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Poesía Quechua (página 2)



Partes: 1, 2

 

2. Tierra adentro
se canta y se baila

El primer valor de la
poesía
quechua –esté en versión oral o
escrita– es reivindicar, resaltar y destacar una literatura hasta ahora
ignorada y hasta despreciada y que, sin embargo, constituye
nuestra raíz y nuestra médula.

Es una manifestación del arte desconocida
por la cultura
dominante por múltiples razones, siendo una de ellas el
que dentro del esquema de una cultura del éxito,
se recela mucho de todo aquello que atañe a la
visión de los humillados y vencidos, por sus temas y su
tono que lo identifica con lo humilde y doloroso.

Y ciertamente, encontramos en los versos de dichas
poesías
formas, cadencias y matices de pesadumbre pero a la vez
contenidos propios de ese mundo que tenía mucha
predilección por las artes, principalmente por la música y la
poesía, expresiones anímicas que se ligaban a su
vez a la realidad del trabajo y de
la fiesta colectiva:

LOS MOZOS
Porque eres
estrella

¡Sí!

Fulguras de noche

¡Sí!
Pues a la luz del
sol

¡Sí!

En vano te busco

¡Sí!

LAS MOZAS
Si soy
estrella

¡No!

Abre el corazón

¡No!
Bajo la luz del
sol

¡No!
Entorna
los ojos

¡No!

LOS MOZOS
Sólo a la luz
de la luna


¡Sí!
Llamarme
simulas

¡Sí!

Y cuando me acerco

¡Sí!
Te truecas en
nieve

¡Sí!

LAS MOZAS
Y si llamarme
simulo

¿No?

Presuroso acude

¿No?
Si me trueco en
nieve

¿No?

Échame tu fuego

¿No?

Con la lengua nativa
nos acercamos más netamente al espíritu de una
cultura, al raciocinio y al corazón de
un pueblo que compuso estos versos, que tierra adentro se cantan
y se bailan cada día y con los cuales se convive
intensamente en los bajíos, lomas, quebradas, así
como en las cumbres y en las jalcas del universo
andino.

3. Una
actitud y una
toma de conciencia y
posición

La poesía quechua para niños
es importante porque nos devuelve, restituye y redime nuestra
identidad
herida y maltratada, la misma que por ser así no la
tenemos siempre, la perdemos frecuentemente y de la que nos
extraviamos porque deambulamos en mundos antinómicos,
ambiguos y confusos; porque somos hijos de diversos padres; dado
que somos mestizos.

Y lo que somos no es una herencia, una
legación o una ofrenda recibida, sino más bien un
conflicto y un
desafío, un mundo por conocer, develar y construir. Somos
una búsqueda afanosa, una pregunta inquietante, una
conquista difícil por tan remota e inasequible, casi una
utopía y un imposible por incorporar a nuestras
vidas:

Pastorita reina de las punas
frías

soberana de los picachos
nevados

que se pierden en el confín
de los cielos

cual estrellas, iluminantes
estrellas…

Dulce encanto de las fuentes
cristalinas

donde beben sólo
cóndores y halcones

florecillas
regadas por el deshielo

gran enigma de los
misterios del ande.

Nuestra identidad no está en la palma de nuestra
mano como puedan ostentarla otras nacionalidades, no se encuentra
a flor de piel pese a
que lo parezca, está muy dentro, apabullada,
recóndita y nuevamente salvaje, y aflora en largos
silencios, en rabias que no estallan o en estallidos dementes,
teñidos más de pavor que de luz.

Nuestra identidad hay que buscarla a tientas, como se
escucha una voz en la desolación; pese a que está
tan cerca, abultando nuestros pómulos o endureciendo
nuestra piel. Es tan irreconocible que, a veces, nos niega y la
negamos. Por eso es tan importante todo lo que nos aproxime,
empape y hasta nos ensimisme en nosotros mismos:

Una flor de la cantuta
en el
río se cayó

púsose
contento el río

su perfume se
llevó.

Una flauta de pastor
en el
río se cayó

púsose
contento el río

y su música
llevó.

Una lágrima de niña

en el río se cayó,

púsose contento el río,

cristalino se volvió.

Esa lágrima, esa flor,

y la flauta del pastor,
pusieron
contento al río

que ya no los
devolvió.

Y en ello es fundamental la literatura
infantil y de jóvenes porque sin identidad no hay
desarrollo
posible, porque ella es el punto de partida, es la esencia y el
origen. Es fundar desde muy dentro para así poder afrontar
el exterior contradictorio e infinito.

La identidad cultural que empieza con una actitud o una
toma de conciencia y posición que consiste en asumir una
verdad con mística casi absolutamente: conocerse,
aceptarse y quererse. Estimarse, apreciar lo nuestro, aunque sea
adverso; amar en los demás en uno mismo, en lo cual es
básico el aporte de la poesía:

Si los peces del
río

pasan su vida

bebiendo el agua
a la hora de la
sed.

¿Cómo entonces

no vivir
bebiendo de mi
llanto

a la hora de la sed?

4. Porque trasmite
sabiduría

Debemos celebrar que pervivan algunas manifestaciones de
poesía quechua para niños y jóvenes, aparte
de su capacidad, poder y decisión de ternura
–preciosa ahora en un mundo disociado, cruel y hasta
atroz–, porque ella es sabia, porque enseña virtud y
trasmite nobleza y coraje; porque nos muestra
cómo el hombre
andino convierte el dolor en proteción, el ultraje en
solidaridad, la
veleidad en amor:

Tú eres
como las
palomas

sunqullay,
que
bajan

a beber el agua
y
después

de beber el
agua

sunqyullay,
alzan
el vuelo

y se van

sunqullay.

En este sentido es un arte que no solamente nos prodiga
goce estético, sino valores, que
es lo que más necesitamos hoy en día. Como
decía el poeta Juan Gonzalo Rose, al pie de la
montaña sagrada de Machu Picchu: "necesitamos padre, no
solo más belleza sino más
sabiduría".

Pues aquí tenemos la belleza moral de estos
versos, la quintaesencia de la sabiduría, porque el
hombre andino
ha sufrido dolores históricos de verse despojado de su
tierra, de ver todos sus bienes
expropiados, de verse él mismo pasar de la
situación de dueño a la condición de siervo;
ha visto sus mujeres ultrajadas, a sus creencias avasalladas, a
sus herramientas
incendiadas. Han experimentado sentir a sus dioses negados,
vilipendiados y prohibidos. Pero su canto no resuma venganza ni
rencor, sino al contrario: más
sabiduría:

Bella planta, árbol
frondoso

a cuya sombra me
acojo

¡Triunfo!

Extendiendo tus ramas
diste
sombra a nuestros padres


¡Triunfo!

¡Triunfo, querida planta,
triunfo!

confiando en tus
raíces

debe descansar el
futuro.

¡Triunfo!
Se
abrigará el tierno pastal

y la
galana flor bajo tu verde follaje.

¡Triunfo!

¡Triunfo, querida planta, triunfo!

Todo ello nos hace comprender que más que admirar
la fortaleza de Sacsahuamán, que nos asombra con el
ensamblaje de sus moles de piedra, hay que admirar el alma andina;
más generoso que el Urubamba que riega con sus aguas el
valle sagrado del Cuzco, es el corazón humano de la gente
que mora y trabaja en sus orillas; más alto, noble y
sublime que el excelso Machu Picchu es el corazón del
hombre peruano, capaz de sentir ternura después de tanto
abrojo, oprobio y maltrato.

5.
Porque es para niños y jóvenes

Debemos celebrar la literatura quechua por estar
dirigida en buena parte a los niños y jóvenes en
quienes está latente el milagro de algo que puede generar
un cambio
profundo y trascendente en nuestra sociedad, el
aspirar a que sus sueños se realicen, al aferrarse a la
esperanza y al triunfo definitivo. Y el secreto es recurrir al
niño.

Porque ser niño es lo opuesto a ser frágil
y superfluo y, al contrario, es más bien tener fortaleza y
asombro por algo que es muy serio, como es siempre: el forjarse
aquí y ahora un destino propio, con coraje y
autonomía. ¿Cuál es el secreto para esta
fortaleza?

Ensayo una respuesta: la capacidad del niño de
soportar el dolor. La pérdida de una madre por ejemplo,
que ocurrió al perder su tierra. ¿Qué dolor
puede ser mayor para un niño que perder a su madre? Es
como si se le muriera el mundo, como si el sol no
volviera a salir, como si se impusiera el imperio de lo inerte,
como si el abandono total cayera sobre uno.

Sólo la fortaleza de un niño será
capaz de soportar esa ausencia, cada vez más frecuente
sobre todo entre los niños quechuas, serranos y andinos de
las zonas denominadas de extrema pobreza.

Hay pues dolor y en la medida en que logramos superarlo
con apoyo de la poesía somos un pueblo invencible, porque
hay una densidad de
sufrimiento que nos ha dado resistencia, que
nos provee de un fondo enorme y firme, que nos sostiene, porque
somos sobrevivientes de una experiencia humana devastadora, que
hace que se diga en un poema:

Negro es mi caballo
y
aún mi nombre es negro.


¿Qué será de
mí?

¿Qué será
de mi nombre?

Negra es mi
antara

y aún mi nombre es
negro.

6. Aunque tu padre
sea un volcán aunque tu madre sea un
abismo

La poesía quechua para niños es una
auténtica y prístina poesía, aún a
pesar de su dolor. Es quizá porque es hecha por la
comunidad, por
el colectivo social, por el conglomerado de las gentes y por eso
es mayoritariamente anónima, oral y vital.

Porque ella se vive, se canta y se baila en la
comunidad; con ella se agiganta y se expande el ser humano
concreto y
real pero no individualmente sino formando grupos:

Aguacerito cordillerano
porque
te cruzas en mi camino

si tú te
cruzas en mi camino

juntos haremos nuestro
destino.

Tú irás llorando

yo iré cantando
sobre los
cerros,

sobre las lomas.

Aunque tu padre
sea un
volcán

aunque tu
madre

sea un abismo.

Nuestro camino
sigue su
marcha

sobre la nieve

sobre la escarcha.

Es importante construir a partir de este referente de la
poesía quechua porque la poesía es el mayor arte,
ya que en ella se concentra la vida plena, íntegra, total
e inherente al ser. Porque poesía es estar vivo, es
el estado
consciente y el deslumbramiento en esta maravilla que es el
existir, el ser y estar en el mundo:

De aquel cerro verde
bajan las
ovejas

unas trasquiladas

y otras sin orejas.

De aquel cerro negro
bajan las
neblinas

de tus lindos ojos

aguas cristalinas.

El sol es mi padre,
la luna es
mi madre

y las estrellitas

son mis hermanitas.

Entre los muchos significados de la poesía es que
ella socava el poder y la dominación de unos sobre los
otros y este es el signo que hay que seguir hacia adelante.
Conspira contra todo lo que es injusto e inhumano, contra los
sistemas sociales
basados en la los beneficios mayores para unos y peores para los
otros.

7.
Porque es un mensaje vigente

Los hombres que compusieron la poesía en lengua
quechua, y mucho más la dedicada a los niños, no
constituyen un vestigio histórico, no dejan ron de existir
hace mucho tiempo, no
están lejos ni viven en lugares remotos, no están
confinados en un espacio y tiempo distantes, sino que viven
aquí:

Desde mi pampa querida

salté a la cordillera
linda
joven andina,

porque en tu voz
divina

canta la primavera.

Y al ver que así
me has
vencido

con la atracción de tu
quena,

yo amoroso te he
traído

mi canto
querido,

más amargo que tu
pena

¡oh virgen del
sol!

Linda ñusta del Perú

tú tienes la virtud,
de
encadenar

a tus pies mi
corazón;

y en el ritmo
cadencioso,

del canto
querido

prende un llanto
divino

la nueva
emoción.

Conviven y cohabitan con nosotros. Comparten nuestra
vida cotidiana con nosotros. Son los vendedores ambulantes, es el
personal de
apoyo en toda clase de
servicios,
ocupan los puestos de base en la administración
pública.

En realidad somos nosotros mismos, somos cada uno de
nosotros los que vivenciamos estos poemas porque
ellos traducen nuestros problemas y
expectativas:

Celebremos también la poesía quechua para
niños por su capacidad de avivar la indignación y
la impaciencia no solo en el corazón, sino en la
conciencia del hombre para corregir las injusticias, pero sobre
todo para afirmar valores, alentar esperanzas y triunfos ahora en
el presente y en el mañana:

¡Oh sol! ¡Oh sol!

Oh nuestro padre el sol
tu luz, tu
luz

tu luz nos cubre ya.

¡Oh sol! ¡Oh sol!
la vida
tú nos das

tú nos
das,

tú nos das.

Arde siempre allí
en tu
cielo azul

y envías hasta
aquí

tu luz, tu luz, ¡oh
sol!

Fuente:

Instituto del Libro y
la Lectura del
Perú.

 

Danilo Sánchez Lihón

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