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¿Hay que mentir por la causa? La izquierda y la intervención mediático-política


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    En un artículo de Carlos
    Prieto publicado en Ladinamo nº4 y también en
    Rebelión, titulado: Michael Moore Entre los
    vándalos
    , se cita algo relacionado con la labor
    mediático-política del genial y
    comprometido documentalista norteamericano, algo que me parece
    muy digno de reflexión y que me llevó a escribir
    este artículo. Es lo siguiente: "su programa, a
    diferencia del resto, no «jugará a pretender ser
    objetivo» sino que «se pondrá
    del lado de la clase obrera
    en su lucha contra las multinacionales»". ¿Quiere
    eso decir que tendríamos que ser capaces de mentir y
    falsear la información para apoyar a la clase obrera
    en su lucha contra las multinacionales?Te planteo entonces lector
    un dilema ético: ¿Serias capaz de manipular
    conscientemente la información que emites u omitirla, por
    conveniencia para la causa política a la que te adscribes?
    ¿Es lícita la mentira utilitaria o piadosa, o
    debemos ser incontrovertibles respecto a la verdad?
    Todos sabemos que el posicionamiento
    ideológico de Fernando Savater, en la actualidad, es el de
    un intelectual socialdemócrata adscrito al diario El
    País
    y afín al PSOE, entre otras
    militancias.

    Dado ese posicionamiento y su noción de la
    mentira (la cual coincide, sólo parcialmente, con la que
    aquí voy a defender) vamos a comenzar presentando su
    exposición de la misma, que nos
    servirá para presentar el problema: "No creo tener mayor
    tendencia a mentir que el común de mis congéneres
    (…). Pero aunque no siempre soy franco (y temo a
    los que siempre se ufanan de serlo) rara vez soy deliberadamente
    falso. (…) No sólo no me gusta mentir, sino
    que me da un poco de miedo hacerlo (…). Pero antes
    aclararé lo que entiendo por mentira, que no sólo
    es tergiversar a sabiendas aquello que consideramos verdad, sino
    principalmente escamoteársela a quienes tienen derecho a
    esperarla de nosotros sobre determinados asuntos" (Fernando
    Savater Mira por dónde. Capítulo 8: El
    origen de la mentira
    , p.83). Pondrá a
    continuación Savater el ejemplo del presidente Clinton
    para señalar que, a su juicio y dada su concepción
    de la mentira, habría mentido al negar sus relaciones
    sexuales con la famosa becaria a su esposa, pero no
    habría mentido al negar sus relaciones sexuales con la
    becaria frente a la
    televisión y ante toda la opinión
    pública
    ; ya que en materia
    privada de sexualidad no
    le debería la verdad a la ciudadanía y sí se la debería
    a su mujer. Bajo esta
    idea, por tanto, sólo se deberá la verdad a los
    allegados en privado y a los correligionarios en público y
    sólo con éstos dos se podrá cometer la falta
    de la mentira.
    Dada la concepción savateriana de la mentira,
    entonces, se deducirá fácilmente que, preguntado
    por su interlocutor (en histórico debate) si
    "¿el grupo Prisa no
    apoyó el golpe de Estado
    contra el presidente Chávez de Venezuela?",
    al responder voz en alto mediante, rotundamente "¡NO!",
    frente a un auditorio en convocatoria pública y abierta
    mayoritariamente desafecto, Savater no mintió; porque dada
    su propia concepción de la mentira nada le obligaba a
    semejante concesión pública, al no encontrarse
    entre correligionarios (Coloquio y Debate entre Carlos
    Fernández Líria & Fernando Savater. Universidad
    Complutense de Madrid 22-5-
    2003). Sin embargo, según lo que vamos a argumentar en lo
    que sigue, a mi juicio, sí que mintió Savater en
    esa ocasión al negar lo manifiesto y probado a los alumnos
    de la Universidad (en la sección de Mentiras y
    Medios
    de Rebelión y en el libro titulado
    "Periodismo y
    crimen" hay suficiente documentación probatoria de la complicidad
    de PRISA en el golpe contra Chávez); alumnos a quienes
    pienso que se les debía y debe la verdad, por muy rojos
    que fueran o pudiesen ser. Savater mintió, pero
    mintió ejerciendo la famosa mentira por la causa,
    lo que pudiera funcionar de eximente o atenuante en el reproche
    público que se le pudiera hacer al respecto.

     

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