- La
entrevista - Siempre otorgaba
el sitial de mayor superioridad al
niño - Eran
pasajes redivivos propios de un cuento de
hadas - A cada
uno dándole un atributo, un reconocimiento y un valor
muy especial - Era tierno,
servicial y generoso - Como si
un Ministro se acercara a una soberana - Obsesionados por
esa historia prodigiosa y truculenta - Sucesos
portentosos, llenos de humor, de tragedia y de
candor - Hechos
tragicómicos que nos hacían desternillarnos de
risa - Esa vez
él quería adornar el hecho mecánico con
una referencia simpática y hasta
elogiosa - ¡Deja todas
aquellas propiedades que tienes! ¡Obséquialas a la
pobre gente! - ¡Despréndete
de tus bienes! ¡Deja todas aquellas propiedades que
tienes! - ¡Cómo
sufriría! ¡Y cómo lo verían los
administradores de la escuela! - No
formalizó un matrimonio pero fue
amado - Llenándose
los ojos de lágrimas porque amaba mucho a su
pueblo - Colofón
- Fuente
Introducción
José Antonio Encinas es el maestro más
egregio del Perú de todos los tiempos. Fue postulado como
Rector de la Universidad de
San Marcos en la etapa de mayor efervescencia del movimiento
estudiantil, 1931, y sin ser profesor de
esa casa de estudios, en gracia a su trayectoria moral,
coherencia política y la
brillantez de sus ideas.
En tal ocasión fue su contendor en la justa
electoral nada menos que Víctor Andrés
Belaúnde, profesor notable y con una foja de servicios
intachable en la universidad y quien después se
desempeñaría como Presidente de la Asamblea General
de las Naciones Unidas,
en New York. En esa contienda el escrutinio arrojó 14
votos para Belaúnde y 98 para José Antonio Encinas
recién regresado del destierro.
En el Perú sufrió cárcel y fue
expatriado tres veces por oponerse a las dictaduras, sumando 25
años de alejamiento forzoso del país, obteniendo en
aquel tiempo cinco
doctorados todos ellos en educación, en las
universidades de Padua, Bologña, Londres, París y
La Sorbona.
Su pensamiento y
práctica pedagógica la realizó en la
Escuela 881,
la más pobre de su región, en Puno, convirtiendo a
los 83 egresados no solo en profesionales de éxito
–de lo cual no se preciaba– sino de personalidades
del mundo artístico, científico, político y
empresarial que abrazaron la causa del indio en el
Perú.
Fue un maestro visionario. Sus ideas
pedagógicas tienen extraordinaria vigencia y otras solo a
futuro serán reconocidas. Fundó la Universidad
Nacional de Educación La Cantuta. Fue un hombre
honesto, incorruptible y con un amor profundo
al niño, al indio y a su tierra natal.
Esos fueron sus tres grandes amores.
La
entrevista
Los primeros días de enero de 1999 fui
invitado por la señora Aurora Encinas Franco
–hermana de José Antonio– a participar en el
bautizo de una guagua de pan, en su casa de San Isidro, ceremonia
de mucha tradición en Puno.
Otro
motivo era que conociera a su hija Gloria y a sus nietos, que
habían llegado a visitarla desde México.
Asistí, y en el transcurso de la conversación
pregunté a Gloria acerca de los recuerdos que conservaba
de su tío José Antonio Encinas.
Reproduzco toda la evocación que hizo Gloria
Zegarra Encinas, que escribí pocos momentos después
de haberla oído, y
donde se develan acontecimientos que en todo momento contaban con
el asentimiento de la señora Aurora, quien durante todo el
relato corroboraba, y por momentos complementaba las
remembranzas.
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