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Los dioses del cotidiano




Enviado por Héctor Valle



Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Realidad
    2. Maestros y
      amigos
    3. De la
      servidumbre voluntaria
    4. El
      rostro
    5. Interioridad
    6. Comprensión y
      reconocimiento
    7. Conciencia y
      autoconciencia
    8. Justicia
    9. Artefactualidad y
      actuvirtualidad
    10. La actualidad,
      el ritmo
    11. ¿Qué quiere
      decir hablar del presente?
    12. Del
      acontecimiento
    13. La puerta sigue
      abierta: avancemos
    14. Referencias

    Introducción

     Nosotros vamos en pos de la felicidad. En esa
    búsqueda, reconocemos que el hombre y
    la mujer
    común son protagonistas del presente, en tanto luchan y
    consiguen aquello por lo cual otros siquiera se atreven, al
    atender el hoy, el de ellos y el de los suyos, en unidad, sin
    estridencias pero con determinación, sorda y simple, sana
    y proyectiva; verdadero testimonio de fe en la majestuosidad de
    la vida, desde una existencia vivida en lo abierto, para con los
    otros.

    Según recordamos, la libertad es
    una dimensión de la naturaleza del
    hombre que
    nace y subsiste en la interioridad del individuo.
    Esto es, podemos hacernos libres a través del ejercicio de
    la responsabilidad que, lejos de hacer lo que
    queramos, conlleva la realización de nuestras
    potencialidades benéficas, basándonos en el
    respeto para
    con el Otro, nacido de una comprensión que tuvo lugar en
    el silencio interior de nuestro ser. Tal comprensión
    propicia la escucha atenta como paso previo al reconocimiento del
    Otro, dando curso así al principio de reafirmación
    del ser donde la esencialidad de nuestra condición humana
    se despliega en lo societario y pasa de individuo a persona, de un
    ego aislado a un yo comprometido: Yo y Tú.

    Luego, la libertad no es una facultad abstracta, o sea, algo
    que tenemos o no tenemos. No. Sólo es factible hablar de
    libertad en relación a un individuo, en una
    situación dada. La libertad se expresa en la arena de lo
    cotidiano, en cada una de las acciones que
    emprendemos –o no- en las cuales se juega y nos jugamos a
    ser, en un contexto ético y moral,
    solidarios y responsables: hacedores de nuestro presente.

    Dije presente y no actualidad; digo permanencia y no
    transitoriedad. Afirmo, entonces, que mis convicciones más
    profundas deben ser sopesadas y puestas en la fragua de mi
    responsabilidad para con el Otro. Lo que nos lleva a ser
    coherentes (y no quedar meramente en el intento) entre lo que
    pensamos y aquello que hacemos, evitando no sólo
    aproximaciones a lo esquizoide sino celebrando en nosotros mismos
    la práctica del rigor y de la apertura.

    En esta vecindad que, especialmente, los latinoamericanos
    pueden recrear desde lo virtual, conversaba con un amigo respecto
    de aquello que uno toma como norte en el camino de la vida: la
    escucha atenta del Otro, la búsqueda cotidiana y
    permanente de la comprensión ante la realidad que nos
    circunda para poder
    adentrarnos en la corriente misma de la vida que fluye y se
    transforma a cada instante.

    Así, pues, estos apuntes pretenden ser un discurrir
    entre vecinos para con el mundo, cercano y lejano, donde
    reencontrar la esencia del ser ético junto con una
    responsabilidad que, aclaradas ya nuestras convicciones, nos
    permita emprender la búsqueda atenta de un mañana
    donde la dignidad tome
    o retome un lugar destacado en el diario vivir de la gente,
    porque discurrir por discurrir es tanto como crear rizos
    culturales que sólo sirven para decorar la nada y de cuya
    lectura atenta
    podrá advertirse la huida de la realidad, que son y
    promueven. Por eso, lo del vecindario.

    Así, pues, nos detenemos y lo hacemos a la manera de
    citadinos latinoamericanos: en la esquina de una cuadra; para
    poder divisar más y mejor el vecindario y de ahí,
    luego de una mirada interior, ver en derredor sin prisa y
    abarcadoramente, pudiendo entonces ir en busca que mueve y
    conmueve: el Otro, el desconocido, el que está a la vuelta
    de la esquina o allende el
    horizonte.

    Visitaremos a queridos amigos y maestros, valiéndonos
    de sus expresiones para sopesarlas y comentarlas al tiempo que
    buscaremos una armonía desde un pensar que a la postre nos
    permita regresar desde la esquina al hogar y a su calor, mirando
    ese fuego que nunca decae en tanto espíritu activo al dar
    voz al Otro, comprometiéndonos más y mejor desde
    nuestro lar pero en apertura al mundo pues en él estamos y
    extranjeros, en puridad, podemos serlos todos y cada uno de
    nosotros, de no mediar una razón sensible que nos aproxime
    en la esfera de lo público, al principio
    dialógico.

    Partes: 1, 2, 3, 4

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