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Amor online: refugios, resistencias e inicios posmodernos (página 2)



Partes: 1, 2

Como decíamos, la Red cada día ofrece
más y mejor posibilidades de encuentro que el ritmo de
vida actual torna difícil en la llamada vida real.

Compartimos con del Brutto (1999) que "en la modernidad existe
una relación directa entre los procesos de
globalización y la intimidad, o las formas
de intercambios que afectan a la vida cotidiana y el
ámbito privado". Los cambios en los modelos de
intimidad han sido enormes en las últimas décadas.
La
comunicación como valor en
sí mismo ha adquirido un fuerte estatus.
Tecnologías y comunicación se han asociado fuertemente en
el imaginario de la sociedad
actual, habiéndose transformado la comunicación en
un valor ineludible de estos tiempos como señala Giddens
(1992) en La transformación de la intimidad
mostrando aspectos interesantes en lo que hace a las relaciones
de pareja y los modelos de intimidad en los últimos
tiempos.

Sin temor a equivocarnos podemos decir que la
comunicación es un elemento crucial en la
conformación de las parejas en la actualidad. Sin ir
más lejos, en la Red el amor
comienza como comunicación tecleada.

Este aspecto comunicacional es justamente el relevante en las
relaciones de la modernidad tardía, a diferencia de
algunas décadas anteriores. Vivimos una época de
comunicación sobrevalorada, exceso de búsqueda de
diálogo, a
pesar de que la palabra nunca agote las relaciones. En la Red en
muchos casos, las relaciones llegan a ir mucho más
allá del diálogo y la palabra.

Explorando el mundo
virtual

Cuando el mundo parecía ser más grande que en la
actualidad, los primeros exploradores de tierras remotas,
generaron sin pretenderlo nuevos mapas del mundo y
una relativización de concepciones en torno a las
costumbres, la cultura, el
sexo, la
alimentación y las necesidades vitales. El
mundo fue sufriendo paulatinamente de una suerte de
"estiramiento" hasta que llegó a su fin. Luego
comenzó el efecto contrario: el
empequeñecimiento.

Cuando el viaje de descubrimiento se transformó en
ciencia las
culturas pasaron a ser objeto de estudio y los
antropólogos debieron trasladarse físicamente a
lugares generalmente remotos desde una concepción
etnocentrista predominante.

Obviamente esos viajes
implicaban cierto consustanciamiento con la cultura, cierto
compartir de experiencias que permitía una lectura
más acabada de la sociedad o grupo en
estudio. La Antropología ha discutido largas horas sin
ponerse de acuerdo en cuanto a sus lecturas e interpretaciones de
los hallazgos, así como frente a la adecuada
posición subjetiva del investigador en el campo.

La literatura
científica abunda en ejemplos de distorsiones en los
juicios por etnocentrismo, producto de
distintos motivos que no son el caso detallar aquí. La
posición del observador con respecto a los informantes, su
elección, su traducción, la co-construcción de los relatos, todos estos
aspectos han generado intensos debates para esta ciencia.

El punto al que quiero llegar tras este breve recorrido por
los enfoques, es la crítica
a aquellos sectores que han tomado una posición
salvaguardadora de lo tradicional, sin capacidad de
exploración de lo nuevo.

Para el tema elegido aquí resulta de cierta gravedad ya
que la experiencia del usuario resulta crucial a la hora de
evaluar los amores online. Juzgar las (im)pertinencias de los
amores ajenos, sus estilos, los lugares en donde manifestarlos,
pareciera ser un enfoque soberbio, arriesgado y por cierto
peligroso.

La cultura del ciberespacio, con sus acontecimientos, sus
hechos y los relatos de los hechos que acontecen en ella, es
evidentemente parte de nuestra cultura, un producto de ella, pero
que a su vez remodela la cultura de base, creadora original de
esa "cultura ciberespacial". El ciberespacio proveedor de un
nuevo espacio psicosocial brinda elementos para repensar los
conceptos de sexualidad,
las comunidades (Turkle, 1995) y también el amor y sus
significados.

Entiendo de capital
importancia poder
introducirse en el nuevo campo de la manera que sea, pero meterse
al fin, para desde allí poder observar qué
implicancias tienen estas cuestiones para la vida real tal como
la entendíamos hasta ahora, si bien esta distinción
posiblemente pase a ser obsoleta en unos pocos años.

La dificultad para meterse en el campo, sin duda esconde
resistencias a
penetrar en mundos desconocidos, inquietantes y
desestabilizadores que muchas veces aparecen disimuladas bajo
discursos
soberbios como el de algunos intelectuales.

Resistencia al nuevo
amor por sus formas de inicio

Volviendo entonces a nuestro tema, ¿por qué
tanta resistencia
frente a las relaciones online? Por qué esperamos que un
enamoramiento online tenga 100 % efectividad cuando la realidad
offline señala otra cosa; o ¿acaso todos los
enamoramientos de la vida real terminan en bodas de plata? La
relación matrimoniodivorcio
tiende a equipararse en la actualidad, entonces ¿por
qué aludir al estatus de efímero al referirse a los
enamoramientos online?

El matrimonio como institución sagrada está
comenzando a transformarse en esa rareza que genera sentimientos
que van desde la admiración y la curiosidad hasta la pena
y la compasión.

¿Por qué esa resistencia que se observa frente a
este nuevo tipo de relación?

¿Qué mecanismos se mueven en nosotros para poner
en juego la
desvalorización defensiva, el agravio, la
estupidización o la patologización de todo o casi
todo lo nuevo?

Esa desvalorización se traduce en resistencia que
inclusive torna para muchos usuarios culpógena su
relación de amor online. Se observa no con poca frecuencia
que los usuarios ocultan estas relaciones en un comienzo para
evitar los comentarios maliciosos de sus pares o familiares.
Pareciera ser que comenzar una relación vía
Internet no es ni
serio ni bien visto y puede ser hasta merecedor del ocultamiento
en una primer instancia.

Jerarquizar los amores por sus formas de inicio pareciera una
categorización poco seria. Sin embargo, no son pocos los
que a priori adscriben a cierta teoría
implícita, teoría del ranking del amor.
Implícita se encuentra la valoración de anteriores
ámbitos -preferentemente materiales
como aquellos adecuados e indicados para conocerse y
relacionarse.

En este sentido, las relaciones iniciadas a través de
las computadoras
no parecieran rankear en los primeros puestos para muchos
intelectuales. Lo que se valora es el aspecto material del
encuentro.

Un triple
refugio

Deseo y decepción. Amor y desencuentro, todo online en
un comienzo; nada seguro en el
final. Todo seguro en el comienzo, ¿todo online en el
final?

¿Cómo puede esto suceder? Es la pregunta que se
hacen millares de personas que no han incursionado aún en
Internet.

Gwinnell (1999) nos provee de una aproximación bastante
interesante ya que trayendo como ejemplo que en época de
guerra, las
mujeres escribían a los soldados y se enamoraban a pesar
de jamás haberlos visto personalmente, la autora nos
introduce en el tema.

En esos años durante la Guerra de
Vietnam, las mujeres escribían cartas a los
combatientes a través del servicio
"Operación Dear Abby" (Gwinnell, 1999: 25). En plena
guerra, los soldados pensaban constantemente en las mujeres
allende el mar
y en sus cartas. Fantaseaban sobre lo que harían al volver
a sus casas pensando en esas cartas anónimas, que
resultaban de una "utilidad
terapéutica" indiscutible (Ibíd.: 30).

Estas cartas de mujeres desconocidas los unía a su
tierra
natal
y a la vida normal, siendo un refugio frente al peligro
constante que acechaba a cada paso.

Esta idea de refugio, pareciera esconder ciertas claves a la
hora de la comprensión de este fenómeno hoy
mediatizado por la
computadora, antes por el papel.

La idea de refugio tiene en este caso una triple
connotación que desarrollaremos a continuación.

Los tres sentidos que otorgamos son difíciles de
separar entre sí, pero entendemos facilitan en cierta
medida el análisis de las relaciones mediadas.

Hay una primera connotación, que es la de poder
ser un lugar bastante seguro frente a la vida real, tangible,
corporal, angustiosa, incierta, carnal.

En este modo guarda dentro de sí, ese aspecto de
escondite en el sentido de ponerse a salvo de, en este caso: la
vida misma y la corporalidad de ella.

El intercambio pasa a ser textual, los cuerpos a distancia
sólo se comunican y dejan saber al otro lo que desean en
un encuentro con ese otro "a solas". En esa soledad
acompañada, el sida, los
ataques, las decepciones y disfunciones sexuales quedan en un
comienzo por fuera de órbita de estas relaciones
mediatizadas por el ordenador.

El sociólogo Margulis en una entrevista
plantea también (1):

"Es verdad que los cyber están llenos de
jóvenes de todos los sectores sociales que juegan, chatean
y hasta se enamoran a través de la red. Pero no es un
nuevo tipo de relación la que se genera, sino de
acercamiento, una nueva manera de reclutar a novios, amigos y
amantes. Una aproximación sin cuerpo presente, virtual,
que permite una serie de enmascaramientos, incluso fingir el sexo
hasta que se llega al cara a cara. Permite una exposición
y compromiso menor de las emociones, no
olvidemos que entre los adolescentes
el miedo al rechazo es muy fuerte, y la imagen no es un
dato menor."

De esta descripción compartimos el aspecto del
compromiso, no así el de la exposición. A
través de la Red suele haber manifestaciones muy intensas,
de fuerte compromiso emocional a pesar de la ausencia de contacto
físico. Justamente este último aspecto es el
ausente: la carnalidad, no las emociones, ni la expresión
de las mismas. Vul (2004) estudiando los intercambios
adolescentes en el chat encuentra
que en los mismos hay una exploración de la sexualidad que
no busca el encuentro posterior carnal. A través de las
satisfacciones parciales de ser visto, admirado, escuchado, los
jóvenes exploran, hablan, interactúan y aprenden
sobre la sexualidad propia y ajena.

En ese trabajo se
pone de manifiesto el chat como un lugar de exploración de
la sexualidad, no en su lado material sino en su lado de juego
con las palabras, el coqueteo, el flirteo.

La segunda acepción de refugio, similar a la
primera, tiene un signo positivo que es el de estar dentro de la
línea de otras actividades, como pueden ser las
artísticas, deportivas o académicas, que permiten
un paréntesis en la cotidianeidad, un corte como el
sueño. Cierto es que la actividad cultural en general se
sustenta en una cierta huída a ese otro lugar de la
poesía,
la ciencia, el arte, "ese lugar
donde acuden los niños a
jugar" (Winnicott, 1995).

En este caso entonces el refugio supone una huída
temporaria, una recarga de energías, un traslado a otra
dimensión, otro espacio, otro tiempo, para
volver más tarde a lo cotidiano. Opera esta noción
como un corte renovador de energías y creatividad.

Por último, su tercera connotación es la
de ser un refugio vital frente a los sentimientos de muerte que
inundan la vida misma en la actualidad. Sentirse vivo, la
adrenalina, la búsqueda de excitaciones para sentir la
vida y evitar caer en el marasmo de lo inerte, lo rutinario, es
una respuesta que la posmodernidad
busca frenéticamente a través de distintos tipos de
actividades. En este sentido, los encuentros amorosos ofrecen esa
excitación generadora de vivencias vitales.

Cotidianeidad y
encuentro

Tras ese recorrido por los refugios, internémonos un
poco en la vida actual de comienzos del siglo XXI, tecnificada,
globalizada hasta en las mínimas expresiones.

En esta vida cotidiana, los ritmos de trabajo, las distancias
físicas dificultan notablemente el encuentro social.

Viendo cada día más como no hay ya lugar para
esconderse de la
globalización del planeta, cada rincón de
él en mayor o menor medida se ve influído por la
lógica
del capitalismo
tardío y sus modos de relación que lo
atraviesan.

Las ciudades extendidas han tornado los encuentros actividades
de fin de semana, un lujo a darse en el intervalo semanal del
trabajo. El encuentro deja de ser casual para ser parte de lo
planificable, organizable, estructurable; un renglón
más en la agenda.

Las posibilidades de establecer relaciones de intimidad se ven
entonces reducidas notablemente, con la decadencia de esos
lugares donde alternar con los otros en una forma casual. De la
plaza del pueblo o la calle principal, el lugar de encuentro se
fue desplazando en estos últimos años a los
Shopping Centers para comenzar un tránsito ahora hacia los
chats. El encuentro se descorporeiza, la mirada deja de formar
parte del juego y es la textualidad la que pasa a ocupar el
primer plano.

El encuentro que había sido mediatizado en estos
años por las vidrieras, el consumo, pasa
a ser mediado ahora por la máquina, la computadora.

El encierro en nuestros propios mundos es cada vez mayor. La
propia tecnología opera a
favor de un encierro autosuficiente, autoabastecedor,
autoestimulante.

Esta forma de manejarse con el adentro-afuera, hogar-mundo, es
un producto de la modernidad tardía donde no sólo
asistimos al mundo, sino que el mundo se introduce en los
hogares, no facilitando el contacto con personas nuevas con las
que entablar relaciones.

La saturación de las relaciones en las urbes atenta a
su vez contra las posibilidades de encuentro social.

La cotidianeidad, lo familiar, se traslada y desplaza a
la
televisión, lugar en el que buscamos aquellas caras
familiares, mientras comemos en fila con nuestra familia.

"La forma de conocerse a fines de siglo es errática,
por la caída del amor romántico y sobre todo por la
posición de las mujeres en la sociedad. Su independencia
económica, el cambio de rol
con respecto a la maternidad y a la reproducción, las reivindicaciones de
igualdad de
derechos en la
cultura occidental, permitieron un cambio sustancial de las
relaciones amorosas. Las formas de conocimiento
que poseen las personas dependen de los intercambios sociales que
realicen en instituciones,
de las culturas vigentes en cada sociedad con respecto a las
formas de seducción, de fiabilidad y de la
consumación de la relación amorosa" (del Brutto,
1999).

Sin duda el lugar de la mujer en la
sociedad, su cambio de rol es uno de los elementos que más
ha incidido en todos estos cambios en las parejas. A su vez la
presión
sobre las parejas de fin de siglo ha sido enorme, debiendo
enfrentarse a un sinnúmero de opciones que han aumentado
dramáticamente la ansiedad en las relaciones.

Por otro lado, las dificultades para el contacto y encuentro
social, esas presiones de pareja mencionadas sumadas a las
presiones laborales, familiares, etc. vuelven la vida cotidiana
una experiencia cargada de frustración y exigencias para
ambos sexos.

Nuevos escenarios para
viejos dilemas

El cibersexo pone sobre el tapete la cuestión de
qué está en la base del sexo y la fidelidad y las
posibles confusiones entre materialización de la acción
y actualización con virtualidad. Un encuentro virtual
implica un realismo muy
intenso.

Algunos estados de los EEUU se empiezan a plantear preguntas
en torno a la legislación, ya que es claro que el adulterio
puede ser causal de divorcio, ¿pero el adulterio
online?

La propia asociación de Abogados Matrimoniales de los
EEUU se plantea que en el futuro habrá muchos casos en los
cuales se enfrentarán a este tipo de situaciones legales,
por lo que resulta un tema de profundo interés
desde diversos puntos de vista.

No son pocos los que se inician en el camino al adulterio
vía modem. Es un
camino fácil de recorrer, reversible y que a la vez puede
mostrar a quien se anime a transitarlo posibles puntos de llegada
en caso de materializarlo en un entorno físico. Se puede a
través de flirteos online comenzar a visualizar, sentir
cómo podría resultar en caso de llevarlo al mundo
de los átomos.

El amor online o el simple flirteo puede romper la
monotonía del matrimonio, de la rutina y abrir brechas que
solo el tiempo determinará sus dimensiones. La
dimensión de refugio en su acepción de escondite
resurge en esta visión sobre el amor online. El amor en
pantalla permite la huída y no pareciera diferir mucho de
las relaciones que se establecen en los territorios de conquista como
ser bares, pubs y discotecas. Las vivencias que en los entornos
virtuales se alcanzan no difieren de las vivencias de la
cotidianeidad. Esas vivencias -palabra que introduce Ortega y
Gasset en los 40 y que significa "experiencia que deja huella"-
es la que nos obliga a pensar eso que acontece como algo bien
real, que deja marcas, huellas,
abre a sentidos.

En definitiva no pareciera haber mucha diferencia entre un
amorío online que uno offline, con la salvedad que las
relaciones en el ciberespacio excluyen el contacto físico,
se comienzan muchas veces como un juego de seducción y
permiten un intercambio en orden inverso al habitual.

El aspecto físico, la envoltura queda para el final,
mientras el contenido ideatorio, la
personalidad desplegada es lo que prevalece en un
comienzo.

El amor en este caso estaría más atado a una
palabra, una frase, una forma de decir u ocultar que a una forma
de caminar, vestirse , maquillarse o bailar.

La retroalimentación facial y corporal que
permite juzgar la reacción del interlocutor no se
encuentra presente en la comunicación electrónica, por lo que son frecuentes los
malentendidos. Los emoticones no alcanzan muchas veces para
cambiar el rumbo de una conversación que -malentendido
mediante- se ha transformado en "teléfono descompuesto".

El flirteo, como tantas otras cosas, se desterritorializa
también en este nuevo siglo. La posibilidad de un flirteo
online, se ubica entonces como un "espacio transicional" de
juego, que comienza en la mente, pero que puede llegar más
lejos, dependiendo de innumerables variables.
Comienza en la mente, se vehiculiza con menos culpa a
través de esa "ludicidad" que ofrece la computadora y es
capaz de ser terminado en forma más sencilla que en un
encuentro material.

Cuando nos referimos a que comienza en la mente aludimos a que
a diferencia de otras situaciones, en general pareciera ser que
los encuentros amorosos son buscados deliberadamente por los
cibernautas. Es decir, a diferencia de tiempo atrás donde
el amor fantaseado moría en la propia fantasía, a
través de lo online es posible dar una vuelta más a
la imaginación y encontrar dialogado de fantasías.
Ls soledades se acompañan, las fantasías se
intercambian y a veces confluyen en ese encuentro mágico
que la humanidad ha llamado desde hace siglos: amor.

Son determinados entornos los buscados para conocer gente,
entre ellos y muy especialmente los chats, que se han
constituído como lugar de encuentros, sucedáneo del
bar. Allí es donde se busca el encuentro y también
el amor.

Es en esos lugares virtuales pero confortables, digitales pero
cálidos, mediatizados pero con fuerte cercanía
emocional donde comienzan los amores online. Es en esos refugios
que nos ofrece la tecnología donde se dan los primeros
pasos en relaciones que a veces devienen amor, otras
decepción, otras… simplemente relaciones
humanas online.

Bibliografía:

  1. Balaguer, R. (2003) Internet: un nuevo espacio
    psicosocial
    , Montevideo: Ed. Trilce
  2. Castells, M. (1996) The Rise of the Network Society, The
    Information Age: Economy, Society and Culture
    , Vol. I.
    Cambridge, MA; Oxford, UK: Blackwell
  3. Del Brutto, B. (1999) "Situaciones amorosas.
    ¿Relaciones reales o virtuales?" En Revista
    en.red.ando Disponible en:
    http://enredando.com/cas/cgi-bin/enredantes/plantilla.pl?ident=78
  4. Giddens, A. (1992) La transformación de la
    intimidad Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades
    modernas,
    Madrid:
    Ediciones Catedra, 1998
  5. Giddens, A. (1999) Un mundo desbocado, Madrid:
    Ediciones Santillana, 2000
  6. Gwinell, E. (1998) El @mor en Internet Barcelona:
    Ediciones Paidós, 1999
  7. Turkle, S. (1995) La vida en pantalla: La identidad en
    la era de Internet,
    Barcelona: Paidós, 1997
  8. Vul, M. (2004) La sociedad red en la conflictiva
    adolescente. Estrategias de
    vinculación y despliegue de la sexualidad. Trabajo
    presentado en el II Congreso Online del Observatorio para la
    Cibersociedad.
  9. Winnicott, D. (1971) Realidad y Juego, Barcelona:
    Ed. Gedisa, 1995

Notas:

 ^ 1. Sociólogo Margulis
entrevista para La Capital en Buenos Aires

http://www.lacapital.com.ar/2003/10/26/ciudad/noticia_47772.shtml

Revista TEXTOS de la CiberSociedad, 7. Temática
Variada. Disponible en http://www.cibersociedad.net

Autor:

Roberto Balaguer Prestes

www.robertobalaguer.com

http://blogs.robertobalaguer.com/vidasconectadas/

Partes: 1, 2
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