La vasta literatura
ensayística de los últimos años ha dejado en
claro una de las obsesiones principales de la identidad
latinoamericana: explicar por qué América
Latina es un continente fracasado. Como sugerí en un
escrito anterior, antes del cómo deberíamos
practicar el marginado y subversivo por qué, ya que
si el primero hace y deshace, el segundo es capaz de ver y
prever. En este caso, el por qué representa la
clave reconocida y se asume preexistente a cualquier
cómo liberador. ¿Cómo América
Latina puede salir del laberinto de frustraciones en el que se
encuentra? A su vez, este desafiante «¿por
qué América Latina ha fracasado?» parte de un
punto fijo " el fracaso" que se identifica con una observación presuntamente
objetiva.
Las respuestas a este interrogante difieren en parte o
en todo, dependiendo casi siempre del mirador ideológico
desde el cual se realiza la observación. Por lo general,
tesis como las
sostenidas en Las venas abiertas de América Latina
(1970), de Eduardo Galeano, explican este fracaso
fundamentalmente como consecuencia de un factor exterior "
europeo o norteamericano" según el cual América
Latina no ha podido ser porque no la han dejado. Una tesis
opuesta, más reciente y probablemente promovida más
desde el Norte que desde el Sur, predica que América
Latina ha fracasado porque, en síntesis,
es idiota o sufre de retardo mental. Esta tesis extremista
podemos encontrarla en libros como
Manual del perfecto idiota latinoamericano (1996), muy
recomendada por el expresidente argentino Carlos S. Menem. Del mismo
autor, de Alberto Montaner, es un libro
más serio, más respetable y " vaya casualidad"
más respetuoso llamado Las raíces torcidas de
América Latina (2001). El título, claro,
responde a otra obsesiva necesidad de atacar la perspectiva del
ensayista uruguayo. Hasta el momento, tenemos tesis y antítesis, mas no síntesis. En esta
oportunidad, el escritor cubano escribe con más altura y,
aunque discrepemos con algunas hipótesis sostenidas en el libro, aunque
encontremos páginas innecesarias o fallos
metodológicos, podemos perfectamente reconocer algunas
hipótesis, argumentos y pistas muy interesantes. En fin,
una antítesis digna, a la altura de la "tesis
original".
Resumiendo, podemos decir que la idea de "fracaso" es un
axioma incuestionado, aplicable a una infinidad de análisis sobre nuestro continente. Cada uno
ve, desde su propia atalaya y siempre de forma apasionada,
diferentes caminos que conducen a una misma realidad. Muchos,
lamentablemente, comprometidos moral,
económica o estratégicamente con partidos
políticos o con comunidades
ideológicas.
Existen innumerables razones para ver un rotundo fracaso
en nuestro continente: crisis
económicas, emigración masiva de su población, corrupción de sus dirigentes y actitud
mendicante de sus seguidores, ilegalidad, violencia
cívica y militar hasta límites
surreales, etc. Un menú difícilmente
envidiable.
Pese a todo ello, debemos cuestionar también
qué significa eso que todos aceptamos como punto de
partida y como punto de llegada para cualquier análisis,
como si se tratase del centro religioso de distintas
teologías. ¿"Fracaso", desde qué punto de
vista? ¿Se entiende "fracaso" en oposición a
"éxito"?
Bien, ¿y cuál es la idea de "éxito" de una
sociedad, de
nuestra sociedad? ¿Es una idea absoluta o lo es,
precisamente, porque no la cuestionamos? ¿Fracasamos por
no llegar o por querer llegar y no poder hacerlo?
¿Llegar a dónde? La necesidad de "llegar", de "ser"
¿es una necesidad "natural" o autoimpuesta por una
cultura
colonizada, por una mentalidad dependiente?
Entiendo que la respuesta a estas preguntas está
fuertemente condicionada por tres ataduras: (1) lo que hoy
entendemos por "éxito" está definido por una
mentalidad y una perspectiva originalmente europea y, en nuestro
tiempo, por el
modelo
norteamericano; (2) la idea de éxito es fundamentalmente
económica y (3) la "conciencia de
fracaso" no sólo es la percepción
de una realidad adversa sino su causa también.
Cuando hablamos de éxito nos referimos,
básicamente, a cierto tipo de éxito: el
éxito económico, al status social que toda
sociedad impone sobre sus individuos. Por lo general, cuando
hablamos de una mujer exitosa nos
referimos a una profesional que desde "abajo" " nótese la
carga ideológica que lleva cada palabra" ha alcanzado
fama, poder y dinero o ha
tomado el lugar del despreciable sexo
masculino, sin importar cuánta frustración personal le pudo
haber costado dicho "éxito" " concepción heredada
de la sociedad masculina" , al tiempo que dejamos afuera de este
grupo a
aquellas otras anticuadas mujeres que bien pueden ser tanto o
más felices con sus hijos y sus actividades
"tradicionales" " o que lo fueron, antes de ser marginadas por la
nueva idea del éxito, antes que tuviesen que sufrir el
castigo de etiquetas como "fracasadas" o "sometidas". " Nada de
esto significa, obviamente, una crítica
al mejor feminismo, al
verdadero liberador de la mujer, sino a
ciertas ideologías que la oprimen en su propio nombre"
Cuando hablamos de un poeta exitoso automáticamente
pensamos en su fama literaria, sin incluir en este grupo a aquel
poeta que ha alcanzado la felicidad con sus propios versos y sus
escasos lectores. Debería estar de más decir que
algo puede ser exitoso o fracasado según el punto de vista
que se lo mire. Desde el punto de vista del sujeto,
dependerá de sus necesidades, expectativas y logros. Pero
estos factores, de los cuales depende la idea de "éxito",
también son, en una gran medida, relativos a la mentalidad
que los concibe y los juzga " a excepción, claro, del
hambre, de la miseria y de la violencia física.
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