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La virginidad como tabú




Enviado por Felix Larocca



  1. La
    virginidad
  2. Para
    la mujer, es diferente
  3. El
    caso de SB revisitado
  4. La
    importancia del himen — Como membrana
    moral
  5. El
    negocio de la castidad
  6. Virginidad y ceremonial en el hombre
    prehistórico
  7. La
    mujer como tabú
  8. Una
    conclusión
  9. El
    drama actual
  10. Impulsos psíquicos contrarios a la
    función femenina
  11. Amor
    por un hombre
  12. En
    resumen
  13. Bibliografía

"El himen: Asunto de estado, de poder y de
control: La Intrascendente estructura anatómica, con el
Valor Metafórico más Exagerado" (FEFL en
La Membrana del Himen y el Destino de la Mujer: Gobernado por una
Reliquia Primitiva.)

"Me dijo: De todos modos, yo soy un mensajero de tu
Señor, que le conceda un niño
puro… 

"La respuesta de la Virgen María
al Ángel fue, que ningún hombre la había
tocado, ni se halle legalmente en el
matrimonio". (Sura
Maryam
Corán 19:19).

Este artículo tratará de
esclarecer las concepciones del tabú de la virginidad,
determinado por la presencia de un himen intacto.

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Diana Frances Spencer
(1961-1997)

El himen es una membrana que rodea o cubre
parcialmente la apertura vaginal externa. Anatómicamente
forma parte de la vulva y de los genitales externos
femeninos.

El tamaño de la apertura del himen
aumenta con la edad, Y, aunque se practica muy a menudo, no es
posible confirmar con certeza que una niña o mujer es una
virgen, mediante el examen de su himen.

El himen se puede romper por medio de la
actividad física, los tampones o como resultado de las
relaciones sexuales.

Muchos animales, además del ser
humano están dotados con la presencia de esta
membrana.

La
virginidad

La virginidad es importante. Las religiones
nos lo enseñan. Las apariencias hieráticas la
exigen. Hecho, corroborativo, que fuera inmortalizado, en
años pasados, por la Corte de Saint James, cuando
requiriera que la primera esposa del vigente heredero al trono
fuera virgen.

La mujer a quien el dedo de la
selección recayera fue a la infortunada Diana Spencer,
cuya madre abandonó a su esposo e hijos, por un magnate
publicitario.

Su virtud moral fue que era
virgen.

¡Pobre Princesa Di, en vida, tan
sacrificada, tan maltratada, tan desdeñada por un esposo
infiel, y tan malquerida por su madre!

Que fuera virgen, fue todo lo que importara
para los fines procreativos de la monarquía, a pesar del
menosprecio que hacia ella todos los miembros de la familia real
— incluyendo su mismo príncipe desposado —
albergaran.

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La virgencita que los "machos"
codician…

Nota bene: Usé la expresión
"príncipe desposado" en lugar de "Príncipe
Consorte" — título oficial de Phillip Mountbatten —
cónyuge de la ocupante actual del trono
inglés.

De acuerdo a la tradición la madre
del futuro rey de Inglaterra debería ser digna de lo
más cercano a una "inmaculada concepción". De no
poder serlo, por lo menos de ser intocada por hombre alguno antes
de contraer nupcias con el heredero del trono. O de no haber sido
conocida, por mortal, en el sentido bíblico. (Para leer
más acerca de otra incongruente costumbre de la realeza
británica:
http://www.vanityfair.com/online/daily/2011/04/a-very-different-engagement-the-cult-of-dianas-virginity).

La virginidad se ha concebido en muchas
culturas como garantía de la integridad física y
moral propia de la mujer que la preserva. Si bien, aunque ya no
es condición necesaria para una hembra merecer el respeto
y el amor de un hombre, continúa teniendo gran valor en la
autoestima del favorecido, por ser quien desvirgue a la mujer a
quien escoja como pareja.

Que una mujer no lleve al matrimonio el
recuerdo del éxtasis amatorio con otro hombre — equivale
para el compañero a la eliminación de un competidor
previo en el plano del placer sexual. Lo que representa una
cierta victoria edípica para él.

Para los miembros de la realeza es algo
más. Es otro detalle adicional, entre los muchos, que los
hacen inaccesibles y superiores al resto de nosotros.

La certeza de ser el primero en introducir
y satisfacer los impulsos eróticos de su mujer, no
sólo aporta un sentimiento de orgullo y seguridad, sino
que también le da al hombre que lo logra, la oportunidad
de extender su monopolio emocional sobre la compañera
favorecida.

Ya que no solamente tiene
propiedad sobre su cuerpo, sino que
también la tiene sobre sus recuerdos.

Ella es su propiedad absoluta —
¡Qué fantasía!

Para la mujer, es
diferente

Ser el "primero" que la posea sexualmente,
para una mujer, equivale a constituirse en su iniciador, no
propiamente en el plano exclusivo del goce sensual — porque la
masturbación y el auto-erotismo, siempre anteceden a la
relación coital — pero sí, en cuanto a la
importancia del otro con la esencia del apego, y la cualidad de
sentirse favorecida, exclusiva, amada y comprendida.

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"Señor, dame castidad y
constancia, pero todavía no…
" (San
Agustín)

El caso de SB
revisitado

Algunos recordarán una muy celebrada
ponencia mía que apareciera en www.monografías.com
bajo el título de Anorexia Nervosa: La Realidad y los
Hechos, así Hablan los Expertos.

En aquélla ocasión
mencionamos a SB por otras razones. Pertinente a la
lección fue el hecho de que por muchos meses el matrimonio
de esta mujer no fue consumado debido a que era anoréxica
y a que su consorte sufría de la impotencia
genital.

Los fallos eréctiles del esposo, que
afloraron la primera noche de la luna de miel, siempre
serían achacados a la frialdad característica de
una consorte muy enferma.

El frágil ego del esposo, nunca
aceptó la posibilidad de poder sufrir de una forma de
impotencia genital.

La culpa siempre pertenece a la
mujer…

Servidumbre sexual y
amorosa

En su práctica de psicoanalista, las
mujeres, que trabajosamente habían refrenado durante
largos años la descarga de los impulsos libidinosos, para
permanecer vírgenes, Freud verifica que el primer
encuentro sexual consensual con un hombre, las conduce,
independientemente del placer obtenido, a integrarlo en una
asociación duradera que resulta propicia a la fidelidad
conyugal. (Véase: Ætiología of Hysteria
SE
).

La importancia
del himen — Como membrana moral

Al himen intocado, o "cofia de doncella",
se le considera desde el siglo XIX, sello de garantía de
la virtud y la pureza de las jóvenes. Desde entonces, las
mujeres sobrellevan esta carga ignominiosa impuesta, desde esos
tiempos, por la moralidad victoriana.

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Cinturón de la castidad

En el siglo XIX la virginidad era un estado
biológico y decoroso. Pocos discutían que para la
mujer no fuera "la gema más esplendente en la corona de la
virtud femenina". Al cuerpo intacto de la adolescente virgen se
le sacralizaba en la era de Victoria por representar la pureza,
la integridad humana, y el futuro de las coronas.

¡Caramba!

La reverencia al himen era componente
integral de esta idea de protección, y se traducía
en una preocupación general por preservar la virtud y la
inocencia de las jóvenes de familias puritanas o de
posición socioeconómica elevada.

Las niñas "buenas" no sólo
eran castas, sino que estaban más allá de cualquier
tentación, mientras su conducta personal afianzaba la
noción de que las mujeres cristianas dignas, eran
sexualmente pasivas y también puras.

En mi experiencia con pacientes en la
República Dominicana, y en las actitudes de la sociedad
donde creciera, los prejuicios victorianos predominaban tanto en
el pasado como persisten en tiempos presentes, aunque no lo
parezca.

De antaño, la virginidad
poseía un marcador anatómico palpable. De acuerdo
con la vieja sabiduría popular, una mujer
permanecía virgen hasta que su himen, una delgada membrana
cartilaginosa en el introito de la vulva a la vagina, fuera roto
por el empuje de un pene. Aunque hoy entendemos que los
hímenes se desgarran por razones muy diversas; a un himen
intacto se le consideraba tradicionalmente como el signo
más seguro y la "mejor evidencia" de la intachable
virginidad.

¡Ave María sin pecado
concebida!

"Pecado" en esta pía
exclamación, hace referencia al acto
copulativo.

Del himen se ha hablado en formas muy
variadas, en ocasiones con reverencia, y en otras como blanco de
bromas desagradables. Históricamente, la palabra himen
significó a la vez matrimonio y membrana, una dualidad que
sugiere hasta qué punto ambas nociones estaban ligadas
entre sí.

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Cape Town, Sudáfrica. Adolescentes
en espera de la "certificación" de ser virgen

En la Grecia antigua, Himen o Himeneo era
el Dios del Matrimonio, y también el término que se
aplicaba a los tradicionales himnos nupciales que se entonaban en
los dramas clásicos de Aristófanes y
Eurípides.

Hace unos doscientos años, el himen
era una membrana importante con un enorme valor social y
emocional. Aunque la pudibundez victoriana de clase media tornara
en altamente ofensiva cualquier discusión acerca del sexo
o los genitales, el himen siempre quedó en la
imaginación popular, como algo que merecía especial
reverencia.

Como resultado, un himen intacto era el
requisito para un buen matrimonio de clase media, por tanto,
muchas madres y muchos padres velaban por su conservación
en sus hijas. A los futuros maridos también les preocupaba
esto, porque una novia que llegara sin un himen intacto al
matrimonio era vista como una mercancía dañada. En
este contexto, el himen de una moza era en efecto una "propiedad"
que compartían su familia, el novio y la propia
joven.

El negocio de la
castidad

Por ser tan importante — la virginidad
anatómica — la profesión médica, o la del
curandero o hechicero local, se constituyeron en árbitros
centrales en las valoraciones comunitarias y familiares acerca de
qué hembra era casta y cuál no. A los
médicos se les llamaba para emitir juicio en debates sobre
la naturaleza del himen, porque se creía que las mujeres
les mentían a los hombres y que las adolescentes no eran
dignas de confianza, o, que, en todo caso, se entendía que
fueran informantes emocionales. Supuestamente la ciencia
médica podría brindar el tipo de testimonio
físico de la "verdad" que tanto respetaban los dominicanos
a finales del siglo XIX y que muchos hombres toscos hoy
endorsan.

Cuando yo crecía, supimos de un caso
donde una "doncella" fue devuelta al hogar de sus padres, luego
de que el marido recién casado adujo que su virginidad no
existiera.

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Dolor menstrual o dismenorrea

En este caso, bastó que uno de los
galenos de más prestigio en la comunidad, la "certificara"
recién desflorada — es decir que ocurrió durante
la luna de miel — para remediar el problema (sin que se tomara
en cuenta que el facultativo era tío de la mujer en
cuestión.)

Según el modo de pensar de muchos
individuos. Un hombre que logra obtener acceso sexualmente a una
mujer que funda su dignidad en el hecho de haberse mantenido
intacta hasta ese momento — puede perfectamente ser elevado a
la categoría de ser "héroe" que ha vencido,
allí donde otros han fracasado — lo que, a menudo lo
impele a diseminar1 entre sus amigotes, con insensibilidad
característica, las "buenas nuevas", para que
todos se enteren.

Como las gallinas — cacarean cuando ponen
huevos.

Virginidad y
ceremonial en
el hombre prehistórico

Para el ser primitivo, la virginidad no era
un hito de la subordinación femenina, sino un peligro del
que resultaba necesario protegerse. En lugar de constituir un
atractivo para el hombre, la virginidad de su pareja estaba
asociada al tabú, de ahí deriva la noción de
que el privilegio de la desfloración de la joven prometida
se consumara a veces con la asistencia, en público, del
brujo o hechicero.

En este contexto simbólico del
ceremonial, la virginidad se constituye en un atributo peligroso
de la mujer, siendo algo de lo cual había que despojarla
propiamente con el fin de convertirla en inofensiva para su
marido, como sucede en la noche de bodas.

Virginidad y
terror

Dado que los investigadores encuentran en
el hombre primitivo un terror al espectáculo producido por
el derrame de la sangre, esto los lleva a relacionar al
tabú de la virginidad con dicho miedo, pues entre sangre y
desfloración existe no solamente una relación
imaginaria, sino también real, de eso se deducirá
fácilmente que los seres primitivos no podían
considerar la virginidad sino como siendo peligrosa.

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Mujer en su luna. Arte aborigen
Tehua

En tiempos remotos, durante el
período menstrual, las adolescentes, según algunos
testimonios, eran consideradas propiedad de un antepasado,
representado en un ser sobrenatural con quien estarían
teniendo relaciones íntimas mientras durara el curso
catamenial.

Tenemos aquí una
representación mágica del incomprensible
fenómeno de la menstruación en la adolescente. Un
ser virtual, cuyo valor es el de un Otro ser todopoderoso, que la
avasalla y que además tiene licencia de controlarla. El
efecto real de esta concepción imaginaria consiste en
convertirla en intocable para su prometido. En cuanto al efecto
simbólico, éste se anuda en el ceremonial colectivo
de hacer pasar a la adolescente por un ritual que la purifique
sexualmente.

Lo imaginario, lo real y lo
simbólico, se vinculan así en el ceremonial,
conformando una

Experiencia en donde el goce que se pone en
juego aparece regulado.

La angustia que esta barbárica
tendencia genera, constituye una de las tantas causas emocionales
para la dismenorrea de la joven núbil. (Véase mi
artículo: Acerca de la Tensión
Premenstrual
, en www.monografías.com).

La mujer, como objeto sexual, ha sido el
misterio más poderoso de nuestra especie para nuestras
sociedades.

La mujer como
tabú

Freud planteó que el tabú no
se refiere simplemente al primer coito, sino que toca toda la
vida sexual de la mujer y en general todo su ser. Que la
relación a ella implique un temor fundamental entre los
primitivos, no significa que en el hombre este temor se inscriba
como causa inconsciente de muchas de sus conductas de control
frente a la hembra, sino que ella misma, casi podría
decirse, es tabú en su totalidad. (Véase: S. Freud,
Tótem y Tabú SE).

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"Vagina dentata"

En los tabúes que la mujer significa
y representa, el hombre aparece siempre en posición de
temor. La mujer puede debilitarlo, puede contagiarlo con su
feminidad, convertirlo en impotente o castrarlo. Esto quiere
decir, no que la mujer sea peligrosa, sino que el goce de lo
sexual femenino es asociado con el daño, porque algo, en
ese regodeo, siempre escapa todo su control.

De ahí deriva el mito de la
vagina dentata o la vagina con dientes.

"Vagina
dentata (cuyo latinismo es "vagina dentada") es el
nombre con al cual se describe el conjunto de leyendas,
presentes en varias culturas, que hablan de las mujeres
con vaginas dentadas; las cuales se contaban con el
objeto de prevenir sobre los riesgos de mantener relaciones
sexuales con mujeres desconocidas"
. (Para seguir leyendo:
http://es.wikipedia.org/wiki/Vagina_dentata).

Una
conclusión

Allí donde se vislumbra un peligro
de exceso, una prohibición será anticipada. Este
hecho estrictamente psicológico es válido desde lo
más antiguo de lo humano. El hombre primitivo no separaba
el peligro real del imaginario, por eso tenía
prohibición en relación a todo aquello que se
configuraba como amenazante.

Animismo y mujer

Esta es la concepción más
arcaica del mundo, que implica dotar de espíritu a todo lo
que existe, razón por la cual los objetos peligrosos se
multiplican y de igual manera los protectores se multiplican.
(Don Quijote de la Mancha por M. de
Cervantes).

Por razón similar, la mujer, imagen
de la fertilidad, se transformaría en Gaia, la Diosa
Tierra.

¿Por qué
prolifera el tabú de la virginidad entre los seres
primitivos?

El tabú de la virginidad, no es
más que otra de las tantas maneras de verificar en lo
social, que el encuentro con el goce sexual está lleno de
dificultades y de reacciones inesperadas. Un gran esfuerzo
amoroso es necesario para que la relación al otro sexo, no
solo en el caso concreto de la desfloración, sino en la
generalidad de los encuentros, pueda pasar por el vencimiento de
la usual vacilación instintiva de la mujer. (Véase
mi ponencia: Los Cuatro Gigantes del Alma
Revisitados
).

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Virginidad por P. Gauguin
(1848-1903)

Hay tres elementos de análisis que
Freud tiene en cuenta para investigar la reacción
paradójica de la mujer occidental frente a la primera
relación sexual:

a) El dolor provocado por el
desfloramiento

b) La pérdida narcisista
concomitante a la destrucción del himen y

c) Una fijación incestuosa de la
libido.

No hay relación
sexual, porque la primera vez, es ambivalente y traumática
para la mujer, aunque pocas veces lo sea para el
hombre

En la desfloración hay un dolor real
y también una injuria narcisista, porque desaparece un
atributo del cuerpo por la intervención más o menos
violenta del hombre. La pérdida del atributo de la
virginidad puede ser vivida como una agresión en
términos machistas o también como un acto que
inaugura una obligación de someterse. Este último
elemento puede ser imaginario y varía según la
manera como cada mujer se ubique, a partir de su historia
personal, frente al encuentro propio de la relación
sexual.

La virginidad no es solamente un valor
positivo para una mujer, también puede constituirse en un
valor negativo, en algo de lo que puede resultar indispensable
desprenderse. La virginidad va desde lo más precioso,
hasta lo menos necesario de conservar. En todo caso no es algo
indiferente para ninguna mujer, por eso el hombre iniciador,
dependiendo de cómo se comportara, siempre será
recordado.

Pero más determinante que la posible
rabia de la mujer por el dolor real experimentado antes de la
satisfacción posible; y de la pérdida narcisista
sufrida, es el sentido de traición a la "pureza" instilada
por los preceptos paternos cristalizados en los prejuicios
culturales.

Este sentimiento de "traición"
debía ser muy común en la época victoriana
— que es cuando Freud escribiera este texto — es un afecto en
el que se expresa algo del orden de la responsabilidad del sujeto
y entre las maneras de manifestarse se encuentran los elementos
de agresividad y de tristeza.

Lo que completa el anillo metafórico
del mito de la vagina dentata. Castración como
castigo.

La tristeza que
acompaña toda pérdida

Frente a una lesión narcisista,
rencor y tristeza son afectos que suelen manifestarse
simultáneamente. Siendo necesario estudiar cómo se
ha modificado hoy la significación de la virginidad y por
tanto la reacción de la mujer ante su "pérdida".
(Véase mi ponencia: Lolita: Un estudio de la
mujer moderna que comienza en el
pleistoceno
…).

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Antítesis grotesca de la
sexualidad femenina

Por eso es que se considera
neurótico el abaratar la rendición de la
virginidad, haciéndola algo de consumo público o de
una circunstancia trivial, como tantos y tantas hacen.

El drama
actual

Cuando una mujer va a la cama con un
hombre, incluso en los actuales momentos en que el discurso
feminista ha desmitificado este acto, suele llevar, en su mente,
al padre, a la madre, al hermano — y a todos quienes en su
virtud, en tiempos pasados confiaran — Mientras que el hombre
lleva solamente a su madre y a la amante con la que más
haya gozado o anhelado gozar el tálamo de la
concupiscencia.

Freud fue testigo en su autoanálisis
de estos dilemas que afectan de manera exclusiva a los seres
humanos.

Impulsos
psíquicos contrarios a la
función
femenina

Antiguos impulsos reprimidos suelen
actualizarse con la primera relación sexual. La
relación al otro sexo es un catalizador de elementos
contrarios a la satisfacción sexual esperada por la
mujer.

Los impulsos contrarios al buen encuentro
son cuatro:

a) La envidia del sexo masculino. Que no es
equivalente al deseo de ser hombre, sino que apunta al anhelo de
ser libre de limitaciones sociales, y competente en la autoestima
personal.

b) El deseo consciente de satisfacer al
hombre, mientras muy, a menudo, quedando insatisfecha; sintiendo
la obligación de afectar lo opuesto.

c) La ambivalencia femenina hacia el
hombre, por los riesgos no compartidos, cuando participan en el
encuentro sexual — él, a menudo, alardea de sus
conquistas y nunca temerá el embarazo — ella no puede
atreverse.

d) Si demuestra mucha receptividad o
entusiasmo — el hombre dudará…

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Admiración por
Bougereau

Estos elementos estructurales inciden
negativamente sobre el placer de la mujer en la vida amorosa,
aunque el sentimiento por su pareja pase por ternura.

Freud se refirió a una controvertida
fase masculina de la mujer, "durante la cual (ella) envidia en el
varón la posesión de un pene". Esta envidia no
supone que ella quiera poseer uno, sino que
desea no ser menos, o inferior al hombre.

La relación de la envidia con el
narcisismo, se constituye en el fundamento inconsciente de la
proclama femenina de la igualdad con el hombre imaginario que las
atormenta, es decir, aquél a quien se le conceden todas
las ventajas, como se consienten a los hermanos en muchos hogares
tradicionales.

Entonces no es que las mujeres envidien a
los hombres o quieran agredirlos, porque el problema no es con el
género sino con la relación al goce que se permite
a cada uno. El hombre que una mujer quisiera evitar es aquel a
quien se supone ha sido injustamente privilegiado por el orden
socioeconómico. Un ser imaginario que goza de todos los
atributos y que es injusto con el género femenino. Una
persona que usa a la mujer para su logro sexual sin que le
importe el goce que ella pueda derivar.

Actualmente encontramos mujeres que se
oponen a toda promesa de servidumbre en nombre del amor, no
simplemente porque reclaman justicia distributiva, sino porque
además han conquistado un aspecto de dignidad con su
propio ser.

El tabú de la virginidad no es
más que un modelo psicológico que permite a Freud
dar cuenta de la existencia de una reacción arcaica de la
mujer, que difícilmente se agota, se controla o se vence
por el amor de un hombre y sus buenos tratos. (Véanse mis
ponencias: Virgen y El Himeneo: La Ceremonia
más trivial… ¿o tribal
?).

Freud sería el primero en admitir
que no comprendía del todo a la mujer.

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Judith y Holofernes por
Caravaggio (1571-1610)

Amor por un
hombre

Amar a un hombre no es antídoto
suficiente contra una especie de veneno residual que vive en el
feminismo. Este veneno es el que se describe cuando algunas
autoras se refieren al goce femenino y lo definen como
extraño a la ley de la regulación sexual entre los
géneros.

Esta inclinación fatal de la mujer,
por querer no ser menos que el hombre, asocia veneno y belleza,
considerando que se trata de algo capaz de provocarle a un hombre
la perdición o la muerte. La hermosura de la mujer aparece
en la tragedia de Judit y Holofernes como resultado fatal. En
este caso, el hombre viola a la mujer para terminar siendo, por
ella, decapitado. (Los psicoanalistas dirían
"castrado").

¡Aplauso!

Las dos reacciones contrapuestas de
servidumbre y hostilidad pueden manifestarse en una mujer al
mismo tiempo y permanecer entrelazadas. Los casos
patológicos, dice Freud, muestran a mujeres aparentemente
desligadas de sus maridos abusadores, pero que sin embargo no
logran separarse de ellos "cuantas veces intentan orientar su
amor hacia otro hombre que les proporcionara una mejor vida, les
estorba la imagen de sus maridos al que, sin embargo, no
aman".

La práctica psicoanalítica
demuestra que cuando este fenómeno se presenta en una
pareja, lo que sostiene a una mujer con su marido no es el
cariño sino la servidumbre. Habrá en cada caso que
observar las características particulares de esta
servidumbre. Puede ocultarse bajo motivos económicos, bajo
la comodidad de la que pueda estarse disfrutando, sostenerse de
un ideal de dar buena imagen a los hijos, evitándoles
supuestos traumatismos innecesarios.

Quizás la ausencia de la
menstruación — la amenorrea — o la menstruación
dolorosa — la dismenorrea — tienen nexos con los sentimientos
asociados al peligro ingénito de nacer mujer.
(Véase mi ponencia: La Amenorrea, la dismenorrea y el
síndrome premenstrual
en
www.monografías.com).

En mi tesis, Virgen, yo avanzo mis
propias hipótesis de las causas posibles para estas
complicaciones, carentes de ventajas adaptivas para la mujer
madura.

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La virginidad frustrada

Un motivo más extremo que Freud
evoca, como explicación de porqué algunas mujeres
que son maltratadas se quejan pero no abandonan al supuesto
verdugo, es el de no haber conquistado aún el sentimiento
de haber terminado de vengarse del hombre que les amargara la
vida. Este impulso vengativo no siempre se hace consciente,
entonces la mujer puede permanecer ahí porque a su juicio
es algo que le tocó en suerte, que considera superfluo
buscar otro hombre al que le supondrá iguales o peores
defectos. Siempre resulta enigmático entender
porqué, aún en el mundo de los derechos, una mujer
puede permanecer atada a un hombre que esencialmente la maltrata
en forma física o psicológica e incluso defenderlo
aún, si por vía legal, se le pretendiera perjudicar
con una sanción. (Véase mi ponencia: La
Importancia Dinámica del Abuso Sexual
. Publicada en
www.monografías.com).

En
resumen

La virginidad es un tema acalorado que ha
existido entre los hombres y las mujeres de todas las edades,
porque desde el inicio de los tiempos ha estado asociado con la
esencia misma de la constitución psíquica del ser
humano.

Para complicarlo, las religiones cristianas
— particularmente la religión católica — la
misma que dicta la moralidad de muchas de nuestras culturas, la
ha transformado en algo monstruosamente complejo. Ya que no todas
las mujeres pueden dar nacimiento siendo vírgenes, y que
no todo hombre, aunque haya sido consagrado a la "virtud" de la
castidad religiosa, puede llevar cabo su voto sin
obstáculos prodigiosos. (Véase mi artículo:
Celibato: Sublimación Aberrante o
¿Aberración Sublime?
Publicado en
www.monografías.com).

La virginidad — como virtud e instrumento
político — entonces, debe ser analizada desde el punto
de vista de quien la entrega y de quien la recibe.

…Y… de cómo y la
razón por la cual se otorga…

Monografias.com

El matrimonio de Arnolfini por
Jan Van Eyck2

Fin de la lección

Bibliografía

  • Larocca, FEF: La Anorexia Nervosa:
    La Realidad y los Hechos: Así Hablan los Expertos

    en psikis.cl y en monografías.com

  • Larocca, FEF: Tótem y
    Tabú: El Albor Histórico de la
    Psiquiatría Antropológica
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: La Membrana del Himen
    y el Destino de la Mujer Gobernado por una Reliquia
    Primitiva
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Poder de la
    Primera Experiencia
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: La Psicología
    del Ego: Marie Bonaparte, S. Freud y la Envidia del Pene

    en monografías.com

Referencias

  • 1. Diseminar,
    etimológicamente, se relaciona con la palabra
    semen.

  • 2. Para un desglose del
    extraordinario y complejo significado alegórico de
    este lienzo:
    http://www.monografias.com/trabajos50/gigantes-del-alma/gigantes-del-alma

Monografias.comMonografias.com

El altar de la vida

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

 

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