- Nuevas ficciones para nuevas
mujeres - La imagen
social de la mujer latinoamericana a través de la
ficción - Breve
epílogo
Con la llegada del nuevo siglo comienzan a incrementarse, de
un modo progresivo, las series protagonizadas por mujeres
independientes y profesionales. Las series "de" y "para" mujeres
conquistan la pequeña pantalla y se convierten en un
filón para los anunciantes, que solicitan nuevas historias
que se adecuen a un nuevo perfil femenino de
telespectador-consumidor donde
integrar sus productos:
cereales para mantener la línea, perfumes, marcas de ropa,
cremas antiarrugas y anticelulíticos o cosméticos
de cualquier índole.
A pesar de los cambios, la mujer sigue
representándose bajo los mismos tópicos y
estereotipos, asociados, a menudo, al mundo de las emociones, la
pasividad, la maternidad y la sexualidad, en
entornos privados o íntimos como el hogar; mientras al
hombre se le
siguen otorgando, de un modo generalizado, atributos como el
raciocinio, el liderazgo y la
acción,
apareciendo normalmente en espacios públicos. Como
contrapartida, las series de ficción sirven para sacar a
la luz ciertos temas
directamente relacionados con la mujer, y que
hasta hace poco eran invisibles en la pequeña pantalla
como: la violencia de
género,
el acoso sexual,
la inmigración, la homosexualidad
o la dificultad para conciliar vida familiar y laboral; conflictos que
hoy, más que nunca, preocupan a la sociedad.
Nuevas ficciones para
nuevas mujeres
Sexo en Nueva York (2002) será
la serie que revolucione el conservador panorama existente en la
televisión española hasta ese
momento. Refleja la situación de unas mujeres nada
tradicionales y aparentemente liberadas, sobre todo en lo
relacionado con el sexo. Aun
así, la serie es objeto de numerosas críticas por
tratar la situación de la mujer contemporánea de un
modo frívolo y superficial. A pesar de su actitud
transgresora respecto al sexo, las protagonistas siguen
necesitando de una figura masculina para dar sentido a sus
vidas.
" Sexo en Nueva York marcó un
antes y un después en los papeles femeninos de las series
de televisión
(…) La serie revolucionó la imagen de las
mujeres en televisión, rompió con todos los
estereotipos. Empezaron a salir otras muchas con perfiles
similares, es decir, de mujeres desinhibidas a la hora de hablar
de sexo, mujeres independientes que lo mismo trabajan en una empresa de
prestigio que cambian los pañales a sus hijos… Mucho de
estas chicas hay en Mujeres desesperadas o
en Anatomía de Grey" -Alberto
Grondona en Tiempo de Hoy (2006, abril,
10)-.
Enrique Bueres (en el mismo artículo), subdirector de
canales de cine de
Digital +, considera que la tendencia no es más que "un
reflejo de lo que ocurre en la sociedad" (…) "Las mujeres
son protagonistas de series porque la mujer es protagonista en
el trabajo y
en el entorno familiar. Hay familias monoparentales donde ya no
necesitan a los hombres y mujeres autosuficientes que viven
solas". Si en los años 70 estaba de moda ser "progre"
y en los 80, ser moderno, desde mediados de los 90 hasta la
actualidad, se lleva ser gay, hombre o mujer; aspecto que se
refleja en el consumo en
general y en el consumo televisivo, en concreto.
"Estamos en un momento de cambios de roles familiares y de roles
sexuales y las series también lo evidencian. La
transgresión del tabú se hace siempre
paulatinamente. El que tenía una presencia en la sociedad
que asomaba era el de los hombres y el de las mujeres estaba
ahí y era lógico que fuese a
continuación".
En esa línea, Embrujadas (2002)
destacará como otra de las series protagonizadas por
jóvenes y atractivas heroínas. Pero no será
hasta el año 2005 con la emisión de
Mujeres Desesperadas , cuando las series
destinadas a audiencias femeninas comiencen a multiplicarse. Y es
que en la temporada 2005/2006 las mujeres se convierten en un
tema recurrente en las series de ficción. Incluso las
relaciones homosexuales son desarrolladas y narradas con total
naturalidad en series como L , emitida por
Canal Plus.
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