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La vida cotidiana en la pedagogía radiofónica (página 2)



Partes: 1, 2

Me detengo en dos autores: Lev Vigotsky y
Humberto Maturana. El primero nos legó una
maravillosa imagen sobre la
forma en que cada ser humano se humaniza. En su
artículo "El papel del ambiente en el
desarrollo del
niño"1, el
autor ruso reflexiona sobre el modo en que un niño
se apropia del lenguaje
articulado, primero para comunicarse con los demás y luego
consigo mismo. Lo hace a través de la lengua que le
ofrece su madre. Tal aprendizaje es
posible por estar inserto en un contexto de comunicación basado en la riqueza de un
lenguaje ya construido, en una forma ideal que el niño
deberá interiorizar. Lo dice nuestro autor de esta
manera:

"… en el desarrollo del niño lo que es
posible adquirir al final, y como
resultado
del proceso de
desarrollo, estaba ya disponible en el ambiente

desde el comienzo mismo".

Ese "estar disponible" está escrito en clave
comunicacional. Porque entran en juego en tal
relación los universales de la vida cotidiana, la
personalización, la emoción, el juego, la palabra
caricia, las iniciales marcas de
la memoria
compartida. La cuna del aprendizaje es ese maravilloso juego de
lenguaje que permite primero interactuar con los seres más
cercanos y, en un vértigo de pocos meses, comenzar a
dialogar con uno mismo.

Con el biólogo chileno Maturana tenemos la
apertura hacia el concepto de
conversación. No hay vida humana posible sin esa
práctica.

"He llamado conversación a este
entrelazamiento de nuestras capacidades de emocionarnos y de
nuestro lenguajear en nuestra vida en el lenguaje
como seres humanos; y afirmo que todo lo que hacemos como
seres  humanos lo hacemos en conversaciones, o mejor
todavía, que toda la vida humana toma la forma de un flujo
en las conversaciones, y que las diferentes clases
de haceres humanos o actividades son diferentes redes de
conversaciones"2

Se trata de uno de los universales de la vida cotidiana,
fuente del aprendizaje y de la humanización.
Esas iniciales y permanentes redes de conversaciones nos
van constituyendo en nuestro ser y nuestra
comprensión, nos van situando ante el mundo y ante
nosotros mismos.

Necesito aclarar algo antes de avanzar: vengo planteando
los universales válidos para crecer sobre la base de una
rica comunicación, un ideal si ustedes quieren, pero de
ninguna manera ausente de la vida de distintos grupos humanos.
De la ruptura con esos universales, de la irrupción de
modos violentos de relación en el ámbito de la
cotidianidad, se abren líneas de análisis que no puedo abordar
aquí.

No negamos la posibilidad de rupturas con esos ideales
que suelen dejar marcas profundas.

Nuestra mirada se orienta hacia la pregunta por la educación, por la
práctica pedagógica, en los primeros años de
la existencia de cada ser en el seno de la vida cotidiana.
Primera, fundacional pedagogía. No la caricatura del
esclavo que lleva al rico niño griego al gimnasio, sino la
que sostiene aprendizajes desde los universales de la vida
cotidiana. Puesto que sin ella no hay vida posible en nuestra
especie (la creencia de que alguien puede volverse humano sin
otros seres humanos es sólo eso, una creencia), la
pedagogía se inscribe de lleno en el marco de las ciencias de la
vida. Está más cerca, como lo ha señalado
Hugo Assmann3, de las
actuales búsquedas de la biología que de otras
disciplinas.

Desandando
la
comunicación

Ahora bien. Supongamos una institución que por su
historia, su
sistema, su
esquema administrativo, su discurso, sus
integrantes…, se alza como la suprema responsable de la
educación,
y por ende de lo que es necesario aprender, a contravía de
los universales de la vida cotidiana. Una institución
empecinada en despersonalizar, en no relatar, en negar las
emociones, en
reprimir las conversaciones, en imponer una memoria
esclerosada, en ahogar el humor; una institución
despoetizada, incapaz del juego y de la fiesta del lenguaje; con
rituales empobrecidos, sin entusiasmo como para
generar experiencias decisivas, sin autorreferencias
creativas.

Supongamos un ámbito que se vanagloria de cortar
amarras con el seguro puerto de
la comunicación en la vida cotidiana, porque su tarea es
"tomarse la existencia en serio", lejos, cada vez más
lejos, del mundo que cimentó nuestros primeros
aprendizajes. Supongamos una ruptura sostenida sin tregua;
años de apertura de los labios de ese hiato.

Llamo educación formal a ese ámbito y
llamo ensanchamiento del hiato al camino recorrido desde la
primaria hasta la universidad.

No es mi intención reinaugurar la vieja y
errónea confrontación entre la educación
popular y la educación institucionalizada. Esa disputa ya
fue criticada en la segunda mitad de los 80, no se
sostenían las descalificaciones mutuas, basadas unas en el
rechazo de la ciencia y
otras en el desprecio a todo lo que no pasara por las aulas. Las
escuelas han cambiado y lo seguirán haciendo en dirección a una mayor comprensión de
los alcances del aprendizaje y a una mayor variedad de
prácticas para promoverlo y acompañarlo.

Pero no podemos dejar de reconocer que la
educación formal continúa en deuda con los
universales de la vida cotidiana, con la base de la
comunicación para promover y acompañar el aprendizaje.
Me sitúo en el extremo más lejano de esos
universales: el ámbito de la enseñanza
universitaria. Todavía campean en las aulas discursos
basados en la despersonalización, como si ésta
fuera sinónimo de seriedad científica;
todavía se sostienen relaciones ancladas en un fuerte
autoritarismo, con el juego del poder de quien
tiene en sus manos la capacidad de juzgar a través de la
evaluación; todavía se sigue
hablando de "claustros" y de "extensión", cuando este
último término fue demolido por Paulo Freire a
comienzos de la década del 70 4.

En 1998 decíamos sobre la pedagogía en la
universidad:

"…la experiencia de muchos colegas y la nuestra
nos han mostrado que en estos espacios también es de suma
importancia lo pedagógico, entendido como el acercamiento
entre docentes y
estudiantes para llevar adelante la función
fundamental de la universidad: la promoción y el acompañamiento del
aprendizaje.

Pues bien, cuando menos pedagógica es una
relación educativa, más despersonalizada. No
cuentan para ella los sujetos sino los contenidos a asimilar y
repetir; no cuentan las vivencias ni las historias personales,
sino la palabra del docente; no cuentan la experiencia ni los
saberes acumulados por los jóvenes, sino su
incorporación casi ciega a lo que otros han dicho y
experimentado."5

La queja tan frecuente de que ese modelo de
educación y de escuela se
alejó de la vida, merece ser traducida de esta forma: el
alejamiento fue de los universales, de los preciosos ejes de
comunicación cimentados durante siglos en la variada vida
cotidiana de la humanidad.

Esa ruptura, ese hiato, no están solucionados en
nuestro tiempo. Desde
organizaciones
sociales de amplio alcance es interpelado casi a diario el
sistema presencial, como lo hacen quienes integran en Santa Fe,
Argentina, el Movimiento de
los sin Techo, fatigados ya de una escuela que expulsa a sus
alumnos, que no abre sus puertas a la comunicación
personalizada. 6

Retomo un documento en el cual me tocó colaborar,
referido a la educación de adultos.7

En ese retorno a las relaciones basadas en la
comunicación como base del aprendizaje en la vida
cotidiana, el Movimiento propone los siguientes principios:

1. Principio de contextualización: reconocimiento
de las condiciones socioculturales de los estudiantes que
participan en el programa y
constante aplicación de los contenidos y destrezas al
contexto.

2. Principio de acompañamiento adulto: de manera
especial el estudiante adulto marginal necesita un
acompañamiento desde el Programa y de sus propios
compañeros.

3. Principio de relación y aprendizaje adultos:
especial atención al trato dado a los estudiantes,
desde los materiales y
desde las relaciones presenciales o a distancia con los
educadores.

4. Principio de diálogo de
saberes y experiencias: reconocimiento de los saberes y
experiencias de los estudiantes, como base para la
incorporación de nuevos conocimientos.

5. Principio de mediación pedagógica
centrada en la vida cotidiana del estudiante adulto: el punto de
partida es la vida cotidiana, pero el acto educativo busca, desde
ella, avanzar hacia formas de transformación.

6. Principio de comunicación: tanto desde una
buena comunicabilidad de los materiales de estudio y por parte de
los educadores, como desde la capacidad de expresar lo
aprendido.

7. Principio de productividad:
todo aprendizaje debe concretarse en resultados válidos
para la propia vida, para la superación de la
condición en que se encuentra el aprendiz.

8. Principio de solidaridad: el
Programa se centra en el interaprendizaje y en las relaciones de
apoyo mutuo entre los participantes.

Estas propuestas significan el intento de ir más
allá de los condicionamientos de una educación
empecinada en negar esos universales que vienen vertebrando
nuestra exposición.

La
radio en la
educación

Apreciados colegas. Estamos aquí para celebrar
los 50 años de trabajo de
Radio Santa María. Estamos reunidos para hablar de
la radio y la
educación. Si me he demorado en abrir mi discurso en esa
dirección, es porque necesitaba situarme en el
reconocimiento de las raíces de la pedagogía en los
diferentes contextos humanos. Y si opté por esa
línea de análisis es porque la radio nunca se
apartó de esos universales, es decir, nunca se
apartó de la vida.

Hemos venido dialogando en torno a esa
relación desde hace años con mi querido Amable
Rosario. En 1993 participamos en un encuentro en Monterrey sobre
la radio en la educación a distancia8

Reconocíamos entonces las siguientes
características de nuestro medio:

"La radio como recurso de
comunicación
. En espacios como los
nuestros, tan llenos de distancias y de accidentes
geográficos, la radio ha ocupado, y ocupa, un lugar
importantísimo en las relaciones. Desde el anuncio de una
visita hasta el hecho de poder dedicar una canción, el
medio ha significado siempre un puente, una manera de
comunicarse, un punto de coincidencia y de identificación.
Y esto se ha manifestado, sobre todo, en las grandes
mayorías de la población, excluidas casi siempre de los
medios masivos
y de posibilidades educativas.

"La radio como recuperación de la memoria
oral
. Esos mismos sectores se han visto
representados en el medio, tanto por la palabra dirigida y
adecuada a ellos, como por la posibilidad de insertar la propia y
de hablar para otros. En un mundo donde la cultura oral
es mayoritaria, y donde en ciertos círculos se la ha
descalificado ante la cultura letrada, la radio

representa el espacio donde lo oral logra su mayor
presencia y vigor.

"La radio como espacio de goce con el
discurso.
Hace muy pocos años hemos
comenzado a reconocer la necesidad del goce al escuchar el
discurso. La palabra, además de su valor para
hacer llegar información, ocupa un lugar privilegiado en
las diarias relaciones, como forma de juego, de encuentro y de
reconocimiento entre los seres humanos. Esto ha sido captado por
la radio y magnificado, en el mejor sentido del término.
En efecto, la radio ha superado siempre la solemnidad de cierto
discurso escrito, tan vigente en los establecimientos escolares,
para abrir paso a juegos
verbales, al relato, a la capacidad expresiva tanto de los
locutores, actores y periodistas, como del mismo
público.

"La radio como educadora no formal e
informal
. En un momento como el actual, de
redescubrimiento del perceptor, de revalorización de lo
que la gente aprende de los medios, es preciso repensar y
recuperar lo que la radio ha aportado y aporta a la
población. Se ha insistido mucho en la capacidad de la
palabra oral, de la música y de los
efectos de sonido, de pintar
situaciones, de ofrecer recursos para que
la imaginación del oyente complete lo que no llega a
través de la mirada. Walter Alves hablaba con toda
razón de la radio como "la mayor pantalla del mundo"; lo
sonoro despierta imágenes
riquísimas, siempre que se lo sepa trabajar.

"La radio como educadora formal.
Entramos aquí a un terreno muy sembrado en nuestros
países latinoamericanos. La diferencia con el punto
anterior es sencilla: el medio es empleado explícitamente
para educar, responde a una planificación, a la búsqueda de
lograr determinadas capacidades, de ofrecer cierta
información a los destinatarios."

Así reconocida, por su historia y por su
práctica, la radio educativa funcionó siempre como
un espacio de resistencia
frente a la burocratización de la comunicación en
el ámbito de la educación. Ello debido a que no
abandonó nunca la práctica sostenida por los
universales de comunicación de la vida cotidiana. Por el
contrario, los cultivó, los llevó al terreno de la
educación, los hizo parte de los maravillosos juegos de la
enseñanza y del aprendizaje. Es ese cultivo
del aprendizaje propio de las comunidades originales que permiten
a las emisoras lograr una "fuerza
pasional". Como dice Bruce Girard:

"Esa pasión se deriva del ansia de involucrar a
sus oyentes facilitando y alentando su
participación no sólo en la radio, sino en los
procesos culturales y
políticos que afectan a la humanidad" 9.

Por el contrario, cuando la radio se burocratizó,
se asimiló a la lógica
de la despersonalización y de las pretensiones de reducir
el aprendizaje a consignas y rutinarias memorizaciones, fue
vivido un irrefrenable proceso de desapasionamiento, con la
consiguiente distancia de los universales de comunicación
de la vida cotidiana.

Pedagogía de la
radio

Podemos ahora retomar el título de nuestra
presentación: La vida cotidiana en la pedagogía
radiofónica.

Y lo hacemos para proponer algunas líneas de
reflexión sobre lo que se ha ido constituyendo, a lo largo
de décadas, como una verdadera pedagogía
radiofónica, sostenida a través de centenares de
experiencias. No podemos dejar de recordar, al utilizar la
expresión "pedagogía radiofónica", a un
querido amigo que la propuso y utilizó sin descanso,
nuestro recordado Mario Kaplún.10

Menciono ideales de Radio Santa María: ser
más, liberación de las condiciones
socioeconómicas y de falsos contenidos ideológicos
que oprimen al adulto marginado; participación en las
oportunidades de ser más, educarse con y para los
demás.

Los de Radio Sutatenza: motivación del campesino
hacia el desarrollo; promoción humana,
integración del campesino dentro de la sociedad,
organización y desarrollo de la comunidad,
productividad y desarrollo
comunitario.

Los del ICER, el IGER, el IHER y otros centros similares
de toda Centroamérica: el respeto por la
cultura y la
personalidad de los participantes, la constante retroalimentación, el acercamiento a
través de la radio, a fin de no dedicarla sólo a
pasar información, sino también a ofrecer una voz
amiga, un puente de comunicación.

Los del PEBA, en El Salvador:
tiene como punto de partida la realidad histórica
concreta, asume la opción preferencial por los pobres y
necesitados, el eje del proceso educativo es el  grupo, busca
la formación del hombre nuevo,
promueve la conversión del hombre para
que llegue a ser sujeto de su propia historia.

Ninguno de esos ideales hubiera sido posible, ni
entonces ni hoy, sin esa vocación de la radio educativa
por la comunicación comunitaria, por los universales
vividos en el seno de la vida cotidiana.

Y es que los formatos radiofónicos bien
trabajados, tarea que constituye también la base de esa
comunicabilidad con la gente, estuvieron siempre en
sintonía con esos universales. Una pedagogía basada
en la comunicación de la gente y en la comunicabilidad de
los recursos radiofónicos. Como bien lo dijo en su momento
nuestro querido Amable Rosario:

"El afán de entender la educación de
manera tradicional, nos ha llevado a trabajar los programas
educativos y culturales, sin atender los espacios tradicionales
de la radio. En este sentido, hemos realizado programaciones
incoherentes, pesadas, mal elaboradas, con grandes
lagunas"11.

Las posibilidades educativas de la radio tuvieron
siempre que ver con la comunicación en el seno de las
comunidades y con el aprovechamiento de las posibilidades del
medio, es decir, con una estética radiofónica. Me refiero con
estas últimas palabras al título del
riquísimo texto de
Rudolf Arnheim, escrito en la década del
30.12

Esa conciencia de lo
previo a la producción radial, es decir, la
comunicación misma de la gente, es reconocida en
párrafos como el siguiente:

"… el hecho de hablar no sólo a la gente,
sino para la gente, se va

desarrollando históricamente, habiendo surgido,
en cierto modo, en los

dramas griegos con sus coros narrativos y sus
solistas…".

Y a la vez lo que aporta el medio para intensificar el
alcance de la comunicación.

Estamos en el precioso terreno de la pedagogía
radiofónica.

En torno al
sentido

 Se ha dicho en muchas
oportunidades y con no poca razón que existe una
dispersión de experiencias de proyectos
educativos populares en el contexto de
América Latina; que las emisoras cumplen un papel
fundamental, pero demasiado pegado a su
circunstancia, a los límites de
su contexto; que no siempre se aprende de otras
experiencias y a menudo todo comienza como si fuera
necesario inventar desde una suerte de grado
cero.

Cuando podemos asomarnos a materiales como los de Bruce
Girard 13, los de
Alfonso Gumucio Dagrón 14 o los documentos
incluidos en trabajos de Cristina Romo 15, apreciamos la existencia de un torrente
de sentido que une esas experiencias, por lejanas que
estén en el espacio y en la diversidad
cultural.

En no pocas ocasiones se ha intentado encontrar ese
común sentir y hacer en el compromiso social, en la
necesaria práctica de la denuncia, en la
confrontación con los poderes sociales. No negamos nada de
eso, pero en el marco de nuestro análisis queremos
insistir en una comunidad de sentido basada en la
pedagogía radiofónica, que para nosotros se
sostiene en dos preciosos ejes: la cercanía a
los universales de comunicación en la vida
cotidiana; la utilización a fondo de lo que
posibilitan los formatos radiofónicos para la
práctica educativa.

Me refiero a una pedagogía de raíz social
y de raíz radiofónica, enlazada en lo profundo con
los universales de comunicación de la vida cotidiana y
nutrida con toda la riqueza de expresión del lenguaje
radiofónico.

Este reconocimiento de esa pedagogía es una
invitación a ubicarla en cada una de las experiencias, a
profundizarla, a comunicarla, a ampliarla en sus alcances para
favorecer el interaprendizaje de sus posibilidades y sus
logros.

Una de las claves de la enseñanza es el
aprendizaje sostenido de quienes asumen la tarea de educar.
Necesitamos aprender de nosotros mismos y de los demás, en
un camino abierto hace casi dos siglos por Simón
Rodríguez, cuando afirmó:

"Todo aprendizaje es un interaprendizaje".

Reitero: estamos en el precioso terreno de la
pedagogía radiofónica.

En ese ámbito, real, presente por todas partes de
nuestra América
Latina, podemos crecer como educadoras y
educadores.

Una pedagogía imposible de comprender, y de
practicar, sin partir de la comunicación en la vida
cotidiana y de la estética del medio, de las posibilidades
de cada uno de sus formatos.

Una pedagogía humana en lo profundo, porque pasa
de modo esencial por los seres humanos y no se ciega con las
madejas discursivas impuestas por las burocracias educativas, ni
mucho menos por las pretensiones de algunos discursos de decirlo
todo desde la distancia.

Una pedagogía fundada en la interlocución,
es decir, en voces que se
intercambian, que se entrelazan en el vértigo de la
pasión por la palabra y por el otro.

Una pedagogía de vigoroso entusiasmo, plena de la
energía que éste necesita, lejana de los discursos
exangües, carentes de la alegría de
comunicar.

Una pedagogía construida a partir de la palabra
caricia, distante de la palabra lanza, de la palabra violencia.

Una pedagogía tan digna como la que se atribuyen
otros sistemas
educativos, tan rica en posibilidades y en conceptos como la que
legitima la educación formal.

Una pedagogía sostenida por la memoria
compartida, construida palmo a palmo con quienes participan de
ese juego educativo.

Una pedagogía de la emoción y del
sentido.

Ponencia presentada en el

Coloquio internacional sobre educación
radiofónica y medios

comunitarios: participación, sostenibilidad e
identidad 
Lecciones
aprendidas y claves para el futuro en los

50 años de Radio Santa María
1956-2006

RNTC – Radio Santa María – Pontificia
Universidad Madre y Maestra

Santiago de los Caballeros, República
Dominicana Noviembre 27 al 29 de 2006

1 Lev Vigotsky. La genialidad y otros
textos inéditos
, Buenos Aires,
Almagesto, 1998.

2 Humberto Maturana. La realidad:
¿objetiva o construida?
México, Antrophos,
1995.

3 Placer y ternura en la
educación. Hacia una sociedad
aprendiente
. Madrid,
Nercea, 2001.

4 Freire, Paulo. Extensión o
comunicación?
, Buenos Aires, Siglo XXI, 1994.

5 Daniel Prieto Castillo, "La
comunicación universitaria", Mendoza, mimeo,
1998.

6 www.sintecho.org/

7 Movimiento de los sin Techo. Programa
de educación satelital para la marginalidad
. Santa Fe,
Argentina, 2003.

8 Daniel Prieto Castillo & Amable
Rosario. "La radio en la educación a
distancia", San José de Costa Rica, RNTC,
1993. Mimeo.

9 Bruce Girard. Radioapasionados. 21
experiencias de radio comunitaria en el mundo. Quito,
CIESPAL. 1991.

10 Mario Kaplún. Producción de
programas de radio
. Quito, CIESPAL, 1978.

11 "La emisora popular: tres formatos
educativos". Amable Rosario, Revista
Chasqui No 10, Abril-Junio 1984. pág. 20 a
25.

12 Arnheim, Rudolf. Estética
radiofónica
, Barcelona, Gustavo Gili, 1978.

13 Radioapasionados…,
citado.

14 Alfonso Gumucio Dagrón
Haciendo olas. Historias de comunicación participativa
para el cambio
social, Nueva
York, Fundación Rockefeller, 2001.

15 Cristina Romo. La otra radio. Voces
débiles, voces de esperanza
. Fundación Manuel
Buendía, México, 1990.

 

 

 

Autor:

Daniel Prieto Castillo

Lic. en Filosofía. Doctor en Estudios
Latinoamericanos (UNAM).
Especialista en comunicación
social. Investigador, docente, periodista. Fundador y
director de la Especialización en Docencia
Universitaria (Universidad Nacional de Cuyo – Mendoza,
Argentina).

Partes: 1, 2
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