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Más acá del bien y del mal




Enviado por Jorge Majfud


Partes: 1, 2

    Las ortodoxias pecan de vanidad y para lo único
    que sirven es para despreciar al prójimo, no para
    ayudarlo. Tal vez el puritanismo ortodoxo cree que puede cambiar
    este mundo " o salvarse de él" con las manos limpias de un
    cirujano. Pero en esta orgullosa pretensión, día a
    día incurren en contradicciones hasta llegar, en los casos
    más trágicos, a ensuciárselas con sangre. No
    cometen pequeñas contradicciones; sus contradicciones son
    faraónicas. Del puritanismo ortodoxo al
    maniqueísmo, político o religioso, hay medio paso
    hacia atrás. Y un paso más atrás y
    más abajo se leen, grabadas con letras de oro,
    advertencias faraónicas de este tipo: "O están con
    nosotros o están contra nosotros"

    Un estimado lector que leyó una
    de mis novelas y luego
    se enteró que más de una vez entré a un
    McDonald's, no
    sólo para ir al baño sino también para comer
    una hamburguesa o para tomar café,
    le comentó a otra: "Me decepciona. ¿Cómo es
    posible criticar al capitalismo y
    entrar a un McDonald's?"

    Me voy a tomar el tiempo
    necesario para escribir un artículo sobre la
    anécdota " que alguien me la comentó por correo" ,
    no porque esté decidido a realizar una defensa de
    mí mismo, sino porque es un hecho sintomático y de
    una trascendencia implícita.

    Vamos a ver. En primer lugar, el libro aludido
    es una novela, es decir,
    ficción, por lo tanto no sería necesario aclarar
    que allí se expresan muchas cosas, muchas de las cuales
    deben ser contradictorias, como lo son los seres humanos. Por
    otra parte, las ideas de los personajes de una ficción
    pueden ser o no compartidas por el autor. En esa novela de 1994
    el personaje principal advierte, desde una celda y después
    de un análisis afiebrado: "Sobrevendrá la
    lucha, el materialismo
    contra la antigua fe. Entre Oriente y Occidente, el nuevo
    oponente. El ciclo se repite; el materialismo conduce a la
    irracionalidad, y la fe a la razón" Ideas de este tipo
    están muy de moda hoy " sobre
    todo la primer parte" precisamente cuando yo mismo comienzo a
    cuestionar algunas de sus interpretaciones; al tiempo que no dejo
    de reconocer profundas verdades en la paradójica segunda
    conclusión.

    Pero hagamos algunas aclaraciones previas. Yo no
    sólo critico al capitalismo; también critico a las
    McDonald's. Y me critico a mí mismo, lo que en una palabra
    significa "autocrítica". Muchas veces me he sorprendido en
    expresiones hipócritas, en ironías innecesarias
    contra mis seres más queridos. Creo que no será
    necesario confesarme en público, ya que nada de eso sirve
    para redimirme; basta con advertirlo y remediarlo. Es decir, me
    critico y me juzgo muchas veces en falta, y no por eso me voy a
    vivir lejos de  mí.

    Por otro lado, estoy en contra de toda ortodoxia. Lo
    cual también es una forma de decir que no creo en los
    hombres-santos ni en las ideologías perfectas.
    También critico a Estados Unidos y
    es un país que me parece bellísimo, además
    de tener mucho para enseñarnos. ¿O alguien piensa
    que nosotros, los buenos latinoamericanos, no tenemos nada para
    aprender de los norteamericanos? También critico a
    Uruguay, mi
    propio país, y no por eso soy antipatriótico o
    "vendepatria", como se nos enseñaba en nuestras escuelas
    de la dictadura
    militar, cuando debíamos referirnos a todos los que de
    alguna forma habían cometido el delito de
    criticar a su propio país. Cuando deje de cuestionar el
    Orden y la Limpieza me habré convertido en aquello que el
    Poder y el
    Contrapoder quieren: un sumiso repetidor de eslóganes
    publicitarios. Es decir, en una especie de musulmán ateo o
    de capitalista creyente.

    Durante mucho tiempo, mi comunicación con el mundo se basó
    prácticamente en Hotmail, el cual accedí durante
    muchos meses desde la biblioteca
    Artigas-Washington en Uruguay. Nada más norteamericano en
    nuestro país que la Alianza ―por no hablar de
    Hotmail―. Fui socio allí. De pasada, leía la
    prensa
    norteamericana, que en muchos casos es menos servil que nuestra
    prensa oficialista, y me conectaba, sin costo, a Internet, gracias a lo cual
    puede recibir diariamente opiniones a favor y en contra de amigos
    y lectores desconocidos. ¿Contradictorio? Ni siquiera
    llego a tanto. Creo que más bien soy consecuente. Estoy
    contra todo macartismo y toda caza de brujas, contra toda
    inquisición y contra toda demonización de seres
    humanos por el solo hecho de pensar y expresar sus pensamientos.
    Es cierto que hoy en día pensar es peligroso, pero un
    riesgo mayor
    se corre cuando se deja de hacerlo.

    En este mismo diario publiqué artículos
    muy duros, muchos referidos a esa enfermedad de Occidente que
    puede terminar por destruirlo antes que lo hagan los terroristas.
    Esa enfermedad es el olvido de todas las virtudes que
    caracterizaron a Occidente " que si bien nunca fueron muchas, una
    de ellas se llamaba "autocrítica"" y esa otra
    búsqueda, criminal, mentirosa y antioccidental, por una
    especie de ortodoxia puritana.

    Por otro lado, ¿alguien piensa que el capitalismo
    y las McDonalds no
    tienen nada para criticar? Tengo entendido que esa cadena de fast
    food no permite la agremiación de sus trabajadores. Eso me
    parece horrible y anticonstitucional. Pero hay amigos trabajando
    ahí, muchachos que necesitan, en todo caso, de esa
    droga.
    ¿Por cumplir con nuestro deber de cuestionarlo, debemos
    dejar de ir, una vez al mes, a un fast food y exiliarnos en
    alguna isla del Océano Indico, donde no existe el
    Capitalismo?

    Perdón, reconozco que el Capitalismo llegó
    antes que yo a España
    (incluso llegó antes que mi abuelo a Uruguay), pero yo soy
    un ser humano y reclamo mi derecho a vivir donde quiera.
    ¿No es ése uno de las Derechos Humanos
    más básicos y más violados en el mundo
    entero? ¿Tenemos que cerrar los ojos cuando pasemos por
    uno de esos restoranes, como un seguidor fanático de
    Alá? ¿Tenemos que quemar los libros que
    luego de leerlos nos parecen malos, o no leerlos porque alguien
    nos dijo que eran malos? ¿Procederíamos como hizo
    el ayatola Jomeini cuando condenó a Rushdie por unos
    versos que no leyó, logrando, como obra póstuma,
    que hoy muchos analfabetos estén dispuestos a ejecutar la
    "fatwa" o pena de
    muerte, como forma novedosa de demostrar la superioridad de
    un libro sobre otro? También la ortodoxia católica
    es riquísima en contradicciones, y nunca han sido objeto
    de revisiones profundas sino, por el contrario, han sido
    confirmadas, siglo tras siglo, en nombre de la coherencia
    vaticana, como lo fue la protección de los nazis al final
    de la Segunda Guerra y la
    petición de absolución para Pinochet, hace un par
    de años. En principio, eso es coherencia, señor.
    Pero en un contexto más amplio " ya no digamos la realidad
    humana, sino el dogma católico" no es más que una
    miserable contradicción.

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