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Los orígenes de la transmisión en el psicoanálisis (página 2)




Enviado por Sergio Hinojosa



Partes: 1, 2

 

Los fenómenos transferenciales surgen a lo largo
de una nutrida correspondencia. Fliess sólo alcanza a
oír en ellos su propia ignorancia: el rumor de una
repetición cíclica de resonancias orgánicas.
Al hilo del descubrimiento freudiano, este otorrino
berlinés se va haciendo más sordo y llega el
momento en que no entiende nada de lo que Freud
amorosamente le confía. Freud aportará datos sobre la
separación y ruptura. En una carta dirigida a
Ferenczi escribe:

La misma motivación (la experiencia de la muerte de
un ser querido a temprana edad) personal la
descubrí en su momento en Fliess. De ahí le
vienen la fortaleza y la morbosidad. El convencimiento de que
su padre, muerto de erisipela tras largos años de
supuraciones nasales, podía haberse salvado, le
convirtió en médico e incluso centró su
atención en la nariz. El fallecimiento
repentino de su hermana dos años después, al
segundo día de una neumonía, del que no pudo responsabilizar
a los médicos, inspiró en él –como
consuelo- la teoría fatalista de las fechas de
muerte
predestinadas. Este fragmento de análisis, indeseable para él,
fue el desencadenante interno de la ruptura que
llevó a cabo de manera tan patológica
(paranoica). 3

En este "fragmento de análisis indeseado", se
contiene el desfase entre quien habla poseído por
los demonios de la histeria y quien escucha y se escucha en
posición de un saber casi delirante. Pero si ese desfase
existe y, todo hace pensar que ya no hay escucha de Fliess, cabe
preguntarse: ¿qué permite a Freud ir más
allá de "su analista"?, ¿el enigma de sus
sueños toda vez que el peso de la culpa y de la falta que
introduce la muerte del padre le acucian e incitan a la
búsqueda de un sentido?, ¿tal vez la demanda que
abre en su diván el discurso de la
histérica? Y si es así, ¿qué tiene
este discurso de demoníaco para lograr arrastrar a un
sujeto como Freud a un "afuera" de todo discurso
conocido?

Son estas preguntas que, por alcanzar los
orígenes del psicoanálisis, plantean la cuestión
esencial de la posición de Freud en su descubrimiento y en
la transmisión del mismo. Lacan en su "retorno a Freud"
reeditará esa posición. Pues como tanto se ha
repetido, con Lacan, sucedió algo parecido. ¿Acaso
no se dio también un "espléndido aislamiento" en
Lacan? ¿No fue apartado de los foros de la
institución analítica y luego excomulgado? y
¿no es verdad que Jacques Lacan, pese a su "controlador"
Charles Odier y a su analista Rudolph Löwenstein, enredado
en el ceremonial de la sociedad
psicoanalítica y en su empresa por
fortalecer al yo, fue más allá de "su
analista"?

La sordera no sólo afectó a Fliess, el
choque de su verdad con los saberes al uso costó a
Freud una amistad
importante en su vida y la excomunión del círculo
de los que sabían. La primera consecuencia de esa ruptura
produjo un desenlace triste. Fliess se querelló con Freud
acusándole de litigio. "Hermann Swoboda (1873-1963),
doctorado en Derecho y Filosofía, y desde 1905
Privatdozent de Psicología en la
Universidad de
Viena, había protagonizado un litigio por plagio en el que
estaban involucrados, asimismo, Freud, Fliess y Otto Weininger:
Fliess había lanzado contra Freud la acusación de
haber transmitido a su analizando Swoboda e, indirectamente, a
Weininger, el amigo de éste, las ideas de Fliess en
torno a la
periodicidad de la vida humana y la bisexualidad, con la
consecuencia de que estos las
plagiaron."4

Pero este dolor fue tardío, antes ya había
sufrido, afortunadamente para nosotros, la incomprensión
de Fliess. El inconsciente delatado en su insistencia no
podía atravesar la barrera de la sorda complicidad y el
engaño narcisista.

En un principio, y tal vez durante toda su vida, ese no
querer saber de Fliess y de los científicos
funcionó como una falla que despertó la demanda de
Freud: el reconocimiento del psicoanálisis como una nueva
"ciencia". Pero
esta exigencia de reconocimiento -en tanto lucha hegeliana por el
prestigio- no le impidió sin embargo, gracias al deseo
vivaz e indomable que la histérica depositó en
él y con el cual consintió, el asentamiento de una
escucha original que trastocaría todos los discursos
venideros.

El ridículo, el olvido, o el desdén fueron
las respuestas más usuales de aquellos que
pretendían detentar la ciencia.
Pero si el psicoanálisis se hizo posible no fue por esta
confrontación especular con quienes le despreciaban desde
la ciencia, ni por mediarse con esa ciencia
médica.

Tampoco lo hizo posible el pathos de la
histérica. Fue un contraste experimentado en carne propia
y en la escucha a la que condujo su pasión por saber. El
contraste entre una palabra dicha al hilo de ese pathos
transferencial y otra que se cruzaba, tropezaba y delataba una
lógica
distinta a la del Yo y sus ideales. La histérica le
había alertado sobre esa otra palabra que el sueño
y el síntoma revelan. Por eso, su propia falta en juego -con
Inma y con la muerte de su padre- trajo por ese territorio una
apertura a la escucha de su inconsciente, de esa otra
escena
de la que nos habla en la Traumdeutung. El
psicoanálisis nació pues del contraste entre un
discurso enredado en el amor, y
otro que implacablemente mostraba en sus huecos, equívocos
y censuras una lógica que aún hoy seguimos
rastreando.

2. La Sociedad de
los Miércoles

Pese a todo, el aldabonazo de la destitución de
la consciencia se transmitió. Y esa apertura abrió
cauces en la experiencia de otros. Su voz y su escritura
también resonaron en quienes acusaban el malestar
irreductible de la ciencia y su desarrollo.
Algunas almas inquietas se convirtieron así en
"discípulos". El discurso fue encontrado su eco y puso fin
a ese espléndido aislamiento. Un acontecimiento parece
abrir el campo de la transmisión: en 1902, a propuesta del
doctor Wilhelm Stekel, a quien Freud había tratado
"exitosamente",5 se crea un grupo de
interesados en discutir la psicología de Freud. Son
doctores en su mayoría, aunque hay también de otras
profesiones. De las actas de los primeros años de la
Sociedad de los Miércoles no queda sino indirecta
constancia, pero sí hay escritura a partir de 1906,
años aquellos en que el psicoanálisis ampliaba su
campo de "regresión" en la cura hasta el descubrimiento de
la peculiar sexualidad
infantil. De este modo, el concepto de
inconsciente se ligaba al de pulsión (Trieb),
abriendo el psicoanálisis a las perversiones y haciendo
patente el concepto de transferencia en el complejo de
Edipo.

De aquellas reuniones de los miércoles
decía Nunberg:

  • Al analizar sus problemas íntimos entre sí,
    esperaban poder
    ayudar a sus pacientes, así como ayudarse a
    sí mismos. Dicha esperanza que surgía de su
    fe en el análisis, los unía en su
    devoción hacia Freud; al identificarse a él
    como líder, se convirtieron en pioneros
    del análisis (…) A través de las
    discusiones, los participantes no sólo se
    estimulaban entre sí, sino que estimulaban al
    propio Freud.6

Es patética, en este sentido, la desmesura de
alguno de sus miembros, por ejemplo, la de Rudolf von
Urbantschitsch al introducir su caso en la sesión
de 15 de enero de 1908. En una de las anotaciones de entonces
rezan: "Con ayuda de notas tomadas de su diario, el orador
describe su desarrollo sexual hasta el momento de contraer
matrimonio."7

Está claro que se sobreentendía que el
matrimonio había supuesto su "cura", como algunas veces se
oye todavía decir a algunos analistas cuando por fin han
logrado que su paciente se ennovie o se case, para "integrarse"
en la sociedad. No sé cómo se alegran tanto de un
acto, que en esas circunstancias, tal como advertía Freud,
rompe cualquier posibilidad de encontrar la huella del deseo
inconsciente. Las invectivas del amor en el
caso de este médico director del sanatorio Cottage
Sanitarium
, de moda por aquella
época, son aquí apoteósicas; pero más
allá de la teatralidad de este afecto, hay que preguntarse
qué es lo que Urbantschitsch ofrece a sus oidores. Desde
luego no es un saber sobre el resto, sobre la roca dura que
dibuja el contorno de la castración. No hay nada de lo que
Lacan propone sobre el objeto a, para hacer posible la
producción de un saber.

No es casualidad que una de las mociones que se
pretendió imponer al presidente de la Asociación
(Freud a la sazón) fuera la siguiente: "Los ataques y las
intromisiones personales serían reprimidas de inmediato
por el presidente, al que se le habrá conferido tal
poder".

Freud se opone a esta propuesta y declara: "Esperaba que
al alcanzarse un saber psicológico más profundo se
superarían las dificultades en el trato personal." Y sigue
anotando Rank: "Hará uso de la autoridad que
se le asigna en la moción 5º solamente cuando algunos
asistentes molesten al orador con su
conversación"8.

Freud, en efecto, estaba atento no sólo a la
producción psicoanalítica de sus seguidores, sino
también a los efectos que sobre ellos tenía su
palabra. Pero por más que lo percibiera, tal vez no estaba
a su alcance poner freno a ese imaginario en ebullición
que estallaba en rivalidades y actuaba como "resistencia" en
el análisis.

Los "discípulos" hacían lazo social en
base a la identificación al ideal, y en este anudamiento
de engaño amoroso -exacerbado por la cercanía de
las pasiones expuestas-, se fue cubriendo el campo del
"psicoanálisis" con una producción y una
extensión. Lo que ahora algunos denominan "transferencia
de trabajo"
alcanzaba su soporte más sólido en el engaño
amoroso. Trabajo por amor a Freud y no por el deseo (horror) que
Freud había dejado al descubierto.

La presencia de Freud, nos dice Nunberg, servía
de regulador:

Aún brindando a todo el mundo plena libertad
para expresar sus opiniones, no permitía que la
discusión se saliera de sus cauces. (…) sin embargo
tenía ciertos límites
(su tolerancia).
Mientras no estuvo totalmente seguro de que
las ideas divergentes amenazaban sus doctrinas
"básicas", no interfirió ni se opuso a ellas; se
volvió inexorable solo cuando le resultó evidente
que el edificio de su análisis estaba siendo amenazado.
El mejor ejemplo de su paciencia se dio con
Adler…9

Parece en efecto, que esa presencia convertida en objeto
de amor y erigido en ideal no fue suficiente para frenar las
pasiones del yo y relanzar la producción analítica.
La razón está en que el ideal no ordena el campo de
esta experiencia de la contingencia. Así, las peculiares
características de esa transferencia, reducida al amor, se
muestran de manera distinta en cada uno de sus seguidores, pero
al ser objeto de análisis por vez primera en la historia, aparecen todas con
el rasgo común de la candidez. La posición de su
amado Ferenczi es relevante en este sentido. Tras un tormentoso
viaje con su discípulo a Italia, y ante su
insistencia, Freud le escribe:

La decepción vino de que seguramente esperaba
flotar en una excitación intelectual permanente, cuando
a mí nada me disgusta más que la pose, y mi
oposición a ella me hace a menudo perder la compostura.
Por tanto, habré sido la mayoría del tiempo un
señor mayor común y corriente, y usted
comprobaría asombrado mi distancia del ideal de su
fantasía. Yo, por mi parte, deseaba que abandonara esa
actitud
infantil, que se pusiera a mi lado como un compañero, lo
que usted no consiguió; y en el trabajo
que fuera más eficiente en el cumplimiento de su tarea,
la programación de espacio y tiempo. Con
esto termino mis esfuerzos
educativos.10

Y Ferenczi, afectado profundamente, le replica:
"¡Tendría que haberme reprendido en toda regla en
lugar de callarse elocuentemente!".

Pese a que Freud trataba de separar la "imagen real" de
"imagen ideal", los enredos del amor seguían enturbiando
el desarrollo de su empresa.

3. La
Sociedad Psicoanalítica de Viena

Al poco tiempo, el grupo de seguidores se
convirtió en institución. El día 15 de abril
de 1908, con motivo de la presentación de la encuesta de
Hirschfeld, se dio a conocer públicamente la Sociedad
Psicoanalítica de Viena
, quedando del anterior
círculo la costumbre de reunirse el miércoles y
algún que otro problema sin resolver.

La institucionalización y la dotación de
unas normas para la
sociedad no fueron suficientes para apagar los viejos problemas
planteados en la sociedad de los miércoles. Al parecer, la
institución tampoco podía ordenar el
campo.

No obstante corren años de bonanza. Cuando Freud
viaja a EEUU, aun no se ha desatado con virulencia la rivalidad
en sus seguidores. Ferenczi vive un momento de acercamiento al
maestro, este le escribe: "En el G. Washington tendremos tiempo
para las conversaciones científicas si el mar no nos
incordia. Me hace mucha ilusión todo
ello."11

El mismo Ferenczi comenta: "Al parecer fue en este viaje
cuando Jung empeñado en analizar a Freud requería
datos sobre su vida actual y, Freud, un tanto ofuscado le
contestó: ¡No voy a arriesgar mi autoridad!" Jung
tomaría más tarde esta supuesta preferencia de la
autoridad sobre la verdad como pretexto para separarse de Freud,
o al menos esa fue la excusa que dio en 1962 en Erinnerungen,
Träume, Gedanken
.12

Pero la bonanza, después del espléndido
aislamiento, no duro mucho. Algunos de sus miembros, como Adler,
no pudieron soportar el acto institucional que dejaba patente el
sometimiento a la teoría (a la palabra) de Freud e
intentaron afirmar por su parte la exclusividad que les
atenazaba. Alfred Adler fue el primero en hacer de su nombre una
exclusión ligada a un conjunto de fantasías
próximas al delirio. Ponía distancia con el padre
de la horda con afirmaciones tales como la de "la inferioridad
del órgano", postulado fundamental, según
él, de toda construcción neurótica. Este
pensador, agudo y proclive a ver en el sujeto una causalidad ora
biológica ora social, olvidaba en su agonía el peso
de la sexualidad en la teoría, para arrojarse
incondicionalmente a los brazos del ideal socialista.

Freud dirige un reproche a esta "nueva teoría" en
su correspondencia con Ferenczi:

En cuanto a las conferencias…Adler sobre
hermafroditismo psicológico (nos lo expuso el
miércoles pasado; está llena de malentendidos
anagramáticos y fuegos fatuos; la génesis de las
neurosis la
entiende así: el niño sufre por su inferioridad,
que concibe como femenina; esto le provoca una inseguridad
sobre su rol genérico que constituye la causa originaria
de todas las dudas posteriores; el niño intenta una
defensa masculina, y si esta fracasa, se genera una neurosis:
¡una especulación
infame!13

El maestro llevaba razón, Adler no poseía
una teoría consistente. Además, de manera
especular, el discípulo se dedicó a afirmar su
exclusividad tomando prestado, de manera un tanto ladina, el
nombre que había creado Freud. Tuvo el atrevimiento de
denominar a su "nueva" masa (en el sentido de
Massenpsychologie) "Asociación de
Psicoanálisis Libre", como si él
psicoanálisis o Freud le hubieran mantenido encarcelado en
su propio fantasma. Este hilo reivindicativo de "libertad" frente
a "determinismo", suscita aún hoy vanas
esperanzas.

Así, pues, aquella antigua Sociedad de los
Miércoles
se había organizado con normas, pero
en torno a uno -tomado amorosamente como ideal- para difundir la
palabra del Otro (la palabra inconsciente), con gran
incomodidad por parte de Freud. Sin embargo, no se
transmitió gran cosa de lo más genuino del
descubrimiento freudiano, por quedar en ese movimiento
excluida la singularidad que le es inherente. Tan sólo
hubo las aportaciones de los propios escritos de Freud y aquellas
otras provenientes de quienes supieron entender que la palabra
que más incumbe es la que se dice en uno. Y si
todavía había transmisión no era porque se
le limaran las aristas al discurso analítico, sino porque
la práctica tocaba aquel lenguaje de
los sueños y de los síntomas sin hacer concesiones.
La renuncia a la especificidad del psicoanálisis no lleva
muy lejos. En este sentido, uno de los más
prolíficos escritores del ramo, el propio Adler,
recibió su merecida crítica. Se la hizo Freud pocos años
después de la defección, en 1914 en La Historia
del movimiento analítico
, cuando
escribió:

…lo que verdaderamente le interesa (al
psicoanálisis) es demostrar que a todas las tendencias
del yo se mezclan componentes libidinosos, y la teoría
de Adler acentúa, en cambio, lo
contrario: la adición egoísta a los impulsos
instintivos libidinosos. Nada habríamos de objetar a
esta divergencia si Adler no la utilizara para negar siempre, a
favor de los componentes de los instintos del yo, el impulso
libidinoso.14

Freud fue consciente desde el primer momento de la
idealización que introducía la psicología
del yo. Adler acabó llamando a ese supuesto
"psicoanálisis libre", "psicología individual",
negando todo lo relativo a la escucha del deseo y a la
localización de la pulsión. Tampoco la introducción con fórceps del
discurso político, con todas sus idealizaciones, pudo
trasmitir la escucha analítica. Por eso, tal vez pudiera
afirmarse que lo que no se juega en el análisis se juega
en la institución, en este caso consolidada como
Sociedad Psicoanalítica de Viena. De manera que si
el análisis no se concluye o simplemente no se realiza, el
sujeto no sabe de qué posición parte y queda
condenado a repetir aquello que no cesa de inscribirse en un
"afuera" del dispositivo analítico. Este "afuera" bien
puede encarnarlo una institución analítica, con
todas las consecuencias y efectos que el fantasma en marcha
genere.

La "maniobra política que
ideó Freud, para tranquilizar a Adler y beneficiar al
movimiento analítico" -la idea de que Adler ocupara el
lugar de la presidencia de la Asociación de Viena (es
decir el puesto que ocupaba Freud) y la redacción junto con Stekel de la
Zentralblatt für Psychoanalyse, Medizinische
Monatsschrift für Seelenkunde
– no sólo no detuvo
el ciego impulso de Adler, sino que exacerbó su
"indómita manía de prioridad". Cuando le
colocó en su lugar, Adler no encontró otra salida
que la identificación con rival, poniendo en acto
inevitablemente su propio fantasma.

Han ocurrido cosas muy interesantes en el grupo de
Viena. Tuvimos una serie de debates con Adler, y como
quedó clara la incompatibilidad de sus opiniones con
nuestro Psa, renunció a su liderazgo,
pese a que ni estaba obligado a aceptar el honor al que
él renunció, y de nuevo tendré que tomar
el asunto en mis manos. Las opiniones de Adler eran
inteligentes, pero erróneas y peligrosas para la
difusión del Psa. Sus motivos y su comportamiento en todo este asunto han tenido un
origen neurótico.15

Adler adoptó una posición irreversible,
una manera de matar al padre en la que no había
elaboración simbólica, sino actuación. El
acto político cargado de pathos se interpuso al
acto analítico (ético) y escapó a la
transmisión de esa contingencia que preserva el
psicoanálisis.

Freud reconoció haberse equivocado en ese
sentido: "…Me quedaba todavía por aprender que los
analistas podían conducirse también exactamente
como los enfermos sometidos al análisis". Su argucia
política le valió su descalificación
ética
por parte de este avezado seguidor.

4. La
Asociación Psicoanalítica
Internacional

Los días 30 y 31 de marzo de 1910 se
celebró el Congreso de Nurenberg, La propuesta de Freud,
presentada por Ferenczi, lanzaba la idea de trasladar la sede de
la recién constituida Asociación
Psicoanalítica internacional a Zurich y de instituir a
Jung como presidente vitalicio, dotándole de unos poderes
extraordinarios. Cualquier artículo o conferencia, por
ejemplo, debería ser aprobado por él. Los vieneses
se opusieron, sobre todo Adler y Stekel. Para calmar
ánimos, se redujo su mandato a dos años como
máximo. Fue entonces cuando Freud ofreció la
presidencia de Viena a Adler en estrecha colaboración con
Stekel.

Freud traía esta propuesta pensando en dotar a
esta organización de una serie de condiciones
que permitieran la garantía de la formación, y
pudieran mantener a raya a quienes parecían interesados en
la escisión, actuaban por cuenta propia o podían
escindirse en el futuro. Después del Congreso, Freud queda
contento con la decisión:

Nuremberg fue un éxito. Fundamos una "International Psa
Vereinigung
" que contiene los
Ortsgruppen16 de Zurich, Viena
y Berlín (seguirán otros), que enviará un
Correspondenzblatt cada mes y en la que cada miembro
pagará 2S u 8mk o 10 Kr. Elegimos a Jung como presidente
para los dos próximos años y fijamos un congreso
anual que será la fuente de todos los poderes. Toda una
constitución. En casa he dimitido como
Obmann e hice que eligiesen a Adler en mi lugar. Adler y Stekel
editarán un Centralblatt mensual como suplemento
del Jahrbuch.17 Estamos todos
repletos de esperanzas y ganas de
trabajar.18

Pero, una vez más, Freud creyó que esas
garantías podrían venir del amor. Pensó
entonces en una "personalidad
directora" que garantizara la buena marcha de una
institución para la formación de psicoanalistas.
Esa personalidad directora era el amado Jung. Además, y no
por casualidad, el elegido era un representante muy brillante de
aquel grupo que, en sus inicios y todavía, le negaban el
pan y la sal: Jung era un psiquiatra bien relacionado. Entusiasta
y joven, discípulo del afamado Bleuler (otro objetivo a la
vista) de la clínica de Burghölzli, daba muestras
además de una profunda comprensión del
psicoanálisis. Por cierto que, en su magnífica
biografía,
Peter Gay cuenta una anécdota jugosa al respecto. Se trata
de un comentario que le hizo Bleuler a Freud: "Este
<<quién no está con nosotros está
contra nosotros>> – le manifestó a Freud en 1911, al
renunciar a la recientemente organizada Asociación
Psicoanalítica Internacional- este <<todo o
nada>> es, en mi opinión, necesario para las
comunidades religiosas, y útil para los partidos
políticos. En estos casos puedo entender el principio
como tal, pero para la ciencia lo considero
dañino".19

Bleuler, embutido en el espíritu
científico, no podía entender que existieran esas
relaciones tan pasionales y exclusivas en el interior de una
comunidad
científica, porque no se había planteado que la
gente, cuando habla de sí misma a otro y pone en juego su
confianza, crea un vínculo que trasciende la tarea para la
que ha sido pensada dicha organización, tenga o no
carácter científico. Freud lo
sabía ya de sobra, pero no podía dejar que se
hundiera esa asociación, germen vivo de su teoría.
Por eso, al aceptar el envite Jung, satisfacía la antigua
demanda dirigida a los científicos. Así lo reconoce
el propio Freud en la Historia del movimiento
analítico
: "…Jung aplicó con éxito el
método de
interpretación analítico a los
fenómenos más extraños y oscuros de la
dementia praecox, evidenciando que tales fenómenos
tenían su origen en la vida y preocupaciones de los
enfermos. A partir de aquí, se hizo ya imposible a los
psiquiatras seguir ignorando el
psicoanálisis."20

Jung apenas había participado en aquellas
reuniones de los miércoles, pero había obtenido,
para exasperación de otros entusiastas, la atención
privilegiada del maestro. Por su parte, Freud no quedó
-con lo que tenía de reconocimiento- prendido en ese
pathos y abrió el oído a
todo lo que Jung contaba de la experiencia con la dementia
praecox
y la paranoia, entreviendo muy pronto los
límites que presentaba el psicoanálisis para la
psicosis: la
ausencia de transferencia. Pese a todo, Freud no dejó de
interesarse durante toda su vida por ese más allá
del análisis.

Bajo el amor, Jung repitió, en otra modalidad, el
acto de Adler. Afirmó igualmente su exclusividad creando
un nuevo psicoanálisis. La historia se repetía.
Jung fue borrando lo que incomodaba y hacía de
obstáculo para el reconocimiento del psicoanálisis:
la sexualidad. Con una libido reconvertida en sustancia inocente
e inocua, la energía psíquica podía
aspirar a conseguir extender su invención y recibir, bajo
el signo del prestigio, el más encumbrado reconocimiento.
La "separación" no era tanto un problema de
conceptualización diferente, sino de puesta en acto del
fantasma. Pero ahora no se trataba de mirar a los que sufren
socialmente y conseguir el beneplácito de sus
representantes partidarios. Ahora la imposibilidad trágica
para una escucha de su propio inconsciente se traducía en
la necesidad de gozar con la significación oculta. Si la
pulsión se hizo "energía psíquica", las
otras fronteras conceptuales cayeron sobre este caldo aguado y
confuso adornado con los brillos más intensos toda suerte
de interpretaciones culturalistas. Un olvido más y un
corte más en la transmisión de la escucha fundante,
pero esta vez emparejado con una producción más
cercana y sucedánea que cundía y formaba escuela.

Freud mismo pudo distanciarse y dar cuenta de esa
producción jungiana y de las "imposiciones éticas"
que su discípulo practicaba en nombre del
psicoanálisis. Lo explica a partir de la confesión
que un paciente de Jung le hizo
espontáneamente:

"…por ejemplo, concentración interior por
medio de la introversión, meditación religiosa,
nueva vida común con mi mujer, etc.
Tales exigencias acababan por ser superiores a mis fuerzas,
tendiendo, en definitiva, a una transformación radical
de mi personalidad interior" – y Freud aclara- (…) Jung en
Exposición de la teoría
analítica se propone la labor terapéutica de
"despojar a estos complejos de su carga de libido", pero
"(esto…no se consigue desatendiéndolos e impulsando al
sujeto a una sublimación, sino ocupándose
penetrantemente de ellos y haciéndolos consciente en
toda su amplitud. El primer fragmento de la realidad que el
enfermo ha de tener en cuenta es precisamente su enfermedad.
Los esfuerzos que se hagan por sustraerle a esta labor suponen
una incapacidad del médico para ayudarle a vencer las
resistencias
o un miedo del mismo a los resultados de tal
tarea."(12)

Si Adler renunció al nombre
"psicoanálisis", Jung para disgusto de Freud no lo hizo,
animándole más al establecimiento de una defensa
del psicoanálisis desde dentro de sus propias
fronteras.

El amor de Freud provocó pues, callejones sin
salida, aunque algo del deseo de Freud pudiera atravesar esa
barrera de afectos a través de la transmisión de su
escritura.

5. El Comité
secreto de los siete anillos

El comité pretendía defender las
posiciones de Freud frente a los ataques de los disidentes y de
quienes les secundaban. La idea de formar una "vieja guardia"
parece que partió de Ferenczi. Jones se lo comunica a
Freud en el verano de 1912:

Ferenczi, Rank y yo tuvimos una pequeña
conversación sobre estos asuntos generales en Viena. Se
hallaban muy decepcionados con la actitud de Zurich en estos
momentos, e incluso pensaban que su fe en la causa no era lo
que debería ser. Todos estuvimos de acuerdo en una cosa,
que la salvación sólo podía estar en un
autoanálisis sin tregua y llevado hasta el último
de sus extremos, para eliminar las reacciones personales
hasta donde fuera posible. Uno de ellos, me parece que
Ferenczi, expuso su deseo de que un pequeño grupo de
hombres pudiera ser meticulosamente analizado
por usted, de
manera que pudieran representar la teoría pura, sin
adulteraciones producidas por complejos personales, y con ello
construir un núcleo central no oficial de la
Verein y servir como centros donde los demás
(principiantes) pudieran acudir y aprender la obra. Si eso
fuera posible sería una solución
ideal.21

Y Freud, encantado, le contesta en agosto de ese mismo
año:

Dice usted que fue Ferenczi quien tuvo esa idea, pero
podía ser una idea mía pensada en tiempos
mejores, cuando tenía la esperanza de que Jung
reuniría a un tal círculo a su alrededor,
compuesto por los dirigentes oficiales de las asociaciones
locales. Ahora siento tener que decir que tal unión
tendría que formarse independientemente de Jung y de los
presidentes electos. Me atrevo a decir que haría mi vida
y mi muerte más fácil saber que existe una tal
asociación para cuidar de mi creación. Sé
que hay un elemento infantil y quizá también
romántico en esta idea, pero quizá pueda
adaptarse para satisfacer las necesidades de la realidad. Voy a
dar rienda suelta a mi imaginación y tal vez le deje a
usted el papel de censor.22

Uno se puede preguntar ¿qué efectos tuvo
esa vigilancia de las disidencias y ese modo de defensa del
discurso analítico a la manera de una "vieja guardia"
organizada a partir de un lazo transferencial? Los "paladines de
Carlomagno", como los denominó Jones, estaban más
pendientes de aquello que socavaba el amor, que de los trazos que
quedaban al descubierto por la nueva teoría. Así,
su propio empeño no les dejaba ver lo que obstaculizaba el
avance del psicoanálisis. La norma ilustrada a la que se
acogió el Comité fue la que otrora Kant introdujera
en su respuesta a ¿Qué es la
ilustración?
El filósofo afirmaba en este
opúsculo que era necesario preservar la disconformidad
para el ámbito privado especializado, debiendo ofrecer al
público una actitud acorde con el principio de la
jerarquía. El compromiso era el siguiente: "…en el caso
de que alguno decidiera apartarse de alguno de los principios
fundamentales del análisis, debería comprometerse a
no hacerlo públicamente sin antes discutir sus ideas con
los otros miembros del grupo".

El momento decisivo en la transmisión del poder
decisorio de la presidencia de Jung al Comité se dio en
septiembre de 1912.

Ese verano Freud escribe a Jones:

…la gente de Zurich plantea una
reconciliación formal, yo no pondré dificultades.
Sería sólo una formalidad, pues no estoy enfadado
con él y también es seguro que mis antiguos
sentimientos por él no se pueden recuperar. Estoy
totalmente seguro de que sus amigos están equivocados
acerca de que he provocado su sensibilidad en algunos puntos.
Nunca he hecho otra cosa que mimarle, y en ciertos detalles que
usted no conoce, se ha comportado de manera odiosa contra
mí. El (Jung) quería una disensión y la ha
producido… Si él se cree tan grande como usted le
describe, no servirá para trabajar con nosotros y se
convertirá en un peligro para nuestra obra. Cuando no
respondió como presidente con prerrogativas ilimitadas,
es seguro que no lo hará mejor después de que sus
poderes se vean restringidos, y parece improbable que acepte
continuar como miembro ordinario. (Pero creo que es mejor dejar
todo este asunto de la presidencia a usted y a su consejo)
Parece que lo organicé mal; ahora pueden ustedes tener
más éxito.23

Es en este momento que Freud traslada las decisiones
relativas a la presidencia de la Asociación
Psicoanalítica internacional
al comité
secreto.
El comité lo componen Freud y sus más
fieles seguidores: Otto Rank, Kart Abraham, Hans Sachs, Max
Mitingon, Sándor Ferenczi y Ernest Jones. En su primera
circular se lee: "…nuestra correspondencia debe ocuparse
exclusivamente de cuestiones acerca de la propaganda
científica psicoanalítica y de comunicaciones
de naturaleza
personal."24 La nota es de Ferenczi. En
una carta de los comienzo de esa andadura, se hace ya patente la
relación que los miembros pueden mantener entre sí
y con el maestro. Sándor Ferenczi le escribe a Jones, y en
el encabezamiento de la carta marca su
posición (Freud ha hablado ya de sucesor pensando en
Ferenczi):

Querido amigo, le escribo desde el escritorio del
profesor
Freud, pues lo que tengo que decirle no admite demora
(…) hay que fundar una nueva asociación,
provisionalmente con Freud como presidente y el Dr. Jones como
vicepresidente, a la que pronto podrían adherirse los
grupos.

Esto lo escribe ante el temor de que Jung se quedara
legalmente con la firma de la asociación, cosa que
después no sucedió. Y entre los miembros, que
deseaban ante todo mantener a Freud al margen de todas las
molestias y de todos los ataques procedentes de la
asociación, parece crearse un lazo de iguales que siembra
el terreno para una relación imaginaria
difícilmente sostenible. En un comunicado O. Rank
escribe:

…me siento impulsado a aprovechar esta
oportunidad para hacer una propuesta que no tendría
cabida en nuestra circular conjunta. Concretamente, que
nosotros seis deberíamos utilizar en nuestro trato el
tuteo familiar, no hace falta mucho para ello: yo ya me tuteo
con Ferenczi, Jones y Sachs, éste conmigo y con Jones y
según deduzco por las cartas,
también puede hacerlo Ferenczi con Abraham.
¡Entonces cerremos el
círculo!25

Para ellos irá destinado un anillo como
símbolo del compromiso, y por eso podrá denominarse
El Comité Secreto de los Siete Anillos. Jung ha
dejado de estar en el horizonte de Freud, y éste adopta
una actitud dura con el disidente:

Le agradezco (a Jones) sus certeros comentarios acerca
de Jung….De hecho se comporta como un perfecto idiota, parece
ser el propio Cristo, y hay algo de Lausbub (pillo) en
las cosas que dice en particular….Necesita tratamiento, y
desgraciadamente, después de mi último ataque he
perdido parte de mi autoridad. Debe haber algún elemento
psíquico en este ataque que, por otra parte, estaba en
gran medida basado en la fatiga, falta de sueño y en
fumar, ya que no puedo olvidar que hace 6 y 4 años
sufrí síntomas muy similares, aunque no tan
intensos, en la misma habitación del Parkhotel;
en todos los casos tuve que abandonar la mesa. Le vi en Munich
por primera vez cuando visité a Fliess durante su
enfermedad (recuerde: "Propyläeen" en
Traumdeutung26) y esta ciudad
parece haber adquirido una fuerte conexión con mi
relación con este hombre. Hay
algo de sentimiento homosexual recalcitrante en la raíz
del asunto. Cuando en su última carta Jung de nuevo
apuntaba a mi "neurosis", no pude encontrar mejor medio que
proponer que todo analista debería ocuparse más
de propia neurosis que de la de los
demás.27

Y a Ferenczi le comenta:

Una y otra vez se desvía (Jung) de los caminos
de la ciencia verificadora para convertirse en fundador de una
religión. Su mayor preocupación no
es la "teoría de la libido", sino la salvación de
la comunidad cristiana. Identifica la confesión con el
psicoanálisis, porque ignora obviamente que la
confesión de los pecados es una tarea menor de la
terapia psicoanalítica: su misión
prioritaria es la demolición de la imago del
padre, que no tiene lugar en la
confesión.28

Al asunto de Fliess, sustituto del padre tras su muerte,
y al del sueño de la inyección de Irma, Freud
añade el asunto Jung, relacionado con el "sentimiento
homosexual recalcitrante". Algo que Freud sabe que entra en juego
en su punto de partida.

El comité supervivió a la Gran Guerra, y se
dedicó a reconstruir y salvar lo que quedó de esos
años de aislamiento, dispersión y
desolación. Jones lo refleja en una carta:

Y ahora, creo que tengo algo que considero una idea
importante, surgida de mis cinco años de aislamiento. El
comité no sólo existe para dirigir la parte
externa del movimiento psicoanalítico, sino
también para coordinar la parte interna, la
científica, y por ello creo que sería muy
deseable que un par de semanas antes del congreso,
celebrásemos un congreso privado de los nuestros que
durase una semana, para discutir (1) planes y programas
listos para presentar en el congreso, etc., y (2) problemas
puramente científicos de naturaleza mucho más
difícil y técnica que los que habitualmente se
discuten en público. Recuerde, por ejemplo, que Abraham
y yo no hemos estado en
estrecho contacto con usted, y lo importante que es que las
cosas estén totalmente claras entre nosotros y que
presentemos un frente unido. (Unidad de mando, ¡el gran
grito de la Entente durante los dos últimos
años!)29

Los efectos transferenciales no dejaron de suceder a lo
largo de la existencia de la institución analítica
y, ante ellos, Freud tampoco dejó de intervenir para
tratar de reconducirlos en tan difícil situación.
Después de la Primera Guerra
Mundial, Jones se había posicionado como uno de los
discípulos más cercanos al maestro. Con motivo del
7º congreso de la Asociación Psicoanalítica
Internacional, que se celebraría del 25-27 septiembre de
1922 en Berlín, Freud alentaba a Jones para que
pronunciara una conferencia con el siguiente argumento: "Creo que
causaría una excelente impresión que lo hiciera,
-especialmente si ha de ser reelegido para le siguiente periodo
hasta el congreso de 1924. Es hora de que la horda se
empiece a preparar para escuchar la voz de usted o la de Abraham
o Ferenczi, pues yo me hago viejo y estoy cansado y con ganas de
retirarme".30

Sin embargo, Freud no le deja de señalar aspectos
que obstaculizan el desarrollo de sus funciones en la
asociación y actuaciones fantasmáticas que siguen
interfiriendo su labor analítica. En verano de ese
año, poco antes del congreso, le escribe:

La necesidad de un "análisis secundario" me
puso en la posición no deseada de criticarle a usted y
de analizarle, una tarea nada deseable con un amigo de cuyo
valor
estás seguro y cuya fragilidad estás acostumbrado
a contener. Lo que hizo el caso especialmente difícil
para mí fue que el rigor y la franqueza no es
precisamente lo que caracteriza su trato con las personas.
Prevalecen pequeñas distorsiones y evasiones, lapsus de
la memoria,
negativas rebuscadas, una cierta predilección por las
cuestiones de poca importancia, y siempre que tuve que examinar
cualquier cuestión en detalle entre ella (Riviere) y
usted, tuve que encontrarme con que había que dudar de
usted, mientras que aquella implacable mujer que daba una
importancia desmedida a las cuestiones más nimias,
estaba en lo cierto y no podía ser
rebatida.31

Dos años después, en 1924, Rank
difundió la circular en la que se anunciaba el fin del
comité. Ferenczi y Freud, decía, estaban de acuerdo
en ello. Muy pronto, en abril, se iba a celebrar en Salzburg un
congreso, al que Freud ya había anunciado que no
iría. La operación de mandíbula y sobre todo
la muerte de su nieto Heinz de tan sólo cuatro años
hacía unos meses, le habían dejado sin fuerzas.
Además, Rank se iba a Nueva York. La cuestión que
se planteaba entonces era cómo seguir haciendo lo que
hasta ahora realizaba el comité. La tarea era ardua, pero
las relaciones internas habían llegado a un punto de
susceptibilidad y de desconfianza entre Jones y Rank notables,
por lo que Freud quedó de acuerdo con la
disolución. Y así se lo hizo saber a
Jones:

Así que si puedo asumir que usted, hasta la
fecha, ha sido incapaz de hacer nada por mis derechos americanos, me
tomo la libertad de reclamárselos y confiarle a Rank
representar mis intereses en América… espero que la
disolución del comité secreto reduzca los puntos
de controversia y conflicto
entre sus miembros
, y que vuelvan a recuperar la
empatía necesaria para ser colegas en la misma causa, al
margen de sus diferencias
individuales.32

Pero las sospechas de Jones sobre Rank estaban fundadas,
y su viaje a Nueva York supuso el principio del fin de la
relación de Rank con Freud. Luego, el hijo pródigo
encontrará en Anaïs un soporte para su
expansión, pero también para su fracaso. En
la tierra
prometida, en América, vendrá un tiempo turbulento
para este discípulo, tal vez el más querido del
maestro.

Dolorido, Freud tuvo que reconocer su error ante
Jones:

La animosidad que en parte había sentido frente
a usted y al grupo de Berlín, y en parte había
imaginado, tuvo un efecto perturbador en su mente, pero no
acabo de entender el porqué tuvo que volverse finalmente
contra mí. Usted es quien mejor sabe cuánto le he
apoyado. No estoy tranquilo en absoluto con lo que hará
a partir de ahora y temo que las profecías de usted se
cumplan.33

Pese a todo, el comité no llegó a
disolverse hasta 1936. El resumen de la historia de su esquema de
funcionamiento puede resumirse de la siguiente manera:

De 1912 a 1920, los miembros del Comité Secreto
mantienen entre sí una correspondencia sin reglas fijas,
no hay circulares oficiales en sentido estricto. De 1920 hasta su
extinción en 1927, sus miembros mantienen una
correspondencia mediante (Rundbrieffe) circulares escritas
en determinados días de la semana. Pero a finales del
año 1924 se producirá un acontecimiento que
cambiará definitivamente el panorama y
reposicionará a sus componentes. Anna, la hija de aquel a
quien estaba dedicado el Comité, se incorpora. El hecho
trascendental para el Comité se registra así en la
correspondencia:

Queridos amigos:

Hoy inauguramos la correspondencia cuya
interrupción yo había lamentado profundamente. El
nuevo miembro que se incorpora, mi hija y secretaria, sabe
valorar su reconocimiento.34

El Comité pierde a partir de ahí la
necesidad de ser secreto. La interpretación que hacen los
editores de esta correspondencia es la siguiente: "Puesto que la
lucha por la sucesión de Freud estaba decidida, ya no
seguía siendo necesario mantener en secreto la existencia
del Comité y las circulares."35
Sin embargo cabe completarla con otra posible: las
relaciones de transferencia, que se habían instituido
mediante la doble cara de circulares y cartas personales entre
sus miembros y Freud, quedó rota por entrar alguien, su
hija real, que impedía el mantenimiento
de esta relación con el padre imaginario. La entrada de su
hija deshace el hechizo que prendía las relaciones
interpares y mantenía en el horizonte ideal la gran
promesa. Por eso, "… desde que el Comité
empezó a existir públicamente como junta directiva
de la IPA, las circulares se "purificaron" y se convirtieron en
una mera correspondencia
administrativa."36

Dicho de otro modo, se enfrío el pathos
entre los aspirantes, y progresivamente derivó hacia una
burocratización de las relaciones institucionales. Fue
así como se diluyó el amor de transferencia que las
soportaba y, con él, la posibilidad de modular la
actuación de Freud hacia sus "discípulos". De 1927
a 1936, el "Comité Secreto" existe ya como un mero
organismo público en calidad de Junta
Directiva (dirección central) de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA) y sigue manteniendo con
otro estilo más rutinario la correspondencia mediante
circulares.

A lo largo de la existencia del Comité y con el
socaire de los vaivenes institucionales se irán sumando
acontecimientos que enrarezcan aún más las
relaciones entre sus miembros. A las originarias escisiones de
Adler y Jung, se sumarán la separación definitiva y
dolorosa de Rank, la entrada de Anna en el Comité, la tan
sentida muerte de Abraham en el invierno de 1925, la
polémica sobre el análisis de los no
médicos, la enemistad entre los defensores de Melani Klein
y el conflicto con Anna Freud, que salpicó la buena
relación que su padre mantenía por entonces con
Jones, la burocratización de la IPA, etc. Pese o mejor,
gracias a ese pathos que hizo saltar las disidencias, el
psicoanálisis siguió trasmitiéndose como
institución en el continente y, de otro modo en
América, debido en gran parte al rumbo que tomó el
debate acerca
del psicoanálisis silvestre.

6. La
interpretación de Lacan

Lacan en su Proposición de 9 de octubre de 1967
en su intento de formar una organización cuya única
jerarquía estuviera articulada en función
del saber, revisó estas cuestiones. La idea era la
de garantizar que la escuela de formación de analistas
afrontara de tal manera su práctica, sus elaboraciones y
su extensión, que se trascendieran los límites de
su propia experiencia. Dicho de otro modo, la extensión
del psicoanálisis no debía ser a costa de la
calidad de la intensión y ello suponía instaurar un
"pase" que garantizase el acceso al analista de Escuela. Se
trataba de apelar a la responsabilidad y a la ética del propio
psicoanalista en cuanto a la relación mantenida con su
propio análisis y no tanto en relación a la cura de
pacientes. Pero era también un intento de desmantelar el
análisis didáctico, en el cual, el psicoanalista
empleaba lo que Lacan llamó "el discurso universitario" en
su ritual de formación. Al hilo de este intento y con
relación a esta especie de "Komintern"
escribía:

El efecto inducido de la estructura
así privilegiada se aclara aún más por
agregársele la función en la Iglesia y en
el Ejército del sujeto supuesto al saber. Estudio para
quien quiera emprenderlo: llegará lejos.

-y continúa- Al atenerse al modelo
freudiano, aparece de modo deslumbrante el favor que reciben en
él las identificaciones imaginarias, y a la vez la
razón que encadena al psicoanálisis en
intensión a limitar su consideración, incluso su
alcance.37

Y al definir la tarea que se puede proponer la Escuela
afirma:

Esta sombra espesa que recubre ese empalme del que
aquí me ocupo, ese en el que el psicoanalizante pasa a
psicoanalista, es aquello que nuestra Escuela puede dedicarse a
disipar. No estoy más adelantado que ustedes en esta
obra que no puede ser realizadas a solas, ya que el
psicoanálisis brinda su
acceso.38

Pero me la impresión, siguiendo la historia de
ese "pase" y sus avatares, que no ha quedado claro el vaciamiento
del imaginario en el seno de la institución
analítica y de la Escuela. Tal vez, no existan
garantías fiables para ello. Pues, solamente podemos
afirmar que las instituciones
son tan sólo inventos, y que
valen en tanto sirven.

Interrogarse acerca de la transmisión del
psicoanálisis no es, entonces, ejercicio vano. No es banal
preguntarse si el invento del Comité sirvió
para orientar el trabajo, afinar la escucha y sintonizar con el
desarrollo de la teoría, y si realmente hizo avanzar al
psicoanálisis. Pues desde el momento en que se monta
guardia, hay que pensar lo que se guarda y el deseo que se
preserva tras ese celo. Ser guardián ¿de
qué?, ¿qué se ha de transmitir? Son
preguntas que estuvieron vivas en el grupo, pero ante las cuales
no siempre estuvieron sus miembros en condiciones de evitar la
irrupción fantasmática.

Desde luego, como afirma Lacan, la institución
que se propone como objetivo trasmitir el psicoanálisis no
debe ejercer una suerte de maternaje a la manera que hizo Jones
con la persona de Freud,
que le llevó al punto de cumplir la demanda fálica
del maestro. Sostener a uno como objeto de amor puede ser una
grata labor, pero no impedirá que otros agraviados pugnen
por el lugar. Por cierto que esta demanda quedó, como se
sabe, expresada en un déjà vu que el propio
Freud experimentó cuando en 1906, un grupo reducido de
seguidores le regaló, con ocasión de su
quincuagésimo aniversario, una medalla. Llevaba
ésta grabada, por una cara, el busto del maestro y, por la
otra, la figura de Edipo en el acto de responder a la esfinge con
la inscripción del Edipo Rey de Sófocles:
"Aquél que descifró los enigmas y fue varón
muy poderoso". Por lo visto, Freud, tras leer la
inscripción palideció y recordó que siendo
estudiante y viendo en el patio del Ateneo la estatua de un
antiguo profesor famoso, había fantaseado haber visto en
aquel lugar aquella inscripción con su propio busto. Fue
Jones quien regaló, satisfaciendo la vieja demanda del
maestro, un busto de Freud a la Universidad de Viena con la misma
inscripción en 1955. No se trata entonces de que la
institución satisfaga las demandas, sino que pueda,
más bien, dar lugar a un discurso que haga posible
la introducción del sujeto del inconsciente.

Quisiera dejar abierta una pregunta a la
consideración teórica. No es, sin embargo, una
pregunta que deba enfocarse de manera erudita. Sería
más productivo ceñir y fijar las condiciones que
hacen posible su objeto, entonces: ¿Cómo explicar
que pudiera surgir la recuperación del inconsciente del
olvido instituido si es que, como parece, hubo tal? Desde luego
quedaba la escritura de Freud, pero ¿era ésta
–letra impresa- suficiente para explicar la apertura de
Lacan? Si, pese al affectio societatis que desviaba
sistemáticamente la mirada hacia otro lado, fue Lacan
quien desveló y centró de nuevo este objeto de la
práctica analítica ¿A qué final pudo
llevarle la escucha de Löwenstein y por qué? Da la
impresión de que los grandes avances hicieran saltar por
los aires las instituciones que se supone han de salvaguardarlos.
Mas, este interrogante cubre otra etapa temporal digna, sin duda,
de otro análisis más solvente.

NOTAS

[1] FERENCZI, S. Sigmun Freud, Sandor
Ferenczi, Correspondencia completa 1908-1911. Ed. Síntesis
vol. I.1, carta a Ferenczi, Viena, 9 de julio de
1913
[2] LAURENT, E. La ascesis
freudiana: las cartas a Fliess. Revista de
psicoanálisis Virtualia , nº extraordinario.
Año V, mayo junio 2006.
[3]
Ibid. FERENCZI, S. Sigmun Freud, Sandor Ferenczi,
Correspondencia completa 1908-1911. Carta de Freud a Ferenczi,
Viena, 10 de enero de 1910
[4] Ibid.
Notas a la correspondencia Ferenczi- Freud. Vol I.1.
P.255.
[5] ¿Qué se
entendía por éxito de una cura?, ¿por
qué la dan por válida desde Jones a Nunberg? Son
cuestiones interesantes para situar la eficacia de ese
amor frente a eficiencia del
saber hacer en la transmisión.
[6]
Las reuniones de los miércoles en Actas de la
Sociedad Psicoanalítica de Viena, Nueva Visión, T.
I p.14
[7] Ibid. P.
289.
[8] Actas, T I,
p.309.
[9] Ibid. P.
17.
[10] FERENCZI, S. Sigmun Freud,
Sandor Ferenczi, Correspondencia completa 1908-1911. Carta de
Freud a Ferenczi de 3 de octubre de
1910.
[11] FERENCZI, S. Sigmun
Freud, Sandor Ferenczi, Correspondencia completa 1908-1911. Carta
de Freud a Ferenczi, Viena, 4 de julio de 1909, vol. I.1,
p.351.
[12] Recuerdos, sueños
y pensamientos. Zurich 1962.
[13]
Correspondencia carta de Freud a Ferenczi, Viena, 25 de
febrero de 1910. vol I.1. p.
[14]
FREUD, Historia del movimiento analítico, O.C.
Vol.V, pg. 1922
[15] Correspondencia
completa (1908-1939) Sigmund Freud,
Ernest Jones. Ed. Síntesis. Madrid, 2001.
Carta de Freud de 26 de feb. 1911, p.
143
[16] Grupos
locales.
[17]
Anuario.
[18] Ibid.
Correspondencia completa. Carta de Freud, 15 abril, 1910,
p.101[19] GAY, P. Freud: una vida de
nuestro tiempo. Ed. Paidós. Barcelona, 1990. p.
253.
[20] Historia del movimiento
psicoanalítico. OC. Vol. V, p.
1907.
[21] JONES, W. Carta 30 de
junio de 1912, Jones a F., Londres.
[22]
Ibid. Carta de Freud a J. 1 de agosto de 1912, Karlsbad,
p.197
[23] Ibid. Carta de 22 de
septiembre de Freud a Jones, 1912,
Roma
[24] WITENBERGER, G. Y
Tögel, Ch. Las circulares del "Comité Secreto"
(1913-1920). Ed. Síntesis. Madrid, 2002. p. 9.
[25] Ibid. P.110.
[26]
Naturalmente se refiere al sueño de la
inyección de Irma.
[27] Ibid.
Carta de Freud a Jones de 8 de diciembre de
1912.
[28] Carta de Ferenczi a Freud
25 de octubre de 1912)
[29]
Correspondencia completa (1908-1939) Sigmund Freud, Ernest
Jones. Carta de Jones a Freud, Londres, 2 de abril de
1919.
[30] Correspondencia…
Carta de Freud a Jones, Viena, 6 abril
1922.
[31] Ibid. Carta de Freud a
Jones, Viena 25 de julio de 1922.
[32]
Ibid. Carta de Freud a Jones, Viena, 3 de abril de
1924
[33] Ibid. Carta de Freud a
Jones, Semmering, 25 de septiembre de
1924
[34] Circular de 15 de
diciembre de 1924
[35] WITENBERGER,
G. Y Tögel, p. 19.
[36] Ibid.
P. 19.
[37] LACAN, J.
"Proposición del 9 de octubre de 1967" (1ª
versión); Ornicar? versión española nº
1; Petrel, Barcelona, 1981; p.22
[38]
Ibid. p. 19

 

Sergio Hinojosa

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