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Los aspectos poco conocidos de la soya (página 2)



Partes: 1, 2

Los inhibidores de la tripsina aumentan el riesgo de sufrir
de cáncer de páncreas (Liener IE, Posible adverse
effects of soybean anticarcinogens. J Nutr, 1995, 125, 744S-750S)
al potencializar 2 cancerígenos pancreáticos conocidos,
la azaserina y la nitrosamina.

Los fitatos en la soya son abundantes y más duros que
en cualquier otra leguminosa. Los fitatos se enlazan a metales
tóxicos como el cadmio, pero también se enlazan a
los minerales
requeridos como el zinc y el hierro. Los
fitatos son la causa principal de un crecimiento pobre, anemia,
incompetencia del sistema
inmunológico y otros problemas de
salud en los
países del tercer mundo donde las dietas a base
de plantas son la
norma y las deficiencias minerales son comunes pero tienen
beneficios potenciales para la salud en los omnívoros bien
alimentados cuando se usan para una desintoxicación o el
tratamiento de algunos tipos de cáncer
(www.hector.solorzano.com/articulos/hexafosfato.html) (Lott John
NA, Ockenden, Irene et al. A global estimate of phytic acid and
phosporus in crop grains, seeds and fruits. Food Phytates,
15).

Varios productos de
la soya como proteína vegetal texturizada llevan muchos
fitatos intactos haciendo que los infantes alimentados con
fórmula de soya, los vegetarianos y otros grandes
consumidores de soya, estén en un mayor riesgo de sufrir
de deficiencias minerales (Anderson RL, Wolf WJ, Compositional
changes in trypsin inhibitors, phytic acid . saponins and
isoflavones related to soybean processing. J Nutr, 1995, 125,
518S-588S).

Las lectinas son proteínas
que se encuentran en los alimentos.
También se conocen como fitohemaglutinas y pueden afectar
nuestra sangre. Se
produce una reacción química entre nuestra
sangre y los alimentos que consumimos debido a estas lectinas que
están programadas de acuerdo a nuestra herencia genética.
Algunas lectinas de los alimentos tienen características
muy análogas a ciertos antígenos de la sangre, lo cual los hace
incompatibles entre sí. En la mayoría de las veces,
nuestros sistemas
inmunológicos nos protegen de las lectinas. Podemos decir
que el 95 % de las lectinas que obtenemos a través de la
alimentación, las podemos eliminar. El
problema es que ese 5 % restante puede llegar a la
circulación y causarnos problemas de salud. Una cantidad
pequeñísima de lectina es capaz de aglutinar un
gran número de células si
reaccionamos contra ella. Los científicos han descubierto
que las lectinas y los inhibidores de la tripsina son
responsables del crecimiento pobre, crecimiento del
páncreas y alteraciones digestivas. Pero debido a que las
lectinas de la soya son mucho más fáciles de
desactivar al cocerse, se asumió que las lectinas de la
soya son seguras mientras que se cocine la soya (Liener IE,
Effects of processing on antinutritional factors in legumes: the
soybenn case. Arch Latinoam Nutrition, 1996, 44 (4 Suppl 1)
48S-54S). Con el tiempo se
descubrió que la proteína de soya preparada para
consumo humano
retiene consistentemente niveles bajos de lectinas funcionalmente
intactas (Calderon de la Barca, AM, Vazquez Moreno L., Robles
-Burgueno MR. Active soybean lectin in food: isolation and
quantitation. Food Chem, 1991, 76, 335-343).

Las lectinas de la soya se unen a las vellosidades y a las
células de las criptas del intestino delgado. Este enlace
de la lectinas contribuye a la muerte
celular, a un acortamiento de las vellosidades, una
disminución de la capacidad para la digestión, la
absorción, la proliferación celular en las
células de las criptas, interferencia con las señales
hormonales y factores de crecimiento y cambios en la población desfavorable entre la flora
microbiana (Jindal S, Soni GL, Singh R, Biochemical and
histopathological studies in albino rats fe don soybean lectin,
Nutr Rep Inter, 1984, 29, 95-106).

Las lectinas ganan fuerza cuando
se combinan con otros antinutrientes de la soya; las saponinas.
Juntas son 100 veces más potentes que solas. El daño no
es aditivo sino sinérgico (Maenz DD, Irish GG, Classen HL,
Carbohydrate binding and agglutinating lectins in raw and
processed soybean meals. Animal Feed Sci Tech , 199,76,
335-343).

Por otro lado, las lectinas de la soya pueden contribuir a la
aparición de la diabetes tipo 1.
Hay algunos estudios que demuestran el aumento del riesgo (Fort
P, Lanes R et al. Breast feeding and insulin-dependent diabetes
mellitas in children. J Am Coll Nutr, 1986, 5, 439-441).

Estas lectinas juegan un papel en las reacciones
alérgicas. Son proteínas alergénicas y
causan daño a la mucosa intestinal, aumentando la
vulnerabilidad a las alergias alimenticias y ambientales..

Las saponinas son componentes amargos, biológicamente
activos en las
plantas que hacen espuma como el jabón en el agua y
destruyen a los glóbulos rojos. Desde hace mucho tiempo,
las saponinas se han usado como herbicidas naturales (Zablotowicz
RM, Wagner SC, Effect of saponins on the growth and activity of
rhizosphere bacteria. Saponins used in Food and agricultura.
NY Plenum, 1996, 83-95).

La principal preocupación por las saponinas es el
daño a las mucosas de los intestinos. Esto ocurre cuando
las saponinas se enlazan con el colesterol, causando daño
que resulta en un aumento de la permeabilidad intestinal conocida
como colon permeable.

Hemos visto que las saponinas también inhiben a ciertas
enzimas
importantes, como la succinato dehidrogenasa. Esta enzima es muy
importante en el ciclo del ácido cítrico, el cual
se requiere para que absorbamos los nutrientes, nos curemos y
crezcamos.

Otra cosa importante con relación a las saponinas, es
que pueden ser bociogénicas (Kimura S, Suwa J et al,
Development of malignant goiter by defatted soybean with
iodine-free diet in rats. Japanese J Cancer Res 1976, 67,
763-765). Los aislados de proteína de soya contienen los
niveles más altos de saponinas que cualquier producto de
soya.

Los oxalatos son compuestos no digeribles en los alimentos que
previenen la absorción del calcio. Contrario a la creencia
popular, los oxalatos no son significativamente neutralizados por
el cocimiento. Además de contribuir a las deficiencias de
calcio, pueden causar cálculos renales y vulvodinia.

Los alimentos más altos en oxalatos son las espinacas y
el ruibarbo. Generalmente no causan problemas ya que las personas
no los consumen en grandes cantidades. Hay otros alimentos que
pueden formar hábito. Este es el caso del chocolate y los
cacahuates. Lo mismo sucede con la soya, la cual es alta en
contenido de oxalatos.

En forma natural, la soya contiene manganeso lo mismo que
otros oligoelementos. Hemos visto que los niños
alimentados con fórmula de soya toman hasta 80 veces
más manganeso por día que los niños que son
alimentados con leche materna.
La leche materna contiene de 3 a 10 mcg de manganeso por litro,
la fórmula de leche de vaca de 30 a 50 mcg y la
fórmula de soya de 200 a 300 mcg. (Tran TT, et al, Effect
of high dietary manganeso intake of neonatal rats on tissue
mineral accumulation, striattal dopamine levels and
neurodevelopmental status, Neurotoxicology, 2002, 23, 635-643).
El exceso de manganeso en los niños produce un riesgo de
daño cerebral que puede llevarnos a alteraciones en
el
aprendizaje, déficit de atención y otras alteraciones en el
comportamiento
y hasta tendencias violentas (Goodman David, Manganeso mandes,
Wise traditions, 2001, 2, 53-57).

La toxicidad del manganeso es una amenaza múltiple para
los niños. En primer lugar porque absorben más
manganeso a través de sus intestinos permeables e
inmaduros, no pueden eliminar el exceso de manganeso porque sus
hígados son inmaduros y además son extremadamente
vulnerables al daño por el manganeso porque sus cerebros y
demás órganos todavía están
creciendo.

Los vegetarianos consumen más manganeso porque los
alimentos de plantas contienen mucho más que los alimentos
animales. Es
más probable que los vegetarianos absorban más
manganeso por las deficiencias de zinc, hierro y calcio que
frecuentemente padecen (Finley JW, Davis CD, Manganeso
deficiency and toxicity: are high or low dietary amounts of
manganeso cause for concerní? Biofactors, 1999, 10,
15-24). Además las dietas bajas en proteínas
contribuyen a la toxicidad del manganeso (Ali MM et al, Effect of
low protein diet on manganese neurotoxicity. Neurobehav Toxicol
Teratol, 1985, 7, 427-431). Se ha demostrado que estos factores
de riesgo casi siempre coexisten en personas que consumen mucha
soya.

En relación a otros metales tóxicos, los
alimentos de soya contienen fluoruro en forma natural y los
alimentos procesados de soya contienen mucho fluoruro.

La soya obtiene el fluoruro de la tierra y de
los fertilizantes comerciales. Y también los frijoles de
soya almacenados pueden obtener fluoruro del gas de fluoruro
de hidrógeno, usado como plaguicida (How
airborne flurides can poison food. Prevention, February 1972,
77-83).

Antes de que la fluorosis se manifieste como dientes moteados
o fluorosis esquelética, la exposición
al fluoruro afecta al sistema nervioso.
De hecho, el fluoruro puede jugar un papel en la epidemia de
déficit de atención e hiperactividad, alteraciones
de aprendizaje y
otras disfunciones cerebrales que son tan prevalecientes en
nuestros días (Foulkes Richard G, The fluride connection,
Townsend setter for doctors and patients, April 1998, 12-17).
También se ha ligado el fluoruro con osteosarcomas,
infertilidad, erupciones de la piel,
alteraciones gástricas, enfermedades tiroideas y
daños al sistema inmunológico.

Además de los metales arriba mencionados, la soya
contiene aluminio. Lo
obtiene a través de las raíces en la tierra y por
contaminación que viene de los aditivos, el
agua, los
contenedores de aluminio y latas. Las fórmulas infantiles
de soya contienen 100 veces más aluminio que el encontrado
en la leche materna.

El aluminio interfiere con el proceso
metabólico y celular en el sistema nervioso y otros
tejidos y se
ha ligado a la demencia, anemia, osteomalacia, fracturas,
pérdida de la memoria,
confusión y enfermedades digestivas (AAP, Policy
statement: Aluminum toxicity in infants and children (RE9607),
March 1996).

Creo que la conclusión es obvia, sobre todo
basándonos en que nuestros cuerpos simplemente no
están diseñados ni adaptados al uso seguro y al
metabolismo
más que de pequeñas cantidades de cualquier
alimento, incluyendo la soya, la cual no es parte de la dieta
original humana.

Las recomendaciones concretas podrían ser 1) no
alimentar a los bebés ni a los niños con
fórmulas substitutas de la leche hechas a base de soya, 2)
si se es consumidor de
productos de soya, tratar de consumir aquellos hechos con soya
orgánica, no transgénica, 3) no consumir productos
de soya si sufrimos de enfermedad celiaca, intolerancia a la soya
o síndrome de colon permeable, y 4) en caso de consumir
productos de soya, que sea en pequeñas cantidades.

 

 

 

 

Autor:

Dr. Héctor E. Solórzano, M.D., D.Sc.

Presidente de la Sociedad de
Retroalimentación Biológica de
Guadalajara

Coordinador de Medicina
Ortomolecular y Acupuntura en el Centro de Estudios de Medicina
Integradora de la Universidad
Autónoma de Guadalajara

Presidente de la Sociedad Médica de Investigaciones
Enzimáticas, A.C.

Presidente de la Asociación Mexicana de
Microscopía, A.C.

Presidente de la Sociedad de Investigación de Acupuntura y Medicina
Oriental, A.C.

Profesor de Farmacología del CUCS de la Universidad de
Guadalajara

URL: http://www.hector.solorzano.com/

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