- El espléndido
aislamiento - La
Sociedad Psicoanalítica de Viena - La
Asociación Psicoanalítica
Internacional - El
Comité secreto de los siete anillos - La
interpretación de Lacan - Notas
1. El
espléndido aislamiento
El "espléndido aislamiento" de Freud.
Se ha denominado así al periodo durante el cual
Freud anduvo el camino del psicoanálisis en solitario. Su ruptura con
Josef Breuer y la ausencia todavía de discípulos
hicieron pensar a sus biógrafos, sobre
todo a Ernest Jones, en un Freud como investigador aislado. Es
cierto que la expresión, poco afortunada, la atribuye
Jones al propio Freud, pero crear de ella una presentación
de esos años induce a equívoco y oculta una
relación fundamental a la que hay que interrogar.
Espléndido es un adjetivo que casa mal con
científico y concuerda más con la idea de un
aislamiento artístico o poético. En definitiva, la
idea transmitida por la expresión se acerca más a
la estética que a la ciencia. Y
por eso, refiriéndonos a las intenciones del investigador,
dicha imagen da la
impresión de una cierta descalificación. Pero Freud
no pretendía la creación en una soledad
poética, tal vez sí una construcción científica. En
realidad, lo que encontró fueron las trazas de un lenguaje
peculiar. Y a partir de ahí, quiso, siguiendo un sinuoso
camino, aproximarse de nuevo al discurso de la
ciencia.
Además, su soledad no fue retirada olímpica, sino
aislamiento por imposición. Como se sabe, Freud hubo de
enfrentarse continuamente a la incomprensión de sus
colegas.
En una carta a Ferenczi,
Freud da cuenta de ese aislamiento:
Entonces (a los cuarenta años, es decir en
1896) ya estaba en la cumbre de la soledad, había
perdido a todos los viejos amigos, aún sin haber
encontrado otros nuevos; nadie se preocupaba por mí, y
no me sostenían más que un poco de
obstinación y el principio de la
Interpretación de los sueños.
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También hay que señalar, que este momento
de inflexión, de "espléndido aislamiento", no fue
tan absoluto como se pretende. En aquellos años de fin de
siglo pudo encontrar un lugar para la confidencia. Era una voz
amiga, de la que poco a poco iría separándose por
no encontrar eco las exigencias teóricas de su propio
descubrimiento. Wilhelm Fliess había escuchado
complaciente sus inquietudes teóricas, sus suposiciones y
sus dudas, hasta que Freud contravino los presupuestos
de los que partía Fliess y puso conceptos allí
donde sólo había confusión y sufrimiento.
Como Fliess no quería saber sino mostrar su saber, hizo
oídos sordos y poco a poco fue recriminándole sus
conclusiones y distanciándose personalmente. La ruptura
vino, al parecer, a raíz de un "fragmento de análisis" que Freud le hizo, relacionado
con la muerte de
su padre y su hermana.
En ese movimiento de
separación de Fliess y aproximación al discurso de
la histérica, Freud ganó terreno a lo que antes de
él quedaba en la penumbra. Podemos afirmar que las
histéricas y Fliess, cada cual a su manera, hicieron
posible el "autoanálisis" de Freud, sin que este
fenómeno originario se percibiera hasta Lacan. De hecho,
fue otra la interpretación que dominó la
internacional psicoanalítica. Eric Laurent2
resume la opinión de Ernst Kris que va a marcar la
interpretación de esa correspondencia en el mundo
sajón: "Analizándose a sí mismo
–escribe el autor-, Freud abre la vía a la
comprensión de los conflictos de
la primera infancia, algo
que implicaba una modificación de sus intereses
científicos… veía atenuarse en él la
necesidad de explicar por factores fisiológicos los
procesos
psicológicos… cada vez que había tenido necesidad
de información sobre las bases
fisiológicas, Freud se dirigió a Fliess… a partir
de esta época, esa necesidad decrece". Freud puede
entonces darse cuenta hasta que punto las doctrinas de Fliess "se
estaban alejando cada vez más de los hechos y de la
observación".
Pero fue Lacan quien desmontó el mito del
autoanálisis originario. Freud se analizó con
Wilhelm Fliess, Fliess "el medicastro, el cosquilleador de
nariz". Lacan explica de otro modo esa relación con Fliess
durante la cual, tiene lugar acontecimientos importantes en la
vida de Freud. Un error médico que le torturará y
que le llevará al análisis de su propio
sueño exculpatorio: el sueño de la inyección
de Irma, y sobre todo la muerte de su
padre, otro encuentro con la falta como dice Laurent, que
le lleva definitivamente a considerar el objeto bizarro de la
ciencia, el cerebro, no como
un simple órgano de adaptación homeostática,
sino una verdadera "máquina de soñar". Fue esta
pista del sueño como signo lo que distanció a quien
hasta entonces había sido depositario del amor de
transferencia.
Desde su "espléndido aislamiento" Freud anduvo,
pues, el camino de los sueños y el de los conceptos que
éstos brindaron al psicoanálisis: inconsciente,
censura, represión, resistencia… Y
pivotando sobre esa escucha de Fliess, que no acababa de dejarle
oír, se confrontó con lo que se estaba
diciendo en su propia experiencia y en la que ya por entonces
recorría con las histéricas. Esta experiencia de
continuo jaque a su deseo, permitió a Freud, como
señaló Lacan, escuchar el eco abisal de una
pérdida fundamental: la muerte de su padre en octubre de
1896. La escritura de
su obra señera Traumdeutung clausura
monumentalmente este duelo.
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