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El buen gobierno corporativo. Un tema instalado que exige respetar la representación de los públicos internos (página 2)



Partes: 1, 2

La ética es
la ciencia que
estudia las acciones
humanas en cuanto son buenas o malas. Se ocupa del deber
ser
, para lo cual presenta un conjunto de principios y
normas que
forjan el modo en que el ser humano se vuelva más
virtuoso. Esta ciencia se
ocupa de las acciones, pero hay un aspecto más
profundo: se interesa por el sujeto agente, sus
intenciones
, sus disposiciones personales para actuar bien,
su calidad moral. Por lo
tanto, al indagar cuestiones acerca de la ética nos
referimos tanto a las intenciones de las personas como a sus
acciones. Ambas están relacionadas pues la calidad humana
es el resultado de actuar bien.

Como tal, el rol de la ética constituye un tema de
análisis instalado en el mundo
académico de los negocios
así como en los medios de
comunicación, pero su complejo abordaje dificulta su
pragmática operacionalización. La
revalorización del rol de la ética en este
momento histórico, nos conduce transversalmente a
diversos planos de análisis: el personal, el
organizacional y el macro contextual, fuertemente condicionado
por la
globalización. La interdependencia existente entre
ellos ayuda a explicar la complejidad que enfrentamos cuando
intentamos viabilizar la existencia de buenos gobiernos
corporativos.

Lejos de presentarse como una cuestión
histórica, evolutiva, sigue siendo imprescindible debatir
qué significa ser ético en el plano
personal,
pues el contexto actual menoscaba el tiempo de
reflexión, impactando en la posibilidad de integrar
aquellos objetivos
motivacionales que guían al comportamiento
humano. El planteo se extiende transversalmente a la
realidad organizacional
, porqué las empresas deben
abordar este tema desde una perspectiva estratégica, 
según la cual indicadores de
competitividad, prestigio, imagen y
valoración de las organizaciones,
resultan condicionados por el hecho de sostener un comportamiento
socialmente responsable
. Resta preguntarse cómo se
vincula este interés
con el devenir del contexto global. A posteriori nos
cuestionaremos si realmente las empresas logran ser
ecuánimes al asumir responsabilidades más amplias,
en relación a todos los grupos
interdependientes, en el marco de contextos tan inciertos y
competitivos.

En el plano personal existe una fuerte dificultad en
los individuos para precisar qué significa ser
ético. Los factores que condicionan el desarrollo de
virtudes, más allá de las aspiraciones que destacan
los individuos en el plano personal, son diversos: a los premios
o castigos, se suma un orden convencional frágilmente
consensuado o el lugar que uno ocupa en la sociedad,
propiciando situaciones de iniquidad que vulneran valores como
el saber, la solidaridad y la
honestidad.  

Avancemos en el análisis del plano
organizacional
: ¿por qué hablar de ética
en el mundo de los negocios? La finalidad de la empresa, por
ser una comunidad de
personas, no es solamente producir riquezas monetarias, sino
también promover el desarrollo integral del bien
común
, lo cual involucra a todos los públicos
con los que interactúa, comunmente llamados
stakeholders, entre los que incluimos a los empleados, los
proveedores,
los clientes, la
comunidad lindera a la fábrica… por mencionar
algunos.

El bien común se consigue mediante la
práctica de conductas éticas
por parte de las
personas que componen la
organización. Con base en lo anterior, incursionamos
en diferentes ámbitos éticos desde los
cuales es posible analizar cómo puede resultar compleja la
conciliación entre los mandatos morales y las
prácticas organizacionales: exigencias en el plano
personal interactúan con las propias en el plano
profesional; a ellas debemos sumar la ética del directivo,
quién desde su función
toma decisiones que condicionan a otros, por ejemplo,
cuando fija objetivos, establece políticas,
genera estructuras;
pone en marcha un plan de incentivos, idea
un sistema de
control o
implementa procedimientos
para que otros individuos alcancen sus cometidos. Finalmente
también debemos analizar la ética de la empresa como
institución hacia afuera. Las organizaciones
desempeñan un papel en la sociedad[1], por
lo cual son responsables ante la comunidad por las implicancias
de sus acciones.

Desde esta perspectiva, la ética
empresarial ayuda a analizar la moralidad de
los actos y su correspondiente responsabilidad (imputabilidad de las
acciones
); de modo que proporciona un conjunto de
principios, criterios y directrices que nutren la
elaboración de la filosofía, la misión,
las estrategias, la
cultura
organizacional. Esta claro que las organizaciones tienen
fines propios… el punto crítico es cómo
integrarlos con los objetivos personales de sus miembros. Como
académica suelo ahondar sin
mayores dificultades en la construcción de la cadena de medios y
fines… pero en mi actividad empresaria, no experimento la misma
plasticidad… numerosas razones han contribuido a profundizar
esta discrepancia teórico- empírica.

Stoner, Freeman y Gilbert[2] definen la
ética como "el estudio de la forma en que nuestras
decisiones afectan a los demás y […] de los derechos y las obligaciones
de las personas, de las reglas morales que las personas aplican
cuando toman decisiones y de la naturaleza de
la esencia de las relaciones personales"
(Stoner et al.,
1990: p. 106).

Dentro del conjunto de reglas existen normas negativas o
prohibiciones
que buscan ayudar a eliminar alternativas malas
(por ejemplo: no injuriar, no mentir, no robar), pero que no
indican qué es lo mejor (son condiciones muy concretas,
necesarias pero no suficientes); y normas positivas o
principios para la acción
, cuya aplicación
práctica depende de la circunstancia, por lo tanto exponen
al ser humano a que utilice el sentido común y la rectitud
para discernir entre lo que es o no conveniente, a que busque la
mejor alternativa y luego la ejecute. Un ejemplo de estas normas
es la necesidad de actuar con justicia, con
honestidad.

En la búsqueda de las opciones debemos prestar atención al hecho de no tener una
visión simplificada de la realidad, observar el nivel de
competencia
profesional o habilidades administrativas[3] que
dispone la empresa para formular alternativas, así como no
desatender las posibles consecuencias de las acciones.

Lo anterior supone tener en cuenta aspectos económicos
(que constituyen la base del desarrollo y la continuidad
organizacional), armonizados con otras exigencias éticas
(no engañar a los clientes, no contaminar el ambiente,
etc.). De esta manera superaremos los dilemas
éticos
en el ámbito laboral con mayor
eficiencia. A
posteriori retomaremos el análisis de lo que significa
para las empresas un comportamiento responsable con miras a
delinear la implementación de modelos de
gestión
con contenido normativo.

Finalmente, el tercer plano de análisis que
propongo atravesar cuando analizamos el rol de la ética es
el macro contextual: ¿cómo se vincula este
interés por la ética en el mundo empresario,
con el devenir del contexto global?

El capitalismo
entró en una nueva dimensión cuando se introdujo en
la URSS y en toda su zona de influencia, provocando cambios
económicos, políticos y socio-
culturales.
  a fines del siglo XX, asistimos a la
formación de un "nuevo orden mundial"[4],
esta concepción sintetiza el  funcionamiento actual
de las relaciones entre los estados de la comunidad internacional
(Bertone de Daguerre et. al., 1998)

Se configura un sistema mundial en el que cohabitan lo
global y el particularismo, en el que lo mundial
estimula lo particular.
Se trata de un contexto caracterizado
por un mercado económico- financiero integrado, que
se sustenta en un fuerte desarrollo tecnológico
focalizado principalmente en la informática y en
una nueva dimensión temporal que acentúa la
instantaneidad, la capacidad de cambio, la
velocidad de
respuesta, el máximo rendimiento, el reemplazo del
concepto de
procesos por el de flujos. La información es un recurso que abunda y
circula, la competitividad y la transparencia de las reglas de
juego plantean
continuos desafíos. La economía del
conocimiento
reemplaza a la economía de
escala
.

El contexto presenta entonces, un mercado globalizado
que se caracteriza por intensos flujos de bienes y de
capital en
búsqueda de rentabilidad,
eficiencia, innovación
tecnológica y competitividad. Sin embargo el
fenómeno de la globalización, habitualmente presentado
desde esta perspectiva economicista también posee una
dimensión política y
socio-cultural.
La internacionalización
económica
se asocia simultaneamente con una
mundialización cultural y política.

Paralelamente, cuanto más nos integramos, los estados
pierden peso relativo frente a un nuevo agente social: las
empresas multinacionales, transnacionales o las organizaciones
sin fronteras.

De igual forma, asistimos a un proceso de
interpenetración cultural que promueve la
diversidad, el reafianzamiento de la identidad
étnica, el pluriculturalismo. El sistema revela la
coexistencia de unidades del sistema que experimentan procesos de
fragmentación social, se ponen de manifiesto quienes han
quedado excluídos, renace el espíritu nacionalista
o expresiones extremas como el fundamentalismo islámico,
mientras escuchamos y enseñamos que se revaloriza al ser
humano capacitado como generador de resultados exteriores.

Como columna vertebral del fenómeno globalizador,
aparece estrechamente asociado al mismo, el desarrollo
tecnológico
aplicado a los procesos productivos y en
especial al mundo de las comunicaciones. Esta revolución
técnica y científica, lejos de ser concebida como
un factor amenazador,  nos invita a reflexionar acerca de lo
que significa un aprovechamiento responsable de la misma y
pone de manifiesto la necesidad de reconvertir al factor humano
de manera que coexistan condiciones de libertad
ecuánimes y crecimiento
económico.

La influencia de la TV satelital, la red de Internet, la telefonía
celular, el fax, la
fibra
óptica, han abolido un obstáculo ancestral:
la geografía"[5]. La
combinación de proximidad física y la
aceleración del tiempo presente en esta
revolución cognitiva[6] cambian el
significado del conocimiento,
afecta el modo en que los hombres interactúan y modifica
hábitos y creencias. Esto incumbe a la
ética. El ser humano interactúa en tiempos
asincrónicos y en espacios distantes por lo que se
compromete menos, cambia también su capacidad sensorial,
ve y escucha cosas de distinta manera, experimenta una
discontinuidad temporal que se acentúa por existir un
desfasaje entre la cultura informativa y la
valorativa[7]. El  caudal informativo
descrito a través del lenguaje y de
la tecnología (lo que podemos situar en el
plano de la cultura
informativa) es mucho más acelerado que la
formación de hábitos y creencias (cultura
valorativa).

Estos conceptos culturales de fondo necesitan más
tiempo para madurar, su proceso de aprendizaje es
más lento. Los cambios constantes ponen de manifiesto
la coexistencia de normas viejas y nuevas, el hombre
pierde capacidad de forjar juicios morales y por ende le resulta
mucho más dificultoso desarrollar hábitos morales.
Percibe entonces una crisis moral. La facultad de juzgar
se adormece, el individuo
corre el riesgo de caer en
un estado de
apatía moral en los que la alogia (ausencia de
pensamiento) y
la anestesia (clausura de la sensibilidad), se hacen presentes.
La ética permite evitar esta intemperancia (akrasia) para
orientar racionalmente al individuo a esforzarse por el cuidado y
el dominio de
sí mismo, para aproximarlo a su plenitud.

Los valores no desaparecerán, porque las estructuras de
personalidad
del hombre los
alientan y les otorgan funciones. El
punto es que las normas no alcanzan a recogerlos, llegan
más tarde que los hechos. La sociedad vive expuesta a un
proceso de masificación donde se uniforman los consumos,
se piensa poco, se vive inmerso en un mundo vertiginoso, un mundo
donde el constante avance tecnológico acorta la vida de
los objetos, los desnaturaliza porque permite sustituirlos por
otros rapidamente.

Los sistemas
subjetivos no pueden acompañar esta velocidad de cambio,
propiciando estilos cargados de banalidad y automatismo,
más próximos al interés por el tener que
por el ser
, nos acercamos a una sensación de
vacío
que esta intimamente ligada con la dificultad de
poder
jerarquizar nuestros valores sociales (aún reconociendo
que éstos nos remiten a un plano subjetivo) y  con la
presencia de objetos o personas sin historia, objetos que no nos
exponen al temor a la pérdida o al duelo porque se
sitúan en superficie; son objetos que pueden sustituirse o
reemplazarse monotonamente.

El vacío es consecuencia de esa debilidad
axiológica, de ese contexto social que trata al hombre
como un ser indiferenciado, un elemento sin marco
histórico-social, hablo de dos conceptos el
vacío
versus la realidad y de el tener
versus el ser[8]. 

III. El buen
gobierno
corporativo: ¿cómo aproximarnos a modelos de
gestión comprometidos con el bien común?

Hemos comenzado revitalizando el rol de la ética
atravesando los tres planos de análisis y al hacerlo
retomamos el proceso circular, centrándonos nuevamente en
el plano de los individuos… la dualidad entre el hombre y la
sociedad se hace presente: productor de la misma y producto son
interdependientes, y es justamente esa interdependencia la que
nos conecta con la posibilidad de ejercer el rol
protagónico en la construcción de un mundo mas
sustentable.

 Ahora nos centraremos en cómo propiciar
modelos de gestión con contenido normativo
con miras a
que las empresas contribuyan el bien común.
¿Cuál es el bien común que deberían
buscar estos actores sociales? La producción eficiente de bienes y servicios; la
obtención de ganancias; el respeto a las
leyes; la
generación de un clima de trabajo que
estimule la realización; creatividad y
potencialidad de los trabajadores mientras ganan el sustento
familiar; la continuidad de la empresa; el respeto al medio
ambiente; la provisión de equipamientos sociales; el
desarrollo de la técnica y muchas cuestiones
más.

Según lo expuesto, la empresa incide en el nivel y en
la calidad de
vida de los ciudadanos, en el progreso técnico que
posee un país, en la contaminación ambiental, en las relaciones
internacionales, en las actividades de los gobiernos.

Con frecuencia escuchamos, tanto en el ámbito
académico proveniente de la
Administración como en los medios de
comunicación, que las expectativas sociales respecto a
las responsabilidades empresarias, son cada vez mayores. Lo
anterior supone que la comunidad demanda
firmemente que las empresas cumplan con sus obligaciones sociales
(abarcando cuestiones económicas y legales), de
igual forma presionan para que acrediten su sensibilidad frente a
las demandas de la sociedad, con miras a promover rápidas
respuestas a las cambiantes condiciones sociales (grado de
sensibilidad social) y que esperan que estos instrumentos
de poder, se comprometan con un ejercicio responsable de sus
funciones puesto que las acciones de las empresas impactan en la
sociedad (responsabilidad social) [9].

Durante la década de los 90, surge la
Teoría de la ciudadanía corporativa (C. C. o
corporate citizenship), autores como Waddock y
Graves[10] (1997) o Waddock y
Smith[11] (2000) explican que la Ciudadanía
Corporativa es un proceso mediante el cual una
compañía desarrolla y administra las relaciones con
sus múltiples stakeholders, de manera que afirman
que se ocupan tanto de la rentabilidad como de estas relaciones.
Logan, Roy y Regelbrugge (1997) precisan que la
ciudadanía corporativa varía entre los
mínimos deberes legales y éticos, por un lado y un
comportamiento responsable y proactivo, por el otro. Indican:
"Como mínimo la Ciudadanía Corporativa significa
adherir a las leyes, regulaciones y prácticas de negocios
aceptadas donde opera la compañía. Según una
interpretación más amplia,  son
las formas de conducta de la
empresa que reflejan un comportamiento responsable y proactivo
tanto en los negocios, como con los integrantes de la empresa, la
comunidad, la sociedad y el medio ambiente
" (Logan et.
al.[12], 1997; cito por Milberg et.
al[13]. , 2006: p. 6).

Habitualmente corroboramos que en países como
Argentina, parece irreconciliable aunar los requerimientos
éticos y la vida práctica de los negocios.
Espontáneamente surgen actitudes
cínicas, hipócritas, o el rechazo inmediato a
pensar que las empresas buscan algo más que la
generación de riquezas.

En consecuencia, se vuelve necesario integrar los
requerimientos éticos y la vida práctica
empresaria, a fin de nutrir cómo estas herramientas
sociales, configuran la misión, moldean la cultura
organizacional, o seleccionan alternativas de cursos de acción
con miras a concretar los objetivos planeados. Es imposible
sostener una dicotomía entre la ética y el "hacer
negocios". Está claro que estos vehículos de
cambio, tienen más poder que los actores
individuales  y que a su vez,  condicionan el accionar
de sus miembros.

Hemos visto que el estudio de la responsabilidad
social empresaria (RSE), también conocida como
ciudadanía corporativa (CC), hace referencia al
concepto y a la práctica sobre
cómo la empresa se relaciona con la sociedad y
cómo ambas
se influyen mutuamente. La
cuestión central es configurar un mapa de
responsabilidades sociales corporativas
con base en la
articulación de tres pilares: la diagramación de un
sistema integrado de objetivos (medibles en términos de
valor,
atributo, horizonte de tiempo y unidad de medida), abordando un
grupo de
ámbitos genéricos de responsabilidades corporativas
y accionado a través de un conjunto de herramientas que
estimulen el comportamiento humano.

No ahondaremos en el marco
teórico que sustenta la elaboración de un
sistema integrado de objetivos pues no responde a los fines de
nuestro paper. Por el contrario focalizaremos nuestro
interés en articular los diversos objetivos
estratégicos y operacionales en torno a un mapa
de responsabilidades corporativas.

Concretamente, nos proponemos encauzar el mapa
trabajando en tres ámbitos genéricos de
responsabilidades corporativas
[14] , nos
referiremos a las:

1.     Responsabilidades
económicas,

2.     Responsabilidades Sociales y a
las,

3.     Responsabilidades Ambientales.

Cabe aclarar que si bien cada uno incluye aspectos claves
cualitativamente diferentes, también existen ciertas
superposiciones parciales con otros ámbitos. Diremos que
las empresas poseen desafíos mixtos, difícilmente
pueden actuar como organizaciones económicas puras.

Numerosas empresas utilizan esta noción de tres facetas
de la responsabilidad corporativa cuando definen sus misiones,
por ejemplo: el grupo de empresas Royal Dutch / Shell expresa que
quiere producir "progreso económico, desarrollo social
y mejoramiento ambiental
(Moody- Stuart[15],
1999), subrayando su interés por "la gente, el planeta,
y los beneficios
" y publica informes de
sus avances en las "realizaciones económicas", las
"realizaciones sociales", y las "realizaciones
ambientales
" (Shell Report[16],
2000).

Otro aspecto a destacar es que al desarrollar el planeamiento
organizacional, la misión y el entorno constituyen
condicionantes que guían el modo en que la empresa define
sus múltiples responsabilidades corporativas ambientales,
sociales y  económicas. El primer paso o fase
cognitiva
  supone identificar los temas pertinentes a
cada ámbito y a posteriori, efectivizar una fase
evaluativa
desde el punto de vista ético, asignando
prioridades mínimas, obligaciones positivas más
allá de los mínimos y aspiraciones ideales
éticas, sin menoscabar la posibilidad  de medición de cualquier tipo de objetivo.

 A continuación ejemplifico un listado de
ámbitos de responsabilidad corporativa.

1. Ámbito económico, con aspectos
productivos y distributivos interrelacionados.

1.1 Producir/ maximizar ganancias:

– A corto plazo;

– A largo plazo.

1.2 Preservar/ incrementar los bienes de los propietarios
inversores.

1.3 Mejorar la productividad:

– Mejorar la calidad de los productos y
servicios

– Mejorar la calidad de los procesos de producción

– Mejorar la calidad de los factores de producción

1.4 Respetar a los proveedores.

– Cumplir las pautas de pagos.

– Promover honestas actividades integradas.

1.5 En lo que respecta a los empleados:

– Conservar/ crear empleos;

– Pagar salarios justos,
ofrecer beneficios sociales;

– (Re)- educar a los empleados.

– Promover climas de trabajo que estimulen oportunidades de
crecimiento personal acopladas a los intereses de las
compañías (ej. Buzones de sugerencias, talleres de
ética)

1.6 Ser correctos con los competidores.

– Fomentar propuestas de alianzas que contribuyan a la
integración del negocio a nivel
país.

– Crear lazos que fortalezcan el desarrollo de la
actividad.

1.7 Servir a los clientes.

2. Ámbito social:

-         
Preservar y fomentar la salud.

-         
Estimular actividades que agreguen valor a la educación de la
comunidad inmediata o general.

-         
Respetar el espíritu y la letra de leyes y
regulaciones.

-         
Respetar las costumbres sociales y la herencia
cultural.

-         
Comprometerse con la vida cultural y política.

3. Ámbito ambiental:

3.1 Comprometerse con el desarrollo
sostenible:

-         
Consumir menos recursos
naturales.

-         
Descargar menos elementos en el ambiente.

Etc.

Las realizaciones económicas, sociales y
medioambientales están entretejidas, se solapan
mutuamente. Por ej. el decidir abrir una planta adicional en una
zona remota puede ampliar la capacidad de producción para
aumentar la facturación, y también generar empleo a
personas de la comunidad local, de manera que la empresa
satisface simultáneamente responsabilidades sociales y
económicas.

El enfoque supone la continua medición de la
productividad y el impacto total a largo plazo de la inversión de recursos, de
manera que servir a los clientes sin engañarlos, tratar
correctamente a los proveedores, pagar salarios elevados, o
reeducar a los empleados, por citar un conjunto de
responsabilidades a priorizar, contribuyan a aumentar la riqueza.
La idea es equilibrar el diverso conjunto de responsabilidades
corporativas sin acercarnos a puntos culminantes de riqueza, si
la empresa se encuentra ante una declinación de la
riqueza, quienes gestionan enfrentan el reto de reformular su
estrategia.

¿Cuáles la utilidad de este
enfoque? Cuando las empresas especifican sus  ámbitos
de responsabilidades, desde la perspectiva interna (fase
cognitiva) alienta el sentido del comportamiento proactivo de los
miembros; de igual forma, el segundo paso permite que se la
evalúe externamente, de manera que los principios
éticos dejan de ser enunciados intelectuales
o buenas intenciones.

De esta manera volcamos  en hechos la idea de que la
ética corporativa surja del interior de la organización, como una forma de compromiso
que aúna esfuerzos directivos y de sus subordinados, mas
allá de los grupos de
presión, o de las exigencias legales.

Resta accionar estos objetivos a través de un conjunto
de herramientas que estimulen el comportamiento humano. A la
fijación de objetivos organizacionales integrados y
medibles, debe sumarse la evaluación
de desempeño; la declaración de valores, el
ejercicio de estilos de liderazgos directivos ejemplificadores y
elementos culturales fuertes[17], junto a
prácticas de capacitación teóricas
específicas y en ética, la realización de
auditorias
independientes, los mecanismos formales de protección y la
difusión de serios códigos de
ética[18].

El desarrollo de estos conceptos pone de manifiesto que la
empresa extiende su interés por vincularse
responsablemente con todos los públicos con los que se
vincula. En este sentido, de un enfoque endogámico
centrado exclusivamente en los accionistas /propietarios
(stockholders), la empresa busca mejorar la incidencia de la
actividad específica en los stakeholders o grupos
directos e indirectos que tienen "algún tipo de
interés en las operaciones
empresarias, que le brindan su apoyo y ante los cuales la
organización es responsable
"
(Freeman[19] et al., 1995). Esto nos induce, por
un lado, a reflexionar acerca de lo inapropiado de separar a la
ética de las actividades de una compañía y,
por otro lado, a propiciar el abandono de la idea "seudo
realista" de que "negocios son negocios", como si la amoralidad
fuese una característica implícita del mundo
empresario[20].

IV. Los
públicos internos y su gestión:
¿responsabilidades empresarias
ecuánimes?

Solemos afirmar que en esta "sociedad posindustrial" el
recurso significativo es el
conocimiento. Los sectores productivos agro-industriales y el
área de servicios incrementaron los resultados operativos
tras implementar recursos tecnológicos que maximizaron el
uso de los factores de la producción[21].
El interés central es volver más productivo al
trabajador no manual. El actual
desarrollo tecnológico se ha focalizado como hemos
analizado, en la informática. La tecnología del
silicio permite almacenar y procesar un enorme caudal de 
información y coloca al conocimiento
tecnocientífico en un lugar de privilegio junto al
mercado. En
esta era del conocimiento[22], las empresas deben
ser creativas, innovadoras; ya no consiguen agregar valor
solamente por medio del control de costos, el uso
eficiente de los recursos o la implementación de
estrategias de marketing. El
activo intangible más importante es el conocimiento; el
capital
humano, poseedor del conocimiento es determinante para la
obtención de resultados.

Las organizaciones empresarias han modificado muchos
principios y directrices administrativas que respondían a
épocas anteriores, creadas sobre la base de una
visión del mundo más estable y previsible. La
búsqueda de adaptabilidad a la incertidumbre indujo al
cambio de conceptos y de contenidos en el mundo de los negocios.
Las empresas desarrollan nuevos métodos y
prácticas gerenciales para administrar estos contenidos
más intangibles[23].

El nuevo paradigma
vigente en las organizaciones que promueven la
modificación de la pirámide[24], le
asigna al conocimiento un doble papel: hacia afuera porque
le brinda al cliente
informaciones y soluciones
just in time; y hacia adentro, porque se capitaliza 
la información del exterior para distribuirla en los
distintos centros de decisión que se promueven en estas
estructuras más descentralizadas.

Stoner et al.[25], sostienen que como las
"culturas y las naciones están desapareciendo y la
nueva tecnología de las comunicaciones permite pensar en
el mundo como una aldea global, el alcance de las relaciones
internacionales e interculturales se extiende a gran
velocidad
" (1996, p. 53). Desarrollan un enfoque que
denominan de Compromiso dinámico, en directa
alusión al acento que deben poner los gerentes en el
involucramiento con los otros y a la necesidad de adaptarse
velozmente a los cambios. Con esta nueva teoría
organizacional resaltan la intensidad de las relaciones de las
organizaciones modernas y de las presiones del tiempo
[26] que rigen dichas relaciones.

Rosabette Moss Kanter[27] ha analizado el
nuevo modelo de
pensamiento
que pone en tela de juicio "las rigideces,
limitaciones y tradiciones jerárquicas de las
empresas
", señalando que la nueva forma de gestionar
supone "empresas menos jerárquicas, más
especializadas, más rápidas, más orientadas
hacia el servicio al
cliente y que incluye más equipos y más
proyectos,
más contacto entre el personal de distintos departamentos,
más colaboración entre clientes y proveedores,
más alianzas estratégicas y más conciencia de las
responsabilidades sociales
" (1999, p. 14).  En la
Era de la información, las organizaciones
desarrollaron la Gestión del cambio como
núcleo central de la estrategia empresaria. El cambio es
algo más que la simple diferencia con respecto al pasado,
sino que incluye una mayor adaptabilidad al futuro. Las
organizaciones son sistemas dinámicos y abiertos que
disponen de vías activas para la participación; los
agentes del cambio (los empleados) buscan mejores ideas, ejercen
influencias, utilizan bucles de retroinformación y
colaboran con aliados y socios de quienes también quieren
aprender. La tarea de los directivos es crear, construir, medir
y  producir tres activos intangibles que les ayudan a
gestionar el cambio: ideas, conocimientos y
relaciones
.

Moss Kanter explica que se valora el capital social y
aumenta el peso relativo del talento humano porque sólo
existe como potencial hasta que es activado, incentivado
la empresa. "Las empresas dispuestas al cambio cultivan la
imaginación para innovar; la profesionalidad para llevar a
cabo sus objetivos y la predisposición a colaborar
"
(1999, p. 36).

Las organizaciones del siglo XXI deben configurar una nueva
filosofía empresarial con foco en el
aprendizaje[28] y que tiene importantes
implicancias en el diseño
ya que deben modificar sus estructuras organizativas para lograr
adaptarse a los cambios que impone el contexto y alcanzar estados
de competitividad comparativos.

Peter Senge explicita los cuatro elementos de este paradigma
son:

1) Culturas organizacionales alineadas a su cometido, en
dónde todos coinciden en una visión compartida y
reconocen las relaciones recíprocas entre funciones,
actividades, procesos  e interacciones ambientales externas.
Se vuelve indispensable el espíritu colaborativo y el
forjamiento de valores como la solidaridad, la confianza y la
libertad así como se promueve el "compartir" el
conocimiento y valorizar resultados a futuro.  Las
organizaciones enfrentan el reto de adoptar "culturas
organizacionales flexibles" que sean sensibles a enfrentar las
diferencias que encuentran los individuos dentro de la
organización, dentro de las sociedades,
entre las sociedades.

2) Diseños organizacionales "reinventados"
("orgánicos"), más flexibles, a través de la
eliminación de los límites
horizontales y verticales y la proliferación del trabajo
en "equipo".

3) Estilos de liderazgo que
propicien el empowerment, faciliten la creación y
el sostenimiento general de una visión compartida acerca
del futuro y actúen como "gestores o colaboradores" que
estimulan el proceso de cooperación, necesario para que se
produzca la situación de aprendizaje.

4) Amplia disponibilidad de la información para que se
produzca el aprendizaje.
Esto significa que todos los trabajadores accedan a ella en forma
oportuna, precisa y que comparten el conocimiento en un marco de
libertad, sin temor a críticas o castigos (Senge,
1990).

Esta filosofía busca formular en el ámbito
organizacional, una nueva concepción del trabajo
caracterizada por la flexibilidad laboral, la cual se
define como la capacidad para ajustar en una empresa, la
calidad de los recursos humanos, a los cambios en la demanda y el
mercado, así como la de detectar las fuentes de
rigidez y superarlas con la finalidad de aumentar la
productividad y disminuir los costos[29].

Ahora bien. En el marco de una dinámica organizacional que busca concretar
objetivos, establecer ventajas competitivas a largo plazo y
garantizar su capacidad de adaptación a los sucesivos
cambios, se vuelve indispensable revisar si este proceso
gerencial asume de igual manera, su responsabilidad social hacia
todos los stakeholders.

El énfasis para con el público externo resulta
cabalmente comprensible: hemos analizado cómo se promueve
la integración entre objetivos sociales,
económicos- legales y medio ambientales. El punto central
es reflexionar cómo inciden estos enfoques gerenciales en
el "recurso más significativo" de la era posmoderna,
cómo lo percibe el público interno, si existe
realmente una ecuánime responsabilidad social interna y
externa por parte de los gobiernos empresarios.

 Esta claro que la Gestión del
conocimiento busca formular una estrategia de alcance
organizacional que estimule la adquisición,
organización, distribución e integración cooperativa
del conocimiento. Para generar las bases del
conocimiento  de valor para la organización,
se propicia el proceso sistemático de detectar,
seleccionar, organizar, filtrar, presentar y usar la
información por parte de los participantes de la
organización con el objeto de explotar cooperativamente
los recursos del conocimiento basados en el capital
intelectual[30] disponible[31]
.

Este proceso gerencial supone dos conceptos complementarios,
la Gestión del conocimiento y la capacidad de aprendizaje
constituyen las dos caras de una misma moneda:

-       La Gestión
del conocimiento propiamente dicha, busca acentuar la
capacidad empresaria de administrar el acervo de conocimiento
actualmente disponible; y

-       El concepto Learning
Oragnization
(la organización que aprende o
inteligente), se refiere a la capacidad que tiene la empresa de
enseñar a "aprender a aprender". No sólo es
importante poseer conocimientos; éstos se volverán
rapidamente obsoletos en la Era de la Información.
Es indispensable "aprender a aprender", desarrollar
en los individuos la capacidad de buscar nuevos conocimientos,
para construir el futuro, no sólo cambiar el pasado.

No obstante, los públicos internos merecen un
análisis mayor, con miras a indagar simultáneamente
la manera en que nos vinculamos en estos ámbitos de
trabajo y las diversas formas cómo impactan estas formas
de gestión en los públicos internos "con o sin
conocimiento".

Los valores que surgen son la competencia, el temor a la
pérdida del trabajo y del control de nuestras vidas,
estrechamente vinculados con una realidad laboral inestable en la
que alternamos continuos recortes, cambios de proyectos o
reestructuraciones.

  El ritmo de trabajo actual, exige poseer la capacidad
de asumir riesgos, tomar
decisiones velozmente y desapegarse a los vínculos, a los
reglamentos o a los productos,  porque todo es reemplazable
según lo indica el mercado. El economista Joseph
Schumpeter evoca el concepto de destrucción
creativa
cuando se refiere a los rasgos del carácter que desarrollan los nuevos
empresarios: desapegados al pasado, expuestos al desorden  y
a las situaciones límites de manera constante pero con una
gran tolerancia a la
fragmentación, lo que implica el poder sobreponerse a los
continuos pasos en falso que coexisten en las situaciones de
riesgo. Se convive en una cultura empresaria que exige capacidad
de asumir riesgos y que le atribuye más valor a la
juventud,
mientras se desvaloriza el peso relativo de la experiencia
acumulada con la edad,  con frecuencia asociada a la
rigidez.

No moverse es sinónimo de fracaso, aparece el 
miedo cuando se deja de actuar y se enaltece el cambio pese a que
no queden claros los lugares donde nos ubicamos en la sociedad,
lo que aprendemos de nuestros fracasos o la recompensa obtenida.
Los riesgos son también ilegibles.

El trabajo es para los sectores operativos, desde el punto de
vista operacional, claro y sencillo mientras que desde el punto
de vista emocional, se torna ilegible.  Por un lado pese a
que deben poseer especialización técnica, pierden
comprensión sobre la actividad que hacen como un todo,
conviven con la pérdida del oficio (en los sectores
más evolucionados tecnicamente desaparece el contacto
físico ya que el producto es en realidad una
representación en la pantalla que se debe supervisar, una
parte del proceso…). Por otro lado, el trabajador comienza a
experimentar actitudes de indiferencia frente a la presencia de
una tecnología que no les exige el desarrollo de un 
pensamiento crítico porque simplifica sus
tareas[32].

 Es el reino de la especialidad, el individualismo, la
alta capacitación y la escasez real de
integración. El sistema ha evaluado y aceptado
interrupciones o alteraciones en el nivel de calidad del proceso
de producción (ya sea por roturas de máquina o
desperdicios de material), pero también se ha asegurado la
versatilidad de producción, la obtención de niveles
óptimos de rentabilidad, el enriquecimiento de las tareas
de los altos mandos.

La construcción de nuestra identidad es un
desafío frente a la diversidad, a los contactos sociales
superficiales, sin vínculos profundos o de largo plazo, en
el marco de nuevos sistemas de trabajo (tele trabajo, centros
virtuales) o nuevas modalidades de trabajo: trabajadores por
contrato,
temporales u horarios flexibles que permiten retirarse cuando
termina el turno sin resolver ni entender los motivos de las
dificultades, sin ver el producto final.

  El desarrollo de actitudes
flexibles, intenta compensar la opresión que ejerce un
contexto cambiante y riesgoso que  nació en
oposición a la influencia agobiante de la rutina propia de
las burocracias anteriores. El hombre busca sobreponerse a las
presiones y restaurar su posición adaptándose a los
cambios, pero encuentra una gran paradoja: dicha flexibilidad le
genera ansiedad e impacta en su personalidad, integrada por tres
factores principales: el intelectual, el emotivo y el volitivo.
Experimenta cambios en su carácter, es decir en su
estructura
afectiva, constituida por la forma particular de reaccionar ante
el medio en que vive y observable en las actitudes y
comportamientos que adoptan rasgos de cada persona. Se
dificulta la búsqueda de la lealtad y el compromiso mutuo,
la existencia de objetivos a largo plazo, la capacidad de
postergar el placer en pos de un objetivo futuro.

El trabajador de hoy, encuentra que su voluntad es más
estática porque en ocasiones, está
atrapado en un medio que no le permite construir voluntariamente
el relato lineal de su vida, el principio de
especialización no responde a un desarrollo de carrera
planificado
sobre el cual construir la identidad, sino que
sigue un ritmo desigual y dinámico, propio de una
"especialización espontánea" que se relaciona con
los cambios tecnológicos.

El hombre experimenta que el rol del trabajo en el orden
cultural ha perdido su sentido ético, el "éthos",
el modo en que forja su segunda naturaleza, su
carácter, está expuesto a valores atemporales y
obligado a resistir sin apegarse ni comprometerse con nada… Por
otro lado, se vuelve más difícil ponerse en el
lugar del otro, respetar los derechos humanos,
generar bienestar, desarrollo y estabilidad social. La
solidaridad refleja la contribución al "bien común"
de todos y cada uno de los individuos interdependientes con las
organizaciones. ¿Cómo sostener relaciones
duraderas, desarrollar sentimientos de lealtad o compromiso en
instituciones
que se reestructuran continuamente? ¿Cómo incluir
el sufrimiento, la necesidad del otro, o la existencia de lo
diverso si no puedo forjar un "yo" estable, seguro, con
valores perdurables? 

El cambio constante revitaliza el rol de la ética, pero
debemos ser ecuánimes. Esto invita a revisar en qué
medida esta dinámica organizacional no limita la facultad
de juzgar de los trabajadores y por ende dificulta  la
posibilidad de adquirir hábitos morales (virtudes) y
condiciona el conocimiento de lo verdaderamente bueno para los
seres humanos.

 El primer principio de ética es el de "la
razón práctica". En este sentido, la capacidad
humana para discernir entre el bien del mal está orientada
a la acción, "el bien no es tanto para saberlo como
para hacerlo,  porque es bueno para la persona, es bien de
la persona
" (Melé, 1998)[33] y el mal
debe evitarse. Pero en el clima
organizacional actual que privilegia "el tener versus el
ser", corremos el riesgo de sobreponer la racionalidad
instrumental por sobre la  racionalidad ética. El
deseo de tener más, puede oponerse al crecimiento humano,
a ser mejores personas.

Parece fundamental comprender que la globalización debe
contemplar la idea de interdependencia  ética de tres
tipos de relaciones: la relación con el prójimo,
sin el cual no existimos, la relación con la
naturaleza  y la relación con uno mismo, aquella que
forja nuestra identidad, que nos hará  repensar
nuestros valores más profundos, la que permitirá
que la tolerancia no sea una forma resignada de indiferencia y
nos hará despegar de la superficialidad en el que el
sistema intenta atraparnos.

V.
Conclusiones

Hemos comenzado revitalizando el rol de la ética
atravesando los tres planos de análisis y al hacerlo
retomamos el proceso circular, centrándonos nuevamente en
el plano de los individuos… la dualidad entre el hombre y la
sociedad se hace presente: productor de la misma y producto son
interdependientes, y es justamente esa interdependencia la que
nos conecta con la posibilidad de ejercer un rol
protagónico en la construcción de un mundo mas
sustentable.

Más allá de los diversos enfoques con los que
intentamos operacionalizar los buenos gobiernos
corporativos
, los estudios realizados muestran una
relación positiva entre el compromiso social empresario y
el desempeño económico, sin embargo
enfrentamos dos problemas:

El primer punto conflictivo es que existe una clara
dificultad metodológica para medir de manera
confiable la responsabilidad social y el desempeño
económico. Cabe aclarar que las medidas sociales
suelen basarse en los contenidos de los informes anuales
empresarios, las citas de acciones sociales citadas en
periódicos de las empresas o en "índices" de
reputación que surgen de la "imagen pública". Por
su parte, las medidas de desempeño económico
suelen ser de corto plazo, como los ingresos netos,
el rendimiento sobre la inversión o los precios por
acción… cuando en realidad es muy posible que las
medidas de responsabilidad social empresaria tarden un lapso
bastante prolongado para incidir en las utilidades.

El segundo aspecto conflictivo es la dificultad para
determinar el sentido de causalidad: ¿las empresas
ganan dinero y por
ello luego se comprometen socialmente… o por el contrario,
¿el compromiso social mejora la reputación y eso a
largo plazo beneficia el rendimiento económico?

Lejos de subestimar estas cuestiones, la realidad es que no
hay pruebas
contundentes que indiquen que las acciones sociales de una
compañía afectan o perjudican el desempeño
económico… por lo cual resulta aconsejable que los
diversos niveles directivos escuchen las demandas sociales y
contingentes, cuando planifican, organizan, conducen, coordinan y
controlan. El foco no puede limitarse a la obtención de
ganancias.

Los compromisos morales no sólo se refieren a la
acción individual sino también a la
conjunción colectiva que representa una empresa. Los
efectos de estas acciones se sintetizan en la imagen
institucional
frente a la sociedad.

Hemos planteado que las organizaciones empresarias juegan
un rol principal en el desarrollo de los países, en
este sentido ostentan mayor poder en el contexto
globalizado y como correlato del  mismo deben asumir las
responsabilidades por las consecuencias de sus
acciones.

En particular los buenos gobiernos corporativos aun
deben considerar cómo ser ecuánimes con sus
públicos internos… una buena manera de comenzar es
mostrando interés por comprender cómo ellos
perciben sus ámbitos laborales, porque de estos
recursos también depende el éxito o
el fracaso de los procesos gerenciales.

Notas

[1] Drucker, P.: 1993, La Sociedad
Poscapitalista, (Editorial Sudamericana, Bs. As).

2 Stoner, J.; Freeman, R. y Gilbert, D.: 1996,
Administración, 6ª Ed. (Prentice Hall,
México).
Basados en: Freeman, R. E. (ed.), 1991, "Business Ethics: The
State of the Arts", (Oxford University Press, N. Y.) y Freeman,
E. R., 1990, "Ethics in the Workplace: Recent Scholarship", en:
Cooper, C. L. y Robertson, L. T. (eds.), 1990, International
Review of Industrial and Organizational Psychology 5, 103-
135.

3 Nota del autor: Cuando mencionamos las
competencias
profesionales nos referimos a conocimientos o habilidades
técnicas, habilidades interpersonales y
conceptuales. En tal sentido, la realidad indica que cuanto menor
sea la disponibilidad de estas competencias más
fácilmente se cae en la tentación de generar medios
ilícitos para la acción. Obviamente, esta
condición no es absoluta.

4 El Presidente George Bush introduce este
concepto en sus discursos tras
la crisis del
Golfo (1990-1991). Bertone de Daguerre, C. y Sassone, S. 1998,
Espacios y Sociedades del Mundo: Política, Economía y Ambiente. La Argentina en el
Mundo, ( Kapeluz, Buenos Aires), módulo 2, p. 75.

5 Idea desarrollada por Juan Archibaldo
Lanús,
embajador argentino en Francia,
durante el período 1998/1999.

6 La Revolución Cognitiva hace
referencia a la época actual, en el marco de la
sociedad metropolitana. No se limita a ser una
revolución científico- técnica en la que la
tecnología
de la información ha automatizado el procesamiento de
los datos
(informática) y la trasmisión de un punto a otro
(telecomunicación) sino que además se han
transformado las creencias acerca del "cognitio" o
conocimiento.  Un saber que es más "tecnicista" (vale
por su uso); más intenso y segmentado; más global
(menos local) y cuyo valor también se incrementa porque
genera otros conocimientos ( "medio").  Bilbeny, N.: 1997,
La revolución en la ética. Hábitos y
creencias en la Sociedad Digital, (Anagrama, Barcelona), pp. 14-
15. Negroponte, N.: 1995, El Mundo Digital, (Paidos, Barcelona),
Cap. 1.

7 La naturaleza
humana evoluciona a través del orden biológico
y cultural. La ética forma parte de la evolución cultural de la especie
humana  En el orden cultural distinguimos dos planos por el
que se trasmite la información: la cultura
informativa  y la cultura valorativa. Ibid nota 6, Cap.
2.

8 Nota del autor: Cuando el hombre reconoce que
su subjetividad está descentrada, dividida; tiene temor,
se siente vacío y se aísla generando un hombre
hiperindividualista, lo que socialmente se traduce en conductas
antisociales materializadas en manifestaciones de violencia,
adicciones,
stress. Ese ser
que no tiene marco de referencia de valores, ni historia, cree
poder llenar el vacío de su ser con "el tener" y esto
coincide con lo que el medio le ofrece, con estímulos
variados y vertiginosos.

9 Las obligaciones sociales constituyen el
fundamento de la participación social de las empresas y
remite al cumplimiento de sus responsabilidades económicas
(ganar dinero) y legales (no infringir las leyes). La
sensibilidad social  es la capacidad que posee una empresa
de generar respuestas a las demandas sociales en el corto y
mediano plazo, demostrando su grado de adaptabilidad frente a los
cambios acaecidos en el contexto. Robert Ackerman fue uno de los
primeros en definir este concepto al señalar que cuanto
más rápido se desarrolle esta capacidad, los
gerentes gozarán de mayor libertad discrecional sobre las
decisiones que deben tomar. Resulta obvio agregar que la
capacidad de respuesta se verá condicionada ante la
intervención de demandas judiciales, presiones sindicales
o reglas gubernamentales Finalmente, el concepto de
responsabilidad social  se refiere a la obligación
que tiene una empresa de cumplir metas que propicien el bien
de la sociedad en el largo plazo,
además de acatar las
leyes y obtener ganancias.  Robbins, S. & Coulter, M.:
2000, Administración, Sexta Ed., (Pearson
Educación,
México).

10 Waddock, S. and Graves, S. B.: 1997,
"Quality of Management and Quality of Stakeholders Relations: Are
they synonymous?", Business and Society 36 (3).

11 Waddock, S and Smith, N.: 2000.
"Relationships: The Real Challenge of Corporate Global
Citizenship", Business and Society Review 105 (1), 47- 42.

12 Logan, D. , Roy, D. and Regelbrugge, L.:
1997, Global Corporate Citizenship- Rationale and
Strategies,
(Washington DC: The Hitachi Foundation)

13 Milberg, A., Paladino, M. y Vassolo, R.:
2005, "Revisión de la Responsabilidad Social empresaria en
Argentina".

14 Lee Tavis y Enderle (1998) enunciaron el
enfoque de "concepto equilibrado de la firma" a fin de
especificar las responsabilidades de manera concreta desde una
perspectiva interna
así como para facilitar la
evaluación externa.
Enderle, G. y
Tavis. L.: 1998, "A Balanced Concept of the firm and the
Measurement of Its Long-term Planning and Performance", Journal
of Business Ethics, 17, pp. 1121- 1144.

15 Moody-Stuart, M.: June 1999. "Foreword",
Responsable Business. A financial Times Guide.

16 Shell Report 2000. Website: www.shell.com.
También en: How do we stand? , en Time, 11 de septiembre
de 2000.

17 Schein, E.: 1988, La cultura empresarial y
el liderazgo, (Plaza & Ianes Editores, S. A., España).

18 Genoud, A. 2007, La ética en los
negocios. ¿Cómo contribuye la ética al
desarrollo integral de las empresas y las personas? En Cardozo A.
et al, (coord.): 2007, Administración empresaria, Nueva
edición, (Editorial Temas,  Buenos Aires),
Cáp. 2, pp. 75- 160.

19 Esta idea fue desarrollada en un
artículo de la Revista
California Management Review, llamado "Stockholders and
stakeholders: A New Perspective on Corporate Governance
"
escrito por R. Edward Freeman y David L. Reed. Jasminoy, H. y
Feminis, C.: 1995: "La ética en los negocios y al
ética Pública", Cuadernos UADE 106.

20  Novak, M.: 1998, Los negocios como
vocación, (Emecé, Buenos Aires), Introducción.

21 Nota del autor: En el mundo industrial
avanzado observamos que las máquinas
realizan la mayor parte del trabajo agrícola e industrial.
Con el advenimiento de las máquinas controladas por
computadoras
las empresas pueden producir productos únicos y baratos,
adecuando rapidamente la oferta  a
la demanda del mercado. El mayor peso relativo está puesto
en la innovación, por lo cual  asistimos a un
proceso de desindustrializacíón; las
compañías se achican para facilitar la
circulación de la información hacia los centros de
decisión que poseen el conocimiento para asignarle valor;
se tercerizan las actividades de producción, mantenimiento,
o distribución (outsourcing) y se
invierten recursos en investigación y desarrollo, buscando
generar conciencia de marca
(mindshare), mientras se eleva el status del cliente
(customización masiva). Los trabajadores producen
más bienes que hace un siglo invirtiendo menos horas de
trabajo, un mayor número de  personas amplió
su expectativa de vida y transita este tiempo de forma más
sana, como resultado de la tecnología.

22 El conocimiento puede definirse a escala individual
como las creencias cognitivas, confirmadas, experimentadas y
contextuadas del conocedor sobre el objeto a conocer, las cuales
estarán condicionadas por el entorno, potenciadas y
sistematizadas por las capacidades de dicho conocedor y
establecen las bases para la acción objetiva y la
generación de valor". Pavez de Salazar, A.. "La
Gestión del Conocimiento en las organizaciones ". Universidad
Técnica Federico de Santa María; Consultar en:
www.gestiondelconocimiento.com/documentos2/apavez/gdc.html

23 El concepto de lo que asigna el "valor" a
una compañía se ha modificado y evidencia una
relación dialéctica entre lo intangible y lo
tangible. El traspaso de las actividades manuales a las
actividades mentales genera implicancias implícitas, por
ejemplo jerarquiza un bien tan intangible como el "valor
percibido por el Cliente -mercado". En 1988 Philip Morris
adquirió Kraft en U$S 12,900 millones de dólares,
de los cuales U$S 1,300 millones de dólares
correspondían a bienes, fábricas, propiedades,
productos en stock, etc. Los restantes U$S 11,600 millones
correspondían a bienes intangibles. Consultar en
www.gestiondelconocimiento.com/documentos2/pbelly/intangible.html

24 Nota del autor: Subyace la idea de que las
organizaciones rediseñan sus estructuras transformando la
tradicional pirámide en marcos formales más
orgánicos, tendientes a la formación de redes. La posibilidad de
integrar y compartir el conocimiento, además de ser
más sencilla en este tipo de estructuras, se constituye
como la premisa básica del concepto capital
intelectual.
No alcanza con poseer los conocimientos, estos
deben interactuar y difundirse para la toma de decisiones y la
generación de resultados; hablamos de conocimiento
sinérgico.

25 Stoner, J., Freeman, R. y Gilbert, D.: 1996,
Administración, 6ta. Edición, (Pearson Education,
México).

26 El concepto temporal también es
considerado por el Sr. José Alberto Berenguer, Director
Corporativo de Meta 4, empresa española que desarrolla
programas para
la "Gestión del Conocimiento". Esta empresa cuenta con
cerca de 1100 empleados y posee sedes en Atlanta, México,
Lisboa, Milán, Munich, Paris y San Pablo. El enfoque
sistémico que desarrollan remarca la necesidad de
considerar al tiempo como un factor crítico debido
a que las "ventanas por donde aparecen las oportunidades son cada
día más estrechas y eso hace que la velocidad de
reacción deba ser muy rápida". "Gestión del
Conocimiento. La Nueva Ventaja Competitiva"; Revista
Gestión, 13 de Marzo  del 2001.

27 Moss Kanter, R.: 1999, Las Nuevas Fronteras
del Management, (Paidos, Bs. As).

28 Senge, P.: 1990, The Fifth Discipline: The
Art and practice of Learning Organizations, (Doubleday,
N.Y.).

29 Quevedo, P.; "La  flexibilidad de la
relación laboral", Universidad Católica del Norte,
(Antofagasta, Chile).

30 El capital
intelectual de una organización está integrado
por cuatro componentes: los activos de
mercado (marca, clientes, distribución), los activos de
infraestructura (lo que nuestros individuos saben), los activos
de propiedad
intelectual (Know How) y los activos centrados en la
gestión y la cultura corporativa. www.gestiondelconocimeinto.com/documentos2/mudaondo/gdcon.html

31www.gestiondelconocimeinto.com/documentos2/apavez/gdc.html
. Pág. 3.

32 Los ingenieros industriales llaman maquinas
con un "diseño opaco" al fenómeno que experimentan
los trabajadores cuando se desvanece el reto que significa
resolver una tarea difícil. Los desperfectos exigen la
presencia de otros técnicos, se acentúa la
sensación de falta de control lo cual termina por degradar
al trabajador. Sennett, R.: 2000, La corrosión del carácter, (Anagrama,
Barcelona).

33 Melé, D.: 1998, "Notas
Técnicas sobre ética: Fundamentación de las
Normas éticas", IESE, art. 3.

Referencias
bibliográficas

-       Ackerman, R.: 1973, "How
Companies respond to Social Demands", in Harvard Business Review
51, ( 4 julio- agosto), 88-98

-       Bertone de Daguerre, C.
y Sassone, S.:1998, Espacios y Sociedades del Mundo:
Política, Economía y Ambiente. La Argentina en el
Mundo, (Kapeluz, Buenos Aires), Módulo 2, p. 75.

-       Bilbeny, N.: 1997, La
revolución en la ética. Hábitos y creencias
en la Sociedad Digital, (Anagrama, Barcelona), pp. 14- 15.

-       Drucker, P.: 1993, La
Sociedad Poscapitalista, (Editorial Sudamericana, Bs. As).

-       Enderle, G. y Tavis. L.:
1998, "A Balanced Concept of the firm and the Measurement of Its
Long-term Planning and Performance", Journal of Business Ethics
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-       Genoud, A. 2007, La
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ética al desarrollo integral de las empresas y las
personas? En Cardozo A. et al, (coord.): 2007,
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Temas,  Buenos Aires), Cáp. 2, pp. 75- 160.

-       Logan, D.  , Roy,
D. and Regelbrugge, L.: 1997, Global Corporate Citizenship-
Rationale and Strategies. (The Hitachi Foundation: Washington
DC).

-       Melé, D.: 1998,
"Notas Técnicas sobre ética: Fundamentación
de las Normas éticas", IESE, art. 3.

-       Milberg. A  ,
Paladino , M. y Vassolo, R. : 2005, Revisión de la
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-       Negroponte, N.: 1995, El
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-       Moss Kanter, R.: 1999,
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Católica del Norte, (Antofagasta, Chile).

-       Robbins, S. &
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(Pearson Educación, México).

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Fifth Discipline: The Art and practice of Learning Organizations,
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-       Stoner, J., Freeman, R.
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-       Waddock, S and Smith,
N.: 2000, "Relationships: The Real Challenge of Corporate Global
Citizenship", Business and Society Review 105 (1), 47- 42.

-       Waddock, S. and Graves,
S. B.: 1997, "Quality of Management and Quality of Stakeholders
Relations: Are they synonymous?", Business and Society 36 (
3).

 

 

 

 

 

Autor:

Dra. María Andrea Genoud

Partes: 1, 2
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