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Herederos de Superman y de la Verdera Fe (página 2)




Enviado por Jorge Majfud



Partes: 1, 2

Es decir, somos sociedades
abiertas, tolerantes. Pero podemos tolerar cualquier cosa menos
una verdadera diferencia. Podemos cuestionar cualquier cosa menos
a nosotros mismos. Podemos dudar cartesianamente de todos
los valores,
menos de los Nuestros. Podemos dudar de cualquier cosa menos de
nuestra propia Tolerancia.
Podemos cambiar cualquier sistema de
gobierno,
cualquier forma de vida, imponiendo nuestras propias formas, pero
no toleramos que otros intenten hacer lo mismo con nosotros "
porque nosotros somos tolerantes y ellos no" . Si Nosotros lo
hacemos, es para salvar a la humanidad; si ellos lo hacen, es
para destruirla, y por lo tanto deben ser destruidos primero. Es
decir, no hay posibilidades de diálogo ya
que estamos en presencia de "culturas que desean destruir el
mundo" " comenzando por destruirnos a Nosotros, que siempre
hicimos el Bien" , culturas que representan el Mal en la tierra, que
están al servicio del
Ángel de las tinieblas, que no visten pulcra y
civilizadamente, como nosotros, sino con descoloridos harapos que
bien no pueden hacer al espíritu ni a la
moral.

Roma administra la Verdad, y quien ose cuestionar el
sistema del Imperio, la Pax romana, debe ser crucificado. Mucho
más si el subversivo lo hace desde el margen, desde una
provincia de Medio Oriente como lo hizo Cristo.

Ahora reconozcamos otra parte importante del "progreso"
de nuestra orgullosa civilización. La caricatura de
"nuestro idioma es mejor porque se entiende" se
materializó hace más de medio siglo en las
historietas de los superhéroes. Veamos que nunca antes en
la historia moderna
el escenario se ha reproducido tan perfectamente a imagen y
semejanza de las antiguas tiras cómicas de los
héroes infantiles: Superman luchando por "la verdad y la
justicia"
contra el villano que se esconde en una caverna, amenazando a la
humanidad indefensa con comunicados televisados, buscando
apoderarse del mundo para imponer el Mal. Pero para evitarlo
están los héroes luminosos, los Superamigos,
dispuestos a sacrificarse para salvar a la humanidad. Su lucha
aérea es por la libertad,
contra el inescrupuloso que impondrá su tiranía al
mundo " o que lo destruirá, si no se cumplen con sus
peticiones, ya que posee temibles Armas de
Destrucción apuntando hacia el centro del Bien" . Hay por
lo menos dos posibilidades: (1) en los "comics" estaba escrita ya
la Verdad, en esos dibujitos estaba resumida la Moral, como
antes pudo estarlo en otros antiguos Libros
Sagrados, o (2) hay algo de la actual lectura del
mundo que no es seria y, a juzgar por las víctimas, es
también trágica, simplista y perversa.

En este producto de la
mentalidad simplista de las historietas, nunca se alcanza a
advertir que quizás Superman y los Superamigos sólo
están defendiendo un dominio
preexistente a la amenaza; que quizás Superman es otra
extensión necesaria de las Fuerzas Ocultas que no procuran
dominar al mundo porque ya lo han dominado " de la forma
más efectiva: en nombre de la "justicia y la
libertad".

Sin villanos no serían necesarios los
Superhombres; pero sin Superhombres tampoco tendrían
sentido los villanos, ya que si no existiese una estructura de
dominación no habría forma de dominar, si la
humanidad no delegara cada día, cada hora, su poder a un
centro no habría centro a conquistar. ¿Cómo
haría el Bien o el Mal de turno para dominar una humanidad
pacíficamente anárquica? ¿Qué sentido
tendría conquistar un gobierno que no existe? Un toro se
puede dominar por las guampas, o por la nariz, pero cómo
atrapar un cardumen con un solo anzuelo?

Aún yo, que de entre todas las culturas
existentes en el mundo elijo mi propia cultura, por
algo que en ella reconozco como paradigmático " la
tolerancia a la diversidad" , reconozco que también
nuestra "cultura tolerante" está construida en base una
antigua estructura mental que todavía considera que
"nuestro propio idioma es mejor porque se entiende". Y aún
con esa falta, según mi juicio, no condeno mi propia
cultura, no la desprecio ni la ensucio más de lo que ya
está, pero tampoco puedo hacerlo con todas las otras
culturas que no siento como propias " sin considerar el Factor
Humano que es siempre trascendente a todas y cada una de ellas, a
todas y cada una de las famosas "diferencias
culturales".

No me refiero a los fanáticos y radicales que
gritan en estos tiempos que "la cultura occidental es superior a
cualquier otra" e, incluso, como Oriana Fallaci, que es la
única cultura, la verdadera cultura, la
única que ha aportado al progreso de a humanidad (dejando
de lado, claro, genocidios e inquisiciones, campos de
concentración, salas de tortura, desapariciones, infiernos
atómicos y otras demostraciones del progreso humano). No
me refiero ni siquiera a ese tipo de puristas extremistas, que no
sólo creen en la superioridad de su propia gramática, sino también asumen la
pureza de una raza, de una moral, de una religión y, por si no
fuese suficiente, de una cultura. Resulta escolar tener que
recordar que así como los idiomas, las razas, las religiones,
tampoco existe una cultura que no sea el resultado de una
inconmensurable mixtura, que todas las religiones son mestizas, que
todas las lenguas son
sectas, que todas las razas son síntesis,
que todas las morales son sincréticas. No me refiero a esa
mayoría de gente que se sorprende de que la virgen de
Guadalupe en México sea
negra. No me refiero a ese otro conjunto aún mayor al que
le llama la atención que haya iglesias con un Cristo
negro en la cruz, cuando más sorprendente es salirse de lo
obvio: Cristo no era rubio ni tenía los ojos azules, tal
como lo pinta la tradición del centro occidental, y es
difícil imaginar un tipo caucásico o escandinavo
entre los judíos
que habitaban Medio Oriente hace dos mil años. No me
refiero a esa gente que " de buena o de mala fe" ha hecho de su
propio mito el centro
de la Verdad universal.

No, no me refiero a ninguna de esas perversas o
inocentes caricaturas de lo que fue la cultura occidental hasta
ayer y que, pese a todas la libertades ganadas nunca dejó
de albergar dentro de sí misma a la intolerancia, lingüística, racial, religiosa, moral
y política.
Me refiero, sin embargo, a algo más sutil, imperceptible
y, por eso mismo, poderoso.

Lo he adelantado más arriba. En Occidente casi
todos estamos de acuerdo que la mejor forma de gobierno es la
democracia y
la mayor virtud de un individuo y de
una sociedad es la
libertad. Y por lo tanto, queremos democracia y libertad para
todos los demás pueblos del mundo. Pero demostramos que
continuamos atrapados dentro de nuestro propio centro
legitimador, ignorando o despreciando los centros ajenos cuando
decidimos imponer la Democracia y la Libertad en otras partes del
mundo, sin advertir que cuando pretendemos imponer la libertad
en alguna parte del mundo la estamos violando.
Porque el
problema no está en la libertad sino en la
imposición. ¿Quién dijo que todos los
países del mundo deben estructurarse según ese
modelo de
sociedad que llamamos "democracia"? ¿Quién dijo que
no puede haber países en el mundo basados en una teocracia, sea
del signo religioso que sea? ¿Por qué no somos
capaces de convivir en un mundo realmente diverso, tan diverso y
libre que reconozca incluso el derecho de una región del
mundo a no organizarse según las normas consumadas
de la democracia occidental? Si no somos capaces de comprender
esto, nosotros, quienes pertenecemos a una cultura "tolerante",
cómo podemos esperar que lo comprendan los otros, los
"intolerantes"? Cuando imponemos la Libertad y la Democracia a
fuerza de
sangre,
¿no estamos recurriendo a la peor de las intolerancias? Es
decir, no estamos, acaso, negando siglos de conquistas, que
según nosotros nos han enseñado a ser libres y
"abiertos"? ¿No nos estamos olvidando de nuestras
supuestas virtudes para asimilar los supuestos "del enemigo"?
¿Cuándo los otros, los diferentes, hayan sido
derrotados en el campo de batalla, en los salones
diplomáticos, en los despachos financieros,
¿habremos salvado un simulacro de "libertad", de
"democracia", de "tolerancia", de "diversidad" ajena, al tiempo que
habremos perdido todo eso en nosotros mismos? Llegado ese
momento, la victoria de las armas no habrán significado
una profunda derrota de todo aquellos Valores que
pretendíamos defender?

Si bien los Derechos Humanos
pueden ser considerados innegociables, aquello que entendemos por
"sistema democrático" no es un requisito ético. Y
cuando un país, un pueblo, una cultura no reconocen al
otro y se arroga el derecho de intervenir en sus asuntos internos
porque su sistema no es "democrático" " es decir, cuando
no reconoce el derecho de ser diferente" está actuando con
la misma intolerancia que ahora encuentra en los demás o
en su propio pasado. Los inquisidores europeos eran intolerantes,
como los fundamentalistas musulmanes,
sí, pero también lo son los llamados "países
democráticos" cuando pasan por encima de otros pueblos o
les imponen su propia forma de vivir y de pensar, por la fuerza
de las armas o por la fuerza del hambre, en nombre de la
Democracia, al Diversidad y la Libertad, en nombre de los Valores
y en nombre de Dios, en nombre de la Justicia y la Libertad. " y
todo esto sin entrar a considerar la sinceridad de todas estas
atribuciones; debería estar de más
decirlo.

 

 

 

 

Autor:

Jorge Majfud

The University of Georgia

Setiembre 2004

Partes: 1, 2
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