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Dos personajes mitológicos en los petroglifos de la caverna de Patana (Maisí, Guantánamo), Cuba (página 2)



Partes: 1, 2

Fig. 2. Boinayel, Gran Cemí de la Caverna de
Patana, Maisí, Guantánamo, Cuba. (Dibujo de la
representación de Harrington, 1935).

En la imagen se distinguen los ojos, en
forma de dos círculos, de los cuales descienden unas
líneas que se pierden en su rostro; la boca y la nariz. Las
extremidades superiores, algo imprecisas, bajan suavemente por
los bordes laterales de la estalagmita para unirse al frente y,
los órganos sexuales masculinos, están sugeridos entre
los dos miembros inferiores.

Fig. 3.Vista con orientación N de la
estalagmita Cemí. (Dibujo de la representación
de Harrington, 1935).

Con orientación N, se pueden apreciar varias
enigmáticas incisiones de forma laberíntica, a
continuación de las cuales se halla una faz contorneada por
una línea semicircular con los ojos y la boca en su
interior. Por otra parte en los frentes S y W se localizan otros
símbolos antropomorfos,
similares al anteriormente descrito e igualmente definidos por
pequeñas hendiduras que conforman los ojos y boca, pero que
lamentablemente, no han sido publicadas sus ilustraciones.

El que denominaremos petroglifo número 8, está
orientado al ESE y se corresponde con una cara ancha muy bien
delimitada por un trazo grueso, de unos 0.015 m, en el interior
de la cual se aprecian nítidamente la nariz, la boca y los
ojos conformados por pequeños hoyuelos, además de tener
ilustrada, al menos, una oreja.

Fig. 4.Petroglifo No. 8 de la Caverna de
Patana, Maisí, Guantánamo, Cuba.

Esta manifestación del arte rupestre se encuentra a la
altura aproximada de 0,80 m sobre el nivel del suelo y a unos cinco metros de
distancia del No. 9 que está francamente orientado hacia el
ONO y presenta al igual que el anterior un trazo de 0.015 m
ancho.

Fig. 5. Petroglifo No. 9 Caverna de Patana,
Maisí, Guantánamo, Cuba.

El No. 9, de forma ovalada, muestra en su interior los ojos
representados por dos segmentos de recta de unos 0,20 m en
posición vertical. Su altura sobre el nivel del piso es de
0,90 m. Es preciso señalar que ambos se localizan a una
distancia aproximada de 15 m del cemí cercenado.

En la cueva del Jagüey, como ya dijimos al principio,
hallaremos dos petroglifos que recibirán los números
seis y siete respectivamente.

El primero ó No. 6, que es el que nos ocupa, aparece
ejecutado en una gran estalagmita que se ubica a escasos metros
de la entrada de la cueva y mirando hacia ella con
orientación SO.

Fig. 6. Petroglifo No. 6 Cueva Jagüey,
Caverna de Patana, Mais", Guantánamo, Cuba.

El mismo consiste en un semblante de contorno ovalado en su
porción baja y rectangular en la alta, en el cual se
aprecian claramente los ojos, además de la nariz y la boca
unidas en un mismo trazo. El alto de esta grafía es de 0.19
m, su ancho es 0.16 m y permanece a 14.18 m del conjunto No.
7.

EL CENTRO CEREMONIAL CAVERNA DE
PATANA

Como es ampliamente conocido, ya desde el paleolítico,
los hombres se procuraron determinados espacios cavernarios donde
poder realizar con suficiente
privacidad, sus ceremonias mágico-religiosas.

Como todos los pueblos de la comunidad gentilicia, los
aborígenes que poblaron a Cuba tenían sus centros de
culto y adoración y en este sentido los hombres que se
asentaron en el poblado indígena de Patana Abajo, no
constituyen pues una excepción.

¿Dónde rendir mejor culto a las deidades de su
panteón mitológico, que no fuese en este
enigmático aposento, all donde la madre naturaleza hizo confluir las
impresionantes dimensiones de la entrada cavernaria y lo
intrincado del paraje donde está asentada?

Sin lugar a dudas, éste era el paraje idóneo para
que el hábil artista-hechicero creara las imágenes que, aún lejos
de su tierra natal, les amparaban y
facilitaban las labores de la vida cotidiana de este grupo humano.

De una nota de fray Ramón Pané, sacerdote
ermitaño que convivió con los aborígenes por
encargo del Almirante de la Mar Océana, se infiere el nivel
de relevancia otorgado por estos grupos al recinto y morada de las
deidades "…Le fabrica su casa con heredad y muchas veces al
año le hace la cohoba. …Y cuando quieren saber si
alcanzarán victoria contra sus enemigos, entran en una casa
en la que no entra nadie más que los hombres principales"
(en: Arrom, José J., pág. 43, 1990).

La cueva era pues una casa espléndida para los
cemíes y deidades objeto de culto. Es muy probable que
durante los días en que se hacía necesaria la
súplica a sus dioses le llevaran distintas ofrendas con que agasajarlos.
Retornemos pues a los relatos de Pané: "Algún día
solemne, en que llevan mucho de comer, pescado, carne, o pan, o
cualquier otra cosa, ponen de todo en la casa del cemí" (en:
Arrom, José J., pág. 39, 1990).

La cita anterior constituye un testimonio fehaciente de lo
especial de estas prácticas, además de otorgarle al
ritual una connotación religiosa por el hecho de realizar
oraciones y colocar ofrendas a las deidades.

MACOCAEL, GUARDIAN DE LA
CUEVA

No cabe la menor duda que de alguna forma se debía lograr
el cuidado y custodia de este importante centro de devoción
prohibido para todos aquellos que no contaban con el privilegio
de acceso.

En la comunidad gentilicia se presentaban de forma general
algunas prohibiciones sobre determinados objetos y actos que
regulaban la conducta social de los grupos
humanos. De este modo los tabúes rigieron las relaciones
sociales en esta importante etapa de la evolución humana.

Este curioso templo posee dos entradas conocidas: la primera,
alta y ancha, que da acceso al Salón del Gran Cemí y se
encuentra parcialmente bloqueada por los clastos que forman la
dolina haciendo casi imposible el tránsito a través de
ella; la segunda, baja y estrecha con relación a la
anterior, permite llegar al recinto a través de un
corredor.

Encaminando nuestros pasos a través de esta galería,
a ambos lados de la misma se distinguen los grabados numerados
como 8 y 9.

"Estando en aquellas cuevas, hacía guardia de noche, y se
había encomendado este cuidado a uno que se llamaba
Mácocael; ..un día tardó en volver a la puerta,
dicen que se lo llevó el Sol. Visto, pues, que el Sol
se había llevado a éste por su mala guardia, le
cerraron la puerta; y así fue transformado en piedra cerca
de la puerta" (Arrom, José J., pág. 24, 1990).

Un proceso inverso al que generan
los personajes metafóricos de los mitos pudiera estar ocurriendo
en el contexto que nos ocupa. Los guardianes pétreos
pudieran entonces tener el mismo valor funcional, en tanto
limitación del acceso al centro ceremonial de aquellos
personajes pertenecientes a la tribu, cuya presencia no era
permitida por el incipiente nivel de estratificación social
que ya manifestaban estos grupos culturales.

Fig. 7. Vista en planta de la galería de
acceso al salón del Gran Cemí donde se aprecia
la ubicación de los petroglifos 8 y 9.

Estas razones hacían necesarias la creación de
tabúes específicos que regularan la entrada a dichos
espacios vedados, amén de otorgarle un valor simbólico
a las grafías que debían suplir a los centinelas vivos,
confirmación al mismo tiempo de las prácticas
de magia homeopática o imitativa.

Las siluetas de este tipo, presentes en el Salón de los
Bichos -los Nros. 8 y 9- se localizan casi exactamente a los 15 m
de distancia de la base del Gran Cemí (ver Fig. 1), y a
ambos lados de la única galería que permite el libre
tránsito hasta el salón como ya hemos expresado.

Por otra parte, el que penetre en la cueva del Jagüey
encontrará a la figura que hemos denominado con el No. 6, la
cual bloquea su paso hacia el conjunto petroglífico que se
localiza a 14,18 m.

Todo lo anteriormente planteado, relacionado con la
posición de las grafías 6, 8 y 9 con respecto a los
accesos a los salones en que se localiza la generalidad de los
grabados y sus distancias casi exactas a estos (aproximadamente
15 m), nos ha llevado a pensar en la posibilidad de que estemos
en presencia de tres centinelas, cuya única misión es proteger el acceso
a la morada de las deidades de este importante centro
ceremonial.

La análoga distancia en ambos casos entre los centinelas
y los númenes, hace pensar en una intencionalidad que
reafirma nuestra hipótesis.

BOINAYEL, NUMEN PROCURADOR DE LA
LLUVIA

"..tienen muchos cemíes ..los cuales están hechos de
piedra o madera. y de ambas clases
tienen muchos; algunos que hablan, y otros que hacen nacer las
cosas que comen, y otros que hacen llover, y otros que hacen
soplar los vientos" (Arrom, José J., pág. 36, 1990).
Así, entre sus escritos, nos legó este testimonio el
fraile ermitaño Ramón Pané, de lo que conoció
en la Española.

Si nos dedicamos a analizar con detenimiento el rostro del
Gran Cemí a través de la fotografía y las
descripciones realizadas por Harrington, (Harrington, Mark R.,
1935, pág. 192 y Lámina LIX; Nuñez Jiménez,
A., 1975, págs. 209, 210 y 458), en él se distinguen
los ojos, de los cuales penden pequeñas lágrimas que
reposan sobre las mejillas, lo que constituye el rasgo
distintivo, por excelencia, del "llora lluvia", deidad masculina
asociada con la lluvia por los grupos de economía productora.

Los órganos sexuales masculinos, que también
aparecen representados, están sugeridos, en su extremo
inferior, entre los dos miembros inferiores, lo que también
sirve de soporte a nuestro planteamiento anterior.

Además debemos tener en consideración que la morada
de Boinayel era precisamente una cueva, lo que evidentemente no
es pura coincidencia. "Y en dicha cueva había dos
cemíes, hechos de piedra ..y cuando no llovía, dicen
que entraban allí a visitarlos y enseguida llovía. Y de
dichos cemíes uno se llama Boinayel y al otro Márohu"
(Arrom, José J., pág. 33, 1990).

Fig. 8. Distintos tiestos de cerámica con la
representación del dios de la lluvia Boinayel,
localizados en Cuba. (e).- Saimí I, Camagüey,
Cuba. (f).- Saimí I, Camagüey, Cuba. (g).-
Saimí I, Camagüey, Cuba. (h).- Asiento de
Pueblo, Patana Abajo, Cuba.

La lluvia, suceso de inapreciable valor para nuestros primeros
habitantes, estuvo plenamente asociada a las buenas cosechas, a
la posibilidad de vida de los animales, plantas y a la del hombre, en general.

El incipiente sistema de agricultura por ellos
practicado, dependía enteramente de este fenómeno.
Además, el hecho de que las precipitaciones sean asociadas a
la fecundidad y a la fertilidad de los campos, motivó
posiblemente, que este mitológico personaje fuese masculino
y por ende mostrara, muy bien definidos, sus órganos
genitales en la escultura.

Todo lo expresado parece indicar que no es un hecho accidental
el que esta figura fuese bañada por los destellos solares
iniciales. El rostro de esta imagen permanece iluminado en las
primeras horas del día, aún, durante ese fenómeno
astronómico conocido por Solsticio de verano, momento en que
el astro solar, en su movimiento sideral, se aleja
del Ecuador en su punto
máximo, correspondiéndose con la fecha del 21 al 22 de
junio, lo cual pudimos presenciar.

Fig. 9. Distintas representaciones asumidas por
autores dominicanos como el dios de la lluvia Boinayel,
en la República
Dominicana. (a).- Petroglifo de la Plaza de Chacuey.
(b).- Petroglifo de la cueva La Sábila. (c).-
Pictografía de la cueva El Ferrocarril. (d).- Idolo
de piedra.

BIBLIOGRAFIA

1.- Arrom, José J., (1990): "Relación acerca de las
antigüedades de los indios. Fray Ramón Pané".
Editorial Ciencias Sociales, La Habana,
Cuba.

2.- Arrom, José J., (1989): "Mitología y arte
prehispánicas de las Antillas". Editorial Siglo XXI, D. F.,
México.

3.- Calvera, Jorge y Funes, Roberto, (1991): "Método para asignar
pictografías a un grupo cultural", Arqueolog"a de Cuba y de
otras áreas de las Antillas, Editorial Academia, La Habana,
Cuba.

4.- Fernández, Racso; González, José; et al;
(1993): "Carta Informativa No. 1, Nuevos
petroglifos en la Caverna de Patana", época I, Proyecto Arqueológico
Guatiao, Sección de Arqueología,
ComitŽ Provincial Espeleológico de Ciudad de La
Habana, Sociedad Espeleológica de
Cuba.

5.- Fernández, Racso; González, José B.,
(2000): "El Enigma de los petroglifos aborígenes de Cuba y
el Caribe Insular", Editorial José Martí, La Habana, Cuba.
(En prensa).

6.- Harrington, R. Mark, (1935): "Cuba antes de Colón",
Colección de libros cubanos, Cultural S.A.,
La Habana, Cuba.

7.- Las Casas, Fray Bartolomé, (1912): "Historia de Las Indias", Ediciones M.
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8- Morbán, Fernando, (1994): "El arte rupestre de la
Sierra Bahoruco. Una visión universal". Editora Taller C.
por A. República Dominicana.

9.- Nuñez Jiménez, Antonio, (1975): "Cuba: Dibujos Rupestres". Editorial
Gráfica, Lima, Perú.

10.- Ortíz, Fernando, (1947): "El dios "llora-lluvias" de
los indios cubanos". Revista Bohemia No. 28,
Año 39, La Habana, Cuba.

11.- Tokarev, S. A., (1964): "Formas tempranas de religión", Pueblos de Australia y
Oceanía, Moscú,
U.R.S.S.

12.- Vega, Bernardo, (1987):"Santos, Shamanes y Zemíes",
Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, República
Dominicana.

 

 

 

 

 

Autor:

Racso Fernández Ortega

José González Tendero

Grupo Espeleológico Fernando Ortiz, Cuba

Sociedad Epeleológica de Cuba

En RupestreWeb –

Partes: 1, 2
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