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La Traslación Revolucionaria (página 2)




Enviado por William Izarra



Partes: 1, 2

Es así como se vislumbra la ruta de Arranque y el
movimiento de la Traslación. Los cinco motores del
gobierno tienen un efecto en el Proceso de orientación
bi-direccional. Motores que al arrancar con su fuerza demoledora
de lo viejo y tradicional, marchito e infectado de la cultura
egocentrista, abren caminos para que transiten las nuevas ideas y
modos de hacer la vida. El efecto bi-direccional se precisa en
los siguientes términos: (i) la primera dirección
de sus efectos es la generación de acciones destinadas a
cambiar significativamente la estructura del Estado y el
funcionamiento de la sociedad; y (ii) la segunda
dirección, que se comporta como complemento
recíproco y derivado de la primera, son los
estímulos potenciadores de acciones individuales y
grupales que los sectores revolucionarios desarrollan para
acoplarse al empuje de la fuerza de arranque.

 
Las acciones de orientación primaria se propagan e
irradian hacia tres ámbitos de la estructura
político-social: el jurídico, el ideológico
y el económico. La segunda dirección (efecto de la
bi-direccionalidad) es la generación de la fuerza
centrifugadora como multiplicadora de eventos específicos
en el ámbito de competencia de cada revolucionario.
  

3. Ámbito
Jurídico.

Las orientaciones primarias de carácter revolucionario es
sentar las bases jurídicas del Estado para darle
viabilidad al sistema del Socialismo del Siglo XXI (SSXXI). El
marco fundamental que sostiene al Estado será
profundamente modificado. Nuevas leyes transformarán las
estructuras existentes del aparato burocrático. En este
sentido estimo que lo más inmediato, para erradicar la
reforma, será la formulación de una nueva
legislación consecuente con la conversión del
gobierno en instrumento del pueblo. La Ley Habilitante (motor 1)
y la modificación constitucional (motor 2) son
instrumentos para facilitar el tránsito del naciente poder
popular. Así tendremos que, en el corto plazo,
aparecerán los proyectos de leyes que busquen la
transformación de las gobernaciones, alcaldías,
consejos legislativos y consejos municipales en verdaderas
unidades político-administrativas del pueblo. El avance de
la ley de consejos comunales incidirá para que esas
estructuras del poder regional o local sean modificadas
completamente o desaparezcan. Serán sustituidas por
expresiones del colectivo donde el ejercicio público lo
asumirá directamente la comunidad organizada. Esta
meta-objetivo va dirigida a cambiar las estructuras reformistas
del estado burocrático actual.

 
La conversión de la reforma o poder representativo (las
cúpulas son engendros de la representatividad
implícito en el modelo de la democracia representativa),
en poder popular o revolución, demanda un nivel bien
sólido del conocimiento universal, la conciencia
revolucionaria y la entrega comprometida, personal y grupal con
el Proceso. Se requiere por consiguiente fortalecer la base
teórica del SSXXI e ir a la práctica para activar
los postulados políticos, sociales y culturales que exige
la revolución.
  

4. Ámbito
Ideológico.

Activar los postulados políticos, sociales y culturales
que exige la revolución implica meterse de lleno en la
ideología revolucionaria (motor 3). Exige abarcar de
manera prioritaria el asunto que se ha constituido en el meollo o
corazón del Proceso Revolucionario: la activación
de la conciencia revolucionaria por vía de la
inducción ideológica. El ámbito
ideológico merece un tratamiento bien específico
pues contempla tres factores de cambio o transmutación:
(a) la red ideológica; (b) la transferencia de poder y (c)
el PSUV. 
 
Primer factor de cambio: La Red ideológica
Algo
no elaborado por el Proceso todavía que demanda su
implantación de inmediato para que fluya la fuerza de los
motores de arranque y se pueda materializar la traslación
del poder es la construcción de la red de centros
ideológicos a través de las unidades de
difusión y formación. Una de esas unidades, en fase
incipiente pero con nombre conocido, programa y voluntades es el
Centro de Formación Ideológica (CFI), el cual sin
formar parte orgánica del Estado se ha venido
constituyendo de manera espontánea como un factor del
poder popular. Estas unidades ideológicas activarán
en el territorio nacional todos los tipos de componentes
operativos didácticos, conocidas y por conocer, a fin de
difundir la ideología revolucionaria, formar
políticamente cuadros revolucionarios y estimular el
estudio, la investigación y la producción de
conocimientos. Nuevos conceptos derivados de la relación
constante entre teoría y práctica sobre el SSXXI
surgirán del seno del mismo pueblo.
  
El talento represado y al margen de la intelectualidad alienada
del modelo reformista tendrá la posibilidad de ocupar
espacios nunca antes permitido. El arranque va a exigir que la
teoría se escriba sustentado en la práctica del
revolucionario que viene actuando en todos los espacios que
abarca el Proceso. El campesino de Yaracuy, el pescador de Sucre,
el trabajador de la industria petrolera o el técnico en
informática, por ejemplo, todos tienen la
obligación moral y la relación de pertenencia con
la revolución para convertirse en productores
intelectuales del SSXXI. Escribir su acción, sus ideas y
sus realidades. Será entonces esa práctica
traducida en conceptos y juicios lo que se convertirá en
la teoría del SSXXI. Rompiendo paradigmas, la
práctica llevada a la teoría y escrita por sus
propios protagonistas es el método para crear los
postulados, principios, determinaciones y demás
constructos de orden teórico que el conocimiento universal
exige para generar una nueva tesis ideológica de
carácter mundial. Además, y esto es lo que remarca
la ruptura de paradigmas, esa tesis con fundamentos
científicos la escribe el mismo ejecutor.

 
Por otro lado, permitir que sea el practicante revolucionario
quien señale las pautas conceptuales de su hacer,
transmuta el conocimiento y quiebra la acción elitista del
monopolio de la producción de ideas, la cual ha estado
siempre atado a las cúpulas intelectuales que forman la
casta privilegiada del dominio del saber. Ahora, en el arranque
de la Traslación y la generación de Centros
Ideológicos en todas partes, la revolución
también estimulará el pensamiento popular y los
grupos de pensadores de base. Es en este nivel de la
dimensión revolucionaria donde se encuentra la
sabiduría y la proyección infinita del SSXXI.
Agrego a esta reflexión, extraída de la
observación cotidiana, que el revolucionario pensante
titulará los libros a ser escritos en esta Etapa de
Traslación, desplazando así a los grandes nombres
que recorren las librería nacionales e internacionales.
Los apellidos no nacionales de pensadores de otros pueblos y
naciones dedicados a la investigación que arrojan sus
resultados luego de sus estudios sobre el Proceso Bolivariano y
el SSXXI son quienes protagonizan, hoy en día, la
interpretación de la revolución venezolana. Por
supuesto que ese esfuerzo intelectual es siempre bienvenido,
además de aceptar el hecho incuestionable de que el
pensamiento, las ideas y los conocimientos no tienen fronteras ni
son exclusivos de nadie.

 
No obstante, en el momento coyuntural y de apertura
histórica para la posteridad de las generaciones futuras,
estamos en el punto universal de escribir una nueva teoría
política. Y esa teoría cuyo inicio, su
estímulo e incentivo lo enciende la revolución
bolivariana tiene que ser interpretada, practicada y
experimentada en primera instancia por los nacionales
venezolanos. Es a este pueblo al que le compete, le corresponde y
se la ha premiado con el privilegio de escribir la
fundamentación conceptual, principista, doctrinaria,
reflexiva y de proyección universal del SSXXI. Tienen que
ser los venezolanos los que indiquen la pauta y generen las
marcas imborrables de la génesis del SSXXI. Después
de ellos, todos los demás podrán seguir la ruta del
desarrollo teórico que ya se ha iniciado.

 
Segundo factor de cambio: Transferir el poder.

Derivado de los factores indispensables para elevar la
conciencia, a partir de la capacitación ideológica
es el manejo exacto, acertado y acoplado a la voluntad del
revolucionario el saber la trascendencia de la toma del poder
para transferirlo a la comunidad organizada. Las elecciones del
2008, por ejemplo, (gobernadores, alcaldes, consejos legislativos
y consejos municipales) se harán bajo el criterio de
asumir el acto electoral como acto revolucionario. El acto
electoral de carácter revolucionario incide en la
concepción ideológica del poder. En la reforma las
elecciones son un instrumento para perpetuar en el poder a las
clases dominantes. Mientras que en la revolución las
elecciones son la vía para emancipar al colectivo
nacional. Al transferir el poder, o toma de decisiones, a la
comunidad organizada se está generando un cambio en las
relaciones de poder. La dirección de la sociedad deja de
ser un privilegio de las cúpulas y empieza entonces un
proceso de adecuación de las comunidades organizadas a
ejercer el mando sobre sus respectivos colectivos. Los niveles de
conciencia alcanzado por el pueblo revolucionario y la
disposición del Presidente de profundizar el Proceso
crearán el escenario apropiado para la aplicación
de los conceptos del acto electoral como acto revolucionario: (i)
capacitación teórica y práctica de los
candidatos a los diferentes cargos; (ii) escogencia de los
candidatos a través de las asambleas populares de las
respectivas comunidades; (iii) transformarse en  voceros los
candidatos que triunfen en las elecciones; (iv) cambiar los
métodos de gestión reformistas de las estructuras
burocráticas del cargo por acciones de
administración popular; (v) gestionar el cargo con base en
los planes, programas y consultas que se hagan permanentemente en
las asambleas de ciudadanos.  

 
Tercer factor de cambio: PSUV
Finalmente, el tercer
factor que para el Arranque incide de manera determinante en la
difusión ideológica y la capacitación
política para poner en práctica los fundamentos del
poder popular es la creación de la Unidad Revolucionaria
como Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Tal como lo
asumió el Presidente, la unidad revolucionaria del Proceso
para esta nueva Etapa será la conversión de los
partidos y movimientos políticos en una gran estructura
colectiva como lo será el PSUV. éste tiene que
concebirse como instrumento político al servicio de la
comunidad. Incluye esta categoría de instrumento al
servicio del pueblo el rol de aparato electoral, bajo la
concepción del acto electoral como acto revolucionario;
esto es, tomar el poder, transferirlo al pueblo y capacitar a la
comunidad para que lo ejerza. Ese será uno de los roles
más significativos del PSUV en la nueva etapa del Proceso.
El papel del partido sigue siendo vital como mecanismo electoral.
Es significativo señalar que en el nuevo paradigma
establecido en 1997   –decisión del MBR-200 de
ir a las elecciones de 1998–   la revolución se
busca, se alcanza y se consolida por la vía electoral.
Camino para crear el poder popular. Ese camino lo construye el
partido político. Por lo tanto, en lo que respecta a lo
electoral como la vía de hacer la revolución, la
razón de ser del PSUV es ir a las elecciones para tomar el
poder y transferirlo a la comunidad organizada. Su lucha tiene
que orientarse a:
(i)
               darle
sustentabilidad a la formación ideológica y a la
enseñanza cultural de la concepción revolucionaria
como cambio de estructura;
(ii)
             profundizar
las diferencias entre reforma y revolución a fin de que se
asuman las fases del Proceso para consolidar el bien común
del colectivo;
(iii)
           capacitar
a las comunidades para el ejercicio del poder popular y, muy
particularmente, la ejecución del mandato constitucional y
de la ley creadora de los Consejos Comunales;
(iv)
           generar
la carrera del militante político con base en la
formación teórica, su ejercitación
práctica y su sometimiento a las decisiones
asamblearias;
(v)
             contribuir
con el poder del Estado en la preparación del pueblo para
la defensa integral de la Nación;
(vi)
           estimular
el convencimiento que la revolución no es pragmatismo sino
espiritualidad, lo que determina una concepción del mundo
y de la vida totalmente diferente a la reformista;
(vii)
         colocarse a
la orden del gobierno nacional para ampliar la base
política en las comunidades con el objeto de empujar, por
la vía de las acciones centrifugadoras de cada
revolucionario y de cada organización colectiva, los cinco
motores de arranque.
 
Hay que hacer la siguiente observación obligados por la
ruptura de paradigmas y el avance de la revolución. Es lo
relacionado al concepto de partido. Por la herencia de la reforma
(IV república) el partido es una organización
clientelar para usufructuar el poder. Se vale del pueblo para
perpetuar la asimetría del poder representativo,
burocrático, pragmático y capitalista. Esa herencia
se sigue arrastrando hasta los momentos actuales. Por eso es que,
con base en el marco conceptual de la Revolución
Bolivariana el cual se instituye como poder popular, el partido
reformista tiene que desaparecer y ser sustituido por un
componente orgánico que actúe para lograr la
realización plena del poder popular. Rol que le obliga a
subordinarse a la decisión permanente y constante de la
comunidad. El PSUV tiene entonces que comportarse como un ente
revolucionario, que se orienta por el Bien Común del
colectivo, que actúa para estimular de manera
significativa la emancipación del pueblo venezolano.
Así entendido su rol, el concepto de partido debe cambiar.
Hay que crear uno nuevo. Ese concepto debe ser parido por los
pensadores populares. Mientras llega, propongo el de Plataforma.
Tendríamos que saber entonces que al hablar de partido
estamos estableciendo una relación orgánica con el
sistema reformista. Es evocar la asimetría del poder, el
clientelismo y el usufructo de poder. Mientras que al referirnos
a Plataforma identificamos a una estructura política que
se organiza con base en el Bien Común del colectivo y se
coloca a la orden de la comunidad organizada para servirle y
ayudarla a su emancipación plena y permanente.  
 
 

5. Ámbito
Económico.

Finalmente en lo económico, durante el desarrollo de la
etapa de Traslación, el Proceso estimulará el
fortalecimiento del sector socialista de la producción.
Las cooperativas, las empresas de producción social y las
nuevas formas de intercambio que surgirán como
consecuencia del conocimiento popular serán los elementos
fundamentales que se implantarán bajo los criterios del
modelo de desarrollo endógeno y la nueva
geopolítica nacional. La creación de 21 polos de
desarrollo, ya iniciados en todo el territorio nacional,
serán la referencia del nuevo modelo socialista que se
aplicará en la revolución bolivariana. Estos polos
se forman con las unidades agrarias socialistas, el aparato
productivo apropiado, la infraestructura de comunicaciones, los
servicios y la tecnología para crear una nueva forma de
producción, distribución del producto y reparto
justo de los bienes generados por la actividad productiva.
Serán espacios geográficos estratégicamente
definidos, con potencialidades de producción socialista
conformados por la articulación de Fundos Zamoranos,
Núcleos de Desarrollo Endógeno, Centros
Técnicos Productivos Socialistas, Unidades Socialistas de
Producción, Comunidades Rurales, Centros de
Formación Ideológica, Unidades de
Investigación Teórica, Servicios Colectivos de
Atención a la Comunidad, Asociaciones Cooperativistas,
Estructuras Autogestionarias, Empresas de Comunicaciones
Sociales, y demás unidades productivas para acoplarse al
desarrollo endógeno y a alcanzar la prosperidad colectiva
del pueblo venezolano.
  

6. Segunda direcciónde los
Motores.

Dijimos arriba que los cinco motores de Arranque que marcan el
nuevo hito del Proceso, denominado como la Etapa de
Traslación, tienen un efecto en el Proceso Revolucionario
de orientación bi-direccional. Ya analizamos de manera
general la primera dirección de sus efectos que es la
generación de acciones destinadas a cambiar
significativamente la estructura del Estado y el funcionamiento
de la sociedad. Ahora procederemos a explicar la visón que
poseemos de la la segunda dirección, la cual se comporta
como complemento recíproco y derivado de la primera.
ésta la categorizamos como los estímulos
potenciadores de acciones individuales y grupales que los
sectores revolucionarios desarrollan para acoplarse al empuje de
la fuerza de arranque. Consideramos que las acciones
multiplicadoras de eventos destinados a la construcción de
poder popular es resultado de la conversión de cada uno de
los seres que apoya, trabaja, se identifica y lucha por el cambio
revolucionario, esa acción es la de asumir el rol de
Centrifugadora.
 

7. La
Centrifugadora.

La centrifugadora, como
máquina generadora de acciones en movimientos, constantes
y permanentes, actuará en el revolucionario como
propagadora de operaciones productoras de racimos de eventos
orientados a materializar los objetivos que se derivan de las
metas que buscan los motores de Arranque. Estos eventos se
componen de tareas específicas, las cuales crearán
nuevos racimos multiplicadores de obras y, así, de manera
sucesiva, se van originando los hechos que contribuirán a
concretar el poder popular dentro del marco del SSXXI. Por
ejemplo, la difusión ideológica estimula el estudio
para emitir conceptos y elaborar juicios. El estudio y por
consiguiente la producción intelectual (juicios,
conceptos, conclusiones teóricas y ejercicios
prácticos) permite elevar la conciencia revolucionaria la
cual  conduce a entender y valorar la organización
colectiva. ésta, genera el interés por la
producción de bienes, servicios y nuevos elementos
requeridos para la prosperidad de la nación. La
producción obliga a inventar métodos, crear
alternativas fácticas y en consecuencia procesar
tecnologías. El factor tecnología exige desarrollar
programas de investigación lo que induce a acceder al
mundo del conocimiento universal. Al conocimiento se accede a
través de estructuras concebidas para la producción
intelectual. éstas hay que hacerlas, ampliarlas o
complementar las existentes. El dominio del conocimiento eleva la
condición humana y produce nuevas formas de interpretar el
mundo y de concebir inéditas formas de vivir la
cotidianidad existencial.
 
Es decir, la dimensión humana que se conecta con el
conocimiento universal transforma al individuo en un elemento
dispuesto a generar un nuevo sistema cultural que pueda crear a
un nuevo ser. Esta síntesis de la razón humana que
busca la emancipación, la prosperidad y altos niveles de
felicidad en el pueblo y en el individuo es lo que se propone
lograr el SSXXI a través del método revolucionario.
Así opera la centrifugadora. De esta manera si nos
acoplamos a la difusión ideológica (el caso del
ejemplo que se describe) estamos actuando como centrifugadora
para empujar los motores de arranque y abrirle caminos al poder
popular, al SSXXI y a la revolución.
 
 
Como centrifugadora, el revolucionario que se acopla a los
motores de Arranque, se comportará como el árbol
que crece frondosamente, tal como lo establecen las leyes
naturales, con sus ramas, ramales y ramificaciones para alcanzar
su máximo desarrollo. Así mismo el Proceso
Revolucionario, como producto de la racionalidad social de la
comunidad organizada, alcanzará un nuevo estadio de
desarrollo y prosperidad colectiva en esta etapa de
Traslación si todos nos convertimos en centrifugadora.
 
La Centrifugadora busca la Revolución.

Como centrifugadora cada revolucionario aporta su momento, su
espacio y su contenido a la revolución. Conducta,
pensamiento, energía y síntesis creadora se mezclan
y entrecruzan cuando generamos un evento, un acto, muchos otros
más y los multiplicamos con la inventiva que poseemos para
que se materialice la Revolución en nuestro ámbito
de competencia, en nuestro espacio territorial o en nuestra
estructura orgánica de participación colectiva.
Todo esto enriquece y perfecciona la condición humana pues
le damos respuesta a nuestra revolución. Esa que llevamos
por dentro. La que concebimos en nuestros sentimientos. La que
manifestamos en nuestra lucha diaria. La que defendemos con
argumentos racionales, lógicos y hasta pasionales, pero
que demuestra nuestro apego por concretar las etapas sucesivas
que vendrán estimuladas ahora, en estos momentos, por los
motores de arranque.

Como centrifugadora buscamos esa revolución que es
producto de la acción consciente del pueblo estimulado por
las condiciones objetivas (estructura político-social) y
subjetivas (determinación de los escenarios
críticos). La conciencia revolucionaria nos hace ver que
la revolución induce al ser humano por vía de su
energía, su espíritu y su voluntad a buscar los
conocimientos necesarios para acceder a nuevos estadios de la
civilización humana.  Cuando llegamos a ese nivel del
entendimiento de la revolución, nos adentramos en sus
especificidades para racionalizar que la revolución es
energía (morfo-genética), que de manera potencial
puede canalizar nuestros sentimientos, conectarlos con la
conciencia y, de manera simbiótica, mezclados y
convertidos en una sola composición de fuerzas, fusionados
en un flujo de disposición anímica y certidumbre
racional, nos transporta a la dimensión espiritual, nos
ubica en el núcleo del amor y nos lleva a conocer entonces
lo que significa el Bien Común.

El Bien Común (satisfacción de las expectativas del
colectivo en sus niveles más elevados de lo espiritual, lo
moral y lo material) se materializa cuando esa energía,
como fuerza integral de nuestro ser que de manera asociativa
genera el raciocinio (intelecto) y los sentimientos (alma y
corazón), expresan amor por los demás y la buena
voluntad en nuestras acciones. Esa energía revolucionaria
es la centrifugadora que convertida en herramienta de
acción se toma como motivo existencial para concretar los
cambios de estructura que predica la esencia de la
revolución.

Además, la energía morfo-genética nos
conduce a internalizar sentimientos humanos de desprendimiento de
la vida material, sustituirlos por disposiciones espirituales y,
como resultado de esta postura ante la vida, entender y practicar
lo que implica ser discípulo de los dos pilares vigorosos
que sostienen y sirven de raíz al Bien Común. Esos
pilares son el amor al prójimo y la buena voluntad.
Posturas humanas que datan desde la prédica de Cristo,
entendidas como motivación substancial que determinan la
racionalidad del cristianismo primitivo y expresan la
auténtica vocación de fraternizar con el individuo
y los grupos humanos. Certeza plena del ser para practicar el
bien hacia los demás, sin dañar a nadie, respetando
los límites de alcance de cada quien. Proceder así
de manera sincera, espontánea, sin resentimientos ni
obligaciones. Transmutarse en un ser cuyos actos se impregnan de
humildad, solidaridad y afecto de verdad. Eso es
revolución. Eso es lo que busca el Socialismo del Siglo
XXI. Cuando sepamos querer a los demás habremos entrado en
la esencia revolucionaria. Estamos en la justa ruta del avance
revolucionario cuando expresemos afecto y solidaridad por los
ciudadanos, habitantes, pueblos de nuestro país y del
mundo.

El Socialismo del Siglo XXI crea un orden sociopolítico
para dirigir a la sociedad. Ese orden se concreta con el
establecimiento del sistema político-ideológico
cuya forma de expresión es la democracia directa, lo que
significa que la dirección del gobierno, las líneas
maestras (tácticas y estratégicas) que definen el
rumbo de la República y la concepción
filosófica del ser para el ejercicio político, lo
determina el mismo pueblo sin la intermediación de entes
colaterales. La democracia directa requiere de consciencia,
capacidad de asimilación, voluntad y constancia del
colectivo revolucionario (energía morfo-genética)
para sustituir la cultura representativa y reformista (IV
República) arraigada todavía en nuestro pueblo. La
democracia directa es el poder popular, valga decir, el ejercicio
directo del pueblo organizado que se deriva de la acción
colectiva, consciente y planificada, para dirigir la
República sin operadores ni intermediarios
políticos.
 
Ya pues, para finalizar, digamos entonces que el SSXXI se va
implantando en la medida que avanza la revolución. El
Proceso Revolucionario va cumpliendo sus momentos, fases y etapas
buscando siempre que se consolide la Revolución. Pero esta
no se decreta ni se teoriza. La Revolución para que se
materialice demanda la acción consciente (conocimiento
interior del ser que permite descubrir las virtudes, cualidades,
atributos y limitaciones propios para discernir e interpretar
nuestra realidad objetiva) del pueblo organizado para dirigir la
República. Para que la revolución implante el SSXXI
se requiere poseer claramente una concepción socialista
del mundo y la vida. Para que se consolide la revolución
se necesita que se generen los cambios de estructura de la
sociedad a nivel de las relaciones de producción, sociales
y de poder. Eso hay que lucharlo. La lucha exige conocer, saber,
manejar conceptos, elaborar posiciones claras para asumir la
revolución. Se necesita pues, el manejo de la
ideología revolucionaria como fuente generadora del
conocimiento para enfrentar las adversidades y oponentes. Para
tener argumentos durante la acción cotidiana de alcanzar
nuestras metas de vida. Si no hay ideología, ni
disposición anímica para cambiar y crear un nuevo
modelo de sociedad la revolución se pasma, fracasa, en fin
no se alcanza.
 
Los cambios de estructura, que son la médula de la
revolución, permitirán crear una nueva cultura
social y nuevos paradigmas de solidaridad y amor entre los seres
humanos. Esos paradigmas proceden de la concepción
ideológica que inspira la Revolución Bolivariana.
Para esto es que se crearon los motores de Arranque. Esto es lo
que justifica la Centrifugadora de cada revolucionario. Hacia esa
meta se dirige la marcha de la Etapa de Traslación del
Proceso Revolucionario.

 

 

Autor:

William Izarra

Partes: 1, 2
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