
imitación, haciendo que el hombre quiera parecerse a
dichas imágenes.

Segundo: crea instrumentos que, además de alienar
las conciencias haciendo sentir la necesidad de poseerlos,
física y estéticamente, anulan el
cuerpo.

Es así cómo "el narcicismo moderno
convierte al cuerpo en un accesorio más
"; cómo
la tiranía de los medios de comunicación y el poder
unificador de la imagen son nuevas formas de totalitarismo;
cómo se ven deslegitimadas las libertades liberales. Esta
es la conclusión de Milan.

"El hombre con su inteligencia
concibió una gran maquinaria social que lo sobrepasa y lo
domina"

Y esta es la conclusión de Bobbio:

"El contenido mínimo del Estado
democrático no ha decaído: garantía de los
principales derechos de libertad, existencia de varios partidos
en competencia, elecciones periódicas y sufragio
universal, decisiones colectivas o concertadas o tomadas con base
en el principio de mayoría (…) después del
debate libre entre las partes (…) Hay diversos grados de
aproximación al modelo ideal, pero aún la
más alejada del modelo no puede ser de ninguna manera
confundida con un Estado autocrático y mucho menos con uno
totalitario"

A nuestro modo de ver, el totalitarismo como
régimen político, sí contiene elementos que
lo hacen una nueva forma de opresión (principalmente la
ambición por el dominio absoluto de la conciencia
individual). Pero también, el totalitarismo como
comportamiento, como tendencia al interior del ser humano, es
quizá tan antiguo como el hombre mismo.

Bibliografía

Arendt, H. (1982). Los orígenes del
totalitarismo, Tomo III.
Madrid: Alianza
Editorial.

Arnoletto, E. J. (2007). Curso de teoría
política.
Buenos Aires: Eumed.net.

Bobbio, N. (1985). El futuro de la democracia.
Barcelona: Plaza y Janes.

Carrillo, L. Los Clásicos de la
Filosofía Política.
Universidad de
Antioquia.

Escusa, A. (s.f.). ¿Quién fue realmete
George Orwell? Los mitos orwellianos: de la Guerra Civil
española al holocausto soviético.
Recuperado
el 13 de 01 de 2011, de
http://www.rebelion.org/docs/6220.pdf

Pachón Soto, D. (2008). La
civilización unidimensional. Actualidad del pensamiento de
Herbert Marcuse.
Bogotá: Desde abajo.

Padilla, I. (2010) Milan Kundera y el
totalitarismo kitsch. Dictadura de conciencias y demagogia de
sentimientos.
Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia

Romero, A. (1998).
AnibalRomero.net. Recuperado el 13 de 01 de 2011, de
http://anibalromero.net/fue.hobbes.un.liberal.pdf

 

 

Autor:

Andrei Puentes
Castañeda

Yustinne Cárdenas
Garay

Monografias.com

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS
POLÍTICAS

Teorías políticas
modernas

Ensayo final

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