Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La información, aprisionada por el poder y el espectáculo (página 2)



Partes: 1, 2

Sin embargo, la trasformación de mayor impacto en
el mundo lo constituye ahora la televisión, y en última
aparición se encuentra la Internet. Las
características de estos dos últimos medios, hoy
quizás con el más alto consumo,
producen un efecto saturante debido al crecido número de
sentidos que afecta, y a las ideas seudoreales generadas en el
tiempo y el
espacio (Moreno, 1998).

EL PODER TIENE LA
PALABRA

Los actos de gobierno y las
decisiones trascendentales en esta materia
sólo se conocen si el proceso de
comunicación aplicado en sus contenidos es
oportuno, claro y conciso. El análisis acerca de la calidad
de los medios masivos de comunicación se reduce si
no se considera el efecto en la audiencia, porque
ésa es su razón de ser; y esta última
alimenta a la opinión
pública, de lo cual se infiere que, para llegar
a un mayor número de personas, un gobierno
recurre a los medios. La secuencia, entonces, se mantiene
así: gobierno, medios, audiencia y
opinión pública.

Pero, la condición del poder y de quienes lo
ejercen se sostiene en una base, la opinión
pública. Si ésta tambalea, aquello que sostiene
también se sacude a un ritmo similar. Una analogía
física
permite considerar este fenómeno, y el papel de la
comunicación masiva es trascendente y definitivo en
este proceso continuo, que en últimas es un control del
Estado sobre
la opinión pública. El instrumento
más recurrente, por supuesto, es el lenguaje en
todas sus manifestaciones; y el canal, es claro, son los mismos
medios. Tal circunstancia ha sido evidente desde que el ser
humano maneja un lenguaje y
vive en comunidad.
Nada temerario, por tanto, es afirmar que dicha situación
se ha experimentado siempre. "La historia del lenguaje no
puede divorciarse de las cuestiones de poder" (Salas,
2005).

Reflexionar acerca de la calidad informativa en los
medios obliga también a abarcar la panorámica
del plano noticioso a los ambientes del
entretenimiento, porque los límites
establecidos en esta época con dificultad permiten
identificar cada una de estas funciones
mediáticas. Varias han sido las consideraciones de muchos
estudiosos en este campo. Algunos convergen en admitir los
efectos continuados de la información, la cual tiende a definirse en
un esquema repetido en su esencia, aunque variado en
temas frívolos. Si el modelo
televisivo sigue así, el abanico para seleccionar datos se cierra
cada vez más y, con ello, también se achica la
autonomía para decidir qué debe tomarse de
los medios masivos.

Cuando esa tarea de escoger está limitada,
también el criterio ante los hechos se estrecha, y las
opiniones se inclinan hacia una línea doctrinaria
impartida por los medios. Eso implica que la libertad de
las audiencias se restringe en cada emisión, y se obliga a
los receptores, como otro efecto más, a generar una
sumisión constante ante el mentiroso altar que edifica,
sobre todo, la televisión. Este medio, "en vez de formar
ciudadanos, forma consumidores, y en vez de formar personas
libres, forma teledependientes" (Iriarte, 1999, p.
166).

Ahora, las opiniones generalizadas y los comentarios
frecuentes entre ciudadanos apuntan a adoptar
posiciones compartidas. De esa manera, se construyen, desde
los medios, bloques de percepciones más o menos
genéricas. La imparcialidad en los registros
informativos debería defenderse por sí sola
considerando que la mayor parte de los medios de
comunicación en Colombia
pertenecen al sector privado. Y como éstos mantienen los
mayores índices de sintonía, también la
cobertura de sus contenidos se extiende al número
más alto de receptores en un país. Sin embargo, las
decisiones adoptadas por un gobierno en materias política y
económica emanan en muchos casos de consultas a los
sectores privados.

éstos, por estar agremiados, funcionan con una
gran carga de presión,
pues ejercen un control directo sobre una cantidad
amplia de empresas, entre
las que se cuentan los medios. Por tanto, aunque la
participación de los sectores privados debería
implicar un ejercicio distanciado de las medidas públicas,
existen una injerencia y hasta una correlación de
éstos en las acciones
gubernamentales.

Con esta base, a manera de referente, se facilita
entender por qué las emisiones noticiosas responden a
determinados intereses, sobre todo si allí se
sitúan los espacios para la publicidad,
directa o camuflada, a favor de las empresas que éstos
dirigen. Así mismo, los lineamientos y la llamada
visión empresarial se refuerzan con las directrices de los
contenidos de la
televisión, la radio y la
prensa.

Los acuerdos entre empresas alejadas en apariencia de la
industria de
las comunicaciones
y los medios masivos se dirigen a defender los pactos entre estos
dos actores. Tales convenios buscan, como se deduce del sentido
común, beneficios para ambas partes, y se toma como
instrumento y, a la vez, como origen de tales beneficios a la
misma audiencia, que en situaciones como éstas
pasaría a designarse mercado,
consumidores, compradores. Estos términos, por supuesto,
encajan más en el campo de las finanzas o de
la mercadotecnia,
y no en áreas de la comunicación, donde se da por
sentado que ésta se formula como un servicio a la
sociedad y no
en un servirse de la sociedad.

Los discursos en
los medios corresponden más a la interpretación del lingüista
holandés Teun Van Dijk, quien analiza las
irregularidades, emanadas casi todas de exposiciones reiteradas,
y con un disfraz que cubre un mismo mensaje. "Debido a la
complejidad de muchos argumentos,en el contexto de la
comunicación diaria no siempre resulta posible detectar
esa incorrección, de manera que las demostraciones
encaminadas a justificar una aseveración y que por lo
tanto se emplean persuasivamente en un contexto
activo, representan un instrumental frecuentemente empleado para
la manipulación de conocimientos y opiniones de los
hablantes" (Van Dijk, 1987: 163).

Ese poder, el poder político, trabaja sin cesar
en esta línea, para conservar el control de la sociedad
toda y dirigirla hacia una condición que permita
examinarla constantemente. Las reacciones sociales, así,
se pacifican o se distraen, según las situaciones, y
continúa el control del gobierno mismo o de los sectores
privados involucrados en ese acuerdo. No es sólo que la
audiencia se informe con y por
los mismos medios, sino que siempre se informe de esta manera,
que no desista de esta recurrente acción.
Por eso, no debe extrañar que quienes toman
información de fuentes
distintas (por ejemplo, libros
especializados) aprecien los fenómenos noticiosos de
acuerdo con un referente conceptual o doctrinario muy particular.
También, quienes a pesar de obviar otros orígenes
informativos (como esos mismos libros), pero al menos se
abstienen de acudir a los medios masivos, también forman
un criterio bastante diferente a la posición
generalizada.

Las características de los medios masivos, ya se
dijo, exigen también una actitud
distinta para acceder a éstos. Pero esa distinción
no debe asociarse con la exclusividad, sino con la
reducción de la capacidad sensorial de los
receptores al afrontarlos. Esa actitud pasiva facilita que las
intenciones del poder causen el efecto calculado, y
esto se logra con la constante representación de recursos
técnicos cautivantes, imagen y sonido. La
prontitud con que se emite un hecho garantiza la
disposición de la audiencia para recibirlo en el futuro
próximo en cualquier momento. "El control de la
difusión de noticias por
los medios de comunicación es un ejercicio del poder
diario de éstos, que en la actualidad han conseguido la
inmediatez de su exposición
pública a través de la radio y el
impacto de la imagen en movimiento con
la televisión" (Estupiñán, 2000,
64).

El maestro español
del periodismo
José Luis Martínez Albertos escribió acerca
del derecho que asiste a la audiencia para elegir la
cantidad y la calidad de la información que le
ofrecen.

En esa secuencia sigue el interés o
el trasfondo político, para cuestionar hasta dónde
interesa a los activistas gubernamentales que ese derecho se
defienda con plenitud. De no existir tales garantías,
hasta dónde resultaría conveniente para un gobierno
procurar éstas a la mayor parte de los ciudadanos, sobre
todo cuando los canales de una oposición real
política permanecen atentos para actuar en la primera
oportunidad. "Estos mensajes sobre la forma de los mensajes
periodísticos tienen una indudable repercusión de
carácter político, es decir, desde
la perspectiva concreta de cómo es garantizado el
derecho de los ciudadanos a recibir libremente una
información veraz" (Martínez Albertos. 1989,
26).

Pero, el trabajo
doctrinario se extiende más, y sobrepasa los
cálculos de los programas de
gobierno y de los resultados potenciales que correspondan a unas
estrategias
determinadas de cada rama del poder. El riesgo con estos
modelos abarca
todas las posibilidades de modificar una conducta
colectiva. La insistencia para multiplicar paradigmas
cambia al mismo tiempo las tradiciones que forman una cultura, y las
bases de formación social impartidas durante muchos
años se lesionan con un reiterado flujo de
información acomodada, que rige de acuerdo con las
conveniencias de los partidos mayoritarios que conformen el ente
estatal.

También los valores y
los sentimientos en cada receptor se alteran y empiezan a
ajustarse a este fenómeno comunicativo, que
no ha sido calculado del todo en sus efectos posteriores. Dicha
situación actúa como un sedante para calmar o
controlar una inquietud social y termina por generar reacciones
secundarias cuyas consecuencias muy pocas personas
han previsto. El ser humano responde a su naturaleza,
pero cuenta con la alternativa de encauzar sus actos cuando se le
prepara para ello. Sin embargo, los medios persisten en atender a
conveniencias propias, descuidando los resultados próximos
de sus ambiciones. Al receptor común se le ha empezado a
instruir para que dirija sus falsos gustos fuera de un contexto
conciliador. Y tarde o temprano cada quien buscará a toda
costa satisfacer las necesidades que han moldeado su
ser.

Los medios modelan la percepción
del mundo y hacen partícipe a cada persona de su
forma de entenderlo, "…crean roles de comportamiento
que tienen la función de
mediadores entre sectores específicos del cúmulo
común de conocimiento,
no sólo en el sentido cognoscitivo, sino también
el
conocimiento de normas de
conducta, valores y
emociones…" (Ramos, 1995, 110).

A pesar de que hasta aquí por lo menos se
bosqueja este fenómeno comunicativo, con base en la
estrategia de un
poder para enviar información, y se reseñan los
contenidos, hay otro camino para dirigir a un punto
determinado esas conductas colectivas. Este consiste en esconder
situaciones pertinentes para la
audiencia.

Entrar a una habitación oscura obliga a la
quietud mientras el sentido de la vista se habitúa a esas
condiciones. Pero, allí, sólo brillarán
diminutas luces en el trayecto, y otras jamás se
encenderán, porque el encargado de la
iluminación sabe cuándo y
cuánto ha de proyectar su brillo.

Durante ese recorrido, nadie desea correr riesgos y por
eso preferirá transitar por los espacios que logren
captar sus ojos. Lo demás jamás será
visto, lo demás nunca existió.

El ser humano también aprende de su mundo con
otros sentidos. El oído, por
su parte, busca las fuentes de
información más cercanas, y en este simulado
recinto no sólo se oculta la luz, sino que el
silencio invade buena parte de los rincones; se susurra lo
conveniente o se grita el mensaje que se desee imponer.
Quizás, por ello los cortes en los comerciales siempre
aumentan el volumen.

Y esa incompleta percepción, de nuevo, se expone
de manera exclusiva para la mayoría. Ese registro visual o
sonoro alimentará cada una de las experiencias y
sólo con éstas se forjan los instrumentos para
percibir la realidad. Por supuesto, una realidad a medias. Y de
esa forma se extravían muchas definiciones e ideas en el
mundo virtual, que se vende como real. De allí se deduce
por qué la percepción del entorno empieza a
establecer fronteras conceptuales impuestas por los contenidos
mediáticos. Sin embargo, los casi infinitos
formatos y los mecanismos de este complejo y fascinante
ámbito de la comunicación representan
sólo interpretaciones de la realidad o porciones de
ésta. Con mucha frecuencia, la mayoría de los
contextos y los referentes informativos aparecen distorsionados,
y esos se adentran en la imaginación de la
audiencia, que asume estas versiones de los hechos como verdades
absolutas. "La forma en que los medios presentan la
información, primando, ocultando, o silenciando es un
mecanismo del que se valen para aniquilar conceptualmente todo lo
que está fuera de su universo" (Ramos,
1995, 11)

Cómo se conduce ese proceso de control y
quiénes participan en éste son otros
cuestionamientos para ampliar la panorámica en el estudio
de la calidad informativa. En primera instancia, ya se dijo, el
gobierno se interesa en que los contenidos atiendan
a los lineamientos de un programa
político y con unos puntos doctrinales específicos.
Junto a éste actúa el sector privado, conformado
sobre todo por la élite, que participa del engranaje
económico, político, y en repetidos momentos deja
notar su injerencia en los esquemas aplicados en los
medios masivos de comunicación.

Se requiere en situaciones como ésta algún
grado de discrepancia con los contenidos. Quienes se encuentran
situados en condiciones de cuestionar la información de
estos espacios por lo regular son personas con una
visión amplia, fruto de su preparación o de los
cargos y profesiones que ejercen.

Pero, cuando a pesar de exponerse reiteradamente un
cúmulo de emisiones que entrañan un relativo
beneficio para la audiencia y se omite una actitud de
réplica, la problemática crece sin control
alguno.

"Cuando la propaganda que
dimana del estado recibe el apoyo de las clases de un nivel
cultural elevado y no se permite ninguna
desviación en su contenido, el efecto puede ser enorme".
(Chomsky, 2004).

Los actos públicos, vistos así, resultan
todos compuestos por un ingrediente político. Ese
contagio, sin embargo, parece causar una
mínima impresión a quienes de manera constante
elaboran sus contenidos.

El sociólogo Pierre Bourdieu lo aclara: "Es
cierto que hay intervenciones políticas,
un control político (que se ejerce
notablemente a través de las nominaciones a los puestos
dirigentes). Es verdad que también y sobre todo en un
período en que, como hoy, hay un ejército de
reserva y una gran precariedad del empleo
en las profesiones de la televisión y la radio, la
propensión al conformismo político es muy grande.
La gente se conforma con una forma consciente o inconsciente de
autocensura sin que sea necesario hacer llamados al orden"
(Bourdieu, 1997: p. 26).

DEFENSA DE
UN DERECHO

Las imposiciones de un mundo globalizado, donde la
celeridad de la vida impide reflexionar entorno a los
acontecimientos diarios, inclinan los gustos a admitir más
que nada los contenidos de entretenimiento y diversión. Y
cuando se accede a un tipo de información noticiosa,
ésta se muestra con esa
dosis de espectáculo que muchos receptores
confunden con los temas de auténtica relevancia para el
curso de la sociedad y su conveniente desarrollo.

La función de los periodistas, gestores directos
del material comunicativo, consiste por tanto en
suministrar elementos de juicio para identificar y
seleccionar los puntos de trascendencia en el menú
noticioso. La actividad profesional de los reporteros se reduce
en calidad si sólo centran sus tareas en la
transmisión escueta de los datos
proporcionados por sus fuentes.

No obstante, aclarar cuáles son los intereses de
estos comunicadores cuando buscan información
ampliaría la perspectiva de este fenómeno. Toda
labor encaminada a educar a los receptores con criterios
suficientes para afrontar los medios resulta estéril si a
quien le compete esta misión se
abstiene de ejecutarla con base en el bien
común.

Pero, aunque la audiencia seleccione cada emisión
más o menos de manera efectiva, en nada favorece tal
circunstancia si se olvidan los parámetros que le permitan
calcular las implicaciones de éstas y pronosticar
con un buen porcentaje de acierto los efectos de los
acontecimientos. Para llevar a cabo ese proceso, debe
también conjugar los diversos puntos de vista de un hecho,
ojalá opuestos. Las gradaciones, los matices
informativos, les permitirán a los receptores
iluminar las decisiones propias con base en esos destellos. Y ese
aumento o disminución de luz intelectual, en buena medida,
lo dispondrá el periodista. "En un mundo complejo inundado
de información los ciudadanos necesitan ayuda para separar
la información importante de la información
irrelevante y necesitan un método
para participar en conversaciones acerca de las implicaciones de
esa información". (Merritt, 1997: 53).

La omisión o inclusión de un mensaje no
garantiza de plano que se advierta si éste encierra la
calidad efectiva de los datos que lo conforman.
Porque, aun con una riqueza de datos y una disposición
amplia de tiempo o espacio en una transmisión
determinada, si los recursos del lenguaje se manejan con
tendencias parcializadas, allí se restringe
también el derecho de informar a la audiencia con
precisión, oportunidad y, sobre todo,
veracidad.

El lenguaje verbal, por ejemplo, apoyado en los
códigos de las fotografías o de las imágenes
en movimiento, para el caso de la televisión o la
Internet, alberga los significados de los mensajes.
Cualquier desconocimiento o aplicación errada
de esa palabra distorsiona un contenido, por ignorancia o por la
ejecución consciente de que así una
interpretación de conveniencia puede surgir en el momento
en que un receptor la capte. "El análisis
lingüístico se manifiesta como el medio de detectar
las causas que impiden el derecho a ser informado
correctamente y que crean desinformación" (Moreno, 1998:
51).

"La proliferación de un mismo hecho noticiable
logra inclusive provocar una distorsión continuada en el
proceso comunicativo" (Estupiñán, 2000: 68). La
reiteración de este tipo de información, aquella
acomodada a intereses diversos, va gestando una concepción
del mundo ajena a la realidad misma. Advertir esa trama se
dificulta, porque la cotidianeidad empieza a ejercerse de acuerdo
con esos parámetros, y empiezan a asumirse conductas
encauzadas con la creencia de que proceden de una decisión
autónoma.

Con las nuevas y amplísimas técnicas
descubiertas y aplicadas por la ciencia,
también se abre un uso muy variado e incalculable en el
manejo de los lenguajes mediáticos, sin límites
precisos. La imagen de la palabra, la palabra musicalizada, el
sonido imitando la palabra y la voz distorsionando la palabra,
combinan multiplicados caminos para crear y fusionar
contextos e interpretaciones siempre nuevas. Estudiar la palabra
implica profundizar en aquello que envuelven las significaciones.
Su cercanía con los conceptos mismos que
representa permite afirmar que prescindir de ésta es
aniquilar toda comunicación. A pesar de ser
variados y varios, los lenguajes se apoyan en la palabra viva,
simbolizada o sugerida. "Un idioma que, frente a los
agoreros o seudoprofetas de su muerte en
manos de la técnica, abre su capacidad
significativa a unos ámbitos insospechados de
comunicaciones y demuestra que tanto al principio, como en la
actualidad y en el futuro, siempre estará en el centro la
palabra viva del ser humano" (Cebrián, 1999:
23).

VERDAD Y
LIBERTAD

Ese moldeamiento de las opiniones y de la conducta con
base en los contenidos noticiosos apresa a la Libertad y a la
Verdad. Saber cuáles posturas tomar después de
recibir alguna noticia parece un procedimiento
fácil, práctico, libre de cualquier
sujeción. Y de eso se trata: esas imposiciones soterradas
deben permitirle a cada persona aseverar que transita por un
sendero propio, abierto con los fundamentos de la
reflexión y del análisis. Pero, esos ejercicios
mentales no son tales, porque se construyen como el resultado
casi lógico de un discurso
prefabricado.

Las discusiones acerca de si la libertad se ejerce o se
siente amplían un gran campo para el debate.
Pero, esa es otra cuestión. Aquí el
tema incontrovertible se centra en que la libertad en alguna
proporción la vulneran los conductores de los
medios masivos de comunicación, y desde este punto de
vista la calidad informativa, inclusive respondiendo
a demandas técnicas de último momento, se deteriora
cada vez más, pues la esencia en la validez de cualquier
noticia se fundamenta en la cercanía que ésta
entrañe con la verdad. La inmediatez, la nitidez, la
claridad, la edición
y la cobertura, son todos términos que atañen al
trabajo
comunicativo, y ningún conocedor duda en calificarlos de
útiles en la creación mediática. Sin
embargo, si hay falsedad, así sea ínfima, ello va
en detrimento de esa calidad que aquí se
examina.

Impedir, por otro lado, que el trabajo
periodístico persiga siempre el beneficio de las
audiencias y que respete el derecho de éstas a recibir
información contraría la línea que pregonan
los gobiernos en los sistemas llamados
"democráticos". Muchos son los comunicadores que sienten
las presiones directas, o efectuadas por terceros, contra la
labor profesional que pretenden defender. "Y sin libertad de
expresión no se pueden proteger las declaraciones
públicas ni gozar abiertamente de los derechos fundamentales y de
las libertades esenciales del hombre"
(Estupiñán, 2000: 63).

Dentro de la libertad misma, caben también los
usos diversos de la palabra como demostración de que la
lengua
funciona todavía como organismo vivo y cambiante. Pero,
necesita el periodismo hispanohablante de un modelo
por lo menos equilibrado en sus aplicaciones. Con ello, las
interpretaciones serán en cada caso tan acertadas como los
referentes lingüísticos utilizados por
convención. Ello no implica que las distinciones de esta
lengua en cada país o región del mundo deban
cambiar, como los modismos, por ejemplo.

Pero, toda esa cantidad de información ha de
dirigir las intenciones a puntos comunes para un beneficio
social compartido. De allí emanan las ocasiones para
dirigir los esfuerzos de todos los miembros de una
comunidad hacia un objetivo
general de equidad, donde
la orientación a ese fin preestablecido quede en manos de
los medios de
comunicación. Esa, quizá, se perfila como la
más clara misión de éstos, aunque
los cambios que de allí se deriven sean
tajantes.

"Insistir en la existencia de una prensa que promueva la
igualación idiomática en un nivel elaborado y
culto. Una empresa
empeñada en una tarea que informa y contribuya a la
justicia, a la
verdad, a la convivencia en el seno de una comunidad que, lejos
de ser combatiente y épica, intente conducir a los
ciudadanos por caminos razonables, aunque estos hayan de promover
cambios radicales" (Santamaría, 1990: 12).

EL CONTEXTO ES
EL REFERENTE

Las circunstancias en que se presenta cualquier
fenómeno señalan unas pautas y unos referentes para
asociar toda información con la realidad. A eso se le
llama el contexto, el marco donde se circunscriben los
hechos para asumirlos, entenderlos y actuar de acuerdo con
ellos y de las conveniencias que resulten. Los
acontecimientos, en esta oportunidad, las noticias
(razón de esta reflexión), aparecen en un lugar y
en un tiempo determinado. éstos son el fruto de la
historia y, al mismo tiempo, se conciben como la semilla para
pronosticar el futuro: "El contexto es importante para
interpretar" (Biasutto, 1995: 29).

Cada cultura asume un suceso de acuerdo con el referente
de su tradición, el caudal cognoscitivo, las creencias y
los deseos colectivos. Cuando un hecho similar se presenta
más o menos al mismo tiempo en lugares distintos, las
personas de cada sitio lo entienden de una manera
particular.

De forma parecida, dos noticia semejantes en el mismo
lugar impiden una interpretación igual si la época
ha cambiado, a pesar de que éstas mantengan la esencia
conceptual. En el tiempo, las concepciones comunes y
compartidas cambian, porque la historia se encarga de demostrar
cada día que la realidad debe afrontarse con instrumentos
distintos y más favorables. A eso se le designa como
desarrollo. Obviar el contexto, por tanto, es limitar y tal vez
mutilar un contenido informativo. Los hechos no pueden
registrarse en el vacío; un tiempo y un espacio siempre
enmarcan la realidad y los acontecimientos que de allí se
derivan. La historia toma esos parámetros y permite
así una aproximación más clara cuando se la
analiza. Y ahora las noticias fundamentan la historia de la
humanidad.

Pero, en este trabajo constante, ágil y
apresurado de seleccionar el capital
informativo, el escoger los formatos y los hechos porque se
consideran los adecuados también puede generar
distorsiones. Es claro que ese proceso de edición impide
la entrada, al aire o en las
páginas impresas, de todo hecho noticioso y
relevante para la sociedad. De ahí, la exigencia de
una preparación de alto grado para quien cumple
dicha tarea, pues a la audiencia debe llegarle el
más rico zumo informativo. "La selección
de la noticia implica una censura" (Biasutto, 1995,
31).

NOTICIAS DE
PASARELA

El formato de los noticieros ha impuesto la
obligación a muchos periodistas de incluir siempre en cada
emisión los hechos de impacto, así destinen para
ello poco espacio, para el caso de revistas y periódicos,
o reducido tiempo, si es información radial o
televisiva. Pero, en casi todos los casos se cuenta ahora con la
sintonía que puede sumar determinado acontecimiento. Los
personajes del espectáculo y sus circunstancias se
consideran ahora como material muy útil para captar la
atención de una audiencianumerosa,
habituada casi toda a impresiones de ese tipo. La
diversión y el entretenimiento, como pretexto repetido
para olvidar los asedios que impone la vida moderna, funcionan
para cubrir con un manto de ligereza las noticias de
trascendencia. "Esta ideología de la información, cuya
encarnación privilegiada son las nuevas tecnologías
audiovisuales, está basada en lo banal e intercambiable,
que es lo que puede circular a la velocidad de
la luz a través del planeta" (Fernández-Savater,
1999).

Y ese tránsito cíclico de las
informaciones empieza a cerrar la temática de las
audiencias. Los ciudadanos corrientes intercambian
impresiones con base en los contenidos de los medios, sean
éstos trascendentales para la sociedad y su
desarrollo, o sólo escenas y comentarios del
espectáculo y la diversión prefabricada.

De esa manera, la realimentación de tales
contenidos se dispersa hasta cubrir a la mayor parte de la
opinión pública. La posibilidad de una
argumentación juiciosa desaparece, y en su lugar se
implanta la versión artificiosa de los medios masivos
entorno a cualquier acontecimiento. Es más: se uniforman
opiniones, posiciones y conductas, todas emanadas del encuadre
mediático.

El único camino para intercambiar ese flujo
codificado se da en el lenguaje mismo. Por tanto, aparecen los
clichés como recurso impuesto para expresar ideas y
conceptos trillados, de manera que el reforzamiento de pautas
sociales crece sin la razón y las reflexiones necesarias
para valorar en toda su dimensión dicho efecto. Por eso,
la unificación de pensamiento
discurre con la adopción
de corrientes de opinión encasilladas para convertir a la
sociedad toda en un solo organismo conformado por células
humanas con características uniformadas.

Tales procedimientos se
aferran más a esa condición porque desaparecen los
recursos argumentativos para rebatir cualquier postura e ilustrar
otra distinta. Cuando la cobertura individual es amplia en estos
contenidos, quien porta tal bagaje informativo se cree dotado de
la suficiente capacidad para rebatir, con base en la exclusiva y
mayor fuente de conocimientos: los medios masivos de
comunicación. Es obvio que no todas las personas pueden
desempeñarse como periodistas y comunicadores, y el deber
de éstos consiste en llevar a los receptores las versiones
de los acontecimientos relevantes, pero con un respeto
fiel a la verdad y a la pertinencia.

De acuerdo con esa situación, se requiere
ilustrar a las audiencias para que diferencien lo banal de lo
trascendente. Leer y escribir limitan la garantía de
interpretar las emisiones mediáticas apropiadas cuando se
desconocen las técnicas y los propósitos de los
dueños de los medios. Por tanto, la ignorancia consiste en
estos tiempos no sólo en desconocer la escritura y
la lectura
tradicionales, sino en obviar los códigos que se manejan
con las nuevas tecnologías aplicadas a los medios masivos
de comunicación. "Algunas personas de buena
fe detectan consecuencias de las enseñanzas de la sociedad
del espectáculo, como el empobrecimiento del
lenguaje, la creciente incapacidad para la argumentación o
el neoanalfabetismo… El espectáculo no
quiere ser replicado de ningún modo. Por esa razón
necesita privar a los sujetos de sus medios de
réplica, esto es, del lenguaje" (Fernández-Savater,
1999).

Los modismos albergan algo más que usos
descomplicados de la lengua. En éstos se advierten las
aplicaciones calculadas para encarrilar el pensamiento, que tan
solo cuenta con la lengua para exponerse. Por eso, parece usual
que las palabras y giros idiomáticos unificados se
apliquen en la conversación cotidiana y casual. Nadie, si
no repara en ello, descubre que en esos encasillamientos
lingüísticos se esconde un conducto semiblindado del
pensamiento. Esas personas que conforman la numerosa audiencia
suponen que los estilos televisivos, sobre todo, permiten mostrar
ante los demás seres humanos una condición de
clase social
selecta. Y en ello hay mucha dosis de verdad, porque quienes
conforman el grupo de los
selectos son la gran mayoría. Es decir, quienes se creen
únicos e irrepetibles terminan adoptando una
posición uniformada, sin calcular el grado de ridiculez
que alcanzan. "Y ese decir sí influye en los televidentes
que, por una fatigosa redundancia, van aprendiendo un habla
errada, boba y descompuesta"

(Rodríguez, 2004). "El intentar ser elegantes con
el idioma conduce al ridículo".

La impresión de las noticias debe corresponder a
su naturaleza misma. Sin embargo, los matices para causar cierto
agrado entre las audiencias distorsiona la esencia de los hechos,
a pesar de que la crudeza, por sí misma, en
algunas noticias debe quedar a la discreción profesional
del comunicador, pues él, atendiendo a su experiencia y
capacidad, sabrá cuándo y cómo
diseñar los procesos de
publicación, siempre calculando el efecto potencial de sus
decisiones. "La información televisiva ha perdido rigor
para convertirse cada vez más en entretenimiento, buscando
el lado amable o sensacionalista de la noticia" (Cortés,
1999: 280).

La televisión, sobre todo, parece haber
aniquilado el mundo, y recrea continuamente otro mundo, de
muros invisibles y de mujeres y hombres inservibles,
donde las conciencias se estrellan y los sueños se
extinguen.

CONCLUSIONES

Los medios de comunicación continúan, como
en sus orígenes, controlando a la opinión
pública generalizada, con base en los acuerdos
preestablecidos entre quienes ejercen los poderes político
y económico. La reiteración de los discursos frente
a las cámaras, micrófonos o páginas impresas
permite dirigir y concentrar la atención de las audiencias
mediante propósitos de sujeción discursiva, a fin
de conseguir y mantener un respaldo a los programas del gobierno
de turno. La efectividad de este recurso ha aumentado debido a
las estrategias avanzadas de la nueva tecnología.

El sector privado, por su parte, administra en buena
medida la industria de las comunicaciones y, con el pretexto de
presentar un servicio de información noticiosa, asegura
las plataformas de mercadeo y
publicidad en éstos; ese es su verdadero objetivo. Sin
embargo, también para incluir diversos distractores (el
mundo del espectáculo, donde cabe el fútbol,
por ejemplo), quienes dirigen los medios masivos generan
estilos de vida artificiosos y mundos fantásticos,
donde se encierra la posibilidad de las audiencias para
cuestionarse acerca de las realidades latentes. Estas cortinas de
humo, coloridas y musicalizadas, contaminan el criterio y la
libre elección.

La cultura tiende a desaparecer por la imposición
de pautas comerciales y políticas calculadas en los
medios masivos, donde se unifican los gustos y "decisiones"
de los espectadores, de acuerdo con las directrices
del mundo globalizado. Con los nuevos y reducidos lenguajes
(verbales, visuales, corporales, sonoros, etc.) se distorsionan
los contenidos, se omiten las ideas relevantes o se crean
posibilidades inasibles para la razón, donde el camino
más recomendable a la liberación resulte ser la
lectura
selecta, habitual, cuidadosa y muy reflexiva.

BIBLIOGRAFÍA

1. BIASUTTO, M.A. (1995) "Noticia y mensaje: lectura e
interpretación en los medios". En revista
Comunicar No 4. Sevilla: Colectivo Andaluz para la Educación en
Medios de Comunicación. pp. 26 a 36.

2. BORDIEU, P. (1997) Sobre la televisión.
Barcelona: Editorial Anagrama.

3. CEBRIÁN H., Mariano. (1999) "Dimensión
audiovisual del idioma". En revista Ámbitos No 2. Sevilla.
pp. 23 a 37.

4. CHOMSKY, N. (2004) "El control de los medios de
comunicación". En revista Razón y Palabra,
revista electrónica en América
Latina especializada en tópicos de
comunicación. México
D.F.

5. CORTéS Lahera, J. A. (1999) La estrategia de
la seducción. La programación en la neotelevisión.
Pamplona: Eunsa pp. 280.

6. ESTUPIÑÁN Bethencor, F. (2000) "El
sentido crítico y los medios de comunicación". En
revista Ámbitos. Sevilla. No, 4,
60-68

7. FERNÁNDEZ-SAVATER, A. (1999). "La
destrucción del lenguaje". En revista Salamandra No 10.
Madrid: Grupo
Surrealista de Madrid.

8. IRIARTE, G. (1999). "Conciencia
crítica
y televisión". En revista Comunicar No 12. Sevilla:
Colectivo Andaluz para la Educación en Medios
de Comunicación. No 12, 166-169.

9. MARTÍNEZ Albertos, J. L. (1989). El lenguaje
periodístico. Madrid: Paraninfo. p 48.

10. MERRITT, D. "Buzz". (1997). "Periodismo
público: nuevas respuestas a preguntas clave". En
Cuadernos de Información. Santiago: Universidad
Pontificia Católica de Chile. No 12, 51-55.

11. MORENO Espinosa, P. "Fundamentos del lenguaje de los
mass media". En revista Ámbitos. Sevilla:
Revista andaluza de comunicación. No 1,
51-60.

12. RAMOS, C. (1995) "Los medios de comunicación,
constructores de lo real". En revista Comunicar. Sevilla.
Colectivo Andaluz para la Educación en Medios de
Comunicación. No 5, 108-112.

13. RODRÍGUEZ, J. M. (2004). "Errores comunes en
el lenguaje periodístico. Verbo, belleza y
política". En revista Chasqui. Quito:
Ciespal. No 87.

14. SALAS Gallego, Óscar. (2005). Hacia la
historia del lenguaje social. Arequipa. www.monografias.com/trabajos16/lenguaje-social/lenguaje-social.shtml

15. SANTAMARÍA, M. L. (1990). El comentario
periodístico. Los géneros persuasivos. Madrid:
Paraninfo.

16. VAN DIJK, Teun. (1987). La ciencia del
texto. Un
enfoque interdisciplinario. Barcelona: Paidós.

 

 

 

 

Autor:

Jairo Valderrama V.

Revista Comunicación. Volumen 14, año 26,
No. 2, Agosto-Diciembre, 2005 (pp. 53-62)

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter