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La melancolía: por una libra de carne (página 2)



Partes: 1, 2

 

Pero el Lenguaje,
ya se sabe, no responde. Ante ese silencio al sujeto sólo
le queda inventarse una respuesta: culpabilizar al Otro por su
falta, o culpabilizarse a sí mismo.

Culpabilizar al Otro es la elección del
paranoico. ¿Diremos, como hace Colette Soler, que el
melancólico es aquel que se culpabiliza a sí mismo?
Pero ¿acaso Freud no nos
señaló la universalidad del sentimiento de culpa?.
¿Es entonces universal la melancolía?

————————

A esa conclusión ha llegado la psiquiatría
por ortos derroteros. Llevada por la eficacia
medicamentosa (única posible para un discurso amo
que sólo valora la eficacia) ha terminado por disolver el
cuadro clínico Melancolía, vigente desde los
griegos, en la depresión,
o sea: todos aquellos casos en los que los antidepresivos son
eficaces. Y en muchos casos lo son.

En función de
estos nuevos psicotrópicos, la depresión misma
parece universalizarse: se incluyen en ella las anorexias, las
ludopatías, las neurosis
obsesivas, y (¿por qué no?) ciertas psicosis.

A esta "globalización" de la depresión
contribuye también el hecho de que es hoy el diagnóstico que hace lazo social. Los que
hacemos de psiquiatras en la Seguridad
Social, aconsejamos muchas veces a "nuestros"
psicóticos que presenten sus brotes como "depresiones", el
síntoma que la sociedad, la
cultura, el
amo, aceptan.

———————————

Algunos analistas, guiados por la enseñanza de Freud, han llegado a postular
la existencia de un núcleo melancólico en todo
sujeto humano.

Para Pichon-Rivière la tristeza es el
síntoma nuclear de cualquier patología.

Winnicott, en "La defensa maníaca" (1935),
sostiene que toda relación con la realidad: la
compañía, el amor, la
amistad; todo
lazo social (incluido el erotismo), toda acción,
son defensas maníacas. Defensas contra aquello que Lacan
llamará "el dolor de existir".

Son posiciones que se autorizan en Freud: el principio
de inercia, la pérdida originaria, la pulsión de
muerte, la
tendencia a lo inorgánico, el masoquismo primario…
son todos términos con resonancias
melancólicas.

Dice Lacan en su "Respuesta al informe de Daniel
Lagache": "El sujeto no encuentra más eco que el silencio
de la pulsión de muerte, que es necesario que entre en
juego para
provocar ese fondo de depresión, reconstituido
por la Sra. Melanie Klein con ese genio que la guía al
filo de los fantasmas".

————————-

Cuando llega el momento en que debe saldar su deuda
pagando con su vida, Antonio nos dice:

"…la fortuna se porta mejor que de costumbre,
pues deja al desgraciado con más años que dinero,
para que, con ojos hundidos y arrugas en la frente,
sufra la pobreza en la
vejez;
mientras que a mí me libra de esta angustia
interminable"

La vida es para él "esta angustia interminable".
Es el discurso de un melancólico, pero ¿qué
es un melancólico?

Shakespeare le hace decir a Antonio, el
mercader:

"Soy la oveja enferma del rebaño, la primera en
morir.
El fruto más débil cae antes al suelo;
Así sea conmigo."

¿Llamamos entonces melancólico al "fruto
más débil"? ¿A aquél que opone a la
falta de certeza del neurótico su certeza de ser "la oveja
negra del rebaño", la excrecencia del mundo? ¿Es
ésta una certeza psicótica? O, mejor dicho,
¿existe dentro de las melancolías, dentro de las
diferentes posiciones melancólicas, una psicosis
melancólica?

Y, si es así, ¿se trata de una psicosis al
mismo titulo que las otras? ¿Podemos, como hace Colette
Soler, oponerla a la paranoia? Esta autora caracteriza la
melancolía por su proyección de la culpa sobre
sí mismo, en oposición a la proyección
paranoica de la culpa sobre el Otro. ¿Podemos oponer
así (y, por lo tanto, involucrar en una misma estructura) al
melancólico culpable y al inocente paranoico?

——————————————–

La ubicación nosológica de la
melancolía es un problema de larga data en psicoanálisis. Quizás sea oportuno
recordar que en el proyecto original
de Freud. "Duelo y Melancolía" estaba destinado a ser uno
de los capítulos de su "Introducción al narcisismo", ya que es la
relectura de este último libro la que
nos ha inducido a sugerir un lugar específico para la
psicosis melancólicas dentro de la estructura
psicótica.

Es en "Introducción al Narcisismo" donde Freud
está más cerca de definir un mecanismo
específico para el proceso
psicótico: Ante una incidencia de la vida, una
"frustración" (una "pérdida" podríamos decir
utilizando el vocabulario de "Duelo y Melancolía"), los
sujetos tienden a retirar su libido del mundo exterior v volcarla
sobre los objetos de la fantasía (el objeto perdido, en el
duelo). ¿Pero qué sucede con los sujetos que
llamamos psicóticos?

Freud escribe que la libido retraída del mundo
exterior no encuentra objetos a los que ligarse por
déficit del mundo fantasmático, es decir, del
inconsciente. La libido, imposibilitada de ligarse a objetos
fantasmáticos, recae sobre el Yo.

Esto produciría un engrandecimiento del Yo, una
"megalomanía" dice Freud, y una cancelación del
interés
por el mundo descatectizado. Momento silencioso que suele quedar
oculto por un segundo momento más ruidoso, el del delirio,
que es ya un intento de curación. Y en un sorprendente
salto lógico, es a ese momento "catastrófico",
mudo, no observable, al que Freud considera nuclear,
patognomónico de las psicosis.

Freud encuentra ecos de ese silencio en ciertas
producciones delirantes: delirios de fin del mundo, "hombrecillos
hechos a la ligera" en Schreber. En otros delirios no quedan
rastros, pero esto no hace vacilar a Freud. "Terquedad" por la
que apostamos, nosotros mismos hemos constatado en la
clínica que muchos cuadros psicóticos comienzan con
una catatonía, o con silencio.

Llegados a este punto nos asalta una duda: ¿Y
cuando no hay delirio?, ¿Si no hay "intento de
curación? La primera respuesta que se nos ocurre es que
nos encontramos con una esquizofrenia
simple. ¿Pero no será la psicosis
melancólica otra de las formas que puede adoptar esa
catástrofe del Yo en ausencia de intento de
curación
?

Se podría hacer una primer objeción: hay
melancólicos que deliran. No hemos visto muchos, pero
cuando lo hacen (la Depresión con Síntomas
Psicóticos de la que habla el DSM4) su delirio no es ni de
lejos tan florido como las producciones paranoicas o
esquizofrénicas. Se limita a un sólo y único
tema: delirio de culpabilidad,
delirio de indignidad. Y cuando alzan esta queja hacia el Otro,
no son los casos de peor pronostico. En los casos más
graves sólo hay silencio.

¿Nos autoriza este razonamiento a pensar el
silencio melancólico como momento mudo de la psicosis?
¿Una psicosis en estado puro,
sin intento de curación?

Pensar así, sería otorgar a la
Melancolía un estatuto de placa giratoria en el campo de
la psicosis similar al que Lacan propusiera para la fobia en el
campo de las neurosis. No estamos seguros de
ello
, pero algunos casos hallados en nuestra experiencia
nos permiten sugerir esta posibilidad.

Juan acude desde hace años al Centro de Salud Mental,
está diagnosticado como Depresión Mayor sin
síntomas psicóticos. No tienemucho que decir,
sólo repite una frase como una letanía: "Quiero
tirarme del viaducto" (lugar emblemático del suicidio
madrileño y próximo a su casa). Pero no se
tira.

Le digo que eso ya lo sé, que me diga otra cosa.
Un día dice algo nuevo: sus vecinos conspiran contra
él, quieren que se tire desde el viaducto. Quizás
sólo responde a mi demanda, pero
produce un nuevo significante con el que, por paradójico
que parezca, es posible trabajar.

Huyendo de los vecinos es acogido por su hermana. En el
pueblo encuentra cierta serenidad de ánimo. Sólo
recae cada vez que debe regresar a su piso, a sus vecinos, a la
proximidad del viaducto (a pesar de que el ayuntamiento a erigido
allí una protección para que los suicidas se
busquen la muerte en
otros barrios)

¿No cabe la posibilidad de que su delirio
paranoico sea un intento de curación, un intento de salida
de un estado melancólico de puro narcisismo? Ahora su
deseo de muerte aparece invertido, proyectado sobre otros, pero
él lucha por vivir.

Héctor me visita en la consulta privada.
Permanece silencioso tras una máscara trágica que
le ha valido un diagnóstico de Depresión
Mayor.

Un día sale a dar un paseo. Se descubre
eufórico. Aborda a los transeúntes, conversa con
ellos, les hace regalos o les pide dinero. Corre aullando como un
lobo por las calles. Es lobo, es pájaro, es árbol,
es el dios de la suerte.

Su ingreso en una institución
psiquiátrica, decidido por su familia, y una
"buena" medicación harán de él otra voz un
melancólico. Los psiquiatras que lo atienden cambian su
diagnóstico de Depresión Mayor por el de Psicosis
Maníaco Depresiva. ¿Haremos nosotros lo
mismo?

¿No cabe la posibilidad de que su delirio
maníaco sea una producción secundaria que le permite
abandonar temporalmente su mortífero silencio narcisista y
reemplazarlo por el sonido y la
furia, también narcisistas? ¿Su manera de
re-catectizar el mundo?

————————-

Es una posibilidad que sugerimos según nuestra
lectura de
"Introducción al Narcisismo", libro en el que Freud
incluye la Melancolía en las Psiconeurosis Narcisistas,
junto con la Paranoia, la Esquizofrenia y otras psicosis. Pero en
1924, en "Neurosis y Psicosis", Freud limita el término
"Neurosis Narcisistas" a las afecciones de tipo
melancólico, diferenciándolas así tanto de
las neurosis de transferencia como de las psicosis.
¿Cuál es la singularidad de esta
melancolía, esta neurosis narcisista, que no puede ser
incluida en las neurosis ni en las psicosis
?

Freud no pretendía ser estructuralista, pero si
se pretende hacer una lectura estructural del
psicoanálisis caben dos posibilidades: considerar que el
viejo Freud se equivocaba a este respecto y contar a la
melancolía entre las psicosis, que es lo que hemos hecho
la mayoría de los analistas al usar una nosografía
no propuesta por Freud en la que las neurosis narcisistas pasan a
ser un sub grupo de las
psicosis; o bien coincidir con él y conservar para la
melancolía un lugar tercero, independiente de ambas. Pero,
en éste último caso, ¿cuál es su
mecanismo específico? ¿Cuál es su manera de
tratar lo real? ¿Se trata de producir un significante para
la Melancolía? ¿O es la misma noción de
estructura la que está puesta en
cuestión?

A lo largo de nuestra lectura, sobre todo de autores
contemporáneos; de nuestra clínica; de intercambios
con colegas, hemos sentido que algo insistía en colarse
bajo el término "melancolía". Algo insiste. Y
cuando algo insiste en tantos analistas es señal de que
hay algo a lo que nos enfrenta la clínica y para lo que no
bastan los saberes con que la acometemos. Tenemos la
sensación de que los bordes que hemos expulsado por la
puerta se nos cuelan por la ventana, y que los "casos
límite" no se limitan en la práctica a las
"esquizofrenias latentes que presentan una sintomatología
de apariencia neurótica" ("Diccionario de
Psicoanálisis", de Laplanche y Pontalis). En esta bolsa,
en que todo cabe, se suelen incluir las neurosis narcisistas de
la última nosografía freudiana, cuyo paradigma es
la melancolía.

———————————-

Creemos haber expuesto los diferentes conceptos con los
que hemos topado en nuestra búsqueda bajo el
término común Melancolía:

  • La melancolía como fondo de depresión
    común a todos los sujetos.

  • La melancolía como psicosis; y aún como
    momento mudo, catastrófico, común a toda
    psicosis.
  • La melancolía como psiconeurosis narcisista,
    diferente tanto de la psicosis como de la neurosis (en la
    última nosografía freudiana); a la espera de un
    significante que la incluya en la concepción estructural
    del psicoanálisis.
  • La melancolía como borde que parece escapar a
    toda noción estructural.

¿Debemos entonces renunciar al concepto mismo de
melancolía? ¿O preguntarnos qué es lo que
tienen en común todas estas diferentes melancolías
y que permite que utilicemos un mismo y único significante
para designarlas?.

—————————

"El Mercader de Venecia" se abandona a su suerte. Otros
lo salvan, y Antonio conservará su vida y su fortuna
(aunque de ambas su "humor" melancólico sacará poco
provecho). ¿A qué recurso apela Shakespeare para
salvar al bueno de Antonio? A ningún destino, a
ningún azar. Sólo a la Ley.

Dice Porcia en el papel de jurista:

"El contrato no te da
ni una gota de sangre.
Dice expresamente: "una libra de carne"
Conque llévate lo tuyo, tu libra de carne;
Mas, si al cortarla viertes una gota de
sangre…"

El filo mortal del lenguaje
realiza un corte en el viviente para extraer una libra de carne.
Pero algunos sujetos padecen lo que Freud llamaba en sus primeros
escritos sobre la melancolía "una hemorragia de libido".
Se identifican (en el sentido de identidad
más que de identificación) a esa libra de carne y
se pierden con ella. Quizás el término
melancólico englobe a todos aquellos que, transgrediendo
la ley, intentan acompañar con su sangre, sacrificando su
vida, la libra de carne requerida para ingresar en el universo
humano.

 

Marina Averbach

Luis Teszkiewicz

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