- De la forma ideal de lenguaje a
la conversación - La radio en la
educación - Pedagogía
de la radio - En torno al
sentido
En 1993 la OCLACC (Organización Católica
Latinoamericana y Caribeña de Comunicación), lanzó una propuesta
de capacitación a distancia para radialistas
dedicados a la educación popular y
al trabajo
cultural en distintos puntos de América
Latina. Se trató de cuatro cursos, basados en un
texto impreso
y en prácticas propias de ese medio. Recibí
entonces el encargo de elaborar el primero, para el cual la
organización proponía un título: "La
realidad es nuestra fuente".
Dialogamos mucho en torno a ese
enfoque. Mi propuesta era otra, no tenía mucho
sentido insistir en ofrecer información a la gente sobre cuestiones en
general conocidas por ella, tanto por la diaria
confrontación con el propio contexto, como por la continua
producción de documentos
dirigidos a denunciar condiciones de vida de amplios sectores de
la población. Insistí en otra dirección de la reflexión y de
la práctica: "La vida cotidiana, fuente de
producción radiofónica". Avanzamos en el proyecto y el
libro fue
publicado ese año, en una excelente edición
realizada en Quito.
Sin mencionarlos en forma expresa, puse en juego en
aquella oportunidad lo que tiempo
después pude denominar los "universales en la vida
cotidiana". Sobre la base de ellos construí el texto,
porque se trataba de un material dirigido a más de 150
grupos de
aprendizaje en
distintos puntos de la región, desde México
hasta la Argentina. La pregunta, el desafío, fue desde un
comienzo cómo comunicarme con tal variedad de seres en tan
diversas tierras de nuestra América
Latina.
Cuando digo "universales" afirmo que no hay vida
cotidiana posible, ni hoy, ni ayer,
ni mañana, sin ellos, sea en el rincón del
planeta que sea. Por vida cotidiana entendemos lo
más cercano a nuestra intimidad, la relación en el
seno de los espacios humanos que nos acogen en la existencia, las
primeras miradas, las primeras caricias, las primeras violencias
incluso; las interacciones con quienes tejemos lazos más
fuertes, el espacio del barrio; el lugar social donde construimos
nuestra manera de ver y de ser. El ejercicio de reconocer esas
constantes en todo grupo humano,
me permitió luego construir el texto a partir las
posibilidades que me abrieron para la reflexión y para la
escritura.
No hay vida cotidiana posible sin:
personalización;
relato;
emoción;
conversación;
memoria compartida;
humor;
poesía;
juego;
fiesta del lenguaje;
experiencias decisivas;
rituales;
autorreferencias.
No es éste el momento para desarrollar cada uno
de esos puntos. Me detengo sólo en el primero. Abrí
el libro en primera persona y
utilicé a lo largo de su desarrollo
voces de
quienes conocí en mis viajes por
estos lados del mundo; no dejé un solo instante de hablar
con mis posibles interlocutores, ni de referirme a experiencias
propias y ajenas. Todo el texto fue puesto en clave de seres
humanos, de personas que algo tenían que decir desde
ellas, incluido el autor.
Tiempo más tarde, hacia 1995, la OCLACC
organizó un segundo curso, esa vez para trabajo con
materiales
impresos. Me hice cargo también del primer texto de
laserie, "Palabras e imágenes
en la
educación popular" y lo abrí con una carta
quedirigí en el 93 a un querido amigo colombiano, paisa
para más información, Gabriel Jaramillo. Fue una
intensa personalización en tono poético, como
él se lo merecía por su trabajo lleno de fe y de
alegría.
¿Por qué partí de los universales?
Porque necesitaba asegurarme el máximo de
comunicación posible con tantos grupos en la
región. Universales, entonces, de
comunicación en la vida cotidiana.
Si en ese ámbito primero y permanente de nuestra
existencia nos acuna la comunicación, cabe reconocer
también que esta última es la fuente de la pedagogía. Los intentos de negar el
término "pedagogía" para aludir a la
educación de adultos, porque el mismo se referiría
sólo a los niños,
significan un riesgo muy grande
de ruptura con esa matriz
original de nuestras relaciones. No hay que diferenciarse desde
la educación de adultos de los primeros aprendizajes, por
el contrario, es preciso volver a ellos.
En los últimos años del siglo pasado
comenzó a vislumbrarse una forma preciosa de
comprensión de la pedagogía como parte de las
ciencias de la
vida. Si la clave de la existencia es el aprendizaje,
si nos humanizamos en ese incesante proceso
que nos mueve para siempre, si las primeras relaciones en el seno
de los grupos sociales dependen de esos lazos de
comunicación y de orientación en el respectivo
contexto, cualquier intento de ruptura con tal origen constituye
un camino erróneo, tanto para la comprensión como
para la acción.
De la forma ideal de
lenguaje a la conversación
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