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Epistemología y conceptos básicos de la Teoría de la praxis en psicología (página 2)



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En general, las teorías
no-dialécticas logran captar facetas de los objetos que
estudian, haciendo abstracciones para establecer principios
comunes o leyes
científicas con pretensiones técnicas.
Las teorías no-dialécticas han sido relativamente
eficaces en el ámbito de las mal llamadas "ciencias
naturales", pero, en cambio, en
referencia a las también mal denominadas "ciencias
sociales"1, dichos enfoques aparecen limitados al
no poder captar
la dimensión histórica de los fenómenos a
que se abocan. Así, por ejemplo, en la psicología se
pretende estudiar al individuo, o
al "desarrollo
psicológico del niño", como si todos los individuos
y todos los niños
fueran comprensibles con base en estereotipos, "normalizaciones"
o generalizaciones de datos encontrados
en un grupo social,
correspondiente a una ubicación espacial y temporal
determinada. Todas las teorías
psicológicas más conocidas a principios del
siglo XXI comparten esa pretensión, lo que las hace
superficiales y limita sus alcances prácticos al no
acoplarse con el movimiento
cultural continuo.

Por eso, la teoría
de la praxis,
en congruencia con
sus nociones internas, también es producto de un
diálogo
respetuoso y crítico con algunos de los autores más
importantes de la psicología: Freud, Pavlov,
Skinner,
Lewin, Hull, Wolpe, Piaget,
Vygotski, Wallon, Fromm, Caruso, Lacan, Séve, Heller,
Bruner, Rogers, Maslow, Ellis,
Ackerman. La teoría de la praxis se pretende como síntesis y
superación de las filosofías y teorías de
los autores mencionados, incorporando los ángulos valiosos
que todos ellos aportaron, pero reprocesando sus conceptos para
darles nuevos significados dentro de una totalidad coherente y
actualizada.

En la concepción epistemológica de la
propia teoría de la praxis,
la intención de todo científico debiera
continuamente basarse en la respuesta que Newton dio
ante sus primeros admiradores que lo calificaron como "un
gigante" de la ciencia;
dijo: Si he visto más lejos es porque estoy
sentado sobre los hombros de
gigantes
2. Todos los
científicos debieran escalar los hombros de sus
antecesores más destacados para "ver un poco más
allá" de lo que aquellos alcanzaron.

Peor que el eclecticismo,
al que tanto teme la mediocridad científica, es el
dogmatismo en que suele caer al
apegarse totalmente a un autor o enfoque teórico
determinado, sin poder ver más allá o desde otros
ángulos. Los científicos debieran estudiar todas
las más importantes teorías y autores,
clásicos y coetáneos, relacionados con sus temas y
objetos de estudio para extraerles la savia con la que construir
nuevas coherencias, como
síntesis que supere -aunque sea un milímetro- los
alcances de sus predecesores (Murueta, 1992).

En ese sentido, a diferencia de la concepción de
Kuhn (1962) acerca de que una revolución
científica
ocurre cuando un nuevo paradigma es
adoptado por la mayoría de los integrantes de "la comunidad
científica" -lo que es una modalidad de convencionalismo
epistemológico-, la idea que tenemos desde el punto de
vista de la praxis es que una
revolución científica
ocurre en la medida en que se logra una nueva manera
de comprender los hechos, las experiencias o fenómenos que
puede absorber y superar las aportaciones de otros
científicos, aún cuando esta nueva organización teórica no sea conocida
o adoptada todavía por la mayoría de quienes se
dedican a estudiar en ese momento los fenómenos o
experiencias que la nueva teoría pretende
explicar
. Así, la
teoría de la praxis implica
una revolución
científico-filosófica centrada en una nueva forma
de comprender y explicar las experiencias estudiadas por los
psicólogos. La idea es que esta teoría puede
tener implicaciones prácticas, técnicas y sociales
importantes, así como profundizarse y abarcar cada vez
más aspectos de la vida humana, de tal manera que sus
conceptos, en su evolución, tendrán una
gradual aceptación por las comunidades científicas
en la medida en que vaya mostrando sus potencialidades
explicativas y sus alcances prácticos. Aun ahora,
principios del siglo XXI en México, la
Teoría de la praxis ha provocado interés
entre un número significativo de psicólogos,
algunos filósofos, muchos pedagogos y algunos
antropólogos, así como entre diversos sectores
sociales que han tenido algún contacto con sus conceptos,
sus investigaciones y
sus técnicas.

La psicología nació dualista en el
Tratado sobre el alma
(etimología de "psicología") de Aristóteles, a pesar de los esfuerzos
monistas del autor, señalando al "alma" como
potencia que se
realiza mediante los actos humanos. Aristóteles no quiere
separar alma y cuerpo pero se ve atrapado en el lenguaje
griego que ya los había concebido como dos esencias
distintas (Aristóteles, 1980). Desde esa tradición
platónico-aristotélica es que en el siglo XVII
Descartes
llega a establecer la existencia de dos sustancias
interconectadas por la divinidad (de origen judío), la
res extensa y la res
cogitans
, sustancia extensa y sustancia pensante;
la materia por un
lado el pensamiento
por otro. No obstante los intentos monistas de Spinoza, Locke y
Hume, principalmente, la separación entre sujeto y objeto
del conocimiento
prevalece como implicación de la tradición dualista
greco-cartesiana, y llega a su máxima expresión en
Kant, cuya
filosofía es la que subyace a la mayor
parte del pensamiento científico tres siglos
después: todavía hay quienes conciben al mundo como
algo objetivo e
independiente de la interpretación humana, por lo que conciben
la verdad como correspondencia entre una "proposición
teórica" y el objeto al que dicha proposición se
refiere, tal como lo han discutido hasta el hartazgo los
epistemólogos "analíticos" del "Círculo de
Viena" y sus herederos durante el siglo XX y lo que va del XXI
(Carnap, Ayer, Quine, Moulines, etc). Hoy día, no se ha
asimilado aún la explicación hegeliana acerca de
que el concepto conforma
al objeto que estudia y corresponde a un determinado tipo de
experiencia humana (Murueta, 2006), por lo cual la verdad
sólo puede establecerse desde la cima de la
experiencia histórica que absorbe todos los ángulos
con los que un fenómeno puede ser interpretado en cada
etapa. No se trata de un enfoque subjetivista o de un "idealismo
objetivo" -como se ha pretendido catalogar a la filosofía
de Hegel– sino de la
captación de todo objeto dentro de un contexto, es decir,
dentro de una historia o, más bien
dicho, en el proceso de la
historia que reúne la diversidad de la experiencia humana
con el mundo -y consigo misma como integrante-constituyente de
ese mundo. Una experiencia específica se despliega en la
medida en que se vincula con otras experiencias. La
apariencia resulta de una
captación parcial de un objeto que ha sido o puede ser
captado de manera integral considerando todas sus otras
apariciones históricamente
experimentadas. La verdad se
constituye como la expresión sintética del
cúmulo de experiencias históricas, que no deja
ninguna experiencia posible fuera de esa expresión; ya sea
respecto a un tema u objeto particular o con respecto al todo.
Así, la verdad es progresiva y abierta, se incluye a
sí misma cada vez de manera nueva, puesto que ella misma
es una experiencia epistémica que abre un nuevo discurso al
terminar cada frase; abre múltiples interrogantes con cada
respuesta.

El caso es que las teorías psicológicas
conocidas y que corresponden a los autores clásicos de
esta ciencia se
ubican dentro de la pretensión objetivista de establecer
la "verdad" de los hechos independientes del "contexto
histórico de descubrimiento". Aún la fenomenología y la hermenéutica, que se han vinculado a la
teoría freudiana y tuvieron una expresión muy
connotada en los autores de la Escuela de
Frankfurt
(Horney, Adorno, Fromm,
Habermas), han pretendido "interpretar" el sentido de -como dice
Heidegger
(1927/1983)- "las cosas mismas" (el
noúmeno de Kant), a las
cuales hasta Kosik (1967), en su
Dialéctica de lo concreto,
supuso que era posible tener acceso mediante "un rodeo"
epistemológico que él concebía como
dialéctico, sin considerar que la "cosa misma" no es algo
más que la integración de todas sus apariencias
sucesivas y por lo tanto siempre abierta, siempre cambiante. El
otro extremo ha sido el relativismo "construccionista" (Berger y
Luckman, 1989) que concibe que cada quien genera de manera
cuasi-caprichosa la realidad y hay tantas realidades como
personas o grupos que
comparten ciertas construcciones epistémicas.

Dentro de la tradición dogmática de los
objetivistas o el relativismo propio de los subjetivistas se han
generado una gran diversidad de "objetos de estudio" de la
psicología: la mente, la psique, el inconsciente, la
conducta, el
comportamiento, el individuo, la vida cotidiana,
la subjetividad, la actividad, etc. En términos generales,
tanto los objetivistas como los subjetivistas ven como poco
relevante el re-análisis de las teorías de los
autores que tienen un punto de vista distinto; unos y otros se
aíslan, crean sectas y rencores que afectan incluso la
posible cohesión de los gremios profesionales
respectivos.

En cambio la teoría de la
praxis
tiene una esencia dialógica y
"pepenadora"3, se interesa por todos los puntos de
vista sobre los temas y fenómenos que estudia, está
dispuesta y abierta a escuchar, discutir y encontrar ideas o
atisbos valiosos que, por definición, ha de poder
ensamblar coherentemente con su corpus teórico o, en su
caso, hacer las modificaciones a éste que sean necesarias
para integrar dichos elementos relevantes generados por otros
autores, investigadores y profesionales. La
teoría de la praxis se niega
a constituir un nuevo dogma, al concebir que la
aprehensión de lo verdadero supone integrar todas las
experiencias y enfoques relacionados. No como un eclecticismo,
"pegoteando" de manera incoherente dichas experiencias, sino
generando los conceptos y otras formas de representación
que integren las facetas que han sido percibidas de manera
aislada y aparentemente incompatible.

En efecto, la teoría de la
praxis
surge también con base en
investigaciones y experiencias sobre diversos aspectos de
la
comunicación, la persuasión, la
organización, la vida cultural, la
psicopatología, la psicoterapia,
la
educación y la acción
política,
contextualizados históricamente.

¿Qué es la
"praxis"?

Obviamente, el eje de la Teoría de la praxis es
el concepto mismo de "praxis". A diferencia de sus más
frecuentes interpretaciones,
praxis NO
es equivalente a:

1.    
práctica

2.    
congruencia teórico-práctica

3.    
acción revolucionaria.

Las acciones
mentales (los sueños por ejemplo) también son
praxis (Markovic, 1972), puede haber praxis
incongruente e incluso patológica, así como puede
haber praxis enajenada y contrarrevolucionaria. Mientras que las
acepciones señaladas en los incisos anteriores pretenden
un enfoque valorativo o complementario de la praxis dentro de un
proceso humano más general, la Teoría de la praxis
en psicología tiene como una de sus contribuciones haber
propuesto a la praxis como objeto de estudio de la
psicología, en primera instancia.

Para mostrar por contraste el significado del concepto
de praxis en psicología, recordemos que, siguiendo a
Skinner (1975), los conductistas suelen decir que la
psicología se ocupa de estudiar la conducta (objetiva) de
"los organismos". Suelen estar de acuerdo en la concepción
pavloviana-skinneriana de que la conducta de los seres humanos se
rige bajo los mismos principios que el resto de los animales, salvo
por una mayor complejidad para lograr cadenas
"estímulo-respuesta" más amplias o en
términos de la ecuación conductual de Kantor
(1974), que en lugar de "estímulos" y "respuestas" concibe
relaciones complejas entre "funciones de
estímulo" y "funciones de respuesta" generadas dentro de
una "historia interconductual" e influida por "factores
disposicionales" del momento. Más allá de la
discusión de este complejo modelo
kantoriano, lo importante ahora es si la psicología se
ocuparía de estudiar la conducta de todo tipo de
organismos o sólo se ocupa de lo que se refiere a los
seres humanos y por qué.

Si los psicólogos se ocuparan de la conducta de
todo tipo de organismos podrían tener trabajo
profesional en circos, zoológicos y estanques. Sin embargo
no es así; pretenden trabajar de manera profesional
sólo al servicio de
problemas de
la "conducta humana".
¿Hay alguna o varias diferencias esenciales entre la
"conducta humana" y la "conducta" del resto de especies? La
teoría de la praxis considera
que sí, por lo que la manera de comprender y estudiar a
los seres humanos tendría que ser también
diferente.

Como lo hace notar Marx
(1865/1972; p. 130) en su célebre cita sobre
la diferencia entre la "mejor abeja" y el "peor maestro de
obras", en su actuar la abeja sigue un mismo patrón
similar al de otras abejas de la misma generación y de
generaciones anteriores, en cambio, el maestro de obras, antes de
construir un edificio es capaz de imaginarlo y concebirlo de
manera diferente a lo que se ha hecho hasta el momento. La
característica más importante de la manera de ser
de los humanos, es que pueden imaginar y prever
objetivos o
acontecimientos mediatos y dirigir sus acciones con base en
ello
. Por eso Markovic (1972) define a la praxis
como "acción social dirigida a
fines".
Una pregunta científica
básica de la Teoría de la praxis es:
¿Por qué y cómo eso es
posible?

La respuesta a esa pregunta es clave para la
psicología. Para ello podemos hacer un sencillo
experimento: podemos pedirle a un grupo de personas que imaginen
un color que nunca
hayan visto antes… Después de unos segundos las
personas caen en la cuenta de que les es prácticamente
imposible. A continuación podemos pedir que imaginen un
edificio o un monstruo diferente a los que hayan conocido hasta
el momento. Esto casi todos lo logran sin dificultad.
¿Cuál es la diferencia entre uno y otro caso? El
color no puede crearse fácilmente porque las combinaciones
entre los colores primarios
y básicos están ya muy exploradas y vistas,
mientras que un edificio o un monstruo puede integrar una mayor
variedad de elementos cuya combinatoria tiene un enorme margen de
posibilidades. Lo importante es hacer notar que todo
producto imaginario o tangible es necesariamente resultado de la
combinación intuitiva y/o sistemática de
experiencias previas
(Primera
ley de la
Teoría de la praxis)
. Ninguna
creación se genera sin recurrir a esa combinación,
por lo cual la mayor o menor capacidad creadora dependerá
de: a) el abanico de experiencias diversas de una persona o un
colectivo organizado, y b) del número, variedad y grado de
complejidad de los ejercicios previos (propios y de otros) de
creación (combinación de experiencias) que haya
tenido esa persona o colectivo. El
serendipity o
eureka implican la valoración
inmediata de una combinación realizada de manera no
intencionada. La combinación intencionada y no
intencionada se integran en un sólo proceso.

La capacidad de los humanos para generar fines mediatos
y, por tanto, su capacidad creadora es exclusiva. En ese sentido,
como lo hace notar Nicol (1972) en su revisión del
significado de "praxis" en la Grecia
antigua, praxis equivale a decir "actividad o
acción humana"
, ya sea
acción cerebral o mental al
imaginar, recordar o reflexionar; o acción
motriz o práctica
(caminar, saludar,
escalar, barrer, hablar, etc.); o, como es regularmente,
la integración de ambas en un
solo proceso: la praxis. Así
también la praxis puede ser individual y/o
colectiva
.

Carácter histórico
de la praxis

El abanico de experiencias directas de una persona
sería muy limitado e implicaría incurrir
reiteradamente sobre creaciones elementales o primitivas. Lo que
potencializa y hacer mayor el alcance de los fines y creaciones
que una persona o un colectivo se plantea y/o realiza requiere de
otra característica fundamental del proceder humano:
la capacidad de incorporar a la propia experiencia
las experiencias de otros, obviamente de manera acumulativa; y
esto constituye propiamente la
historia.

Contrariamente a la idea de que los humanos son los
únicos capaces de fabricar herramientas,
las investigaciones de Köhler (citadas por Vygotski, 1988)
muestran que hay chimpancés capaces de elaborar y utilizar
de manera individual algunas herramientas; sin embargo, la
herramienta diseñada es abandonada o eventualmente
reutilizada por el mismo chimpancé, pero no constituye una
herramienta similar para otros ejemplares de la especie; el
día que uno de ellos retome el producto elaborado por
otro, comenzarán una historia análoga a la de los
humanos, la única especie que -a pesar de todo- "aprende
en cabeza ajena".

Así, historia y praxis son dos aspectos de un
mismo proceso. La praxis es la acción actual que -al mismo
tiempo– recoge
la experiencia histórica, genera a cada instante un nuevo
referente histórico dentro de un contexto relativo y
alumbra la perspectiva de lo que puede ser y también de lo
que no podrá ser (el futuro). La educación y la
historia -entonces- sólo son concebibles por el carácter necesariamente semiótico de
la praxis y de todo.

Carácter semiótico
de la praxis

Köhler (citado en Vygotski, 1988) describe
cómo un chimpancé era capaz de utilizar un palo
como medio para atraer una penca de
plátanos que no alcanza con sus manos, siempre y cuando
ambos objetos (el palo y los plátanos) entren
simultáneamente en su campo visual; pues, cuando el
chimpancé observa por separado uno y otro, no se le ocurre
el uso posible del instrumento, lo que Piaget (Piaget e Inhelder,
1978; Piaget, 1979) y el mismo Vygotski (1988) han comprobado que
-en general- un niño logra hacer poco después de
los 11 meses de edad (el uso de medios por
combinación mental vinculado al lenguaje). A
partir de lo cual, la evolución de las capacidades humanas
evoluciona geométricamente mientras que los
chimpancés mantienen de por vida ese límite a sus
capacidades.

De hecho, para que los seres humanos sean capaces de
aprender de la experiencia de otros, y por tanto propiciar la
evolución geométrica mencionada, se requiere de lo
que Piaget y Bruner llaman "función
semiótica", la posibilidad de operar con
representaciones: símbolos, signos y
"actos de significado". Los cuales se van sistematizando y
organizando para operar en varios planos simultáneos (Cf.
Murueta, 2007). En efecto, los seres humanos, desde antes de
nacer, ingresan paulatina y progresivamente a un campo vital que
los constituye y del que no podrán salir jamás, lo
que Heidegger (19271983) llama "significatividad". Para los
humanos todo tiene significado; cada cosa, cada hecho, es al
mismo tiempo significante y significado (Cf. Saussure,
1916/1982). Por ejemplo, una casa es el
significado de la palabra "casa"; pero ese significado, la casa,
es el significante de sus posibles usos y los recuerdos
acumulados que se vinculan a ella: la oportunidad de descansar, o
convivir con la familia,
tanto como la síntesis de la vida que ha dejado historia
en torno a ella y
que -entre otras cosas- suele generar nostalgia.

Una característica fundamental de la
función semiótica en la Teoría de la praxis
es que los significantes y significados se generan y
se mantienen en la medida en que estos son compartidos y
reiterados
(Segunda ley de la
Teoría de la praxis
), por lo cual el
aislamiento y/o la falta de expresión prolongados diluyen
los significados generando la
angustia, a la que Heidegger
(1927/1983; p. 207), en su análisis ontológico, se
refiere como la "absoluta insignificatividad que se denuncia en
el "nada" y "en ninguna parte"". Conforme la vida de una persona
o un colectivo van diluyendo sus significados pueden llegar a
extremos tan graves que conducen a la relativa
compensación de la psicosis,
aferrándose a esquemas para reforzar su estructura
semiótica. Esas personas pueden preferir morir antes de
continuar cayendo dolorosamente en el insondable abismo del
"anonadamiento" progresivo.

De esa manera es posible integrar en una sola
dimensión semiótica lo que la tradición
psicológica ha concebido por separado como emoción,
cognición y acción (o conducta). Toda
emoción implica una acción y un proceso cognitivo.
Toda acción conlleva emociones y
cogniciones. Toda cognición es una acción emotiva.
Así es posible referir de manera integral los hechos
"psicológicos" o "práxicos". La unidad de
análisis de la teoría de la praxis es la unidad
semiótica, es decir, el abanico de significados
contextuales de cada evento ("haz semiótico").

Es importante no confundir el significado
semiótico con el significado semántico, lo que
apenas pudo atisbar Vygotski. Incluso el lenguaje articulado
expresa más significados que aquellos establecidos en los
diccionarios.
Por ejemplo, la frase "Estoy de vuelta en casa" tiene
implicaciones semióticas que rebasarán siempre el
análisis semántico o denotativo. Si a ello
agregamos la enorme gama de significantes no-verbales, así
como su continuidad y movimiento, el proceso semiótico
integral se hace más complejo y su estudio constituye el
principal reto para la
investigación en psicología.

Superación del dualismo
propio del pensamiento dicotómico
occidental

Concebir todo lo existente como semiótico permite
superar el clásico dualismo cartesiano-kantiano que
representan la cumbre del pensamiento típicamente
occidental que todo lo clasifica con criterios rígidos y
muchas veces burdos, por ejemplo:

1.    
Teoría y práctica. Como si la teoría
no fuera un ejercicio práctico para organizar y dirigir
otras experiencias y como si la acción práctica
estuviera desprovista de una manera de "representar" al mundo o
como si ella misma no fuera una esencial estructura
semiótica estructurante. En la Teoría
de la praxis
la acción teórica
tiene un inherente significado práctico, y la
práctica constituye una representación del mundo.
Esto es lo que pretende enfatizar Marx en su Primera Tesis sobre
Feuerbach: el carácter de acción de la
"sensoriedad"; los seres humanos no son simples "receptores" de
estímulos, ver, oir, oler es también hacer algo
práctico, y con más razón lo es pensar,
organizar conceptos e ideas, hablar o escribir.

2.    
Mente-cuerpo. Tan semiótica es cualquier
manifestación del tronco o alguna de las extremidades,
como lo es también la acción cerebral. Hay un solo
proceso semiótico total en donde juega de conjunto lo que
se ha denominado separadamente como cuerpo y mente. Hablar de
procesos
"psicosomáticos" es una aberración porque no hay
nada que no sea "corporomental" o "mentocorporal" (Cfr.
Fernández Christlieb, 2004).

3.    
Individuo-sociedad.
Equívocamente suele hablarse del individuo como opuesto a
la sociedad, cuando -como lo han visto Hegel, Marx y Heidegger,
entre otros autores- el individuo es el "ser
social", es en él donde se realiza la sociedad, en su
cuerpo social, en su lenguaje, su cultura, su
historia, su cotiadinidad. El antónimo de "individual" es "colectivo",
pero ambos son, ya y desde siempre, sociales al ser
necesariamente históricos. La sociedad, como concepto
genérico, significa precisamente eso, que en cada quien
están presentes todos, actuantes, y que cada acto de un
individuo, aún en una situación de aislamiento
tiene siempre una implicación y una significación
colectiva.

En efecto, la Teoría de la praxis pretende el
estudio de los fenómenos psicológicos
(práxicos) y la intervención profesional sobre los
mismos desde esa perspectiva de análisis de la
motivación histórica (y no sólo corporal
o individual, como en otras teorías), en la cual los
procesos de amor y odio
son fundamentales; así como atiende precisamente al
problema de la enajenación, la despersonalización,
el aislamiento afectivo y el ensimismamiento propios del sistema
organizativo capitalista que embona con las epistemologías
dicotómicas, encontrando la posibilidad de revertir esas
patologías mediante estrategias
profesionales y políticas
para que en cada pareja, en cada familia, en cada
grupo, en cada centro de trabajo, en cada comunidad y en el mundo
entero, gradualmente los seres humanos puedan integrar sus
identidades colectivas en una cada vez más poderosa
realización personal
(Murueta, 1996, 1997, 2009, 2007).

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1 Las llamadas "ciencias naturales" tienen desde
siempre un origen social y sus objetos de estudio son concebidos
"socialmente" y están siempre dentro del contexto social.
Las llamadas "ciencias sociales" tienen como objeto de estudio
diversos aspectos de la "sociedad", la cual forma parte de la
totalidad "natural", es decir, de "la naturaleza".
Lo "social" es "natural" y lo "natural" es social". Una
perspectiva integral es importante para superar las
clásicas visiones dicotómicas o sectorizadas
propias del pensamiento occidental desde los planteamientos de
Platón
y Aristóteles que son la base de muchos de los sesgos
epistemológicos contemporáneos y sus implicaciones
en la estructuración de la vida humana actual.

2Isaac Newton en una carta remitida el
15 de febrero de 1676 (el 5 de febrero de 1675 en el calendario
juliano de la época) a Robert Hooke, dice: "If I have seen
further, it is by standing upon the shoulders of
giants".

3 En México se conoce como "pepenadores" a
las personas que buscan lo valioso entre la basura, lo
clasifican, lo limpian y lo canalizan para su reuso.

 

 

 

 

Autor:

Marco Eduardo Murueta

servidor.unam.mx  

UNAM Iztacala; presidente de la
Asociación Mexicana de Alternativas en
Psicología

(AMAPSI)

URL: www.amapsi.org

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